“EL OTOÑO DEL PATRIARCA”:
ANÁLISIS CRÍTICO DE LA
FUNCIÓN PATERNA.
1. Introducción. A vueltas con la función paterna, como en La paternidad y sus vicisitudes, o en Amarás a tu padre…. Durante el fin de semana los gallinazos1 se metieron por los balcones de la casa presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior, y en la madrugada del lunes la ciudad despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y de podrida grandeza… Solo cuando lo volteamos para verle la cara comprendimos que era imposible reconocerlo aunque no hubiera estado carcomido de gallinazos, porque ninguno de nosotros lo había visto nunca… Fragmento de El otoño del patriarca. Gabriel García Márquez.
Mariam no lo entendió entonces. No sabía lo que significaba la palabra harami, “bastarda” … Lo cierto era que, junto a su padre, Mariam no se sentía en absoluto una harami. Durante un par de horas cada jueves, cuando Yalil la visitaba, entre sonrisas y regalos y palabras cariñosas, Mariam se sentía merecedora de toda la belleza y los obsequios que podía ofrecer la vida. Y por eso Mariam le quería… Aunque tuviera que compartirlo. Yalil tenía tres esposas y nueve hijos, nueve hijos legítimos, a los que Mariam no conocía…La inquietud se adueñaba de ella los martes por la noche. Mariam dormía mal, temiendo que alguna complicación en los negocios impidiera a Yalil visitarla el jueves y eso la obligara a aguardar otra semana para verlo. Los miércoles se paseaba alrededor del kolba y se dedicaba a arrojar comida
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Ave semejante al buitre.
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a las gallinas distraídamente. Deambulaba por los alrededores arrancando pétalos de las flores y espantando los mosquitos que le picaban en los brazos. Por fin, los jueves sólo era capaz de sentarse apoyada contra una pared, con los ojos fijos en el arroyo, y esperar. Si Yalil llegaba tarde, el pánico se adueñaba de ella poco a poco. Las rodillas no le respondían y tenía que ir a tumbarse. Fragmento de Mil soles espléndidos. Khaled Hosseini
2. Freud y la función paterna.
Siempre nos ha parecido determinante en la historia de la filiación paterna de Freud ese recuerdo en el cual su padre es agredido por un gentil que le tira el sombrero al suelo, tras lo cual el padre se agachó a recogerlo. Ese recuerdo de Freud parece condensar el ascenso y caída de la efigie paterna. Fuente de pesadumbre para Freud en su deseo de reconocimiento, que se puede observar por ejmplo en su lucha por un puesto de profesor universitario. Hay que recordar que ante todo para Freud, el padre es un objeto pulsional en la historia infantil del sujeto, el padre protege y cuida pero el padre también perturba, el padre prohíbe pero también transgrede, el padre censura pero también seduce. Como el padre de Miriam en la novela de Hosseini. Así la aparición del padre como adulto en los primeros historiales de Freud, está más bien ligada a la emergencia traumática de la sexualidad infantil, generalmente en calidad de agent provocateur. Tras la formulación de la sexualidad infantil y su estructuración en torno al complejo de Edipo el padre ocupa un lugar distinto en la triangulación nuclear del psiquismo humano. A partir de la formulación edípica, el padre es un rival, pero eso parece hacernos olvidar que su aparición en la historia del sujeto es bastante anterior y en funciones diferencias como veremos posteriormente. Si acaso existe un padre después de la caída del padre, porque algunos se apuran mucho de la desaparición del padre:
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“Ahora, la tragedia de la desaparición del padre, si ustedes están de acuerdo en que existe -en verdad, la tragedia existe aunque ustedes no estén de acuerdo. Tal vez ustedes no estén de acuerdo en que sea una tragedia, esto no lo sé, tal vez sea para ustedes una felicidad, esperemos que no. La desaparición del padre, es también su desaparición en la literatura, en los libros de ensayo, en los textos psicológicos”. Luigi Zoja: la función paterna. Conferencia U. J.F. Kennedy. internet
Por último hay otro padre en la obra de Freud, el padre de la horda, el padre que posee a todas las mujeres de la tribu y que impide su acceso al resto de machos, de varones. Ese padre tiránico muere, en la leyenda, a manos de los hijos que quieren poseer a las mujeres, pero para reparar la culpa lo erigen como tótem que sostiene la norma que prohíbe, a partir de él, las mujeres de la propia tribu. Así daría lugar, sin saberlo pues ya está muerto, la ley de la exogamia. ¿Que de todo esto es sostenible a la luz de los conocimientos antropológicos y psicológicos actuales? 3. Lacan, la paternidad y la filiación. El lugar del padre se denomina, en la teoría lacaniana, el Nombre-del-Padre. El Nombre-del-Padre es el significante de la función paterna. Según nos cuenta Roudinesco, habla de la propia experiencia de Lacan, por un lado con su propio padre, abrumado por la personalidad autoritaria del abuelo, por otro con su drama respecto de la paternidad al no poder inscribir en el registro a su hija Silvia, pues su mujer Silvia, era aún la esposa legal de George Bataille, y en ese tiempo de ocupación alemana (1941), parece que fue imposible transmitirle su apellido, problema que duró hasta 1964, y que creó un fuerte sentimiento de culpa en Lacan. Esta preocupación por la figura del padre es un motivo permanente en la obra lacaniana, pero más aún se ha convertido en una verdadero obsesión en muchos de sus discípulos, veamos si no lo que dice J. A. Miller, yerno y albacea del autor: “aclara que la decadencia de la imago del Padrex en los tiempos modernos es un tema común, y se trata de una decadencia de la función del Padre, porque el padre real trabaja, mientras
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que lo propio del significante amo es no hace nada” citado por Sole Bertran. Instituto del Campo Freudiano. Barcelona.
4. Desarrollos lacanianos: De la metáfora paterna al nombre del padre. (deseo materno/ nombre del padre)
El concepto de envidia del pene, a través del cual se propone Freud explicar la evolución de la sexualidad femenina, toma en autores posteriores, fundamentalmente en Lacan, un carácter abstracto y formal en torno al concepto de Falo. El concepto de envidia del pene ha permitido a Lacan desarrollar la dialéctica fálica, central en su concepción de la sexualidad humana. Como todos saben Lacan añade un cuarto elemento al complejo de Edipo, en realidad deja de ser triangular para convertirse en cuadrangular, más cercano a la figura del rombo, una de las figuras preferidas de la topología lacaniana. A partir de ahí el padre – al que se pretende recuperar del exceso maternizante que ha tomado la teoría psicoanalítica con Anna Freud y Melanie Klein sobre todo –, desaparece, y en su lugar queda la función paterna. Pues la función paterna se define como la de un: “Interdictor que permite simbolizar al niño como hijo de una pareja y lo separa de la madre. Así la función paterna es de garante de la falta y de acceso a la erogeneidad. La función de corte, del padre, protege al niño de quedar atrapado en la condición de falo de la madre, objeto de goce materno, condenado a la fusión originaria con ella”. Detenidamente veamos cuales son estas funciones, sobre todo en lo concerniente al complejo edípico:
El que da el acceso a la erogeneidad. Daniel Schoffer. Rev.APM
El padre interdictor es el que simboliza al niño como hijo de una
pareja. Daniel Schoffer. Rev.APM
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El que separa al hijo de la madre… y a esta del hijo. Daniel Schoffer.
Rev.APM
Para que el hijo no muera aplastado por el deseo de la madre.
Daniel Schoffer. Rev.APM
Intervenir como tercero que pone coto a la omnipotencia
materna. Daniel Schoffer. Rev.APM
Es el “espacio cerrado” donde se desarrolla el complejo de Edipo.
Daniel Schoffer. Rev.APM
Es la “organización del mundo simbólico” en el cual madre, hijo y
falo se vinculan en la dinámica edípica. Daniel Schoffer. Rev.APM
En interdisant la mère, le père met un point d’arrêt à ce qui se
présente du côté de la mère. Interdire la mère, c’est donner sens à l’incohérence originelle du monde maternel. Fonction paternelle et direction de la cure. Pierre Malengreau.
Es curioso que los autores lacanianos sostengan que es el padre quien da acceso a la erogeneidad, pues todo hace pensar que la erogeneidad surge ya con el amamantamiento. Es el propio Lacan quien señala el origen de la pulsión en el deseo infantil de mamar cuando el hambre ha quedado satisfecha. También podemos discutir si es el padre Interdictor (discúlpenme el neologismo), quien simboliza el niño como hijo de una pareja, o es la referencia de la madre a un tercero, ya sea ésta consciente, o bien inconsciente. Es función paterna separar madre e hijo, para que el hijo no muera aplastado por el deseo materno. El supuesto que sostiene esta afirmación es el de que la madre tiene un deseo fálico, un deseo insatisfecho que solo se puede colmar con el hijo ofrecido por el padre, en calidad de falo sustituto. Es evidente que la operación tiene una sofisticación nada desdeñable. El orden patriarcal relega a la mujer a un deseo fálico, lo que está puesto en duda por multitud de autores que no voy a listar, un deseo que no 5.- El otoño del patriarca
puede colmar sino es con un hijo, puesto que ella tiene que aceptar como punto de partida de su evolución psicosexual el hecho de estar castrada. Reducir el deseo de hijo a un sustituto fálico impide comprender la complejidad de las relaciones precoces. Es sustituir el todo por la parte, pues si bien es cierto que para algunas mujeres el hijo es la compensación a la que pueden aspirar y con la que se tienen que conformar, ello explica ante todo la coerción a que son sometidas. Es absurdo, cuando no ridículo considerar que la mujer hoy se siente colmada cuando tiene un hijo, y solamente cuando tiene un hijo. A no ser que le demos el estatuto de hijo a cada cosa que realice una mujer. Creo que tenemos que volver a preguntarnos si la lógica fálica sirve para comprender todo el universo sexual, también la sexualidad de las mujeres. Finalmente el padre es el espacio cerrado, la organización del mundo simbólico donde se desarrolla el conflicto edípico en el que intervienen los personajes de la obra: la madre, el hijo, el falo. El padre ya no es una función o un lugar, es todo el universo. Hemos vuelto al principio, en realidad se confunde la función paterna con el sistema del patriarcado, y como dice Rodulfo, en este juego los padres reales son irrisorios. Como declaraba a El País una eminente discípula de J.A.M.: “En resumen, a ningún hombre se le puede pedir que sea el padre, porque el padre es sólo un nombre que hace pasar el goce del registro de la circulación del valor. De ahí que los sistemas de parentesco tengan siempre una correlación en el terreno de la transmisión y del reparto de los bienes, en el marco de un claro de una familia. El padre no es un sujeto porque el padre nombra la existencia de un decir, sin que se sepa quién lo dice; es un lugar de excepción deducido lógicamente de la universalidad de la castración. ”. Carmen Galliano en “El Pais.com”. 5. Críticas al trascendentalismo paternal (Ricardo Rodulfo. Silvia Benjamin y otros) El problema que plantea esta concepción trascendentalista, idealista y patriarcal de la función paterna es que deja fuera multitud de problemas que interrogan hoy al
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psicoanalista y frente a los cuales no tiene instrumentos para pensarlos, excepto el recurso a la conflictiva edípica y la lógica fálica. Desde posiciones diversas se ha criticado esta posición más cercana al dogma que a la vocación crítica del psicoanálisis, y como dice Rodulfo, el psicoanálisis encierra siempre una promesa de liberación, incluso en su versión más aburguesada, pero contiene elementos que desembocan en una teoría conservadora del lugar del padre. Esa posición trascendetalista y conservadora del paternalismo se ve por ejemplo en la tesis de A. Di Ciaccia: Por otra parte, la función paterna resume todas las relaciones necesarias para el individuo en su maduración y en su desarrollo, aunque las trasciende a todas.2
Una de las críticas que se plantea, al hilo de muchos trabajos que vienen desde el propio psicoanálisis como también del feminismo es el que la relación de un adulto con un niño se piense necesariamente bajo la rúbrica de “paternal”. En este sentido ya antes el mismo autor había criticado que a los niños solo se los pensase como hijos, ahora les toca el turno a los adultos de no ser solo padres. ¿Cuál es el fantasma que impide pensar un adulto con un niño, será el de la seducción? Hay que recordar quizá la polémica sobre los padres perversos que tanto debió angustiar a Freud, preocupado como estaba por la difusión incipiente de su doctrina? En este sentido concuerdo con Laplanche y Bleichmar en la inevitabilidad de la influencia seductora del adulto sobre el niño, dada la incapacidad de este para metabolizar la presencia del adulto sexuado, con sus fantasías y sus complejos. La idea de despaternalizar al adulto nos abre a lo que Rodulfo propone como una diseminación de las relaciones. En este sentido se plantea la idea del segundo adulto. La idea de segundo adulto, en su simplicidad, corresponde a Jessica Benjamin, y lo que pretende es recuperar la simetría en la pareja parental, pero no para quedarse ahí. Si un hombre consigue desembarazarse un poco de las categorías… de la figura histórico-mítica de la paternidad, está en condiciones de jugar a la invención de
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Sobre la función paterna: de la imago a la metáfora.Antonio Di Ciaccia. Bitácora Lacaniana. El Psicoanálisis Hoy.N° 1 - Mayo De 2006
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funciones que surjan de la zona transicional en que se vincula con un niño o con un adolescente3. Eso le permitirá recrear “zonas transicionales de complicidad y compañerismo donde la “autoridad paterna” podía quedar en suspenso”.4 Me parece que la idea de segundo adulto le debe mucho al concepto de padre del reacercamiento de Margaret Mahler y que en mi opinión nos recuerda que hay un padre en la historia de cada sujeto que no aparece como tercero ligado a la problemática edípica. Es un padre que aparece descontaminado de las ambivalencias con la madre y que permite la identificación con alguien poderoso a través del cual sostener la grandiosidad infantil y negar el desamparo producido por las tensiones con la madre. Para Benjamin se trata de un periodo en el cual el sujeto en su desarrollo se identifica alternativamente con ambos progenitores, es lo que ella denomina sobreinclusividad y que se asemeja mucho a la idea del espacio transicional de Winnicott. Este padre preedípico, objeto amoroso, objeto pulsional, no es el padre detentador del falo de la constelación edípica. Pero es una figura que considera la autora fundamental para el devenir identificatorio, sobre todo en el caso de la hija, en tanto ese padre responda a la identificación demandada y no se convierta en un padre inaccesible, un padre tercero, un padre castrador. Es decir, por ejemplo, el padre cuando no ejerce de tercero, simplemente como un adulto, un segundo adulto. Del mismo modo que subrayamos que para el hijo es importante en su desarrollo aprehender que la madre no es solo madre, es también una mujer sexuada con un deseo más allá de la maternidad, de igual modo parece que cabe al padre no estar siempre ejerciendo de tercero. Las otras figuras de varones adultos en la historia de un niño, tales como tíos, abuelos, padrinos… las reducimos rápidamente a la categoría de subrogado del padre, cuando a menudo no funcionan como otro padre más, sino como contrapunto del padre en función de tercero.
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El segundo adulto. R. Rodulfo. El psicoanálisis de nuevo. Eudeba 2004.
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Idem
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Cómo denominamos a la pareja de una mujer lesbiana que engendra o adopta un hijo? También vamos a considerarla un padre? Y cuando se trata de una pareja homosexual, si el sujeto es varón, cómo llamamos al otro miembro, varón él también, de la pareja? Es una madre? Es otro padre? Diríase que los esquemas se nos quedan cortos para pensar estas realidades. El forzamiento llega al límite cuando se trata de una familia monoparental, generalmente una madre y su hijo. La necesidad de invocar una paternidad que garantice el cumplimiento de la normatividad hace que tengan que inventarse padres en un esfuerzo dramático. O bien la madre hace de padre y madre, con lo que conlleva de sobreexigencia. El psicoanálisis se ha ocupado mucho más de la dificultad de la madre, de los peligros de la maternidad: madre fálica, madre patógena, madre omnipotente que de aquellos que atañen al padre. Ese desequilibrio se fundamenta en una mistificación del lugar del padre, cuyo único problema se cifra en estar ausente.5 Pero con ello se ha silenciado la problemática de la paternidad, sujeta a un ideal denominado Nombre del Padre, Metáfora Paterna o Ley del Padre que aplasta a los sujetos que pretenden detentarlo. ¿Esa función paterna que antes hemos descrito, funciona como un ideal del yo o como un yo ideal petrificado?
6. Conclusiones Las nuevas situaciones familiares plantean interrogantes al analista, como al resto de profesionales de la salud, que no se resuelven apelando al dogma. Las familias monoparentales, las familias de homosexuales, las familias reconstituidas, que aportan hijos de parejas anteriores, las familias adoptivas,… plantean problemáticas identitarias que no se pueden resolver con los viejos esquemas de la familia victoriana. El psicoanálisis designa como sustituto paterno o materno a todo adulto presente y significativo en la vida del niño, pero nos parece que aplicarlo a las nuevas
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La "gran neurosis contemporánea" queda determinada por la personalidad carente, dividida, ausente, del Padre, y la psicosis quedará entonces desvinculada al rigor de la tiranía paterna y ligada a la ausencia, a una estructura matriarcal que estanca el desarrollo psíquico. Sole Bertran. I.C.F. Barcelona
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realidades familiares es operar como señalaba Mannoni en el diván de Procusto, amputando aquello que no se sujeta al modelo. Para concluir quiero hacer mías las palabras de Hornstein en Desafíos actuales del psicoanálisis: De mil maneras –pero sobre todo por su propio análisis– el psicoanalista se cuidará de tomar por conocido lo desconocido. En lo teórico tal es el aporte de la teoría de la complejidad. Más que una mente en blanco, una mente libre para investir cada proceso analítico en su carácter único.
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