Investigación orientada a la solución de problemas: relevancia y desafíos para países en desarrollo1 Carlos R. Abeledo En muchos países latinoamericanos existe un antiguo debate sobre los méritos relativos de la investigación básica y aplicada y sobre los motivos para la baja proporción de investigaciones orientadas a temas de relevancia socioeconómica. Algunos críticos señalan que, tradicionalmente, las agendas de investigación están sesgadas por los vínculos naturales que existen entre los científicos latinoamericanos y sus colegas de Europa y Estados Unidos. Los esfuerzos para promover una orientación de las investigaciones hacia temas de mayor relevancia social no han sido demasiado exitosos. Las políticas concebidas para priorizar y orientar investigaciones hacia temas de mayor relevancia sólo han logrado una redefinición cosmética de los títulos de las investigaciones que ya se realizaban, sin aportar contribuciones significativas a la solución o la comprensión de problemas socialmente relevantes. La Evaluación de los Programas de Ciencia y Tecnología que se realizó recientemente en el Banco Interamericano de Desarrollo encontró que los intentos para promover una vinculación entre las investigaciones que se desarrollan en universidades e institutos de investigación y las necesidades de la sociedad no habían tenido tanto éxito como se esperaba. En los programas evaluados, los mecanismos más satisfactorios fueron los que incluyen un enfoque cooperativo en su diseño. Los resultados de la evaluación indican que para lograr una mayor relevancia en las investigaciones financiadas con recursos públicos se necesitan políticas proactivas que promuevan la cooperación entre las instituciones de investigación y la sociedad de manera más sistemática y vigorosa.2 Las políticas públicas para promover la investigación científica en los países en desarrollo deberían incluir programas para impulsar “investigación orientada a problemas”, además de los instrumentos más tradicionales para financiar investigación básica. El equilibrio entre los recursos destinados a cada una de estas modalidades debería ser un tema de políticas que debería analizarse en el marco de cada contexto nacional. En general, los consejos de investigaciones y las universidades diseñan sus esquemas de organización según los patrones de disciplinas tradicionales. Asimismo, los procedimientos para asignar recursos para el financiamiento de proyectos y la promoción del personal científico están basado en criterios convencionales aplicados mediante procesos de evaluación por pares. Este es el procedimiento tradicional cuando 1
Publicado en “Universidad, Sociedad y Producción” (Juan Carlos. Pugliese, editor) pp. 27-31, Secretaría de Políticas Universitaria, Buenos Aires, 2004. Una versión preliminar de este artículo fue publicada como editorial en Interciencia 28, p. 565, 2003. 2 Ver Abeledo (2000).
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el propósito primordial es la promoción de la investigación según sus méritos científicos intrínsecos. Los procedimientos de evaluación por pares no son tan efectivos cuando el objetivo principal es la promoción de investigaciones que conduzcan a resultados socialmente relevantes. En algunos casos, los organismos de promoción científica seleccionan a priori temas o áreas prioritarias o tratan de favorecer proyectos que “prometen” resultados que eventualmente podrían “transferirse” para dar origen a aplicaciones relevantes. Sin embargo, estos métodos de selección de proyectos, no garantizan resultados de valor social y, por otra parte, pueden conducir a una priorización de proyectos de menor mérito científico.3 En una serie de influyentes trabajos publicados a mediados de la década de los noventa, Michael Gibbons y sus colaboradores, señalaron que, junto a las modalidades tradicionales de organización de la producción de conocimientos en el contexto de las distintas disciplinas, han aparecido nuevas modalidades de crear nuevos conocimientos “en el contexto de una aplicación”. Esta modalidad, que Gibbons ha bautizado como “Modalidad 2”, tiene atributos que la distinguen de la modalidad tradicional, o “Modalidad 1”. En la Modalidad 2 la investigación es multidisciplinaria y se lleva a cabo por equipos heterogéneos, de organización flexible y en el marco de una negociación continua con los destinatarios de los resultados de la investigación, que usualmente participan en la definición de los proyectos desde sus etapas iniciales.4 En América Latina podemos encontrar varios ejemplos interesantes de programas para fomentar nuevas formas de organización de la investigación según esquemas que tienen las características de la Modalidad 2 descripta por Gibbons. Entre otros, se pueden señalar los proyectos tipo PID y PICTOR financiados por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de Argentina, las Agendas de Investigación promovidas por el CONICIT de Venezuela, las Mesas Sectoriales de Investigación de Uruguay y los proyectos patrocinados por el FONDEF de Chile. Las Agendas de Investigación de patrocinadas por el CONICIT de Venezuela5 se organizan a partir de un consenso entre varias instituciones públicas y privadas que comparten el interés de resolver un problema. La “construcción” de la agenda involucra una negociación entre las partes interesadas para definir: los problemas y las posibles vías de solución, los arreglos institucionales para financiar investigaciones y las convocatorias para invitar la presentación de proyectos. Las agendas que se han creado incluyen problemas de áreas sociales o ambientales, así como de sectores productivos. Las Mesas Sectoriales de Uruguay se constituyeron en algunos sectores productivos en los cuales un grupo de empresas que comparten problemas comunes constituyeron consorcios formales o informales con instituciones de investigación parta definir un programa de trabajo. El primer ejemplo de este tipo de organización fue la “Mesa de la Cebada”, creada en 1992 para mejorar la calidad y la competitividad de la malta de cebada, un importante producto uruguayo de exportación.6 3
Ver Arocena y Sutz (2001)
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Ver Gibbons et al (1994) y Gibbons (1998, 1999, 2000). Ver Ávalos y Rengifo (2002). 6 Ver Abeledo (2003) 5
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El FONDEF es un fondo del CONICIT de Chile que financia proyectos que incluyen desde su concepción la participación de un socio (empresa, grupo de empresas, o institución social) interesado en la solución de un problema específico que contribuye al financiamiento del proyecto.7 Los proyectos promovidos según los tres ejemplos citados tienen muchas de las características de la Modalidad 2 de producción de conocimientos. Los proyectos de investigación se negocian “en el contexto de una aplicación”, la investigación es multidisciplinaria, la organización es heterogénea y los resultados se comunican y se difunden a las partes involucradas además por de las vías tradicionales de publicación. En los proyectos orientados a la resolución de problemas, el hecho de que el “conocimiento se produce en el contexto de una aplicación” no excluye necesariamente la posibilidad de que también se realicen investigaciones que originen avances en el conocimiento fundamental. En la mayoría de los ejemplos citados, las investigaciones han dado lugar a publicaciones en las revistas científicas tradicionales además de la comunicación de resultados a los interesados primarios que participaron en la concepción y financiamiento de los proyectos. Los esquemas de gestión que promueven la organización de investigaciones con las características de la Modalidad 2 tienen la virtud de crear las condiciones para un mejor aprovechamiento de los resultados y de generar mejores impactos socioeconómicos. Para promover investigaciones que tengan las características de la Modalidad 2 se necesita un mayor esfuerzo de gestión y organización por parte de las agencias de política y gestión de ciencia y tecnología. Los resultados, sin embargo, demuestran que este mayor esfuerzo organizativo conduce a una relación más fluida y provechosa entre las actividades de investigación y la sociedad que se beneficia por sus resultados. En la medida que la sociedad perciba que las investigaciones que se realizan tienen resultados que inciden en su desarrollo y bienestar, se afirmarán las bases para destinar mayores recursos públicos y privados para financiar actividades de investigación y desarrollo. Podremos entonces, comenzar a hablar de un “contrato social” entre Ciencia y Sociedad, hoy inexistente en la mayoría de los países latinoamericanos.
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Ver Mullin et al (2000) y Mullin (2001).
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Referencias Abeledo, C.R. (2000); Análisis del financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo para Ciencia y Tecnología, Taller de Innovación Tecnológica para el Desarrollo Económico de la Región, pp. 56-68 (CONACYT, México). Abeledo, C.R. (2003); Programas de Investigación Orientados a la Resolución de Problemas: el Caso de la Mesa de la Cebada de Uruguay (trabajo no publicado aún). Abeledo, C.R. (2003b); Investigación orientada a la solución de problemas: relevancia y desafíos para países en desarrollo, Interciencia 28, p 565 http://www.interciencia.org/v28_10/index.html Ávalos, I. y Rengifo (2001); Del Sector a las Redes: las Agendas de Investigación del Conicit Venezolano, en "Desafíos y tensiones actuales en Ciencia, Tecnología y Sociedad" (Andoni Ibarra y José A. López Cerezo eds.) pp. 275-289, Biblioteca Nueva de la OEI. Arocena, R y Sutz, J. (2001); Changing knowledge production and Latin American universities, Research Policy 30, pp 1221-34. Gibbons, M. (1998); Pertinencia de la educación superior en el Siglo XXI, Conferencia Mundial sobre la Educación Superior, (UNESCO, Paris) http://www1.worldbank.org/education/pub.asp#e7 ; http://wwwds.worldbank.org/servlet/WDS_IBank_Servlet?pcont=details&eid=000094946_9912220532351 Gibbons, M. (1999), Innovation and the Developing System of Knowledge Production, http://edie.cprost.sfu.ca/summer/papers/Michael.Gibbons.html Gibbons, M., Limoges, C., Nowotny, H., Schwartzman, S. Scott, P. y Trow, P. (1994); The New Production of Knowledge, Sage, Londres. Mullin, J., Adam, R., Halliwell, J. y Milligan, L. (2000); Science, Technology and Innovation in Chile, (IDRC, Ottawa). http://www.idrc.ca/books/focus/911/ Mullin, J, (2001). "Changing Patterns of Research Funding (1960-2000)", International Social Science Journal, Vol 168, pp 249-270, UNESCO, June 2001
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