Al Tiempo

  • November 2019
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  • Words: 1,760
  • Pages: 7
AL TIEMPO Detén tu desatinada carrera Descansa tus alas de tanto volar Escucha, contesta mis sordos gritos Sostén mi alma que se arrodilla a rezar. No devores los miles de recuerdos Que agazapados esperan resurgir Devuelve alguna vez lo ya vivido para que mi alma tal vez pueda vivir. No arrojes hoy tus semillas de dolor Abandona por un momento tu hoz Siéntate a mirar mis humildes sueños Y déjame palpar tu cambiante voz. Vuelve tu mirada hacia mis pasos Que tus lágrimas laven mi tristeza Escucha, contesta mis sordos gritos Levanta mi alma que en la tierra reza. Senderos en los cuales no se cruzan tus harapos, los días Arboledas en las que no se respira vida Sólo las horas marcarán tus únicas desdichas, Sintiendo que tu amada, la espera, no aguarda al que desespera. Tus miserias son banderas que ni siquiera flamean Sucios andrajos de tu orgullo sin fronteras. Tus mentiras son jarros rotos y vacíos Indecentes paladines de una historia que ya no existe. Eres como una pluma que al viento se entrega Aún no tienes de Dios, el Tiempo, ni vuelves a un sitio Navegas solitario por tu mar nocturno Aferrado al timón del triste barco de lo absurdo. Demasiadas hojas Han caído del árbol Innumerables ramas Se han quebrado en un instante Y a pesar del dolor sufrido Nada se detiene, todo es como antes. Mares de Incertidumbre Hoy desbordados por la soledad Y en la orilla sólo un viejo bote Que anclado desde antaño busca serenidad. Somos frágiles almas emplumadas Que por creer tener alas El viento nos desnuda para que otros vean Que somos apenas burlescas carcajadas Somos endebles barcos acorazados Que por creer ser de acero La lluvia nos corroe y demuestra Que estamos irrisoriamente acobardados. Somos deteriorados castillos abandonados

Que por creer ser imponentes Tú nos derrumbas y atestiguas Que somos apenas nuestros inútiles reflejos amortajados. Somos solitarias islas olvidadas Que por creer ser paraísos Las nubes con su llanto nos recuerdan Que somos únicamente vasijas de barro inundadas. Qué extraño destino se teje ante el alma Qué sorprendente misterio yace en el refugio de tu mirada Qué inmenso y casi inalcanzable puente nos separa Qué insondable océano debo navegar para conseguir calma. Sólo la esperanza permanecerá Cuando las barcas del tiempo vuelvan a naufragar Cuando las olas desborden la copa del alba Y sólo el necio contando su nada quedará. Sólo el sueño despertará Cuando las aves del alma comiencen a volar Cuando la lluvia empape la toga del día Y sólo el presumido hablándose a sí mismo estará. Sólo la verdad renacerá Cuando las estrellas del amor vuelvan a brillar Cuando el viento sople las angustias de Dios Entonces sólo el que tenga amor entre las sombras verá. Retazos de viejos horizontes Amanecen en incontables recuerdos Repitiéndose incansables Dentro del alma, alcoba del tiempo. En el abismo que me separa de ti, Tiempo Yacen las lágrimas de lo que he vivido Y sólo el viento del pasado Trae la imagen futura De aquél que aún hoy con palabras mido. Escondites llenos de espejos Reflejando la eternidad Antiguos y tristes recuerdos Que hoy palpan la amarga verdad. Esclavo del día Con infinita conciencia Tu orgullo está erguido Cual mástil de un barco Que un naufragio ha vivido. Pirata de las horas Aunque sin armas y esperanzado Tu barco está varado Junto a la costa del olvido En el muelle del pasado. Trovador de los alados sueños Que en la vigilia comienzas sus vuelos Tu meta yace dentro de tu alma Cual camino en un bosque

Que sólo vive de Dios y se alimenta de calma. Estandartes de ti llevo conmigo Ondeando en la brisa cual alegre pañuelo Manchados de lágrimas que nunca brotaron Y que hoy se secan bajo el sol de tu hermano olvido. Anclas de sensaciones arroja mi alma Clavadas en el viento cual nube de tormenta Mirando fijamente sin descargar su llanto Me hablan con sus ojos prometiéndome calma. Inventé un día con un sueño Lo saqué a pasear Y te lo llevaste tú, Tiempo. Recién ayer me desperté, Mis manos atraparon un recuerdo Lo convertí en mi sueño, Lo escondí en las horas Que en el reloj saludan al Tiempo Pero justo hoy mis ojos lo vieron Cansado y muy viejo Navegando en otro cielo. Te percibo, te vislumbro, estás allí Pero mi alma no consigue llegar a ti Mis manos se escapan en el aire Mi voz se apaga, solitaria En el instante de nombrarte. Con los ojos de mi alma Distante, observo tu figura Con suspiros navegantes Desembarco en la costa de tus huellas Y me arrebatan de ti esos piratas, Los oscuros pensamientos errantes. Como en un cuento de hadas De algún modo estamos juntos Cuando estamos separados Aunque no distantes, Cuando finaliza el viaje del día Y bajo la capa oscura, la noche, Comienzo un naufragio que sólo tú sabes hacia dónde. Mendrugos de ti, Trozos de horas Echadas al viento. Harapos de lágrimas Derramadas que van al cielo. Manojos de sensaciones ocultadas a la desdichada alma Que desde tu padre, el ayer, siento. Casi todo lo que vi Casi todo lo que tengo Aparece en andrajos por ti Escapándose de las manos Que atrapan tus hijos,

mis guardados recuerdos. Y sintiendo una espantosa incertidumbre Mi alma corre pero no sabe adonde. Si te encontrara Allá a lo lejos, en otro tiempo Te hablaría del vacío Que sólo llenas tú, Tiempo. Todo lo que soy De algún modo ya lo he sido Pues desde un recóndito y oscuro sitio Alguien me envió con la pesada carga De aquello que ayer he vivido. Todo lo que veo Creo ya haberlo visto Porque al mirar atrás y en mi interior Vislumbro pasadas eternidades Percibiendo que mi mañana ya ha existido. Pesadumbre que en el alma habita Cual tormenta estival a una ciudad agobia Incertidumbre que el espíritu porta Cual frágil barca que en el mar flota. Espera que eterniza tu alma, las horas, Esclavizando recuerdos hoy embarrados Perpetúan infiernos y paraísos Convirtiendo al eterno pensador en casquivano. Cicatrices tiene tu camino sin rumbo Piedras que obstaculizan tu nombre Miles de mares que atestiguan tus primos, los minutos Para luego al fin llegar a un incierto destino. Llevas en tu lomo carrozas de sensaciones Las conduces por tu calle llamada vida Dejas que tu bisabuela, la eternidad Se encargue de nuestros mejores recuerdos Que sólo son retazos de tu mirada actual. Semejante a una copa de cristal Tu paso fugaz se vuelve al final del camino Y aún así algunos osan desafiar tu esencia Esperando que los premies con tu sagrada benevolencia. Derrumbas todo vestigio de presencia Sólo con tu recorrido no dejas ni tu apariencia Y como un hechizo ajeno a ti, Tiempo, Llegando de otros momentos, quedan intactos algunos recuerdos. Mienten cuando dicen no tenerte, Mienten cuando dicen que les sobras, Pues todos al estar dentro de tus alas Somos llevados con tu misma medida Al lugar que tú escojas. Y es una farsa decir que te pierdo, Y es una burla proclamar

Que “hubo una vez un tiempo” Porque viví y hoy sigo viviendo A pesar de tus azotes, dentro de mi Tiempo. Tus pasos silenciosos No pueden ser perseguidos, No deben ser oídos Pues se deslizan sobre el aire Que pasa las hojas del libro de la vida no leído. Siempre habrá un ayer, Un hoy, un mañana, dentro de ti, Inagotable y místico Tiempo. Nos castigas, trayéndonos, Nos curas, llevándonos. Eres la antigua justicia Que juzga en la Corte de Dios Todas las palabras que te abarcan Todos los actos que de ti proceden Todos los pecados que en tu vivienda se cometen. Tus desprecios son cuchilladas En aquél que posee un alma Le clavas tus dagas En su carne ya lacerada Y le obligas con tu paso simplemente a olvidarlas. Tus caricias son bofetadas Duendes taciturnos de rostros llorosos Deambulando por tus pasillos Vociferando gritos sordos Y a nuestras palabras no le prestan oído. Tu mar está habitado Por seres sin fronteras Llevados en el buque De horas siempre inciertas Viviendo inútilmente en naufragios eviternos. Tu camino es amplio y largo Con encrucijadas misteriosas e inciertas. El trayecto es pedregoso, confuso y nebuloso Y con frecuencia se hace tedioso al caminarlo Y sólo aquél que no porte vanidad Llegará al final abriendo todas tus puertas. En tu viaje no hay tabernas ni hospedajes No hay espacios en donde resguardarse Sólo se vislumbran cientos de parajes Bosques, ciénagas, y miríadas de extrañas salidas. El viento es tu estandarte Flameando en ninguna parte Trayendo grises lamentos Llevando innominadas risas Manchadas con gotas de hastío Hasta tus islas, llamadas vidas. Haces navegar a tu tripulación

Pidiéndoles un vasto favor Que rindan cuentas de sus actos Para marcarnos con tu amargo sabor. Algunos sólo están en la vida para matarte Otros desesperan porque les escaseas Muchos sienten que te tienen En cantidades que les sobra Pero yo sólo te respeto Y te tengo por tu bella y rítmica forma. Tienes planes para cada cosa Tienes designios para cada cual Y en lo más profundo de tu abismo Yacen las esperanzas cansadas de gritar. Como cascadas las horas Se dejan caer desde tu otro yo, el infinito Limitando pensamientos, caricias y momentos. Tus paisajes son humanas lisonjas sombrías, Carruseles de triviales desatinos Vacíos de aquellos monstruos del alma, Los lúgubres y constantes recuerdos. Giras y giras sin saberlo No das tregua a los relojes inquietos Sólo nos miras sin observar lo que te hacemos. Llevas en tu vientre a todos los mediocres Portas en tu mano el anillo Del caballero más noble Que sólo pocos lo conocen de cerca, Aunque sepan que su nombre Tiene cuatro letras En Latín, Español, e Inglés Proclamándose ser tu hermano, Y empuñando sólo una flor Se hace llamar simplemente Amor. En tu invierno de hojas raídas Acunas y meces nuestras miserias Que se amontonan en triste harapos Silbando una desdichada balada. Das y quitas antiguos trofeos Con tus manos aladas En el umbral del momento, Esparciendo tu constante escarcha Para que todos lo atestigüen Con sus congeladas miradas. Sólo te pido que me mires Sólo te pido que no me arrojes Desde tu acantilado Vida Hacia tu mar llamado Olvido, Abandona tus más feroces penas Que puedas guardar como un tesoro Para que alberguen y cobijen

A mi veleidosa y humilde alma serena. Vuelve tu mirada hacia mis pasos Que tus lágrimas laven mi tristeza Escucha, contesta mis sordos gritos Levanta mi alma que en la tierra reza.

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