ALIMENTACION Y NUTRICION PRE-HISPANICA EN LA REGION TACNA Escrito por Arqueólogo Jesús Gordillo Begazo Cuando llegaron los españoles al Perú, durante la conquista, se quedaron gratamente sorprendidos por tantos y variados alimentos y potajes que consumían los "indios" en todas las partes del territorio andino. Los cronistas, entonces se encargaron de comunicar al "viejo mundo" esta maravilla y grandeza lograda por los antiguos peruanos. Los españoles, encontraron un reino casi carente de enfermedades ni sufrimientos y ajenos a dolencias de dentadura, próstata, vesícula, etc. Atención a parte merecen los casos de enfermedades infecciosas respiratorias y de artritis sufridas por la población de la costa. El cronista Bernabé Cobo anotaba que "... todos tienen muy buena dentadura y tan recia que les dura toda la vida ... apenas se halla indio que padece mal de orina ni cría de piedras...". Antunes de Mayolo (1981), al igual que otros estudiosos de la nutrición prehispánica, sostiene que el buen estado de salud del antiguo peruano se debe a la política de complementariedad de alimentos implementada por los Incas, política que creemos se desarrolló desde tiempos más remotos. Esta buena salud, sustentada en una adecuada nutrición y selección de alimentos, también se debió a los modelos y patrones de asentamientos humanos desarrollados en los distintos ámbitos geográficos ajenos a fuertes concentraciones de viviendas y gentes y privilegiando el uso de espacios sanos, abiertos, aireados, descongestionados y en contacto directo con la naturaleza a manera de pequeños centros poblados dispersos y asociados a los espacios productivos agrícolas, ganaderos, pesqueros, etc. La variedad de productos alimenticios, potajes y usos nutricionales fueron impulsados fundamentalmente por cuatro variables: a) Diversidad ecogeográfica; b) Diversidad y patrones culturales; c) Comercialización, intercambio y complementariedad de recursos y d) Tecnología. Dichas variables condicionaron de sobre-manera las prácticas nutricionales en los distintos períodos del proceso histórico prehispánico en el Perú, en unos más que en otros, acompañadas en casos extraordinarios de prácticas ritualesceremoniales. Los alimentos fueron de origen vegetal, animal y mineral ricos en proteínas, calorías, vitaminas, azúcares, aminoácidos, calcio, potasio, fósforo, hierro, etc. Fueron conseguidos mediante el cultivo, crianza, caza, pesca, recolecta y extracción natural. Su consumo fue en estado crudo, cocido y deshidratados y en diferentes preparados y/o potajes. Se implementaron acertadas tecnologías acompañadas de infraestructura que servían para el cultivo, procesamiento y almacenamiento de productos alimenticios como terrenos agrícolas y depósitos para alimentos (colqas y/o trojas). El menaje de cocina fue diverso y los modos de preparación de los alimentos suponemos consideró una balanceada tradición dietética. El tipo de alimentos consumidos se dio de acuerdo a la región geográfica y a los modelos de complementariedad e intercambio. Por ejemplo en la costa se consumía fundamentalmente carnes de cuy, patos, gallinetas de agua, guanacos, tarucas; variedad de productos marinos como peces, moluscos crustáceos y algas marinas; recursos de río, lagunillas y lomas. Los vegetales fueron importantes como el consumo de granos, cereales, verduras,
aromáticos, tuberosas, frutales y plantas medicinales en fusión. Se consumió la sal mineral. La investigación arqueológica sigue aportando al conocimiento de la nutrición en el antiguo Perú. En Tacna, contamos con importantes evidencias del consumo de alimentos encontradas en los yacimientos arqueológicos investigados y prospectados por arqueólogos locales, nacionales y del extranjero, que demuestran la práctica de una balanceada y equilibrada nutrición. Los primeros cazadores-recolectores y posteriores grupos de economía primaria del arcaico (9,000 años a.C - 1,500 años a.C) basaron probablemente su alimentación en la recolecta de vegetales y frutos y en la caza de camélidos (vicuña, guanaco), cérvidos (taruca) y roedores (vizcachas y chinchilla). En la costa se hicieron expertos consumidores de productos del mar, ríos, cochas, lomas, quebradas, arenales y valles, elaborando y confeccionando para ello artefactos diversos para la pesca, caza, captura y extracción de productos. Superada esta condición cultural, con la domesticación de plantas y animales, los pasados usos alimentarios fueron perfeccionados y algunos desechados, y se introdujo la agricultura, ganadería y la cocción de alimentos en recipientes de arcilla, acompañada de tecnología superada, como aportes decisivos en la nutrición del antiguo tacneño. Sobre el dato arqueológico recogido de algunos sitios referentes-investigados ubicados en la costa, valles, cordillera y altiplano, trataremos de construir una versión aproximada de la nutrición en la región de Tacna. LA NUTRICION EN LA REGION DE TACNA: Los cazadores-recolectores que moraban en las cuevas de Girata (Candarave), Vilavilani (Palca) y Toquepala (Ilabaya), plasmaron en sus paredes pictografías que hacían referencia a la práctica de la caza del guanaco, vicuña y roedores, que formaron parte importante de su dieta en el consumo de carnes, complementado con algunos otros productos de su entorno ecológico como vegetales, aves y peces. En la costa, para los pobladores del arcaico, el panorama está mas claro. Gracias a los trabajos realizados en la Quebrada de Burros desde el año 1996 por la arqueóloga Daniéle Lavallée y su equipo de científicos, se ha determinado la presencia de grupos del arcaico que previlegiaron su economía en la recolecta y consumo de recursos del mar. Se informa sobre la probabilidad del consumo de: a) moluscos, como conchalepas conchalepas (loco, chanque o pata de burro), mesodesma donacion (macha), fisurella spp (lapas), choromytilus chorus (choro zapato), Perunytilus purpuratus (chorito), tegula atra (caracol), protothaca (almeja) y chiton spp (barquillo), puestos al fuego para su desconchado y consumidos probablemente en crudo y cosidos sobre brazas y piedras calentadas; b) crustáceos (cangrejos) de las familias porcellanidae, calappidae, cancridae y xanthidae; c) equinodermos representado por el loxechinus albus; y d) peces como lorna, jurel, corvina, caballa, tollo, jurel, tomollo, sardina, pejerrey, cabrilla, sargo y otros. Se han identificado también restos de tiburón, raya, lobo chusco, sapo, piquero, guanay, gaviota, pelícano, óseos de camélidos y cérvidos (posiblemente se traten de guanacos y tarucas). (Lavallée, 1999; 2002). Estos pobladores pudieron haber extendido sus posibilidades dietéticas al consumo de huevos y carne de aves costeras como patos y gallinetas de agua, algas marinas, frutos de cactáceas y otros vegetales de quebradas húmedas, lomas y valles bajos.
Hacia el Período Formativo (a partir de los 1000 años a.C), una vez mejor posesionados los asentamientos humanos, continuaron con la larga tradición de la explotación y consumo de recursos marítimos adicionando algunos productos cultivados y mamíferos domesticados. El Alfarillo y el Cañón son dos sitios arqueológicos costeros pertenecientes a este período cultural que continuaron con la economía marítima y a pesar que aún no se cuenta con registros arqueológicos del consumo de vegetales cultivados y animales domesticados, es probable que ello haya ocurrido dada la proximidad de las cuencas de los ríos Locumba y Sama donde existían poblaciones agrícolas del Formativo en los sitios de San Antonio y La Vituña respectivamente. Al sur, un poco más distante, tenemos la cuenca del río Caplina. Precisamente, en el tramo inferior del Caplina, en el sector de Magollo, se ha registrado el sitio arqueológico denominado El Atajo, que es un importante centro doméstico agrícola y de fabricación de vasijas de arcilla, donde se consumió (de acuerdo a los restos que aún se exponen en la superficie del terreno) carne de cuy, camélidos, pescado, choro zapato, macha, caracoles, almejas, chanque y algunos vegetales cultivados como el maíz, ají y cucurbitáceas. La presencia de restos de fogones, ollas, jarras, cuencos y cántaros dan cuenta que algunos alimentos fueron cocidos para su consumo y preparados en diversos potajes. El Atajo, se sitúa entre el valle y el litoral marino, permitiendo a sus pobladores alternar el recurso marino con los productos agrícolas del valle. Asentamientos similares a "El Atajo" -de este Período del Formativo- están representados por las poblaciones constructoras de un conjunto de túmulos funerarios distribuidos en los tres valles costeros de Tacna que datan aproximadamente desde los 400 años a.C hasta los 500 años d.C. Con el posterior desarrollo agro-alfarero y ganadero impulsado por los colonos Tiwanaku (700 -1100 años d.C.) y perfeccionado durante los Desarrollos Regionales Tardíos y época Inca (1000 - 1532 años d.C), se impulsó con éxito y en mayor escala la producción agrícola del maíz, papa, ají, zapallo y frijol (Gordillo, 1996, 1987; 2000; 2001) . En las tumbas del sitio arqueológico de Peañas, ubicado en el distrito de Pocollay, se han registrados restos alimenticios de maíz, frijol, achira, ají, cucurbitáceas, cuy, pescado, choros y camélidos. El consumo de productos marinos continuó y la aventura de la caza y la recolección nunca se dejó de lado. El sistema de la complementariedad, intercambio y comercialización de productos alimenticios a corta y gran escala aseguró inmejorablemente la posibilidad de acceder a productos de distintos niveles ecológicos de la costa, valle, cordillera y altiplano, e incluso de los andes amazónicos del sur. Este fenómeno, consolidó un mejor balance de la nutrición del antiguo poblador tacneño (Gordillo y García, 1989). Se conoce también sobre el consumo natural de minerales (sal y el cchacco que era una arcilla comestible utilizado como alimento suplementario), coca, quinua, alimentos deshidratados, y frutales como la guayaba, chañar, pacae, lúcuma y sancayo. Atención especial merece el registro, en una de las tumbas de Peañas, de unos panecillos hechos de maíz molido y quinua negra -analizados por la Ing. Dániza Guerrero Alva- con un alto valor proteico en aminoácidos y minerales como fósforo, calcio y hierro. El consumo de este panecillo, dada la relación existente entre el fósforo y el calcio constituyendo fosfato de calcio,
definitivamente contribuyó a restar las anomalías esqueléticas del raquitismo (Guerrero, 1994). La región de Tacna tiene una inmejorable ubicación geográfica en los Andes Occidentales del Sur dueña de una diversidad ecológica muy rica en recursos naturales sustentada en sus seis regiones naturales: chala, yunga, quechua, pre-cordillera, cordillera y altiplano (Gordillo, 2001), pese a su limitación en el recurso hídrico. Ello, generó la inauguración de una natural actividad económica diversificada de sus pobladores pre-hispánicos y el consumo de productos alimenticios muy variados. En la costa contó con un riquísimo mar, lomas, valles y ríos preñados de recursos alimenticios como el camarón y condiciones favorables para la agricultura; en la cordillera, las abruptas quebradas se convirtieron en hermosos jardines colgantes (andenes) para la producción a gran escala del maíz y la papa y el altiplano ofrecía sus praderas húmedas y heladas para el desarrollo de las pasturas, mamíferos y aves que eran fuente de alimentos base del poblador de las alturas tacneñas. Todo este conjunto de recursos fueron el soporte y fundamento para el desarrollo de una nutrición equilibrada, racional y sana, forjada por el hombre pre-hispánico tacneño, que mas tarde con la llegada de los españoles se vio deteriorada y casi liquidada con el ingreso de nuevos animales y productos alimenticios de ultramar, nuevas prácticas culinarias, nuevas enfermedades y nuevos usos culturales. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA ANTUNEZ DE MAYOLO, Santiago