t<,(¿)ies de de soledad, de desasimiento. En esa convicción, que es del deseo, está la razón por la que los analistas deben analizarse, para tener una convicción acerca de la existencia del inconsciente. Si por e! contrario, la convicción es seguridad, certeza del saber sabido del Otro, estamos en el ·plano del delirio y de la interpretación delirante (existen sobrados ejemplos de paranoias analíticas y post-analíticas). Si en cambio la convicción es sobre un saber del que nada se sabe, estamos en la dimensión del sujeto del acto y la autorización, en el momento de un "olvido del Otro". Si el neurótico "olvida" para conservar, para retener, fijando gozosamente pc?ra no perder, el fin de análisis, con la misma política de no fija'i, no retener, apuntará un olvido sin conservación y sin retorno, ya no habrá otro de quien esperar la respuesta. Hay una relación entre este "olvido del Otro" y la separación del Otro. Es cierto que los pacientes admiran con satisfacción "¡cómo se acuerda el analista!, también sucede que la demanda toma otras veces la forma temerosa de la prueba de amor, "¿se acuerda de lo que le conté ...?"; así como sobreviene la necesaria decepción, rica en consecuencias, mientras no llegue al extremo de lo imperdonable que provoque una ruptura prematura del lazo ante la vacilación del analista "¿Cómo no se acuerda?" será entonces la desconcertada pregunta ofendida . El diálogo termina cuando el paciente sin saber, y no pudiendo ya volver atrás, avanza en una decisión dejando de esperar del otro la última palabra. Deja inesperadamente de hablar para el Otro yéndose con su palabra y con sus actos a otra parte. Desde la firme conv~cción alcanzada, en la evacuación del saber y el resto, pueda quizás el devenido analista saber sin saber, hacer semblante de nada porque ya nada retiene, como ya nada espera, pueda ahora esperar, y porque ya no cree en la Omnipotencia del Otro, esté en condiciones de sostenerle la creencia a aquel que, de hecho mortificándose, persiste en que hay verdades veladas desde siempre ya sabidas.
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ALGUNAS CONSIDEffl\CIONES SOBRE LA
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"Si elijo la Verwe,fung para hacerme comprender, es el fruto de una maduración, mi trabajo me condujo a ello. Reciban, al menos por un tiempo, mi miel tal como se las ofrezco, e intenten bacer algo con ella ". Jacques Lacan
Es conocida la afirmación que le atribuye a Lacan el haber delimitado con precisión una teoría y una clínica de las estructuras subjetivas. Esta conceptualización de Lacan habría surgido de la lectura atenta de los textos freudianos y del encuentro en ellos de tres estructuras abarcativas de la clínica freudiana: neurosis, psicosis y perversión. . Lacan le habría dado de .esta manera nueva ·consistencia a una clínica devastada por las teorizaciones de los posfreudianos quienes, al no disponer de las coordenadas simbólicas indispensables que les hubieran permitido reconocer dichas estructuras, navegaron y navegan en un continuum clínico a partir del cual se escribió sobre la cura de la psicosis, la psicotización de pacientes obsesivos, la esquizofrenización de la histeria, etc. La teoría lacaniana, entonces, habría puesto las cosas en su lugar:
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turas, desconociéndose la imposibilidad de constituir un univer- so de discurso luego de la delimitación del objeto (a) en la teorfa an.::¡Jític..-. . Sf: e-';c:rihi6 entonces :-;ohrc:-: alucln:1<'io,1e-.._ ~n ti hi~ir-ria, fenómenos de despersonalización en la neurosis, efecto psicosomático en cualquiera de las estructuras, actings y pasajes al acto histéricos u obsesivos, etc. Estructura y síntoma empezaron a ser concebidos en disyunción, convirtiéndose la primera en uha suerte de esencia por detrás del segundo. Cualquier síntoma o fenómeno que se situase en tal o cual estructura quedaba determinado por la misma, recibiendo su nombre. Maleval ha sido hace unos años un exponente de este afán clasificatorio estructuralista. Su libro sobre las locuras histéricas abunda en respuestas a una sola pregunta que ordena toda la lógica de su exposición: ¿se trata de histeria o de esquizofrenia? En oposición a la marea bleuleriana que todo lo arrastraba a la costa de la esquizofrenia, Maleval intentó, sostenido de su pregunta, producir una contramarea que quiso llevar el bote psicopatológico al litoral de la histeria. No sólo intentó demostrar que su paciente modelo María era una histérica, sino que hasta llegó a afirmar la esencia histérica del delirio que Tausk describiera en su artículo sobre "El aparato de influencia". Enrarezcamos }a pregunta de Maleval. ¿Es forzoso gue usemos el atributo "histéricas" · ara calificar las locuras no psicóti §L.¿~ bemos, siguiendo la corriente psíquianalítica, ca ificar de locura ~bsesiva el breve aefirio paranoico áeT Hombre de los Lobos? ¿No habrá otra opc16n pará fá confusión alucinatoria Camencia de Mey_!!ert) que hacerla entrar al cerco de la psicosis o de la neuro~ La.... discusión que.,..._..,__.----... Lacan ha hecho del tér-- - --sobre - la promoción ... - ., .... mino alemán Verwe1jung a partir de haberlo situad o en lao5fa cleFreud,-ños~servirá para demostr~ no sóÍo qtÍeLacan estaOa muy -lejos deu bic ar arpsicoañálisis éomo la cuiiñi.nación á e l a ~ iatría. sino también ~§!!120 Je~cs;.Lnfü;l~Q. d<;: _yerdad que ortaban los desarrollos posfreudianos sobre el llamado "núcleo psicotico" o los casos " ·oraerline'1
no hay pasaje de estructuras, esto es, un psicótico será siempre un psicótico, un neurótico será siempre un neurótico. 1Jegad,:1.~ h.~ cosa1:- a ,:-:;i.,:- 1-"·" 'i.O m.> f:'Yi_,,,"~.,:, •..p.11;: se aíirrn,11;1 que el psicoanálisis produjo la culmtnactón de la psiquiatría clásica. Por un lado, en el sentido de la liquidáción del movimiento psiquiátrico que tuvo como principal exponente a Kraepelin, pero además, en el sentido de que el psicoanálisis habría realizado el ideal psiquiátrico. de cuadros perfectamente establecidos sobre bases científicas! como así también la implementación · de una técnica terapéutica de la que carecía la psiquiatría. El acuerdo implícito o explícito con esta tesis produjo una nueva psjGuiatrización del psicoanálisis, esta vez bajo el amparo de los significantes lacanianos. Si bien Lacan hizo mucho por alivianar la sustancia subjetiva vaciándola de toda consistencia, se leyó al "sujeto determinado por la estructura" con la vara de un continuum temporal. Una vez definido el sujeto mediante un atributo (neurótico, psicótico, o perverso), ese atributo terminó poseyendo la máxima cualidad yoica: la permanencia. En esta operación de yoización del sujeto, el atributo que lo acompañaba se convirtió en una cualidad del ser. Neurótico dejó de ser entonces el nombre del sujeto supuesto a 1~ estructura de un síntoma 2. La temporalidad del instante del sujeto, cruce de anticipación y retroacción, de tyche y au.tomatnn, fue ree.mrlazada por el ideal psiquiátrico de la permanencia. Así, el amarre que la noción de estructuras subjetivas había producido, trajo aparejado -a partir de esta modalidad de lectura- un agregado al peso de la consistencia subjetiva. Cualquier fenómeno clínico debía ser encuadrado en alguna de las estruc-
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l. La lectura practicada por Lacan de los desarrollos del mayor exponente de la psiquiatría clásica, Emil Kraepelin, y del promotor del síndrome de automatismo menLil, Gaetan De Clérambault, no fue entendida en el interior de la críticá a las posiciones jaspersianas y bleulerianas que habían hecho pie en el psicoanálisis. Por el contrario, se creyó estar asistiendo a un "retorno ·a Kraepelin" o un "retorno a De Clérambault". 2. Jinkis Jorge, "Transferencia y alucinación", en Lo que el psicoanálisis nos ense.i\a, Lugar editorial, Buenos Aires, 1983.
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3. Ver a este respecto el interesante artículo de Haydée Heinrich, "Los bordes
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Una clínica de la Verwerfung El seminario sobre Las psicosis arr..,aaQ_c;_QD_una perla freudia na encontrada por':Iacan,-..a .la altura de- su. prirp,er s<:!minario,. . .. . . . .,, . . la Verwerjung de la castración en el Hombre d~lns_I,.9bos, y_Qnaliza con la propuesta de ciar c~e_!,lta .9!_la~_Í25ic_osis ~ eartir de lo qu~ llamará l~ orclusion del ~nifiE!:~f!~-pad'!: En lalecüira del eminario III se puede optar por mantener la tensión entre el punto de partida y el de llegada, o reducir a cero·dicha tensión haciendo de la largada una mera anticipación del final del recorrido. Llamaremos a esta segunda modalidad de lectura la· versión moderna de la reminiscencia platónica, en la cual se trataría siempre de demostrar que todo estaba ya allí desde el inicio. Por el contrario, intentaremos d~ 1J.Jeg4L la~.ª-11~9JEt<;;!2n~ _pr~ducidas a partir de la puesta en relación de dos pares 9e sig,,nificantes: Verwer un - orclusión y castración-significante ser adre:' Forclust -n es un si ni icante que Lacan intro uce en la últim I Seminario III ara retra uc1r e ermmo freudiano J;enlJ(!r{u11&. En su artículo "Respuesta a comentario de J. Hyppolite L..]" Lacan lo había traducic;io como retranchement, término que a su vez fue volcado al castellano como cercenamiento. . ,.. •·
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de la neurosis", en Cuadernos Si.g mund Freud N1' 15, Escuela Freudiana de Buenos Aires. La autora no se r~igna a erradicar lisa y llanamente la cuestión borderline amparindose en la cntica certera que en el campo del psicoanfüsis Jacaniano se ha hecho de los impasses posfreudianos sobre el tema luego de la delimitación estructural entre neurosis y psicosis introduáda por Lacan. Por lo demás, no concordamos con la· tesis sostenida en el artículo en el sentido de repartir los fenómenos borderline "del lado de la neurosis" y "del lado de la psicosis"; nos parece mejor discutit acerca de la estructura de dichos fenómenos evitando que aparezcan en disyunción el fenómeno y la estructura. De tal manera diremos que, por ejemplo, las alucinaciones de la confusión alucinatoria comportan la suspensión de la neurosis, no siendo en consecuenáa alucinaciones en la neurosis. Considerar a estos fenómenos como borde(R)s de la neurosis es como homologar el lugar estructural que en el sueño tiene su ombligo (hasta se podría decir que ocupa el lugar de causa), con los impedimentos que hacen ineficaz. la producción onírica como articuladora del deseo inconsciente.
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¿Debemos suponer que la nueva traducción es simplemente una mejora que tira por la borda a la vieja traducción~,o en cambio, se tratará de una sustitución metafórica que se abre a un nuevo .efecto . de sentido? Los responsables de, la traducción al castellano del.Séminario -fn.parecen no sólo haber optado por la primera opción, sino además acordado con la idea de' que el término forclusión forzosamente remitiría en Lacan a la psicosis. En una nota al pie, aclaratoria respecto al significante forclustón que Lacan acababa de proponer, el traductor transcribe no sólo las dos acepciones que clásicamente aquél tiene en francés, sino también una nueva y tercera encontrada en el Petit Robert Cl 978): "Forclusion: Pstcoanáltsis: Mecanismo que está en el origen de los estados psicóticos". La ausencia de todo comentario acerca de esta frase no dejó de incidir en la lectura que se hizo del seminario, al producir una suerte de excluyente relación entre Verwerjungforclustón y la psicosis. Ni los textos freudianos ni los lacanianos autorizan semejante coagulación. 1.L,Verwerjung_~!:1-<2!- fue _!:!_tilizada gor Freud para definir el mecanismo proe io de la psicosis; Eºr otra 12arte, la e_romoción de la Verweifung en la obra de 'Laéai'.i se produce eñ el contexto del esfuerzO por"ñ'aceriu¿pr a sus lres registrosy la articulación ~~~ .. No cabe duda que a esta altura el registro de lo simbólico con . servaba para Lacan un estatuto prevalente respecto a l.os \ otros dos. l_,a Verwerjung vien<;_ a_2~r_21enta de una multipli<:,t g_ad de fenómenos clínicos gue guardan entre sí profundas dife~ cias per? ue soñ" puestos en serie' m""erced a la ideade' ~ >< en todos ellos al una articulación necesaria a estructura de · \ lo simbólico como tal, o a la re d on entre tós treS registros no se I b a f?radÜ;gdo o Qa quedado fffiié:nl!!!,a, ecltpsadq, La Verwer- : Jy,ng nombra entonces, una suerte aeciegradación de lo simbóli- ' co ue ara la psicosis se es ecificad como forclusion del sig- · nificante ~er-ea re, (luego significante del Nomore el Padre). Lacan maugura la serie en el primer año de su seminario con la discusión de la célebre alucinación del dedo cortado del no menos famoso paciente de Freud, el Hombre de los Lobos. Le
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agrega el acting out, el fenómeno del déja vu, y el olvido del significante Signorelli relatado por Freud en su Psicopatología dr. la vi
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ria y .en la neurosis obsesiva radica en que mientras que en estas. d_?s últimas se producía _un divorcio entre la representació~ y el . lrecrc, CO:'! desttno5 particulares para cada ur,o de ellos pc:ro haciendo en ambos falso enlace, en la confusión alucinatoria se trata del rechazo ( Verwe1fung) táíiü> de la representación7o~o del afecto. El yo, escribe Fr~d, se comporta "como sila repre-sentación nunca hubiera co~arecido"6, y por lo tanto, 11oltlt<mE.f[iml5osiblé el falso enlace o, en_t~rminos lac:inlanos, cu:ilqulc.:r articulación sigolfi&ente.., Si bien Freud no especifica teóricamente qué Lipo de representaciones son las que desencadenan el rechazo, los tres ejemplos gue cit'!, nos permi~ n !f@._r!_r la Verwer/y,1!:8 a la..f!!!P.9stbt: lidad del trabajo~ lo7 : la madre q ue enferm!.3 raíz de la pérdida de su rujo l mece un leño en sus brazos; la novia des ai:g_da que desde años espera ataviada a s~ rometidot o la joveñ g_ye esperando infructuosamente la Bes ada del amado, escucna ~.u voz en el jardín. -Freud nos pone sobre la pista del .obieto perdjdo y de la im.E~~~idad ~ ~ . d i c h a pérdida. La ause11g a _R9..f~ cnazo, de una representacis>E-,.CW..t _dé por e:rdido ;!l__gbj~~ -P~ duce un desasimiento parcial o total de lo que Freud llama la
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6. Freud S., "Las neutopsicosis de defensa", en O. C. Tomo III, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979.
/7) A lo largo de su obra Freud no deja de m~pcionar, aún en contextos diversos, 4. En su primer seminario Lacan ubica la emergencia de la transferencia "en el momento en que el sujeto no encuentra ya salida", cuando se produce "un advenimiento inconcluso de la palabra", en un punto "de menor densidad de relación de la palabra•. 5. "(...) en el origen, pa.ra que la represión sea posible, es preciso que ~ista 1m más allá de la represión, algo 1í!Jimo, y:i constüuído primítiwmente, un prime,· nódukJ de lo reprimido, que no sólo no se reconoce, sino que, por no formularse, literalmente es como si n.o existiese; sigo aquí a Freud. Sin embargo; en cierto sentido, se halla en alguna parte puesto que -Freud nos lo dice constantemente- es el cen~ tro de atracción que atrae hacia sí todas las represiones ulteriores. Diré que es la esencia misma del descubrimiento freudiano." (Lacan J., El Seminario, Los escritos técnlcos de Freud, Cap. IV, Paidós -El subrayado es nuestro-).
\Y Ja confusión alucinatoria ligada a una ~rdida rechazada... En el "Manus-· siem.12re .... ____..._.,,,_4, ~ ....-,-.,~crito H" ubica a la amencia alucinatoria aguaa cómo una de las "aberraciones patológicas de estados afectivos psíquicos normales", siendo en este caso del duelo. En _"Los dos principios del suceder psíquico" (1911) tematiza "ciertos casos de psicosil¡ alucinatoria en los que debe ser desmentido el acontecimiento que provocó la insanía". En el "Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños "(1917) la amentia no es sino "la reacción frente a una pérdida que la realidad asevera pero que debe ser desmentida (Ver/eugnung) por el yo como algo insoportable". En "Duelo y melancolía" (1917) la llamada allí psicosis alucinatoria de deseo es consecuencia de la renuencia extrema a la descatectización del objeto perdido. En ''Neu. rosis y psicosis" (1924) escribe que la ruptura con el mundo e>..'terior propia de la amentia de Meynert se debe a "una grave frustración (denegación) de un deseo por parte de la realidad, una frustración que pareció insoportable".
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alidad objetiva: el !ido no por la fantasía sino orla / '\ alucinación. enómeno alucinatorio consistirá en "rea zar a uella re resentación ue estuvo amenazada' or la ocasiOn a raíz de la cual so6revino la.enfermeda:d"B . Es este. rea zam1ento . . 9e la representac1on an~11Ja_ ~_smfrontación con la falta de objeto lo que hace 9ue estas alucinacionesJ a diferencia del planteo freudiano ara la aranoia, seañ amistosas ara el o . Recordar el trabato que Freuéi ace en su artículo "La negación~ nos permitir,á avanzar en una distinción que se vuelve necesaria en la clínica. Sostenemos que la exclusiQn..12or g.arte de Lacan del contexto eñ el q11e.. Freyd intrgd~s;s la ~ /Jlllg~ to es, la pa~ología del duelo.1 lo lle_ya a homoj,.Qga¿ !a•.Ve1w~[ung a la Ausstossung, el rechazo a la expulsión. Proponemos reserv~r la utilización de la Ausstossung sólo para la falta inaugural del objeto. La expulsión del objeto no depende de otros avatares más que de la acción misma del significante. Es otra manera de plantear la mortificación de la cosa por :.:s el significante. Aguí no ha};'. alternativa eosible¡ no e29ría ha~ . .,;~~/ Be;ahu:ng d~l objeto, no hay manera de anular aguello gue es , i nherente a la estructu.r~ misma de -lo simbólico. La afirmación (Bejahung)__ de lo si-mbóltco es correlativa tanto de 7.a consh'llíciorl_ a'é lo real ·cotrió'lugar por la expulsión del objeto~ como de la inscrl~ de /gmáfcaqúe de[élla éiuseñcia ob/ etal. Pef:9-l~ tossung nada dice todavía de la 'emergencia del sujeto del inconsciente. y QOr ~o~ gu_i$!nte, de su posición en relaci6n a la huella de la pérdida originaria. Aquí s í se nos nresenta una alter: nativa: o hay Bejahuns. o,.hay Verwer(µ ng de la marc~ ~ ~2!"ª la exQiilsión del objeto en la estruct4ra 1_en~ ndiendo g_oJ ~ ~tfung de la ma.!$ª~.1:~º 012.eratividad como fiuelfi borr~ da, la ime9~8ilidad de 11acer ll!afil es,a mars::a como stx,1 I¿ lectura de la marca será condición del duelo por el objeto, condiciqn, leída retroactivamente, de la constitución de la fantasía, la cual se constitufrá en el primer tiempo del duelo, el de coordinación entre el objeto (a) y el (-q>); pero al mismo tiempo,
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la fantasía vela la disyunción estructural a lo simbólico entr.e el . , , (a) y su vestidura, el (-q>). El anoticiamiento por el sujeto de esta disyunción es llamada por Lacan castractón a lá altura del semi- ,- .nado..:sobre El acto y, siendo la operación propia del flnal de análisis, realiza el segundo tiempo lógico del duelo, el atravesamiento fantasmático. Este anoticiamiento ubica al deseo a secas ya no deseo de falo sino causado por un objeto radicalment~ perdido (y dado por perdido) en la estructura . El análisis, con su motor, el deseo. del analista, no es entonces sino un movimiento qu! opera_ t~~or~~ Ta."'::~tura ]Ciñtasrñáuéa de"G" ~ riela abierta _Qor la AUS§tossung del objeto en una aavertida cí<¿_a t,yz S el mencion~ a _undo ~ mpo l ógi<:Q_ oel. a uelo)_q~ _us:>~ otra gue el o..~~.rrue,2to_d!:!_ suteto del d..es~ Todo -el abanico de las faltas de objeto en lo simbólico, en lo ~ inario y en lo real, remiten en la neurosis ' ltima.instancia a esa Bf!.J.E.!2Y:11g e a marca que nombra la Ausstossuy <:bjeto~_?e produc~ y_es el"Jaso ¼ los...,b~12!.Qs _g_rad~ por Freud en _!U texto ~e!,24,_ u~ esarticulacíón -ausencia
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9. lbid. El subrayado es nuestro. 8. lbid nota (6).
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Í( cual recae~ 12,ermite suponer la, posibilidad c{e.J:¡ue,,,esta exc{7J_(¡I sión no sea de una vez ara siem re. Nos será útil aquí recor-
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aar ..a !!lanera er1 que L~ca:1 se re,.ie:-e a! ~cting cut. e! que si
bien no es sino una de las modalidades del retorno en 1~ real de lo que fue rechazado en lo simbólico,·al mismo tiempo constituye un llamado al Otro. El analista, en el lugar del Otro, tendrá la posibilidad de intervenir de manera tal que tenga inscripción significante aquello que no fue oído. Hasta que Laca·n introduce su se undo significante ara nombrar un f uera de lo simbólico, la \(etwef'. ung daba cuenta tanto ele lo ~ aparecía irremediablemente fuera (por ejemplo,' erpnmer nód,t;lo de lo re rlmido que atraerá hacia sí todas las repres iones u teriores como de fenómenos como el acting out. Situaciones de hecho y _de de;-e cho eran entonces ordenadas por é1 ~ffiismo SignifÍGaRte-
Luego de intt,:9_ducir la f9J:.f.lt{.Sion a partir de extraerla del derecho con su ace ción de "vencimiento de una facultad o derecho no e·ercido en los lazos rescriptos" comenzó a tomar orrna una divisoria de agua~ respecto a lo que nom ra amos como situaciones de hecho y de derecho. En el se~ ario ,IV volverá.,,: l~. Verweifun~ 12,ara ubicar un~ suerte de no eféctivizació~ la castración en ,w.,ani!O 12or una "carencia del lad6clelc:astraoor". El pesimismo de Lacan sobre el futuro de jua~ ebe con~ ae untuarse con ·la no ut1hzat iún del término Jorclusión iñ troaucido un año antes. ·" - Es a la altura cfesu q'üiñtO seiiüñario que -Laéan formaliza en unescrito su éonceptualizació n de 1a psicÓs~ Aili no sólo merla ona a 1-:tftffi:tusión del Nombre del Padre Como fundando una estructura subjetiva, · sino que además, cuando ubica los cuatro términos del esquem~ Lambda, escribe que uno de esos ténninos, el sujeto en su realidad, está Jorcluído (J01·close) en el sistema. Pero en el seminario del año siguiente, el dedicado al deseo y_ su interp,,a;:tarjQJJ..,1ª Verwer[unB,,vuelve a ª E!!.ecer, esta vez en relación a la patología del duelo. En sus clases sobre Han;il~, ~acan opone en Ünarelacióñinversa al duelo y a la Verwer ung. Ejemplifica con la tragedia el príncipe de Dinamarca las conse-
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c,uencias gue se desencadenan cuando el trabajo d,tl_duelo..,n.\:l · puede llevarse a ca5o. Aún cuando el menor du 1 .12,one en . cuestlOn aGl~r~m,i- .,;ia_ni ica,.'!e t f.:l,ido a la iusufic:ienci:! ral de sus elementos para hacer frente al aw ero creado s;n la existencia, la gráctlca ritual -o sea el rito del ~ nificante- evita la, infinitización de la herida lnstnfando allrtin monumento-cicatriz gue la cierra. L~ cviación de los ritu:tlcs fóncbres, a !9s_que. se refiere Hamlet cuando se queja de quc las sobrns de comida de los funerales han servido aún cal ientes paro los festt:jos de la boda de la madre con el tío, debe entenderse como In ~crnclón .9.ue le cierra el paso a la labor del duelo. f'erwe1:Jí,1,ng-dal thwLO entonces, güe- contlüce ar retorno en lor eal del ghost, del f~ tasma del padre. ,. Una vez puestos a rodar ambos significantes en la obra de Lacan, sed pertinente pues dar cuenta de la lógica que subyacC:_ cada vez a la utilización de uno u otro. Por nuestra parte nos arece conveniente reservar la Verwetfülig ~reudiana para un eriazo erorden"oé fo COYl¡!rlfiiral Csisenos permite este calificativo), es decir, mientras subsista al una osibilidad estructural de inscripción o articu ación simbólica· uti izar a ore usi6n ara nom rar un rechazo constituyente, sin posibilidad ala u~ de apelación. El campo e o ore us1vo a su vez e e dividirse e n dos series: una de ellas referida a la e.5tructura del Otro como tal, por fuera de la posición subjetiva (incluímos en esta serie a la forclus~ujeto del campo del Orr_o, y de los significantes dé La mujer d relación sexual); y la otra, añciada específiéamente en la posición del sujeto respecto al campo del Otro (forclusión del Nombre del Padre en la psicosis). ti: ~ :S i
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La metáfora paterna no es la formalb:ación del Edipo La recurrencia de artículos en el campo lacaniano que intentan producir un diagnóstico diferencial respecto al estatuto de psicótico o neurótico del Hombre de los Lobos da cuenta de ciertos problemas en cuanto a la distinción y articulación entre la metáfora
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paterna, el complejo de Edipo y el complejo de castración. Se puede leer entre los autores lacanianos que la metáfora paterna no es sino la formalización lacaniana del Edipo freudiano. La reducción de la metáfora_paterva .a! f;dipQ formaHzª.do impide el despliegue de una cantidad de funciones interiores al complejo que no se deducen de la fórmula tal cual Lacan la escribió, pero que tienen por condición necesaria la instalación de la metáfora. Si bien.se Qyede afirmar que no hay Edipo sin la instalación dela ~ fora_paterna, también es cierto que ~ basta con lQ r--,gue esta operación produce .eara que el complejo "de Edip~ ~ nce su desarrollo y_geclináción. Afirmamo,,s entonces g ~ . _ ilJ,O desborda los términos de.la_~táfora paterria. -La sustituc.!9.!l en el _Qtro del significante de la Madr~ por ~ significante del Nomb.i:e-del Padte abre la posibilidad (pero tosólo eso) de una relación -que se demostrará luego como una relación de no relación- entre el Deseo de la Madre y el des~o potencial del sujeto a advenir. De la qpe.mgón de~ if!!.OS aos consecuencias: a) !:!:!_Y Padre para la Mad.r,e. El Nombre del Padre, en tanto lector, hace entrar en "razones" al Otro maternal, racionaliza lo que sólo desde la legalidad que se instaura puede ser llamado retrospectivamente como capricho del Otro. La "domesticación" del deseo materno por el Nombre del Padreiñslali"""al falo como un palo de piedra en lasfauces del cocoorilo materno -=iérminos que Lacan utiliza en su seminario a e El Reverso del psicoanálisis- evitando que devore al sujeto. El deseo del Otro es puesto en forma bajo la ley fálica aún cuando no se pueda afirmar que haya_todavía Un padre para el sujeto. _b) Hay un lugar para el adven~'!}iglto del SJ:fie.!2,_~ inconciente. La legalización del aeseo del Otro ubic<1¡;- en el horizonte de ioda significación al falo, abriéndose un higar en eL ~l :§ieto se podrá alojar. Diremos más_correctamente_gue el ~jeto se producirá en ese alojamiento ficcional.
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davía no dice nada de los efj!ctivos avatares subjetivos de esta re~ lación de no relad.ón. Lacan no deja de señalar que la identifica-· cióñclel sujeto al falo mater~ no -es automática. Es necesarioU!J · ~: t[empp de comP._rendefiO a garurdel_cu& p~rá o no producirs~ ~ la identificación fálica, identificación al deseo del Oti:o qu_e Freud, en Psicolog'ii de las masas y análisis del yo, llama identificación del tercer tipo. En su texto "De una cuestión p~(lli:.. minar [. ..]" Lacan se pregunta en relación a su esquema I si no hay ot~a posibilidad de explicar la hiancia abierta en lo imaginario ( o) más que a partir del "llamado vano hecho en lo simbólico a la metáfora paterna" (Po)ll _Parece indicar allí q~e podría_; ; haber elisión del falo sin que esta Verwerfu'!!~ de~ dw a ', forclusión del Nomoread Paare e'ñ lo simbólico.._ . · Tal vez el caso Dick.. de Melanie Klein deba investi arse en] estalíne~ la de cierta_E:!;Jp;ns~(Verwerfun el ttempo d!J. co1!Jl!render, q_ueJ!eva a la imposibilidad de concluir en la ideo;;_ tificación al falo matero~ i~ ~nción de M. Klein _earece h~ber permitido final~e_que "eLniño com~noiera", que s~ alojara en la "estación_materna"12, _en el deseo el Ott._o. Esta 11-
Pero la producción. metáfoi:a. paterna mediante, de l_a p,.9sibj; lidad de poner en relación los campos del Otro y _d el sujeto to-
10. "Este significado de las idas y venidas de la madre, es el falo. El niño, con más o menos astucia, con más o menos suerte, puede llegar muy pronto a hacerse falo, una vez que ba comprendido". (Lacan J., Seminario Las formaciones del lnconciente, clase VII del 15/ 1/ 58, ínédito. -El subrayado es nuestro-) 11. "Ese otro abismo, ¿se formó por el simple efecto en lo imagínario del llamado vano hecho en lo simbólico a la metáfora paterna? ,o tendremos que concebirlo corno producido en un segundo grado por la elisión del falo,. que el sujeto remiúría para resolverla a la hiancia mortífera del estadio del espejo?" (Lacan J., "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", en Escrltos·z, pág. 256, Siglo XXI editores, Méjico, 1980 -el subrayado es nuestro-). 12. "Melanie Klein le devuelve lo siguiente: La estación es mamá, Dick entrar en mamá. A partir de ese momento todo se desencadena. Ella sólo hará este tipo de cosas, ninguna otra. Rápidamente el niño progresa. Es un hecho. ¿Qué ha hecho Melanie Klein? Tan sólo aportar la verbaliz;.tción. Ha simbolizado una relación efectiva: la de tm ser, nombrado, con otro ser. Ha encbapado la simbolización del mito edípico, para llamarlo por su nombre". (Lacan J., El Seminario, Los escritos técnicos de Freud, Cap. VII, "La tópica de lo imagínario", Paidós, Barcelona, 1981 -el subrayado es nuestro-). ·
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nea de trabajo evitaría que rápidamente se calificara de psicóticos a estos niños poco comprensivos. Tamnoco es automática la-....... utilización arte del su¡·eto del --:-:o:- ¡;.- -.,_,~ - --·'!"'-.;.;.;_..,_...:~ ........ .. _______ "'O!" .... ~ ◄ ........ , _ si nificante del , ~ ombr~,~L~ !e aún cuando éste haya sicro..afirma o en e Otro 13. .......__ ___ ~ -·- - ~Esta óo"" automátic:idad evita aplastar · la metáfora paterna al Edipo. Es en los seminarios IV y V que Lacan conceptualiza la apropiación o el re_c hazo por el sujeto de todo lo que hace a la ~dialéctica fálica mediante las operaciones que nombra' como privación, frustración y castración. Se tratará del pasaje del hay_ Padre {?ara. la Madre al ha_:t, Un {!_qdre priJE..ilsTJ,ielo, siendo ~aqa ..lJ!.lª de estas operaciones una modalidad específica de articulación entr~ los tres registros. ¡; ~
.........
¿Hay Un Padre para el sujeto?
· ación de la m ue posibilitará Un l!fl re 12,ara el S1;-líeyz. Del é de esta operad na salida favorable del Edipo, en términos freudianos la constitu13. "No basta contar con ei Nombre del Padre, hay que servirse de él". (Lacan J., Seminario Las formaciones del lnconciente, clase VI del 8/1/58, inédito.) ~ En el seminario sobre Las relaciones de objeto y las estructuras freudianas (clase del 15/5/57), Lacan parece hacer depender lógicamente a la privación de la madre por el padre de una. suerte de "privación fundamental" o "privación suprema" que no es sino la .acción misma de lo imposible que marca el deseo materno. Será entonces en relación a este lugar de imposibilidad radical de colmar el deseo materno que el padre se constituirá en el agente del relanzamiento de un nuevo engaño necesario: "Este nivel, es aquél del padre que priva a alguien de lo que al fin de cuentas no tiene, es decir lo priva de algo que no tiene existencia más que en tanto ustedes lo hacen surgir a la existencia en tanto que símbolo" (Seminario Las formaciones del lnconciente, clase VIII del 22/1/58, inédito). La puesta en acto de la hiancia estructural al deseo materno servirá entonces de gozne que posibilitará el pasaje del falo materno imaginario al falo simbólico, aquel que el padre introduce en lo real de la madre como torsión de la primitiva simbolización de la ausencia del Otro maternal (fort - da).
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ción del ideal paterno. Es en la privación que Lacan centrará toda la clave del Edipo. §sta Ju1ictón re~padre -<;? _esl<;, ca~ ~ --ite in1aginaric,.i. . QYes ~~~!l tant~ omnipo'feñte ue ejerce esa función- como ri. ~ or de la madre,, si 61en se ero uce en e campo del Otro, . ,S..QUQ1ueve indirectámente la identificación f*Hsa del niño, ¡::,ermitiendo que tome lugar otra o eración, esta vez de efectos i diatos en e cam o e su·eto a e tración. As, como la privación a ectárá la dialéctica del ser -el 'to be or not to be' el falola castración instalará la dialéctica del tener vía la negativización del falo. Es aquí donde la amenaza de castración freudiana tomará su lugar puesto que no es sino el padre como agente real el que aparece encausando dicha negativización. Es en este sentido que debemos entender el planteo freudiano respecw a- la'verwerfung ele la castracion en el Hombre de los Lobos. El rehusamiento dela posición fío"'rnosexúal, et ;echac1e ra- reatfcía'ct'gfnita[ió:es~~ª.s~~v'~ €gliñrga1CieJa. ,s imboliza~iQU .•d.e l pepe e ~ .A.-J2Pr, eJ.R.a,il¡,e,,_,4'~ ¡,JJJJ.t¿,í,¡¡.g.ción del alo15 rechazada en lo simbólico retornará en lo real como la alucinacion erraúca de e o c~ 'l•'lo u;;"; :econoci d; hace irrup~ión en la corÍCieñcia bajo lalorma"'de lo visto"J6 . '·~-~.. distinció_n S.!lli.~-1~~~ ... ~ rna_y ~\ de &as:. ~~S2.!,;,<;ebid~,_S~~~- Q~gtiyg~i62 ,2" !1~<:!..~~~ darle un lugarala afirmación de Lacan de que: "el sujeto rio es ~6sO'futo' s icóTICo . s"ólo i : ~íon'.""t"."J En ese momento de u infancia na a ermite c asiticarlo o~ i' 9,uiz_ofrénic9 };:,,,.sin embJ!Bº • S!,.trata en e ecto de un fenómeno de psicosis"I7. ·
zo
cf)J:192-
P.~r_:
15. "Esa falta, ese signo 'menos' por el que se halla marcada la función fálica en el hombre, que hace que para él su ligazón con el objeto deba pasar por la negativización del falo por medio del complejo de castración, esa necesidad que es el estatuto del -t en el centro del deseo del hombre [. ..)". (Lacan J.. Seminario La angustia, clase del 20/ 3/63, inédito.) · 16. Lacan J.. El Seminario, Los escritos técnlcos de Freud, pág. 97, Paidós, Barcelona, 1981. 17. !bid.
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)-. .. ¿Es que entonces le su~onemos a la alucinación' del dedo. cort"a-ª.o un sujeto neurótico?_I:5eñingu222 ,.Tanera, guesto que A~~ en tarl}o neurótico q'!;.e el f_!!jef2 q{!!_c!!!:E,. Así_c;:oll}~ groponía-~ ., ¡· mosl siguiena o a Preua, que la confusión alucinatoria) m,plicaba Ü"na suspensión de la neurosis, también diremos lo mismo res'ectQ al sujeto de la alucinación éielaedo corraaé5". -. La neurosis supone para Freuci lá instaiació~.ls.Qmgkjo_g_e castración, su a rritutacíón sintomática. La alucinación de los cinco años da cuenta ·ustamente de la no producción de dicha articulación. Entonces, sólo e manera unprec1sa po namos llamar !:!_euró tico al sujeto e~det'áesfñictllra'e- ra menc1onadaaIUcinaqón, Por otra parte, que eisuféi'oha y1rtbmaCl'o"p'lfsiCiori"en relación al deseo del Otro evita homologar la estructura de esta alucinación con la de una alucinación psicótica, dado que en esta última -a diferencia de la del dedo cortado- se trata del retorno en lo real de lo que en lo simbólico no tuvo lugar: la fun-
no
ctón nombre propto vebicultzada por el padre como padre del nombre. Que Lacan .afirme que se trata en..~.L!!,.o mbr$!_deJQ!Ut9:.. bos de un fenómeno psicótíéc>'su- o ne simplemente consider.ar dicha alucmac10 uno mas e los e ectos de cual uier de~ dacióñ"aelo síiñDoll~ ~es'e:füíél§ TajÜ · ' n .el~acting_q~I paciente de Kriss sería -µn fenómeno psicótico. - -"Res~~ ó.:a:Jl:rntza
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08:-i Aún cuando Lacan, al retomar la discusjón del caso Juanlto en el-seminario 1v;' no liga explícitamente la Verwerfung a la privación sino al Edipo, nos parece pertinente proponer .dicha ligazón conceptual en función de la lógica subyacente al comentario por parte de Lacan del historial freudiano.
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primitiva de pura amenaza de devoración total por la madre, no evitará que "toda la situación sea resuelta por una identificación al deseo materno; él tendrá niños de sus sueños, de su espíritu,·C...J estructurados al modp del Jalo materno, .del que finalmente va a hacer el objeto de su ·propio deseo"t9. Luego de calificar a Juanito mismo de objeto fetiche, Lacan agrega: "nada en la observación nos permite pensar en ningún momento que ella se resuelve de otra manera que por esta dominación del falo materno, en tanto Juanito toma su lugar, se identifica, lo domina"20_ Podríamos entonces afirmar que a la Verwerfung de la jJ_riva-
cióñeñel campo del o 'iroñurtéfho corresponde una Verwerfung, rje la castració~"j_': !l ca_mpo del s1:te~cf.~, La· s;ild; ~i Edi~ñ9 será la típica 'descrmta por Freud a partir de la constitución del ideal del yo eaterno, sino un atípico desenlace por identificación al icleal materno~ Si bien JÜaÓito podrá conservar ciertos atribuTc:>s~oé la masculinidad; no podrá convertirse para La can más que en un perfecto caballero. En el Hombre de los Lobos, es la privación materna efectivamente producida la que lo deja, por identificación a la posición de la madre en la escena primordial, en el momento crucial de no poder "aceptar la realidad genital sin la amenaza, desde ese momento inevitable para él, de la castración"22. Que para Freud 19. Lacan J., Seminario Las relaciones de objeto y las estructu~ freudianas, clase del 3n/ 57, inédito. 20. Ibid. No nos parece exagerado afirmar que así como en el seminario sobre Las psicosis Lacan ubica en e l fundamento la forclusión del significante ser-padre, ei:i los dos seminarios siguientes es la perversión -Lacan consideraba allí como perversión sobre todo al fetichismo y al trasvestismo- la ubicada en relación a la Venlkrjung ... de la privación materna (cfr. nota (18)). La sentencia freudiana,l que compara a neurosis y perversión -"la neurosis es el negativo de la perversión"- recibe así otra luz: en la neurosis se tratará de la instalación de la negativización del,falo, tanto en el campo del Otro como en el del sujeto, mientras que en la perversión la permanencia de la identificación fálica brindará las caracterís- __ .ticas de positividad que la metáfora fotográfica utilizada por Freud sugiere. 22. Lacan J., "Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud", en llscritos 2, pág. 147, Siglo XXI editores, Méjico, 1980.
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el eje de la situación sea el Edipo invertido, da cuenta de que ha operado la privación, la que para Lacan produce el desplazamient0 de l~ m~dre al padre: el padre se hace prefeíir a la r1iddre. Es en ese punto que el sujeto rechaza la castración, instalándose de esta manera en una "brava y buena pe·q ueña posición pasivizada en el plano inconciente" 23. La Vetwerfung emerge desde el campo del sujeto. En cambio, en Juanito, la VetWerjung de la castración se producé para Lacan tanto por la carencia del lado del castrador ("ese padre que se obstina en no querer castrarlo"24) como por la no efectivización por el padre imaginario de la privación materna, lo, cual impide que el Edipo invertido entre a tallar. El acento está puesto por Lacan aquí en un rechazo que proviene del campo del Otro.
(a). Si la metáfora paterna se escribe i!:.t , la metáfora del Padre se escribirá El d<::Seo del ¡¡_naii~la se ~opcmará de esta barradura
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La Verwerfung del deseo del analista
De la metáfora paterna a la metaforización del Padre
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El Nombre del Padre, en tanto lectoc,_deL deseo de..la...Madre, ----.:... se constituirá en una -.. especie de _arqµ ite_cto g ue tiende delante del ·sujetó la carretera P:.iñci~~1::_e, 12~r~ e! L.ef._an de los.,prl!P<:;..!QS semi!l_a~io~,. lo 2r~ ntará ~~¡>_~cto~,.al_q.<;se.9~..,_Q~l _Q tJ:Q. Esta orientación no es sino la neurosis misma, la instalaciónae- la creencia en la I2Qsibiiidad- de e ncontrar l a' significacióñ dél di.seo del Oti:,C?_X ~ 59nsecuencia qel S Ü~.!Q.,,,..~•..12~.rtir de la puesta en forma del materna del objeto (a) en el seminario de La angustia, el Nombre d el ~Pad re será ·en'"'iá"leoria el ;-~;;;¡;ed e esta s ree~ . t a plÜralizaci(m del Nombre del Padre pé rmitirá concebir el análisis en un más allá del Padre, operación que no será sino hacer del Padre ,su propia metáfora, producir su caída bajo la égida de lo que siempre había sido su fundamento, el objeto
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23. Lacan J., Seminario Las fonnaciones del lnconciente, Clase del 15/ 1/58, inédito. 24. Lacan J., Serrúnario Las relaciones de objeto y las estructuras freudlanas, Clase del 5/6/ 57, inédito.
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Es indudable la importancia de la consideración del tiempo · en -la constitución del sujeto. Unas líneas atrás recordábamos al pacientito de M. Klein con motivo de una cierta suspensión del tiempo de comprender en cuanto a su posición relativa al deseo] del Otro. Es Klein la que con su intervención, que de ninguna manera puede llamarse interpretacjón, permite volver a poner Á. en funcionamiento el tiempo
\W~reemos que ésla es una lectura retroactiva posible de lo que Lacan ha formulado respecto al superyó en su texto "Variantes de la cura tipo•: "[La identificación narcisista) deja al sujeto en una beatitud sin medida, más ofrecido que nunca a esa figura obscena y feroz que el analista llama su Superyó, y que hay que entender como el boquete abierto en lo imaginario por todo re.chazo (Verwerfung) de los mandamientos de la palabra". (p. 127). (El subrayado es nuestro).
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Si bien Lacan no ha utilizado la Verwerjung para nombrar toda suerte de degradación del deseo del analista, nos parece que cada vez que señala al analista como faltando a su lugar de falta, la inclusión de la Verwer/ung se vuelve apropiada. El hislorial del Hombre de los Lobos no sólo ha sido ocasión para el encuentro de Lacan con la Verwerfung freudiana; también le ha permitido poner en cuestión el lugar del analista y las consecuencias para el sujeto de su defección. Es con el Hombre de los Lobos que Freud inaugura lo que Ferenczi llamará luego· técnica activa mediante la implementación de una fijación anticipada del final de análisis. Destinada a conmover la "dócil apatía" de su paciente y la infmitización del análisis, ·Freud recurre a una medida que se revelará paradojal·mente contrapuesta con sus fines. Llamaremos Verwerjung de la singularidad del sujeto a los efectos de una técnica que no tome en cuenta la imposibilidad de prever cuál será el tiempo para comprender del sujeto. Tomarla en cuenta supone anticipar esta duración pero sólo como indefinida. Rechazarla aspira al sujeto al lugar de un objeto de goce que el Otro puede reintegrar; .la verdad subjetiva se desliza al campo del Otro enajenándose del sujeto. El Hombre de los Lobos pasa de esta manera a encarnar el caso ejemplar y con ello el psicoanálisis mismo se vuelve psiquiatría. La inversión de la función del pago mediante las colectas de los analistas completará el trayecto desubjetivante iniciado por la comunicación anticipada de la finalización dél análisis. Lacan responsabilizará a esta verdadera suspensión del deseo del analista -en tanto hay rechazo de la articulación necesaria entre el sujeto supuesto al saber y el objeto (a), rechazo de la docta ignorancia- comó la desencadenadora de la "psicosis" del Hombre de los Lob9s: "anula los tiempos para comprender en provecho de los momentos de concluir que precipitan la meditación del sujeto hacia el sentido que ha de decidirse del acontecimiento original"26 21. Cuando el sujeto se vió confrontado a una
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falta en lo imaginario (la visión de Freud operado en serie con la verruga en la cara de la madre) que lo arrojó al lugar de falta (S~) ) rechazada en lo simbólico por las intervenciones activas de Freud, el retorno en lo real se hizo patente. Por el contrario, la posición distinta de Ruth Me Brunswick permitió que la verdad pasara nuevamente al campo del sujeto coÓ la consiguiente disolución del delirio del dermatólogo. La Verwerjung del deseo del analista no sólo nombra una reunión de lo simbólico y lo real como en el caso comentado del Hombre de los Lobos. También la autentificación de lo imaginario por el analista, es decir, la confusión de los planos imaginario y real, es tematizada por Lacan como haciendo del análisis la antecámara de la locura. La aparición frecuente en los análisis conducidos según la teoría de las relaciones de objeto, de acttngs perversos, es la consecuencia constatada por La~an de la Verwerfung de las determinaciones simbólicas en las intervenciones del analista. Dos modalidades entonces de la suspensión del deseo del analista que producen dos modalidades de retomo en lo real: a la no articulación en el campo del Otro del sujeto supuesto al saber y el objeto (a) le corresponde lo que podemos llamar, parafraseando a Lacan, reacción paranou;a paradoja/; y .a la elisión de la relación del sujeto a su objeto en el fantasma, reacción peroersa paradoja/. · Mayo, 1993.
26. Lacan J., "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis", En Escritos 1, Siglo XXI editores, Méjico, 1980.
27. Mientras que en el Seminario I Lacan ubica el forzamiento de Freud como una maniobra que posibilitó la reconstrucción directa de la historia del sujeto, ei¡to es, que hizo accesible para el sujeto lo que había sido verwo,fen,_en_§U escrito "Función y campo L..)" es este mismo forzamiento lo que apare~--~usando el episodio paranoico.
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