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Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels, por y para fans. Si veis alguna otra traducción de esta saga no perteneciente al foro, por favor no la distribuías. Estamos a favor de las traducciones oficiales.
Staff Sentimos la tardanza en tener terminado este libro pero como “recompensa” por la espera os dejamos un fragmento de The Shadowhunter’s Codex. Esperamos que lo disfrutéis.
Moderadora: Katiliz94
Traducción: GideonL Katiliz94 Jess16 MiluHerondale
Corrección y Revisión: Katiliz94
Diseño:
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Garazi
Índice
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Sinopsis Nueva York, 1989. Nueva York, 1993. Códice de los Cazadores de Sombras Introducción The Course of True Love [and First Dates] (Las Crónicas de Bane #10) Sobre La Autora Agradecimientos
Sinopsis M
agnus conoce a Valentine en la batalla mientras el Círculo ataca a los Subterráneos de la ciudad de Nueva York.
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En el momento de la Sublevación, el Círculo de Valentine va tras los subterráneos de Nueva York... y los Cazadores de Sombras del Instituto deben decidir si unirse a él o luchar con Magnus y su generosidad. Esta es la primera vez que Magnus ve Jocelyn, Lucas y Stephen, pero no será la última. No pasa mucho tiempo antes de que Jocelyn lo busque...
Nueva York, 1989. E
Traducido por GideonL, katiliz94, Jess16, MiluHerondale
l hombre estaba demasiado cerca. Se encontraba de pie, junto al buzón de correos, a unos dos metros de Magnus y comía un descuidado perrito caliente de Gray's Papaya cubierto de chili. Cuando terminó, arrugó el envoltorio manchado de chili y lo lanzó al suelo en dirección a Magnus, tiró de un agujero de su chaqueta de mezclilla y le sostuvo la mirada. Parecía una de esas miradas que los animales lanzan ante la visión de su presa.
Estaba apoyado contra la pared exterior de la clínica West Village mucho después del atardecer. Eso era suficiente para sacar lo peor de algunas personas. La clínica trataba pacientes con enfermedades venéreas. La moderna plaga de la casa. En lugar de mostrar compasión, buen juicio o preocupación eran muchas las personas que miraban la clínica con odio y malestar. En cada siglo se creían tan cultos, y en cada siglo se tambaleaban por ahí, entre la oscuridad de la ignorancia y el miedo.
Jeroglífico egipcio que significa "vida", un símbolo muy utilizado en la iconografía de esta cultura. También se la denomina cruzansada 1
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Magnus estaba acostumbrado a cierta cantidad de atención. Su forma de vestir la atraía. Usaba unas Doc Martens plateadas, pantalones vaqueros rasgados artísticamente, tan grandes que solo un delgado y brillante cinturón plateado impedía que se cayeran, y una camiseta rosa tan grande que le dejaba al descubierto la clavícula y parte del pecho. La clase de ropa que hacía que las personas pensaran en la desnudez. Pequeños pendientes rodeaban una de sus orejas, culminando con uno más grande balanceándose en el lóbulo de su oreja, un pendiente con la forma de un gran gato plateado, con corona y una gran sonrisa. Un colgante con forma de ankh1 descansaba algo por encima de su corazón y se había cubierto los hombros con una chaqueta negra entallada, adornada con cuentas más para completar el atuendo que para protegerse del aire de la noche. El conjunto quedaba completo con una cresta en la que brillaba una franja de color rosa profundo.
—Bicho raro. —Espetó finalmente el hombre. Magnus le ignoró y continuó leyendo su libro, Siempre Es Algo de Gilda Radner, bajo la tenue luz fluorescente de la entrada de la clínica. Irritado por la falta de respuesta, el hombre comenzó a murmurar una serie de cosas en voz baja. Magnus no podía oír lo que estaba diciendo pero podía hacerse una idea. Insultos sobre la sexualidad percibida de Magnus, sin duda. —¿Por qué no sigues tu camino? —dijo Magnus, cambiando calmadamente de página—. Conozco un salón de belleza que abre toda la noche. Pueden arreglarte esa uniceja en un santiamén. No era algo correcto que decir, pero a veces esas cosas salían sin más. Podías soportar cierta cantidad de ignorancia ciega y estúpida sin molestarte un poco. —¿Qué dijiste? Dos policías pasaron justo en ese momento. Echaron un vistazo hacia Magnus y el extraño. Lanzaron una mirada de advertencia hacia el hombre y una de desagrado ligeramente escondido hacia Magnus. El gesto le dolió un poco, pero Magnus estaba tristemente acostumbrado a ese trato. Había jurado hacía tiempo que nunca nadie le iba a cambiar; ni los mundanos que le odiaban, ni los Cazadores de Sombras que intentaban cazarle. El hombre se alejó, no sin volverse para mirarlo un par de veces.
Los mundanos morían con tanta facilidad. Sin importar las veces que lo hubiese visto, nunca se hacía más fácil. Ya había vivido por siglos y seguía esperando que la muerte se volviese más sencilla. Normalmente evitaba esa calle por esa misma razón, pero aquella noche estaba esperando a que Catarina terminase su turno en la clínica. Cambió el peso de un pie al otro y se ajustó la chaqueta sobre el pecho,
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Magnus se guardó el libro en el bolsillo. Eran casi las ocho y estaba demasiado oscuro para leer, además de que lo habían distraído. Echó un vistazo a su alrededor. Sólo unos años antes esa había sido una de las esquinas más vibrantes, alegres y creativas de la ciudad. Buena comida en cada esquina y parejas paseando. Ahora los cafés estaban escasamente habitados. Las personas caminaban con urgencia. Muchos habían muerto, tantas personas maravillosas. Desde donde se encontraba, Magnus podía ver tres apartamentos anteriormente ocupados por amigos y amantes. Si doblase la esquina y caminase unos cinco minutos, pasaría frente a una docena más de ventanas oscuras.
arrepintiéndose por un instante de haber elegido su vestimenta por la moda en lugar de por la calidez y la comodidad. El verano se había quedado hasta tarde, y luego los árboles habían cambiado de color sus hojas con rapidez. Ahora esas hojas caían rápido y las calles estaban vacías. El único punto colorido era el mural de Keith Haring en la pared de la clínica; brillantes figuras caricaturizadas en colores primarios bailando juntas con un corazón flotando sobre ellas. Los pensamientos de Magnus fueron interrumpidos por la repentina reaparición del hombre, que claramente había dado la vuelta a la calle y pensado demasiado sobre el comentario de Magnus. Esta vez, el hombre caminó hacia Magnus y se paró directamente frente a él, casi cara a cara. —¿En serio? —dijo Magnus—. Vete. No estoy de humor. En respuesta a eso, el hombre sacó una navaja y la abrió. La cercanía entre ellos impedía que nadie más pudiese verla. —¿Te das cuenta, —dijo Magnus, sin mirar la punta de la cuchilla justo bajo su rostro—, que al estar parado así, van a creer que nos estamos besando? Y eso es bastante embarazoso para mí. Tengo mucho mejor gusto en cuento a hombres. —¿Crees que no lo haré, bicho raro? ¿Crees...? La mano de Magnus se elevó. Un cálido relámpago azul se esparció entre sus dedos, y al siguiente segundo su agresor estaba volando por la acera, cayendo y golpeándose la cabeza contra una boca de incendios. Por un momento, ante la ausencia de movimiento en la figura del hombre que no se movía de su posición, boca abajo en la acera, Magnus se preocupó por haberlo matado por accidente, pero luego lo vio darse la vuelta. Miró a Magnus con los ojos entrecerrados y una combinación de terror y furia brillando en su rostro. Claramente estaba asombrado por lo que había ocurrido. Un hilo de sangre caía por su frente. En ese momento Catarina apareció. Evaluó rápidamente la situación, fue directamente hacia el hombre y pasó su mano sobre su cabeza, deteniendo el sangrado.
—¡Idiota! —dijo Catarina—. Así no es como te contagias de VIH. Soy enfermera. Deja que... El extraño empujó a Catarina y se puso en pie. Desde el otro lado de la calle, algunos transeúntes miraban la conversación con curiosidad. Pero
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—¡Apártate de mí! —gritó él—. ¡Has salido de ahí! ¡Quítate! ¡Tienes la cosa sobre ti!
cuando el hombre se alejó a tropezones, perdieron el interés. —De nada. —Dijo Catarina a la figura que se alejaba—. Bruto. —Se giró hacia Magnus—. ¿Estás bien? —Estoy bien —dijo él—. Es él que estaba sangrando. —A veces desearía poder dejar que alguien así se desangrase —dijo Catarina sacando un pañuelo para limpiarse las manos—. Como sea, ¿qué haces aquí? —Estoy aquí para asegurarme de que llegas a casa. —No necesitas hacer eso —dijo ella en un suspiro—. Estoy bien. —No es seguro. Y estás exhausta. Catarina se inclinó levemente hacia un lado. Magnus tomó su mano. Estaba tan cansada que por un momento vio caer el glamour que la cubría y percibió un atisbo de azul en la mano que sostenía. —Estoy bien —dijo ella de nuevo, sin mucha convicción. —Sí —dijo Magnus—. Obviamente. ¿Sabes? Si no comienzas a cuidar de ti misma, me forzarás a ir a tu casa y hacer mi mágicamente asquerosa sopa de atún hasta que te sientas mejor. Catarina rio. —Cualquier cosa menos la sopa de atún. —Entonces comeremos algo. Vamos. Te llevaré a Veselka. Necesitas un poco de gulash y un gran trozo de pastel.
Veselka estaba silencioso y consiguieron una mesa junto a la ventana. Las únicas personas que estaban a su alrededor hablaban en ruso, en voz baja, fumaban y comían rollitos de repollo. Magnus pidió un café y rugelach. Catarina comió un gran tazón de borsch, un plato de pierogis fritos con cebolla y salsa de manzana, guarnición de albóndigas ucranianas y un par de rickeys de cereza y limón para beber. Cuando acabó con todo eso y pidió un plato de blinis de queso para el postre, encontró la fuerza para hablar. —Es horrible. —dijo—. Es difícil. Había poco que Magnus pudiera decir, de modo que se limitó a
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Caminaron hacia el este en silencio, sobre resbaladizas pilas de hojas húmedas y aplastadas.
escuchar. —Los pacientes me necesitan —dijo, pinchando con la pajita el hielo de su copa vacía—. Algunos médicos, personas que deberían ser sensatas, ni siquiera tocan a los pacientes. Y es una enfermedad tan horrible. La forma en la que simplemente se consumen. Nadie debería morir así. —No —dijo Magnus. Catarina pinchó el hielo durante un rato y luego se recostó en el asiento y suspiró profundamente. —No puedo creer que los nefilim estén dando problemas ahora, de todas las veces —dijo ella, pasándose una mano por el rostro—. Niños nefilim, nada más. ¿Cómo es posible? Esa era la razón por la que Magnus había esperado en la clínica para acompañar a Catarina a casa. No era porque el barrio fuese peligroso, que no lo era. La había esperado porque ya no era seguro para los subterráneos estar solos. Apenas podía creer que el mundo de las sombras estuviese en caos y terror por las acciones de un grupo de estúpidos y jóvenes Cazadores de Sombras.
Los miembros del Círculo acusaban a la Clave de no tratar con suficiente dureza a los subterráneos. Así era como la rueda había girado, supuso Magnus, a una generación contra la siguiente; desde Aloysius Starkweather, quien había querido las cabezas de los hombres lobo en su pared, hasta Will Herondale, quien había tratado, sin conseguirlo nunca, esconder su corazón. La juventud del momento pensaba que la política de la Clave de fría tolerancia era muy generosa, aparentemente. La juventud de ahora quería pelear contra monstruos, y había decidido convenientemente que las personas como Magnus eran monstruos, todas. Magnus suspiró. Parecía una temporada de odio para todo el mundo. El Círculo de Valentine no había hecho demasiado por el momento. Quizás nunca harían mucho. Pero habían hecho suficiente. Habían
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Cuando escuchó los rumores por primera vez, hacía unos meses, Magnus había rodado los ojos. Una manada de Cazadores de Sombras de apenas veinte años, poco más que unos niños, se estaban rebelando contra la ley de sus padres. Gran cosa. La Clave, el Pacto y los trucos de los ancianos siempre le habían parecido a Magnus la perfecta receta para una revolución juvenil. El grupo se llamaba a sí mismo "El Círculo," según las noticias de los subterráneos, y los lideraba un carismático joven llamado Valentine. El grupo reunía a algunos de los mejores y más brillantes de su generación.
vagado por Idris, viajado por portales y visitado otras ciudades en misiones de ayuda a los Institutos de ellas, y en cada ciudad a la que habían acudido, habían muerto subterráneos. Siempre había habido subterráneos que rompían los Acuerdos, y los Cazadores de Sombras siempre lo habían hecho pagar. Pero Magnus no había nacido ayer, ni siquiera en ese siglo. No creía que fuera coincidencia que a cualquier lugar al que fuera Valentine y sus amigos, la muerte los siguiera. Estaban buscando cualquier excusa para limpiar el mundo de los subterráneos. —¿Qué quiere este chico? Valentine. —Preguntó Catarina—. ¿Cuál es su plan? —Quiere la muerte y destrucción de todos los subterráneos —dijo Magnus—. Su plan probablemente sea el de ser un grandísimo idiota. —¿Y si vienen aquí? —preguntó Catarina—. ¿Qué harán los Whitelaw? Magnus había vivido varias décadas en Nueva York y había conocido a los Cazadores de Sombras que habían dirigido el Instituto durante ese tiempo. En las últimas décadas el Instituto había sido dirigido por los Whitelaw. Siempre habían sido diligentes y distantes. A Magnus nunca le había gustado ninguno de ellos, y a ninguno de ellos le había gustado alguna vez Magnus. No tenía pruebas de que pudieran traicionar a un subterráneo inocente, pero los Cazadores de Sombras tenían tanta estima a su clase y a su sangre que Magnus no estaba seguro de lo que los Whitelaw serían capaces de hacer. Había ido a reunirse con Marian Whitelaw, directora del Instituto, y le había hecho partícipe de las noticias de los subterráneos sobre Valentine y sus pequeños ayudantes que asesinaban subterráneos que no estaban rompiendo los Acuerdos, y que mentían a la Clave respecto a eso.
—Mantén tu revoltosa lengua bajo control —había apuntado Marian Whitelaw fríamente—, cuando hables de tus superiores, brujo. Valentine Morgenstern es considerado un Cazador de Sombras muy prometedor, como lo son sus amigos. Conocí a su esposa, Jocelyn, cuando era una niña; es una chica dulce y encantadora. No dudaré de su bondad. No, desde luego, sin una prueba y basándome solamente en los rumores maliciosos del submundo. —¡Están matando a mi gente!
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—Ve a la Clave —le había dicho Magnus—. Diles que controlen a sus mocosos revoltosos.
—Están matando subterráneos criminales en total armonía con los Acuerdos. Están mostrando fervor y lealtad ante el cumplimiento de la ley. No hay nada de malo en ello. No espero que lo entiendas. Por supuesto los Cazadores de Sombras no creían que sus mejores y más brillantes guerreros se habían vuelto demasiado sanguinarios. Por supuesto que aceptarían las excusas que Valentine y sus amigos les dieran, y por supuesto que creerían que Magnus y cualquier otro subterráneo que se quejase de ello simplemente quería que los criminales escapasen de la ley. Sabiendo que no podían pedir ayuda a los Cazadores de Sombras, los Subterráneos habían tratado de salvaguardarse a sí mismos. Habían preparado un lugar seguro en Chinatown, gracias a una amnistía de la enemistad constante entre los hombres lobo y los vampiros, y ahora todo el mundo vigilaba. Los subterráneos estaban solos pero, ¿no habían estado solos siempre? Magnus suspiró y miró a Catarina por encima de sus platos. —Come —le dijo—. No está pasando nada ahora. Probablemente nunca pasará nada. —Asesinaron a un “vampiro malvado” en Chicago la semana pasada —dijo cortando un blini con un tenedor—. Sabes que querrán venir aquí. Comieron en silencio, pensativo por parte de Magnus y exhausta por Catarina. La cuenta llegó y Magnus pagó. Catarina no pensaba demasiado en cosas como el dinero. Era enfermera en una clínica con pocos recursos y él tenía dinero en efectivo a mano. —Tengo que volver —dijo ella. Se frotó el rostro soñoliento con una mano y Magnus vio destellos azul claro en la punta de sus dedos. El glamour desvaneciéndose incluso mientras hablaba.
—¿Y si pasa algo? —preguntó—. ¿Y si vienen? —Puedo hacer que Ragnor me ayude. —Está en Perú —dijo Catarina—. Dice que encuentra muy tranquilizadora la ausencia de tu molesta presencia, citándole. ¿Podría
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—Vas a ir a casa a dormir —dijo Magnus—. Soy tu amigo. Te conozco. Te mereces una noche de descanso. Deberías pasarla entregándote a lujos desenfrenados, como dormir.
venir Tessa? Magnus sacudió la cabeza. —Tessa está en Los Ángeles. Los Blackthorn, descendientes de su hija, llevan el Instituto allí. Tessa quiere echarles un vistazo. Magnus se preocupaba también por Tessa, escondiéndose sola cerca del Instituto de Los Ángeles, aquella casa en las colinas altas, junto al mar. Era la bruja más joven con la que Magnus se había sentido tan cercano como para llamarla amiga, y había vivido durante años con los Cazadores de Sombras, donde no podía practicar su magia en la medida en que Magnus, Ragnor o Catarina podían. Magnus tuvo horribles visiones de Tessa lanzándose a una pelea con los Cazadores de Sombras. Tessa nunca permitiría que uno de los suyos fuera herido si podía sacrificarse en su lugar. Pero Magnus conocía y le gustaba al Gran Brujo de Los Ángeles. No permitiría que Tessa saliera herida. Y Ragnor era lo bastante astuto como para que Magnus no se preocupase demasiado por él. Nunca bajaría la guardia en ningún lugar en el que no se sintiese completamente a salvo. —Entonces solo estamos nosotros, —dijo Catarina. Magnus sabía que el corazón de Catarina yacía con los mortales, y que estaba involucrada más por amor a las relaciones que porque quisiera luchar contra los Cazadores de Sombras. Catarina tenía sus propias batallas con las que luchar, su propio terreno en el que estar. Vestía más como una heroína que cualquier Cazador de Sombras que Magnus jamás hubiese conocido. Los Cazadores de Sombras habían sido elegidos por un ángel. Catarina había elegido por si misma luchar. —Parece una noche tranquila, —dijo él—. Vamos. Termina y déjame llevarte a casa. —¿Es eso caballerosidad? —dijo Catarina con una sonrisa—. Pensé que estaba muerto.
Caminaron de regreso por el camino que habían venido. Ahora era una noche completamente oscura, y la noche había cambiado decididamente a fría. Había indicios de lluvia. Catarina vivía en una simple y levemente subida por West Twenty-First Street, no demasiado lejos de la clínica. La cocina nunca funcionaba, y los cubos de basura siempre estaban llenos, pero ella nunca parecía preocupada. Tenía una cama y un lugar donde poner la ropa. Eso era todo lo que ella necesitaba. Se guiaba
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—Al igual que nosotros, nunca muere.
por una vida más simple que la de Magnus. Magnus se dirigió a su casa, a su apartamento más alejado en la Villa, en Christopher Street. Al apartamento también se subía andando, y subía los escalones de dos en dos. A diferencia de Catarina, su casa era extremadamente habitable. Las paredes eran brillantes y de animadas sombras de rosas y margaritas amarillas, y el apartamento estaba amueblado con alguno de los objetos que había coleccionado durante años —una maravillosa mesa pequeña francesa, unos pocos divanes victorianos, y un increíble juego de dormitorio artístico de completo cristal reflejado. Normalmente, en un nítido anochecer como este, Magnus se serviría una copa de vino, pondría un álbum de Cure en su reproductor de CD, subiría el volumen, y esperaría a que el negocio comenzase. La noche solía ser su hora de trabajo; tenía muchos clientes irrumpiendo, y siempre había búsquedas que hacer o lecturas por revisar. Esta noche hizo un frasco de café fuerte, se sentó en el asiento de la ventana, y miro más allá de la calle. Esta noche, como las otras noches desde que los oscuros murmullos de los jóvenes sanguinarios Cazadores de Sombras habían comenzado, se sentaría, observaría y pensaría. Si el Círculo llegaba aquí, como parecía que harían con el tiempo, ¿Qué ocurriría? Valentine tenía un odio especial por los hombres lobo, decían, pero había matado a un brujo en Berlín por convocar a demonios. Magnus había sido conocido por convocar a demonios una vez o veinte.
No había punto en huir. Si el Círculo usaba su campaña por el llamado de la justicia, harían inseguro todo el mundo de los Subterráneos. Y no había forma de que Magnus pudiese vivir consigo mismo si huía y sus amigos, tales como Catarina, se quedaban intentando defenderse. No le gustaba la idea de que Rafael Santiago o alguno de sus vampiros fuera asesinado, o alguna de las hadas que sabía que trabajaban en Broadway, o las sirenas que nadaban en el Río Este. Magnus siempre había pensado en sí mismo como una piedra rodante, pero había vivido en Nueva York mucho tiempo hasta ahora. Se encontró queriendo defender no solo a sus
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Probablemente era extremado que si venían a Nueva York irían a por Magnus. Lo sensato sería marcharse, desaparecer del país. Tenía una pequeña casa en Los Cayos de Florida a una larga distancia de los brutales inviernos de Nueva York. La casa estaba en una de las más pequeñas y menos inhabitadas tierras, y también tenía un barco. Si algo ocurriera, él podría llegar a él y salir a toda velocidad por el mar, directo al Caribe o al Sur de América. Había empacado mochilas varias veces, y despues las deshizo.
amigos sino a su ciudad. Por eso estaba quedándose, esperando, e intentando estar listo para cuando el Círculo llegase. La espera era más dura. Tal vez era porque había comprometido al hombre de la clínica. Algo que Magnus quería que la lucha llegase. Contoneó y flexionó los dedos, y la luz azul se entretejió entre ellos. Abrió la ventana y respiro algo del aire nocturno, el cual olía a una mezcla de lluvia, hojas y pizza de la tienda de la esquina. —Hacedlo ya, —dijo a nadie.
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El chico apareció bajo la ventana alrededor de la una de la mañana, justo cuando Magnus finalmente había sido capaz de distraerse y comenzar a traducir un antiguo texto que había estado en su escritorio durante semanas. Magnus levanto la mirada y noto al chico caminando confusamente en el exterior. Tenía nueve años, quizás diez —un pequeño punk en la calle East Village en camiseta de Seis Pistolas que probablemente había pertenecido a un hermano mayor, y un holgado par de pantalones de chándal. Tenía un corte de pelo irregular, hecho en casa. Y no llevaba abrigo. Todas esas cosas se añadían a un chico con problemas, y la general apariencia astuta además de una cierta fluidez por el caminar sugerido de los hombres lobo. Magnus abrió la ventana. —¿Estás buscando a alguien? —dijo. —¿Eres Magnificent Bane?
Se deslizo del asiento de la ventana y fue al timbre de la puerta. Escucho las rápidas pisadas en los escalones. Ese chico tenía prisa. Magnus no abrió la puerta más antes de que el niño estuviese dentro. Una vez dentro y en la luz, la verdadera extensión del afligido muchacho era clara. Sus mejillas estaban suavemente sonrojadas y manchadas con secos rastros de lágrimas. Estaba sudando a pesar del frio, y su voz estaba sacudiéndose con urgencia.
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—Sí, —dijo Magnus—. Ven con eso. Espera. Abre la puerta cuando suene.
—Tienes que venir, —dijo mientras tropezaba—. Tienen a mi familia. Están aquí. —¿Quiénes están aquí? —Los dementes Cazadores de Sombras por los que todos están enloquecidos. Están aquí. Tienen a mi familia. Tienes que venir, ahora. —¿El Círculo? El niño sacudió la cabeza, ni en desacuerdo sino en confusión. Magnus podía ver que él no sabía que era el Círculo, pero la descripción concordaba. El chico tenía que estar hablando del Círculo. —¿Dónde están? —Preguntó Magnus. —En Chinaton. En el refugio. —El niño casi se sacudió con impaciencia—. Mi madre escucho que esos locos estaban aquí. Ya mataron a todo un puñado de vampiros del Harem Español esta noche, dijeron que por matar a mundanos, pero nadie escucho sobre algunos mundanos muertos, y una hada nos dijo que estaban viniendo a Chinatown a por nosotros. Así que mi madre nos llevó a todos al refugio, pero entonces ellos irrumpieron. Salí por una ventana. Mi madre me dijo que viniera a ti. Toda la historia estaba desenvuelta en tal difusa y agitada avalancha que Magnus no tuvo tiempo para desmenuzarla. —¿Cuántos sois? —Preguntó. —Mi madre, mi hermano, mi hermana y otros seis de mi manada. Así que nueve hombres lobos en peligro. La prueba había llegado, y vino con tanta rapidez que Magnus realmente no tuvo tiempo para controlar sus sentimientos o pensar un plan. —¿Escuchaste algo de lo que dijo el Círculo? —Preguntó Magnus—. ¿De qué está el Círculo acusando a tu familia de hacer?
Agarró la mano de Magnus y lo tiró hacia él. Magnus se separó del chico y alcanzo un bolígrafo y un papel. —Tú, —dijo, escribiendo la dirección de Catarina—, ve aquí. No tienes otro lugar al que ir. Quédate ahí. Ahí hay una amable señorita de
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—Dijeron que nuestra mana hizo algo, pero no sabemos nada sobre eso. ¿No importa, verdad? ¡De cualquier manera los mataron, eso es lo que todos estan diciendo! Tienes que venir.
azul. Iré al refugio. —Voy a ir contigo. —O haces lo que digo o no voy, —espetó Magnus—. No hay tiempo para discutir. Decide. El chico estaba al borde de las lágrimas. Se secó los ojos bruscamente con la palma de la mano. —¿Los atraparas? —Preguntó—. ¿Lo prometes? —Lo prometo, —dijo Magnus. Cómo iba a hacer eso, no tenía ni idea. Pero la lucha se aproximaba. Al menos la lucha había llegado. Lo último que Magnus hizo antes de que él dejo se fuera fue escribir los detalles: donde estaba el refugio —un almacén—, que temía que estaba planeando el Círculo hacer a los hombres lobos del interior. Doblo el trozo de papel en forma de pájaro y lo envió, con un chasquido de dedos y explotó en chispas azules. El débil pajarillo de papel voló en el viendo como una pálida hoja, volando en la noche y dirigiéndose hacia las torres de Manhattan, las cuales cortaban la oscuridad como cuchillos brillantes. No sabía porque se había molestado en enviar un mensaje a los Whitelaws. No creía que vendrían.
Magnus corrió hacia Chinatown, bajo las señales de neón que parpadeaban y crepitaban, a través de la amarillenta neblina de la ciudad que aparecía como fantasmas suplicando a los peatones. Corrió a través de una multitud de personas inhalando en la calle donde se encontraba el refugio, en un débil techo traqueteo en el viento nocturno. Un mundano lo habría visto más pequeño de lo que era en realidad, desgastado y oscuro, con las ventanas entablonadas. Magnus vio las luces; Magnus vio la ventana rota. Había una pequeña voz en la cabeza de Magnus pidiéndole precaución, pero Magnus les había escuchado decir en gran detalle de lo que el Círculo de Valentine hacia a los vulnerables Subterráneos cuando los encontraban.
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***
Magnus corrió hacia el refugio, casi tropezando en su Doc Martens sobre el agrietado pavimento. Llego a las puertas dobles, pintadas por espray con halos, coronas, y espinas y de un golpe las abrió. En la habitación principal del refugio, con las espaldas en la pared, permanecían un grupo de hombres lobo, aun en forma humana, la mayoría, a pesar de que Magnus podría ver las farras y dientes en algunos agachándose en posiciones defensivas. Rodeándolos estaba un grupo de jóvenes Cazadores de Sombras. Todos se giraron y miraron a Magnus. Incluso si los Cazadores de Sombras hubiesen estado esperando una interrupción, y los hombres lobo hubieran estado esperando un salvador, aparentemente nadie había estado esperando a alguien completamente de rosa caliente. Los informes sobre el Círculo eran verdad. Muchos eran jóvenes rompecorazones, una nueva generación de Cazadores de Sombras, brillando como nuevos guerreros que acababan de alcanzar la adultez. Magnus no estaba sorprendido, pero encontraba triste y frustrante que hubieran arrojado el brillante comienzo de sus vidas en ese odio sin sentido.
Magnus no estaba seguro, pero pensó que el actual líder del grupo o era el chico muy guapo con el pelo dorado y con profundos ojos de un azul dulce, o el joven detrás de él con el pelo oscuro y un rostro enjuto, inteligente. Magnus había vivido mucho tiempo, y podía decir que miembros de un grupo eran los líderes de una manda. Ninguno de esos parecía imponerse, pero el lenguaje corporal de los otros defería a ellos. Los dos estaban flanqueados por un joven y una mujer, ambos con pelo oscuro y fieros rostros de halcón, y detrás del hombre de pelo negro estaba un precioso joven de pelo rizado. Detrás de ellos había otro seis más. En el otro extremo de la habitación había una puerta, una solitaria puerta con más de puertas dobles como las que Magnus acababa de atravesar — una puerta interior que conducía a otra cámara. Un bajo y fornido Cazador de Sombras permanecía frente a ellas. Había demasiados contra los que luchar, y también eran demasiado jóvenes y tan recién salidos de las aulas de Idris que Magnus nunca les
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Al frente del grupo de Cazadores de Sombras había unas pocas personas que, pensó que eran jóvenes, tenían un aire de autoridad sobre los demás —el interior del círculo del Círculo de Valentine. Magnus no reconoció a nadie que encajase con la descripción que había escuchado del líder del círculo.
habría visto antes. Magnus no había enseñado en la academia de Cazadores de Sombras durante décadas, pero recordaba las habitaciones, las lecciones del Ángel, las jóvenes caras volteadas bebiendo en cada palabra sobre su deber sagrado. Y esos nuevos Nefilim adultos habían salido de las aulas para hacer eso. —¿El Círculo de Valentine, imagino? —dijo, y vio que todos se impactaron ante las palabras, como si pensasen que los Subterráneos no tenían forma de pasarse información cuando estaban siendo cazados—. Pero no creo ver a Valentine Morgenstern. Escuche que tiene la suficiente carisma como para arrojar a los pájaros de los árboles y convencerlos de vivir bajo el mar, es alto, es devastadoramente hermoso y tiene el pelo rubio blanquecino. Ninguno de vosotros encaja con esa descripción. Magnus se detuvo. —Y tampoco tenéis el pelo blanco. Todos parecieron sorprendidos para hablar en ese instante. Eran de Idris, y sin duda conocían a todos los brujos, conocían a brujos como Ragnor, quien con certeza eran profesionales y civiles en todos los tratos con los Nefilim. Marian Whitelaw podría haberle dicho a Magnus que controlase su desenvuelta lengua, pero no había estado conmocionada por su habladuría. Esos estúpidos niños se contuvieron a odiar desde la distancia, a luchar y nunca hablar a los Subterráneos, a nunca arriesgar un momento para ver a sus designados enemigos como algo más que personas. Pensaban que lo sabían todo, y sabían muy poco.
Graymark mantuvo la cabeza en alto y hablo claro, en una autoritaria voz que desmentía sus años. En cada pulgada se le veía como el hijo perfecto del Ángel, severo y sin piedad. Magnus volvió a mirar sobre su hombro a los hombres lobo, amontonados en la parte trasera de la habitación. Magnus levanto la mano y pinto una línea de magia, una brillante barrera azul y dorada. Hizo que la luz llamease con tanta fuera como podría hacerlo el arma de cualquier ángel, e hizo una barrera en el
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—Soy Lucian Graymark, —dijo el joven con la fina cara lista enfrente del grupo. Magnus había escuchado el nombre antes, el parabatai de Valentine, su segundo en comando, más querido que a un hermano. A Magnus le disgusto tan pronto como hablo—. ¿Quién eres para venir aquí e interferir con nosotros en asunto de nuestro declarado deber?
camino de los Cazadores de Sombras. —Soy Magnus Bane. Y estáis entrando sin autorización en mi ciudad. Eso obtuvo una pequeña risa. —¿Tu ciudad? —dijo Lucian. —Necesitáis dejar marchar a estas personas. —Esas criaturas, —dijo Lucian—, son parte de la manada que mato a los parabatai de mis padres. Los atrapamos aquí. Ahora podemos hacer justicia, tal y como es nuestro deber. —¡No matamos a ningún Cazador de Sombras! —dijo la única mujer entre los hombres lobo—. Y mis hijos son inocentes. Matar a mis hijos seria asesinato. Bane, tienes que hacer que mis niños se marchen. Él tiene a mí… —No escucharé más lloriqueos tuyos como un perro cruzado, —dijo el joven con la cara aguileña, el que estaba de pie al lado de la mujer de pelo negro. Parecían un conjunto a juego, y las expresiones en sus rostros eran idénticamente feroces. Valentine no era famoso por su piedad, y Magnus no tenía nada de confianza en su Círculo salvando a los niños. Los hombres lobo podrían ser parcialmente transformados de forma humana a forma de lobos, pero no parecían preparados para luchar, y Magnus no sabía porque. Había demasiados Cazadores de Sombras para que Magnus estuviera seguro de que podría luchar contra ellos por su propia cuenta. Lo mejor que podía hacer era atascarlos en una conversación, y esperar a que pudiese motivar la duda en algunos de los del Círculo, o que Catarina llegase o que los Whitelaws llegasen y pudieran ponerse del lado de los Subterráneos y no de los suyos.
Magnus no podía evitar mirar de nuevo hacia el joven del pelo dorado al frente del grupo. Había algo terriblemente familiar en él, tanto como una sugerencia de amabilidad en su boca, como de profundo dolor azul en las fuentes de sus ojos. Había algo que hizo que Magnus mirase hacia él como la única oportunidad para conseguir que el Círculo girase entorno a su propósito. —¿Cuál es tu nombre? —Preguntó Magnus, Esos ojos azules se entrecerraron.
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Parecía una esperanza escasa, pero era todo lo que tenía.
—Stephen Herondale. —Solía conocer muy bien a los Herondale, de cuando en cuando, — dijo Magnus, y vio que fue un error por la forma en que Stephen se encogió de dolor. El Cazador de Sombras sabía algo, entonces había escuchado algunos oscuros rumores sobre su árbol familiar, y estaba desesperado por probar que no eran verdad. Magnus no sabía cómo de desesperado podría estar Stephen Herondale, y no tenía deseos de averiguarlo. Magnus continuo, dirigiendo afablemente todo eso—: Siempre he sido amigo de los Cazadores de Sombras. Conozco a muchas de vuestras familias, a través de cientos de años. —No hay nada que podamos hacer para corregir el cuestionable juicio de nuestros antepasados, —dijo Lucian. Magnus odiaba a ese chico. —Además, —continuó Magnus, señaladamente ignorando a Lucian Graymark—, encontró vuestra historia sospechosa. Valentine está listo para dar caza a cualquier Subterráneo con cualquier vago pretexto. ¿Qué le hicieron los vampiros que mató en el Harem? Stephen Herondale frunció el ceño, y miró a Lucian, quien le devolvió la mirad confundido, pero dijo: —Valentine me dijo que fue a cazar algunos vampiros que rompieron los Acuerdos de ahí. —Oh, todos los Subterráneos son culpables. ¿Y eso es conveniente para vosotros, verdad? ¿Qué hay de sus hijos? El chico que vino a mi tenía alrededor de nueve años. ¿Había estado cenando carne de Cazadores de Sombras? —Los cachorros muerden cualquier hueso
—Maryse, Robert, por favor. ¡Valentine es un hombre noble! —dijo Lucian, su voz alzándose mientras se volteaba para dirigirse a Magnus—. No le haría daño a ningún niño. Valentine es mi parabatai, mi más amado hermano guerrero. Su lucha es la mía. Su familia ha sido destruida, los Acuerdos han sido violados, y él merece y tendrá su venganza. Hazte a un lado, brujo.
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—Los cachorros roen cualquier hueso que sus mayores traigan a casa —farfulló la mujer de pelo negro, y el hombre a su lado asintió.
Lucian Graymark no tenía la mano en un arma, pero Magnus vio que, detrás de él, la mujer de pelo negro, Maryse, tenía una cuchilla brillante entre los dedos. Magnus se giró para ver a Stephen y se dio cuenta exactamente de por qué su cara le era tan familiar. Cabello dorado y ojos azules. Era una versión etérea y delgada del joven Edmund Herondale, como si este hubiese vuelto desde el cielo, el doble de angelical. Magnus no había visto a Edmund por mucho tiempo, pero él había sido el padre de Will Herondale, quien había sido uno de los muy pocos Cazadores de Sombras que Magnus había considerado un amigo. Stephen vio la mirada de Magnus. Sus ojos se habían estrechado tanto que ahora su dulce azul se había perdido, y parecían negros. —¡Suficiente de este juego con un peón del demonio! —dijo Stephen. Sonó como si estuviera citando a alguien, y Magnus estaba seguro de saber a quién. —Stephen, no —ordenó Lucian, pero el rubio ya había lanzado un cuchillo en dirección a uno de los hombres lobo. Magnus agitó la mano y envió el cuchillo directo al suelo, luego miró a los hombres lobo. La mujer que había hablado antes le dirigió una mirada intensa, como si estuviera tratando de transmitir un mensaje con los ojos. —Esto es en lo que se han convertido los jóvenes Cazadores de Sombras, ¿en serios? —preguntó Magnus—. Dejadme ver, ¿cómo era vuestro pequeño cuento para dormir sobre lo especial y maravillosos que sois? Ah, sí. A través de los años vuestro mandato ha sido proteger a los humanos, pelear contra las fuerzas malévolas hasta que finalmente se desvanezcan y el mundo pueda vivir en paz. No parecéis tan interesados en la paz o en proteger a nadie. ¿Por qué estáis peleando, exactamente? —Estoy peleando por un mundo mejor para mí y para mi hijo —dijo la mujer llamada Maryse.
Robert sacó una daga de su manga. Magnus no estaba preparado para gastarse toda la magia desviando dagas, así que levantó una mano en el aire, y la luz en la habitación se apagó. Sólo el ruido y el brillante neón de la ciudad entraba, inhabilitando la iluminación lo suficiente para ver, pero Robert lanzó la daga de todas formas. Ahí fue cuando el cristal de las ventanas se rompió y oscuras formas entraron inundando la habitación: la joven Rachel Whitelaw llegó rodando por el suelo frente a Magnus, y recibió el cuchillo destinado a él en el hombro.
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—No tengo interés en el mundo que quieres —le dijo Magnus—, o sobre tu mocoso sin duda repelente, podría añadir.
***
Magnus podía ver mejor que la mayoría en la oscuridad. Vio que, más allá de toda esperanza, los Whitelaw habían venido. Marian Whitelaw, la cabeza del Instituto; su esposo, Adam; el hermano de Adam; y los jóvenes primos Whitelaw a quienes Marian y Adam habían adoptado después de la muerte de sus padres. Los Whitelaw ya habían estado peleados esa noche. Su equipo estaba manchado de sangre y estropeado, y Rachel Whitelaw estaba claramente herida. Había sangre en el pelo gris y estropeado de Marian, pero Magnus no pensó que fuera suya. Marian y Adam Whitelaw, sabía Magnus, no habían podido tener hijos propios. El asunto era que amaban a los jóvenes primos que vivían con ellos, y siempre hacían alborotos por cualquier joven Cazador de Sombras que viniera a su Instituto. Los miembros del Círculo debían haber sido amigos de los primos Whitelaw, criados juntos en Idris. El Círculo estaba exactamente diseñado para ganar la simpatía de los Whitelaw. Y, de todas formas, estaban en pánico. No podían ver como Magnus. No sabían quién los estaba atacando, que alguien había venido a la ayuda de Magnus. Magnus vio oscilación y el estruendo de las espadas enfrentándose, tan fuerte que era casi imposible escuchar a Marian Whitelaw gritar órdenes al Círculo de parar y tirar sus armas. Se preguntó que miembros del Círculo se habían dado cuenta de con quién estaban luchando. Conjuró una pequeña luz en la palma de su mano y buscó a la mujer lobo. Necesitaba saber por qué los hombres lobo no atacaban. Alguien lo tiró al suelo. Magnus miró fijamente a los ojos de Stephen Herondale. —¿Siquiera has dudado acerca de todo esto? —dijo Magnus en una exhalación.
Mientras hablaba, blandió el cuchillo hacia la garganta de Magnus. Magnus hizo que la empuñadura se calentase en las manos del joven hasta que la dejó caer. De repente, a Magnus no le importó lo que Stephen había sacrificado, o el dolor en sus ojos azules. Quería que Stephen se fuera de ese lugar. Magnus quería olvidar que alguna vez había visto el rostro de Stephen Herondale, tan lleno de odio y tan recordatorio a los rostros que Magnus había amado.
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—No —jadeó Stephen—, he perdido demasiado, he sacrificado demasiado por esta buena causa para darle la espalda ahora.
El brujo convocó un nuevo hechizo en sus manos y estuvo a punto de arrojárselo a Stephen, cuando un pensamiento lo detuvo. No podría mirar a Tessa otra vez si asesinaba a uno de sus descendientes. Entonces Marian Whitelaw se puso entre la luz del conjuro brillando en la palma de Magnus, y el rostro de Stephen se puso blanco con sorpresa —¡Señora, es usted! No deberíamos… Somos Cazadores de Sombras. No deberíamos estar peleando por ellos. Son Subterráneos —siseó Stephen—, se volverán en su contra como los perros traicioneros que son. Es su naturaleza. No vale la pena pelear por ellos. ¿Qué dice? —No tengo ninguna prueba de que estos hombres lobo violaran los Acuerdos. —Valentine lo dijo —comenzó Stephen, pero Magnus escuchó la incertidumbre en su voz. Lucian Graymark tal vez creía que sólo perseguían a Subterráneos que violaban los Acuerdos, pero Stephen al menos sabía que estaban actuando como justicieros en vez de unos Cazadores de Sombras que protegían las leyes. Stephen había estado haciéndolo, de la misma manera. —No me importa lo que Valentine Morgenstern diga. Yo digo que la Ley es dura… —respondió Marian Whitelaw. Sacó su daga, la balanceó y la puso en contra de la de Stephen. Sus ojos se encontraron, brillando, por encima de las cuchillas. Marian continuó suavemente—,… pero es la Ley. No vas a tocar a estos Subterráneos mientras yo o cualquiera de mi sangre esté vivo.
La primera víctima fue la más joven de los Whitelaw. Rachel Whitelaw arremetió contra la mujer llamada Maryse, y la ferocidad del ataque tomó tan por sorpresa a Maryse que Rachel casi la tuvo. Maryse tropezó y se levantó con algo de esfuerzo, buscando torpemente un nuevo cuchillo. Luego el hombre de pelo negro, Robert, quien Magnus pensó que era su esposo, se lanzó hacia Rachel, y la atravesó con la daga. Ella se dejó caer, la punta de la cuchilla del hombre perforándola como un alfiler, como si fuera una mariposa.
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El caos estalló, pero las fantasías más oscuras de Magnus habían demostrado que estaba equivocado. Cuando se unió a la lucha, allí había Cazadores de Sombras a su lado, peleando con él en contra del Círculo, peleando por los Subterráneos y los Acuerdos de paz que todos habían aceptado.
—¡Robert! —dijo Maryse suavemente, como si no pudiera creer que aquello estuviera sucediendo. Robert desenvainó la espada del pecho de Rachel y ella cayó al suelo. —Rachel Whitelaw ha sido asesinada por un Cazador de Sombras. — Gritó Magnus, e incluso entonces pensó que Robert tal vez gritaría que estaba defendiendo a su esposa. Magnus pensó que los Whitelaw habrían dejado las espadas en lugar de desparramar más sangre Nefilim. Pero Rachel había sido el bebé de la familia, la mascota preferida de todos. Los Whitelaw rugieron un reto y se arrojaron a la lucha con el doble de ferocidad. Adam Whitelaw, un terco hombre mayor con pelo blanco quien parecía siempre seguir las iniciativas de su esposa, arremetió en contra del Círculo de Valentine, dando vueltas a una brillante hacha por encima de su cabeza, cortando a todos los que estaban detrás de él. Magnus se acercó a los hombres lobo, a la mujer que fue la única que permaneció humana, aun cuando sus dientes y garras estaban creciendo rápidamente. —¿Por qué no estáis luchando? —demandó. La mujer lobo lo fulminó con la mirada como si él fuera imposiblemente estúpido. —Porque Valentine está aquí, —dijo bruscamente—. Porque tiene a mi hija. La trajo aquí y dijeron que si nos movíamos para seguirla, la matarían. Magnus no tuvo un instante para pensar en lo que haría Valentine a una indefensa niña Subterránea. Alzó una mano, arremetió en contra del fornido Cazador de Sombras hacia la única puerta al final de la habitación, y luego Magnus corrió hacía a la puerta. Escuchó los gritos detrás de él, de los Whitelaw exigiendo, —Bane, ¿dónde estás…? —y un grito, Magnus pensó, de Stephen, diciendo—: ¡Va tras Valentine! ¡Matadlo!
Al otro lado de la puerta había una habitación pequeña y ordinaria, del tamaño de un dormitorio, aunque no había ninguna cama, sino dos personas y una sola silla. Había un hombre alto con una cascada de pelo rubio blanquecino, usando ropa negra de Cazador de Sombras. Estaba inclinado sobre una niña que parecía de alrededor de unos doce años. Ella estaba atada a una silla con cuerdas de plata, y hacía un terrible sonido muy bajo, un cruce entre un gemido y rugido.
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Detrás de la puerta, Magnus escuchó un horrible pero bajo sonido, y la abrió de un empujón.
Sus ojos estaban brillando, y Magnus pensó por un momento que la luz de la luna los convertía en espejos. Su error duró el más breve de los instantes. Luego, Valentine se movió ligeramente y el brillo de los ojos de la chica se resolvió ante la vista de Magnus. No eran sus ojos. El brillo de la luna eran monedas de plata presionadas en los ojos de la chica, pequeños hilos de humo se escapaban por debajo de los brillantes discos mientras los pequeños sonidos escapaban de entre sus labios. Estaba tratando de reprimir el sonido del dolor, porque estaba demasiado asustada de lo que Valentine podría hacerle a continuación. —¿A dónde fue tu hermano? —demandó Valentine, y los sollozos de la chica continuaron, pero no dijo una palabra. Por un momento Magnus sintió como si se hubiese convertido en una tormenta, nubes negras encrespadas, el golpe de un trueno y el destello de un relámpago y todo lo que la tormenta quería era dar un salto a la garganta de Valentine. La magia de Magnus arremetió casi por propia voluntad, saltando desde ambas manos. Se veía como un relámpago, llameantemente tan azul que era casi blanco. Golpeó a Valentine, haciéndolo perder el equilibrio hacia la pared. Valentine golpeó la pared tan fuerte que un crujido resonó y se deslizó hacia el suelo. Esa única acción le costó demasiada energía, pero ahora no podía pensar en eso. Corrió hacia la silla de la chica y lanzó la cadena lejos de ella, luego tocó su rostro con una dolorosa gentileza. Ella estaba llorando ahora, más libremente, estremeciéndose y sollozando por debajo de las manos.
Las monedas le estaban haciendo daño, tenían que ser retiradas. Pero, ¿y si quitarlas le hacía más daño? Magnus podía curar, pero nunca había sido tan bueno en eso como Catarina, y no curaba hombres lobo muy a menudo. Eran demasiado resistentes. Sólo podía esperar a que ella lograse resistir. Levantó las monedas tan suavemente como pudo, y las tiró hacia la pared. Ya era demasiado tarde. Había sido demasiado tarde incluso antes de que él llegara. La niña estaba ciega. Sus labios se abrieron. —¿Mi hermano está a salvo? —dijo.
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—Silencio, silencio. Tu hermano me ha enviado. Soy un brujo, estás a salvo —murmuró él, agarrando la parte posterior de su cuello.
—Tan seguro como podría estar, dulzura —dijo Magnus—. Te llevaré con él. No había terminado de decir “él” cuando sintió un frío cuchillo incrustarse en su espalda, y su boca llenarse con sangre. —¿Lo harías? —preguntó Valentine en su oído. El cuchillo salió de su cuerpo, hiriendo tanto en su salida como lo hizo en la entrada. Magnus apretó los dientes; agarró con más fuerza el respaldo de la silla, arqueándose para proteger a la niña y volteó la cabeza para enfrentarse a Valentine. El hombre de pelo blanco se veía mayor que cualquiera de los otros líderes, pero Magnus no estaba seguro de si realmente era más viejo, o si su frialdad simplemente hacía parecer su rostro tallado en mármol. Quería golpearlo. La mano de Valentine se movió, y Magnus sólo pudo arreglárselas para atrapar su muñeca antes de que el cuchillo se incrustara en su corazón. Magnus se concentró e hizo el agarre de su mano quemar, electricidad azul rodeando sus dedos. Hizo que el ardor fuera como el toque de plata que había quemado a la niña, y sonrió al escuchar el siseo de dolor de Valentine. El Cazador de Sombras no había preguntado su nombre como los otros; no veía a Magnus como una persona. Valentine simplemente lo observaba con ojos fríos, de la misma forma que alguien podía mirar a un animal repugnante en su camino que impidiera su progreso. —Te estás metiendo en mis asuntos, brujo. Magnus le escupió sangre en la cara. —Estás torturando a una niña en mi ciudad, Cazador de Sombras. Valentine usó su mano libre para atestarle un golpe que lo envió tambaleando hacia atrás. Valentine lo siguió, y Magnus pensó Bien. Significaba que se alejaría de la niña.
—Pensé que jugábamos a decir lo que la otra persona era y qué estaba haciendo —dijo Magnus—. ¿Me equivoqué? Déjame intentarlo de nuevo. ¿Estás rompiendo nuestras leyes sagradas, troglodita? Dirigió la mirada a la niña, esperando que corriera, pero parecía estar congelada por el terror. No se atrevió a gritarle, por miedo a dirigir la atención de Valentine nuevamente hacia ella.
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Estaba ciega, pero era una niña lobo; el olfato y el oído eran importantes para ella como la vista. Podía correr, y volver con su familia.
Magnus levantó una mano, creando un hechizo en el aire, pero Valentine lo vio venir y lo esquivó. Saltó en el aire y rodeó la pared con la ligereza de un Nefilim, para luego embestir a Magnus. Derribó las piernas del brujo, y cuando este cayó, lo pateó excepcionalmente fuerte. Desenvainó una espada y atestó un golpe. Magnus rodó de manera que la espada le causó un refilón en el área de las costillas; cortando tela y piel, pero sin dañar órganos vitales. No esta vez.
Magnus esperaba tristemente no morir allí, en este frío almacén, lejos de todos a los que amaba. Trató de levantarse del suelo, pero estaba resbaladizo por su propia sangre, y los retazos de magia que le quedaban no eran suficientes para pelear o curar, mucho menos para los dos. Marian Whitelaw se paró frente de él, sus cuchillos serafín desvainados y nuevas runas brillándole en los brazos. Su pelo brillaba plateado en su borrosa visión. Valentine blandeó su espada, y la cortó casi a la mitad. Magnus jadeó, la salvación perdida casi tan rápido como había sido encontrada, y luego volteó la cabeza ante el sonido de más pisadas en el suelo de piedra. Era un tonto por haber esperado otro rescate. Vio a uno del Círculo de Valentine, parado en la puerta con los ojos fijos en la chica lobo.
***
—¡Valentine! —gritó Lucian Graymark. Corrió hacia la chica, y Magnus se tensó, se enrolló para dar la vuelta, y luego se congeló al ver como Lucian cogía a la chica y giraba en dirección a su maestro—. ¿Cómo pudiste? ¡Era una niña!
Lucian estaba sujetando a la chica, su mano en su pelo, deslizándola por él. Magnus comenzaba a pensar que podía haber juzgado mal a Lucian Graymark. La cara de Valentine estaba blanca como un hueso. Se parecía a una estatua más que nunca. Valentine dijo despacio,
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—No, Lucian. Es un monstruo en forma de niña.
—¿No me prometiste acaso, obediencia incondicional? Dime, ¿Qué uso tengo para un segundo al mando que me desprestigia así? —Valentine, te quiero y comparto tu dolor, —dijo Lucian— Sé que eres un buen hombre. Sé que si paras y piensas, verás que esto es una locura. Cuando Valentine adelantó un paso hacia él, Lucian retrocedió otro. Curvó su mano protectoramente sobre la cabeza de la chica lobo mientras ella se aferraba a él con sus pequeñas piernas cerradas alrededor de su cintura, y su otra mano se movía libremente como si fuese a ir por un arma. —Muy bien, —dijo suavemente Valentine, al fin—. Será a tu manera. Se hizo a un lado para dejar a Lucian pasar a través de la puerta, hacia el corredor, y de nuevo dentro de la habitación donde los lobos habían pensado que estarían a salvo. Dejó que Lucian llevara la hija de los hombres lobos de nuevo a ellos, y lo siguió a distancia. Magnus no confío en Valentine por un instante. No creería que la chica estaba a salvo hasta que estuviese en los brazos de su madre. Lucian Graymark le había dado a Magnus el suficiente tiempo para que éste pudiese recuperar su magia. Magnus se concentró, y sintió su piel tejida mientras su poder se disolvía. Se levantó del suelo, y corrió tras ellos.
***
Muchos de los Cazadores del Círculo de Valentine todavía estaban de pie. Ninguno de los Whitelaw lo estaba. Maryse Lightwood tenía la cara entre sus manos. Algunos de los otros estaban temblando visiblemente. Ahora que las sombras y el frenesí de la batalla habían retrocedido, habían sido dejados en la luz para mirar lo que habían hecho.
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La lucha en el cuarto que habían abandonado estaba más tranquila, debido a que había tantos muertos. Alguien se las había ingeniado para volver a encender las luces. Había un lobo tendido muerto en el suelo, transformándose centímetro a centímetro en un joven pálido. Otro joven estaba muerto al lado de uno del Círculo, y en la muerte no lucían tan distintos.
—Valentine, —dijo Maryse, su voz implorando mientras que su líder se acercaba—. Valentine, ¿qué hemos hecho? Los Whitelaw están muertos… Valentine. Todos miraron a Valentine mientras se aproximaba, aferrándose a él como niños asustados más que adultos. Valentine los debió haber atrapado verdaderamente jóvenes, pensó Magnus, pero se encontró incapaz de importarle si sus cerebros habían sido lavados o diluidos, no después de lo que habían hecho. Parecía que aún había rastro de pena en él. —No han hecho nada más que tratar de apoyar la ley, —dijo Valentine—. Sabeis que todos los traidores a nuestra especie deben pagar algún día. Si hubiesen elegido hacerse a un lado, confiar en nosotros, sus compañeros hijos del ángel, todos hubiesen estado a salvo. —¿Qué hay de la Clave? —dijo el chico de los cabellos rizados, con una nota de desafío en la voz. —Michael, —murmuró el esposo de Maryse. —¿Qué hay con ellos, Wayland? —preguntó Valentine, su voz cortante—. Los Whitelaw murieron a causa de una revuelta de hombres lobo. Esa es la verdad, y eso diremos a la clave. El único del Círculo de Valentine que no estaba escuchando desesperadamente era Lucian Graymark. Hizo su camino hacia la mujer lobo, y dejó la pequeña niña en sus brazos. Magnus escuchó a la mujer inspirar cuando miró los ojos de su hija. La escuchó comenzar a llorar quedamente. Lucian se quedó parado entre madre e hija, luciendo profundamente perturbado, y luego cruzó la habitación con un repentino y determinado paso.
—Juntos. Pero mañana por la noche. ¿Vendrás a casa por la noche? —Valentine preguntó en voz baja—. Jocelyn tiene algo que decirte. Lucian sujetó el brazo de Valentine, claramente aliviado. —Por supuesto. Cualquier cosa por Jocelyn. Cualquier cosa por cualquiera de los dos. Lo sabes.
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—Vámonos, Valentine, —dijo—. Todo esto con los Whitelaw fue… fue un accidente terrible. No podemos tener a nuestro círculo sufriendo por eso. Deberíamos irnos ahora. Estas criaturas no valen tu tiempo, ninguna de ellas. Estos hombres lobo solo son perros callejeros que se separaron de su jauría. Tú y yo iremos a cazar al campamento de hombres lobo donde la verdadera amenaza reside esta noche. Derribaremos al líder juntos.
—Amigo mío, —dijo Valentine—. Lo sé. Valentine apretó el brazo de Lucian en respuesta, pero Magnus vio la mirada que Valentine le dio a Lucian. Había amor en esa mirada, pero también había odio, y el odio estaba ganando. Era claro con una aleta plateada de tiburón en las aguas oscuras de los ojos negros de Valentine. Había muerte en esos ojos. Magnus no estaba sorprendido. Había visto a muchos monstruos que podían amar, pero solo a unos pocos que habían dejado que el amor los cambiase, que habían sido capaces de transformar el amor por una persona en amabilidad por muchas. Recordaba la cara de Valentine mientras el líder del Círculo había cortado a Marian Whitelaw en mitades sanguinolentas, y Magnus se preguntó cómo sería vivir con alguien como Valentine, se preguntó cómo sería para su esposa, a quién Marian había descrito como alguien adorable. Podías compartir tu cama con un monstruo, apoyar tu cabeza en la misma almohada al lado de una cabeza llena de asesinato y locura. Magnus lo había hecho él mismo. Pero un amor tan ciego no duraba. Un día levantabas la cabeza de la almohada y veías que estabas viviendo en una pesadilla. Lucian Graymark parecía ser el único del lote con el cual valía la pena molestarse, y Magnus apostaría que era tan bueno como muerto. Magnus había estado tan equivocado en dejar que el pasado lo confundiera; había estado equivocado al pensar que el que tenía interiores bondadosos era Stephen Herondale. Magnus miró a Stephen, a su rostro hermoso y su boca débil. Magnus tuvo un impulso súbito de decirle al Cazador de Sombras que Magnus había conocido y amado a su ancestro, y que Tessa estaría tan decepcionada de él. Pero no quería que el Círculo de Valentine se acordara o fuera tras Tessa. Magnus no dijo nada. Stephen Herondale había escogido su lado, y Magnus el suyo.
Magnus corrió hacia donde el viejo Adam Whitelaw yacía en una piscina de sangre, una brillante hacha yaciendo, dura y quieta, en la misma piscina oscura. —¿Marian? —preguntó Adam. Magnus se apoyó sus rodillas en la piscina, manos buscando y cerrando las peores de las heridas. Pero había tantas, demasiadas.
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El Círculo de Valentine se retiró del almacén, marchando como un pequeño ejército.
Magnus miró a los ojos de Adam, donde la luz se estaba extinguiendo, y supo que Adam leyó la respuesta en su cara antes de que pudiera pensar en mentirle. —¿Mi hermano? —preguntó Adam—. ¿Los―los niños? Magnus miró alrededor del cuarto a los muertos. Cuando miró de vuelta, Adam Whitelaw había girado la cara hacia el otro lado y cerrado la boca, así no podría traicionar ni al dolor físico ni al espiritual. Magnus usó toda la magia que le quedaba para apaciguar el dolor del hombre, y al final Adam levantó la mano y detuvo con la suya la de Magnus, para después descansar su cabeza contra el brazo de Magnus. —Es suficiente, brujo, —dijo, en una voz rasposa—. No viviría… no viviría si pudiera. —Tosió, un húmedo y terrible sonido, y cerró los ojos. —Ave atque vale, Cazador de Sombras, —suspiró Magnus—. Tu ángel estaría orgulloso. Adam Whitelaw no pareció escuchar. Fue solo un poco después que el último de los Whitelaw moría en los brazos de Magnus.
***
La Clave creía que los Whitelaw habían sido matados por hombres lobo desertores, y nada de lo que dijo Magnus hizo alguna diferencia. No había esperado que le creyeran. Ni siquiera sabía por qué había hablado, excepto que los Nephilim claramente preferían que se mantuviera callado. Magnus esperó por el retorno del Círculo.
No mucho después de la noche del almacén, Lucian Graymark desapareció como si hubiese muerto, y Magnus asumió que lo había hecho. Un año después Magnus obtuvo una palabra sobre Lucian de nuevo. Ragnor Fell le dijo a Magnus que había un hombre lobo, que una vez había sido Cazador de Sombras, que estaba esparciendo la palabra de que el tiempo había llegado, que los Subterráneos tenían que estar listos para luchar contra el círculo. Valentine descubrió su plan y armó su Círculo en el tiempo en que los Acuerdos de Paz entre los Nephilim y los Subterráneos tenían que ser firmados de nuevo. Su Círculo atacó a Cazadores y Subterráneos por igual en el Gran Salón del Ángel.
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El Círculo no vino a Nueva York otra vez, pero Magnus los vio otra vez. En el Levantamiento.
Gracias al aviso de Lucian Graymark, los Subterráneos fueron capaces de correr hacia el salón y sorprender al Círculo de Valentine. Habían sido advertidos con antelación y estaban bien armados. Los Cazadores de Sombras sorprendieron a Magnus entonces, como los Whitelaw lo habían hecho antes. La Clave no abandonó a los Subterráneos y se unió al Círculo. La vasta mayoría de ellos, la Clave y los líderes de los Institutos, escogieron la opción que los Whitelaw habían escogido antes que ellos. Lucharon por sus aliados jurados y por la paz, y el Círculo de Valentine fue vencido. Pero una vez que la batalla terminó, Los Cazadores de Sombras culparon a los Subterráneos por la muerte de tantos de su gente, como si la batalla hubiese sido idea de los Subterráneos. Los Cazadores de Sombras de enorgullecían de su sistema de justicia, pero sus sistema, para la gente de Magnus, era siempre amargo. Las relaciones entre Nephilim y Subterráneos no mejoraron. Magnus pensaba que nunca lo harían. Especialmente cuando la Clave había mandado a los restantes miembros del Círculo, los Lightwood y otro miembro del Círculo llamado Hodge Starkweather, a la ciudad de Magnus, para pagar por sus crímenes a cargo del Instituto de Nueva York como exiliados de la Ciudad de Cristal. Los Cazadores de Sombras estaban lo suficientemente reducidos después de la masacre, y no podían usar la Copa Mortal para regenerarse, la cual parecía haberse perdido con Valentine. Los Lightwood sabían que habían sido tratados con piedad gracias a sus altss conexiones en la Clave, y que si se resbalaban aunque sea una vez, la Clave los aplastaría.
Por más de dos años después del Levantamiento, Magnus no vio a nadie del Círculo de Valentine de nuevo. Hasta que lo hizo.
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Rafael Santiago de los vampiros, quién le debía un favor a Magnus o veinte, reportó que los Lightwood eran distantes pero escrupulosamente justos con cada Subterráneo que contactaba con ellos. Magnus sabía que tarde o temprano tendría que trabajar con ellos, aprendería a ser civilizado con ellos, pero prefería que fuese tarde antes que temprano. La sangrienta tragedia del Círculo de Valentine estaba acabada, y Magnus prefería no volver a mirar atrás a la oscuridad sino que mirar hacia adelante y esperar porque hubiese luz.
Nueva York, 1993. L
a vida de los brujos era una de inmortalidad, magia, glamour, y diversión a través de los años.
A veces, de cualquier modo, Magnus quería quedarse adentro y mirar televisión como cualquier otra persona. Estaba acurrucado en el sillón con Tessa, y estaban viendo un video de Orgullo y Prejuicio. Tessa se estaba quejando de cómo el libro era mucho mejor. —Esto no es lo que Jane Austen hubiese querido, —le dijo Tessa—, si pudiera ver esto, estoy ciertamente segura de que estaría horrorizada. Magnus se levantó del sillón y fue a pararse junto a la ventana. Estaba esperando un poco de comida china, y estaba muy hambriento de un día de descanso y vagancia. No veía ningún chico del reparto. La única persona en la calle era una chica joven llevando un bebé apretado fuertemente contra el frío. Estaba caminando rápido, sin duda de vuelta a su hogar. —Si Jane Austen pudiese ver esto, — dijo Magnus—, asumo que estaría gritando, “¡Hay demonios diminutos en esta caja pequeña! ¡Conseguid a un clérigo!” mientras golpea la televisión con su sombrilla. El timbre de la calle sonó y Magnus se alejó de la ventana. —Al fin, —dijo Magnus, agarrando un billete de 10 dólares de una mesa cercana a la puerta, y arrastró al repartidor dentro—. Necesito algo de bife y brócoli antes de enfrentar algo más de Mr. Darcy. Es una verdad común altamente conocida que si miras mucha televisión con el estómago vacío, se te cae la cabeza.
Magnus asintió y se tocó el pelo, que ahora barría a la altura de su barbilla. Abrió la puerta, todavía en pose, y se encontró a sí mismo observando a una mujer con una corona de rizos rojos. Estaba sosteniendo a un bebe. Era la mujer que había visto en la calle unos segundos antes. Magnus estaba asombrado de ver a alguien en su puerta que luciese
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—Si tu cabeza se cae, —dijo Tessa— la industria de la peluquería se iría directa a una quiebra.
tan… mundano. La mujer estaba vestida en vaqueros desgastados y una camiseta teñida. Bajo la mano, que había sido levantada como si fuese a golpear la puerta, y Magnus vio el parpadeo de las descoloridas, y plateadas cicatrices en su brazo. Magnus había visto lo suficiente de ellas para no confundirse. Llevaba Marcas de la Alianza, y las lucía como recuerdos de viejas runas como suvenires. No era una mundana en lo más mínimo, entonces. Era una Cazadora de Sombras, pero una Cazadora no luciendo marcas nuevas o vistiendo el equipo. No estaba aquí por asuntos oficiales de Cazadores de Sombras. Ella era un problema. —¿Quién eres? —demandó Magnus. Ella tragó, y replicó, —Soy… Era Jocelyn Morgenstern. El nombre conjuró recuerdos de hacía años. Magnus recordó la espada deslizándose por su espalda y el gusto de la sangre. Lo hizo querer escupir. La novia del monstruo en su puerta. Magnus no podía apartar la mirada. Ella estaba mirando también. Parecía estupefacta por el pijama de Magnus. Él estaba claramente ofendido. No había invitado a ninguna esposa de líderes locos odio-culto a venir y juzgar su guardarropa. Si quería usar una camiseta y pijamas acordonados escarlata con un estampado de osos polares negros y un desabillé negro de seda, podía hacerlo. Ninguno de los otros que habían sido lo suficientemente afortunados para ver a Magnus en su vestimenta de noche se habían quejado.
Abrió la puerta más ampliamente para que Tessa pudiera ver quién estaba ahí. Nada más se dijo por un momento. Entonces Magnus vio el bulto cubierto con una manta blanca en los brazos de Jocelyn moverse. Fue en ese momento en que se acordó que había un niño. —He venido aquí, Magnus Bane, —dijo Jocelyn—, para pedir tu ayuda.
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—No recuerdo haber ordenado a la novia de un maniático malvado, —dijo Magnus— era definitivamente bife con brócoli. ¿Qué hay sobre ti, Tessa? ¿Has ordenado tú a la novia de un maniático malvado?
Magnus agarró el borde de la puerta hasta que sus nudillos se tornaron blancos. —Déjame pensar, —dijo—. No. Fue detenido por la voz de Tessa, suave. —Déjala entrar, Magnus —dijo Tessa. Magnus se dio la vuelta para mirar a Tessa. —¿Enserio? —Quiero hablar con ella. El tono de Tessa había adquirido un timbre extraño. También, el repartidor había aparecido en el vestíbulo trayendo su bolsa de comida. Magnus le asintió a Jocelyn para que entrase, entregó los 10 dólares, y cerró la puerta en la cara confundida del hombre antes de que éste tuviera tiempo de entregar la comida. Ahora Jocelyn estaba parada luciendo incómoda al lado de la puerta. La pequeña persona en sus brazos pateó sus piernitas y las estiró. —Tienes un bebé, —dijo Magnus, indicando lo que ya era obvio. Jocelyn se movió incómoda y apretujó el bebé en su pecho. Tessa se acercó sigilosamente y se paró al lado de Jocelyn. Aunque usara calzas negras y una camiseta muy grande que decía WILLIAM QUIERE UNA MUÑECA, siempre llevaba con ella un aire de formalidad y autoridad con ella. La camiseta era un dicho feminista que decía que a los niños les gustaba jugar con muñecas y a las chicas con camiones, pero Magnus sospechaba que la había elegido parcialmente por el nombre. El esposo de Tessa había estado muerto por el suficiente tiempo para que su nombre trajera de nuevo felices, pasados recuerdos antes de la cruda agonía que ella había sentido por años después de su partida. Otros brujos habían amado y perdido, pero pocos eran tan desesperanzadamente leales como Tessa lo era. Muchas décadas después no había dejado a nadie ni siquiera acercarse a ganar su corazón.
Jocelyn pestañeó como si no hubiese esperado una lectura de su propio árbol genealógico. —Eso es correcto. —Dijo cautelosamente.
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—Jocelyn Fairchild, —dijo Tessa—. Descendiente de Henry Branwell y Charlotte Fairchild.
—Verás, los conocí, —explicó Tessa—. Tienes un gran parecido con Henry. —¿Los conociste? Entonces tú debes ser… Henry había estado muerto durante la mayor parte del siglo, y Tessa no parecía tener más de veinticunco años. —Entonces, ¿también eres una bruja? —Preguntó sospechosamente Jocelyn. Magnus vio sus ojos oscilar de pies a cabeza en Tessa, buscando alguna marca de demonios, la señal que indicaría a los Cazadores de Sombras que era inmortal, inhumana, y despreciada. Algunos brujos podrían esconder sus marcas debajo de la ropa, pero Jocelyn podría ver tanto de Tessa como desease y nunca encontraría una marca. Tessa no hizo oscilación de acercarse a ella obstrusivamente, pero repentinamente estaba claro que Tessa era más alta que Jocelyn, y sus ojos grises podían ser muy fríos. —Lo soy, —dijo Tessa—. Soy Theresa Gray, hija de el Más Grande de los Demonios y de Elizabeth Gray, quien nació de Adele Starkweather, una de tu especie. Fui la esposa de William Herodale, quien fue el líder del Instituto de Londres, y fui la madre de James Herondale y Lucie Blackthorn. Will y yo criamos a nuestros hijos Cazadores de Sombras para proteger a los mundanos, para vivir por las Leyes de la Clave y la Alianza, y mantener los Acuerdos. Habló en una forma que conocía bien, a la manera de los Nefilim. —En un tiempo viví junto a los Cazadores de Sombras, —dijo con suavidad Tessa—. En un tiempo podría haberme parecido a ti.
—Entiendo si encuentras mis crímenes en contra de los Subterráneos imperdonables, —dijo Jocelyn—, pero yo… no tengo ningún otro lugar al que ir. Y necesito ayuda. Mi hija necesita ayuda. Es una Cazadora de Sombras y la hija de Valentine. No puede vivir entre los de su especie. No podemos regresar nunca. Necesito un hechizo para proteger sus ojos de todo excepto el mundo mundano. Puede crecer a salvo y feliz en el mundo mundano. Nunca tiene que saber lo que era su padre, —Jocelyn se atragantó, pero levantó la barbilla y añadió—, o lo que su madre hizo. —Así que vienes suplicándonos, —dijo Magnus—. A los monstruos.
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Jocelyn parecía perdida, en la forma que las personas lo estaban cuando aprendían algo tan extraño que todo el mundo parecía desconocido.
—No tengo discrepancias con los Subterráneos, —dijo Jocelyn al final—. Yo… mi mejor amigos en un Subterráneo, y no creo que él esté tan cambiado de la persona que siempre quise. Estaba equivocada. Tendré que vivir por siempre con lo que hice. Pero por favor, mi hija no hizo nada. Su mejor amigo, un Subterráneo. Magnus suponía que Lucian Graymark aún estaba vivo, entonces, sin embargo, nadie le había visto desde el Levantamiento. Magnus pensé un poco mejor de Jocelyn por reclamarle como su mejor amigo. Las personas decían que ella y Lucian habían planeado defender a Valentine juntos, aunque Jocelyn no había estado ahí para confirmar el rumor después de la batalla. Magnus no había visto a Jocelyn durante el Levantamiento. Ni siquiera había sabido si creer o no la reclamación. Magnus casi había considerado que la justicia de los Cazadores de Sombras era más cruel, y él no quería ser cruel. Miró a la agotada cara desesperada de la mujer y al bulto en sus brazos, y no pudo ser cruel. Creía en la redención, la iniciada gracia en cada persona que conocía. Era una de las pocas cosas en las que había creído, la posibilidad de belleza cuando se enfrentaba con la realidad de tanta fealdad. —Dijiste que estuviste casada con un Herondale, —apeló Jocelyn a Tessa, la voz tan débil como si ya pudiese ver la debilidad de ese argumento pero no tenía otro que hacer—. Stephen Herondale era mi amigo…
Tessa se detuvo, y miró el desesperanzado rostro blanco de Jocelyn, después dijo, con más amabilidad. —Pero Stephen Herondale tomó sus propias decisiones, y tu has hecho otras a pesar de que la odias. Sé que Valentine podría no haber sido derrotado sin tu ayuda. Y tu hija no ha hecho nada malo a nadie.
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—Stephen Herondale me habría matado si me hubiera conocido, — dijo Tessa—. No habría estado viviendo a salvo entre las personas como vosotros. Soy la esposa y madre de guerreros que lucharon y murieron y nunca se deshonraron como tú has hecho. He llevado engranajes, y demonios asesinos, y ojala estuviese por encima del mal para que así pudiese vivir y ser feliz con aquellos a los que amaba. Tenía la esperanza de que habría hecho de este un mundo mejor y más seguro para mis hijos. Debido al Círculo de Valentine, la línea Herondale, la línea que era de los hijos de los hijos de mis hijos, está acabada. Eso ocurrió por ti, tu Círculo y tu marido. Stephen Herondale murió con odio en su corazón y la sangre de mi gente en sus manos. No puedo imaginar manera más horrible para el fin de mi línea y la de Will. Llevaré durante el resto de mi vida la herida de lo que el Círculo de Valentine me ha hecho, y viviré para siempre.
―Eso no significa que tenga derecho a nuestra ayuda —interrumpió Magnus. No quería rechazar a Jocelyn, pero aun había una persistente voz en su interior que le decía que ella era un enemigo—. Además de lo cual, no soy caritativo con los Cazadores de Sombras y dudo que ella tenga dinero para pagar por mi ayuda. Los fugitivos raras veces tienen buenos fondos. —Encontraré el dinero —dijo Jocelyn—. No soy un caso de caridad, y ya no soy una Cazadora de Sombra. No quiero tener nada que ver con los Cazadores de Sombras. Quiero ser otra persona. Quiero criar a mi hija para que sea otra persona, no ligada a la Clave o extraviada por cualquiera. Quiero que sea más valiente y más fuerte de lo que yo fui, y que permita que nadie decida su destino más que ella. —Nadie podría pedir más que eso para su hijo —dijo Tessa y se acercó más—. ¿Puedo cogerla? Jocelyn dudó por un momento, manteniendo cerca al pequeño bulto que era el bebé. Después, lenta y reluctantemente, sus movimientos casi espasmódicos, se inclinó adelante y puso al bebe con enorme cuidado en brazos de una mujer a la que acababa de conocer. —Es preciosa —murmuró Tessa. Magnus no sabía si Tessa había cogido a algún bebé en décadas, pero movió a la niña hacia su cadera y mantuvo firme el círculo de su brazo, con instintivo amor y habitual aire que el de un padre. Magnus la había visto así una vez, cogiendo a uno de sus nietos de esa forma—. ¿Cuál es su nombre?
Magnus miró sobre el hombro de Tessa al rostro de la niña. Era más mayor de lo que Magnus había pensado, pequeña para su edad, pero su rostro casi había perdido la redondez de su infancia: debía tener cerca de dos años y ya se parecía a su madre. Se veía como una Fairchild. Tenía rizos pelirrojos, el mismo color que los de Henry, agrupados en su pequeña cabeza y ojos verdes, como vidrio claro y joyas brillantes, y parpadeando parar mirar con curiosidad a su alrededor. No pareció objetar al ser entregada a una extraña. Tessa cogió la manta del bebé de la forma más segura que pudo y el pequeño puño regordete de Clary se cerró con decisión entorno al dedo de Tessa. La niña movió el dedo de Tessa de un lado a otro, como si demostrase su nueva posesión. Tessa sonrió al bebé, una brillante sonrisa lenta. y susurró: —Hola, Clary.
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—Clarissa —dijo Jocelyn mirando a Tessa atentamente, y luego, como si estuviera contando un secreto, dijo—: La llamo Clary.
Estaba claro que Tessa acababa de tomar una decisión. Magnus se inclinó, su hombro ligeramente apoyándose contra el de Tessa, y se asomó para ver el rostro de la niña. Hizo un gesto para captar su atención, moviendo los dedos para que todos los anillos brillasen bajo la luz. Clary rio, con todos sus dientes como perlas y de pura alegría, y Magnus sintió el nudo de resentimiento de su pecho aflojarse. Clary se retorció en una clara e imperiosa señal de que quería ser bajada, pero Tessa la entregó a Jocelyn por lo que la madre de Clary podría decidir si debería hacerlo o no. Jocelyn no podría querer a su hija deambulando en la casa de un brujo. Jocelyn miró alrededor con aprensión, pero o decidió que era un lugar seguro o el pequeño y atento escudriño de Clary era cabezonería y su madre sabría que tendría que dejarla libertad. Puso abajo a Clary y Clary fue dando tumbos con determinación fuera de su alcance. Se quedaron en pie y observaron su pequeña cabeza balancearse mientras agarraba, de uno a uno, un libro de Tessa, un candelabro de Magnus (el cual Clary masticó pensativamente durante un momento) y una bandeja de plata que Magnus había dejado debajo del sofá. —Una pequeñaja curiosa, ¿verdad? —preguntó Magnus. Jocelyn miró hacia Magnus. Sus ojos habían estado ansiosamente fijos en su hija. Magnus se encontró sonriéndola—. No es une mala cualidad, —le aseguró—. Podría llegar a convertirse en una aventurera. —Quiero que crezca a salvo y feliz —dijo Jocelyn—. No quiero que tenga aventuras. Las aventuras hacen que la vida sea cruel. Quiero que tenga una vida mundana, tranquila y dulce, y esperaba que al nacer no fuera capaz de ver el Mundo de las Sombras. No es un mundo para una niña. Pero nunca he tenido suerte con la esperanza. Esta tarde le vi intentando jugar con un hada. Necesito que me ayudes. Necesito que le ayudes. ¿Puedes cegarla de todo eso?
Se arrepintió de sus palabras tan pronto como las hubo dicho. Jocelyn le miró, con el rostro pálido, como acabase de ser golpeada. Pero Jocelyn Morgenstern no era el tipo de mujer que lloraba, no el tipo de mujer que se rompia, o Valentine la hubía roto hacía tiempo. Se mantuvo alta y preguntó, su voz a un nivel: —¿Hay algo más que puedas hacer?
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―¿Puedo arrancar una parte esencial de la naturaleza de tu hija y torcerla de una forma a la que te adaptes mejor? —le preguntó Magnus—. Solo si quieres que al final se vuelva loca.
—Hay… algo más que podría intentar, —dijo Magnus. No dijo lo que haría. Mantuvo la mirada en la niña, y el recuerdo de la joven licántropo a la que Valentine había cegado, del Edmund Herondale despojado de sus Marcas siglos atrás y de los Jamie y Lucie Herondale de Tessa y todos los que habían nacido. No les quitaría un niño a los Cazadores de Sombras, a aquellos para los que la Ley estaba antes que la misericordia. Clary espió al pobre gato de Magnus. El Gran Catsby, ya entrado en años, yacía boca abajo sobre un cojín de terciopelo, su esponjosa cola gris estaba sobre él. Los adultos vieron el inminente desastre. Dieron un paso hacia delante, como uno solo, pero Clary ya había tirado firmemente de la cola del Gran Catsby, con el aire seguro de una condesa que alargaba la mano para alcanzar la campana para llamar a su doncella. El Gran Catsby dio un maullido de protesta por la indignación, se volvió y arañó a Clary, que comenzó a gritar. Jocelyn estaba de rodillas al lado de Clary en un instante, su pelo rojo como un velo sobre su hija, como si pudiera apartar de alguna manera a Clary de todo el mundo. —¿Es parte ¡ banshee? —preguntó Magnus sobre el intenso grito. Clary sonaba como una sirena de policía. Magnus se sentía como si fuera a ser arrestado por vigésimo séptima vez. Jocelyn le miró a través del pelo y Magnus levantó las manos en señal de rendición—. Oh, perdóname por implicar que las líneas de sangre de los hijos de Valentine son cualquier cosa menos pura. —Vamos, Magnus —dijo Tessa tranquilamente. Ella había amado a más Cazadores de Sombras de los que Magnus jamás hizo. Ella fue y se detuvo junto a Jocelyn. Puso una mano sobre el hombro de Jocelyn, y Jocelyn no lo apartó.
—¿Y qué Hermana de Hierro o Hermano Silencioso haría esa ceremonia por mí sin entregarnos a Clary y a mí a la Clave? —exigió Jocelyn—. No. No puedo arriesgarme. Si ella no sabe nada del Mundo de las Sombras estará a salvo. —Mi madre era una Cazadora de Sombras que no sabía nada del Mundo de las Sombras —dijo Tessa—. Eso no la mantuvo a salvo.
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—Si quieres que tu hija esté a salvo —dijo Magnus—, no solo necesita un hechizo para esconder la visión. También necesitará ser protegida de lo sobrenatural, de cualquier demonio que pudiera venir a llevársela.
Jocelyn miró a Tessa con horror abierto, obviamente capaz de adivinar la historia de lo que había sucedido: un demonio había conseguido tener acceso a una Cazadora de Sombras sin protección y Tessa había sido el resultado. Hubo un silencio. Clary se había girado para curiosear a Tessa mientras Tessa se había acercado, olvidando sus gritos. Ahora levantó los regordetes brazos pequeños hacia Tessa. Jocelyn dejó a ésta tomar en brazos a su hija de nuevo, y esta vez Clary no intentó de apartarse de ella. Clary se limpió la cara contra la camiseta de Tessa. Parecía ser un gesto de afecto. Magnus esperaba que nadie le ofreciera a Clary a él y su actual condición pegajosa. Jocelyn parpadeó y comenzó, lentamente, a sonreír. Magnus notó por primera vez que era hermosa. —Clary nunca conocerá a los Fairchild. Quizás… quizás pueda decir que no eres una desconocida para los Fairchilds. Tessa miró a Jocelyn con sus ojos grises claro. Magnus pensó, en este caso, que Tessa estaba viendo más que él. —Tal vez. Te ayudaré con la ceremonia —prometió ella—. Conozco a un Hermano Silencioso que guardará cualquier secreto, si se lo pido. Jocelyn bajó la cabeza. —Gracias, Theresa Gray. Magnus pensó en cómo de indignado habría estado Valentine viendo a su mujer suplicar a los Subterráneos, viendo a su hija en brazos de una bruja. La idea de Magnus de responder a la apelación de Jocelyn con crueldad retrocedió incluso más. Esta parecía el tipo de venganza que deseaba conseguir —para probar, incluso tras la muerte de Valentine, lo equivocado que él había estado. Se acercó a las dos mujeres y a la niña, miró a Tessa y vió su asentimiento.
Jocelyn se estremeció. —No me llames así, soy...Soy Jocelyn Fairchild. —Pensé que ya no eras una Cazadora de Sombras —dijo Magnus—. Si no quieres que te encuentren, cambiarte el apellido me parece el primer
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—Bueno, entonces —dijo Magnus—. Parece que vamos a ayudar a Jocelyn Morgenstern.
paso, uno bastante elemental. Confía en mí, soy un experto. He visto muchas películas de espías. Jocelyn parecía escéptica y Magnus rodó los ojos. —Yo tampoco nací con el nombre "Magnus Bane" —dijo—. Se me ocurrió ponerme uno nuevo por mi cuenta. —En realidad, yo nací como Tessa Gray —dijo Tessa—. Pero tú puedes elegir el nombre que te parezca adecuado. Siempre he dicho que hay una gran cantidad de poder en las palabras, eso significa que también incluye a los nombres. Un nombre que elijas por ti misma puede contar la historia de lo que será tu destino, y de quien tienes intención de ser. —Llámadme Fray. Permitirme unir el nombre de los Fairchild, mi familia perdida, y los Gray. Porque eres... de una familia amiga —dijo Jocelyn, hablando con súbita firmeza. Tessa sonrió a Jocelyn, mirándole sorprendida pero contenta y Jocelyn sonrió a su hija. Magnus vio la determinación en su rostro. Valentine había querido aplastar el mundo como Magnus lo conocía. Pero en su lugar esta mujer había ayudado a que lo aplasten, y ahora estaba mirando a su hija como si pudiera crear otro mundo brillante, nuevo, sólo para Clary, para que Clary nunca fuera alcanzada por la oscuridad del pasado. Magnus sabía lo que era querer olvidar algo con tanta fuerza como quería Jocelyn, conocía el impulso apasionado de proteger lo que venía con el amor. Quizás ninguno de los niños de la nueva generación —ni esa pequeña pelirroja testaruda, o las medias hadas Helen y Mark Blackthorn en el Instituto de Los Ángeles, o incluso los hijos de Maryse Lightwood que crecerían en Nueva York lejos de la ciudad de Cristal— nunca tendrían que saber la verdad sobre el horrible pasado. Jocelyn acarició el rostro de la niña y todos observaron como la bebé sonreía y su rostro se iluminaba con la alegría de vivir. Ella era una historia en sí misma, dulce y llena de esperanza, acabando de comenzar.
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—Jocelyn y Clary Fray —dijo Magnus—, es un placer conoceros.
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Códice de los Cazadores de Sombras
Introducción Traducido por katiliz94
B
ienvenido y felicidades. Has sido elegido para ser uno de los Nefilin. Pronto, si no los has hecho aún, beberás de la Copa Inmortal, tomando dentro de ti la sangre de los ángeles, así te convertirás en uno de los “Cazadores de Sombras,” nombrado para fundar nuestra orden. Nuestro eterno trabajo es la batalla contra las fuerzas de la oscuridad que infringen en nuestro mundo. También mantenemos la paz en el Mundo de las Sombras —las sociedades escondidas de magia y criaturas mágicas forjadas por los demonios con los que luchamos— y la mantenemos oculta del mundo mundano. Y ahora esta también es tu oportunidad. Eres el protector, defensor y caballero errante en el nombre de los ángeles. Serás entrenado para luchar con demonios, proteger a los mundanos, negociar el complejo panorama de los Subterráneos — hombres lobos, vampiros, y similares— que encontraras. Tu vida estará agotada en la búsqueda de lo angelical contra lo demoniaco. Y cuando mueras, morirás con gloria.
Este Códice sirve para asistirte en aclimatarte al nuevo mundo en el cual has sido lanzado. La mayoría de Cazadores de Sombras son nacidos en esta vida, criados y sumergidos constantemente desde su nacimiento, y así muchas cosas sobre el mundo que son de naturaleza secundaria para ella serán nuevas para ti. Has sido reclutado fuera de tu vida mundana, y con rapidez encontraras que esto es confuso y peligroso. Este libro está diseñado especialmente para reducir tu confusión y, con idea, de mantenerte vivo el tiempo suficiente como para ser un Cazador de Sombras lleno de buena reputación en tu Instituto local. No hace falta decir que va contra la Ley del Códice estar relacionado con algunas otras personas más que los Cazadores de Sombras y mundanos en el proceso de Ascensión (mira “Matrimonios
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Esto puede parecer una intimidante descripción de la vida de los Cazadores de Sombras, pero debemos enfatizar el carácter sagrado y el peso de nuestra misión. Unirse a los Nefilim no es como ser un policía mundano, o incluso un soldado mundano. “Cazador de Sombras” no es lo que haces; es quien eres. Cada aspecto de tu vida cambiara para acomodar la tarea sagrada que te ha sido dada.
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Mixtos”)
¿Qué es un Cazador de Sombras? Los Nefilim somos los guerreros designados en la Tierra por el Ángel Raziel. Estamos específicamente designados a controlar y presidir a los demonios en nuestro mundo, tanto demonios como criaturas sobrenaturales nacidas de su presencia entre nosotros. Hace miles de años Raziel otorgo sobre nosotros las herramientas para llevar a cabo nuestra tarea. Esas herramientas son: —Los Instrumentos Mortales, por los cuales podemos conocer la verdad, hablar con los ángeles, y crear más de nuestra especie. —El país de Idris, en la cual podemos vivir con seguridad lejos tanto de los demonios como del mundo mundano. —El Libro de Raziel (o “Libro Gris”), con el que podemos usar la magia de los ángeles para protegernos e incrementarnos. Esos son los regalos dados por Raziel al primer Nefilim, Jonathan Shadowhunter2, y tras él nos llamamos Cazadores de Sombras.
Sí, sí, sí. ¡Ve adonde aprendas kung fu! Claro, es conveniente que él fuera llamado ya así. Se convierte en un buen nombre para ellos.
Hay muchas versiones del juramento que es dicho por los nuevos Nefilim cuando beben de la Copa Mortal y se unen a nuestras filas. El más usado fue creado poco más de cien años, como parte de las reformas que se extendieron a través del Mundo de la Sombras en ese tiempo. Reemplazó un juramento más antiguo cuyo lenguaje era muy marcial en tono y que mayormente se centraba en el hecho de que los Cazadores de Sombras eran buenos al matar cosas. Típicamente en ese tiempo el juramente fue dicho en varias lenguas sagradas —Latin, Sanscrito, Hebreo, etcetera— y era tratado más como una formalidad para excusar que las palabras para escuchar y reflejar. El juramento continua. Deberías encomendártelo a la memoria. En el Se deja Shadowhunters debido que aquí hace referencia a la palabra no como “Cazadores de Sombras,” sino como a un apellido. 2
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Juramento de Cazador de Sombras
momento que seas hecho Cazador de Sombras, necesitaras recitarlo sin ninguna petición. Muchos nuevos Cazadores de Sombras se han quejado de que eso es una carga innecesaria, para lo cual respondemos a esos soldados medio angelicales contra las fuerzas oscuras del mundo que no deberían ser inmutados por la necesidad de memorizar cientos de palabras. Por la presente juro: Seré la Espada de Raziel, extendiendo los brazos para derribar al malvado. Seré la Copa de Raziel, ofreciendo mi sangre en nuestra misión. Seré el Espejo de Raziel; cuando mis enemigos me observen, les mostraré su rostro en el mío. Por la presente prometo: Serviré con el coraje de los ángeles. Serviré la justicia de los ángeles. Y serviré con toda la misericordia de los ángeles. Hasta el momento en el que deba morir, seré Nefilim. Me comprometo en Acuerdo como Nefilim, y comprometo mi vida y mi familia a la Clave de Idris. ¿Pensarías que el juramento sería más largo? No es así —hay un tropecientos de leyes que estás de acuerdo en seguir. Están cubiertas por él “en Acuerdo.”
La mayoría de mundanos Ascendentes como tu renuncian al nombre de su familia en favor de crear un tradicional nombre de Cazador de Sombras. Por tradición muchos de los nombres de familias de Cazadores de Sombras son compuesto, como “Shadowhunter” de por sí — en este caso, “shadow” + “hunter.” El nombre de Jonathan obviamente era Shadowhunter, no realmente “Shadowhunter” —tal coincidencia empobrecería la creencia. NM, mi reclamo ha sido anticipado. Codigo 1, Me 0. Esa coincidencia —empobrece la creencia. Un ángel de 18 metros de alto se aparece ante ti— aparentemente no empobrece la creencia.
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Nombres de Cazadores de Sombras
Como Jonathan Shadowhunter fuese llamado, antes de que fuese hecho el primer Nefilim de Raziel, está perdido en la historia; ni siquiera sabemos de qué país procede. Le fue dado el nombre Shadowhunter por Raziel (solía encontrarse en palabras separadas o guiones, como en “Shadowhunter,” anteriormente en la historia) como un símbolo de su transformación. De acuerdo con muchos dichos de la historia, Raziel dijo a Jonathan, “Te otorgo la luz y el fuego de los ángeles, para iluminar tu camino en la oscuridad, para ti y tus acompañantes que serán los Cazadores de las Sombras.3” como Maestros del Universotm. No tanto como ellos, no. Espera hasta que conozcas al Maestro del Universo Jonathan. Hay un tipo de poesía en la selección del nombre de familia de los Cazadores de Sombras; combinar solo dos cosas en un nombre no es suficiente. Tu nombre debería intentar reflejar algo sobre quien eres, o de dónde eres, o qué tipo de esperanza tienes. En orden para tus propias ideas, aquí te proveemos una lista de palabras en inglés apropiadas que pueden ser combinados para hacer nombres. Simplemente selecciona dos y ponlas la una al lado de la otra. Suelen sonar mejor en un orden que en el otro. NOTA: USA TU JUICIO. Tu nombre debe ser aprobado por aquellos evaluando tu petición para la Ascension. No intentes nombrarte Dragonrider4, Firedance o Elfstar. Se supone que los Nefilim tienen que ser inadvertidos. Cosas obvias tales como Hammerfist o Bloodsteel deberían ser evitadas. ALDER (Aliso5) APPLE (Manzana) ASH (Ceniza) ASPEN (Chopo temblón) BAY (Bahía) BEAR (Oso)
En este caso no sería traducido como Cazadores de sombras (Shadowhunters) sino como Cazadores de las Sombras (Hunters of the Shadows). 4 Dragonrider (Montador de dragones), Firedancer (Bailador de fuego) o Elfstar (Elfo estrella); Hammerfist (Puño de martillo), Bloodsteel (Sangre de acero). 5 Hace referencia a un tipo de madera. 3
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BLACK (Negro)
BLOOD (Sangre) BLUE (Azul; Dolor) BOW (Arco) BRANDY (Aguardiente) BROWN (Marrón) BULL (Toro) CAR (Coche) CART (Cesta) CHERRY (Cereza) CHILD (Niño) COCK (Gallo) CROSS (Cruz) DOVE (Paloma) EARTH (Tierra) FAIR (Justo) FISH (Pez) FOX (Zorro) GOLD (Oro) GRAY (Gris) GREEN (Verde) HALLOW (Santificar) HAWK (Halcón)
HEART (Corazón) HERON (Garza) HOOD (Capucha)
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HEAD (Cabeza)
HUNTER (Cazador) KEY (Llave; Clave) LAND (Tierra) LIGHT (Luz) MAPLE (Madera de arce) MARK (Marca) MERRY (Alegre) NIGHT (Noche) OWL (Buho) PEN (Boligrafo) PINE (Pino) RAVEN (Cuervo) RED (Rojo) ROSE (Rosa) SCALE (Balanza) SCAR (Cicatriz) SHADE (Tono) SHADOW (Sombra) SILVER (Plata) STAIR (Escalera) STARK (Austero) STORM (Tormente)
TOWER (Torre) TREE (Árbol) WAIN (Carreta)
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THRUSH (Empujón)
WALKER (Caminante) WATER (Agua) WAY (Camino) WEATHER (Tiempo) WELL (Fuente) WHEEL (Volante) WHITE (Blanco) WINE (Vino) WOLF (Lobo) WOOD (Madera; Bosque) WRIGHT (Trabajador) YOUNG (Joven)
¿Cuál es tu nombre de Cazador de Sombras? Fairchild. No puedo creer que realmente escribiese eso. Definitivamente ni STORMWALKER o NIGHTRAVEN —¿qué piensas? Bloodsucker encaja.
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No es bueno hermano.
Glosario de los Cazadores de Sombras ¿No debería ser “glosaire6”? El mundo al que estas entrando es un secreto. Se mantiene escondido de la vasta mayoría del mundo mundano, quienes ni siquiera saben que nuestra especie existe, mucho menos conocen las variedades de monstruosHERMOSOS INDIVIDUOS entre los cuales somos responsables de mantener la paz. Naturalmente, los residentes de ese mundo pueden tener referencias comunes para los lugares o cosas con las que aún no estas familiarizado. Te proveemos esta pequeña guía de mano con algunos de los términos más comunes, con los que explorarás en más profundidad en los siguientes capítulos como garantizamos. Bien, gracias a Dios. Hola, No te conozco. No puedo imaginar quien puedes ser. Pero ahora he terminado con este Código, y creo que es el momento de transmitirlo. Está bien, he escrito por encima. Y… dibujado por todos lados. Pero creo que es mejor que un limpio y fresco Código, porque he corregido algunas cosas y añadido otras. Creo que es más verdadero, tiene menos material político de la Clave puesto para hacerle verse mejor. Así que ahora es tuyo. Quien quiera que seas. Si necesitas encontrar esto, lo encontraras.
Simon ha aparecido para anunciar que el Código le recuerda a un manual de Dragones y Mazmorras. “Bueno, ya sabes, te dice las reglas. ¡Los vampiros son débiles para… el fuego! ¡Te muerden 2 de 10 veces con esos viciosos colmillos!” Ahora está poniéndome una cara de mordisco. Parece 6
Glossaire: Glosario en francés.
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De cualquier manera, bienvenido. Este es el Código. Siempre pensé que sería como ese gran tomo de sabiduría, pero es más como un manual del campo de ejercito —como enseñar a alguien a ser un Cazador de Sombras cuando estás siendo perseguido por demonios. Entonces no soy un lector habitual. Afortunadamente, Jace también ha añadido algunas notas. De cualquier manera, se está tomando mi entrenamiento un poco, demasiado, en serio. Creo que es porque todos piensan que solo estamos fingiendo entrenar y en realidad liándonos. Por tanto es un auténtico entrenamiento serio. Apropósito, ese es el por qué estoy escribiendo esto con una compresa fría en la cadera.
una especie de Hámster. Con seriedad, adoro a Simon, pero es el peor vampiro de los tiempos. Simon, no tienes que hacer colmillos imaginarios con los dedos. Ya tienes colmillos.
Por qué las personas se convierten en Cazadores de Sombras, por Magnus Bane Esta cosa del Código es muy tonta. Los Subterráneos hablan del Código como si fuese un gran secreto lleno de conocimiento esotérico, pero en realidad es un manual de Boy Scout. Algo que misteriosamente no aborda es el porqué las personas se convierten en Cazadores de Sombras. Y deberías saber que esas personas son Cazadores de Sombras por algunas razones estúpidas.
Saludos, joven aspirante a ser Cazador de Sombras o posiblemente ya técnicamente Cazador de Sombras. No puedo recordar su primero bebes de la Copa o primero consigues el libro. En cualquier caso, felicidades. Has sido reclutado por la Policía de Monstruos. ¿Puedes estar preguntándote porque? ¿Por qué todos los mundanos de fuera eran seleccionados e invitados a ese exclusivo club hecho principalmente, al menos desde una perspectiva histórica, de asesinos psicópatas? Posibles motivos del por qué: 1. Posees capacitado.
un
vigoroso
corazón,
fuerte
voluntad,
y
cuerpo
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Así que aquí hay una ampliación para tu copia.
2. Posees un vigoroso cuerpo, capacitad voluntad, y fuerte corazón. 3. Los Cazadores de Sombras locales están irónicamente forzándote a unirte a ellos. 4. Fuiste reclutado por un Instituto local para unirte a los Nefilim como un castigo irónico por tus maltratos de Subterráneos. 5. Tu casa, pueblo, o nación está bajo asedio de los demonios. 6. Tu casa, pueblo, o nación estaba bajo asedio de los Subterráneos. 7. Estabas en el lugar equivocado en el momento equivocado. 8. Sabes demasiado, y deberías ser alistado porque la directiva del Mundo de las Sombras ya ha estado comprometida por ti. 9. Sabes muy poco; sería de ayuda para los Cazadores de Sombras si supieses más. 10. Sabes exactamente la cantidad adecuada, haciéndote un recluta natural. 11. Posees una resistencia natural para el encanto mágico y debes ser recluido para mantenerte tranquilo y proveerte con algo de protección básica. 12. Ya tienes un apellido compuesto y convenciste a alguien importante que la tuya es una familia de Cazadores de Sombras y que el legado de Cazador de Sombras ha sido debilitado por las generación de pobreza alimenticia. 13. Tuviste un tórrido romance con un miembro del Consejo Nefilim, y ahora él está intentando cubrir las huellas. 14. Los Cazadores de Sombras están preocupados de que ya no sean bastante altivos y condesciendes —te han buscado para añadir un impulso muy necesitado de arrogante condescendencia.
16. Un barbudo hombre volando en una motocicleta apareció para llevarte lejos a un Colegio de Cazadores de Sombras. (Nota: La presencia de volar la motocicleta sugiere que el hombre barbudo puede ser un vampiro.) 17. Tu madre ha estado escondiéndote de tu malvado padre, y averiguaste que eres un Cazador de Sombras hace unas pocas semanas.
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15. Has sido mordido por un Cazador de Sombras radioactivo, dándote la fuerza proporcional y la rapidez de un Cazador de Sombras.
Esto es cierto. Diecisiete razones. Debido a que son todas en las que pensé. Ahora huye, pequeño Cazador de Sombras, y aprende a matar cosas. Y se amable con los Subterráneos.
Personas y Lugares Somos llamados Nefilim o Cazadores de Sombras. Somos los hijos de hombres y ángeles; el Ángel Raziel nos dio nuestro poder. Nuestra misión primaria es eliminar demonios, quienes vienen en una gran variedad de especies y formas. También buscamos mantener la paz entre varias poblaciones de medio-humanos, conocidos colectivamente como Subterráneos. Esos grupos son los hombres lobos, vampiros, hadas y brujos. Presidimos un trato conocido como los Acuerdos que ordenan como nosotros y todos esos grupos podríamos interactuar, tan bien como las reglas, responsabilidades y restricciones de grupos. Tenemos nuestro país secreto, el cual está escondido en el Centro de Europa y es conocido como Idris. Es la capital de la ciudad —de hecho, es la única ciudad— es nombrada Alicante, y ahí es donde reside el Consejo, y donde son mantenidas las reuniones de la Clave (mira debajo).
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Muchos Cazadores de Sombras pasan sus años de juventud como guerreros. La excepciones son los miembros de nuestras dos órdenes monásticas, los Hermanos Silenciosos y las Hermanas de Hierro. Los Hermanos sirven como nuestros guardianes del saber y el conocimiento: Son nuestros bibliotecarios, muchos de cuyos niveles son mantenidos en secreto incluso para los Cazadores de Sombras Normales. Las Hermanas diseñan y forjan nuestras espadas; son las guardianas de adamas, el metal sagrado dado por Raziel para nuestro uso. Residen en Adamant Citadel, el cual esta incluso más escondido que la Ciudad Silenciosa; excepto por una solitaria cámara de recibimiento, puede ser entrada solo por las Hermanas del Hierro. ¿Obsesionado con el secreto? ¿Un poco?
Clave, Consejo, Cónsul, Alianza La Clave es el nombre colectivo para el cuerpo policial hecho para todos los activos Nefilim. Todos los Cazadores de Sombras que reconocen la autoridad de Idris —y estos deberían ser todos en el mundo que pertenecen a los Cazadores de Sombras— maquillan la Clave. Cuando los Cazadores de Sombras llegan a la madurez a la edad de dieciocho años, declaran lealtad a la Clave y se convierten en miembros de la Clave, con derecho a contribuir en cualquier asunto de la Clave bajo discusión. La Clave sigue e interpreta la Ley, y toma decisiones sobre la guía de los Nefilim a través de la historia como despliegue.
¿Qué pasa si no declaro lealtad? A eso se le llama “dejar a los Cazadores de Sombras.” Será descubierto después.
El término “Clave” procede del Latin clavis, referente a “clave,” y su uso en tales términos como “Enclave” y “Conclave” se refieren abstractamente a la idea de una asamblea “bajo candado y llave” —eso es, encuentro en secreto. La Clave es, por así decirlo, el gran secreto de los Nefilim; con la clave de la Copa Mortal, uno se gana la entrada a esas cámaras.
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Grupos más pequeños y regionales de Cazadores de Sombras, por ejemplo los Cazadores de Sombras de un especifico país o a veces de una particular ciudad grande, son coleccionados en lo que son llamados Enclaves en muchos de los mundos, y Conclaves en las Américas y Australia. Esos grupos regionales coordinan sus propias decisiones locales y estructuras organizadas como lo consideran, a pesar de que la Clave como todo es responsable de situar a los Cazadores de Sombras en cargos de Instituciones específicas. La Clave puede interceder en casos donde una Enclave o Conclave está organizada de la misma forma que lo está contra el espíritu del Nefilim como un todo (por ejemplo, en casos donde algunos Cazadores de Sombras individuales han intentado hacerse con el poder dictacional sobre los más próximos Subterráneos, como con los infames cultos de personalidades y sacrificios humanos declarados por Hezekiah Short en las ruinas Mayas del sureste de Mexico en 1930).
El Consejo es el cuerpo gobernante de la Clave. Una vez más, había suficientes Cazadores de Sombras en el mundo que en cuestión de la importancia de toda la Clave podrían ser sondeados por su opinión, pero han pasado cientos de años desde que ese fue el caso. El Consejo, sin embargo, en representación de la gran Clave, mantiene el poder para volver a llamar a cualquier Cazador de Sombras a Idris en cualquier momento. Hoy las Enclaves locales buscan representantes para sentarse en el Consejo, los cuales lidian con asuntos de inmediata importancia que no son suficientes para todos los representantes de la Clave. Muchas veces esto es logrado con un simple voto o por la aceptación de una elección delegada del jefe de la Conclave; en ocasiones el líder de la Conclave se sienta en el del Consejo. Algunas regiones tienen más coloridos significados de aceptación de sus representantes. Por ejemplo, en el siglo dieciocho en Francia bajo el Rey Sol, el delegado del Consejo fue designado mediante una competición de baile. La Enclave de San Petersburgo hasta estos días mantiene un masivo torneo anual de ajedrez; el competidor que pierde la mayoría de partidas es nombrado delegado.
Intentar juntar todas estas entidades es la Alianza, otro nombre para la Ley Nefilim. Provee las reglas de conducta para Cazadores de Sombras y Subterráneos; es por el derecho de Alianza que los Nefilim ejecutan la Ley en los Subterráneos. (Ha habido veces y lugares donde la regla de Ley ha sido mantenida por fuerza más que por Alianza, pero vivimos felices en los más ilustrados días de hoy.) La Alianza protege las reglas de los Cazadores de Sombras para forzar relaciones civilizadas entre la Clave, los Subterráneos, y el mundo mundano, y también protegen las leyes de los Subterráneos para que no puedan ser maltratados por los Cazadores de Sombras. Es la Alianza también la que garantiza que el Mundo de las Sombras permanece ensombrecido del mundo mundano. Los Nefilim han jurado sobre la Alianza nunca revelar la verdad del mundo a un mundano, a menos que tal revelación no pueda de ninguna manera ser evitado. Todos
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El Consejo es el más alto oficial designado en la Clave. Es algo como un primer ministro más que un rey o presidente; ejerce un poco de poder ejecutivo pero sirve para presidir al Consejo, para el recuento oficial de votos, y para ayudar a interpretar la Ley para la Clave. También sirve como un consejero para la Inquisición, y esta desteñido a ser un mentor de consultas para los líderes de los Institutos. Su auténtica fuente de poder directo es la autoridad de llamar al Consejo para sesiones y adjudicar disputas entre los Cazadores de Sombras. Los Nefilim no tienen nociones mundanas tan poco civilizadas como fiestas políticas; el Cónsul es votado en la oficina por el Consejo y, como la mayoría de primeros ministros, puede ser sacado de la oficina por un voto de no confianza.
los Subterráneos que han firmado los Acuerdos están de acuerdo con lo mismo. Los demonios son la mejor fuerza impredecible en mantener el Mundo de las Sombras en secreto, pero de lejos los demonios han decidido que el secreto es lo mejor para ellos. Esta descripción hace que la Alianza suene simple, pero su fina impresión es más o menos de todo el sistema legal de los Cazadores de Sombras, específicamente no solo en el código criminal que los Nefilim y varias comunidades de Subterráneos han estado de acuerdo en respetar, sino también en como ese código penal puede ser ejecutado, como pueden fluir los juicios, y continuar. Esto significa, tanto para Cazadores de Sombras como Subterráneos, que pueden referirse a la Alianza para algunas reglas específicas. Por ejemplo, los Cazadores de Sombras deben jurar que una vez que la Alianza tenga información confidencial ésta ha de ser compartida con ellos en una investigación.
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La Alianza precede a los Acuerdos; los Acuerdos pueden ser vistos como un tipo de Carta de Derechos, enmendados por la Alianza que está de acuerdo en tomar la ley del país por la del Mundo de las Sombras.
Discusiones de preguntas y cosas a probar 1. ¿Qué notaste sobre los tipos de palabras que son usadas para ocultar los nombres de los Cazadores de Sombras? ¿Qué tienen en común? ¿Qué podría decir esto sobre la identidad de los Cazadores de Sombras y lo que se supone que representan sus familias?
SIMON NIGHTRAVEN PREGUNTAS.
NECESITA
NO
DISCUTIR
LAS
Este no es tu libro, Simon. Tampoco necesitas discutir sobre las preguntas, CLARY HORSEPHONE. 2. ¿Sabes quién es el miembro del Consejo en tu localidad? ¿Sabes quién dirige tu Instituto local? ¡Averígualo¡
Sí. Sí. Está bien. Quien. ¡Eso no es lo que dice! MÍRAME.
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3. Inténtalo: ¡Preséntate a un Hermano Silencioso! Su apariencia puede ser intimidante, pero averiguaras que son amistosos y pacientes. (Nota: esta vez no intentes presentarte a una Hermana.)
The Course of True Love [and First Dates] (Las Crónicas de Bane #10) Magnus Bane y Alec Lightwood podrían enamorarse… pero primero tienen que tener una cita.
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Cuando Magnus Bane, brujo, conoce a Alec Lightwood, Cazador de Sombras, las chipas vuelan. Y lo que ocurre en su primera cita prende una llama…
Sobre La Autora Cassandra Clare Cassandra Clare es el pseudó-nimo de la autora de la popular trilogía de literatura juvenil Cazadores de sombras. Clare nació en Teherán, Irán, aunque sus padres son estadou-nidenses. Ha vivido en Francia, Inglaterra y Suiza durante su infancia, trasladándose poste-riormente a Los Angeles y Nueva York, donde ha desempeñado diversos trabajos en revistas y tabloides.
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Clare empezó a escribir Ciudad de hueso (City of Bones), la pri-mera de las novelas de Cazado-res de sombras, en 2004, inspi-rada en Manhattan. Antes de convertirse en novelista de éxito ella publicó una gran cantidad de “fan fiction” bajo el pseudó-nimo de Cassandra Claire, firmando obras inspiradas en Harry Potter y El Señor de los Anillos que fueron alabadas por la crítica, aunque con respecto a The Draco Trilogy (que fue muy bien considerada por The Times y que se basa en la obra de J. K. Rowling) ha habido algunas sospechas de plagio…
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