NOMBRE: ANGELICA UN CUENTO DE JOSE CADAVERIA ILUSTRADO POR MARIA JOSE DE LACASA MANTEL EDITORIAL GOREIGOTIH
POR JOSE MARIA MANTEL GARCIA
Esta es la historia, de una niña cuyo nombre era Angélica. Era una niña muy triste, que soportaba una cruel maldición: Provocaba con solo verla, a los suyo y a todo el mundo una gran aflicción.
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Por ello Angélica se pasaba las tardes y las noches sentada en un gran sillón. A menudo, le hacía compañía un gran gato negro al cual gustaba de dormir en su regazo, cuando Angélica era encerrada en su habitación.
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Pues sus padres la obligaban a encerrarse en su cuarto cuando llegaba algún visitante, o les apetecía divertirse un rato. Pues ya, hemos dicho: que solo su presencia entristecía a los que se hallaban a su alrededor.
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Una noche de tormenta, su fiel amigo tuerto se escapó, lloró Angélica a sus Padres con toda desesperación. Quería recuperar a su gato, y nadie le prestaba la menor atención.
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Desolada esa misma noche, se escapó de su habitación, recorrió la ciudad Hasta las cinco de mañana. Pero ya cansada y desesperanzada volvió a su casa.
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¡Que sorpresa! Por fin, lo encontró, estaba maullando en la puerta de su caserón. En ese momento sintió por primera vez la alegría en su corazón.
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Más no duro mucho, aquella efímera felicidad. Pues al abrir la puerta pudo comprobar, que ya nada era igual. Furtivos ladrones habían “limpiado” su casa, no dejando en su rica morada , ni el recuerdo de un triste céntimo, en algún olvidado cajón.
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Comenzó a llamar a gritos a sus padres, pero nadie contestó. Los encontró en su alcoba muertos a los dos.
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Cuando la policía mas tarde llego la acosaron a preguntas que ella no supo o no pudo contestar. Angélica presto entre llantos y la indiferencia de un frió funcionario, su triste y pobre declaración
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El juez convocó a sus familiares pero ninguno disponía tiempo ni dinero para cuidar de la desdichada niña.
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La llevaron a un orfanato, previamente la separaron de su gato. Las monjitas de lugar, al poco tiempo se percataron de su maldición, y para prevenir el contagio a otros niños y ellas mismas de tan tremenda aflicción, la encerraron sola en una triste habitación.
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Pero tan sola no estaba pues de noche recibía a menudo la visita de alguien, que por ella se preocupaba. Mucho miedo cuando venia mucho dolor y terror cuando se iba, este era el triste consuelo que el visitante nocturno le daba, a nuestra pobre desdichada.
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Al tiempo de ingresar en el orfanato digamos; dos meses después, apareció muerta en la vieja cama de su solitaria habitación. El medico del orfanato determino, que murió de tristeza y de soledad, para que la prensa no hablara mal del lugar, dijeron que murió de un mal del corazón.
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Sobre su tumba todas las noches acude un viejo gato tuerto y negro, que allí tras sonoros e inexplicables ronroneos, suele tumbarse a dormir. A dormir y a soñar ese tiempo feliz, cuando dormía placidamente en los brazos de su querida Angélica.
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fin
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