La Soledad Universidad Católica Boliviana Carrera: Psicopedagogía Asignatura: Humanismo de Cristo Docente: Damián Galerón Alejandro Salek
La soledad necesaria.En la insatisfacción que produce la inercia del momento cuando debería producirse una lucha de uno contra si mismo, el caos interpersonal y el caos intrapersonal demandan estar distanciados entre sí, demandan el concilio, primero, de uno consigo mismo, y luego de uno con su entorno. Demandan un momento que no pertenece al mundo ni a uno mismo, sino, a la sabiduría. Aquello que abstraemos de nuestro entorno, que a veces puede entenderse como problema, junto con el compromiso que uno encuentra con la vida, participan de la concepción de una tormenta de cuestionamientos que deben ser respondidos en el diálogo de la soledad. Tal proceso es percibido incluso a veces como un “problema gastrodigestivo”; nos indigestamos de las acciones de quienes nos acompañan cotidianamente y este problema solo puede remediarlo el distanciamiento. La soledad puede en este caso ser un valor, un descanso o un tiempo de reflexión. Es el momento en que uno debe conciliar un acuerdo consigo mismo. Es una demanda pseudoinvoluntaria por parte de la persona hacia la reflexión. Es la conclusión de una circunstancia en la vida, y es el inicio de otra cuando surge en la mente la pregunta: ¿Ahora qué? Esta soledad termina cuando después de haber dado respuesta a esta precipitación de cuestionamientos, ya hubiera sido llovizna, lluvia o tormenta, de forma conclusiva, se responde parcialmente también el “¿Ahora qué?”. Estas preguntas no han sido ningún misterio ni ninguna ciencia, sino una conversación necesaria de la persona consigo misma, y este momento de soledad tampoco está necesariamente vinculado a un caos inter o intrapersonal, sino a una etapa en proceso de conclusión, con expectativas cumplidas o lejos de estarlo.
Marginación o aislamiento.Otras formas de soledad son los casos de marginación o aislamiento, contrariamente al anterior caso, estos resultan en la improductividad. Uno es el tipo de soledad que acompaña a la mediocridad, la rutina, la frustración y el temor al riesgo. Es el fracaso social desde un inicio. Otro es el éxito social seguido por un fracaso social de mayor envergadura que resulta en una imagen pública despreciable o menospreciable. Otro es estar absorbido por lo laboral siendo el trabajo la reclusión que nos aísla de una vida social saludable. Estos tipos de soledad pueden tener un ciclo de vida temporal o continuo; este ciclo de vida se extiende en relación a la persona afectada y su capacidad de hacerle frente a la soledad, capacidad que se da en función al estado de ánimo y al carácter de la persona. Un caso saludable de soledad puede degenerar en uno de aislamiento y soledad interior debido a la incomprensión. La incomprensión es la inconclusión de un conflicto al haberse pretendido su solución por las vías erradas. Un ejemplo, en este caso, de vías erradas es la necedad del egocentrismo. A estos tipos de soledad a menudo se les da una solución ficticia y no una real. Cuando se descubre el carácter ficticio del escape pretendido, la soledad se ahonda y se hace más dañina. Este fracaso puede ser una experiencia para el éxito o la derrota, es decir, la sumisión a la desesperanza.
Al existir estos tipos de soledad, es preventivo informar que hay personas incapaces de sobrevivir a la soledad y estar acompañado les significa una “asistencia social”. El hombre es pues un ser social y la función de la soledad debe ser una experiencia que a la larga optimice la vida social de las personas.
La joya humana.La experiencia de la soledad con su sabor a sufrimiento es como el proceso por el que pasa una joya. Una perla, por ejemplo, existe a precio de una herida. Una ostra solo puede portar algo tan precioso como una perla porque esta perla es fruto de una herida que la ostra debió sufrir. Así también el hombre que ha sido víctima del sufrimiento de la soledad es poseedor de la sabiduría fruto de ese sufrimiento como la ostra posee la perla. Una piedra preciosa debe pasar por procesos que consisten en cortes, separación y aislamiento para convertirse en una joya. Toda aleación debe ser removida y la piedra preciosa pierde toda compañía con que fue descubierta para que en su soledad pueda ser moldeada y revelada su hermosura, siéndole arrebatadas aún partes de sí misma para que el corte efectuado sobre esta, que le permite brillar con la luz, sea como las reflexiones en la soledad que manifiestas al público reflejan nuestra sabiduría. Una vez terminados estos procesos, la joya no queda sola, sino que queda expuesta para manifestar su belleza y es apreciada y deseada por todos. Aquella persona que ha pasado en su soledad por un proceso similar es también tenida en alta estima por todos quienes ven sus actos y oyen sus palabras manifestando una madurez difícil de alcanzar. Esta soledad puede representarse alegóricamente con el desierto que debió cruzar el pueblo de Israel. Una gran lección aprendida es que los sufrimientos conseguidos por buscar el beneficio y la comodidad personal fue lo que los retuvo en el desierto. El aprender la paciencia, lo que prosperó su camino. Los sufrimientos de mayor valor y estima, los sacrificios por el bien del prójimo. Escarnio, reciprocidad, soledad y reflexión son entre otros los factores que de alguna manera incluye la fórmula de la joya humana. Para la interpretación de la fórmula corresponde citarla en su expresión literal del libro de libros: (Isaías 53: 1 – 12)
¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Yahvéh? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi
siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores. La Biblia nos invita en las cartas paulinas a participar de este sufrimiento de Cristo a un nivel que podamos sobrellevarlo, para aprender de este, madurar y con esto también participar de la victoria de Cristo. El es el experto en soledad y amor, esto lo vemos en sus tiempos en el desierto y el monte, su pasión y su gran mandamiento. Hecho hombre, el buscar la soledad era prepararse para el abandono a sufrir y aún así seguir amando. Un hombre es quien está sentado en el trono de tronos, un hombre glorificado a precio de su sacrificio, y muchos hombres son los llamados a reinar con El.