Algo Del Otro Mundo

  • November 2019
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Tesoro: Ven a ver ¡ALGO DEL OTRO MUNDO! [volver al sumario]

¡Viaje a la quinta dimensión! ¡Para descubrir el mundo del espíritu! Hoy en día, muchos cristianos vinculados con la iglesia, pastores y profesores de la Biblia le tienen miedo al tema del mundo de los espíritus porque les da la impresión de que raya en el espiritualismo o espiritismo, y que hablar de apariciones de ángeles o de santos difuntos hace tiempo era muy semejante a referirse a "espíritus de adivinación", a evocar a los muertos y tratar con malos espíritus y diablos, lo cual la Palabra de Dios censura. Pero sólo por el hecho de que la Palabra de Dios censura el tener tratos con espíritus malignos, no significa que debamos cegarnos, desentendernos y sumirnos en completa ignorancia ante el maravilloso mundo espiritual de Dios, ¡en el que él mismo mora con Su Hijo Jesús, Su Espíritu Santo, y todos Sus ángeles y espíritus ministradores, y los innumerables millones de espíritus buenos de santos difuntos! ¡No hay razón por la que debamos quedar a oscuras en cuanto al maravilloso mundo del Espíritu de Dios, el único mundo verdadero que existe, el infinito y eterno, el reino espiritual, el plano celestial, la quinta dimensión, el mundo invisible del Espíritu, emocionante, apasionante, maravilloso, glorioso y fantástico! Con invisible quiero decir a los ojos naturales del hombre. (1Corintios 2:14) Hasta muchos científicos hoy en día parecen tener más fe en ello que algunos predicadores incrédulos de tendencia modernista, y hablan de la percepción extrasensorial, de las comunicaciones telepáticas, "déj`a vu", etc. ¡Los científicos ya no pueden seguir negando que todo eso existe; ha quedado demostrado por experiencias y experimentos, y se ha comprobado sin asomo de duda! La ciencia afirma que es perfectamente posible que exista otra dimensión, otro mundo, ¡que bien podría coexistir científicamente con el visible y que incluso está alrededor nuestro! En la actualidad, mucha gente, particularmente los jóvenes sedientos de estas cosas, están descubriendo que el mundo espiritual es una realidad, que Dios existe y el Diablo también. En su búsqueda de genuina espiritualidad y de verdadera religión, lo auténticamente sobrenatural y milagroso, se han entregado a las drogas, el misticismo arcaico y el mundo de los espíritus. ¡La razón por la que tanta gente tiene experiencias inverosímiles y a veces hasta aterradoras cuando toma LSD u otros alucinógenos, es porque en algunas ocasiones llegan a ver espíritus y demonios y a vislumbrar diversos planos del mundo de los espíritus! ¡Pero lo que hacen en realidad es jugar con fuego! ¡Penetrar en el mundo del Espíritu sin la protección del Señor es muy peligroso! A continuación, echemos un vistazo a algunos de los diversos habitantes del misterioso mundo invisible de los espíritus, partiendo del propio Dios: ¡Dios Todopoderoso! Jesús nos dijo que "Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24). Es todopoderoso, omnisciente -todo lo sabe-, y omnipresente -está en todas partes-. ¡Está en todo, alrededor de todo, en todas partes! Dice: "¡Los Cielos de los Cielos no me pueden contener! (1Reyes 8:27) ¡No está limitado a la Tierra, ni a nuestro sistema solar, ni a la Vía Láctea, ni al universo entero, cuanto menos a unos ridículos templitos edificados por los hombres, iglesias o "casas de Dios" como las llaman! ¡él lo es todo, está en todo, en cada cosa! ¡Excede completamente los límites de la mente humana y de nuestro entendimiento! La Biblia también menciona a Dios como el "Padre de los espíritus" en Hebreos 12:9, y como el "Dios de los espíritus" en Números 16:22 y 27:16. Por tanto, él es un Dios espiritual que mora y actúa en la esfera espiritual, y desde allí conduce sus labores inadvertidas, casi completamente invisibles. Por lo general, cuando pensamos en Dios, nos lo imaginamos personificado, porque la única forma sencilla que tiene la Biblia de presentar ese concepto o de describirnos cómo es, es referiéndose a él como si de una persona se tratara. De otro modo, no lo podríamos comprender de manera personal. Pero es evidente que no es cualquier persona, como nosotros. Es la Energía del Universo, la Fuerza del Amor, y por así decirlo, él es todo y está en todas partes. ¿Cómo vamos a poder comprender, visualizar o imaginar nosotros -meros mortales que al barro iremos a parar- el concepto de la Energía Eterna del Universo? ¿Cómo podemos concebir lo

que es el Amor? La única forma que tenemos de entender esos conceptos abstractos es visualizándolos de forma que estén personificados, representados o simbolizados. Por ese motivo la Biblia representa a Dios como una persona, como figura paternal y amorosa, de forma que nos resulte más fácil identificarnos con él. ¡él es la gran Energía Elemental y Luz Guía del universo que nos ha dado el ser a todos y, como benévolo Creador paternal que es, nos tiene deparado un destino favorable y la realización definitiva de todas nuestras aspiraciones de amor, vida, libertad y felicidad! La Biblia no sólo nos dice que "Dios es Espíritu", sino también que ¡"Dios es amor"! (1Juan 4:8), de donde deducimos que Dios es el Espíritu de Amor. ¿Y qué hizo Dios para demostrarnos Su amor? "¡De tal manera amó Dios al Mundo que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna!" (Juan 3:16) ¡El Hijo de Dios! Dios mandó a Su Hijo, Jesús, al mundo, como personificación Suya y para enseñarnos cómo es él; en cierto sentido, para enseñarnos quién es él y ponerlo a la altura de nuestra comprensión humana, de nuestra percepción, a fin de que llegáramos a entenderlo siquiera un poco. ¡Es decir, que Su misión fue "traducir" a Dios, traerlo desde la quinta dimensión hasta nuestro humilde plano físico, para que viéramos cómo es! ¡A Dios lo vemos en Su Hijo, en Jesús! Jesús dijo: "¡Yo y Mi Padre, uno somos!" (Juan 10:30) Antes de nacer y de vivir aquí en la tierra en un cuerpo humano de carne, él y el Padre gozaban juntos de una íntima comunión celestial, a la que tuvo que renunciar cuando estuvo aquí en la tierra. "¡En el principio era el Verbo (Jesús), y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios... y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros! (Juan 1:1,14) Dios es Espíritu, invisible a nuestros ojos naturales, mas Jesús, al venir a la tierra y hacerse hombre, se convirtió en "la imagen del Dios invisible. Porque en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Colosenses 1:15, 2:9). Jesús bajó hasta aquí, a nuestro modesto plano terrenal, para demostrarnos el Amor de Dios y para morir por nuestros pecados en la cruz. ¡Pero no abandonó los salones de Cielo para venir a quedarse aquí abajo para siempre! ¡Tampoco se quedó durmiendo en la tumba desde que lo crucificaron! ¡Ha resucitado! ¡Habiendo sido transformado durante Su resurrección, vive ahora para siempre en un glorioso y poderoso cuerpo inmortal! (Una descripción más detallada de éste se halla en Apocalipsis 1:13-18.) Ahora está sentado "a la diestra del trono de la Majestad de Dios en los Cielos" (Hebreos 8:1). (Véase también "¡El mejor amante de todos!", pág.21) ¡El Espíritu Santo! La tercera, y tal vez la más misteriosa de las personas de la Trinidad es el Espíritu Santo. Poco antes de dejar esta vida, Jesús dijo a Sus discípulos: "Os conviene que Yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros. ¡Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad!" (Juan 16:7,13) Por algún motivo, el sistema de comunicaciones de Dios requería la presencia personal de Jeús a la diestra de Dios en la Central del Cielo, el trono del Padre, el principal centro de difusión y procesamiento de datos, el núcleo vital de comunicaciones. Por alguna razón era necesaria allí la presencia personal de Cristo para dirigir las actividades y comunicarse con todos nosotros por igual -de manera equitativa y simultánea-, a través de Su poder, ¡el prodigioso poder y capacidad de comunicación de Su Espíritu Santo! ¡Jesús tuvo que dejar a Su reducido grupo de discípulos -a "los pocos"- para poder enviar Su Espíritu Santo a las multitudes -a "los muchos"- que a lo largo de las épocas le han recibido y han creído en él! ¡Tuvo que retirar el bienestar que un puñado de hombres sentía en Su presencia corporal para poder estar, en el poder y presencia de Su precioso Espíritu Santo, con todos nosotros, con las multitudes, con incontables millones de personas, mejor dicho, con cientos y hasta miles de millones de hijos Suyos nacidos de nuevo a lo largo de las épocas, algo que jamás hubiera podido hacer con Su presencia física y corporal! ¡Otro dato curioso que sorprende a mucha gente es el hecho de que la Biblia retrata al Espíritu Santo como personalidad femenina! ¡Lo describe como el consolador Espíritu de Amor, la figura maternal de la Trinidad! El primer capítulo del primer libro de la Biblia, Génesis 1, durante el relato de la Creación, dice: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. ¡Y creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó!" (Génesis 1:26,27) Es evidente que cuando Dios Padre dice en ese pasaje "hagamos al hombre a `Nuestra` imagen, conforme a `Nuestra` semejanza, está conversando con

alguien. Y seguidamente, para que veamos lo que quiere decir con "Nuestra" imagen y semejanza, dice: "¡Varón y hembra los creó!" ¡Es obvio, pues, que una de las personas de la Trinidad tiene que ser de sexo femenino! Ahora bien, sabiendo que Dios Padre y Jesús, el Hijo, son de sexo masculino, ¿quién podría ser entonces la persona de sexo femenino de la Trinidad? ¡El Espíritu Santo! Otro libro de la Biblia, los Proverbios, confirma claramente esta representación del Espíritu Santo como un ser de sexo femenino. En dicho libro se la llama "la Sabiduría": "¿No clama la Sabiduría, y da Su voz la Inteligencia? Da voces: `Oh hombres, a vosotros clamo; dirijo Mi voz a toda la humanidad. Oid, porque hablaré cosas excelentes, y abriré Mis labios para cosas rectas. ¡Porque Mi boca hablará Verdad! El Señor me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de Sus obras. ¡Desde el principio fui Yo establecida, desde los orígenes, antes que la Tierra fuese! Cuando él formaba los Cielos, allí estaba Yo, cuando establecía los fundamentos de la Tierra. ¡Con él estaba Yo ordenándolo todo, y era Su delicia de día en día, teniendo solaz con él todo el tiempo!" (Proverbios 8) Claro que, como en el caso del propio Dios, el Espíritu Santo es eso simplemente, Espíritu, cuya forma corporal no es más que una representación o visualización de sexo femenino en este caso, ya que es la Madre de la Trinidad, igual que a Dios se le representa como el Padre. Pero esto no quiere decir forzosamente que Dios tenga en realidad el aspecto que le dan la mayor parte de los pintores, el de un anciano caballero de larga melena y barbas blancas ni tampoco que el Espíritu Santo sea una mujer propiamente dicha. ¡Todo eso no es más que una forma de representarlos o visualizarlos; son ilustraciones, gracias a las cuales nuestras mentes humanas infantiles y finitas pueden personificar a nuestro Padre celestial y a Su precioso Espíritu de Amor, con el fin de comprenderlos un poco! ¡Pero en el sentido estricto de la palabra, en el sentido teológico, el único que es persona propiamente dicha, con un cuerpo real como el nuestro, es Jesús! (Véase "¡El Espíritu del Amor!" para mayor información sobre el tema, pág.281.) ¡Los ángeles! Aparte de Dios Padre, Su Hijo, Jesús, y el Espíritu Santo, existen una innumerable multitud de otros espíritus buenos que sirven al Señor y nos ayudan en la esfera espiritual. Refiriéndose a Sus Huestes Celestiales, Su Palabra nos pregunta: "¿No son todos ángeles, espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la Salvación?" (Hebreos 1:14) ¡Por supuesto que sí! La palabra "ángel" significa "mensajero", y a lo largo de las Escrituras se les representa como ministros que asisten y comunican mensajes celestiales a los hombres. Por lo general los ángeles son invisibles, pero se pueden materializar y aparecer con forma humana. ¡Muchas veces hasta deambulan entre nosotros sin que nos demos cuenta! (Génesis 19:1-2; Jueces 6:11-22, 13:2-21; Hebreos 13:2). ¡Los ángeles son seres espirituales poderosos e inmortales (Salmo 130:20; 2Pedro 2:11a) que se hallaban presentes durante la Creación (Job 38:4-7), y a quienes el Señor encargó que velaran por los hombres, que los protegieran (2Reyes 6:15-18) y que atendieran a los Hijos del Señor! ¡Gracias a Dios, por Sus ángeles que velan continuamente por nosotros y nos cuidan y protegen, incluido tu propio ángel de la guardia, cuya misión eres tú! "¡El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los defiende! Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. El Señor que hace a Sus ángeles espíritus, a Sus ministros flamas de fuego... espíritus ministradores" (Salmo 34:7; 91:11,12; 104:4; Hebreos 1:7,14). ¡Santos difuntos, espíritus santos! ¡En la Biblia se dieron muchos casos de mensajeros espirituales enviados para transmitir un mensaje a algún profeta de Dios, un hombre o mujer de Dios, que no eran ángeles, sino el espíritu de algún hombre de Dios ya difunto! ¡Un ejemplo de ello es cuando el profeta Samuel, que ya había muerto, se le apareció a Saúl para darle un mensaje de parte de Dios! (1Samuel 28:13-20) En el libro del Apocalipsis, cuando el apóstol Juan quedó asombrado ante los magníficos misterios divinos que un "espíritu ministrador" le estaba revelando, escribió: "Y cuando las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas. ¡Adora a Dios!" (Apocalipsis 22:8,9) ¡Este mensajero que Juan confundió con un "ángel", en realidad no era ángel, sino un profeta difunto, que se le apareció en un cuerpo espiritual, sobrenatural! Un par de santos difuntos llegaron a aparecérsele a Jesús y le sirvieron, ¡al propio Hijo de Dios!

Poco antes de Su crucifixión "Jesús subió al monte a orar. Y entretanto que oraba, la apariencia de Su rostro se hizo otra, y Su vestido blanco y resplandeciente. Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban con Jesús de Su muerte" (Lucas 9:28-33). Estos dos profetas de antaño, Moisés y Elías, ya habían salido de este mundo muchos siglos antes de aquel día. Sin embargo, ¡Dios los envió para aconsejar y cambiar impresiones con Su Hijo! ¡De modo que Dios puede valerse -y de hecho lo hace- de Sus siervos humanos que ya han pasado a la otra vida para que atiendan y ayuden a los que todavía estamos aquí! El Espíritu Santo emplea a estos espíritus santos, a estos santos difuntos , para dirigir y guiar a los hijos de Dios. De hecho, cuando recibimos el ungimiento o poder del Bautismo del Espíritu, yo creo que a cada uno se nos asigna uno o más de éstos espíritus. A la par del Espíritu de Dios, recibimos determinados espíritus buenos que poseen determinados dones; de ahí proceden "los dones del espíritu" que vienen descritos en 1Corintios 12:4-11. En otras palabras: Dios se sirve de estos espíritus como agentes Suyos, no sólo para comunicar mensajes, sino también para impartir los dones particulares que nos son concedidos a cada uno por el Espíritu Santo. Así resulta muy fácil entender cómo recibe una persona por ejemplo el don de lenguas que consiste en la habilidad de hablar con soltura un idioma que no se ha aprendido. Dios permite que otro espíritu -un santo ya fallecido- hable por intermedio de ti en otro idioma, la lengua natal de ese santo difunto en particular. A eso se refería Pablo cuando escribió: ¡"Hablo lenguas humanas y angélicas"! (1Corintios 13:1) ¡Es a estos santos difuntos a los que se refiere Pablo en Hebreos 12:1 como "una gran nube de testigos" que nos rodean aquí y ahora! "¡Tenemos en derredor nuestro tan grande nube de testigos!" ¡Así que gracias sean dadas a Dios por Su Espíritu y por todos Sus buenos espíritus que nos ayudan! Las Sagradas Escrituras dan a los hijos renacidos de Dios la bienvenida a este mundo nuevo y fenomenal, diciendo: "Os habéis acercado a la Ciudad del Dios vivo, Jerusalén la Celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto" (Hebreos 12:22-24). ¡Aleluya! ¡Satanás, el arcángel caído! Lamentablemente, el cuadro también tiene su lado oscuro, al que no nos gusta referirnos mucho, ya que cuando la gente habla de él tiende a glorificar al Enemigo. No obstante, la Palabra de Dios nos dice que no ignoremos las maquinaciones y maniobras del Diablo (2Corintios 2:11). ¡De nada sirve tratar de decir que no hay Diablo ni demonios y que no existe el mal, y simplemente cerrar los ojos ante la realidad!, sobre todo cuando el Libro de Dios, la Biblia, nos advierte explícitamente de tales fuerzas espirituales. Estas fuerzas espirituales maléficas están dirigidas por un arcángel caído, Satanás, al que la Biblia llama "Belzebú, príncipe de los demonios" (Mateo 12:24), y "dios de este mundo " (2Corintios 4:4). (Véase también Lucas 4:5-7.) El libro de San Judas habla de sus fuerzas demoniacas y los llama "ángeles que no guardaron su estado original en los Cielos, sino que abandonaron su propia morada" (Judas 6). Antes de convertirse en el Diablo, Satanás era Lucifer, el Portador de la Luz, ¡el arcángel más poderoso de todos! ¡Era el brazo derecho de Dios! ¡Regía el Universo, era el segundo en importancia después de Dios! Pero no quedó satisfecho con eso; ¡quería ser la Luz! ¡Quería ser Dios! ¡Y movido por su orgullo se rebeló contra Dios y lo perdió todo! ¡Quería ser Dios! No fue obligado a caer; ¡lo prefirió, movido por su codicia de poder! Puedes leer el relato de su caída en Isaías 14:12-15 y Ezequiel 28:13-17. Es evidente que la mayoría de las fuerzas angelicales se opusieron a esta rebelión, porque cuando sea arrojado definitivamente del Cielo al principio de la Gran Tribulación (Mateo 24:21; Apocalipsis 12:4), ¡sólo se llevará a un tercio de dichas fuerzas! De modo que él y sus demonios constituyen solamente una minoría, ¡gracias a Dios! A diferencia de Dios, de Cristo o del Espíritu Santo, el Diablo no es omnipresente; ¡su esfera de actividades es limitada. No es más que una de las creaciones de Dios y está limitado a estar en un solo sitio en un momento dado. Así, pues, tiene que realizar la mayoría de sus asuntos internacionales por medio de sus demonios, los ángeles caídos, y a través de éstos -los diversos príncipes satánicos-, logra controlar buena parte del mundo. (Véase Daniel 10; Lucas 4:5-7.)

él y sus malignas fuerzas espirituales están empeñados en detener, dificultar o entorpecer la voluntad de Dios y Su obra de ganar almas para Su Reino de Luz. Por lo tanto, nosotros y todos los cristianos activos estamos enfrascados en guerra perpetua contra Satanás y sus sucios demonios. "No tenemos lucha contra sangre y carne, ¡sino contra autoridades, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra espíritus maléficos en las regiones celestes!" (Efesios 6:12) Ahora bien, nosotros no tenemos nada que temer de Satanás y todas sus fuerzas, puesto que ya fue derrotado por Cristo en la cruz (1Juan 3:8), ¡y gracias al nombre de Jesús tenemos toda autoridad y poder sobre él! Jesús nos dijo: "He aquí os doy potestad (poder) de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del Enemigo, y nada os dañará" (Lucas 10:19). (Véase también "¡Cómo combatir al Diablo!" página 174.) ¡Apariciones, fantasmas y demonios familiares lang=ES-TRAD style='font-size: 12.0pt;'>! Igual que los espíritus buenos de los santos de Dios ya fallecidos Le siguen sirviendo en el mundo de los espíritus, también hay miles de millones de personas que mueren sin la Salvación del Señor. Tal como explicamos en la clase "El Cielo, el Infierno, y entremedio" (Véase página 783), ¡esa gente no se va derecha al Infierno cuando muere, sino que espera su juicio final en el "hades", o estado espectral, el mundo invisible de los espíritus! Hay algunos que -a causa de las malas obras que cometieron y de las vidas perversas que llevaron- sufren el castigo de tener que quedarse en el lugar de su muerte, o en la casa donde vivían. A lo largo de los siglos, incontables personas han afirmado haber tenido encuentros con fantasmas en casas encantadas. No todos estos fantasmas son forzosamente malos -aunque algunos sin lugar a dudas sí lo son-, sino que simplemente les está prohibido abandonar el lugar al que están confinados; esa es su pena. Sin embargo, ¡otros espíritus de seres humanos difuntos son decididamente malignos, personas que en esta vida se rebelaron contra Dios y sirvieron al Diablo, y que, tras su muerte, continúan sirviendo a Satanás y haciendo el mal! Por eso nos advierte la Biblia: "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios, ¡porque muchos (espíritus de) falsos profetas han salido por el mundo!" (1Juan 4:1-4) ¡Son "espíritus engañadores" o "demonios familiares", contra los cuales la Biblia nos advierte muy claramente! (1Timoteo 4:1; Hechos 16:16; Levítico 20:6,27; Deuteronomio 18:10-12) Si no confiesan libre y abiertamente que Jesucristo es el Hijo de Dios y que ha venido en carne, ¡repréndelos y no tengas nada que ver con ellos! Los cristianos que aman al Señor tampoco deben tener ninguna relación con la brujería, la hechicería, el ocultismo y las artes mágicas, ni deben participar en sesiones espiritistas, en "adivinaciones" del futuro, ni jugar con las llamadas tablas con signos, ni nada de eso. Todas esas cosas son medios por los que el Diablo se introduce, que -de no estar uno salvado-, pueden terminar en posesión demoniaca, o al menos pueden hacer que uno se vea "oprimido" o "atormentado" por un espíritu familiar impuro. ¡La hipnosis -procedimiento por el cual uno somete su voluntad y su espíritu al dominio de otra persona-, al igual que la llamada "meditación trascendental" -practica en la que abre uno la mente de par en par a influencias espirituales- son también muy peligrosas! Como hijos de Dios salvos que somos, debemos estar llenos del Espíritu Santo y sentirnos satisfechos con el Reino de Luz de Cristo, y "no dar lugar al Diablo", que es lo que se hace cuando se juguetea con cualquier influencia espiritual de origen dudoso, o cuando se siente curiosidad por ella (Efesios 4:27). Consejos y Audiencias Celestiales Está muy por encima de nuestra inteligencia el llegar a entender completamente la forma en que dirige Dios el Gobierno del Universo, pero sí sabemos que preside una especie de consejos en el Cielo, sesiones donde se da parte de lo que sucede, según Job 1:6, 1 Reyes 22:19-22 y otros pasajes, audiencias en las cuales Jesús mismo es llamado Consejero (Isaías 9:6; Romanos 8:34), y Satanás "el acusador de los Santos" (Apocalipsis 12:10; Job 1:9-11, 2:4-5). En estas audiencias, aparentemente Dios atiende casos y presentaciones, testigos, tanto del Fiscal como de la Defensa, y emite sus correspondientes juicios. No nos referimos meramente al Gran Juicio Final del mundo mencionado en Apocalipsis 20:11-12, sino a las audiencias que en estos momentos preside el Señor, en las que él juzga a los vivos tal como hizo en el caso de Job y otros más. Sabemos también que Dios convoca a Sus principales consejeros, espíritus y ángeles, para preguntarles su opinión y consejos sobre diversas situaciones. ¡Escucha sus distintos planes y

propuestas, y luego emite los juicios y decisiones finales! style='font-size:12.0pt'>(1 Reyes 22:1922; Job 1:6-12 etc.) Durante estas sesiones, cuando el Diablo nos acusa ante Dios, Dios es el Juez, Jesús el abogado defensor y el Diablo el Fiscal acusador, que constantemente le recuerda la ley al Juez. En realidad, ¡el Diablo es la criatura más legalista del Universo! ¡Exige que Dios corrija y castigue en el acto a cualquiera que infrinja la ley! El Diablo es defensor acérrimo de la justicia y la ley! Induce a la gente a hacer el mal, ¡y después viene delante del Trono de Dios y la condena por haberlo hecho! (Véase Apocalipsis 12:10; Zacarías 3:1; Job 1:9-12.) Pero Dios, pese a ser el Autor de las leyes y las reglas, ¡quiere concederte misericordia, perdón y Salvación! "Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo" (Salmos 103:13-14). Por eso envió a Jesús, para que supiera lo que es ser hombre y así poder comprendernos mejor, tener más misericordia de nosotros y ser nuestro Intercesor y Mediador. Jesús nos defiende, intercede por nosotros e implora misericordia a Dios (Hebreos 2:17- 18,4:14-16,7:25). "él está sentado a la diestra del Padre, defendiendo nuestra causa con solidaridad, empatía y comprensión. ¡Guerra en el espíritu! ¡Otro suceso impresionante que se desarrolla tras el velo de la Quinta Dimensión es una guerra de los mundos en toda su magnitud! ¡Una guerra entre el bien y el mal, Dios y el Diablo, la bondad y la maldad, ángeles y demonios; un conflicto constante entre los buenos espíritus del Cielo y los malos espíritus del Infierno, que contienden por nuestras almas y también por nuestros cuerpos! Como ya habíamos visto, a fin de facilitarnos nuestra labor por el Señor aquí en la tierra, tenemos a nuestra disposición, por si necesitamos que nos inspiren, fortalezcan o faculten, a multitudes de ayudantes celestiales, tanto a ángeles buenos de Dios como a espíritus de santos que ya han pasado a mejor vida con el Señor. También hemos estudiado que el Diablo y todos sus demonios procuran presentar oposición a la obra que llevamos a cabo por el Señor, impedir que la realicemos y obstruir nuestro camino. Naturalmente, los que hemos recibido a Jesús en nuestro corazón somos hijos de Dios salvados para la Eternidad, ¡y el Diablo jamás podrá reclamar ningún derecho sobre nosotros! ¡Somos del Señor para siempre! Pero lo que sí se esfuerza por impedir es que sirvamos al Señor y que llevemos a cabo Sus objetivos. ¡De modo que en la esfera espiritual se está librando un gran conflicto entre las fuerzas buenas de Dios que tratan de inspirarnos, facultarnos y ayudarnos a hacer las cosas como debe ser, y las fuerzas malignas de Satanás que pretenden tentarnos, obstaculizarnos e influir en nosotros para que hagamos cosas malas! ¡La batalla se centra en torno a nosotros! ¡Y el resultado de la misma depende por entero de nosotros, de nuestras decisiones y de los rumbos que tomemos! No lo deciden las fuerzas espirituales del Cielo ni las del infierno. ¡éstas se limitan a luchar o por nosotros o contra nosotros; nos ayudan o nos entorpecen! ¡Pero lo que libera una u otra fuerza es lo que hacemos nosotros, y cómo lo hacemos, y las decisiones que tomamos, según si obramos bien o mal! Jesús dijo: "¡De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el Cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el Cielo!" (Mateo 18:18) No dijo que lo que se desatara en el Cielo sería desatado en la tierra, y lo que se atara en el Cielo sería atado en la tierra. ¡Lo que hace el Cielo depende de nosotros y de nuestras acciones! ¡Es a nosotros a quienes Dios ha concedido poder para desatar las fuerzas del Cielo contra las fuerzas enemigas del infierno por medio de nuestras decisiones, elecciones, oraciones y acciones! ¡Lo que hacen esas fuerzas depende por entero de lo que hacemos nosotros! Si actuamos bien, tomamos decisiones acertadas y vamos por buen camino, ¡entonces tenemos poder nada menos que para invocar la asistencia de las fuerzas del Cielo y ordenarles que venzan y derroten a las fuerzas del mal! (Isaías 45:11) Por otra parte, si vamos por mal camino y escogemos y obramos mal, ¡entonces el Enemigo tiene poder para ganarnos a pesar de todo lo que quieran hacer por ayudarnos las fuerzas del Cielo! ¡Esas son las reglas del juego! En el capítulo 10 de Daniel, la Biblia nos a da una visión impresionante de lo ocurre inadvertidamente en el mundo de los espíritus. Cuenta que a uno de los "espíritus ministradores" o emisarios de Dios se le encargó que llevara un mensaje profético de vital importancia al profeta de Dios, Daniel; pero dicho emisario se vio retrasado por uno de los príncipes demoniacos de

Satanás, "el príncipe de Persia", que le opuso resistencia y luchó contra él. Mas debido a las fieles y persistentes oraciones de Daniel, las fuerzas del Cielo se inclinaron en su favor, y enviaron nada menos que al gran arcángel Miguel para derrotar al príncipe espiritual de Persia, que le impedía el paso a aquel espíritu ministrador. ¡Así, éste pudo llevar a Daniel el importante mensaje de Dios! (Véase Daniel 10.) ¡De modo que la lucha depende de nosotros, de nuestras oraciones y de lo dispuestos que estemos a "pelear la buena batalla de la fe"! (1Timoteo 6:12) Cuando obramos bien, vamos por buen camino, oramos y tomamos buenas decisiones, ¡entonces podemos emplear las armas espirituales que Dios nos ha dado para vencer y derrotar completamente al Enemigo! "¡Porque las armas de nuestra milicia no son físicas, sino poderosas en Dios para derribar y destruir fortalezas espirituales!" (2Corintios 10:4) Si nos mantenemos muy unidos a Jesús, oramos sin cesar, somos obedientes y nos esforzamos por agradarle y servirle, dice la Biblia que "¡el Dios de paz aplastará a Satanás bajo nuestros pies!" (Romanos 16:20) La Palabra de Dios nos asegura que "¡mayor es el que está en nosotros (Jesús) que el que está en el mundo (el Diablo)!" (1Juan 4:4) De modo que el insignificante poder de Satanás no debe inquietarnos ni asustarnos, ¡porque nos protege el poder del Espíritu Santo, que es mucho mayor que el del Enemigo! Si tenemos a Jesús y el Espíritu Santo, ¡estamos abrigados y amparados por la protección sobrenatural que nos brinda Dios, semejante a un campo de fuerza que nos rodea y que el Enemigo no puede traspasar! ¡Dios la compara con una "torre fuerte a la que correrá el justo a esconderse"! (Véase Salmos 91:1-4,9,10; Proverbios 18:10; Salmo 144:2.) De modo que si no te alejas de Jesús y estás lleno del Espíritu Santo de Dios, ¡no tienes nada que temer! ¡Sus poderosos ángeles y los santos difuntos velarán por ti, te guiarán y te transmitirán mensajes del Cielo! ¡Podrás estar continuamente en estrecho contacto con el Señor y disfrutar de todas las maravillosas experiencias que te ofrece el buen mundo espiritual de Dios! ¡Aleluya! Conclusión ¡La mayoría de la gente, según parece, cree que el reino espiritual de Dios es un sitio inverosímil llamado Cielo que se encuentra en algún lugar del espacio, al que únicamente llegas cuando mueres! Pero el mismísimo Jesús demostró que éste era un concepto erróneo cuando dijo: "¡El Reino de Dios está entre vosotros!" (Lucas 17:20-21) ¡Para entrar en él no hay que esperar a morirse! De hecho, si tienes a Jesús y estás lleno de Su Espíritu Santo, ¡ya ha entrado en tí! ¡Puedes experimentar ahora mismo todos sus emocionantes espectáculos, sonidos, visiones, voces, e incluso las sensaciones físicas que produce en el maravilloso Mundo de Su Espíritu, donde mora el propio Dios! En ese magnífico Reino, ¡todo es mucho más real, más bello y duradero que en el mundo que ves ahora con tus ojos físicos! "¡Pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas! Por tanto, ¡poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra! Porque cosas que ojo no vio y que oído no oyó, ni la mente ha concebido, ha preparado Dios para los que le aman. ¡Pero Dios nos las reveló a nosotros por Su Espíritu!" (2Corintios 4:18; Colosenses 3:2; 1Corintios 2:9-10.) ¡Las maravillas del prodigioso mundo de los espíritus están todas a tu disposición, y ahora mismo puedes experimentar personalmente sus emocionantes y extáticas alegrías, e incluso darte un viaje por ese mundo con la guía del propio Espíritu Santo de Jesús, al estilo de los profetas de la antiguedad! ¡Disfrútalo! ¡Experiméntalo! ¡Sé lleno del Espíritu! (Efesios 5:18) ¡Y entonces podrás hacer el viaje a salvo! ¿Quieres tú también venir a ver "algo del otro mundo"? ¡Pues entonces recibe enseguida a Jesús y Su Espíritu Santo! Basta con que reces esta sencilla oración: "Querido Jesús, creo que eres el Hijo de Dios y que moriste para salvarme. Te ruego que me perdones todos mis pecados, que entres en mi corazón y me des Tu regalo: la vida eterna. ¡Y lléname, por favor, de Tu Espíritu Santo, y ayúdame siempre a amarte y seguirte! Te lo pido en el nombre de Jesús, amén". (c) La Familia, 1999 [inicio] [volver al sumario] Suscríbete para recibir por correo

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