8- Lukes - El Poder. Un Enfoque Radical.pdf

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M*w'NN'w.N-w

El poder Un enfoque radical Nueva edición r¡ii¡j,.til;if¡:

Lr. po¡urr

I

I,I, PODER: UN ENFOQUE RADICAL

de reconoccr la fuente de sus deseos y creencias. Estos y otros mecanismos constituyen la tercera dimensión del poder, cuan-

do éste funciona en conta de los intereses de la gente y la enga, ña, distorsionando su capacídad de juicio. Decir que un poder semejante implica la ocultación de los < de la gente mediante la > evoca malos recuerdos históricos y puede aparecet alavez, condescendiente y presuntuoso. Pero afirmo que no hay nadade intolerante ni de paternalista en estos conceptos, que, adecuadamente refinados, siguen siendo cruciaies para entencler la tercera dimcnsión del poder.

I

IN'I'IiODUCC]IÓN

l r'r( capítulo encierra un análisis conceptuai dcl pocler. En él \, '\ rt l)ronunciarme por un enfoque del poder (es decir, una r('r¿r de identificar: a éste) que es radical en sentido teórico y st'ntido político (y, en este contexto, considero q.r" Luy .,nu

rrr.rr

,

r

r,l,rcirin íntima entre los dos sentidos). El enfoque que voy a L lt nder, yo diría que, por un lado, es inevitablemente evalua_

,

rrvr r

y cstá "esencialmente contestado', (Gallie

,

1955_I956) r y,

¡r.r'r'l otfo, es aplicable empíricamente. Intentaró clemostrar 1r.r 1l.[ este enfoque es superior a los alternativos. Defencleré, ,rrlt rrr/lS, su carácter evaluativo y contestado, cosas que

no son ,L lt'ctos para mí, y sostendré que es <>, es decir em_ l,rr ir-'¿mente útil, por cuanto permite forjar hipótesis en térmi_ r' r5 ¡ls dicho enfoque que en principio son verificables y falsa_ l,lt's (a despecho de los argumentos comúnmente esgrimi<1os r'rr cortr?). Incluso daré ejemplos de tales hipótesis, c1e algunas ,l.' las cuales llegaré hasta el extremo cle pretender que son

, ir.l't¿lS.

A lo largo de mi argumentación rocaré una serie cle proble_ r.:rs metodológicos, teóricos y políticos. Entre los primeros

fi_

,lrrlan

Jos

límites del behaviorismo, el papel desempeñado por

El rto¡tn

lrL pct¡sn: uN FrNr,'oeln.r RADICAL

los valores en la explicación y el individualismo metoclológico. En*e los problemas teóricos están cuestiones relacionadas con los límites o prejuicios del pluralismo, con la falsa conciencia y con los intereses reales. Entre los problemas políticos están las tres famosas áreas problemáticas clave estudiadas por Robert Dahl (Dahl, 196r) en New Haven (nuevo desarrolro urbano,

I r, v (IL)7 l),y por1o menos una aplicación empírica, interesanrr ln srddo sumo, en el libro de Matthew Crenson The un-poli!t, t of air pollution (Crenson, l97I). Argumentaré que el enfo,lu(' (lc los pluralistas era, efectivamente, inadecuado, por las r;rrolrcs aducidas por BachrachyBaratz, y que el enfoque de ( :,r()s va más lejos, aunque, por otro lado, no lo bastante, y está

educación pública y nombramientos políticos), la pobreza y las relaciones raciales en Baltimore, así como la polución atmosférica. Estos temas no serán discutidos en sí, sino que simple_ mente se aludirá a ellos en punros significados de la argumen_ tación. Por su naturaleza, ésta es polémíca. y realmente, el que

t'csitado de un temple radical. Mi estrategia consistirá en esl'()zilr tres mapas conceptuales, que espero pongan de manili,'sto los rasgos distintivos de esos 1¡gs del poder, a -91foqu9-¡ ..,rl,cr el dq los pluralistas (al.que llamure "nidi-""ii"ááii, "l,je críticos (al que llamaré bidimensional) y un tercer enfoquS

forma parte esencial de mi alegato. Comienza esta argumentación examinando un enfoque del poder y concepciones emparentadas tiene profunclas -que raíces históricas, particularmente en el pensámiento de Max \)üebeq y que adquirió una sensible influencia entre los politó_ 1o sea

logos americanos de la década de los sesenta a través cle la obra de Dahl y sus colep¡as pluralistas-. A este enfoque se re criticó

por superficial y restrictivo y se le acusó de llevar a una injustificada celebración del pluralismo americano, del cual se pretende que cumple los requisitos de la democracia, en especial por parte de Peter Bachrach y Morton S.Bantzen un famoso e ínfluyente artículo titulado <> (1962) y en un segundo artículo (Bachrach y Baratz,1963), incorpora_ dos ambos posteriormente, previa moclificación, en su libro Power and pctuerty (1970). La argumentación de éstos fue, a su vez, objeto de enérgicos contraataques por parte de los plura-

listas, en especial Nelson Polsby (1968), Raymoncl Wolfinger (lo7 1o, 197 lbl y Richard Mcrelm¿n ( l9¿rgu, l968b); pero ram_ bién se granjeó defensas de gran inrerés, como la de Frederick

rrt

',rrs

llamar! mldimgnsional). Luego pasaré a exarrrinar los lados fuertes y débiles respectivos, intentando de, nrostrar mediante ejemplos que el tercero de estos enfoques l)('rmite un análisis de las relaciones de poder más profundo l' s¿rtisfactorio que el proporcionado por cualquiera de los ,1,'l po!_g1.(1! gue

(

)ttos dos.

II.

EL ENFOQUE UNIDIMENSIONAL

A menudo se califica a éste de enfoque < del poder, lrero tal etiqueta es ya engañosa, por cuanto Dahl, Polsby, \X/ollinger y otros pretenden demostrar que el poder lo -según identifican ellos- está, de hecho, distribuido de manera pluralísta en New FIaven, por ejemplo, y más generalmente en el sistema político de Estados Unidos en su totalidad. Hablaq como

pluralistu del podeg o de una < al mismo o bien de una hacen los susodichos autores, de un <<enfoque

El polton. <<metodología pluralistao pr.r.rporrJ que las conclusiones de los pluralistas ya están contenidas en sus concepciones, aproxima,

ción y método. Realmente, yo no creo que así sea. Creo que éstos son capaces de generar en determinados casos conclusiones no

pluralistas. Utilizando, por ejemplo, su enfoque del poder y su metodología para identificarlo (de manera que er rugar donde se ubíca el poder se determina viendo quién prevalece a la hora de

adoptar decisiones dondequiera que haya un conflicto observable). Robert McKenzie (1964) concluye que er poder es piramidal en los dos principales parridos políticos británicos; y sirviéndose de un;enfoque y una metodología diferentes, Samuel Beer (1965) concluye que en el caso del partido Laborista no lo es.

Del primero de esos enfoques se extraen conclusiones elitistas cuando es aplícado a estrucruras elitistas de adopción de decisiones y conclusiones pluralistas cuando es aplicado a estructuras

pluralistas de adopción de decisiones (y también, diría yo, con_ clusiones pluralistas cuando es aplicado a estructuras que él identifica como pluralistas, mientras que otos enfoqu", d"l poder no

hacen). Así pues, al intentar caracterizarlo icrentificaré sus rasgos distintivos independientemente de las conclusiones pluralistas que se hayansolido obtener. 1o

En su temprano artículo

<>,

Dahl des_ cribe su <> como < (Dahl, 1957, en Bell, Edwards y Harrison \X/agner (eds.), 1969: B0). Más adelan_ te en ese mismo artículo, Dahl describe su <<enfoque intuitivo de la relación de poden> en términos ligeramente diferentes; pare_ cía, dice, <
te de,4 de conseguir que B haga algo que, de ofta manera, no

Et-

pooln: uN ENIjoeuE

R

ADICAL

lriu r:r>> (ibid.,

p. 82). Nótese que si el primer enunciado gira en la capacidad de,4 (<... en la medida en que puede con, '.('ltuir que Bhaga algo ...r>), el segundo especifica una tentativa ( r )r'()nada por el éxito, y en ello estriba, desde luego, la diferen_ , rrr cntre los poderes actualy potencial, entre posesión y ejerci_ r' rlcl poder. Es éste ejercicio poderdel la idea central ' -el lt' t'stc enfoque del poder (como reacción al hincapié que ' hacen ro¡'¡¡1¡ ¿

l,rs Il¿mados <<elitistas>> en las reputaciones del

poder). En\[/ho

el método capital de Dahl consiste en <<determinar ( ()n fcspecto a cada decisión qué participantes propusieron al_ It'r'r¿rtivas que finalmente fueron adoptadas, vetaron arternati-

.r,.rtt1'yp52,

|ils l)ropuestas por otros o propusieron alternativas que fueron rt't lr¿rzadas. Estas acciones fueron después clasificadas como ".:ritr)s" o "derrotas" individuales. Los participantes con la ma_ \'()r'l)ropofción de éxitos sobre el total de éstos fueron consi'l, r',rclos como los más influyenres>> (Dahl, 196I: 336)2. En ',un)a, como dice Polsby: <<En la aproximación pluralista 1...1 r,r' irrtcnta estudiar los resultados específicos con vistas a deterrrrrrar quién prevalece efectivamente en la adopción de decisíou('s clentro de una comunidad> (polsby, 1963: I13). Aquí se lrrrcc hincapié en el

estudio del comportamiento concreto, ob.,'r'vable. El investigador, según polsby, <<debería estudiar el ( ()r))portamiento efectivo, ya sea de primera mano, ya sea re_ ..tstruyéndolo a partir de documentos, testimonios, periócli_ r ()ri y otras fuentes apropiadas>> (ibid., p. 12I). Así pues, la me_ t.tl.logía pluralista, en palabras de Merelman, <<estuclió el ( ()rrportamiento efecdvo, insistió en las definiciones operativas v ('rcontró pruebas. Más aún: pareció obtener conclusiones fialrlcs, que satisfacían los cánones de la ciencia> (Merelman, l')68a:45I).

El

pctotrR

Et

(Convendrá tener en cuenta i.r. lo, pluralistas tienden a usar de forma intercambiable <poder>, <>, etc., suponiendo que hay una <<noción primaria que parece estar derás rle todos esos conceptos>>

(Dahl,

Bell, Edwards y Ha\X/agner (eds.), rrison 1969: B0). \Yho gouerns2 habla sobre todo de <, mienrras que Polsby habla ante todo de 195J , en

<<po<1er>>.) i i

'

I

L

Este hincapié en el comporramiento observ able alahora de identificar el poder mueve a los pluralistas a estudia rla adopción de decisioner como farea cenftalPanDahl, pues, el poder sólo

puede ser analizado tras un <<examen minucioso de una serie decisiones concretas>> (1958: 466); Polsby, a su vez, escribe:

cle

puede concebir el <<poder> y < son sinóni-<> mos servibles- como la capacidad de un actor de hacer algo que Se

afecte a otro actor, que cambie el probable curso de unos futuros acontecimientos especificados. Esto puede ser más fácilmente conce-

bido en una situación de adopción de decisiones (I96j:3,4).

Arguye este autor que identificar a < parece ser <
minar qué individuos y grupos tienen "más" poder en la vida social, porque el conflicto directo entre actores plantea una situación que se asemeja sobremodo a una verificación experimental de su capacidad de influir en los resultados>> (p. 4). Como se desprende de esta última cita, se supone que las <<decisiones>> entrañ an un conflicto <>, es decir efectivo y observable. Así pues, Dahl afirma que sólo es posible verificar estrictamente la hipótesis de una clase dirigente si hay <<... casos que impliquen decisiones políticas clave donde las preferencias de la hipotética élite dirigente choquen con las de cualquier orro

polr¡;R: uN ENFoeuE RADICÁL

¡,rrr¡'o similar que se pueda sugerir>>, y

<<...

en tales casos preva-

lr'r.rr lcgulármente las preferencias de la élite> (Dahl, tq5B: It,r'). f -et pluralistas hablan de decisiones relativas aproblemas I,( r I ('lrccientes a <<áreas problemáticas>> (clave) seleccionadas,

.,rr¡',rricndo una vez más que tales problemas son polémicos e rrn¡rlican un conflicto efectivo. Como dice Dahl, es <<requisito rrt't't'szu'io, aunque quizáno suficiente, que el tema clave implir¡r('un desacuerdo efectivo en las preferencias de dos o más lrnrl)os>> (p.467). I lemos

visto, pues, que los pluralistas hacen hincapié en el 1)r))portamiento en la adopción de decisiones sobre probler',,rs clave o importantes por cuanto implican un conflicto ob,,.''r'vable efectivo. Obsérvese que tal implicación no es requeritlrr [ror las definiciones de poder de Dahl o de Polsby, las cuales :;irrr¡rlemente requieren que A pueda llegar o llegue a afecfar ,r l
ur)a persona es la frecuencia con que consiga llevar adelante una

¡rolítica importante en contra de la oposición de otros, o vetar políticas propuestas por otros, o lleuar adelante una política donde

tlo dparczca ctposición [sz'c]> (Dahl,196I:66)r. De todos motlos, éste es sólo uno de los muchos ejemplos de que el texto de Whr.t gouerns? es más sutil y profundo que la mayoúa de los ¡rronunciamientos conceptuales y metodológicos de este autor ¡, sus colegasa; está en contradicción con su atmazón concep-

tual y su metodología. Dicho de offa manera, constituye un clescubrimiento que el enfoque unidimensional del poder es incapaz de explotar.

Er

El- Pcltxn: uN ENFOQUE rd{DIC^'L

poou,n

De acuerdo con este enfoque, el conflicto es crucial por cuanto procura una verificación experimental de las atribuciones del poder: parece pensarse que sin él el ejercicio del poder

no se pondrá de manifiesto. ¿Entre qué se da el conflicto? La respuesta es: entre preferencias que se supone son formuladas conscientemente, manifestadas a través de acciones Y, Por ende, susceptibles de ser descubiertas por observación del comportamiento de la gente. Además, los pluralistas suponen que los intereses se han de entender como preferencias por políticas determinadas, de suerte que un conflicto de intereses equivaldría a ün conflicto de preferencias. Rechazan cualquier sugerencia de que los intereses puedan ser inarticulados o inobservables, y sobre todo la iclea de que las personas puedan estar equivocadas acerca de sus propios intereses o ser inconscientes de ellos. Como dice Polsby:

primer enfoque unidimensioala ,,,r1 ,1.''l po
,

lr, l,

rrt rr v t'cvelados a través de una

lll

los grupos dentro de 1a comunidad no se considera importante en el momento en que discrepa de las expectativas del investigador' entonces es imposible aun refutar las proposiciones empíricas de la teoría de la estratificación lque postuian intereses clasistasl, por 1o que habrá que considerarlas como asertos más metafísicos que empíricos. Suponer que los intereses , de una clase le pueden ser asignados por un analista permite a éste amibuír una ,,falsa conciencia de clase>> cuando la clase en cuestión no coincide con él (Polsby,

l9B:22-2)\'.

BIDIMENSTONAL

aducen que es l',rr str crítica cle este enfoque, Bachrach yBatatz cuadro plurart st t'ictivo y, en virtud de este hecho' presenta un

El pollstrr, cngañosamente optimista, de la política americana' dos catas.Laprimera es la que acabamos de ,1,'r, clicen, tiene

poder está enteramente incorporao en la ,1,, y pienamente reflejudo en las "decisiones concretas" (1970 ,r,'tiviclad directamente relacionada con su adopción>>

r

Rechazando esta presunción de una <>, podemos ver ciertos casos de desacuerdo intraclasista como un conflicto intraclasista de intereses y el acuerdo interclasista como una armonía interclasista de intereses. Defender 1o contr¿rio se nos antoja un error. Si la información acerca del comportamiento efectivo de

I,1, UNFOQUE

participación política'

onsiclerar, según la cual

<<el

¡'.7). Escriben estos autores: ejerce cuando A participa en la adopción de á con,|,'cisiones que afectan a B. También se eierce el poder cuando sociales y polítis:lg,ra sus energías a crear o reforzar aquellos valores

l'or supuesto, el poder

se

instítucíonales que limitan el alcance del proceso políque sean tico a la consideración pública solamente de los problemas hacerque consigue '4 lclativamente inocuos para A.E'n la medida en el impide, para todos los efectos prácticos, que B ponga sobre

cos y prácticas

1,.,,

se

periudicar seriatrrlrete cualquier problema cuya resolución pueda (p' 7)' n,cnte al coniunto de preferencias deA

El por¡ln

EL trc-llrgR: uN EN¡oQllE I{AI)ICAL

<> de su argumentación es el siguiente: <<En la

o inconsmedida en que una persona o un grupo -66¡s6is¡¡e cientemente- crea o refuerza barreras al aireamiento de los conflictos políticos, esa persona o grupo tiene poder" (p B). Citan a este propósito las famosas y frecuentemente repetidas palabras de Schattschneider: Todas las formas de organización política sienten inclinación por la explotación de unos tipos de conflictos y la supresión de otros, pues-

to que organizar

es

mouilizar inclinaciones. Ciertos temas

se organizar-t

dentro de la política, mientras que otros lo hacen fuera cle ella (Schattschneiiler, 1960:

7 1).

El significado del trabajo de BachrachyBaratz reside en que estos autores aportan a la discusión en torno al poder la idea crucial importancia- de la <<movilización de inclina-

-de ciones>>. Hay, según sus propias palabras,

un conjunto de valores, creencias, rituales y procedimientos institucionales () predominantes que actúan sistemática y consecuentemente en beneficio de personas y grupos cletermínados a expensas de otros. Los beneficiarios están colocados en posición aventalada para defender y promover sus intereses establecidos. La mayoría de las veces, los <defensores del statu quo>> son un grupo mi-

noritario o elitista dentro de la población en cuestión. Sin embargo, el eiitismo no está predestinado ni es omnipresente; como fácilmente pueden certificar los contrarios a la guema de Vietnam, la movilización de inclinaciones puede beneficiar y frecuentemente beneficia a

ustz pregunta plantea una dificultad, toda vez que Bachr,r, lr y Baratz usan el término..poden> con dos significados disru rr()s. Por un lado, lo emplean de una manera general para re-

r

I

r

rr

formas de conffol con éxito de,4 sobre B, es ,l, , ir': de la consecución por,4. de la obediencia de B' Los men{ r()r)¿rclos autores, en efecto, desarrollan toda una tipología (inr{ r('sante en grado sumo) de estas formas de control, formas l, rilsc

{lu( cllos entienden como tipos de poder en cualquiera de sus , L rs l'acetas. Por otro lado, califican cle <<poder>> a uno de esos rrl)os, a saber, la consecución de la obediencia mediante la amerrrzrl de sanciones. Sin embargo, al exponer su posición podelr,,s climinar fácilmente el equívoco llamando <<poder>> a lo ¡,r'inrero y <> a lo segundo. Su tipología del <<poderr> abarca, pues, coerción, influencia,

;rrrtrrridad, fwetzay manipulación. Existe coerción, como acabalr,,s de ver, cuando ,4 consigue la obediencia áe B mediante

uril amenaza de privación dondequiera que hay <.un conflicto lrr torno a los valores o al curso de la acción entre,4 y B>> lp. 21) ('. Existe influencia donde 1, <<sin recurrir a una amenat,tt rácif.ao franca de privación rigurosa, hace que [B] cambie el , r lso de su acción>> (p. l0). En una situación qve comporta autrtritlacl, <>, bien porque sr¡ contenido es legítimo y nzonable, bien porque se ha llega,lo a é1 a través de un procedimiento legítimo y razonable \1tp.34,3l).Enel caso delafuerza, Aalcanza su objetivo frenr

tr.' ¿

una netd mayoría t lr910 41-44\.

a todas las

la no obediencia de B despojándole de la opción entre obe-

..licncia y no obediencia. Manipulación es, por tanto, un <
sional, del poder? ¿Qué mapa conceptual es el suyo? Respon-

o una subnoción de la fuerza (distinta de la coerción, el ¡,oder, la influencia y la autoridad), dado que aquí la <
1t)

l1

¿Qué valor tiene entonces este segundo enfoque, bidimen-

ro rel="nofollow">>

L,L pongn

EL poDER: llN

ENF-oet_rE R¡\r)lcAL

cia es posible al faltar por parte del que ha de obedecer un conocimiento bien de la procedencia, bien de la naturaleza exacta de 1o que se le pide> (p. 28). La crítica que Bachrach y Baratz hacen al enfoque unidimensional del poder de los pluralistas es, hasta cierto punto,

(p. 44). Por consiguiente, la adopción de no decics <
arctibebauiorista; es decir los autores pretenden que <<subraya indebidamente la importancia de propone¡ decidir y vetar>>, y,

r:l clonde se adoptan las decisiones en cuestión; o, en caso de ,¡,r.' l,rllen todas estas cosas, truncadas o destruidas en la fase ,1, ,' jt'cución de las decisiones del proceso político>> (p. 44).

como resultado de ello, ..no toma en cuenta el hecho de que el poder puede ser ejercido a menudo lo es- limitando el al-y cance de la adopción de decisiones a problemas relativamente "inocuos">> (p:. 6). Por otro lado, estos autores insisten me-al nos en su libro, replicando a los críticos que mantienen que si B no actúa porque prevé la reacción de á, entonces no ocurre nada y tenemos un <<no evento>>, que no es susceptible de verificación empírica- en que las llamadas no decisiones, que restringen el alcance de la adopción de decisiones, son, a su vez, decisic¡nes (observables). Éstas, sin embargo, pueden no ser abiertas o específicas con respecto a un tema dado o incluso no haber sido adoptadas conscientemenre para excluir a detractores en potencia, a los cuales falvez desconozcan los defensores del statu quo. Tal desconocimiento

significa, empero, que el adoptar no decisiones qur: pre<<no

grupo dominante prescinda <1e serven o promuevan su dominación. El mero apoyo al proceso político establecido tiende a surrir ese efecro>> (p. 50). Así pues, un análisis satisfactorio del poder bidimensional implica un examen tanto de la adopción de decisiones como de la adopción de no decísiones.lJna decisión es <
r,r l. r ,lccisión>> .r, rr)('s

.r (

l',n parte , Bachrach y Baratz redefinen efectivamente las Ir,'¡¡¡¡1'¿5 de lo que hay que consi
,,r. l)itra los pluralistas, estas fronteras son establecidas por el ',r:,t('nr¿r político que se está observando o, mejor dicho, por las , lrtt's del mismo, ya que, como dice Dahl, <<de un problema po-

puede alumar que existe a menos y hasta r,r)t() qlre haya acaparado la atención de un sector importante , l.l t'strato político> (Dahl, 1961:92). El observador selecciona lrrr...r clifícilmente se

, rrt()lrces algunos de estos

problemas en cuanto obviamente rrrl)()rtantes o "clave" y analiza la adopción de decisiones en r,l:rción con ellos. Para Bachrach y Baratz, en cambio, es de

importancia identificar los ptoblemas potencíales a los ,¡rr,' la adopción de no decisiones impide actualizarse. Para r rr¡ci¿rl

, ll,rs, los probiemas <>

o <> pueden ser, por r,rrlo, actuales o probablemente- potenciales, siendo -más ,r' ltroblema clave <, es decir <> (Baratz, I97 0: 4l -48). t3

Et-

po¡nn

EL POom: uN ENFOQUE lLAI)lclAL i

A despecho de esta crucial diferencia con los pluralistas, el análisis de Bachrach yBaratztiene en común con el de aquéllos un aspecto significativo, a saber el hincapié en el conflicto efectivo, observable, abierto o encubierto. Mientras que los pluralístas sostienen que, en la adopción de decisiones, el poder únicamente se revela allí donde hay conflicto, Bachrach y Bantz suponen que esto mismo ocurre en casos de adopción de no decisiones. Afirman, por tanto, que si ..no hay conflicto, abierto o encubierto, habrá que presumir que existe un consenso en

cuanto a la distribución de valores imperante, en cuyo caso es imposible la hdopción de clecisiones> (p. 49). Afahade tal conflicto, arguyen, <<no hay forma de luzgat correctamente si el propósito de una decisión es realmente impedir o frusmar una seria consideración de una demanda de cambio qtre amenaza en potencia a quien a>, entonces no será posible <<determinar empíricamente si ese consenso es genuino o, por el contrario, ha sido impuesto me-

r,lt'rrtifrican los intereses de estos últimos? Bachrach yBarutz {

(

}nt('stan que el observador

,l, Lc tlctcrminar si tales personas y grupos aparentemente desfavore, rr los l)or la movilización de las inclinaciones tienen agravios abiertos

[...], siendo agravíos abiertos los que yahan sido expre',,r,1,,s y han dado lugar a un problema dentro de1 sistema político,

,, , ¡r, rrbiertos

rr r( n t r'¿rs que los

encubiertos están todavía fuera del sistema.

han sido considerados "dignos" de atenr ton y Controversia públicas>>, aunque son <
<<no

gador en su forma aborlada>> (p. 49) . Dicho de otro modo, ll,rt'lrlach yBaratztienen un concepto más amplio de los <
r r r

vt's

t

i

los pluralistas, si bien este concepto se refiere a inr{'r'('scs subjetivos más que obietivos. Mientras que el pluralista , ,,nsidera como intereses las preferencias políticas manifestadas rls('s>> que

lr{)r'cl comportamiento de todos los ciudadanos que se supone ,'strin dentro del sistema político, Bachrach yBaratz consideran t,rrrrbién las preferencias manifestadas

por el comportamiento

diante la adopción de no decisiones>>. Los autores agregan extrañamente que <<el análisis de este problema queda fuera del alcance de un analista político y acaso sólo pueda ser analizado fructíferamente por un filósofo> (p. 49).

,lt' t¡trienes parcial o totalmente están excluidos del sistema poIrtr,'rl, en forma de agravios abiertos o encubiertos. En ambos ( rts()s se supone que los intereses están conscientemente articu-

Esta última observación parece indicar que Bachrach y Ba tatz no están seguros de si lo que quieren decir es que el poder
(,oncluyo, pues, que el enfoque bidimensional del poder i digo matizaáa porque tor trrnporta una crítica matizada -y ,lrrvía se supone que la adopción de no decisiones es una fornlr cle adopción de decisiones- del carócter behauiot'ista del ¡,r'irner enfoque y áeja un margen para consíderar las formas {'il clue se puede impedir que se adopten decisiones acerca de l,r,,hLemas potenciales en torno a los cuales existe un conflicto ,,l,scrvable de intereses (subjetivos) considerados como en-

cia de conflictos observables o que iamás podremos saber si lo ha sido. De cualquier manera, el conflicto que ellos creen necesario se da entre los intereses de quienes están implicados en la adopción de no decisiones y los intereses de quienes ellos ex-

cluyen de la audición dentro del sistema político. ¿Cómo 14

se

l;rrlos y son

observables.

*i

r5

,

1 ,",.

Er eooln ;

carnados en preferencias políticas.expresas y agravios infra_ políticos.

IV.

EL ENFOQUE TRIDIMENSIONAI,

No hay duda de que el enfoque bidimensional del poder su_ pone un importante avance con respecto al unidimensional, puesto que lncorpo ra al análisis de las relaciones de po<1er la cuestión delicontrol sobre el programa político y de los mo_ dos de manrener fuera del proceso político problemas poten_ ciales. No obstante, entiendo que es inadecuado po. ,.., razones.

En primer lugar, su crítica del behaviorismo es matizada en exceso; o, por decirlo de otro modo, sigue estando demasiado

apegada al behaviorismo, esto es al estudio del <>, abierto, cuyas <<decisiones concretas>> en si, tuaciones de conflicto son consideradas paradigmáticas. Al in_ tentar asimilar todos los casos de exclusión de problemas potenciales del programa político al pandigma de la decisión, proporciona un cuadro engañoso de las formas en que los inclividuos y sobre todo los grupos e instituciones logran excluir del proceso político problemas potenciales. Las decisiones son elecciones hechas de manera consciente e intencional por los individuos entre varias alternativas, mientras que las inclinaciones del sistema pueden ser movilizadas, recread as y reforzad.as de formas que no son conscientemente elegidas ni son el resul_ tado que pretendían las elecciones particulares de ros individuos. Como aftrmanlos propios Bachrach yBarutz,la domina_ 16

EL poorR: uN ENFoeuE RADIcAL

itin por los defensores del statu quo puede ser tan firme y gen\'l^lizada que éstos ignoren los potenciales aspirantes a su po.;it irin y, por consiguiente, las alternativas al proceso políti.o ,

lxistente, cuyas inclinacíones se esfuerzan por mantener. En r u¿rnto <<estudiosos del poder y sus consecuencias>>, dicen, .nuestra preocupación no es si los defensores del statu quo us¿rn su poder conscientemente, sino si lo ejercen, cómo lo ejert

.r I Qué efectos tiene ello en el proceso

político y en otros acrtrlcs dentro del sistema (Bachrach yBarutz,I97O:50). Más aún: las inclinaciones del sistema no se nutren simple')cnte

de una serie de actos elegidos de manera individual, sino

rr"bién y sobre todo del comportamiento socialmente estructurado y culturalmente configurado de los ÉJrupos, y de las de las instituciones ¡rr'ícticas que ciertamente pueden manifestru'se a través de la inacción de los individuos. Bachrach y Ba_ rrrtz coinciden con los pluralistas en adoptar un enfoque del ¡'oder excesivamente individualista en el aspecto metodológi.'o. U-no,s y gtlg.q ¡igper.4-guí los pasos
Et poonn: uN L,NFoeuE

Et- rooPn

tu\DI(tAL

los efectos <<sistémicos>> u organizativos, donde la movilización de inclínaciones resulta, como decía Schattschneider, de la for-

I ¡,rr,,lt' cjcrcer poder sobre B consiguiendo que éste haga lo r¡r, n() (luicre hacer, pero también ejerce poder sobre él influ-

ma de organización. Tales colectividades y organizaciones se componen, por supuesto, de individuos, pero el poder que ejercen no se puede conceptualizar simplemente en términos de ias decisiones o el comportamiento de los individuos. Como dijo sucintamente Marx, <
rr,l,' t lr sus necesidades genuinas, modelándolas o determir,.u,, l,,lrrs. De hecho, ¿no estriba el supremo ejercicio del poder , il loll|ilf que otro u otros tengan los deseos que uno quiere ilul l('ngan, es decir en asegurarse su obediencia mediante el 'rrrrrol sobre sus pensamientos y deseos? No hace falta llegar ,rl .rrlcrro de habiar de Un mundo feliz o del mundo de B. F. l¡l.irrncr para percatarse
ria, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran inmediatamente, que existen y transmite el pasado,i

2.

El segundo aspecto en que resulta inadecuado el enfoque bidimensional es el consistente en asociar al poder con el conflicto efectivo, observable . Las críticas de los pluralistas en este I sentido también se ciñen demasiado a sus adversarios (y unos y otfos se ciñen a su vez a Webe¡ quien, como hemos visto, subrayabala realización de la voluntad de uno pese a la resistencia de otros). Esta insistencia en el conflicto efectivo en cuanto rasgo esencial del poder no va a ninguna parte, y ello por dos razones, cuando mcnos.

La primera es que, según los propios análisis de Bachrach y Baratz,hay dos tipos de poder que pueden no implicar tal conflicto, a saber la manipulación y la autoridad, que ellos conciben como un < (Bachrach y Bantz, 1970:20), aunque en offo lugar digan que comporta un <posible conflicto de valores>> (p.37) '

l

'

{

)n)ullicación social y a través de los procesos de socialización.

N,' tlcja de ser una ironía, ciertamente, que haya excelentes ,1,'sc'r'ipciones de este fenómeno en \X/hc¡ gctuerns? Considerer¡r,,s la clescripción del papel de los <<patricios>> a comienzos del

',r1ilo XIX:
,l, ,

las características de un grupo dominante: el sentimiento, ornpartido no sólo por ella, sino asimismo por la plebe, de que

legítima> (Dahl, 196l: l7). Y l)ahl descubre también este fenómeno en las condiciones ..lrluralistas>> de la actualidad. Los dirigentes, dice, <<no sólo

,.rr pretensión de gobernar era

La segunda nz6n por la que la insistencia en el conflicto efectivo y observable no va a ninguna parte es sencillamente que resulta sumamente insatisfactorio suponer que el poder sólo se eierce en situaciones de conflicto. Dicho con todo rigor,

t('tponden a las preferencias de los votantes, sino que además utt¡tJelan esas preferencias>> (p. 164). Y más adelante: < (p.317), etc. Lo nralo, al parecer, es que tanto BachrachyBaratz como los plu' r'¿listas suponen que si el poder, tal como lo entienden ellos, sólo se manifiesta en casos de conflicto efectivo, de ello se desprende que el conflicto efectivo es necesario para el poder. L)ero esto es ignorar un detalle crucial: que la más eficaz e insi-

18

t9

El
utilización del poder consiste en impedir que tal conflic-

to aflore. El tercer aspecto en que resulta inadecuado el enfoque bidimensional del poder guarda estrecha relación con el segundo: de no decise trata de la insistencia en que el poder de adopción que se siones existe únicamente allí donde se dan agravios a los niega la entrada en el proceso político en forma de problemas' Si el observador logra descubrir que no hay tales agravios, entonces debe suponer que hay un <> consenso acerca de la distribución de valores imperante. Por decirlo de otra manera, aquíSe supone que si las personas no sienten agravio ninguno, entonces es que no tienen intereses susceptibles de ser lesio-

nados por el uso del poder. Mas ello es tambíén sumamente insatisfactorio. En primer lugar, ¿qué es, en todo caso' un agravio: una demanda articulada en base a un conocimiento político, una queja indirecta nacida de la experiencia de cada día'una (cf. vaga sensación de malestar o un sentimiento de carencia?

importante' ¿no estiba ,.tpr"-o y más insidioso ejercicio del poder en impedir en "l ..ralluier medida que las personas tengan agravios, recurriendo para ello a modelar sus percepciones, cogniciones y preferen-

Lipsitz,

El

poo¡,R

I97 0). En segundo lugaq y más

cias de suerte que acepten su papel en el orden de cosas existen-

te, ya sea porque no pueden ver ni imaginar una alternativa al mismo, ya sea porque 1o ven como natural e irreemplazable' o porque lo valoran como algo ordenado por Dios y beneficioso? Suponer que ausencia de agravio equivale a un consenso genuino es simplemente descarrar la posibilidad de un consenso erróneo o manipulado por obra del mandato definicional'

En resumen, el enfoque tridimensional del poder comportn fa una minuciosa crítica del carácter behauiorista de los dos 20

PollEn: uN

ENTOQUFI RADICAL

y

individualistas, l,r irrrcros enfoques, considerados demasiado formas de muchas las de r lt' jir trn margen patalaconsideración

nr:u)tcner fuera de la política problernas potenciales, bien me¡lirrnrc la actuación de fuerzas sociales y prácticas institucional,'s, bien mediante las decisiones tomadas por individuos' Tal

por otro lado, puede ocurrir en ausencia de un conflicto ;r( tu¿rl, observable , que acaso haya sido felizmente conjurado' ;ilrnque se manteng a ahí una referencia implícita al conflicto puede no ¡rtrtcncial. De cualquier modo, esa potencialidad \,( r'sc actual izada nunca' Lo que puede darse ahí es tn conflicIrt l.utente, que estriba en la contradicción entre los intereses

{ ( )s11,

tlt'aquellos que ejercen el poder ylos intereses reales de aquer. Estos últimos quizá no expfesen sus I l, rs a quienes excluyen ir)tcreses o ni siquiera tengan conciencia de ellos, pero' como :rr.llumentaré, en definitivala identificación de esos intereses sicrnpre se basa en hipótesis empíricamente defendibles y re1

lrrtables.

A continuación resumiremos los rasgos distintivos de los tlcs enfoques del poder presentados más arriba'

I:nfoque unidiruensional del poder Hincapié en:

(a) el comportamiento (b) la adopción de decisiones (c) problemas (clave) (d) el conflicto observable (abierto) (e) intereses (subietivos), entendidos como preferencias políticas que nos revela la participación política' 21

EI-

polrun

Et

.. :

Enfoque bidimensional del Poder Crítica (matizada) del carácter behaviorista

poolLr: uN ENIoQUH R

¡,.rrtit rrlary operan dentro de ella. Yo diría, ciertamente. r' 1

i l t' r' c S

un o d

1

e o

l

s

co

n c-ep-qo..-s-ql¿-e*d9p S.gd-e.ruqgytt"4

(a) la adopción de decisiones y la adopción de no decisíones (b) problemas y problemas potenciales (c) el conflicto observable (abierto o encubierto) (d) intereses (subjetivos), entendidos como preferencias políticas o agravios.

Enfoque tridimensional del Poder Crítica del carácter behaviorista Hincapié en:

(a) la adopción de decisiones y el control del programa político (no necesariamente a través de decisiones) (b) problemas y problemas potenciales (c) el conflicto observable (abierto o encubierto) y latente (d) intereses subjetivos y reales.

V

LA CONCEPCION DEPODER SUBYACENTE

Rasgo común a estos tres enfoques del poder es su carácter eva-

luativo: todos ellos sur€len de una perspectiva moral y política

queel

p-lg m

e

n;

Ir rlt' Ios valorás, Con esto quiero decir que tanto su definición ¡ cualquier uso que de aquél se quiera hacer, una vez defi' 'nr()

rr,l,,, van ligados indisolublemente Hincapié en:

DICIAI.

r,r

r¡rrrcslos acerca de valores

a

una determinada serie de

-probablemente

no reconocidos-

lr(' l)l'cdeterminan su ámbito de aplicación empírica. Más adel,rrrtr.' sostendré que algunos de estos usos permiten mejor que , rtros Ia extensión y profundización de ese ámbito. Además, el '.n('epto de poder es, en consecuencia, lo que se ha dado en ll,unrrr una <<noción esencialmente contestada>>, uno de esos r ()n('cptos que <> t( irrllie, 1955-1956:169). En verdad, meterse en tales disputas r :, nletefse en política. [Jn punto común o idea primordial absolutamente fundalr,'rrtal y <¿qué es lo que hace significativo i trc .4 afe cte a B?>>. Ahora bien, el concepto de poder así defini-

'

2J

¡

l

::"it

El Pooln: uN HNFOQUE

EL PODEI{

o interpreta y pone en práctíca' proporciona uno más formas de identificar más enfoque-r del poder, esto es una o enfoques que hemos casos de fod", en el mundo real' Los tres y apli considerado se pueden entender como ínterpfetaciones subyaalternatívas cle un mismo concepto de poder

do, cuando se

caciones

B cuando A afecta a B cente, según el cual A eierce poder sobre 12' De cualquier modo' en sentido contrario a los intereses de B menos contestables- de concephay formas alternativas -no de signififualizarel poder que implican criterios alternativos catividad. Examinemos dos de ellas' primeramente, el concepto de poder elabo-

'f Consi,leremos, I ,udo por Talcott Parsons ft957,I963a' 1963b' 1967)' Parsons 'i p..r"n.l" <>

irl¿iUi.tule, o col"ctivas' en los procesos de interacción en ,,- (1967 : zg9). ¿Qt:ées' a su entender, lo que hay de específico '-"este <<podeo>? Dimecanismo, lo que catactetiza a éste como usa Parcho > un ámbito de degi-sjo¡es uso el j partiiular? La respuesta es, en sustancia' He aquí cómo dei ^urrlorilarias coo vistas a ohjetivos colectivos'

l.a conceptualización del poder de Parsons asocia a éste de metas colec, .n la autori (p. 13I) y <<es concebio colrlo un medio genetalizado de movilizar las adhesiones (p' i31)' Lr .rbligación de cara a una acción colectiva eficaz" l,n cambio, <
r

lr r

alguno de uso (p' 331)' Parsons criticaba' -. el poder t<exl)r.s, a Wrigh, Mills por haber interpretado ,lrrsivamente como una facilidad para conseguir lo que desea que otro cle quienes tienen el poder- impidiendo r r r srupo -el 1"1 de quienes "están f¡s¡¿"- consíga lo que desea>t'

r,',,..1o

¡i,,,1,o ( r) lugar de

ver en él una > ,rn,r función dentro y en pro de la sociedad en cuanto l)irfSons, 1957 : 139) . defiConsideremos en segundo lugar el concepto de poder

(

fine este autor el Poder: a de garanl\zar el cumPocler es, por tanto, una capacidad generalizad dentro de obligaciones vinculantes por parte de unidades

rrirlo por Hannah Arendt. <.Elpoder>>, áice,

plimiento

las obligaciones se de un sistem a de otganización colectiva' cuando en las notas colectilegitiman mediante la referencia a su repercusión se ui y doltd., en caso de actitudes recalcitrantes' presuma la ejecu-el cualquiera que sea ción mediante sanciones situacionales negativas' (p' 308)' agente efectivo de tai ejecución

()r'fesponde a la aptitucl humana no sólo de actuar' sino de actuar de de un indivin)iulera concertada. El poder no es nunca la propiedad permanece unido el ,lr ro; pertenece a un grupo y existe sólo mientras

(

,,,r,1-ro.

Crru.rdo decimos que alguien está 25

24

R^DICAI-

<<en

el podeo>' nos referi-

EL Ptloln: uN ENI'()QUE RADICAL

EL Pooltt' l

persomos efectivamente que tiene poderes de un cierto número de que desaparece en el momento En nas para que actúe en su nombre. (potestas in populo: el grupo que clio origen al poder en un principio a

sin rrn pueblo o grupo no hay poder), mente (Aren dt, 191 0: 44).

<<su

poder> se desvanece igual-

Es

el respaldo popular lo que confiere poder a las instituciones >' 1o que es menos válido para las diversas formas de monarquía

cual no

para las dL'mocracias tP. 4 I ). .¡r'ti#.:n'

La concepción del poder de Arendt asocia a éste con una tfaremontarse hasta Atenas y idi.iOtr y un vocabulario que ella hace iRo-u, según los cuales la república se basa en el imperio de la (p' 40)' Des el pooef apafece disociado de la <
i-

iperspecuva,

(p' 44)'Elpoder iob"di"n.lu> (p. 40) y ¿a cuestión del dominío> j., .ot."trual: <<no necesita justificación, por ser inherente a la misma existencia de las comunidades políticas;io que sí necesita itues legitimación... El poder surge siempre que el pueblo se reúne u.tú, concertadamente, pero su legitimación proviene más de

i

ia r..rnión inicial que de cualquier acción que iuego pueda seguin (p. 52).La uirtlencia, en cambio, es instrumental, es un mc-

rlro l)ru'lr conseguir un fin, pero <<jamás será legítima> (p' 52)' E'l un fin, es, en efec¡,,,,|t r', <
términos de la categoría medio-fin" (p' 51)' l,l objetivo de estas definiciones del poder de Parsons y .\ r, ilrlt, bastante similares, es prestar un apoyo persuasivo a los ,lrnilzones teóricos generales de sus respectivos autores' En el r;rs() dc Parsons, vincular el poder a las decisiones autoritarias \ l;rs ¡letas colectivas sirve para tefotzar su teoría de la integra,,r

1

v rrctuar en

l()n socíal, basada en un consenso acerca de los valores por el

serie de problel,rot'cclimiento de sustraer a la vista toda una "coerrrirs que han interesado a los llamados teóricos de la ( r()n", justamente en el contexto del <<poden>' Por obra de la ,1."'linición, fenómenos como la coerción, la expiotación' la marrrl,trlación y demás dejan de ser fenómenos del poder y, por

,,rrrsiguiente, desaparecen del paisaje teórico' Anthony Gid,l, rrs ha formulado muy bien este punto: las decisiones autoritarias muy a menudo ,,irVcn a intereses y que los conflictos más radicales que se rLrrr clt la socieclacl sufgen cle luchas por eI pocler- son definidos al I ),

rs hechos

obvios

-que sectoriales

rrrugen cle toda consideración, por lo menos en cuanto fenómenos que ofre( ()ncctaclos con el <<poder>>. La conceptualización del pocler del poder , t Parsons le permite desplazar todo el peso de su análisis para grupos' ( r1 cuanto expresión de una relación entre indiviáuos o r,r.icntarlo hacia una concepción del poder como <<propiedad del sisl( lna>>. Se ignora que las <<metas>> colectivas, e incluso los valores subpactada> sobre vrtcentes, pueden ser el resultado de una < supone la existencia previa de nrctas colectivas (Giddens, 1968: 265). 27

El

pootR.

En el caso de Arendt, similarmente, la conceptualización del poder desempeña un papel persuasivo, defendiendo su concepción de <4a res publica,la cosa pública> a la que da su consentimiento el pueblo, que <<se comporta de manera no violenta y argumenta en términos racionales>>, y oponiéndose a la reducción de <> y alavin' culación conceptual del poder con la fieruay la violencia. <, dice la autora, <<es una redundancia>>

(Arendt, L970:56). Estos distingos permiten a Arendt

hacer afirmaciones como las que siguen: < (p. 41); <<donde el poder está desintegrado, las revoluciones son posibles, pero no necesarias>> 1p.49); <
numerosos que

é1, se

der, esto es, en la solidaridad organizada de los amos>> 1p. 50);
inmediata y perfecta; lo que nunca puede salir de él es poden> 1p. 53); <<poder y violencia son contrarios, pues donde el uno domina de manera absoluta, la otra está ausente. La violencia aparece dondequiera que el poder corre peligro pero, abandonada a su suerte, acaba con la existencia del poder> (p. 56). Tales conceptualizaciones del poder son racionalmente defendibles. Ahora bien, la opinión de este libro es que tienen menos valor que la enunciada aquí, y ello por dos razones. En primer lugar, existen convincentes redefiniciones del poder que son ajenas tanfo a las acepciones capitales de <<po2B

Et

pclt>gR: uN

ENf()eut Rr\DlcAL

tradicional cuanto alatemática que siempre ha l,r,',,..'rrpado fundamentalmente a los estudiosos del pod.r. Értr r., insisten en la locución <<poder pata>>, ignorando <<poder soI'r,'". Así pues, poder indica una <>, una , rrn;r >, no una relación. De acuerdo con ello, el aspecto ,,rnf Iictual del poder es, el que se ejerza sobre perco-esto r,rs - dcsaparece enteramente del mapa 1r. Y junto con él desalritr'('cc el interés fundamental por estudiar en primer lugar las rt'lrrciones de poder, el interés pot garanfizar procurar ga-o ¡l:11iza¡- la obediencia de las personas superando o evitando rlr'r ,, r'n sentido

,,rr

opctsición.

l.n segundo lugar, el propósito de estas definiciones es, ,,tnr> y apela ala analogía dela ' r'('ación de crédito en economía, argumentando que el uso ,1,'l poder, como cuando los gobernados denen confianza justilicada en sus gobernantes, puede alcanzat objetivos desea,l.rs por todos y que a todos benefician. Se ha dicho, en defensa t lt' csta visión, que <<en cualquier clase de grupo, la existencia de ¡rosiciones de "liderazgo" definidas "engendra" poder, el cual

t,' lruede usar para alcanzar metas deseadas por la mayoría de l,'s componentes del grupo>> (Giddens, 1968:263). Análogan)cnte, Arendt dice que los miembros de un grupo que actúan orrcertadamente están ejerciendo un poder. Con arreglo al es(lucma conceptual aquí esbozado, todos los casos similares de .

29

&- porrgn

Et poo¡n: uN ENroeuE

I

actividad cooperativa, donde individuos o grupos se vean afectados unos por otros signíficativamente, no dánclose conflicto de intereses enÚe ellos, serán identificables como casos de <>, mas no de <<poder>>. Todo lo que dicen parsons y Arendt sobre el comportamiento consensual resulta razonable, pero lo mísmo ocurre con todo lo que destierran del

r rr

,lli^

t.

Id\DrcAL

Mapa del poder y sus conceptos afincs NO HAY CONFLICTO DE INIEFESES

lenguaje del poder.

Llegado a este punto, quizá sea útil que presente un mapa conceptual (fig. 1) del poder y sus conceptos afines las modalidades de <>-, el cual-todas se ceñirá,

groio moclo, ala tipología de Bachrach y Baratza la que antes hice referencia. Huelga decir que este mapa en sí es esencialmente contestable y en particular, aunque esté destinado a analizar y situar el concepto de poder que subyace en los enfoques unidimensional, bidimensional y tridimensional, no pretendo que por fueva resulte aceptable para todos los defensores de estos enfoques. Una nzón de ello, por supuesto, es que está desarrollado desde la perspectiva del enfoque ridimensional, que incorpora los otros dos y, por consiguiente, va más lejos que ellos. Se podrá comprobar que, en este esquema, el poder puede ser o no una forma de influencia, según intervengan o no sanciones, mientras que influencia y autoridad pueden ser o no una forma de pode¡ según intervenga o no un conflicto de intereses. La autoridad consensual, sin conflicto de intereses, no es, por tanto, una forma de poder. Si la persuasión racional es o no una forma de poder e influencia, es una cuestión que no se puede tratat aquíadecuadamente. Por si sirve de algo, yo me inclino a responder afitmativa y negativamente alavez. Afirmativamente, porque es una forma de afectación significativa: A consigue (o es causa de) t0

lnf uencra

otro modo no haría o pensaría. y rrcgativamente, porque B acepta autónomamente las razones ..lc { de suerte que uno se inclina a decir que no es { sino que son las razones de A, o la aceptación de éstas por ¿ las que tie_ rrcn la culpa de que B cambie de rumbo. Sospecho que nos hallirmos en presencia de una antinomia fundamental (kantiana) (luc- B haga o piense 1o que de

t'rrtre causalidad, por un lado, y autonomíay razón,por el offo.

No veo la manera de resolver tal antinomia: simplemente, ac_ t rian aquí presiones conceptuales contradictorias. Podríamos preguntarnos asimismo si el poder puecle o no scr ejercido por A sobre B de forma que coincida con los inte_ lcses reales de B. Es decir: supon€lamos que existe ahora un )1

EL Potll'n: uN ENFOQUE RADICAL

Et- pounR

pero que las preferende B' Ante esto' hay cias de A coinciclen con ios intereses reales un <tpoder a Jo, ..rp.r"rtas posibles: (1) que A poátía ejercer

conflicto entre las preferencias áe

.orto

AyB'

de intereses p-luro> sobre B (con un conflicto observable

sus interesubjetivos), pero que siempre y cuando B reconozca (2) que ,", ..ul"r, la relación de poder acaba" se autoaniquila; control de Á sobre B la totali
hasta el punto de tiene un interésrreal por su propia autonomía' con los intereses que tal ejercicio de poder no puede coincidir respuestas queda reul"s d.B. Está claro que la primera de estas una paternalista expuesta al abuso' por cuanto parece brindar panlatiranía; mientras que la segunda proporciona

licencia

identificando una defensa anarquista en contra de esa firanía' de influencía con el poder' la totalidacl o la mayoría cle los casos inclino por adoptar Aunque me atrae la segunda respuesta' me insistiendo en la lu prit"ru, ..,yo, peligros pueclen ser obviados los intereses reales' Tal base empírica que ,i*" pu'n identificar qle procede a optar identificación no es cosa de A, sino de B' y' en particular' con en unas condiciones cle relativa autonomía a través de una indepenclencia del poder de '4, por ejemplo ra' particiPación democrática

VI.

PODERE INTERESES

He definido el concepto de poder
A

qtie

A

eierce poder

intereses aÍecta a B áe manera contraria a los

noción inevitall. Ahora bien, la noción de <> es una si digo l¡l¡ ilrt.r)rc evaluativa (cf. Balbus, 1971, Connolly,I972): un que tíenes r¡r{ itlso coincide con tus intereses, quiero decir con el interés ,i, ,,', ltn a ello, y si digo que
,1,

de rr;il, l)ues, que concepciones diferentes

que son los intereses

con posiciones morales y políticas diferentes' el liberal toma a los l),' lorma -.ry b.rrdu, se podría
r,,rv,Ln asociadas

,

r(

)n2rndo sus intereses

.o,t

prefie1o que efectivamente desean o

como se manifiestan atrar('ll, con sus preferencias políticas tal 15' E'l reformista' a su vez' viendo y ,,,'s .le su participación política a tosistema político no dé igual importancia ,1, 1,1c,runáo q,r" "1 también relaciona los intereses de ,1, r.; lo, d"r"o, de los hombres, admite que ello pue.sros con 1o que desean o prefieren, aunque indir".tos y subpolíticos: en fo:-^ t rcvelarse á" lrr

1:

-odo, -á,

o disimulados' El rlt'scos y preferencias desviados, sumergidos deseos de los hombres r',rtlical, empero, sostiene que los propios intede un sistema que va en contra cle sus l,ucden ser producto que desearían .uro, tul", relaciona estos últimos con lo ,.'r"rt t6' Cada uno "t de elegir ,r ¡rreferirían si estuviesen en condiciones totalidad de deseos actuarlc los tres elige una cierta gama de la de su tasación moral' En les y potenciales como obj"to relevante del poder prelcsumen, sugiero que el enfoque unidimensional intereses' el bidimensional srrpone una concepción liberal de los una concepción ,'nu .on."p.ión reformista y el tridimensional del poder descansa sobre r'¿clícal. (Y afirmaría que todo enfoque de los intereses ,rlguna concepción normativamente específica

)) )2

lo

17')

El ponnn

Et pootn:

-'

,lrrr

VII,

icrlorado durante mucho tiempo por éstos. Dahl descri1,,r..'s, la política pluralista como variaday abierta alavez; ,lr, r ;rsí:
Paso ahora a considerar los puntos fuertes y débiles de los tres

enfoques del poder que he bosquejado.

-citamos

,1, I,'s tliferentes sectores del estrato político g,anntizan -o ( | " '{ ) ))cnos- que cualquier grupo descontento halle portavor

Las virtudes del enfoque de la adopción de decisiones, o en-

menudo: por medío de él

,;( :r

1,,

COMPARACIÓN OE LOS ]'RES ENFOQUES

foque unidimensional, son obvias y han sido puestas de relieve

UN ENTOQIIE RAI)ICAL

a

de nuevo a Merelman-, el

pluralista <<estudió el comportamiento efectivo, ínsistió en las definiciones operativas y encontró pruebas>> (Merelman, t969a: 45 1). Sin erirbargo, el problema está en que, haciendo esto, estudiando la adopción de decisiones importantes en el seno de la comunidad, el pluralista se limitaba a asumir y reproducir las inclinaciones del sistema que estaba estudiando. Al analizar las c{ecisiones en materia de urbanismo, educación pública y nom, bramíentos políticos, Dahl nos revela montones de cosas sobre la diuersidad del poder de adopción de decisiones en New Haven. Demuestra que estas áreas problemáticas son independientes entre sí y que, en líneas generales, individuos diferentes ejercen el poder en áreas diferentes, por 1o que no hay un conjunto de individuos, ni una única élite, pues, que tenga un poder determinante de adopción de decisiones que abarque diversas áreas problemáticas. Arguye Dahl asimismo que el proceso de adopción de decisiones responde a las preferencias de los ciudadanos, roda vez que los políticos y funcionarios elegidos que intervienen en é1 prevén los resultados de futuras elecciones. Sería ínsensato, dice Dahl, <<menospreciar la medida en que los votantes pueden ejercer una influen cia ircdirecta en las decisiones de los dirigentes a través de las elecciones>> (Dahl, 1961: 101); ningún problema importante para aquéllos es fácil

¡ , r'r I t'l cstrato político>> (p. 93) . Pero esa diversidad y esa ape rnr.r (lr¡c ve Dahl pueden resultar sumamente engañosas si el ¡ror['r'sc ejerce en el interior del sistema con vistas a limitarla ,r, L r1,t i, se lr,r ,rlirmado, <
r r

)5

i EL PODER

El enfoque bidimensional revela algo más a este respecto que en sí constituye un progreso considerable-, pero se -lo limita a estudiar situaciones donde 7a movilizacLón de las inclinaciones puede ser atribuida a decisiones de individuos, con el consiguiente efecto de impedir que los agravios observables sean abiertos o encubiertos- se conviertan en -ya problemas dentro del proceso político. A mi entender, ello explica en buena medida la gran endeblez e insuficiencia del estudio de Bachrach y Bantz sobre pobr eza, raza y política en Baltimore. En realidad, todo este estudio no es más que üna exposición de las diversas decisiones del alcalde y ulg,_rnos dirigentes empresariales con el objeto de impedir qrr"-iu, incipientes reivindicaciones de los negros de Baltimore se conviertan en problemas políticamente amenazadores _me_ diante estratagemas tales como entrevistarse ciertas personas, crear grupos de trabajo para quitar hierro al problema de la pobreza, apoyar determinadas medidas de asistencia social, etc.-, además de una exposición de cómo consiguieron los negros tener acceso ala política mediante una lucha declarada que incluyó disturbios. Este análisis es superficial justamente porque se limita a estudiar las decisiones individuales adoptadas para impedir que reivindicaciones potencialmente amenazadoras se volvieran políticamente peligrosas. IJn aná_ lisis más profundo se ocuparía también de todas las comple_ jas y sutiles maneras en que la inactiuidal de los dirígentes y el mero peso de las instituciones industriales y e
Et

I,OogR: uN ENFoeuE n{DtcAL

enfoque tridimensionar ofrece la posibilida d de rcarizar lu perspectiva de una .r¡rlicación sociológica seria no meramente personaliza-y ,l,r - de.cómo los sistemas políticos impiclen qr" lu, reivindica_ , iorres se conviertan en problemas políticos o incluso que sean Ir'muladas. Pues bien, la objeción crásica a esro ha ,iáo plantt'rrda a menudo de esta forma por los pluralistas: ¿cómo o Oo, sible estudiar no digamos e"plicur_ ulgo qr" ,o hu ,rr."_ -y ,lirlo? Pero escuchemos a polsby:

' r,rl ¿rnálisis. Dicho de otro modo, of."."

I ..1 se ha sugerido que los no acontecimientos hacen una poiítica significativa que los acontecimientos que hacen política. He un tipo de aseveración que, siendo plausible 'rr¡uí y a*activa hasta t icrto punto, presenta obstácuros verdaderamente rrrris

insuperables al irrvestigador. Podemos sondear rápidamente la profrndi,lad del ,rlrismo admitiendo que los no acontecimientos son mucho más im¡rrrrtantes que 10s acontecimientos e inquiriendo con precisión cuóles lc los no acontecimientos han de ser considerados los más significa' rivos en la comunidad. Seguro que no torlos ellos. po¡ cada i.on,._ t'imiento (independientemente de cómo sea definiclo) que tenga lurlar, debe haber infinitas alternativas. Entonces, ¿cuáles de los no ;rcontecimientos han de ser considerados

significativos? Una

res_

puesta satisfactoria sería quizá: aquelios resuitados deseados por un significativo número de actores en ra comunidad, pero no .orr.g.,idos. lin la medida en que taies metas son en cierto mocl0 explícitamente lrerseguidas por algún secror de la comunidad, er métoclo de estudio

empleado en New Haven tiene posibiliclades razonables de captarIas' una fespuesta totarmente insatisfactoria sería: cie¡tos no aconte, cimientos estipulados por observadores ajenos sin hacer referencia a los deseos o actividades de quienes ..rid"n en las comunidades. Irsta respuesta es insatisfactoria porque es a todas iuces inadecuado que personas ajenas a la comunidad escojan entre todos ros posibles J1

EL Po¡l'R: IIN ENFOQUE

Er- pclosn

ITADICAL

De manera similar, Wolfinger arguye que <.1a ínfinita gama de posibles no decisiones [.'.] nos revela la adaptabilidad de la

irrpresión de que el ejercicio del poder es asunto de unos in,lividuos que actúan conscientemente para afectat a otros' Hay ( ricn parece sentirse incómodo al hablar de grupos, institucio|l rrcs o colectivos que <<ejercen>> el podeq o de individuos o colcc.tivos que lo hacen de manera inconsciente. He aquí un inter(,sanre ejempio de integración de presunciones individualistas ,' irrtencionales en nuestro lenguaje, aunque en sí no aporte ra-

idea a las diversas perspectivas ideológicas> (\X/olfinger,I97la" 1078). Es más: supongamos que aventuramos <> que especifiqué cómo se conducirían las personas en ciertas situaciones si fueran abandonadas a su suerte, y usémosla para apoyat la

justir'tc., y de manera bien consciente, bien inconsciente' Una licación negativa de tal uso revisado es que no disponemos de

resultados que no se han dado un conjunto que ellos consideren importante pero no los ciudadanos de la comunidad. Es probabie que esta aproximación prejuzgara los resultados de la investigación"' (Polsby, 1963 96-97).

afirmación de que si no se comportan así es debido al ejercicio del poder. En ese caso,
todológica a una aserción sustantiva. Sólo porque es difícil o incluso imposible demostrar que se ha eiercido poder en una situación determinada, no se deduce que podamos concluir que no se ha eiercido. Más importante aún es que no creo que sea imposible identificar un ejercicio del poder de este tipo' ejercer el po¿Qué es un ejercicio del poder? ¿Qué significa der? Un examen detallaclo revela que la locución <<ejercicio del <<ejercer el poderr>- es probiemática en dos sentipoden>

-o

dos por lo menos.

En primer lugar, en su uso cotidiano encierra una connotación doblemente desafortunada. A veces se le atribuye un carácter individualista e intencional alavez' es decir, parece dar 38

l,r

ztin ninguna para tales presunciones. A continuación propon¡,, abanclonar tales presunciones y hablar del ejercicio del po,lcr bien por parte de indivíduos, bíen de grupos, instituciones,

rrtra palabra que reúna los requisitos, porque

<<ejercer>>

(exert)

<<ejercen> o <<ejetcitar>> (exer¡,Ocler es ligeramente diferente de

,'isc) elpoder. Más adelante daré una justificación positiva' IJn segundo aspecto en el que la expresión <<eiercer el po,lcn> resulta problemática es que encierra una interesante e imdefinía el l)ofranre ambigüedad. Me referí anres a que Dahl que B haga cjercicio del poder en términos de que á consigue rrlgo que de otro modo no haría. Sin embargo, esto' así dicho, cs demasiado simple.

puede normaltnente afectat a B' E'ilo cquivale a suponer que, en el contexto de (lo que se supone que cs) una situación que se desarrolla normalmente, si '4 hace x, consigue que B haga 1o que de otro modo no haría' Aquí, x, la acción de,4, es suficiente para conseguir que Bhaga lo que de Supongamos que

z1

otro modo nohaúa. Supongamos, empero, que eso mismo ocurre con,4,. También,4, puede afectar normalmente a B; su acción, también es suficiente para conseguir que Bhaga lo que

¡

de otro modo no haría, justamente de la misma manera' Supon-

El P(loun:

Er potrun

gamos ahora que

A y A, aclúan.oh ..rp".to a B simulfánea-

mente y que B cambia su acción en consecuencia. Está claro que aquíla acción o el cambio de rumbo de B está sobredeterminado; A y Arhan afectado ambos a B <<ejerciendo el poder>>, pero

el resultado es idéntico al que se habría producido en caso de afectade cada uno por su lado. Dadas las circunstancias, es inútil preguntarse cuál de ellos produio el cambio de rumbo, es decir cuál de ellos introduio una diferencia en el resultado, pues 1o hicieron ambos. Ambos <<e1'ercieron el poder>, en un aspecto, esto es, un poder suficiente para producir el resultado, aunque no se puede decir que uno de ellos inrodujo una diferencia en el resultado. Llamemos, pues, op(ratiuo a este aspecto del "ejer_--,.

cicio del poder". Comparemos ahora este caso con aquel otro en que,4 sí introduce una diferencia en el resultado, esto es, en el contexto
bypothesi-hay dos condiciones bredeterminado, donde -ex suficientes interpuestas, de modo que no se puede decir de ninguno que haya <>, y ello justamente por la presencia del otro: el curso normal de los acontecimientos es distorsionado por la presencia de la otra condición suficiente interpuesta. En este caso, por el contrario, puede decirse que la intervención de,4 introduce una diferencia en el resultado. Llamemos, pues, efectiuo a este aspecto del ..ejercicio del poder". (Vale la pena considerar una distinción más, que se refiere a

qué dlferencia intoduce,4 en el resultado. -4 desea que B haga 40

uN lrNFoQlllr RADICIAI'

poder efectivo' ilil;r ('osa particular, pero al ejercer sobre é1 un el rumbo de B de muy variadas maneras' ¡,,,.. .'1" lograr cambíar rumbo deB coíncida l,rrr sólo en el caso en que el cambio de /' se asegure la obediencia ( )n los ileseos de 1, es clecir en que ' ejercicio ktgrado de| ,1,' /1, podemos hablar propiamente de un Es' dicho se a <> se convierte aquí en <>'

'.1.. o consecuih'l)aSo, en este caso de ejercicio logrado del poder' exclusivamente , i.,n cle la obediencia, en el que se concentran ¡,,

poder puede ser li.rcl-rrach yBaratz. El eiercicio logrado del efectivo del poder' si ( ()ncebiclo como subespecie del ejercicio operativo lricn se podría sostener que allí donde del ejercicio también una forma ,le I poder se sigue una obediencia, hay -inpoder') del logrado eiercicio de ,l.tcrminadaproceder ya al análisis de aquello que comporta

Poclemos (.xactamente la identifícación de un eiercicio del poder'ét-riotras cosas' la doble pqder

| i

lmpli-c4,.er-rI.rq l,trir un- ei.erci.g-"-',1e1 de una determina' (p.4gja.de,astuar) 1,r etensü-n'dg-g1t"a a.q,ia. oro modo no harí4' (E'mpleo ,f v-áu" A f-tr." lo que de -ái"i, " que incluye ,,q.rí ei térmrno ..hacer,, en sentido muy amplio' .,i.rrrurrr, <<desear>>, <<sentir>>, etc') En el caso de un ejercicio otro modo clel po
.f".tiuo

del poder' A' |lnno i-raría; en el caso cle un eiercício operativo consigue tamente con una u otra de las condiciones suficientes'

modo no haría' De aquí que' en gen..ul, .,tulquier atribución cle un ejercicio del poder -incluiimplique síemdas, por ,.tp.t"rro, las de Dahl y sus.colegasá en el sentido de que (a no ser por A' o por

que B haga lo que de

oro

pr"

.rr-tu ficción, jrl.rto .o.t cualquier otra condición suficiente) B habría hecho una de las razones de cle otro mo,1o, por ejemplo, b'Es ésta que el conque tantos pensadores insistan (erróneamente) en 41

Et- Poo¡'n: uN ENFoQUE RADlcAl

Er$oorn

i flicto efectivo y observable ei esencial para el poder (aunque hay sin duda otras razones teórícas y, ciertamente, ideológicas)'

Porque tal conflicto proporciona la ficción pertinente yalista, quiere por así decir. Si Ay B se hallan en conflícto ente sí

-,4.

ó-,

entonces, si /. prevalece sobre B, podemos suponer que B habría de otro modo hecho á. Donde no haya un

ay

B quiere

/.

y B, entonces debemos buscar otras razones para plantear la ficción pertinente' Es decir, debemos buscar otras razones indírectas, para poder afirmar que si,4 fio hubiese actuado (o dejado de actuar) de cierta manera el caso del poder operativo, sí otras condiciones sufi-y,'bn no hubieran sido operativas-, entonces B habría pencientes sado y actuado de forma diferente de como en efecto piensa y

conflicto observable entre

actia.En suma, necesitamos justificar nuestras expectativas de que B habría pensado o actuado de forma diferente, y también necesitamos especificar el medio o el mecanísmo por el que á ha impedido a B hacer tal cosa o ha actuado (o dejado de actuar) de manera suficiente para impedirlo. No veo razones para suponer que una u otra de estas afirmaciones no pueda ser mantenida en principio, aunque tampoco pretendo que sea fácil hacerlo, ya que esto requiere ciertamente ir bastante más leios que la mayoúa de los análisis del poder en la ciencia política y la socíología contemporáneas. Por fortuna, el libro de Matthew Crenson The un-politics of air pollution: a study of non'decisionmaking in the cities (Crenson, 1971) nos proporciona un buen ejemplo de cómo abordar esa tarea. Podemos situar el marco teórico de este libro en la frontera entre el enfoque bidirnensional del poder y el tridimensional: 1o considero una seria tentativa de aplicar empíricamente el primero con ciertos elementos del segundo. Por esta razón, 42

supone un progreso teórico real en el estudio empírico de las lclaciones de poder.

El libro intenta, de manera explicita, hallar una forma de cxplicar las <>, suponiendo que el < (pp. vn, 26). ¿Por qué, se pregunta ( )renson, el problema de la contaminación atmosférica no se en algunas ciudades Planteó tan pfonto o con tanta intensidad irmericanas? Su objeto, en otras palabras, es <
otra-Gary-

contuvo la respiración hasta 1962. Resumiendo, el autor explica la diferencia diciendo que Gary es una ciudad dominada por una sola empresa, la U' S. Steel, con una

\a

fuerte organización partidista, mienras que East Chicago tenía una serie de acerías y carccia de organizacíón partidista fuerte cuando se aprobaron las ordenanzas sobre conffol de la contaminación. El argumento (que el autor documenta con un convincente detallismo) es que la U. S. Steel, constructora de Gary y res4)

Et- pttosn

L

: i.

EL Pcloln: uN ENFOQUE RADICA

ponsable de su prosperidad, impidió eficazmente durante largo tiempo que se planteara siquiera el problema, gracias a su reputación de poder que actuó sobre las reacciones previsibles; posteriormente, durante una serie de años' frustró los intentos de plantear el problema; e influyó decisivamente en el contenido de las ordenanzas contra la contaminación finalmente promulgadas. Más aún: todo esto 1o hizo sin actuar en la arena po-

nrlnación atmosférica era terrible, dándote palmadas en la espalda. l)cro nunca hacían naáaen un sentido o en oro' ¡Si hubiera habido al rrenos forcejeo, algo se habría podido lograr"'l rel="nofollow">>' ParaTa evolución ,lcl problema de la contaminación atmosférica de Gary, 1o que U' S' Steel no hizo fue probablemente más importante que lo que hizo

lítica ni entrar tan siquiera en ella. Su <<mera reputación de poder, no respaldada por actos de poder>> resultó <<suficiente para impedir que surgiera el problema del aire sucio>> $. I24): y cuando finalment" surgíó (en buena parte por la amenaza de una acción federal o estatal), <<1a U. S. Steel 1...1 influyó en el contenido de las ordenanzas sobre contaminación sin tomar medida alguna, con lo que puso en entredicho la máxima pluralista de que el poder político pertenece a los actores políticosr> (pp. 69-70).La U. S. Steel, dice Crenson, ejerció influencia <.desde puntos situados fuera del ámbito del comportamiento político observable [...]. Aunque la empresa rara vez intervino directamente en las deliberaciones de los encargados de la política sobre contaminación atmosférica de la ciudad, pudo sin embargo afectar a su radio de acción y a sus orientacio-

De estos dos minuciosos estudios de casos, el autor pasa a trn análisis comparativo de datos de entrevistas mantenidas con clirigentes políticos de cincuenta y una ciudades, cuyo propósito era verificar las hipótesis a que dieran lugar los estudios de

nes...>>

(p. 107). Crenson dice:

Los activistas que combatían ala contaminación en Gary fueron durante mucho tiempo incapaces de conseguir que la U. S. Steel adoptase una postur a clara. Rememorando los tristes días del debate en tor'no a la contaminación, uno de ellos decía que la actitud evasiva de la mayor empresa de la ciudad fue un factor decisivo a la hora de frus-

trar los primeros esfuerzos por promulgar una otdenanza sobre control de la contaminación. Los ejecutivos de la compañía, agregaba, solían limitarse a asentir comprensivamente <
lpp.7 6-77 ).

los dos casos. En forma resumida, sus conclusiones son que

<<el

no prosperar en aquellas ciudades donde la industria goza áe una feputación de po
problema de la contaminación atmosférica tiende

a

vida del problema de la contaminación tienden a disminuir rel="nofollow">> $.124).una organización partidista fuerte e influyente inhibirá también el desarrollo del problema de la contaminación, toda vez que no es probable que las reivindicaciones de ttna atmósfera limpia reporten ese tipo de beneficios específicos que buscan los aparatos de partido americanos, por más que, allí donde la industria tiene una reputación de gran poder, un particlo fuerte acrecentará las esperanzas de vida del problema dela contaminación, dado que se esforzarápor adquírir influencia en el ámbito industrial. En general, Crenson argumenta de modo convincente que el control de la contaminación es un buen ejemplo de un bien colectivo cuyos costos específicos se concentfan en la índustria; así pues, la oposición de esta última será fuerte, mientras que el apoyo a la misma será relativamente dé45

Et- pottER

EL poonn: uN ENFOQIJT R{DICAL

bil, puesto que sus beneficios son difusos y no es probable que atraig^na los dirigentes de partido dedicados al chalaneo de influencias. Por otra parte, cosa que resulta muy interesante, Crenson usa contra los pluralístas el argumento de que los pro' blemas políticos tienden a estar conectados entre sí; de ese modo, los problemas colectivos tienden a otros problemas colectivos, y viceversa. Así pues, <> (p. 170):

sional de la adopción de no decisiones al estilo de Bachrach y l\'¿ratz. Por otro lado, empieza a rebasar en tres aspectos la l)()stura de éstos (tal como se presenta en su libro). En primer Irrga¡ la adopción de no decisiones no es interpretada en términos behavioristas, como si sólo se manifestase a través de decisiones (de ahí el hincapié en la inacción: <{o que U. S. Steel no lrizo...>>); en segundo lugar, tiene un carácter no individualista y

considera el poder institucional 18; por último, examina las ma' r)cras en que, a través del ejercicio de ese poder, se impide que sc planteen

reivindicaciones. Así pues,

i

Allí dondé los negocios y el desarrollo indusrial son motivo de preocupación a nivel local, el problema de la contaminación del aire tiende a ser ignorado. La preponderancia de un problema parece estar relacionada con la subordinación del otro, y la existencia de esta relación pone en entredicho la idea pluralista de que los diferentes problemas políticos tienden a surgir y venirse abajo independientemente (p.165) '

El argumento general de Crenson es que existen <>, de suerte que <<1a actividad de adopción de decisiones viene encauzaáay orientada por el proceso de adopción de no decision"tt (P. 178). En oras palabras, el pluralismo <<no es una gannlia de apertura política o de soberanía popular>>; y ni el estudio de la adopción de decisiones ni la existencia de una > nos dirán nada acerca de <<esos grupos y problemas que puedan haber sido excluidos de una vida política urbana>> (p. 181). Dije antes que el marco teórico del análisis de Crenson se sitúa en la frontera entre los enfoques bidimensional y tridimensional del poder. Es, a primera vista, un estudio bidimen-

lirrmas y prácticas políticas locales pueden inhibir incluso la aptitud ,le 1os ciudadanos de transformar un descontento difuso en una rei'

vindicación explícita. En resumen, hay una especie de ideología inarticulada en las institucioncs políticas, incluidas aquellas que parecen scr las más liberales, flexibles y autónomas: es una ideología en el senriclo de que fomenta la percepción y una articulación selectivas de los lrroblemas y conflictos sociales... (p.23).

De esta manera, <> (p.27):las restricciones impuestas con respecto al alcance de la adopción de decisiones pueden <, confinando las opiniones minoritarias a las minorías y negando < (pp. 180-81).

El análisis de Crenson es impresionante porque satisface el doble requisito antes mencionado. Hay razones para esperar que, si todo 1o demás siguiera igual, la gente preferiúano ser en41

El

El

Pooqn

venenada (suponiendo, en particular' que el conffol de la contaminación no signifique forzosamente desempleo), aun cuando ni siquiera puedan articular sus preferencías; y se ofrecen pruebas incontestables de los procedimientos con que ciertas institratuciones, y específicamente U. S. Steel, en buena medida a vés de la inacción, impidieron que el interés de los ciudadanos

por no ser envenenaclos se expresara (si bien otros factores' de carácter institucional e ideológico, exigirían una explicación pertinenmás cabal). Así pues, están justificadas tanto la ficción te como la identíficación de un mecanismo de poder'

VIll,

,

krs es más que

Prlotn: uN ENFcx)uE I{\DICA

plausible (suponiendo que tal alternativa no im-

¡,licase un incremento del desempleo).

Y

en tercer lugaq el estu-

,lio de Crenson aporta datos comparativos en apoyo de la afirrrrrrción de que en circunstancias diferentes, en las que el lo srrlruesto poder no decisorio se mostrase no operativo -o Irrcra en menof grado-, pefsonas con cafacterísticas sociales ,,cluiparables hicieron esta elección y la ejecutaron, o 1o hicieron ('on menos dificultad

1e.

Ello no obstante, a veces es exraordinariamente difícil justrlicar la ficción pertinente' ¿Podemos suponer siempre que lrrs víctímas de la injustrcia y la desigualdad, a no ser por el t'icrcicio del poder, se esforzarían por conseguir la justicia y la igualdad? ¿Qué ocurre con la relatividad cultural de los valorcs? ¿No es este supuesto una forma de etnocentrismo? ¿Por c¡ué no decir que la aquiescencia dentro de un sistema de valo-

DIFICUL|ADES

De todos moclos, quisiera concluir con una nota problemálica' aludiendo a las dificultades peculiares con que tropieza el enfoque ffidimensional del poder primero para justificar la ficción pertinente y segundo para identificar el mecanismo o proceso de un supuesto ejercicio del poder' En primer lugar, justificar la ficción pertinente no siempre

como el comunismo ortodoxo o el sistema de castas, es un caso de genuino consenso respecto de valores diferentes? Mas ni aun aquí queda fuera de nuestro alcance el apoyo empírico. No es imposible aducir pruebas por la naturaleza del caso, habrán de ser indirectas-

resulta tanfáctTcomo en el caso de la contaminación atmosférica que de Gary (Indiana). Hay una serie de factores en este caso juicio de pueden no estar presente en otros' En primer lugaq el

so no es genuino, sino impuesto (aunque existan casos mixtos,

valor implícito en la especificación del interés de los ciudadanos ya de Gary por no ser envenenados es difícilmente discutible'

del carcere, ¿Dónde hallar tales pruebas? En los Quaderní que trata de c1e Antonio Gramsci, hay un interesantísimo pasaje csta cuestión, donde el autor establece un contfaste entre <<el

opinión del observador l)' En segundo lugar' la posibihipótesis empírica de que tales ciudadanos, si tuvieran la lidad de elegir y más información, preferirían no ser envenena-

que se basa, como clice Crenson' en


ur"rrudel valor de la vida humana>> (p'

4B

lcs rechazado por

-gue,

para apoyar

<<nosotros>>,

la afirmación de que un aparente

caso de consen-

con respecto a los diferentes grupos y componentes del sistema de valores).

pensar y el hacer, o sea, la coexistencia de dos concepciones del afitmadacon palabras y otra que se despliega en

mundo

el hacer efectivo>> (Gramsci, 1,971 11929-19371 326)' Dice 49

Et Poonn: uN ENIoQUE

EL PoDIR

Gramsci que cuando ," pro,l.tr.á tal contraste tten tación vital de amplias masas>>,

1a

manifes-

tiene que ser expresión de contrastes más profundos de orden histórico-social. Sígnifica entonces que un grupo social, provisto de una concepción propia del mundo, aunque sea embrionaria, pero manifiesta en la accíón (1o que quiere decir que se manifiesta ocasionalmente) irregularmente, o sea, cuando ese grupo se mueve como un

conjunto orgánico), tiene, por razones de sumisión y subordinación intelectual, una concepción del mundo no propia' sino tomada en préstamó de otro grupo, y la afitma verbalmente, y hasta cree seguirlu, po.qü. efectivamente ia sigue en <>' o sea cuanconducta no es independiente y autónoma, sino, como queda

do la

dicho, sometida y subordinada (p' )27)20.

Aunque quepa no aceptar esa affibución a un grupo social de <>' cuando (ex bypothesz) <<sumisión y subordinación intelectuales>> brillen por su ausencia o estén mermadas, cuando el aparato del poder de sea eliminado o mitigado' El mismo Gramsci cita el eiemplo <
fortuna de las religiones y de las iglesias>>:

La religión, o una determinada iglesia, mantiene su comunidad de fieles (dentro de ciertos límites de las necesidades del desaffoll0 histórico general) en la medida en 1a cual alimenta permanente y organiluzadamente la fe, repitiendo imperturbablemente su apologética' y análogos argumentos con chando siempre y en todo momento fe manteniendo una jerarquía de intelectuales que den al menos a la ha intela apariencia de la dignidad del pensamiento' Cada vez qüe se

t0

RADICAL

llLrmpido violentamente la continuidad de ias relaciones entre la Iglesirr y ios fieles, como ha ocurrido durante la Revolución francesa, la lglcsia ha sufrido pérdídas incalculables (p. 3a0).

En cuanto a ejemplos contemporáneos, consideremos las lcacciones de los checos ante la relajación del aparato de poder ..'n 1968.

Pero también se pueden buscar pruebas en <>. Nos interesa averiguar qué es lo que el ejercicio del poen ocasiones hasta pensar- a la gente' ,ler impide hacer -y l)e ahí que debamos examinar cómo reacciona la gente ante las mejor dicho, las oportunidades entendidas ,rportunidades -o, ,'oms ¡¿lss- de eludir la subordinación en sistemas ierárquicos cuando éstas se dan. En este contexto, los datos sobre movilidad social pueden adquirir un significado teórico nuevo y sorprendente. El sistema de castas es concebido con frecuencia como un posible candidato a <>. Ahora bien, el reciente debate acerca de la <.sanscútización>> sugiere otra cosa. De acuerdo con Srinivas, el sistema de castas rllsta de ser un sistema rígido, donde la posición de cada componente esté fijada para siempre jamás. El movimiento siempre ha sido posible, cspecialmente en 1as regíones intermedías de la jerarquía. En el piazo una generación o dos, una casta inferior podía izarse a una posición rnás alta dentro de la jerarquía haciéndose vegetariana y abstemia y

cle

sanscritizando su ritual y su panteón. En suma, adoptaba 1o más rápidamente posible las usanzas,los rítos y las creencías de los brahmanes, y si bien prohibida en teoría, tal adopción de estilo de vida brahmánico por una casta inferior parece haber sido frecuente' Este proceso ha

recibido el nombre de <<sanscritiz ación>>..' (Srinivas,

19 5 2 :

) 0\'

El

Et- Poor,n:

pctnun '

Srinivas alega que el .<progreso *onómico ... parece llevar a la sanscritización de las costumbres y el modo de vida de un grupo>>, lo que, a su vez, depende del ..deseo colectivo de as-

cender en la estimación de amigos, vecinos y rivales>> y va seguido de > (Srinivas, 1962:56-51). Parece que tal deseo va precedido de ordinario por la adquisición de riqlreza,aunque también parece ser impofiante la adquisición de poder político, educación y mando. En resumen, las pruebas sugieren que existe una significativa diferencia entre el sistema de castas qlre concibe el < y el que se da en la realidad (Srinivas, I^962:56). Lo que para el observador puede parecer

un consenso de valores que santifica una jerarquía extrema, sumamente precisa y estable oculta en realidad el hecho de que las oportunídades de ascender dentro del sistema percibidas por las castas inferiores son aprovechadas muy a menudo, si no invariablemente.

podría alegat que éste no es un argumento muy convincente, ya que la movilídad ascendente dentro de un sistema jerárquico implica la aceptación de la ietatquia, de modo que las castas sanscritizantes no rcchazan el sistema de valores, sino que lo hacen suyo. Mas a ello cabe replicar que éste es precisamente un caso de vida brahmánico y, en general, la posición de casta es considerada adscribible , hereditaria e inalterable. Cabe aducir, empero, otra prueba menos ambigua, relacionada con el sistema de castas indio, que respalda la tesis de que lainteúorización del status áe subordinación es una consecuencia del poder. Consideremos los efectos surtídos por la introducción del sufragio universal en la aceptación del principio ierárquico por las castas inferiores2l. Más expresivamente aún, Se

52

( r )nsideremos

las

<<salidas>>

LIN ENFoQIJE

IL{Dr:AL

a que han recurrido los intocables y,

.,.lrc todo, la conversión masiva a otras religiones22. En diversos ¡,,'r'íodos de su historia, los intocables abrazaron el islamismo

2r,

,'l clistianismo y el budismo2a porque proclamaban principios rlirrrrlitarios y ofrecían Ia espennza de sustraerse a la discrimina,

irin de casta2'.

Concluyo, pues, que en general se pueden aducir pruebas (rrtrnque, por la natutaleza del caso, tales pruebas nunca serán ('()ncluyentes) que corroboran las ficciones pertinentes implícitrrs en la identificación de los ejercicios de poder del tipo tridi' rrcr-rsional. Es posible tomar medidas para averiguar qué es lo)"* (luc, de otro modo, habría hecho la gente

..

i li

llrr segundo lugar, ¿cómo se puede identificar el proceso o me( rnismo de un supuesto ejercicio del poder de acuerdo con el ('r)foque tridimensional? (Prescindiré de los problemas adicio-

identificación de un ejercicio operativo del 1,oder, es decir del problema de la sobredeterminación. Ello nlcrece un tratamiento aparte.) Existen tres rasgos, distintivos ,lcl enfoque tridimensional, que plantean al investigador prol,lemas de peculiar agudeza. Como ya he dicho, tal ejercicio (observable). En ¡,uede implicar inacción en lugar de acción (cosa que parece admitir scgundo lugaq puede ser inconsciente t¿mbién el enfoque bidimensional, pero éste insiste asimismo en que las no decisiones son decisione-t, y en ausencia de explicaciones adicionales, una decisión inconsciente se asemeia a trna contradicción). Y, en tercer lugaq el poder puede ser ejercido por colectividades, tales como grupos o instituciones' Ilxaminemos esas dificultades una por una.

rr,rles que plantea la

51

Et-

E'L Poogn: uN ENFoQUE

Poogn i

rJniu""más hemos de vérEn primer lugar está la inacción' Ciertamente' allí donde noslas aquí con un no acontecimiento'

atribuida alainaclu snpr".iórl de un problema potencial sea identifi.iO.r, ,"rrdr.mos un doble no acontecimiento' ¿Cómo la reshacia paso car empíricamente tal situación? E'l primer no tiene por prr"r,u .onristirá en percatarse de que la inacción No actuar de qué ser un no acontecimiento carente de rasgos' puede muy bien tener concierta manefa en una situación dada manera sea especificables allí donde actuar de esa secuencias

consecuencias' una posibiliJad hipotética con determinadas ser un fttj, ,,in, lu ..ihr"..r"tcia de la inacción puede muy bien aparición de un prono acontecimiento adicional, como la no

fl"-u político, allí donde , ex bypothesi' las acciones en cuestión principio' no parece imhabrianocasionado esa aparición. En relación entre la inacposible establecer aquí un nexo causal; la la contami.i¿r, d" U. S. Steel y el silencio del público acercade caso' viene muy al nación atmosférica es un ejemplo que puede ejerEn segundo lugar está la inconsciencia' ¿Cómo sea consciente de 1o que cerse el poder sín que quien lo ejerce (y por convendrá proceder a una serie de distingos hace? Aquí

el termino <> mor de lu breuedad, usaré a continuación maneras de ser para abarcar los casos de inacción)' Hay diversas inconscienit.otr.i"rrt. de lo que se está haciendo' Se puede ser < de t" d" lo que se .orrrid"tu que es el motivo o significado típicos)' O' en sela acciónde uno (como en los casos freudianos cómo interpretan los ;";i. lugar, se puede ser inconsciente delugar, se puede ser in á.-a, las ucciones de uno. O, en tercer acciones de uno' Identificonsciente de las consecuencias de las comporta inconsciente del poder del primer tipo car un ejercicio

de las explicaciones de de ordinarío la dificultad, característica

allí el motivo o significado ti¡,o freudiano' de determinar de observador y observado' ,l,rnde difieren lu, i"t"'p"taciones y ha sido exhaustiesta
un co-

de su acción' ¿Podrá afirmarse nocimiento de las consecuencias poder sobre B allí donde el conoci-

,rrofiu-.n* queÁ ejerce un rniento
."n;;^á

no sea accesible

B

a

"'-t '""tillumente a inpor parte de '4 de tales efectos obedece tendrá que de averiguarlos' la respuesta

(remediable)

ser afirmativu' Aho'u

bi"",

ullí

áotd" no pudiera averiguarlos

disponibles conocimiensencillamente' no estuvieran un ejerpongamos pof caso-' hablar de tos factuales o técnicos, carente de sentido' Consicicio del pocler put"tt'io' Jo-pl"to farmacéutica que ü."r", O.t "j"-plo, "1 tu'o cle una compañía vida y muerextremo poder cjerce supuestamente el más -de lanza al mer' te- sobre los integrantes clel público por cuanto

-porq.t",

Ahí' la suposición de que se está cado un fármaco peligroso' aun cuando se pueda decjerciendo un poder "lo '"ta rebatida y directivos de la compañía no sabian mostrar que los científicos

peligrosos: podríanhaber ;;;1; "f".ro' ¿"iri'-uto fueranPor otro lado' ¿eiercían los medi
su-

poder sobre el público antes de fabricantes d" tigutrillos estJ po
54

MDicAL

El ponsn tales consecuencias. (Po,

srp.i.rto, la justificación de esa hipótesis plantea más problemas,todavía, por cuanto implica, por ejemplo, juicios históricos sobre la localizaciónde los límites culturalmente determinados a la innovación cognoscitiva.) La tercera dificultad está en atribuir un ejercicio del poder a colectividades tales como grupos, clases o instituciones. El problema es: ¿cuándo se puede describir la causación social como un ejercicio del poder o, más exactamente, cómo y dónde se ha áe trazar la divisoria entre determinación estructural, por un lado, y ejercicio del poder, por el omo? He aquí un pro_ blem4 que reaparece con frecuencia en la historia del pensamienfo marxista, en el contexto de los debates sobre determinismo y voluntarismo. En el marxismo francés de posguerra, por ejemplo, el marxista estructuralista Louis Althusser y sus seguidores adoptan una posición determinista extrema, opuesta a las interpretaciones <>, <> y <<subjetivista>> de pensadores como Sartre y Lucien Goldmann y. detrás de ellos. Lukács y Korsch á"trá, de ellos, He-y desempeña gel-, para quienes el <<sujeto>> histórico un papel explicativo crucial e imprescindible. Para Althusseq el pensamiento de Marx, correctamente entendido, conceptu aliza > y, >, versa sobre < (A,lthusser y Balibar, 1968, tr: 63,71). Las implicaciones de esta postura se pueden vef muy netamente en el debate entre el althusseriano Nicos pourantzas

EL pougn: uN ENFoQUE RADICAL

sociólogo político británico Ralph Miliband en torno al li1,r,, cle este último intitulado Tbe State in capitalist society (/\1íliband, 1969). De acuerdo con Poulantzas, Miliband har

I

..'l

l,r

l,a

,lrlicultades [...1 para comprender las clases sociales y ei Estado como t'\tt't.tctt¿ras ctbjetiuas y sus relacíones como un sistema objetiuo de co' estructura y un sistema cuyos agentes, <>, son, en palabras de Marx, sus <<portadotesr, (trtiger). ñliliband da constantemente la ímpresión de que, para éI, clases so, irrlcs o <> de alguna manera son reducibles a relaciones íntertt,'.xiones regulares, una

1,,'rrrmales, que el Estado es reducible a relaciones interpersonales en-

tlt' los miembros de los diferentes

<>

que constituyen el

.rl)ilrato estatal y, por último, que la propia relación entre clases socia-

Estado es reducible a relaciones interpersonales enre los <índivi,luos> que componen los grupos sociales y los > que ( olrponen el aparato estatal (Poulantzas, 1969:70). It's y

Tal concepción, prosigue Poulantzas, sc me

antoja derivada de una problemática de1 suieto que ha tenido

onstantes repercusiones en la historia del pensamiento marxista. De ,rcuerdo con esa problemática, los agentes de una formación social,

(

no son considerados como los <<portadores>> de casos (como 1o son para Marx), sino como el principio genético objetivos ,lc 1os niveies del todo sociai. Es ésa una problemática deTos actores sociales, de los individuos como el origen dela accíón social: así pues, Ios >,

lrr

investigación sociológica lleva finalmente no al estudio de las coor-

,lenadas objetivas que determinan la

distibución de los agentes

en

l,rs clases socíales y las contradicciones entre estas clases, sino a la

lrúsqueda de explicacio nes fina lís ta s, basadas en las ¡notiuacion e s de lnducta de los actores individuales (p. 70). 51

El poosu

EL

En su réplica, Miliband sostierie que Poulantzas se muestra ahí más

bien unilateral y va demasiado lejos al descartar la

naturaTeza de la élite estatal como globalmente de poca importancia.

Pues 1o que sugiere vas>> es

st exclusiua insistencia en las <
que cuanto hace el Estado está a cualquier respecto y en todo

momento eftterdmente determinado por esas >: dicho de otra manera, las compulsiones estructurales del sistema son tan absolutamente insoslayables que convierten a quíenes gobiernan el Estado en meros funcionarios y ejecutores de la política que les impone <el sistema> (Miliband,

l9l

0: 57

)

.

Poulántzas, dice Miliband, reemplaza <{a noción de "estructuras objetivas" y "relaciones objetivas" pof la de clase "dominante">>, y su análisis lleva <
determinismo estructural, o mejor dicho a un sobredeterminismo estructural, que imposibilita considerar con auténtico reaiismo la relación dialéctica entre el Estado y "el sistema" r, (p.57)26.

Lo primero que hay que decir a propósito de ese debate es que la dicotomía implícita en Poulantzas entre determinismo su propia estructural e individualismo metodológico -entre <<problemática>> y la de los <- es engañosa. No son ésas las dos únicas posibilidades. No es cuestión de una investigación sociológica que > ya al estudio de las

PaIDER:

uN r'NloQUE RADICAL

y su interacción no pafece susceptibie de ser r,',lrrcida a sus meras motivaciones individuales' Poul.o segundo que hay que decir acerca del debate entre conceptual de l,rrrtzas y Vtilibur-r,l es que ffala áeuna distinción poder sirve para recalr rrrcial importancia, que el lenguaje del relacioel uocabulario del poder en el contexto de las ' ,r'. Usar por separado nt's sociales supone hablar de agentes humanos' través de la ac,r r'onjuntamente, en grupo u organizaciones, a a los pensa, i,in o la inacción, que afectan significativamente de manera conrrricntos o acciones de otros (específicamente'

,

'rnrl)ortamiento

que, si tr:rria a sus intereses). A1 hablar de esta guisa, se supone del,icn los agentes operan dentro de límites estructuralmente por eso dejan de tener una cierta autonomía re-

r('llninados, no

Aun no lrrtiva, pudiendo haber actuado de manera diferente' cerrado t'stanilo enteramente abierto, el futuro tampoco está (y, d" hecho' su grado de apertura está asimismo ¡ror completo

27' lslructuralmente determinado) por un toResumiendo, dentro de un sistem a catactetizado para el poder. rrrl cleterminismo esructural no habriasitio estiDesde luego, siempre se tiene la alternativa de redefinir estrucen términos de determinación lrrilativamente el <<poder>> que eligelodaffzas en su libro Political É'u t' lu '""du "''d' and srtcial classes (I973 lt96}l)' Define este autor su

l)ot/,)er (

oncepto d"'pgdp;-s-p.¡lq

1y, :_1:':1 g rg.s

s

bi.l

.,::tra" e!&CI'c-i'dqd'"de -unq"stra'se 'saa'id"LpÁ'r'a t

n

<.coordenadas objetivas>, ya al estudio de las <<motivaciones de

,, 4

conducta de los actores individuales>>. Tal investigación debe examinar con claridad las compleias interrelaciones entre am-

que g*s--q-9-l*c--ellg.:ii'l!!.!.t?i

bas y dejar espacio para el hecho notorio de que los individuos

" Iu

actian conjunta y recíprocamente dentro de los grupos y organizaciones, así como tener en cuenta que la explicación de su

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Dicho de otra manera'-gl, p--q--dsr.qo eqtá,.Fituadp eq]q-s níveles de las estructuras, es un efecto del conjunto-49 S;'-";"J'ti los niueio. tEi. L;s rélaéiónés de tlá'e son
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59

:'

I EL pootn: uN ENIroeuE rd{DIcAL

EL pon¡:n

les relaciones de pc,der, y el poiler no es, sin embargo, más q

un concepto que indica el efecto del conjunto de las estructu. ras sobre las relacíones de las prácticas de ras diuersas clases en lucha> (p. 101). Pero esra asimilación conceprual del po más que como un caso de determinación estructural, a suponer que-¿ctuqr"diferentemen fe est¿í cle,tro de ras .- jlequívale t p o s i h I i I a d e.r d e q u ic n.,o q urerc-ás éj étic úJ Am" rE;T;;ee ejerciipio colecdvo del poder, por parte de un grupo, una insti_ tución, etc., esto implica que los componentes del grupo o la institución podrían haberse combinado u organizad o pa"- actuar diferentemente. La justificación de esta afirmación, así como la clave de las dos últimas dificultades implícitas en la idenrificación del proceso del ejercicio del poder, está en la relación entre poder y responsabilidad28. La nzón por la que identificar ral ejercicio

implica suponer que quien o quienes 1o ejercen po<Jrían haber actuado diferentemente allí donde son inconscientes de las -y consecuencias de su acción o inacción, que podrían haberlas averiguado- es que la atribución del poder es al propio tiempo la atribución de una responsabilidad (parcial o total) respecto a ciertas consecuencias. Dicho de otro modo: el:ssrl-tldo dc_losalr*2*at--elped.-9"-t-g.,s_,S:p"hlgS.t

,,

rr,'t itin no menos

problemática-,nimenos esencialmente con-

ri ' l'rcla- que otras examinadas en este ensayo. Tampoco porllr)ros analizar aquí el problema teórico no empírico?-¿y ¡iul)vacente de cómo decidir dónde acal¡ala determinación esr r r(.tLrral y comienzan el poder y la responsabilidad. Pero vale l,r I'g11¿ señalar, a modo de conclusión, que C. Wright Mills ¡','rcibió las relaciones que he defendido entre esos conceptos r'n sLr distinción entre destino y poder. Este autor afirmaba que \u < tenía que <
decidir cosas importantes, y (l)en condiciones r I prever las consecuencias, y por tanto de ser considerado res¡','rrsable de los acontecimientos históricos>> (Mills, 1959:2I). t , \)írigll1 Mills abog4ba Bal atribufu.poder a quienes, por ocu¡rrrl posic' :: estratégicas, podrían inigial caqibio1.g¡ iryel6 l,' rrmplios sectores de la sociedad, pero no 1o hacen, -afjt¡pAn; ' ,1,, que ei-*ahorá sociológicamente realista, mo¡4le,egjg jgstg "$ X ¡rolíticamente obligatorio formular demandas a los poderosos r()so como para

¡ ,rrnside¡4r a éstos responsables dei éüisoéspecífico de los aconti:cimientos>>. (p. 100).

IX

CONCLUSION

¡espqnsabjlid¿d_resps.cro u se estiman dimanantes de.la..acció¡po inLlláá de.cjettos agenres.especificables. No vamos a enrrar aquí en un análisis de la noción de responsabilidad (ni de los

l,l enfoque unidimensional del poder ofrece un neto paradigl ' rnir para el estudio behaviorista del poder de adopción.te deci-

problemas de identificar la responsabilidad colectiva): es üna

riores por los actores políticos, pero inevitablemente hace suya

60

61

1 las consecuencias que

'iil

Er pon¡,R

IIL PODER, LA LIBERTAD Y LA RAZON

la inclinación del sistema políticb en observación y se muest ciego a las maneras en que está controlado su programa polítíco. El enfoque bidimensional indica la manera de examinar esa

inclinación y ese control, pero los concibe de forma demasiado estrecha: en una palabra, carece de una perspectiva sociológica
un análisis más profundo de las relaciones de poder, análisis cargado de valor, empírico y teórico2e. Es injustificada la acti--tud pesimista con respecto a la posibilidad de tal análisis. Como ha escrito Frey (1971; 1095), ese pesimismo equivale a decir: <<¿Por qué dejar que las cosas sean difíciles si, con un poquito más de esfuerzo, podemos hacer que parezcan imposibles?>.

ú^taré de ampliar la discusión del conr r'¡rto de poder. Parto del hecho del interminable desacuerdo ',,,lrle cómo ha de concebirse el poder y planteo la pregunta de ,,i nccesitamos este concepto en absoluto y, en su caso, para l,rr cl presente capítulo

,lr¡

lo necesitamos. A continuacióntrazo una especie de mapa

r(lt)ceptual con el fin de sítuar y enfocar la argumentación de , i'l'/( y el debate del que este libro formó parte. Dado que t /'i r/( fue Llna respuesta y una contribución al debate que se esr,rlrrr produciendo en el ámbito de la ciencia política norteamerr( ilna, se vio también afectado por los supuestos previos de ,r,¡rrcl debate, cuyo compartido concepto del poder, basado en l,r ,,idea intuitivo> de Dahl según la cual
(Dahl, 1957 , en Scott (ed.), 1994: t.2, ¡,. 290), ha sido condenado por <<estéril>> (Taylor, l9B4:1ll).

hizo alaluz de la posterior teorización sobre el ¡,,rtlcr, en particular por parte de Michel Foucault, cuyo tratarricnto del poder prometía ampliar y profundizar la discusión. (,rco que la condena del debate anterior es demasiado desdel,rr condena se

Dahl y sus seguidores aportaron una precisión, claridad y ri¡ior metodológico convenientes y saludables a una serie de r Ucstiones importantes que hay que admitir que eran estrerr,,sa.

62

6)

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