55. Monsanto

  • July 2020
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1 “Monsanto vs. La República Argentina” Trascendencia de una innovación tecnológica aplicada a la agricultura y conflictos relacionados con Derechos de Propiedad Intelectual en vegetales transgénicos. I- Introducción. El hombre primitivo percibió, de manera empírica, que cuanto mejor era la calidad de lo sembrado, mejor resultaba lo producido. Por ello, en los inicios de la agricultura realizó una selección de las especies silvestres, cultivando sólo aquellas que consideraba con mejor adaptación al clima o al suelo o las que creía más fecundas. Con posterioridad, profundizó la tarea de mejoramiento vegetal eligiendo para sembrar los mejores ejemplares o los que veía más aptos, descartando los que creía inaptos o menos adecuados. El objeto de ese accionar fue lograr que los nuevos especímenes nacidos de sus cultivares, mantuvieran los caracteres positivos de sus antecesores o, incluso, los superaran.O sea que, el fitomejoramiento se originó como consecuencia de la observación, en tiempos remotos, mucho antes de que existiera un certero conocimiento de las leyes naturales de la herencia y de que se desarrollaran la ingeniería genética y la biotecnología.Las leyes de Mendel, base de cualquier estudio sobre herencia, fueron publicadas en 1866; pero, fue a principios del siglo veinte cuando el conocimiento científico derivado de ellas comenzó a utilizarse para mejorar genéticamente especies vegetales.A partir de la segunda mitad del siglo pasado, luego de describirse en 1953 la estructura molecular del ácido desoxirribonucleico (ADN), fue cuando se produjo en el mejoramiento vegetal un vertiginoso y radical cambio.Una vez que el hombre descifró el ADN y que logró manipular y modificar los códigos genéticos de transmisión hereditaria, en virtud del nacimiento de la ingeniería genética y de los extraordinarios avances biotecnológicos generados, pasó de potenciar las características positivas encontradas en la naturaleza, a crear variedades vegetales no existentes en ella.Pudo entonces adaptar vegetales según su conveniencia, gusto o necesidad. Logró así variedades más resistentes a las condiciones ambientales, a los herbicidas, a las plagas, a las enfermedades; que tuvieran mayor rendimiento, crecimiento más rápido o frutos que contaran, por ejemplo, con menos semillas, con un mejor valor nutritivo o que tuvieran una vida útil más prolongada. Para generar esas “creaciones humanas” de materia viva vegetal, la genética resultó de fundamental importancia. Pero, el éxito de un proyecto fitomejorador no sólo depende de ella.El mejoramiento vegetal es una actividad multidisciplinaria y la obtención de resultados positivos en esa materia depende de numerosas circunstancias. Entre ellas se pueden mencionar: la experiencia y el arte del fitomejorador, la utilización de un germoplasma adecuado a los objetivos fijados, la técnica de mejoramiento y el sistema de desarrollo empleados, la realización de un correcto análisis de costos, el uso de convenientes estrategias de marketing, etc.. El trabajo para obtener un logro es arduo y las cifras que se invierten en investigación y desarrollo son sumamente elevadas.La necesidad de amortizar los enormes costos destinados a investigación y desarrollo trajo como consecuencia que ya no fuera el hombre quien financiara los proyectos fitomejoradores, sino grandes empresas y que esas corporaciones pretendieran el reconocimiento de derechos de propiedad intelectual sobre las nuevas variedades obtenidas.La magnitud de los aportes de capital privado en la producción de organismos genéticamente modificados (OGM) influyó de manera decisiva en el cambio de criterios con relación al tema

2 de la propiedad intelectual y provocó una revisión de la legislación y jurisprudencia relacionada con él, especialmente de aquella que tuviera que ver con material biológico.En 1980 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, en el caso “Diamond vs. Chakrabarty” permitió patentar una bacteria, poniendo fin a las restricciones sobre el patentamiento de materia viva. En 1985 el Tribunal extendió la protección por patentes a organismos vegetales genéticamente modificados.La primera patente para una planta con base en el régimen de patentes de utilidad de los Estados Unidos fue concedida en 1985 a Kenneth Hibbert, quien recibió una patente para una variedad de maíz con un contenido mayor de un aminoácido que había obtenido mediante técnicas de cruzamiento tradicionales y no biotecnologías para producir transgénicos. [1] La posibilidad de patentar invenciones biológicas se fue modificando con el transcurso del tiempo y, paulatinamente, los derechos de propiedad intelectual del obtentor o mejorador de una variedad vegetal fueron consolidándose. Sin perjuicio de lo expuesto, en la actualidad el tema sigue siendo muy controvertido y genera grandes enfrentamientos.Primero, porque cualquier decisión que se toma respecto al mismo involucra aspectos de índole económica y política e implica la realización de juicios éticos. Hay quienes piensan que otorgarle derechos de exclusiva al obtentor o fitomejorador es algo altamente positivo, porque, además de constituir un reconocimiento y una recompensa para el innovador, promueve las invenciones, las inversiones en investigación y la divulgación de nuevas tecnologías y es, también, beneficioso para los agricultores, porque el uso de semillas certificadas y mejoradas, le otorga mejor calidad y rendimiento a sus cultivos. Otros consideran que, como esos vegetales pueden ser un medio para combatir el hambre y la subalimentación de los pueblos (ya sea en forma directa al mejorar lo que consume el hombre, o indirecta al mejorar los forrajes y la comida de los animales que le sirven a éste de alimento), no resulta conveniente otorgar derechos de propiedad intelectual a obtentores o mejoradores; sino que debería tenderse a que todos compartieran y facilitaran el uso responsable de la biotecnología. Este sector sostiene, además, que la implementación de un derecho de propiedad intelectual con fuerte protección para los obtentores o fitomejoradores promueve estructuras monopólicas que limitan las opciones de los compradores y se convierten en una amenaza para los agricultores del mundo entero, en provecho de unas pocas multinacionales, que ven aumentar progresivamente su poder, al concentrar abultadas fortunas y generar tecnologías cada vez más territoriales y cerradas al libre intercambio de conocimientos.Segundo, porque el tema de los derechos de Propiedad Intelectual en vegetales genéticamente modificados ha sido tratado de modo diverso en los distintos países, con protecciones de diferente tipo y alcance, muchas de las cuales se superponen o suman unas con otras, por lo que su comprensión resulta dificultosa y la interpretación de sus normas no siempre es coincidente.Nuestro país, fue el primero de América Latina en adoptar insumos biotecnológicos para la producción de cereales y pasturas y actualmente está atravesando una particular coyuntura en la que mantiene serios conflictos, relacionados con los derechos de propiedad intelectual en vegetales transgénicos, con Monsanto, multinacional que, entre otras cosas, produce semillas genéticamente modificadas.En el boom sojero argentino, la tecnología brindada por Monsanto tuvo un papel preponderante y si bien Argentina cuenta con instituciones públicas y privadas que llevan adelante innovaciones biotecnológicas, los recursos que ellas manejan no resultan suficientes para lograr un avance tal que le permita prescindir de los grandes grupos empresariales multinacionales para seguir superándose y mantener la competitividad alcanzada a nivel mundial.Las multinacionales creadoras de OGM no invierten sumas exorbitantes en investigación y desarrollo con fines benéficos o caritativos, sino que persiguen un incentivo económico y lograr ese objetivo es fundamental para que continúen avanzando en lanzamientos tecnológicos

3 innovadores, en un país determinado. Si no lo consiguieran abandonarían la tarea o la realizarían en un lugar más redituable.Por tal motivo, es importante para Argentina resolver los problemas vinculados con la propiedad intelectual en vegetales transgénicos en un plazo corto y de manera definitiva, porque de prolongarse ellos en el tiempo los productores argentinos podrían resultar perjudicados.II- Monsanto y la soja transgénica conteniendo el gen roundup ready. Las primeras plantas con inserción de material genético a través de ingeniería molecular fueron obtenidas a principios de la década del ochenta.Se sostiene que en 1992 ya se cultivaban en China tabaco y algodón genéticamente modificados. En 1994 Calgene (hoy Monsanto) introduce los tomates Flavr-Sarv (larga vida). Pero, es a partir de 1996 cuando la tecnología transgénica se inicia y consolida en las zonas agrícolas más tecnificadas.A través de fusiones y adquisiciones en la actualidad se ha conformado un oligopolio sobre las patentes agrobiotecnológicas, liderado durante los últimos diez años por las empresas Monsanto, Pioneer (hoy Dupont), Novartis (hoy Syngenta) y Dupont, quienes también poseen patentes sobre varias tecnologías claves de transformación genética.Desde fines de los años ochenta y durante los noventa Monsanto adquirió un gran número de compañías biotecnológicas y productoras de semillas, entre otras Dekalb, Asgrow, Holden Foundation Seeds, Cargill International Seeds y Emergent Genetics. Así su facturación fue creciendo vertiginosamente, de doscientos millones de dólares para 1996 a dos mil ochocientos millones de dólares para el 2005.En 1996 Monsanto llegó a la Argentina. Es también en ese año cuando la soja Roundup Ready (RR), marca registrada de Monsanto, con tolerancia al herbicida glifosato, se introdujo en el mercado argentino.El gen Roundup Ready (RR) ingresó a la Argentina luego de una negociación entre las empresas estadounidenses Asgrow y Monsanto, mediante la cual esta última permitió a Asgrow utilizarlo en sus variedades. Luego la semillera Nidera adquirió Asgrow Argentina y amplió la difusión del gen en el país.El 25 de marzo de 1996 el Secretario de Agricultura, Pesca y Alimentación de la Nación, Felipe Solá, firmó la resolución 167/90, que autoriza la producción y comercialización de la semilla, productos y subproductos derivados, provenientes de la soja tolerante al glifosato, herbicida de la línea 40-3-2, que contiene el gen CP4 EPSPS.Según lo sostenido por Rodolfo Luis Rossi, Presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja (ACSOJA), conforme declaraciones publicadas en Clarín Rural el 1 de abril de 2006, la soja con tolerancia al glifosato fue un caso de alto impacto en los niveles de producción, por la “simbiosis” encontrada con la siembra directa, que actuó como pivote de una verdadera revolución tecnológica.La siembra directa es un sistema que permite implantar la semilla sin que sea necesario limpiar previamente el terreno, ni con arados, ni con otros instrumentos, para refinar el suelo. Para que sea posible efectuarla no deben existir malezas que afecten el cultivo. Por ello, los lotes deben de permanecer limpios, lo que se consigue mediante la utilización de herbicidas. Con anterioridad a la existencia de semillas de soja con inserción de gen RR, que las hizo resistentes al glifosato, este herbicida, que en la práctica se ha convertido en el único utilizado en soja, no podía usarse en ese cultivo, porque lo destruía.La siembra directa tiene como ventaja que, como no debe hacerse un laboreo intensivo del suelo, detiene la erosión y la soja no lo arruina, como pasaba antes. La soja RR terminó con

4 las malezas perennes y permitió limpiar los campos, generando un mejor ambiente para la rotación con otros cultivos como el maíz, el girasol y el trigo; por ello, ahora se logran rindes de maíz similares a los de EE.UU.; mientras que hace diez años sólo se llegaba a la mitad. Por eso la soja RR revolucionó nuestra agricultura en pleno. [2] Jorge E. Weskamp, Presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, escribió el 15 de julio de 2006, en el artículo “Soja: más allá de lo económico”, que fuera publicado en Clarín Rural, que:”…Solamente en el 2005 el complejo soja exportó 8.500 millones de dólares, generando un ingreso al Estado por retenciones de 1.800 millones de dólares. Para dimensionar esa cifra podemos decir que con la mitad de esa suma el Gobierno cubre la totalidad de los planes jefes y jefas de hogar del país, durante un año…” Ello brinda una acabada idea del crecimiento que lograron los productores argentinos gracias a la adopción del gen RR en sus cultivos.Esta innovación biotecnológica fue la causante de que nuestro país llegara a ser el tercer productor mundial del grano y el primer exportador de harinas y aceites de soja, lo que generó una extraordinaria reactivación, no sólo del agro, sino de otros sectores de la economía (maquinaria agrícola, insumos, construcción, etc.) e hizo que una parte importante de la población del interior no migrara de sus lugares de origen, porque el aumento de empleo les permitió permanecer en ellos.Actualmente la soja con el gen Roundup Ready es el cultivo más extendido en el país, abarcando 17 millones de hectáreas, o sea, la mitad de la superficie total sembrada y ello se debe a que esta tecnología brindó a los productores argentinos la herramienta ideal para producir más y mejor. La producción llegó en esta campaña a 47 millones de toneladas, por un valor superior a los 15.000 millones de dólares. [3] III- Desarrollo del conflicto generado entre Argentina y Monsanto por la pretensión de esta última de cobrar regalías por la soja transgénica que contiene el gen RR1. [4] Cuando el gen RR se introdujo en nuestro mercado, Monsanto llegó incluso a regalar las semillas, porque su negocio era vender a los agricultores el herbicida glifosato, producto asociado, que le daba sentido a la soja Roundup Ready. Pero, cuando la patente del glifosato caducó y muchos productores lo importaban de China, porque así resultaba mucho más barato que comprándoselo a Monsanto, a esta firma, no sólo se le redujeron las ventas, sino que debió bajar el precio del producto para poder competir.Al introducirse el gen RR en nuestro país Monsanto no había iniciado los trámites para la obtención de una patente y si bien lo efectuó con posterioridad, no pudo conseguirla porque presentó su solicitud vencido el plazo de un año que protege las novedades, es decir que, al haber dejado de ser novedad perdió el derecho a ser protegida por una patente. [5] A pesar de ello, la multinacional reivindicó como de su pertenencia el gen RR, por ser una invención tecnológica suya y lo hizo mediante acuerdos privados con las demás semilleras del mercado local, en los que éstas le reconocían la titularidad de la patente. Así logró que los productores argentinos le pagaran regalías, al adquirir semillas fiscalizadas de soja RR.Monsanto firmó contratos de licencias de comercialización2[6] con las semilleras de nuestro país y ello trajo como consecuencia la existencia en Argentina de más de ciento ochenta variedades de soja que contienen el gen RR.El cobro de regalías por cada bolsa de semillas que vendían las semilleras con las cuales había licenciado la comercialización y la venta del herbicida glifosato, que, como se dijo, le otorga sentido al gen, permitieron a la multinacional norteamericana ganar millones de dólares,

5 mientras la soja transgénica se expandía de modo extraordinario en el suelo argentino, hasta superar el 90% de la siembra de esa oleaginosa.Como el artículo 27 de la ley 20247, de Semillas y Creaciones Fitogenéticas, norma vigente en Argentina desde 1973, expresa que “no lesiona el derecho de propiedad...quien reserva y siembra semilla para su propio uso”, los productores locales comenzaron a utilizar una parte de los granos obtenidos, como semilla para la cosecha siguiente. Pero, a ese grupo se le sumaron aquellos que, además de utilizar el grano para uso propio, comenzaron a comercializarlo en el mercado negro.Debido a que la soja permite que el grano cosechado pueda ser utilizado nuevamente como simiente, muchos productores compran semillas certificadas, aprobadas y controladas por el Instituto Nacional de Semillas (INASE) y luego utilizan los granos que cosechan para una nueva siembra. Por tal razón, comenzó a decaer el porcentaje de semillas fiscalizadas vendidas.El verdadero problema en Argentina comenzó con la conducta de algunos que compraban semilla fiscalizada sólo para reproducirla y venderla a terceros para que fuera utilizada como simiente.Esa circunstancia hizo decir, con justa razón , al economista jefe de la Sociedad Rural Argentina, Ernesto Ambrosetti, que “si Monsanto tuviera la patente en el país el conflicto no sería muy diferente al actual, porque lo que no se terminó de acordar es cuál es el mecanismo más eficiente para restringir el uso propio gratuito que realizan los productores locales amparados en la ley de semillas”. [7] Realmente ésta es una situación bastante difícil de controlar, máxime si se tiene en cuenta que el INASE es quien ejerce el poder de policía sobre el comercio de semillas y la inoperancia de este organismo no permite ejercer un adecuado control sobre la semilla ilegal, lo que hizo que la “bolsa blanca”, o sea la sin marca o rótulo, tuviera en nuestro país una expansión geométrica.Se calcula que del total de semillas utilizadas para sembrar soja en cada campaña el 99% incluyen el gen RR y el 20% son simientes fiscalizadas, o sea que el 80% de la semilla de soja que se utiliza en cada ciclo es obtenido por el productor de los propios granos cosechados (uso propio legal) o reproducida para terceros en el mercado informal, que las vende a un menor precio, sin marca y sin un derecho que las ampare. [8] Desde 1999 Monsanto viene aplicando, a través de los licenciatarios de sus semillas (Nidera por ejemplo), el cobro de “regalías extendidas”, mediante un sistema por el cual los agricultores renuncian de manera voluntaria al derecho del uso propio de la semilla, acuerdan pagar a la empresa regalías, pese a que para sembrar hayan utilizado granos obtenidos de su cosecha y se obligan a cumplir con ciertas obligaciones tales como presentaciones de declaraciones juradas sobre cantidades de semillas sembradas y origen de las mismas.Cuando comenzó a cobrar estas regalías extendidas fijó su monto en dos dólares más IVA e impuestos por cada bolsa de 50 kilos de semillas que se guarde para uso propio. Si bien ese precio resulta menor al canon que se pagaría en el caso de adquirirse semillas fiscalizadas, la claúsula aplicada por Monsanto a través de sus licenciatarios, es contraria a la ley de semillas, porque, como expresamos, dicha norma permite el uso propio sin ningún pago adicional.Monsanto sostiene que la “regalía extendida” tiene como objetivo el recupero de la inversión realizada en investigación y desarrollo genético, con un menor valor y una base más amplia y justa de cobro, que se suma a la regalía pagada en la semilla certificada. Pero, el INASE no convalidó el sistema de regalías extendidas.En 2001, con el cultivo de soja transgénica en pleno auge y expansión en Argentina, Monsanto comenzó a amenazar a los productores agrícolas por el uso “ilegal” de su semilla y a exigirle al

6 gobierno que hiciera cumplir la ley. Ese año se realizaron varios operativos policiales; pero, la práctica de comercializar semilla de producción propia continuó.En febrero de 2004 Monsanto informó que se iba del mercado de la soja en Argentina, porque éste no le resulta rentable, dada la alta difusión entre los agricultores de la “semilla ilegal”, conocida como “bolsa blanca”. En ese momento prometió dedicarse al negocio del sorgo y del maíz y negó rotundamente que su posición constituyera algún tipo de “presiones al gobierno”, como éste sostenía.Pocos días después, del anuncio de Monsanto de su retiro del mercado de la soja, Miguel Campos, quien era el Secretario de Agricultura de la Nación, dio la noticia de que el gobierno estaba estudiando la creación de una ley de “regalías globales”, por las cuales se crearía un Fondo de Compensación Tecnológica.Este fondo fiduciario, se encargaría de pagar las regalías y financiar el desarrollo de investigaciones que contribuyeran al mejoramiento vegetal de especies y estaría manejado por la misma Secretaría. Se integraría con una alícuota de la primera venta de granos de trigo y soja que efectuaran los productores, tanto a acopiadores como a exportadores, para amortizar con ella las inversiones de los creadores u obtentores de semillas.El trigo y la soja son los cultivos más afectados por el comercio en negro de semillas, por ser especies autógamas, que permiten la resiembra sin merma en el rendimiento, ya que los híbridos, como el maíz y el girasol, si se los vuelve a sembrar pierden efectividad, lo que disminuye su rinde.La propuesta de regalías globales implicaba un cobro único, realizado en la etapa de comercialización del grano, con una lógica similar a la de las retenciones y la idea estaba emparentada con el exitoso sistema implementado en Francia para impulsar la genética del trigo. Allí se decidió cobrar royalties por la genética aplicando una tasa al producto final y con esa política Francia llegó a ser la principal potencia triguera a nivel mundial.Pero, en nuestro país la propuesta de “regalías globales” fue rechazada por la mayoría de los actores del sector y no avanzó tampoco en el Congreso, sitio éste donde nunca fue ingresada formalmente, sino tan sólo presentada ante las Comisiones.Esta pretensión tampoco satisfizo a Monsanto, quien pretendió que los agricultores le pagaran una suma fija por tonelada de soja transgénica exportada.Como la falta de acuerdo hizo que la indefinición se prolongara, Monsanto amenazó con cobrar las regalías por el gen RR introducido en la soja en los puertos de destino de los embarques provenientes de Argentina, de aquellos países donde tuviera patentado el gen.La ofensiva de la multinacional incluyó una solicitada en los principales diarios argentinos, el 19 de agosto de 2004, en la que declaraba que “sólo el 18 por ciento de los 14 millones de hectáreas que se cultivaron con soja en Argentina durante el ciclo 2003/2004 fue sembrada con semillas certificadas y vendidas en el mercado legal”.En marzo de 2005 el ex Secretario Campos se reunió con Mike Johanns, Secretario de Agricultura de los EE.UU., en Cartagena y le expresó que el tema de las patentes al generar incertidumbre en los importadores, no sólo causaba daño a los productores locales, sino a toda la Nación.El 26 de mayo de 2005 a instancias de Monsanto se tomaron muestras de un embarque en el puerto de Copenhague, Dinamarca, para corroborar la existencia del gen RR en él y una vez hecho esto, la multinacional inició pleitos contra los importadores ante los Tribunales Nacionales dinamarqueses. Repitió esta misma modalidad en Rotterdam, Holanda, donde el 16 de junio, sacaron muestras de otro embarque, para comenzar a litigar judicialmente en los Tribunales Nacionales de ese país, el 14 de julio de 2005.-

7 La reacción de Campos ante el bloqueo de los embarques argentinos fue sostener que el mecanismo utilizado por Monsanto era “extorsivo e inaceptable” y expresar que “en un país serio el pago de los derechos debe encauzarse por las vías institucionales”.La Secretaría de Agricultura difundió un informe en el cual afirmaba que Monsanto “está actuando con métodos coactivos y haciendo un uso abusivo de la patente al pretender cobrar regalías sobre la harina de soja, cuando la protección otorgada en territorio europeo está circunscripta a la función de siembra y propagación”.Esta posición fue sustentada en la normativa comunitaria vigente, Directiva Europea sobre Biotecnología 98-44-CE art. 9. Según ella la patente alcanza a toda materia en la que se incorpore el gen y en la que contenga y ejerza su función la información genética.Es decir que, para que el gen RR se exprese y ejerza su función genética debe utilizarse la semilla con fines de siembra y propagación y es en el suelo argentino donde ejerce su función de resistencia el glifosato y no en la harina que se exporta.En virtud de tal razonamiento, la posición del Estado argentino fue que las demandas no tendrían que prosperar, por carecer de sustento legal y técnico. Pero, no todos comparten esta teoría y hay muchos que creen que las demandas de Monsanto pueden tener resultados positivos.El 14 de setiembre de 2005 Campos pidió la colaboración de los legisladores para defender la posición argentina ante el conflicto planteado con los embarques de soja a países europeos. Lo hizo en una reunión que mantuvo con los integrantes de la Comisión Bicameral de Seguimiento en el Tratamiento de las Negociaciones Agrícolas Internacionales ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el edificio central de la Secretaría. Allí el ex Secretario recalcó que “Monsanto no patenta bien en la Argentina. No patenta las semillas, por equivocaciones o por estrategia, ellos dicen que por cuestiones de trámites, pero, a ellos no les interesaba patentar”. También manifestó que participó en numerosas reuniones gestionadas por iniciativa de la propia empresa y que incluso uno de esos encuentros se realizó por expreso pedido del Secretario de Agricultura de EE.UU., Mike Johanns, quien según lo expresado por Campos, desconocía esa situación.En octubre de 2005, Campos junto con el Embajador Argentino Remes Lenicov, se reunió con la Comisaria de Agricultura de la Unión Europea Miriann Fisher Böel, a quien le presentó los elementos jurídicos a favor de la posición del gobierno con respecto a las acciones de Monsanto.En ese mismo mes Argentina decidió contratar abogados en Bruselas, Dinamarca y Holanda para realizar una presentación ante los Tribunales Nacionales de los últimos dos países, a fin de que el Estado pudiera participar en apoyo de los importadores demandados, dado el evidente daño que se producía a la Nación.En Bruselas contrató al prestigioso bufete de abogados Remiche y en los demás tribunales europeos se presentó junto a otros gigantes, como Dreyfus. [9] En los últimos días de enero de 2006, nuevamente la multinacional pidió que se incautaran dos cargamentos de harina de soja para determinar si contenían la tecnología Roundup Ready. Esta vez fue en los puertos españoles de Santander y Bilbao.La medida fue tomada en un momento de impasse en las negociaciones que mantenía por el tema de las regalías con representantes del Estado argentino. Si bien el gobierno trató de mejorar el sistema vigente, hasta ese momento no se había encontrado ningún otro que satisficiera a la multinacional ni a los productores.“Existe un grave riesgo para el comercio internacional de productos oleaginosos”, advirtieron en un comunicado conjunto el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) y la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) el 26 de enero de 2006 y urgieron tanto al

8 gobierno como a productores, semilleros, acopiadores, multiplicadores y exportadores a buscar “alternativas de solución que permitan en el más breve plazo restablecer las condiciones normales del comercio”.Este documento firmado por Raúl Padilla, de Ciara y Ciro Echesortu, de CEC, advierte a Monsanto que la propiedad de las cargas de soja despachadas desde Argentina se transfieren a los importadores “al momento de su exportación”, por lo que las medidas adoptadas si bien pretenden perjudicar a los agricultores argentinos, lo que están haciendo es enfrentar a la industria o consumidor final del país de destino. Asimismo, en él se consigna que no se encuentra explicación al reclamo de 15 dólares por tonelada, cuando de hecho han ofrecido a todas las partes un cargo royalties de 1 a 3 dólares por tonelada.El 1 de febrero de 2006 se concretó la presentación de la Secretaría de Ganadería, Pesca, Agricultura y Alimentos (SGPAyA) ante los Tribunales de Holanda por el juicio de infracción de patentes que inició Monsanto a importadores europeos de harina de soja argentina y, ese mismo, día el juez interviniente aceptó la presentación.El 2 de febrero de 2006 el ex Secretario Miguel Campos envió una nota al Presidente de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia solicitándole que iniciara acciones para que la conducta de la multinacional fuera calificada como abusiva y contraria a la Ley de Defensa de la Competencia.En su edición del 19 de febrero de 2006, el suplemento CASH del diario Página /12 publicó una nota titulada “La guerra de las semillas”, en la cual Fernando Krakowiak, expresaba: “...En lo que va del año, la multinacional Monsanto incautó en Europa cuatro embarques de harina de soja provenientes de Argentina . La empresa asegura que las semillas que dieron origen a ese producto contienen el gen RR, una invención tecnológica de su propiedad resistente al herbicida glifosato que permitió casi cuadriplicar la producción en los últimos nueve años. Una vez que comprueba la presencia del gen, demanda al importador exigiéndole entre 15 y 18 dólares por tonelada en concepto de regalías. El Gobierno y los productores aseguran que Monsanto no tiene derecho a reclamar esa compensación porque el gen no está patentado en el país. Sin embargo, el conflicto pone en riesgo las exportaciones del principal commoditie... La Sociedad Rural informó la última semana que, por la incertidumbre que genera el conflicto, el precio de la soja podría caer 7 dólares por tonelada, generándoles a los productores una pérdida de 280 millones de dólares anuales. A su vez, la Secretaría de Agricultura señaló que la actitud de Monsanto podría hacer disminuir el área sembrada, afectar la producción de harina de soja y, en el caso de que se debieran pagar los 15 dólares por tonelada que exige por las exportaciones de harina y granos a Europa (en el aceite no se detecta el gen), se deberían desembolsar 155 millones de dólares. La pérdida de dinero es mayor a la que se tendría en caso de llegar a un acuerdo con la multinacional pagándole un dólar por tonelada (cerca de 40 millones de dólares, pues la producción alcanza los 40 millones de toneladas)...” Aclaramos que el artículo aludido habla de que la empresa se conformaría con percibir un dólar por tonelada, ya que en negociaciones que tuvo con algunas entidades del sector agrario manifestó a estar dispuesta a aceptar esa cifra; pero por tonelada producida.Según LA NACION, Sección 2, Página 3, del 06/03/06, el gerente de Desarrollos de Monsanto Argentina, Pablo Vaquero, expresó que: “Monsanto reconoce el aporte de Argentina en cuanto a la difusión de la biotecnología, y por eso proponemos un valor muy inferior al que se cobra, por ejemplo en los Estados Unidos (U$S 15 por tonelada), pero no podemos dejar de cobrar porque así es en todo el mundo”.Asimismo, cabe consignar que la suma de 155 millones de dólares mencionada por Krakowiak en el artículo anteriormente citado, se basa en un informe realizado por la SAGPyA y el Ministerio de Economía en el que advertían que las posibles pérdidas para los exportadores nacionales serían cercanas a los U$S 155 millones, en el caso de que se acordara el pago de U$S 5 por tonelada como pretendería cobrar Monsanto respecto a los embarques incautados en la Unión Europea.-

9 El Vicepresidente del INASE y Director General de Sanidad Animal de Santa Fe, Ing. Carlos Debona, sostuvo que las pretensiones de Monsanto de cobrar U$S 15 por tonelada en puertos de destino, en concepto de regalías, haría pagar dos veces a los productores que compran la semilla dentro del circuito legal. Ello porque los agricultores argentinos ya pagan por la propiedad intelectual en la compra de la semilla.Si bien Debona reconoció que “no todo el mundo paga, porque nosotros tenemos una legislación que garantiza el uso propio donde hubo un abuso, eso hay que reconocerlo, por parte de algunos integrantes del sistema productivo”, consideró que la pretensión de Monsanto de cobrar U$S l5 por tonelada haría pagar a justos por pecadores, dado que ese valor se trasladaría, igual que las retenciones y los fletes internacionales, al precio de referencia que se forma en el mercado de granos de Rosario y el inconveniente surgiría porque si bien hay productores que pueden estar haciendo uso de semillas sin pagar el canon, hay otros que lo pagan al momento de la compra y que también se verían perjudicados. Asimismo dejó claro que se beneficiaría una empresa que realizó inversiones, pero también cobró por ello y utilizó los campos y los productores argentinos para promover la soja RR y el glifosato en todo el mundo. Recalcó también que Monsanto vendió en su momento el glifosato en Argentina a U$S 10 el litro, cuando luego, cuando tuvo competencia, bajó su precio a U$S 3/litro. [10] En marzo de 2006 Argentina se presentó ante los Tribunales de Dinamarca y fue admitida bajo la figura formal de “bi-intervinientes” como tercero afectado por el conflicto. En ese mismo mes, también, fue aceptada en el procedimiento iniciado por Monsanto en los países bajos en julio de 2005, bajo una figura similar denominada “joinder of parties”. Estas presentaciones permitieron a nuestro país acompañar a los importadores europeos de harina de soja demandados por Monsanto por infracción a la ley de patentes.Durante los meses de abril y mayo de 2006 los embargos dispuestos contra buques argentinos aumentaron considerablemente, sobre todo en España, país éste donde las aduanas frenaron de oficio unos diez embarques, con un perjuicio para los importadores superior a los 6 millones de euros en concepto de garantías bancarias.A los inconvenientes de España se sumaron los procedimientos iniciados en cuatro buques que arribaron a Holanda, de las empresas exportadoras Glencore y Cargill.El 11 de mayo de 2006 Argentina presentó en el litigio de los Países Bajos un escrito con el cual adjuntó elementos que consideró contundentes acerca de la inexistencia de violación a patente alguna.Mientras tanto en Dinamarca, Inglaterra, Holanda y España, Monsanto Technology de EE.UU. siguió avanzando con las demandas judiciales que había iniciado en el 2005, aunque aclaró que aceptaría U$S 80 millones (2 millones U$S/t) para salir de la vía judicial, en las cuales reclama U$S 15/t.Esta situación podía aparejar el peligro de que el perjuicio para los compradores se trasladara a los productores agrícolas argentinos, mediante una baja de precio de su producto. Los importadores podrían decidir abonar un importe menor por la soja argentina a efectos de cubrirse del perjuicio que les causarían los juicios y, a su vez, las empresas exportadoras trasladarían ese descuento al valor que pagan los productores. [11] 3 En el año 2006, el Licenciado Ernesto Ambrosetti, a través del Departamento de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina, estimó que el recaudo de los importadores europeos significaría un impacto sobre el productor de U$S 7 por tonelada; mientras que Alberto Rodríguez, Director de Ciara, sostuvo que: “Los descuentos de los exportadores van a ir ocurriendo en función de lo que cada empresa previsione como daño y de acuerdo con la visión de riesgo que evalúen”.La vigencia de la patente del gen de Monsanto concluiría, según los distintos países, entre 2011 y 2014, por lo que a la empresa le urge comenzar a cobrar sin más dilaciones.-

10 Si bien la posición mayoritaria de los diversos sectores del campo es que la tecnología debe pagarse en el momento de comprar la semilla y no sobre el grano producido, en Expochacra del año 2006, muestra agropecuaria que finalizó el 5 de marzo de ese año, algunos dirigentes del agro se reunieron con directivos de la multinacional en miras a alcanzar un arreglo que incluía el pago de un royaltie cercano a los dos dólares por tonelada vendida. Contemporáneamente a ello, Monsanto elevó una propuesta al ex Secretario Campos en la que propuso aguardar la primera sentencia antes de continuar con otras 180 demandas, que dijo tener proyectadas en aquellos países donde registró el gen. A cambio de ello pretendía que la SAGPyA adoptara un sistema de compensación, a través de licencias de exportación, para el caso de que la demanda terminara favorable a la firma.Según lo publicado por Matías Longoni en el diario Clarín del 26 de marzo de 2006, Cancillería ordenó, en esa semana, a las embajadas de Bélgica, Francia, Alemania, Austria, Reino Unido, Holanda, España, Italia y Grecia que enfrentaran la ofensiva de Monsanto en Europa, enviando un instructivo a las aduanas locales para que estuvieran enteradas de la posición argentina cada vez que Monsanto pretendiera detener un barco proveniente de nuestro país y por otro lado, en Bruselas, sede de la Unión Europea, el agregado agrícola argentino Gustavo Idígoras, presentó un informe ante la Dirección General de la Competencia del bloque, a fin de informar la posición nacional ante las prácticas de la empresa estadounidense, las que calificó de “abusivas”.El 20 de junio de 2006 el Gobierno impuso límites al uso propio de semillas permitido por la Ley de Semillas y Creaciones Fitogenéticas, mediante la resolución 338, por medio de la cual los agricultores sólo podrán utilizar semillas propias para sembrar la misma superficie que implantaron con productos certificados en el ciclo anterior. Hasta ese momento la ley 20247 no limitaba de modo alguno el uso propio que podían hacer los productores y esa falta límites fue, según la opinión de varias empresas semilleras, uno de los factores que alimentaron el mercado negro de las semillas.Respecto a la resolución 338 la SAGPyA expresó: “La medida tiene como objetivo promover una eficiente actividad de producción y comercialización de semillas, asegurar a los productores agropecuarios la identidad y calidad de los productos que adquieren, así como proteger la propiedad intelectual de las creaciones fitogenéticas”. [12] Por ello, hubo quienes sostuvieron que la resolución, a grandes rasgos, intentaba resolver también el conflicto que enfrentaba a las empresas semilleras con Agricultura y apuntaba a descomprimir, en alguna medida, los reclamos de la empresa Monsanto en cuanto al cobro de regalías por la soja transgénica. [13] Si bien en la Secretaría de Agricultura expresó que: “Nadie ve esto como la solución del tema del mercado negro, pero es un paso en la dirección correcta”, en el sector privado la medida no fue vista con beneplácito. Adolfo Mac, director de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), manifestó: “Nosotros propusimos que se mantuviera el uso irrestricto para el caso de los pequeños productores, pero que no sea gratuito para los grandes agricultores”. Según la opinión de Mac los productores que tengan una facturación anual mayor a los 150.000 pesos deberían hacer frente al pago de la semilla todos los años.El comunicado dado a conocer por la SAGPyA, textualmente consignaba que: “La Secretaría procura, así, garantizar a las empresas privadas e instituciones públicas condiciones aceptables para el desarrollo y comercialización de cultivares mejorados genéticamente.” El organismo de aplicación de esta resolución también es el INASE, quien, como dijimos resulta inoperante y, además, no posee la estructura necesaria para controlar a todos los productores del país. Por ese motivo Agricultura informó que se estaban evaluando distintas alternativas de fiscalización a través de un convenio con ASA (Asociación Semilleros Argentinos) y con la Asociación Argentina de Protección de las Obtenciones Vegetales (ARPOV), entidades ambas integradas por las empresas privadas comercializadoras de semillas.-

11 El 10 de agosto de 2006, el diario Clarín, publicó una nota en la que ponía en conocimiento de los lectores que el día anterior, el Ministerio de Economía de la Nación había informado que la Dirección General de Mercado Interior y Servicios de la Comisión Europea, en un comunicado oficial, le daba la razón a la Argentina frente a los reclamos de Monsanto, al sostener que la harina de soja derivada de semillas genéticamente modificadas que se importaba a la Unión Europea no infringía la patente de la empresa Monsanto. Según se expresaba el organismo europeo consideraba que no era suficiente que la información genética se hubiera incorporado al producto y que estuviera siempre presente en él, sino que era necesario que esa información genética ejerciera su función; por consiguiente, la protección dada por la patente no podía extenderse a los productos derivados en los cuáles la información genética es residual.La nota de Clarín indicaba, también, que la empresa Monsanto consideraba que el tema se estaba debatiendo en distintos tribunales europeos, de Inglaterra, Holanda, España y Dinamarca, por lo que, los dichos de un organismo burocrático como la Dirección aludida, sólo era un dato más en la discusión. [14] El sábado 12 de agosto de 2006, el mismo matutino reiteró la información dada dos días antes [15] y ocho días después, el 20 de agosto, en una nota escrita por Luis Ceriotto, daba cuenta de una reunión de gabinete celebrada el 17 de agosto, encabezada por Miguel Campos, luego de un año desde que éste juntara por última vez a su gabinete. La nota hacía referencia a las peleas internas transcurridas durante ese año entre quien era Ministra de Economía, Felisa Miceli, con los funcionarios de Agricultura, a quienes muchas veces había ignorado en reuniones que mantenía con sectores del agro y advertía que los ánimos entre Campos y su tropa se habían distentido debido al dictamen favorable, habido en la Unión Europea, contra la multinacional Monsanto. Un comentario del autor fue que:” Para Agricultura, ese dictamen es un valioso punto a favor, tanto para las exportaciones de harina argentina, como para la imagen de los funcionarios”. [16] Pero, el 9 de setiembre de 2006, cuando podía suponerse que las aguas empezaban a calmarse, Héctor A. Huergo, en el artículo “El cluster sojero tuvo cría”, publicado en Clarín Rural, decía: “Podríamos hablar de la escasez de gasoil, o de la sequía, o de la nueva acción de Monsanto trabando la descarga de harina de soja argentina en Tarragona (demostrando que el conflicto, lejos de estar resuelto, retoma su vigencia)...”. [17] El primer fallo relacionado con el conflicto planteado entre Argentina y Monsanto se dictó en España, el 3 de setiembre pasado. En él un juez de Madrid, rechazó la demanda interpuesta por Monsanto contra la empresa española Sesostris, vinculada al grupo Dreyfus, imponiéndole además a la parte actora las costas del juicio. Monsanto manifestó su decisión de apelar la sentencia, expresando sus voceros que no les sorprendía el cariz de la misma, porque el juez se había negado a aceptar pruebas que ellos consideran fundamentales. [18] Se sostiene que sería inminente el dictado de la sentencia en el juicio iniciado en el Reino Unido contra Cargill. Esperamos que en este asunto nuevamente se imponga la posición argentina. A pesar del revés sufrido en España Monsanto, sigue firme en su posición, expresando: “Continuamos creyendo en los méritos de la causa”. [19] Como broche final de esta seguidilla de disputas, el 15 de setiembre pasado, Monsanto anunció una inversión de veintiocho millones de dólares para la creación de una nueva variedad de soja transgénica, la que desarrollaría en Brasil, ya que según la multinacional, ese país demostró que respeta la propiedad intelectual. Según lo expresado por el titular de la firma, la nueva semilla no podrá venderse por el momento en Argentina, porque en nuestro país no está garantizado el cobro de royalties. [20] De llegar a efectivizarse esa conducta, podría acarrear consecuencias negativas a nuestros productores, porque, como ya dijimos, de no contar con tecnologías que superen a las ya existentes, en un plazo no muy extenso, el nivel internacional alcanzado, seguramente, tenderá a decaer. Esto sería preocupante, ya que la soja, en este momento, es el producto estrella de nuestra economía. El jueves 20 de septiembre pasado, se negoció a 255 dólares en

12 el Mercado a Término, arrojando una paridad de 800 pesos con entrega inmediata. [21] Por ello sería importante conseguir que no declinen los logros que Argentina alcanzó en relación a este cultivo.IV- Algunas observaciones relacionadas con el tema de Derechos de la Propiedad Intelectual en vegetales transgénicos. Si bien en sus orígenes se identificaba “Propiedad Intelectual” con “Derechos de Autor”, en la actualidad ese concepto es abarcativo tanto de “Derechos de Autor”, como de “Derechos de Propiedad Industrial” y de “Derechos de Obtentores de Variedades Vegetales”.Los “Derechos de Autor” confieren al creador de una obra literaria, artística o científica la facultad de divulgarla al público o reproducirla. Los “Derechos de Propiedad Industrial” conforman una normativa que otorga a sus titulares el derecho de excluir a cualquier otro, y por supuesto a sus competidores, del aprovechamiento económico de sus creaciones aplicables a la industria y comercio. Los “Derechos de Obtentores de Variedades Vegetales” se otorgan a quienes obtienen variedades vegetales básicamente nuevas, distinguibles, homogéneas en cuanto a sus características frente a otras variedades de la especie, y que puedan transmitir estas características a su descendencia. [22] Para evitar nuevos conflictos relacionados con el tema de la propiedad intelectual en vegetales genéticamente modificados es imprescindible que Argentina destierre el mercado negro de semillas, que es uno de los problemas más graves y más difíciles de controlar que tiene respecto a tal temática.Si bien resulta positiva la limitación impuesta a la excepción del uso propio por la resolución 338 de la SAGPyA, ella no es suficiente para frenar el comercio ilegal de semillas. Sin más dilación, el Estado deberá encarar una política estricta de control de la semilla ilegal. Esa tarea tiene que estar bajo su órbita, porque es su responsabilidad y no son los productores los encargados de realizarla.Para que la “bolsa blanca” desaparezca de Argentina, debe revertirse la actual inoperancia estatal mediante la adopción de mecanismos más efectivos que los utilizados hasta el momento y si el INASE no se organiza para ello, no puede ser él el encargado de efectuar el control de la semilla ilegal y esa tarea deberá delegarse a otra institución, ya sea pública o privada, para que la lleve a cabo con éxito. Esa entidad deberá contar con un presupuesto que le permita ampliar considerablemente el número de inspectores que recorran los campos del país y tener un plan realmente serio, encaminado al aniquilamiento del mercado negro de simiente, dado que este flagelo afecta nuestro sistema productivo, porque al generar incertidumbre perjudica las decisiones de inversión en aquellos cultivos en los cuales existe (por ejemplo: trigo y soja).Debido a las superposiciones y falta de coordinación existente entre la legislación de patentes y la normativa sobre obtenciones vegetales en la Argentina, como así también entre la Ley Nro. 20247 y normas de jerarquía inferior, pero, que son de aplicación práctica, es necesario, también, que para evitar problemas, nuestro país implemente una reforma legislativa que permita armonizar ambos sistemas y desterrar vacíos y contradicciones. [23] Las multinacionales productoras de transgénicos tratan de apoderarse del mercado para obtener beneficio de los agricultores, por lo que es común que busquen un modo de acceso al cultivo que les interesa, contaminen la plaza con semillas genéticamente modificadas, que a veces inicialmente hasta regalan, para luego pretender cobrar regalías sobre la totalidad del grano cosechado en cada ciclo por todos los agricultores de un país. Ello, en algunos lugares, trajo como consecuencia una contaminación tan alta de vegetales transgénidos, que se llegaron a generar situaciones extremas. En México, por ejemplo, los aborígenes utilizan semillas genéticamente modificadas hasta con tres tipos de maíz transgénico importado de EE.UU., dado que sus variedades de maíz tradicional fueron contaminadas como consecuencia del Tratado de Libre Comercio suscripto entre ambos países. [24]

13 Como la contaminación, en algunas áreas, es tan importante y los derechos de propiedad intelectual sobre vegetales modificados genéticamente se amplían cada vez más, quizás hasta límites antes insospechados, debe tratarse que, respecto al tema, prevalezcan siempre la justicia y la equidad. Es muy conocido el caso del agricultor canadiense Percy Schmeiser, quien por más de cuarenta años cultivó colza tradicional y fue acusado por Monsanto de infringir la ley de patentes, a pesar de que Canadá no reconoce patentes sobre plantas. Luego de siete años de juicio la Corte Suprema de ese país falló en su contra, señalando que no le importaba cómo llegaron las semillas transgénicas al terreno del agricultor. La sentencia consideró irrelevante si esas semillas fueron llevadas allí por el viento, por los zapatos del vecino o por los insectos y lo único que tuvo en cuenta es que estaban ahí. Por esa razón, aunque Canadá no reconoce patentes sobre plantas; pero, sí sobre genes, el Tribunal decidió que el agricultor debía pagarle regalías a Monsanto, porque al ser el gen parte de la planta, extendió hasta ella el derecho de patente. [25] Si bien creemos que el uso de la tecnología debe pagarse, porque como manifestamos, los montos invertidos para lograr un éxito fitomejorador son enormes y, además, de no contar con incentivo económico las empresas que financian proyectos de mejoramiento vegetal abandonarían la búsqueda de nuevas tecnologías, lo que sería perjudicial para nuestro agro, creemos que el pago de regalías no puede lograrse utilizando métodos coercitivos.Los sistemas de cobro empleados, indudablemente, deben adecuarse a la normativa legal vigente en cada uno de los países donde las multinacionales productoras de transgénicos desarrollan sus actividades. Aceptar lo contrario generaría inseguridad jurídica, porque nunca se sabría a quién y por qué deberá pagarse en el futuro. Además, pagar a quien no cumplió con la ley, crea situaciones injustas y de desigualdad, tanto para aquellos que cumplieron con ella, como, también, para los que por no poder o no querer cumplir con la normativa vigente se ven imposibilitados de cobrar. Esta afirmación es válida, especialmente, para casos como el de Monsanto en Argentina, donde la legislación que se pretende obviar o avasallar ya existía cuando la firma ingresó al mercado local.Los vegetales transgénicos, no sólo deben ser un instrumento útil para que unos pocos grupos económicos de países altamente desarrollados obtengan beneficios, sino que sería de esperar que se convirtieran en un arma eficaz para mejorar la calidad de vida de toda la humanidad.V- Bibliografía y Publicaciones. Astudillo Gómez, Francisco, Regulación al acceso a los recursos genéticos y propiedad intelectual, en Temas de Derecho Industrial y de la Competencia 2.Biotecnología y Derecho, págs. 13 a 60, Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1997.Bravo, Ana Lucía, “TCL un asunto que nos concierne a todos”, en www.ecoportal.com.Cascardo, Renata- Gianni, Carmen- Piana, José A., Variedades Vegetales en Argentina. El Comercio de Semillas y El Derecho de Obtentor, Buenos Aires, Edición de los autores, Buenos Aires, 1998.Ceballos Acasuso, Marta , Informe de situación sobre la acción de Estado ante la coacción de Monsanto que afecta exportaciones argentinas de subproductos de soja, en Boletín Informativo del Equipo Federal de Trabajo, Número Especial 07/06, Febrero de 2006, www.eft.com.ar.Clarín, Europa quiere soja no disputas, El país, página 22, 15 de noviembre de 2005.Clarín, A la búsqueda de un marco legal, Rural, página 18, 26 de noviembre de 2005.Clarín, Los semilleros, con todo, Rural, página 2, 7 de enero de 2006.Clarín, EE.UU. pide una pronta solución al conflicto con Monsanto, El país, página 18, 28 de febrero de 2006.-

14 Clarín, Una vueltita por Washington, Rural, página 2, 25 de febrero de 2006.Clarín, La soja acumula una alza de 6,7% en los últimos 30 días, El país, página 18, 11 de mayo de 2006.Clarín, En el mundial de la soja, Rural, páginas 8/9, 1 de julio de 2006.Clarín, La soja, arriba, y el trigo, planchado, Rural, página 23, 22 de setiembre de 2007.Colegio de Ingenieros Agrónomos, Provincia de Santa Fe, 1ra. Circunscripción, 2004, La bolsa ahuyenta la mejora genética, Noticias 26/01/04.Conferencia de la FAO, 2001, Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura, Resolución 3/2001, www.fao.org.Crónica Rural en Entre Ríos, Buscan un acuerdo por las regalías semilleras, 22 de abril de 2005.Díaz, Alberto, Los réditos de la biotecnología son mayores que sus riesgos, Clarín, Zona, Páginas 32/33, 12 de febrero de 2006.Echesortu, Ciro y Padilla, Raúl, Comunicado conjunto del Centro de Exportadores de Cereales y de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina, del 26 de enero de 2006.Federación Agraria Argentina, Patentamiento de organismos vivos y cobros de regalías por propiedad intelectual. Los derechos del agricultor. Presentación realizada ante la Oficina Europea de Patentes, Munich, Alemania, abril de 2005.GRAIN, Monsanto y las regalías semilleras en Argentina, en www.lafogata.org, del 30 de setiembre de 2004.Huergo, Héctor A., Se pudo. “Es la soja estúpido”, Rural, página 3, 17 de diciembre de 2005.Huergo, Héctor A., De una solución un problema, Clarín, Rural, página 3, 25 de febrero de 2006.Huergo, Héctor A., Mezcla con resultado incierto, Clarín, Rural, página 3, 1 de julio de 2006.Huergo, Héctor A., ¿Queremos que se pudra todo?, Clarín, Rural, página 3, 25 de marzo de 2006.Huergo, Héctor A., El cluster sojero tuvo cría, Clarín, Rural, pág. 3, 9 de setiembre de 2006.Huergo, Héctor A. Llega una nueva ola de tecnología para el agro, Clarín, El País, página 17, jueves 13 de setiembre de 2007.La Nación, 21 de junio de 2006, Sección 2, Página 3, Limitan la resiembra de soja y trigo.Longoni, Matías, La Cancillería enfrenta en Europa la ofensiva de Monsanto por la soja, Clarín, página 15, 26 de marzo de 2006.Marca Líquida Agropecuaria www.marcaliquida.com.ar.-

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15 Naishtat, Silvia, Negocios y mercados: Hay 2.000 millones de dólares en juego. La batalla con Monsanto aterriza hoy en Washington, en Clarín, on line, http://www.clarin.com/diario/2006/02/20/elpais/p-01403.htm notiexpress.com.ar, Campos pidió ayuda a legisladores para defender la exportación de soja a Europa, 6 de junio de 2006.Noir, Helena María y Schöltz, Gustavo J., Contrato de licencia de patentes sobre genes, en Innovación y propiedad intelectual en mejoramiento vegetal y biotecnología agrícola. Estudio interdisciplinar y propuestas para la Argentina, Coordinado por Gustavo Schöltz y dirigido por Miguel Ángel Rapela, págs. 337 a 379,1ra. Edición, Heliasta; Universidad Austral, Buenos Aires, 2006.Parsoglia, Sergio, Semilla de discordia, Clarín, Rural, página 2, 4 de marzo de 2006.Puig, Verónica, El desafío de crecer en forma sustentable, La Nación, Sección 5, Página 12, 4 de marzo de 2006.Rapella, Miguel Ángel, Excepción del fitomejorador: de la libre disponibilidad a la variedad esencialmente derivada, en Innovación y propiedad intelectual en mejoramiento vegetal y biotecnología agrícola. Estudio interdisciplinar y propuestas para la Argentina, Coordinado por Gustavo Schöltz y dirigido por Miguel Ángel Rapela, págs. 207 a 242, 1ra. Edición, Heliasta; Universidad Austral, Buenos Aires, 2006.Rapella, Miguel Ángel, Derechos de propiedad intelectual en vegetales superiores, Buenos Aires, Ciudad Argentina, 2000.Revista Fortuna, Año II, Nro. 125, Edición del 24 de octubre de 2005, La semilla de la discordia.Revista Todo Agro, 9 de diciembre de 2005, Nuevos embargos en Europa contra la soja transgénica de la Argentina.Ribeiro, Silvia, Monsanto y la soja argentina, www.barrameda.com.ar, 22/03/05.Rossi, Luis Rodolfo, Diez años de soja transgénica, Clarín Rural, Sábado 1 de abril de 2006, página 20.Schaper, Marianne, Organismos genéticamente modificados: su impacto socioeconómico en la agricultura de los países de la Comunidad Andina, Mercosur y Chile. Presentación para la División de Medio Ambiente y Asentamientos Humanos (CEPAL), Santiago de Chile, noviembre de 2001.Solleiro, José Luis, Propiedad intelectual: ¿ Promotor de la innovación o barrera de entrada?, en Temas de derecho industrial y de la competencia 2 Biotecnología y Derecho, págs. 161 a 187, Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1997.Vaquero, Pablo, LA NACION, Sección 2, Página 3, del 06/03/06.Varise Franco, Carbap rechazó la propuesta de Monsanto por las regalías, La Nación, Sección 2, Página 3, 6 de marzo de 2006.Varise, Franco, Nuevos Embargos en Europa contra la soja transgénica Argentina, La Nación, Sección 2, Página 2, 17 de mayo de 2006.Vítolo, Daniel Roque, Contratos Comerciales, 1ra. Edición, Editorial Ad-Hoc, Buenos Aires, 1993.-

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17 cita efectuada por Witthaus, Mónica en Etcheverry, R. A., Derecho Comercial y Económico- To. III Contratos-Parte Especial-, Buenos Aires, Editorial Astrea, 2000, pág. 66 y ss. [7] Citado por Fernando Krakowiak, en Página 12, Cash, Edición del 19 de febrero de 2006, www.pagina12.com.ar. [8] Idem al anterior. [9] Conf. Naishtat, Silvia, en Negocios y Mercados: Hay 2.000 millones de dólares en juego. La batalla con Monsanto aterriza hoy en Washington, Clarín, El País, on line: http://www.clarín.com/diario/2006/02/20/elpais/p-01403.htm (10) Conf. Marca Líquida Agropecuaria S.A., en Revista Marcaliquida Agropecuaria, www.marcaliquida.com.ar (11) La Nación, 21 de junio de 2006, Sección 2, Página 3 [12] //www.sagpya.mecon.gov.ar/new/0-0/nuevositio/comunicados/leer.php?nombre=29-0806.txt. [13] La Nación, 21 de junio de 2006, Sección 2, Página 3. [14] Clarín, El País, Página 21, La polémica por las patentes, Un round para la Argentina en la pelea con Monsanto. [15] Clarín, Rural, sábado 12 de agosto de 2006, pág. 3, “La soja RR y un nuevo capítulo”. [16] Ceriotto, Luis, en Clarín, El País, pág. 19, domingo 20 de agosto de 2006, El color del dinero. Monsanto y Miceli obraron un milagro en Agricultura. [17] Huergo, Héctor A., El cluster sojero tuvo cría, en Clarín, Rural, página 3, del sábado 9 de setiembre de 2006. [18] Clarín, El País, jueves 6 de setiembre de 2007, “Un fallo contra Monsanto por la soja transgénica”. [19] Idem al anterior. [20] Idem. [21] “La soja, arriba, y el trigo, planchado, Clarín, Rural, pág. 23, sábado 22 de setiembre de 2007. [22] Véase Astudillo Gómez, Francisco, Regulación del acceso a los recursos genéticos y propiedad intelectual, en Temas de Derecho Industrial y de la Competencia, Director Carlos María Correa- Coordinador del Consejo Consultivo: Salvador Darío Bergel, 2 Biotecnología y Derecho, Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1997, págs. 14/15. [23] Sobre el tema puede consultarse el excelente trabajo de Witthaus, Mónica, Superposición y contradicciones en la legislación argentina sobre derechos del obtentor y derecho de patentes, en Innovación y propiedad intelectual en mejoramiento vegetal y biotecnología agrícola. Estudio interdisciplinar y propuestas para la Argentina, coordinado por Gustavo Schöltz, dirigido por Miguel Ángel Rapella, 1ra. Edición, Heliasta, Universidad Austral, Buenos Aires, 2006, pág. 267. [24] Conf. Bravo, Ana Lucía, TCL un asunto que nos concierne a todos, en Internet, www.ecoportal.com. [25] On line, Monsanto contra los agricultores entrevista con Percy Schmeiser, Revista World Watch Nro. 15, Apr. 02 en http://www.mindfully.org/GE/GE4/Monsanto-Contra-SchmesiserApr02.htm

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