Resumen Inicialmente la lectura aborda las diferentes guerras que la sociedad establece frente al otro, implícitamente describe como el sujeto no solo lidia con lo anterior, sino que también posee una guerra interior (superyó), la cual es el resultado de la configuración prescrita de instituciones gubernamentales, de consumo, la sociedad en general y la familia, lo cual podría denominarse también como ethos cultural, es decir, costumbres y conductas que son configuradas de acuerdo a toda una red institucionalizada productora de tradiciones y formas de ser específicas como el consumo de ídolos. Así pues, la familia a lo largo de la historia se ha visto transformada, ya sea la ausencia de una de sus figuras paternas lo cual trae consigo afectaciones, ya que el niño desautoriza una de sus dos figuras paternas o intenta completar su concepción de esta sobre la ausencia que resaltan las familias concebidas como “normales y completas”; además, la familia es un recurso de transmisión del interés moral predominante. El superyó se constituye moralmente y se mantiene en cada uno de los sujetos, este no desaparece tras las modificaciones culturales, sino que se trasforma, es decir, se modifica y se alimenta por medio del éxito o de figuras exitosas, por medio de los cánones estético-culturales y las pautas de comportamiento establecidas. El éxito juega un papel fundamental en el superyó, ya que por medio de este los sujetos seleccionan e idealizan su realidad y a las personas según su estatus o su fama, motivo por el cual la sociedad intenta satisfacer las mismas ambiciones, necesidades, sueños y logros del otro, si el sujeto no cumple o realiza esta idealización, entra en un estado de frustración y de autodesprecio. La sociedad a medida que pasa el tiempo está perdiendo la integridad, motivo por el cual las figuras políticas y los pensadores; que luchan por sus ideales, la equidad y la humanidad, se están apagando por la evidente deshumanización de la sociedad, en donde se presta más atención en el dinero, lujos y la fama. Cabe mencionar que la sociedad se está concientizando, están surgiendo pensadores en silencio y se están desbancando y pulverizando de igual manera a las personas que se consideraban “famosas”, ya que la sociedad no está dispuesta aguantar más tanta desigualdad, es por eso por lo que los “famosos” viven su tiempo de fama muy cortamente, ya que la sociedad está en un proceso de multiplicación y aceleración que pide cambios constantes.
Hoy en día la sociedad ya no tiene la convicción por el otro, sino más bien en sí mismo, los diferentes movimientos sociales, contienen sus propios ideales, creencias y lenguaje. En donde la idea que contienen los colectivos acerca de lo real es que esto debe ser un espacio sin sombras, abierto para cada una de las personas que conforman y se ven afectadas directamente por la realidad. Esta realidad se ha relacionado ultimadamente con la circularidad y el movimiento que se da en los diferentes contextos, lo cual provoca en las personas un retorno al narcisismo y a la indiferencia que este conlleva, en la cual solo interesa la persona misma, deja de buscar éticamente un bien común y opta por el bienestar particular. Ethos social y personal Para lograr la constitución de una fuerza interior que se rija en base a obligaciones morales, se deben tener metas claras, ¿Quién soy? ¿Qué debo ser? ¿Qué quiero ser? Pues no se trata de saber más o contar con muchos conocimientos ni mucho menos de constituirnos como la mejor sociedad a base de normas y mandatos, se trata de saber vivir y convivir; ya que lo realmente importante es encontrar el sentido de tu vida, tu misión en este mundo, el propósito que tienes por cumplir. Aunque la convicción o la determinación se cultivan en el contexto, las personas no son estáticas, cada hombre posee la capacidad de comportarse libremente frente a las circunstancias internas y externas y adaptarse tomando postura o responsabilidad de sus actos; en otras palabras, podemos afirmar que estamos condicionados, pero no determinados. En una sociedad hedonista como la actual cuyo principal propósito es el placer superficial, la fuerza interior, se ha perdido, es muy común que los jóvenes se dejen influenciar por estereotipos o publicidad mal sana. Existe entonces un vacío existencial en donde solo se quiere lo que los demás hacen o solo se hace lo que los otros quieren; esta carencia de sentido vital las personas intentan llenarla encerrándose en ellos mismos, identificándose con la música y olvidando la exterioridad de lo real. En este sentido se ha creado una sociedad indiferente en donde las personas solo buscan la satisfacción de sus deseos sacrificando incluso paz, salud, hogar y en muchas ocasiones hasta la vida propia. El éxito entonces lo determina que tan fans eres de algún artista o que tanto sabes de moda, y al no cumplir con estos estándares la misma sociedad
favorece la denigración y el desprecio de uno mismo, aunque con un discurso hipócrita proclaman a nivel superficial la tolerancia y la misericordia. Finalmente, es preciso agregar que la constitución de una vida interior se realiza mediante el estudio y reflexión de sí mismos, el discernimiento entre el bien y el mal teniendo en cuenta tu deber ser y tu querer ser y por último tomando decisiones en base a tu conciencia, principios e ideales.