Carta abierta para la comunidad unediana Con esta nota quiero dar respuesta a dos preguntas que se me han formulado durante el actual proceso electoral. Como de costumbre, me esfuerzo por ofrecerles a todos ustedes una respuesta honesta y comprometida, que apela tanto a la inteligencia como a la sensibilidad de la comunidad unediana. ¿Por qué decidí postularme a la Rectoría de la UNED? ¿Qué significado tendría para mí recibir, por parte de la comunidad institucional, el honor de ocupar esa alta posición? Primero debo indicar que mi postulación no responde a una vanidad personal, ni a ansias de poder y figuración, sino a un compromiso genuino con nuestra Universidad; con su historia y trayectoria, jalonada de tantas hermosas realizaciones, y también con el desafío del futuro, que la UNED debe saber enfrentar con sabiduría e inteligencia, con profundo compromiso social y sensibilidad humana y ambiental, y también con incansable espíritu de innovación y libertad creadora. Ser Rectora es, para mí, en lo esencial, estar al servicio de nuestra querida Universidad. Conlleva una responsabilidad especial –la más alta responsabilidad institucional- y, entonces, implica una exigencia igualmente especial. Esa exigencia la resumo en lo siguiente: humildad; disposición al diálogo; respeto; confianza; vocación de servicio. 1) Humildad para entender que, en efecto, seré una servidora, dispuesta, por lo tanto, a trabajar con dedicación y ahínco y consciente de que ésta es una posición que concede poder de decisión en la misma proporción en que exige mucho respeto hacia todas las personas; mucha apertura hacia todas las posiciones e ideas; y una voluntad inclaudicable para trabajar en equipo, sin excluir a nadie, independientemente de que esa persona haya votado por mí o no y al margen de que sus opiniones sean coincidentes con las mías o no. 2) Disposición al diálogo, es decir, mucha capacidad de escucha; atención y respeto hacia todas las ideas y propuestas, a fin de aprovechar al máximo y potenciar plenamente lo mejor de cada funcionario y funcionaria y de cada estudiante. Por ello he asumido compromisos claros y bien especificados en materia de libertad de expresión y apertura al debate académico de altura, como también he planteado un programa explícito de descentralización en los procesos de toma de decisiones, mediante lo cual promover al máximo la participación activa de la gente, incluyendo, en lugar destacado, a los centros universitarios. Todo ello de conformidad con la idea principal dentro de mi propuesta, la cual está centrada en la persona y en el desarrollo de su talento. He ratificado mi voluntad de diálogo y escucha al poner por escrito, de forma explícita, un compromiso claro en relación con la forma como elegiré mis vicerrectores o vicerrectoras. De esa manera he procurado dar una respuesta –honesta y transparente- al clamor de nuestra comunidad, que, con toda justicia, exige tener certeza en relación con el equipo que me acompañará como Rectora.
3) Respeto, estoy convencida de que la dignidad de las personas es una base indispensable a partir de la cual trabajar, construir, innovar, crear. Es respetar las ideas y posiciones de cada quien, sin importar si coinciden con las mías o no. Es respetar también la manera de ser y forma de vivir de cada persona, mujer u hombre y cualquiera sea el color de su piel, religión, opinión política, usos culturales, orientación sexual, edad o posición dentro de la institución. He aquí el sello distinto de mi propuesta rectorial, centrada en la persona, en el fortalecimiento de su talento y el realce de su dignidad. 4) Confianza, la cual se construye a partir del respeto mutuo. Es la confianza de parte mía, en mi papel como Rectora, en relación con el personal académico y administrativo de la Universidad y los y las estudiantes. Confianza en su capacidad y talento; en su dedicación, su honestidad y compromiso; en su madurez y su amor por esta institución. Pero también es mi compromiso de trabajo arduo para así merecer la confianza de ustedes, en función de lo cual he de ser fiel a los compromisos de respeto, humildad y disposición al diálogo que aquí planteo. Solo con base en mucha confianza podremos trabajar y hacer realidad la UNED que soñamos: abierta al debate académico y la reflexión; firme en sus compromisos de democratización de la educación; descentralizada en su funcionamiento; orientada a la innovación y la creatividad. 5) Vocación de servicio, la Rectora, como servidora de la UNED en la posición que mayor responsabilidad social e institucional comporta, es, antes que nadie, la persona que debe dar el ejemplo para lograr que nuestra institución crezca y se proyecte al siglo XXI teniendo en la dignidad de las personas –estudiantes, funcionarios y funcionarias- la base fundamental de su trabajo. Mi dedicación a la UNED como profesora o miembro del Consejo Universitario, a lo largo de más de treinta años; mi interés apasionado por todos los asuntos relacionados con la Universidad, su personal y sus estudiantes; la firmeza de mis convicciones, las cuales defiendo con absoluta honestidad y valentía, de frente y sin dobleces, pero con respeto para quienes opinan de modo diferente; y mi compromiso y lealtad con los principios que caracterizan a la UNED, son la mejor garantía de mi entrega total a nuestra querida institución, a sus funcionarios y funcionarias y a sus estudiantes. Afectuosamente Marlene Víquez Salazar Candidata a Rectora UNED
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