Mundo Judío - 03/07/2008
La serpiente de bronce: ¿un objeto mágico o un símbolo religioso? Las Escrituras fueron interpretadas de distintas maneras por los piadosos, volcando en ellas sus anhelos, sueños y creencias. Y mientras los creyentes sigan encontando inspiración en los antiguos escritos, ellos no habrán de perder nunca su vitalidad hasta el final de los tiempos. La porción de la Torá de esta semana nos relata que en ocasión de estar rodeando la tierra de Edom en las proximidades del Golfo de Akaba, el pueblo de Israel se impacientó por el camino. Y como ya lo habían hecho en otras oportunidades (cf. Éxodo 14:11-12; 15:24; 16:2-3; 17:3; Números 11:1; 14:2-4; 20:2-4), los israelitas se quejaron ante Moisés: "¿Por qué nos habéis subido de Egipto para morir en el desierto? Pues no tenemos ni pan ni agua, y estamos cansados de ese manjar miserable'' (Números 21:5). Y fue en esa oportunidad, pues, que Dios decidió castigar al pueblo por su ingratitud manifiesta: "Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel. El pueblo fue a decirle a Moisés: Hemos pecado por haber hablado contra Yahveh y contra ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes. Moisés intercedió por el pueblo. Y dijo Yahveh a Moisés: Hazte un abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá. Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida'' (21:6-9. Cf. Deuteronomio 8:15). Esta historia presenta dos cuestiones particularmente intrigantes. La primera tiene que ver con la naturaleza de las "serpientes abrasadoras''. ¿Acaso eran estos animales naturales o seres mitológicos? Según el presente texto, las palabras "abrasador'' (en hebreo, saraf) y ``serpiente'' (en hebreo, najash) funcionan como sinónimos (cf. también Isaías 14:29). Y de acuerdo a su contenido, nada deja entrever que el animal sea otra cosa que una víbora o culebra muy venenosa. Sin embargo, en el relato sobre la vocación de Isaías el nombre saraf tiene otro sentido. De acuerdo a este texto, los serafines son seres alados con figura humana, provistos con seis alas (Isaías 6:2). Y de aquí la posibilidad, pues, que en el libro de Números las "serpientes abrasadoras'' hayan sido unas víboras mitológicas aladas, como las cobras aladas testimoniadas en el arte egipcio, o las serpientes con cuatro alas grabadas en sellos del siglo VIII a.e.c., descubiertos en Judea. La segunda cuestión se refiere al carácter del "abrasador'' colocado sobre el mástil. ¿Esta figura de bronce era un objeto mágico o una imagen cúltica? Según una lectura simple y llana del texto, la serpiente de bronce habría sido un objeto de carácter mágico, que por medio de una curación homeopática, habría tenido el "poder'' de curar a los mordidos por las "serpientes abrasadoras''. (Nota: Una curación "homeopática'' significa que la misma se produce por medio de aquello que ha producido la enfermedad). La arqueología ha revelado la existencia física de este objeto. Por ejemplo, figurinas independientes en forma de serpientes de bronce han sido halladas en el templo cananeo de Tel Mevoraj (en la zona de la costa) y en el templo midianita en Timna (en el sur de Israel, en la zona de la Aravá, no muy lejos del lugar del relato en Números); en otros casos, las serpientes aparecen en planchas de bronce en asociación con deidades (Jatzor, en la Alta Galilea). Según algunos estudiosos, esta serpiente de bronce habría sido un objeto de culto representando a una divinidad. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en la historia del rey Ezequías, rey de Judea (716-687), cuando en protesta contra las prácticas paganas de Israel, "quitó los altos, derribó las estelas, cortó los cipos y rompió la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los israelitas le habían quemado incienso hasta aquellos días; se la llamaba Nejushtán'' (2 Reyes 18:4). (Nota: El nombre Nejushtán alude a la materia del objeto [nejoshet = ``cobre''], y a su figura de serpiente [en hebreo, najash].) Según se desprende del texto, esta serpiente de bronce, ubicada en el Templo de Jerusalén, habría estado asociada con Yahveh y adorada por los fieles como un dios responsable de la curación (como el caso del dios griego Esculapio, asociado con el símbolo de la serpiente). (Nota: El carácter terapéutico de la serpiente en el mundo antiguo se asocia a otro significado de este animal: el simbolismo de la vida y de la fertilidad.) Ya en la antigüedad el relato de la serpiente de bronce generó no pocas polémicas entre los piadosos. Como lo refleja esta antigua tradición rabínica presente en la Mishná (siglo II e.c.): "Pero ¿hace morir una serpiente o hace vivir? Más bien (es para enseñarte) que cuando Israel dirigía su mente hacia lo alto y sometía su corazón a su padre que está en los cielos era curado y cuando no se desvanecía.'' (Tratado Año Nuevo III, 8;
La Misná. Edición preparada por Carlos del Valle [Madrid: Editora Nacional, 1981] p. 379). En otras palabras, los sabios de Israel desecharon toda posibilidad de explicar mágicamente el pasaje, interpretando el mismo en términos monoteístas, a saber: no la serpiente de bronce tenía el poder para curar, sino le fe del israelita en Dios. De aquí, entonces, que los rabinos interpretaron este objeto como un objeto religioso destinado a promover la piedad. Otra estrategia de exégesis la encontramos ya en el filósofo judío Filón de Alejandría (ca. 20 a.e.c. - ca. 50 e.c.), quien interpretó alegóricamente la serpiente de bronce como el símbolo de la templanza (opuesta a la serpiente del paraíso, símbolo del placer): "Todo aquel, pues, a quien una serpiente hubiere mordido, si mirare a aquélla, vivirá'' (Números 21:8.) Y es muy cierto esto, porque, si la inteligencia mordida por el placer, es decir, por la serpiente de Eva, tuviere la fuerza suficiente para mirar espiritualmente la belleza de la templanza, vale decir, de la serpiente de Moisés, y a través de ella a Dios mismo, vivirá. No ha menester otra cosa sino ver y reflexionar.'' (Interpretación alegórica II, 79. XX; en: Obras completas de Filón de Alejandría I [Buenos Aires: Acervo Cultural, 1975] págs. 182-183). Una tercer interpretación del texto bíblico la hallamos en la literatura cristiana antigua. En el Evangelio de Juan, la serpiente de bronce es asociada con Jesús y la crucifixión. Según está escrito: "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna'' (3:14-16). De acuerdo a esta interpretación, entonces, al igual que el israelita en el desierto debía mirar a la serpiente para salvarse, de la misma manera el creyente debía "mirar'' a Cristo en la cruz, o en términos cristianos, creer que Jesús es el Hijo único para obtener vida eterna. (Nota: Compárese esta exégesis joánica del texto con la interpretación presente en una antigua traducción jerosolimitana al arameo [llamada, Targum Pseudo-Jonathán] del pasaje en Números: "...sucederá que todo el que haya sido mordido por una serpiente y la mire [a la serpiente de bronce], vivirá si dirige su corazón al nombre de la memrá [en arameo, "palabra''] de YHWH...'' [citado por M. Pérez Fernández, Los capítulos de Rabbi Eliezer [Valencia, 1984] p. 375, nota 8]. Según esta interpretación, entonces, la Palabra de Dios es la que cura). Esta misma línea interpretativa fue adoptada por el apologeta cristiano Justino Mártir (siglo II), quien entendió la historia de la serpiente de bronce como una prefiguración tipológica del Cristo: "Y es que, como ya he dicho, con esto anunciaba Dios un misterio, por el que había de destruir el poder de la serpiente, que fue autora de la transgresión de Adán; y a la vez, la salvación para quienes creen en el que por este signo era figurado, es decir, en Aquel que había de ser crucificado y los había de librar de las mordeduras de la serpiente, que son las malas acciones, las idolatrías y las demás iniquidades. Porque si no se entiende así, dadme vosotros razón por qué Moisés puso como signo la serpiente de bronce y mandó que a ella miraran los mordidos y éstos se curaban. Y eso después que él mismo había mandado no fabricar imagen de nadie absolutamente'' (Diálogo con Trifón 94:2-3; en: D. Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos [s. II] [segunda edición; Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1979] p. 470). De acuerdo a esta exégesis cristológica, entonces, Justino Mártir vio en la historia bíblica un anuncio figurado-simbólico de la acción salvífica de Jesús, quien por su intermedio el creyente fue liberado del pecado original. Cualquiera haya sido el significado original del relato bíblico, una cosa es indudablemente cierta. Al igual que un vaso puede ser llenado con líquidos diversos, las Escrituras fueron interpretadas de distintas maneras por los piadosos, volcando en ellas sus anhelos, sueños y creencias. Y mientras los creyentes sigan encontrando inspiración en los antiguos escritos, ellos no habrán de perder nunca su vitalidad hasta el final de los tiempos. ¡Shabat Shalom! Dr. Adolfo Roitman