I.
ETNOHISTORIA Y PROCESOS DE LA CIVILIZACION DE LAS CULTURAS.
1.
ÉPOCA ARCAICA EN EL PERU.
1.1.
El hombre pre - histórico
El proceso de poblamiento en el Perú, no significó un proceso paralelo a Europa, África ó el Asia. Ello, se encuentra más vinculado al proceso de poblamiento general de América. Por ésta razón, inferimos que el proceso cultural en el Perú (prosiguiendo el proceso de transformación del paleolítico), debió estar marcado en sus inicios por los portadores de la tradición CLOVIS: Industria lítica consistente en puntas acanaladas en forma de pescado, difundida por toda Norteamérica. Sin embargo, aun suponiendo su existencia no habría sido la única, pués se conoce que en el altiplano surtieron el efecto de al menos tres tradiciones líticas: FOLIACEAS Las Puntas de Proyectil, pertenecientes a la cultura Solutrense de Europa (Beachene 1983: 474 )
LANCEOLADAS Las Puntas de Proyectil, pertenecientes a grupos del tipo Indio Ancestral (versión de Betty J. Meggers (1972) en: Kauffman 1991: 47).
PEDUNCULADAS Que guardan correspondencia cronológica con IchuñaQuellaveco, Chillicua y Toquepala (Palacios 1984).
Dichas tradiciones líticas, aún conforman parte integrante de un amplio bagaje cultural, en el cual, el Arte Parietal (pintura rupestre) se encuentra establecida instrumentos líticos. Al respecto, un último estudio (Hosting 2003), determina en forma concluyente, que Puno es el espacio de mayor profusión en el Perú en cuanto a la existencia de asentamientos Pre-Cerámicos. Los cuales actualmente vienen siendo depredados, y otros felizmente se encuentran IN STATU QUO (en el mismo estado que antes), esperando revelar el espectro global de la Pre-Historia del altiplano. 1.2.
EL PERÍODO LÍTICO EN EL PERÚ (20 000 a.c - 6000 a.c)
Primera fase o poblamiento inicial. Llamado también "paleolítico" o Pre-Agrícola; corresponde a la etapa más antigua de nuestra historia, en el cual los grupos humanos presentaron las siguientes características: A)
CARACTERÍSTICAS DE LOS PRIMEROS PERUANOS 1) Uso generalizado de la Piedra (Piedra Tallada)- Técnica de Percusión. 2) Economía de Cazadores, Recolectores y Pescadores. (Economía depredatoria) 3) Organización Social: bandas y hordas 4) Nomadismo: habitaron en cavernas y cuevas naturales. (Trogloditas)
5) Aparece las primeras manifestaciones de Arte (Arte Rupestre) 6) Manifestaciones religiosas (culto a los muertos - enterramientos) B) SITIOS ARQUEOLÓGICOS: 1) Sicchez y Quebrada Honda (Piura) Antigüedad aproximada 7000 años. Descubierto por James Richardson, restos líticos (Ralladores, Chancadores, etc.) 2) Paijàn (La Libertad): 8 500 a.c. Estudiados por Rafael Larco Hoyle; considerado como un Taller lítico. 3) Chivateros (Lima): Cuenca del río Chillón; 11 020 a.c. Descubierto por Edwar Lanning; el más importante taller lítico del Perú. Además es considerado como el Primer poblador conocido de la Costa Peruana. Instrumentos líticos más antiguos de la Costa. 4) Lauricocha (Huánuco): 7575 años. Descubierto por Augusto Cardiech, las características principales: * Prácticas funerarias más antiguas (entierros) * Restos óseos más antiguos del Perú y los Andes Centrales * Primeras evidencias de deformación craneana. * Pinturas Rupestres 5) Pacaicasa (Ayacucho): 20 000 años. Descubiertos en la cueva de Piquimachay por Richard Macneish: Características: * Restos líticos más antiguos del Perú * Primer habitante conocido del Perú y los Andes Centrales * Cazadores Nómades * Marca el inicio de la Cultura Peruana 6) Toquepala (Tacna): 7630 años: Estudiado por: Miomir Bojovich y Emilio Características:
Gonzales.
* Pinturas Rupestres (color rojo) * Instrumentos líticos. * Pinacoteca lítica más importante del Perú 1.3. EL PERÍODO ARCAICO TEM PRANO. En el Período Arcaico (7000 a.c. - 3000 a.c.) se inicia la agricultura incipiente y la domesticación de animales, este gran logro fue un largo proceso que se inició durante el Arcaico Inferior o Temprano, cuando en los valles serranos los grupos humanos lograron algunos cultivos que les permitieron mejorar su dieta y dar un paso adelante en la vida social. En las partes altas la especialización en la caza de auquénidos permitió su domesticación. Mientras tanto, en nuestro litoral, surgieron las primeras aldeas de pescadores marinos que, además, también practicaron la horticultura así como la domesticación de animales. Estos cambios fueron acompañados de un progresivo proceso de sedentarización condicionado por las nuevas condiciones del proceso productivo. Poco a poco, los grupos humanos comenzaron a controlar la naturaleza y adaptarla a sus necesidades. Los principales horticultores y pastores del Arcaico Temprano son los grupos humanos de:
Guitarrero (Ancash), Santo Domingo (Ica), Chilca (Lima), Telarmachay (Junín), Jaywamachay (Ayacucho), Piquimachay (Ayacucho) y Tres Ventanas (Lima). A. GUITARRERO Y SANTO DOMINGO Los agricultores incipientes del Perú En la cueva de Guitarrero (Yungay-Áncash) los arqueólogos descubrieron evidencias de frijoles y pallares domesticados con una antigüedad de 7000 a.C. Esta cueva fue habilitada desde el periodo Lítico; pero recién en el período ARCAICO TEMPRANO los HOMBRES DE GUITARRERO combinaron sus actividades de cazador trashumante con la horticultura de leguminosas, ajíes y calabazas. Casi simultáneamente en la costa sur los aldeanos marisqueros y pescadores llamados HOMBRES DE SANTO DOMINGO (Paracas - Ica) iniciaban la producción de cultívenos y la pesca con redes. Al mismo periodo Arcaico Temprano (7000 a.C. - 4000 a.C. aprox.) pertenecen otros domesticadores de plantas andinas como: • Los Hombres de Tres Ventanas (Lima) Cultivaban papa, olluco y camote. •Los Hombres Jaywamachay (Ayacucho) Cultivaban achiote y domesticaron auquénidos. • Los Hombres de Piquimachay (Ayacucho) Cultivaban quinua y posteriormente el maíz. Además lograron domesticar el cuy. • Los Hombres de Chilca y Ancón (Lima) Cultivaban legumbres (pallares) y cucurbitáceas (calabazas y zapallos). B. TELARMACHAY Los Primeros Pastores Andinos En el periodo Lítico los cazadores fueron desarrollando sus estrategias de cacería hasta convertirse en cazadores especializados y selectivos que construían campamentos estacionales. Hace 7 000 años los grupos que habitaban las alturas de Junín iniciaron la crianza de camélidos andinos (alpacas y llamas) como se evidencia en los restos del HOMBRE DE TELARMACHAY (Tarma, Junín) descubiertos y estudiados por Danielee Lavallée. La reconocida arqueóloga sostiene que en el hábitat natural de los camélidos, la puna, una creciente familiaridad con dóciles camélidos silvestres facilitó la crianza de los primeros rebaños en el periodo ARCAICO TEMPRANO. El inicio de la crianza de rebaños no significó un rápido abandono de la cacería. El paso a una economía de pastoreo fue progresivo y debió repetirse en otras regiones; por ejemplo Ayacucho, donde Richard Mac Neish estudió los restos del HOMBRE DE JAYWAMACHAY. La ganadería de camélidos es uno de los rasgos fundamentales de la cultura andina y su desarrollo aseguró eficientes rebaños de carga, buenas provisiones de carne, lana, estiércol para combustible y huesos para elaborar instrumentos. 1.4. EL PERIODO ARCAICO TARDÍO
Los antiguos peruanos que habitaron nuestras costas durante el Arcaico Temprano ya fabricaban chozas de palos, costillas de ballena y fibras vegetales entrelazadas. Estos incipientes aldeanos vivían de los recursos del mar y el litoral como peces, mariscos, aves y lobos marinos. Como complemento tenían pequeños cultivos de frijol, pallar y calabaza. Durante el ARCAICO TARDÍO (4000 a.C.-2000 a.C. aprox.) se intensificaron los logros que los grupos humanos habían alcanzado previamente. Así tenemos que los incipientes cultivadores perfeccionaron sus técnicas hasta convertirse en agricultores. Los pastores de auquénidos pudieron multiplicar su control sobre dichos animales; y en el litoral, las aldeas que surgieron en la etapa anterior, lograron especializarse en la pesca marina. Es un momento de gran capacidad productiva en el que surgen los primeros grupos propiamente sedentarios. Así lo evidencian las construcciones de piedras semilabradas unidas con barro que se encontraron en CERRO LA PALOMA (Lima), HUACA PRIETA (La Libertad), ALTO SALAVERRY (La Libertad), GAVILANES (Ancash), ASPERO (Lima), CARAL (Lima) y KOTOSH (Huánuco). A.
HUACA PRIETA:
Los inicios del tejido peruano Los tejedores más antiguos del Perú vivieron en el periodo ARCAICO TARDÍO. Ellos fueron los HOMBRES DE HUACA PRIETA, aldeanos agricultores, pescadores y marisqueros que habitaron en la desembocadura del río Chicama (La Libertad) unos 2500 a.C. En el Arcaico Tardío se consiguió la domesticación del algodón lo que trajo consigo el inicio de las actividades propiamente textiles. Aunque no se inventaba el telar de cintura, los artesanos hacían hermosas telas con diversas iconografías utilizando la técnica del entrelazado. Huaca Prieta fue descubierta en 1946 por Junius Bird quien halló el famoso tejido de algodón que tenía la representación de un cóndor sagrado con una serpiente enroscada en su vientre. Otros asentamientos precerámicos que desarrollaron el tejido son: Los Gavilanes (Ancash), La Galgada (Ancash), Áspero (Lima) y Caral (Lima). B.
KOTOSH:
El misterioso templo de las Manos Cruzadas En 1960, el arqueólogo Seichi Izumi descubrió, en el Templo de Kotosh (2300 a.C.) de Huánuco, las esculturas más famosas del periodo ARCAICO TARDÍO: “Las Manos Cruzadas”, misteriosas figuras esculpidas en barro arcilloso y secado al sol, que se encuentran en las paredes del recinto principal del templo. La función precisa de esas “manos cruzadas” no ha sido determinada por los estudiosos: sin embargo, es probable que se encuentre vinculadas a complejos rituales que practicaban los sacerdotes de Kotosh. Durante el Arcaico Tardío se inicia la re-presentación de divinidades femeninas, vinculadas a la fertilidad y la vida.
Las sociedades de base agrícola rendían culto a la madre tierra (Pacha Mama) y las evidencias se encuentran en las estatuillas de los templos de ASPERO y CARAL, en el valle de Supe, al norte de Lima. La escultura en piedra, la litoescultura se desarrolló recién en el período formativo llegando a niveles de maestría y complejidad en la Cultura Chavín. C.
CARAL:
La primera ciudad del Perú. Hace 5 000 años se forjaba en el Valle de Supe (Norte de Lima) una de las ciudades más antiguas del mundo y la más antigua de América. Su construcción fue dirigida por una élite sacerdotal que dirigía una sociedad agrícola que se complementaba con la producción artesanal y el comercio interregional. Su principal estudiosa, la arqueóloga Ruth Shady, la denomina CIUDAD SAGRADA DE CARAL y actualmente dirige las excavaciones en el complejo ceremonial que consta de templos piramidales, anfiteatros, plazas, calles, residencias, talleres, canales de riego y campos agrícolas adyacentes. Los HOMBRES DE CARAL desarrollaron una agricultura de riego, textilería, producción de mates, esculturas, construcciones hidráulicas que aumentaron la producción agrícola, y la astronomía que les permitió vincular el proceso productivo con la naturaleza y los rituales. Sin embargo desconocieron las técnicas alfareras y la orfebrería. Esta sociedad fue dirigida por sacerdotes astrónomos especializados en calendarios agrícolas y el control hidráulico. La casta sacerdotal realizaba complejos rituales en el Altar del Fuego Sagrado y en los anfiteatros donde se congregaban miles de peregrinos que llegaban con ofrendas para los Dioses del agua y la tierra. Caral fue la primera civilización surgida en el continente americano y su desarrollo es contemporáneo a Menfis y Tinis, las más viejas ciudades del valle del Nilo, y a Ur de Mesopotamia. TEORÍAS SOBRE EL ORIGEN DE LA ALTA CULTURA EN EL PERÚ TEORÍA AUTOCTONISTA
INMIGRACIONISTA
AUTOR
SUSTENTO TEÓRICO Julio César Las expresiones de la Tello. alta cultura en el Perú es propia de los peruanos (la cultura peruana es oriunda). Las culturas más antiguas se desarrollaron en la sierra. Federico Max Las expresiones de la Uhle alta cultura en el Perú es producto de aportes
FUNDAMENTACIÓN CIENTÍFICA Chavín Cultura Matriz (1300 a.C) Iniciadora de la alta Cultura en el Perú. Tribus Arawac (selváticos) llevaron los elementos desde la selva peruana. Semejanzas Arquitectónicas. Cultivo del maíz en el
ALOCTONISTA
AMAZONICA
HOLOGENISTA
extranjeros. Las primeras culturas se desarrollaron en la Costa: Proto Chimú y Protonazca. Los elementos culturales llegaron vía marítima desde mesoamerica (Mayas y Aztecas). Federico Tanto Mesoamérica Kauffman como los andes Doig. depende un Centro de difusión cultural Común (Valdivia – Ecuador). Donald El formativo inicial se Lathrap da en la Amazonía (Brasil – Amazonas, etc.) luego se desplaza a Valdivia y posteriormente al Perú. Luis Guillermo Sostuvo que la alta Lumbreras cultura peruana tiene raíces evolutivas propias, pero que también recibió algunos aportes e influencias externas.
Perú. Semejanzas lingüísticas (voces parecidas). Fundamentos Antropológicas y culturales (leyenda de Naylamp) etc. Antigüedad de la Cerámica en valdivia (3000 a.C).
Difusión por toda el área Andina de la yuca.
Domesticación del maíz, frijol, algodón, llama y las técnicas hidráulicas serían pruebas específicas de la cultura andina.
1.5. EL PERÍODO FORMATIVO ANDINO Como recordarás, en el capítulo anterior estudiamos las manifestaciones culturales del periodo Arcaico Superior que por cierto aun no tenía cerámica pero que presentaba una organización sacerdotal (teocracia) bastante avanzada. En este capítulo veremos cómo es que, hacia el año 2000 a.C. el mundo andino sufriría transformaciones que alterarían sustancialmente las estructuras de poder, los mecanismos de control poblacional y el manejo de los excedentes de producción. Este es un periodo de grandes cambios entre las sociedades andinas que va a permitir la consolidación y el desarrollo de las altas culturas. CARACTERÍSTICAS DEL FORMATIVO ANDINO La mayoría de arqueólogos señalan que una serie de factores produjeron la especialización de los cultos y la centralización del poder en esta época: • La aparición de la cerámica
• La difusión del cultivo del maíz • El desarrollo de la metalurgia y de la textilería • La difusión de técnicas hidráulicas para el riego que permitieron generar productivos y el aumento de la población. • El desarrollo del estado teocrático 1.5.1. PERIODIFICACIÓN DEL FORMATIVO ANDINO
excedentes
Los estudiosos dividen al Formativo en tres momentos claramente establecidos: a)
El Formativo Inicial.
También llamado periodo inicial, corresponde a los sitios arqueológicos que evidencian la presencia de cerámica y son anteriores al desarrollo de la cultura Chavín. Así tenemos: Moxeque y Sechín en Ancash, Kunturhuasi y Pacopampa en Cajamarca, Cupisnique en La Libertad, Garagay en Lima, etc. b)
El Formativo Medio.
Caracterizado por el surgimiento y expansión de las manifestaciones artísticas de Chavín dentro del denominado Horizonte Temprano. Algunos consideran a este periodo el apogeo del Formativo. Durante esta etapa se produce la expansión de la influencia Chavín en el territorio andino. c)
El Formativo Final o Superior
Época de énfasis en las particularidades regionales y el abandono gradual de la influencia del estilo Chavín. Es la fase inicial de la primera regionalización andina conocida como la «fase experimental» y representada en sociedades «chavinoides» como Paracas Necrópolis, Salinar, Virú, Vicus, entre otros. Es la época de la decadencia Chavín. 1.5.2. EL FORMATIVO INICIAL EN LOS ANDES CENTRALES a) CARACTERÍSTICAS Fue el cultivo de las plantas lo que permitió al hombre andino a sedentarizarse, recuerda que este proceso empezó en el Arcaico- y ello conllevó a la construcción de viviendas más sólidas para habitarlas y a la aparición de edificios públicos que denotan un carácter ritual. Sin embargo fue recién hacia el año 2000 a.C. que se comenzaron a construir grandes edificios públicos, convertidos ya en observatorios de fenómenos naturales, rodeados por asentamientos humanos muy poblados. Esto, probablemente, sucedió porque los excedentes alimenticios empezaron a concentrarse en los templos y se sofisticaron los rituales propiciatorios otorgándole un poder ilimitado a los «chamanes» andinos. b) LOS PRINCIPALES AVANCES LA CERÁMICA: Es uno de los elementos que caracterizan al Formativo y según las evidencias arqueológicas, aparece tardíamente en los andes centrales. Las evidencias más
antiguas de cerámica se han ubicado en Valdivia (Ecuador) y Puerto Hormigas (Colombia), y se remontan a los 5000 a.C. En el Perú, las evidencias de cerámica más tempranas se ubican sobre los 2000 a.C. en sitios como TUTISCAINYO en Pucallpa y HUAYRA JIRCA en Huánuco. Respecto a su utilidad se sabe que «estos objetos de cerámica reemplazaron a los utensilios de cestería o de calabaza, por lo que imitaron sus formas... fueron pequeños cuencos con decoración inciso de diseños geométricos. En algunas ocasiones, sobre las incisiones se colocó una pintura roja después de la cocción». La aparición de este elemento será de gran importancia para entender las influencias y relaciones culturales, también para entender la evolución de las expresiones estéticas y artísticas de las antiguas sociedades andinas. LA DIFUSIÓN DEL MAÍZ: Sobre el origen del maíz se han tejido una serie de hipótesis puesto que el cultivo de esta gramínea representa un hito en la escala alimenticia de las altas culturas andinas. Las variedades más remotas de maíz silvestre se remontan hasta los 6000 a.C. Pero hace 4 700 años, tres tipos de maíz que no tienen relación con las variedades cultivadas en el área mesoamericana ya eran cultivados sistemáticamente en la costa de Huarmey durante el período Arcaico. En el Formativo Inicial, la difusión del maíz serviría para mejorar los mecanismos de control y prestigio de las autoridades y también para sofisticar los cultos con el empleo de bebidas sagradas como la chicha. LA TEXTILERÍA: En lo que respecta a la textilería (debes entender como tal a los tejidos elaborados con telares, el empleo de huesos y ruecas) destaca su importancia para la definición de la posición social de los grandes señores, para las actividades religiosas principalmente en los ritos funerarios y para el intercambio comercial. LA METALURGIA: Al igual que la textilería, la metalurgia se utilizó para la elaboración de objetos de uso ritual. Además permitió una mayor diferenciación de los estratos sociales. Las piezas metalúrgicas más antiguas del Perú se refieren a trabajos en oro laminado, martillado y repujado. Los metales eran obtenidos de los lavaderos fluviales. IDEPUNP/CICLO REGULAR /ENERO-MARZO/2017, HISTORIA DEL PERÚ.
LAS TÉCNICAS HIDRÁULICAS: La construcción de canales de riego determinaron, junto al cultivo del maíz en gran escala y la organización del trabajo, el desarrollo de una economía agropecuaria con excedentes de producción. La construcción de los canales de irrigación se edificaron en torno a los centros de control administrativo. Las formas más comunes de estos canales son en forma de «U» y en «zigzag». 1.5.3. PRINCIPALES EVIDENCIAS DEL FORMATIVO INICIAL Entre las evidencias arqueológicas más conocidas destacan: 1.
Moxeque-Pampa de las Llamas (Casma-Áncash)
Descubierto por Julio César Tello Rojas. Aquí se han hallado importantes muestras de cerámica y de cultivos como papa, yuca, camote, maní, etc.
2.
Cerro Sechín
Entre la unión de los ríos Sechín y Moxeque, en el valle de Casma, Áncash. Fue descubierta por Julio C. Tello en la década de los 30. Consta de tres plataformas, patios subterráneos y 400 esculturas monolíticas rectangulares que forman un cuerpo único con claras atribuciones mágico-religiosas. 3.
Kunturhuasi
En el Cerro La Copa, San Pablo - Cajamarca. Estudiado por el sabio Tello y el japonés Yoshio Onuki. Presenta tres plataformas superpuestas rodeadas por monolitos antropomorfos. En las excavaciones se han hallado muestra de cerámica y en una de sus tumbas presenta coronas, pectorales y orejeras, cabecitas serpentiformes realizadas en oro. 4.
Pacopampa
En Pariacoto, provincia de Chota (Cajamarca). Al igual que en Kunturhuasi, presenta plataformas superpuestas y escalonadas con escalinatas y una cornisa con serpientes talladas en alto relieve. Las litoesculturas presentan formas felínicas. Debes recordar además que estos avances culturales y tecnológicos no se dieron en forma paralela en todo nuestro territorio, ni se presentaron en todas las sociedades del área andina. Esto sucedió así debido a que cada sociedad tiene su especial forma de responder a las exigencias del medio geográfico que ocupa. Además los mismos avances se presentaron de manera muy semejante en Mesoamérica, África y el Oriente. 1.5.4. EL HORIZONTE TEMPRANO. Como recordarás, en el capítulo anterior explicamos cómo surgieron los estados andinos y además mencionamos los grandes avances que consiguieron nuestros antepasados en el período denominado Formativo Inicial. En este capítulo veremos, como es que hacia el año 1500 a.C. gran parte del área andina se vio afectada por la aparición de una serie de rasgos comunes como las edificaciones monumentales de carácter religioso, cultos sofisticados, la presencia de un estilo artístico con ornamentos muy recargados plasmados en la cerámica, esculturas, huesos, objetos laminados con un estrecho vínculo al culto de felinos, aves y serpientes. Las imágenes impactantes que aparecen con mucha frecuencia testimonian una centralización del poder en beneficio de la casta sacerdotal; de esta forma se consolidó el estado teocrático en el área andina. Estas características parten de un área común llamada Chavín de Huántar, el más importante centro de difusión cultural de esta época. CARACTERISTICAS DEL FORMATIVO MEDIO Los estudios arqueológicos demuestran que las características territoriales eran distintas a las del Perú actual. La existencia de bosques en la costa y la sierra habrían reducido considerablemente las áreas ocupadas por las comunidades, pero también habría hecho casi
obligatorias las relaciones socio económicas para los intercambios de recursos. Ello produjo la irradiación de patrones culturales y artísticos más o menos homogéneos que predominaron hasta el año 200 a.C. aproximadamente. El área geográfica de influencia cultural se habría presentado desde Lambayeque e Ica, por la costa, hasta Cajamarca y Ayacucho por la sierra. Sin embargo, se han encontrado evidencias artísticas similares de este periodo en regiones de Ecuador y Bolivia, probablemente por la existencia de grupos de peregrinación que cíclicamente acudían a los oráculos andinos más conocidos de entonces. Sin embargo, muchas regiones de los andes no presentan estas características. Respecto a la denominación, ésta varía dependiendo del autor consultado, siendo los términos más frecuentes «el primer Horizonte Cultural Andino», «el Formativo Síntesis». Sobre la categoría de horizonte, esta se ha tomado de la clasificación que hiciera el investigador norteamericano John Rowe en 1962. Debes entender por HORIZONTE un largo período de expansión cultural e influencia tecnológica en los Andes Centrales. Segunda fase del poblamiento peruano. Inicios de la agricultura. Llamado también Período "Neolítico" o "Pre - Cerámico", constituye una etapa de Transición, en donde se dan grandes cambios climáticos, así mismo el hombre experimenta grandes descubrimientos y transformaciones en su vida económica y Social. 1.5.5. LAS ALTAS CULTURAS PRE HISPÁNICAS: PRIMER HORIZONTE CULTURAL (FORMATIVO MEDIO) 1.
CULTURA CHAVÍN Existen diversas opiniones acerca del origen de la cultura Chavín.
1) Tello: Origen andino oriental (selva Amazónica- Tribus Arawak). 2) Larco Hoyle: Síntesis e integración de pueblos y culturas locales del formativo inicial (cultura receptiva) SITUACIÓN GEOGRÁFICA.- A orillas de los Ríos Mosna y Huachesca; su centro principal se ubicó en el distrito de Huantar – Provincia de Huari – departamento de Ancash (R. Chavín). A una altitud de 3000 m. s .n. m. (Faldas Orientales de la Cordillera Blanca – Callejón de los Conchucos). DESCUBRIDOR.- Julio C. Tello (1919), quien la consideró como la primera gran cultura del Perú (cultura Matriz del Perú). CRONOLOGÍA.- Se desarrolló alrededor del año 1200 a.C. hasta los 300 a.C. a este periodo se le ha denominado I Horizonte cultural, por ser Chavín una cultura Pamperuana (Primera Síntesis Cultural).
EXPANSIÓN.- Chavín, se caracterizó por ser un movimiento eminentemente religioso expandiendo e imponiendo sus patrones culturales y religiosos sobre otros pueblos. Así pues Chavín se expandió: - POR EL NORTE: Tumbes y Cajamarca - POR EL SUR: Ica y Ayacucho - POR EL ESTE: La cuenca del Huallaga SOCIEDAD. Chavín, constituye la primera forma de Estado que aparece en los andes centrales (aquí, parece surgir el estado, los centros urbanos y las clases sociales). En lo socio político se caracterizó por ser un Estado Teocrático sacerdotes) y la existencia de los siguientes estatus sociales:
sacerdotal (reyes
- Sacerdotes (hechiceros, brujos y chamanes) - Artesanos (ceramistas, orfebres, tejedores, etc) - Campesinos (aldeanos) ECONOMÍA La sociedad Chavín se alimentó básicamente de la Agricultura, y gracias a ella, se logró un acelerado crecimiento poblacional. El principal producto fue el maíz, también se cultivaron: calabazas, pallares, frijoles, papa, olluco, yuca, camote, ají, etc. PRINCIPALES MANIFESTACIONES CULTURALES.1. ARQUITECTURA. Constituye una de las artes más representativas de la cultura Chavín. Existiendo dos tradiciones en cuanto al material empleado: - En la costa: Adobe - En la Sierra: Piedra Las formas de sus construcciones, sobre todo de sus edificaciones y centros religiosos fueron las pirámides truncas y las edificaciones en forma de “U”.
CENTROS ARQUITECTÓNICOS.- Sechín (Casma - Ancash); Kunturhuasi (Cajamarca); Pacopampa (Cajamarca); Cerro Blanco (Ancash); Caballo Muerto y Huaca de los Reyes (La Libertad); Garagay (Lima); Moxeque (Ancash); etc ESCULTURA. Destaca la escultura lítica, las principales manifestaciones de este arte son: Estela de Raymondi: Figura antropomorfa de 1,95 m. De alto x 0,74 m. De ancho y 0,17 m. De grosor (representación religiosa). Lanzón Monolítico: nombre atribuido por José Toribio polo en 1971. Tiene 4,53 m. De alto (representación del dios jaguar). - Cabezas Clavas: habrían sido 55 (guardianes del templo) - Monolito de Yauya: Tello – dios mitad pez, mitad felino. - Obelisco de Tello. CERÁMICA.- Las características de la cerámica Chavín son: - Utilizaron la arcilla (material básico).
- No usaron moldes. - Fue monocroma (negro, gris y marrón) – Post – Cocción. - Formas: globular – base plana y gollete estribo. - Representaciones: zoomorfas y fitomorfas. METALURGIA.- Conocieron y trabajaron el oro, el cobre y la plata. RELIGIÓN.- Se cree que la deidad principal, estaba representada por la triología divina que fueron: el jaguar, cóndor y la serpiente. Aunque algunos cronistas españoles, (como Cieza de León) sostienen que el rayo fue el dios principal de la época.
2. CULTURA PARACAS SITUACIÓN GEOGRÁFICA: Se desarrolló junto a una península de arena roja, a 18 Km. al sur de Pisco (Paracas - Ica). En la costa sur. El nombre cultural procede del Idioma Kauki o Akaro (Gente de Frente Grande). DESCUBRIDOR: Julio C. Tello en 1925, llamándola la cultura Matriz de la Costa Peruana. Se desarrolló entre los años 700 a.C. hasta los 600 d.C. PERIODIFICACIÓN: Considerando las características de cerámica así como también las formas de los enterramientos, Tello dividió a Paracas en dos periodos o fases: a) PARACAS CAVERNAS: (700 a.C.- 500 a.C). Se desarrolló específicamente en la cuenca del Río Ica. Se caracteriza por la influencia Chavín, principalmente en la Cerámica. El principal centro administrativo de este periodo fue Media Luna. Las tumbas tuvieron forma de copa invertida. b) PARACAS NECRÓPOLIS: (500 a.C – 600 d.C). Se desarrolló entre la quebrada Topara y el Río Pisco. La capital fue Topara, las tumbas adoptaron la forma rectangular (ciudades habitadas por muertos), en este periodo se desarrolló la gran industria textil. PRINCIPALES MANIFESTACIONES CULTURALES. TREPANACIONES CRANEANAS.- Se realizaron con fines rituales, religiosos y medicinales. Utilizaron como anestesia; hojas de coca o mediante la hipnosis emplearon cuchillos de obsidiana, pinzas y cinceles de metal. DEFORMACIONES CRANEANAS.- Fue una costumbre prehispánica muy acentuada entre los hombres de Paracas, simbolizaba la distinción social. Las técnicas utilizadas fueron: sogas amarradas alrededor del cráneo; tablillas, almohadillas, etc. CERÁMICA.- Se caracterizó por presentar inicialmente influencia posteriormente se fue independizando presentando las siguientes características: - Forma globular. - Policroma con dos picos y asa puente.
Chavín,
TEXTILERÍA.- Considerados como los más grandes tejedores del mundo antiguo, confeccionaron mantos empleando algodón, lanas de auquénidos y plumas; se utilizó también tintes vegetales y animales. 3. CULTURA MOCHICA La cultura Mochica (200 d.C.-800 d.C) se desarrolló en el período Intermedio Temprano o Primer Desarrollo Regional (200 d.C.-600 d.C.) del Antiguo Perú. Se desarrolló en la costa norte y se caracterizó por su avanzada ingeniería hidráulica, su arquitectura monumental y su rico desarrolló artístico, especialmente en los campos de la orfebrería y la cerámica. UBICACIÓN GEOGRÁFICA: Su centro principal fue la ciudad sagrada de Moche, Trujillo, La Libertad. Ahí se ubica la Huaca de la Luna, donde gobernaba un poderoso CieQuich (sacerdote y guerrero) y se rendía culto al dios Aí Apaec (el hacedor). En su apogeo dominaron los valles de La Libertad, Lambayeque y Ancash. Fue contemporánea a las culturas Nazca, Lima y Recuay. DESCUBRIDOR: Fue descubierta por el arqueólogo alemán Federico Max Uhle en1901. GOBIERNO: Formaron confederaciones dirigidas por los Cie-Quich, ayudados por grandes curacas llamados alaec. TEMPLOS: Construyeron grandes pirámides escalonadas de adobe. Ejemplos: En la Libertad tenemos la Huaca de la Luna, Huaca Cao Viejo y San José de Moro; En Lambayeque, Huaca Rajada de Sipán; y en Ancash, Pañanmarca. INGENIERÍA HIDRÁULICA: Construyeron una gran red hidráulica para la agricultura. Destacan el canal de la cumbre, el acueducto de Ascope y la represa de San José. CERÁMICA: Sobresalen las representaciones de rostros humanos (huacos retratos), personas enfermas (huacos patológicos) y escenas sexuales (huacos eróticos). Son huacos bicolores (rojo sobre crema), con asa estribo. MURALES: Dejaron espectaculares dibujos en los muros de sus templos: Ejemplos: La rebelión de los artefactos (Huaca de la Luna) y la danza de los prisioneros (Huaca Cao Viejo). ORFEBRERÍA: Sobresalen las joyas del Señor de Sipán (Lambayeque), descubierto por Walter Alva en 1987. También las de la Señora de Cao (La Libertad), hallada por Régulo Franco en 2006. 1.6. ÉPOCA FORMATIVA, POBLACIONES SEDENTARIAS MÁS TEMPRANAS EN EL ALTIPLANO.
1.6.1. LA ETNÍA CHUQILA Término utilizado para identificar al grupo primigenio que se habría asentado a lo largo de nuestra altiplanicie; y no solo por eso, sino también porque la acepción etnonímica de su nombre guarda intima relación con las representaciones folklóricas que se practican dentro de las tradiciones altiplanicas. Así, al decir de otros estudiosos, los Chuqila u hombres con barba, es la denominación con que se identifica al hombre de la cordillera o de las altas estepas altiplánicas (Portugal 1981: 84). Serían los cazadores de wanakus salvajes (Waisbard 1975: 255). El Cronista Juan de Matienzo, tal vez es el único, que da referencias concretas sobre los mismos cuando dice: “En ésta provincia de Chucuito, hay dos géneros de indios que dicen ser inútiles para cosas de trabajo ni provecho, que son lo Uru y los Chuquilas éstos son cazadores; y los hay pocos, y los que son no entienden sino de matar ganado bravo, y en Idolatrar. Son hechiceros, que como jamás ven españoles, antes andan donde están sus Wakas” (Matienzo ] 1967: 276). Igualmente, encontramos otra referencia sobre los mismos, en el trabajo de Charles Stanish, quién aludiendo al documento del visitador español Garci Diez, señala: “ que su “cuidadosa” lectura provee de una comprensión acerca de las poblaciones diferentes de los Aymara, tales como los Uru, Pukina, Quechua y Choquela, y varios otros grupos en la Región” (Stanish 1997: 6). 1.6.2. LA ETNÍA PUQUINA La denominación de este grupo se origina del nombre que le han dado a su lengua. Desconociéndose esencialmente el tipo de pertenencia étnica. Al respecto, el lingüista boliviano Manuel Ballivián en su introducción a la obra de Daniel G.Brington: observaciones sobre la lengua puquina del Perú, sostiene que “todo lo que se sabe del puquina nos autoriza a creer, con demasiada probabilidad de certidumbre, que esta ha sido una de las lenguas maternas, originarias de los grupos étnicos inmigrados desde el corazón asiático” (Brington 1909). Así, en este orden de origen lingüista, igualmente se conoce la versión del estudioso J. Alberto Cuentas, quien afirma que la lengua puquina pertenece a los changos (Cuentas 1968; 42) que se sabe que eran un grupo de pescadores (norte de Chile y al sur de Perú) que vivían en las costas del pacifico. Como se puede apreciar hay discrepancias de opiniones, que es necesario evaluarlas y confrontarlas con otros estudios. Respecta a los antecedentes históricos de la etnia puquina, se puede decir que ellos pudieron anteceder y/o aparecer simultáneamente con los pukara, en condiciones de grupo sedentario, con ciertos componentes de desarrollo frente a los anteriores grupos, dado que practicaban la domesticación de auquénidos así como la producción agrícola de papas y quinua entre otros. Se conoce que fue un gran grupo de horda y con mejor organización, que al parecer, supo superponerse al de otros grupos asentados con anterioridad. De esto, mejor análisis no podemos encontrar que en los que hace la arquitecta boliviana Teresa Gisbert, que basándose en los trabajos del historiador peruano Waldemar Espinoza, comenta: “Espinoza, basado en el documento de charcas de 1604, delimita el área puquina que se extiende según este autor sobre el kollao, más al sur del departamento de Cuzco, Arequipa,
todo el de Moquegua y el Norte de Tarapacá. La zona coincide con el área nuclear de influencia política y militar de tiwanaco, llegando a la conclusión de que los puquina fueron los actores de la cultura Tiwanaco y los aimaras sus destructores. Espinoza, basado en Huamán Poma, indica que el antiguo y verdadero nombre del lago titicaca era “lago poquina” después se llamo Chucuito y tardíamente titicaca, tomando este nombre de la isla” (Gisbert 1987; 136). 1.6.3. LA ETNÍA URU Constituyó uno de los primeros grupos étnicos que iniciaron el poblamiento del Altiplano. A ciencia cierta, se desconoce los orígenes de su procedencia y la cronología exacta de su aparición. Pero, si se conoce que su cultura se basó en una forma primitiva de economía (Caza-Pesca-Recolección); que antecedieron en el tiempo a los Pueblos Agrícolas, y que “ocuparon originalmente toda la cuenca fluvial y lacustre” (Wachtel 1978). Como todos los pueblos lacustres, los Uru han sido designados por varios nombres. Los más comunes se ordenan en tres series: Primero, La autodenominación que asume el propio grupo, los Uru se autodenominaron primigeniamente como los KOT´SUNS (< QUTZHONI>), que devendría de su lengua originaria denominada como el URUQUILLA y, quiere decir “ Hombre del Lago” ; Segundo, Las denominaciones otorgadas por otras étnias, los Aimaras por ejemplo los llamaban Chijchi Jausiris, expresión que significa los “ provocadores del granizo” , debido a que, los Uru andaban casi desnudos; Tercero, Los nombres que se originan de sus espacios originarios como IruItu u Ochozumas. Sin embargo, el término Uru ha sido todavía utilizado en diferentes contextos a lo largo de todo el registro de la historia. En las crónicas, archivos y documentos de visita, ésta a sido utilizado para referirse a la lengua, grupo lingüístico, grupo étnico, clasificación del nivel social, un agrupamiento para propósitos de impuesto y tributo, un estilo de vida de carácter económico y como un epiteto despreciativo (La Barre 1941, 1963; Torero 1987; Julien 1982, 1983; Horn 1984; Buysse-Cassane 1986; Wachtel 1982, 1986). Hasta aquí resulta inaudita la trayectoria de sometimiento que tuvieron que soportar los Uru y, aún insólito, la vejación que el Inka Sinchi Roka les infringió al imponerles como tributo una canuto de piojos, con la supuesta finalidad de que estén limpios y se mantengan ocupados, cuando en el fondo no sería más que el símbolo de sometimiento que los Uru tenían que pagar en forma cumplida ya que los Inkas no podían someterlos y asimilarlos. Que decir de los bárbaros españoles, que sin tomar en cuenta la condición de los Uru, igualmente les imponían los tributos y no sólo eso, igualmente los sometieron al sistema de las Mitas para esclavizarlos, disponiendo su traslado a las minas de Potosí, o que trabajen en las tierras de los encomenderos. Por ello, los Uru supieron que, esto último, al menos tenían que parar y protagonizaron una rebelión (1632-1634) contra los españoles que no tuvo mucha incidencia para cambiar su situación, dado que nunca tuvieron jerarca que los condujese, porque ellos vivían en forma libre y carentes de algún tipo de organización social; sin embargo, todo indica que en la época de la administración Inka en el altiplano, los Uru eran temidos al igual que los pukina y aymara, porque no se les permitía participar de sus actos y cultos propiciatorios. Se sabe también, que los Inkas tenían cierto desprecio
a los Uru, ya que los cazaban como animales en el lago y se los llevaban en sus marchas hacia el Cuzco (dejando buenos contingentes en Pukará), las costas de Arequipa y Tarapacá donde se han podido detectar sus huellas Sin embargo, no faltan las Hipótesis "coherentes" que les atribuyen una cierta cronologización entre los 500 a 1700 años d.C., y aún hay versiones que relacionan su procedencia a partir de la salida legendaria de Manco Capac y Mama Ocllo ( 1021 ), y no falta la versión que los Uru habrían sido traídos del Pacífico (Arica – Sama), por el jerarca
(Cuentas 1968: 30) -En época anterior, los Uru habrían huido precisamente hacia las costas del pacífico, perseguidos por las huestes del rey (Waisbard 1975: 256) -, en fin ya habrán otros estudios que puedan clarificar este panorama, mientras tanto nos acogemos a los planteamientos del etnólogo francés Jehan Vellard, quien en forma casi concluyente opina que, “Estos indios peruano-bolivianos serían petrificaciones vivientes”, siendo un hecho que los definiría como un islote racial de carácter arcaico (Waisbard 1975: 253-257). Lógicamente, que nosotros sabemos que son otros tipos de Uru los que actualmente podemos encontrar. 1.6.4.
LA ETNÍA QALUYO
Fase Inicial: Pre – Pukara (1800 - 800 a.C.) Kaluyo se encuentra ubicado a la altura del Km. 110 de la carretera que se dirige al Cusco. Fue dada a conocer a partir de 1949, por el arqueólogo puneño, Manuel Chavez Ballon (Ayca 1992;40) (Loayza 1972; 153). El grupo Kaluyo, se encuentra tipificada como una sociedad de tipo aldeana, con yacimiento-tipo en forma aglutinada, construidas precisamente de piedra. Su base económica la obtuvieron de la domesticación del cuy silvestre, la llama, alpaca, vicuña y huanaco, del cultivo de especies adaptadas al medio como la papa, oca, quinua entre otros. Complementada con la pesca y casa de fauna lacustre. Tuvieron una agricultura sin irrigación de lo cual lo más conocidos son los waru-waru, como los que se pueden apreciar en la zona de Paucarcolla, Hatuncolla y Nicasio, entre otros, en el entorno de lago; así como, supieron acondicionar los espacios para las Ccochas. Desde épocas tempranas, los kaluyo habrían emprendido la talla de la piedra, así lo podemos reconocer en la versión del investigador Palao, cuando dice “Durante esta fase realizaron el tallado de esculturas o monolitos que representaban figuras humanas con los brazos sobre el torax; el pez suche, batracios y serpientes acompañados de círculos o con cabeza en ambos extremos. Estos monolitos muestran tallados en sus cuatro costados o por lo menos en dos” (Palao 1995; 23). Pero la máxima expresión lítica, que denota la manifestación de un arte cosmogónico lo habrían representado en la construcción artificial de un promontorio que adopta la forma mítica del pez suche, que bien describe el investigador Palao “En el promontorio artificial de kaluyo se pueden distinguir diversas plataformas sucesivas, a manera de pirámide escalonada, teniendo en la parte superior una plaza o patio hundido,
delimitado por piedras talladas. En su interior, aun se encuentra una piedra muy deteriorada, pero otra, con la figura de un suche, que fue retirada hace varias décadas” (Palao 1995; 24). Con lo que estarían demostrando su identificación como pueblos lacustres y de provenir de una larga data. Para esto último, bastara tomar en cuenta la afirmación de Ravines: “En Puno las primeras manifestaciones de poblaciones que utilizan cerámica datan de 1500 años a.C. y se vinculan con el estilo Kaluyo con decoración pintada. Corresponden a pueblos Agrícolas-Sedentarios (Ravines___;148). En esta fase temprana de Kaluyo, puede entreverse que tanto los materiales líticos como los de la cerámica tipo kaluyo se encuentran en todo el espacio circunlacustre como en Taraco, Capachica, Sillustani, Ichu (tunuhuiri), Pomata, Yunguyo, Islas Taquile y Amantaní y también en el actual territorio de Bolivia, mostrando la gran extensión de esta fase cultural, que –John Rowe inclusive determino su dispersión hasta muy cerca del Cuzco. Durante el desarrollo de la cultura kaluyo se encontraban vigentes las culturas chavín (Ancash), Marca valle y Chanapata (Cuzco), y Chiripa en Bolivia. En este periodo se observan los primeros asentamientos humanos más organizados y con muestras de manifestaciones culturales avanzadas (Curo 1996; 25). En cuanto a la práctica de la cerámica en la fase kaluyo, podría decirse que se trata de una producción incipiente, rustica y acromática, que el investigador Palao define con mayores detalles: “Esta cerámica, por la presencia de mica gruesa, cuarzo y mucha arena es algo deleznable y al romperse muestra una superficie irregular. El acabado no es muy fino ni cuidadoso. Su decoración es variada, aunque la hay sin ella, siendo pintados con líneas o curvas de colores oscuros como marrón sobre un fondo claro. Fase medio: Cusi – Pata (800 - 300 a.C.). Esta es la fase donde se hacen más notorios los avances culturales tanto en la lítica, cerámica, agricultura, domesticación de auquénidos, entre otros. Tratándose de una fase Pre-Pukara (Mujica 1987), que presenta mayores riquezas y siendo tratada por el investigador Palao, es que nos remitimos a su trabajo sobre la descripción de esta fase: “A partir del año 800 a.c. la cerámica se muestra mas consistente, habiendo agregado feldespato y mica dorada laminada, tiene acabados mas finos y cuidadosos; su factura sigue siendo irregular. El diseño inciso es mas delgado y superficial delineando los motivos que han de pintar. Así en la decoración presenta varios estilos”, tales como cusipata pintado, cusipata inciso, cusipata engobe rojo y cusipata mica llano. Las lito-esculturas son realizados sobre bloques de caras planas a manera de lapidas, que por sus dimensiones y diseños también han sido denominadas estelas. En ellos se representan animales como: serpientes, batracios y peces; figuras curvilíneas, espiraladas y zigzagueantes, que dan la impresión de curso de agua y rayos; también acompañan figuras geométricas en dámero y escalonados. En ellos se puede admirar criterios estéticos muy elaborados basados en la simetría.
Las construcciones de plataformas escalonadas con patios hundidos fueron remodeladas y ampliadas durante esta fase, que habría durado hasta el año 200 a.C. En sus diversos centros aldeanos del área circunlacustre la cerámica presenta similitud, así como las litoesculturas. 1.6.5. PUKARA: PRIMERA GRAN CULTURA ALTIPLÁNICA No se conoce exactamente la denominación etnonímica del grupo que ocupo este espacio, donde se desarrollo la “Cultura Pukara”, concebida como una cultura puente entre Chavín y Tiwanaku. Son escasos los estudios existentes sobre ello, especialmente cuando se trata de alguna investigación específica. Es verdad, que en la literatura científica existe alguna información sobre el tema que nos ocupa; pero ello, resulta insuficiente cuando buscamos caracterizar esta cultura en su real dimensión. No será pecar de herejía, si comenzamos diciendo que la mayoria de estudios que existen sobre la cultura Pukara, la ubican entre un período relativo a su fase final (formativo tardío: entre los 200 y 300 años A.C.), cuando los antecedentes históricos de Pukara se remontan hasta el periodo formativo temprano1, donde la cultura Kaluyo (Fase inicial de Pukara), que es casi equivalente a Chavín (Lumbreras 1990; 174) a jugado un rol preponderante en la conformación de la Cultura Pukara, y lamentablemente Kaluyo no ha merecido el interés científico (Salvo excepciones) para que nos sirva de base y poder mejor fijar el horizonte cultural del altiplano. a)
Pukara ... el comienzo...! Fue en la sede poblacional ubicada al Nor Este del Lago Tikaka, entre Ayaviri y Azángaro; departamento de Puno, distrito de Pukara, Provincia de Lampa. En que se habrían asentado un gran contingente de pobladores, probablemente de habla Puquina, primeramente en el area de ocupación Kaluyo. Posteriormente, habría tenido lugar la influencia de otras etnias, que les habría permitido abarcar en diversos periodos, un radio de aproximadamente 50 kilómetros contados desde la sede principal de Pukara. Esto, sin tomar en cuenta, otros puntos más alejados que dominaron durante su expansión. La denominación toponímica de Pukara, deviene según el propio poblador originario de Pukara: Salvador Jara de la voz Quechua, que significa fortaleza o baluarte de defensa (Jara 1995; 3). Esto sería tomando solamente en cuenta la versión contemporánea, ya que no se conoce alguna fuente histórica que pueda darnos referencias sobre su significado contextual. Así también existiría otro significado, que devendría del elemento lítico usado en las construcciones de esta gran ciudadela pre-tiwanaquense, que estaría referido a la denominación PUKA RUMI, que igualmente sería un vocablo quechua, conformada por dos palabras: Puka...significa rojo y Rumi ... piedra (Curo 1996;18). Pero nosotros hemos 1
Todavía no existe acuerdo entre los especialistas con respecto al momento de inicio y tiempo de duración del periodo formativo, planteándose distintas consideraciones y sub-periodos. Por ejemplo, para el arqueólogo Federico Kauffman el formativo temprano tuvo su inicio en el 2000 A.C. y se extendió hasta el 300 D.C.; para el antropólogo Luis Lumbreras el formativo tendría su inicio hacia los 2000 A.C. hasta los 100 D.C., y otras posiciones que plantean el comienzo desde los 2500 A.C. hasta el 1000 D.C. (SondereguerPunta 1999; 153).
podido observar el uso de otra lengua en la denominación de sus elementos culturales; así por ejemplo: la Fase inicial de Pukara la denominan Kaluyo, que es un sustantivo compuesto que deviene de dos raíces (Puquina o Aymara) donde K’ala... significa piedra y uyo ...Cerco o canchón. En otro caso, a la principal construcción arquitectónica de Pukara la denominan K’alasaya y nuevamente descomponiendo en sus raíces tenemos... Kala ... significa piedra y Saya ... significa descanso, que equivale decir donde descansa la piedra. Téngase presente también que el principal templete arquitectónico de Tiwanaku se denomina Kalasasaya. b)
Pukara, la cultura madre...! Como hemos podido ver, la “cultura pukara” parte desde sus orígenes aldeanos emplazados cerca al lago Titicaca, donde sus pobladores valiéndose del pastoreo, pesca y caza, fueron poco a poco desarrollando las técnicas agrícolas, y principalmente las constructivas en base a la piedra labrada. Son prueba de ello, las estructuras arquitectónicas del orden civil, administrativo y religioso; así como toda la gama de estelas y monolitos en bulto donde plasmaron su arte y concepción cosmogónica. Todo esto, les habría permitido alcanzar un alto nivel de desarrollo, que en la época de su mayor esplendor y florecimiento cultural, les posibilito ejercer una enorme influencia, empezando desde los grupos asentados en el entorno del lago y llegando hasta Tiwanaku. c) Fase final: Pukara (300 a.C. – 500 d.C.) El sitio tipo-pukara (106 Km. de Puno), está ubicado en el espacio sub-secuente al de Kaluyo, presenta un complejo de cuatro estructuras arquitectónicas, de las cuales tres aun no han sido bien determinadas. El primer investigador que llego a esta zona y realizo interesantes hallazgos fue el doctor Luis E. Valcárcel (1929), quien a través de un informe arqueológico dio a conocer la existencia de varios elementos líticos como: la pilastra de la lluvia, el gato lacustre, un sapo, dos pumas y los monolitos del degollador y devorador. En 1939, A. Kidder-II realizo las primeras excavaciones sistemáticas en la sede principal de pukara hallando una estructura principal (plazoleta hundida) y restos de viviendas; estos últimos – algunos de ellos de planta circular – trabajadas con piedras sin labrar y unidas con barro (Kauffman 1983; 288). La plazoleta hundida está a dos metros de profundidad del suelo de la planicie. Esta enchapada por sus cuatro lados con bloques de piedras talladas y pulidas, esta particularidad acentúa su vinculación a las plazas hundidas presentes en chavín de huantar (Kauffman 1991; 188). El cronista Cieza de Leon escribió al respecto lo siguiente: “Lo que ví en este pukara es grandes edificios ruinados y desbaratados, y muchos bultos de piedra, figurados en ellos figuras humanas y otros cosas dignas de notar” (Cieza 1553; 1973; 230-231). d)
Pukara...vestigios arqueológicos Fue en pukara donde se realizó el más importante proceso formativo, revelando un notable desarrollo tanto en la arquitectura, escultura, lítica y la cerámica. En el contexto
científico, el sitio arqueológico de pukara, corresponde al formativo tardío, 300 años A.C. (Lumbreras 1990; 175) (Sondereguer – Punta 1999; 111); Kauffman Doig, por su parte, vincula pukará al período tiwanaku temprano (Carrasco 1989; 130). Pukara en su época, fue un inmenso centro urbano-ceremonial. El conjunto arqueológico de lo que fue su centro ceremonial y administrativo se extiende en un radio de 8 Km2, de los cuales, un espacio de 4 kmts. Está constituido por un núcleo de 4 complejos de templetes, recostados por sus lados norte y oeste al Peñón del Puma Mítico (Puka Urqu), y un área considerable de edificios aún no determinados. La estructura más importante y mejor conocida es la llamada “PIRÁMIDE KALASAYA”, que está conformada por un sistema de plataformas (terrazas) superpuestas y escalonadas, que van ascendiendo hasta conformar una pirámide trunca, en cuya plataforma superior se ubican tres plazas semi-hundidas de planta cuadrangular, de 16 x 16 metros, dispuestos de norte, oeste y sur, con un desnivel de 2.5 metros bajo la plataforma superior. En el entorno de la plaza central, se levantan las bases de nueve recintos que rematan en Semicírculo, que recuerdan a los templos Chavinoides en forma de U ( Kauffman 1983; 288), entendiéndose idealmente, que en las plazas semi-hundidas laterales, habrían otros recintos dispuestos de la misma manera. Cada una de ellos se ubica con el frente oriental abierto; en los muros laterales sin vanos aparecen, en cada recinto, piedras talladas a manera de altares, en forma de “T” (Cáceres 1989; 58). El recinto mas estudiado, consiste de una plaza semi-hundida, delimitado por lozas blancas cuadradas de forma rectangular; al medio de cada uno de los lados se encuentra una cámara subterránea adozada a los muros, donde se habrían ubicado ofrendas, ò para fines funerarios (Palao 1995; 38). Cerca de la esquina Nor-Este se tiene una cámara subterránea cubierta por una piedra de forma circular y horadada en el medio, allí se depositarían las ofrendas durante las ceremonias. El acceso principal, está ubicada en el lado oriental y cerca de la sur. Entre el templete central y el del norte, se tiene un patio enlajado de planta rectangular, que se comunica por galerías subterráneas con el central y con la plataforma inferior, por una galería en dirección hacia el este. Siendo posiblemente el ambiente de la jerarquía religiosa que oficiaría en las ceremonias. Su fachada (lado este) alcanza 300 metros de largo por 200 de ancho; desde la base hasta la plataforma superior tiene una elevación de 32 metros aproximadamente, y una profundidad de 150 metros. El acceso principal hacia la plataforma superior, tenía lugar por el lado este y algo al sur, que a través de una escalinata monumental de tres tramos que conduce a una portada de doble Jamba que se hallaba en la parte superior; Pero, ahora se halla bloqueada por los muros de una capilla que fue construida en el siglo XVII, sobre un sector de la misma estructura de la pirámide de kalasaya. Sobre ese mismo lado este, se halla otra escalinata secundaria que partiendo de una rampa se eleva cubriendo tres tramos que en forma quebrada se dirige hacia la derecha, llegando a la penúltima plataforma, para acceder a la terraza superior. La misma, que Fue descubierta y limpiada en 1978 por Elías
Mujica y otros arqueólogos miembros del proyecto Arqueológico del INC-CUZCO (Plan Copesco), que cumplió con un programa de varios años de investigaciones a partir de 1975. En este sector se ubican canales de drenaje y estructuras enteradas de la fase cusipata. Se han encontrado esculturas de piedras decoradas con pintura roja, ubicados en hornacinas y cistas funerarias de incalculable valor arqueológico. e)
Pukara... últimos acontecimientos Entre los 150 a 100 años a.C., la cultura Pukara habría sufrido una interrupción en su trayectoria, cuyas razones aun no han sido establecidas. Solamente se ha venido arguyendo proyecciones presuntivas, en el sentido que se habría generado un “lapsus Tempus”, y que muchas naciones habrían recuperado su identidad regional, debido a que Pukara habría tenido incidencia en otros centros ceremoniales y porque muchos de estos habrían igualado y/o superado su conocimiento, a tal punto que son capaces de controlar su medio; pues, ya conocían la tecnología hidráulica para la racionalización del uso de agua, se habían desarrollado el registro y programación de los ciclos económicos derivados del clima, era ascendente la capacidad de regular y adoptar cultígenos de distinta procedencia y a cualquier hábitat. O quizás, por efecto de la geografía hubo malas cosechas y enfermedades quedando así quebrado el prestigio del centro ceremonial Pukara. Complementariamente pudo haberse dado guerras o invasiones de centros menos desarrollados que alteraron la cultura de estos pueblos. Además, Pukara comienza a perder su poder, porque al sur, Tiwanaku empieza a expandirse entre los siglos I a.C. y II d.C. (Yupanqui 1988; 12). El investigador Juan Palao considera que “esta interrupción se habría debido a conflictos dentro de la organización del estado, siendo Tiwanaku quien logro la preeminencia e inicio el control del territorio desde el sur del lago” (Palao 1995; 33). 1.6.6. LA CULTURA TIWANAKU La enigmática Metrópoli-Santuario de tiwanaku, o foco principal del altiplano, está situada en Bolivia, se encuentra a 21 km. Al sur-este del lago Titicaca, a 42 km. Desde el Desaguadero y a 80 Km. Al oeste de la Paz. El complejo arqueológico, y el actual poblado, se encuentra enclavada al centro de un valle de 11 km de ancho, flanqueada por dos serranías paralelas que son el Kimsachata al sud, y Achuta al norte (Escalante 1993; 95). Su altura con relación al nivel del mar es de 3885 metros, y posee un clima frígido (10° C promedio anual) y algo ventoso, característico de esa región del altiplano. Se trata de un paraje ondulado, mayormente de tierra rojiza, apenas si existe vegetación. Este árido paraje no es el más adecuado para el florecimiento de grandes culturas del pasado, pero todo hace suponer que no siempre fue así, ni que la cordillera tuvo siempre la altura de ahora. Y ahí puede radicar parte del enigma de Tiwanaku, que debió surgir en tiempos en que la climatología fuese más benigna. Los ciclópeos restos arqueológicos que pueblan el paraje, por supuesto, nada dicen. Son los arqueólogos los que interpretan los signos de acuerdo con lo que pretenden ver allí. Sabemos que Tiwanaku fue mucho más de lo que
queda ahora, y no podemos tener idea de todo lo que fue destruido en sus diferentes épocas; que incluyen los hechos desastrosos de ahora, que inconscientemente se han depredado los restos arqueológicos con las que fue construido el templo cristiano y el actual poblado de Tiwanaku. a)
Tiwanaku... Antecedentes Un primer hecho está relacionado con el desconocimiento de la verdadera denominación que habría identificado a esta cultura. El nombre actual de TIAHUANACO, curiosamente deviene de un hecho anecdótico y circunstancial que encontramos descrito por el cronista Garcilazo de la Vega, en sus “comentarios reales“dice: “cuando el Inca Mayta Capak visitó aquella región, le enviaron un chasqui, del cual admirando el inca del viaje tan rápido que hizo y comparándolo con el veloz huanaco, lo halagó diciéndole “Tiay huanacu””. Esto, sin duda alguna, no se refiere en ningún caso al nombre del poblado en el cual se encontraba el inca. Ya que en la crónica “historia del nuevo mundo” de Bernabé Cobo encontramos una referencia respecto al nombre que llevaba: “El nombre que tuvo este pueblo antes que fuese señoreado por los incas, era Taypi Kala, tomado de la lengua aymara que es materna de sus naturales y quiere decir: la piedra del medio”. Pero por alguna razón que se desconoce, el más acucioso cronista como Cieza de Leon si se refiere al poblado, cuando consigna la siguiente descripción: “Tiaguanaco no es pueblo muy grande, pero es mentado por los grandes edificios que tiene, que cierto son cosa notable y para ver...!” (Cieza 1553] 1973; 234 Cap. CV), Mas adelante continua el mismo y dice: “Yo pregunte a los naturales si estos edificios se habían hecho en tiempo de los incas y rieron se dé esta pregunta, afirmando que antes de ellos reinasen estaban hechos, más que ellos no podían decir ni afirmar quien los hizo, mas de que oyeron a sus pasados que en una noche amaneció hecho lo que allí se veía”. sea cual fuere la situación, la denominación Tiahuanaco no nos da ninguna referencia de la nación o pueblo a que representan y los que habrían construido la tan semejante obra ciclópea, y con toda razón el arquitecto boliviano Javier Escalante afirma lo siguiente “en cuanto al nombre con el que es conocido, lamentablemente lleva “prestado” del quechua. Sobre este aspecto se ha dicho mucho y son diversos los autores que han intentado entender su significado” (Escalante 1993; 96). Como se ve, no solo es cuestión de nombre, es un hecho que comienza por la denominación, pero que esencialmente incide en la representación etno-histórica de Tiwanaku. Un hecho subsecuente al anterior, es que Tiahuanaco en sí mismo no representa a ningún grupo en particular, más que a uno de los pueblos de la gran nación Qolla, como del siguiente texto del cronista Cieza de Leon se puede inferir: “Chucuito es la más principal y entera población que hay en la mayor parte de este reino, el cual ha sido y es cabeza de los indios (...); y es cierto que antiguamente los incas también tuvieron por importante cosa a este Chucuito, y es de lo más antiguo de todo lo que se ha escrito” (Cieza; 233), y líneas arriba Cieza describió a Tiahuanaco como un pueblo que no es grande.
b)
Tiwanaku... ¿Un desfase? En esta parte llegamos a una situación controversial en el que la cultura Tiwanaku, no tendría un comienzo establecido, una base inicial de formación. Es decir, que adolecería de una gran separación en el tiempo respecto a sus diferentes etapas. Hombres de ciencia anotan este hecho, como Bandelier que dice: “Encontré en Tiahuanaco, muchos restos de templos y palacios, pero no halle una sola huella de viviendas particulares” (Bandelier 1905; 81). Hasta el presente se desconoce las evidencias arqueológicas que conformarían los restos de la ocupación aldeana en Tiwanaku. Paradójicamente, entre los objetos presentados como correspondientes a esta época, se ubican piezas de cerámica donde se distingue características desarrolladas (comparativamente con las que representarían a la época temprana) como las que describe la arquitecta boliviana Teresa Gisbert: “ Hacia los años 1500 a.C. aparece en Tiahuanaco un asentamiento que Ponce denomina Tiahuanaco I, cuya cerámica tiene dos tipos : una pulida ó espatulada y otra con motivos zoomorfos pintados e incisos los cuales recuerdan a Paracas –Cavernas. Esta última es contemporánea a la cerámica kaluyu en el norte del Titikaka” (Gisbert 1987; 132). El investigador Hugo Boero ratifica lo anteriormente dicho con lo que a continuación dice: “Curiosamente, entre los objetos correspondientes al llamado “Estadio Aldeano” que fueron exhumados se advierte piezas de cerámica que ostentan características maduras: uso de anti plásticos en el barro; pintura roja sobre fondo amarillo y también vasijas policromas que poseen engobe o barniz. Junto a la hermosa alfarería se encuentran objetos trabajados en oro, plata y cobre (...) las dataciones de Tiwanaku, logradas por medio del radio isótopo C 14, no mantienen secuencia lógica. Muestras de la época III y IV, aparecen como más antiguas que las de la época I. Por ejemplo, la muestra FRB-2 (época IV) marca 248-103 d.C. siendo por tanto más antigua que la FRB-38 que marca 297-61 d.C., consignada en la época I. Teóricamente las épocas I y IV, están separadas por más de 1,000 años.(...)De pronto nos hallamos enfrentados a una aldea en la que se domina el arte de los metales y la técnica alfarera” (Boero 1991; 173, 218 ). Esta situación es grave para la historia de la arqueología en Bolivia, dado que de los elementos observados, no podemos advertir alguna posibilidad que justifique la “Época Aldeana “en Tiwanaku (salvo que tengamos opinión adelantada por hechos que no conocemos muy bien). En este contexto, encontramos sorprendente la posición que asume el Dr. Carlos Ponce Sanjinés. c)
Tiwanaku... ¿Orígenes sub – acuáticos?
Esta no es una posibilidad sin fundamento. Pues, al no existir en Tiwanaku los restos de los numerosos pueblos constructores de la metrópoli bien pudieron existir y ser parte de la ciudadela sumergida, conocida ancestralmente como “Wiñaymaka”. Todos los pueblos lacustres dentro de sus tradiciones, han venido señalando al lago como fuente de sus orígenes, tal vez no se refieran a un mito, si no hechos que hayan acontecido muchísimo tiempo atrás, de lo cual ya han perdido la memoria. Hasta no hace
mucho, era difícil aceptar las versiones del diluvio, hoy sabemos que ellos fueron posibles gracias a los cambios climatológicos que sufrió nuestro planeta y de lo cual una parte le toca a nuestro altiplano. Varios restos arqueológicos observados en diferentes zonas del lago, constituyen la base probatoria de lo que venimos exponiendo en esta parte. Así, se conocen en la región China taraco, en los márgenes del lago en aguas Bolivianas, restos arqueológicos, semejantes a los de Tiwanaku y a 6 km de de estos al Nor-este, en aguas peruanas en el golfo de Guilli Marka que se encuentra entre Guaqui y Desaguadero, se notan ruinas de grandes dimensiones y 16 km de estas al sur este se hallan en las márgenes del lago en Yunguyo un muro de más de un metro y medio de ancho, cuya longitud se extiende de sur a norte se pierde en el fondo de la aguas, así mismo, a una distancia de 28 km al Nor- este se notan otros restos arqueológicos en las márgenes de Taraco, en aguas peruanas, así como fuera del lago y bajo algunos metros de profundidad de tierra (Cano 1941; 8), esperando los respectivos estudios. d)
Tiwanaku... Síntesis
No existe consenso sobre si el nombre Tiwanaku es de origen Aymara, Pukina o Quechua, u otra lengua altiplánica. Existen diversas denominaciones2 que inclusive sugieren una representación macro étnica, como la Qulla, sin embargo, hoy es aceptado hasta tres formas para nombrar a esta 2
El topónimo Tiwanaku tiene diversas interpretaciones y significados, aquí se ha tratado de recopilar y resumir la larga lista existente: AUTOR DENOMINACIÓN SIGNIFICADO Bravo, C. Inti Huahuan Jake Hombres hijos del Sol Cobo, B. Taypikala Piedra de en medio. Lizárraga, B. Taypikala Piedra de en medio Cuneo, V. Tia Huañuc Muertos sentados Diaz R. Titi Huahuanacu Los hijos del jaguar Durand, J. Tiy Huana co Viviendas subterráneas Escobari, I. Thia Huaña Jake Hombre de la costa seca Falb, R. Tia Ahua Yacu ana Agua, Agua. Garcilazo de la Vega Tiay Huanaco Siéntate Huanaco Gutiérrez, R. Thia Guanaco Borde o costa de secada. Lopez, V. F. Tia Huañuc Luz moribunda Oliva, C.P. Chucara Casa del sol Paredes, M.R, Hina Marka Que se engulló o llevó el pueblo Posnansky Wiñay Marka Ciudad Eterna Sala, B.F. Aymara apu Capitana aymara Sanginés Huayna Marka Ciudad Nueva Taborga, M. Tiaihunabku país sobre el agua de dios Diez de Medina, F. Tiwana La piedra parada o plantada Tiwananaka Las piedra paradas Tiwana-akan Aquí la piedra parada Tiwana-naka-akan Aquí las piedra paradas Villamil, E. Tihuan aca Esto es de Dios Fuente: el mundo arqueológico del coronel Federico Diez de Medina, Roy querejasu Lewis 1983. Los amigos del Libro pag. 51 – 52. Bolivia
urbe: Tiahuanaco, Tihuanaco y Tiwanaku, siendo este último la más cercana a la fonética aymara (Boero 1991: 161). En cuanto a su antigüedad, igualmente, no hay un consenso; así, el cronista Cabello Balboa dice que existió 900 años antes de Cristo, Blas Valera y Polo de Ondegado, de 3000 a 4000 años antes de los Inkas. Entre los estudiosos contemporáneos está Max Uhle, quien dan una antigüedad de 2000 años antes de Cristo. Artur Posnansky, le asigna una antigüedad de 15000 años a.C.; el Dr. Carlos Ponce Sanginés (1969 – 70) asigna una datación entre los 1500 antes de Cristo. Otros estudiosos la remontan hasta los 100 a.C. o los 200 años a.C., representándola como la culminación del desarrollo de una aldea de agricultores emparentados con la cultura Pukara. Para referirnos al desarrollo cultural de Tiwanaku debemos indicar que la formulación mejor aceptada para ello es la del arqueólo Boliviano Ponce, quien la divide en tre estadios de desarrollo: El aldeano (1580 a.C. – 133 d.C.), el Urbano (133 d.C. – 724 d.C) y el Imperial (724 d.C. 1172 d.C), que representan una secuencia determinada por las características urbanas y arquitecturales. Sin embargo, existen también cinco épocas que han sido determinadas por al tipología de la cerámica (excavaciones estratigráficas). Así, los tres estadios se sub dividen a su vez en las cinco épocas: La primera y segunda corresponden al estadio ALDEANO, la tercera y cuarta al URBANO o CLÁSICO, y la quinta época al Imperal o expansivo. 1.7. CULTURA ANDINA. Cuando cualquier persona quiere informarse sobre las Culturas que antecedieron a los Incas; normalmente se encuentra con una deficiente base de datos, por lo que; primeramente, tendrá que informarse sobre lo que es la cultura andina, y al disponerse abordar el asunto, seguramente que tropezará con varias dificultades, empezando desde el mismo concepto, que puede ser comprendido a nivel específico, como el caso de alguna de las culturas ubicadas en el altiplano, como a un nivel de conceptos macro étnicos que comprenderían el conjunto de las culturas asentadas en la Cordillera de los Andes, hasta la misma visualización concreta de la distribución cultural en los Andes. Remitirnos al origen de la cultura andina en su conjunto, significaría alejarnos de nuestro espacio de interés; por lo que, dejando la posta a los que ya lo han hecho, nosotros en la medida de las posibilidades existentes, trataremos de abarcar la génesis cultural del espacio netamente altiplánico, donde innegablemente hay una larga búsqueda por comprender nuestra cultura, y tenemos que agradecer el hecho de vivir en un espacio donde confluyeron varias culturas, cuyas huellas persisten en el nombre de tantas provincias actuales: , , , , <Usicayos>, , , entre otros. La coexistencia entre ellas no era pacífica, también tenían sus conflictos, pero, fueron capaces de ir forjando su propia En el vocabulario de Ludovico Bertonio se encuentra Thia que significa lugar o parte muy lejano, y guanaco que significa seco. El mismo frayle dice que Tiy significa caverna, Huaña significa seco y Ko es un signo de participio; de ahí que sería: “El sitio de viviendas o cuevas sub terráneas desecadas”.
historia, sociedad y estilo civilizatorio. Es necesario precisar que a partir de la fusión de elementos culturales procedentes del territorio altiplánico Peruano-Boliviano, en la zona de Wari se origina el primer Gran imperio Andino (Crónica de América 1991: 75, Tomo I ), donde la imposición de la deidad lumínica de la puerta del Sol de Tiwanaku es acompañada por la antigua iconografía de Chavín. Este proceso, sin embargo, junto a la invasión foránea vendría a constituir la fase final de la primigenia dinastía ,, porque siglos después los Inkas tomando las sugerencias de su antecesor Tiwanaku-Wari, comenzaron a conformar con las naciones presentes en la región andina 3 un estado confederado conocido como el Tawantinsuyu; lo que pasó a constituir el segundo y mayor imperio andino, que abarcaba desde Quito Ecuador, hasta el Tucumán de la Argentina, pero después con la invasión europea en el continente americano, a partir del siglo XVI, se fracturó en forma drástica la continuidad cultural, política, ideológica e histórica que durante más de cuarenta milenios de evolución autónoma ha transitado el nativo americano (Sondereguer – Punta 1999). 1.7.1. ÉPOCA DEL DESARROLLO REGIONAL EN EL ALTIPLANO a) Culturas Lacustres (1100-1450 d.C.) Durante el período intermedio tardío es entrar a una temática muy controvertida desde el punto de vista etnohistórico. Basta señalar, que la mayor parte de las fuentes históricas del siglo XVI reconocen a los distintos grupos étnicos del altiplano como “Reynos o Señoríos” Aymara. Consecuentemente, esto mismo, deviene en error en la tratativa que se han realizado en los diversos trabajos, actualmente conocidos (es muy larga la lista y no es nuestra intención exponerlas al debate). Porque en principio, no está registrado por ningún cronista la etnia Aymara propiamente dicha. Lo que si está establecido es el empleo del glotónimo “Aymara”: (Aymara deriva de… Aya… que significa… lejos, distante, y de Mara… que significa estrella, año, tiempo; que equivale decir: los de tiempo inmemorial) para designar la lengua prevaleciente del conjunto de etnias conformantes de la nación Qolla. Este error se inicia después de que se realizaron los concilios de 1552, apareciendo por primera vez en los escritos de Polo de Ondegardo en 1559, seguido por Vallesteros en las “Ordenanzas del Perú” en el año de 1575 y posteriormente en varias obras de gramática y doctrina cristiana. Este hecho con el tiempo, ha consagrado el uso impropio de tal denominación para reconocer etnia y lengua, resultando insólito y contraproducente para la historia de las naciones originarias del altiplano. Ejemplos de éstas, podemos considerar
3
Las nacionalidades andinas presentes durante la consolidación Tawantinsuyana, empezando desde los Andes septentrionales (Ecuador Colombia) se tiene a los Chipchas y Karas (culturas circundantes), los quichuas ecuatorianos, los quechuas de los andes centrales, los Chachapoyas, Huancas, Chankas, Chimus, Chinchas, Antis, Pukaras, Pukinas, Aymaras, Chipchas. En los Andes Meridionales estan los Atacamas, Calchaquíes, Omahuacas, Diaguitas, Huarpas, Mapuches y, a través de los Araucanos, la cultura peruana irradia hasta la pampa Argentina y la tierra del fuego .
algunas: “según el cronista Ramos Gavilán, Khapac Yupanqui, hizo trasladar a Juli y a los contornos del lago a un gran número de indios Aymara. Esta colonia entró en contacto con los primitivos pobladores de ésta región, mezclaron sus lenguas y formaron la de los Lupaka, con lo cual consiguieron entenderse con sus vecino los Pakaje, Kolla, etc.” (Ramos 1976). El Lingüista Guardia Mayorga participa de la misma opinión, aclarando que los “Ayamaraes mezclaron sus lenguas y formaron la de los Lupaka con la cual consiguieron entenderse con los vecinos, los Lupaka, los Chakra, y Kananga” (Mayorga 1980). El Jesuita Ludovico Bertonio en el prólogo de su obra de Gramática de 1603 dice: “Hay muchas naciones de indios Aymaraes como son los Kanchis, Khanas, Kollas, Kollahuas, Lupakas, Pakajes, Karankas, Charkas y otros, los cuales así como son diferentes en nombres, así lo son también en las lenguas” (Bertonio 1612}1984: XLIII). El boliviano Federico Diez de Medina dice: “se prueba que los kolla aymara fueron quienes –antes y después de los Cataclismos ocurridos durante los tiempos glacialesSeñorearon en la extensa meseta del ande y que hablaban el idioma de sus abuelos, el Aymara” (Querejasu 1983:51). El sacerdote Domingo Llanque dice: “el pueblo kolla, conocido hoy con el nombre de Aymara, vive en la cuenca del Titicaca entre el Perú y Bolivia” (Llanque 1990:19). Lo Aymara en términos actuales es entendido como etnia y lengua, y no es intención nuestra negarla, sino encontrar un sentido histórico que justifique su razón de Ser y no tenga un carácter excluyente. Ya es hora de romper con los esquemas Segregacionistas y de asumir nuestra identidad Kolla, y si ello significa reafirmarse como Aymaras, que la misma historia juzgue esta realidad.. Hecho las debidas aclaraciones, resulta razonable asumir la existencia de un proceso gradativo de aymarización en la zona lupaka (Bouysse), que a la postre resultó constituir un núcleo aymarófono, cubriendo sistemáticamente un substrato de la lengua pukina, hasta producir el fraccionamiento de la nación kolla. Consecuentemente, es propio afirmar que la lengua casi generalizada de la nación kolla era el pukina, y no el aymara que tiene una presencia posterior. Además téngase presente que el mismo cronista Huamán Poma denomina a los pobladores de esta zona Pukina-Kollas. Situación ésta que, impone reformular y/o profundizar los estudios al respecto para establecer definitivamente la situación real. El espacio altiplánico, con el lago Titicaca en su centro (Taypi), estaba cruzada por una división social basada en la tetrapartición, que permitía establecer cuatro suyos: dos suyos mayores que establecían la distribución espacial a nivel macro regional, y dos suyos menores para la distribución micro regional: el URQUSUYO (aymara) o HANANSAYA (quechua) señalaban dentro de ésta división la parcialidad de arriba; UMASUYO (aymara) y el URINSAYA (quechua) señala la parcialidad de abajo, conformaciones éstas donde los diferentes reynos y señoríos se hallaban asentados desde tiempo pretéritos, integrados por
una misma tradición cultural, organización social, económica y política; según BoysseCassagne(1973), estaban establecidos en la siguiente forma: URQUSUYO
UMASUYO
- Canchis - Canchis - Canas - Canas - Kollas (Kullas) - Kollas - Lupakas - Pakaxe - Pakaxe - Soras - Carangas - Charcas - Quillacas - Chuis - Caracaras - Chichas Todos estos pueblos se distinguían longitudinalmente a ambos lados del eje acuático, río Azángaro-Titicaca; río Desaguadero-lago Poopó; lago Coipasa. Algunos de los pueblos como se puede observar, gozan de la dualidad del espacio: son Urco y Uma, otros corresponden solo a uno de los sectores. Los de Urcusuyo (lado agreste, montañoso), simbolizado como lo masculino, habitaban en la parte serrana del altiplano soportando todos los rigores del frío y la sequedad constante (apropiada para los camélidos), y mientras los de Umasuyo (mas allá de la cordillera real donde los valles son verdes y húmedos) el lado fértil, acuoso simbolizado con lo femenino, por habitar en la parte oriental de las riveras de las aguas del Titicaca y los llanos amazónicos de mejor productividad agrícola, disputaban de una variedad de ambientes o nichos ecológicos. Teresa Gisbert (Ibidem 148), también tiene sus puntos de vista: “aparentemente los Urcusuyos son los aymaras conquistadores y los Umasuyos muy ligados a los pukina, los antiguos pueblos conquistados con fuerte mezcla de Uros. La misma autora menciona al cronista Lizárraga que dice: “los llamados pukinas, que viven en la mayor parte del camino de Umasuyo, que es la otra parte de la laguna (…) desde el pueblo de Ayaviri, que dijimos ser el primero del Collao, tomando sobre la mano izquierda, comienza el camino y sigue la provincia llamada Umasuyo, que corre por la otra parte de la laguna de Chucuito; esta provincia está muy poblada y por la mayor parte son pukinas” (Lizarraga 1969). Continúa Gisbert afirmando: “cada uno de los pueblos altiplánicos situados a uno y a otro lado de la cuenca interior lacustre controlaban, según el esquema de Murra, tierras a ambos lados de la alta puna, situadas en las tierras bajas de la costa y en los valles mesotermos”. Así al decir de Bertonio (Ibidem 1984), sus valles los llevaban a la Maqha Yunka (Yungas de abajo o de adentro) hacia las vertientes amazónicas. Allí tenían asentamientos con cocales en lugares como “Chicanoma” (Khoripata) y Capinota (Capiñota?). Por el otro lado avanzan también hasta los Alaxyunka (de arriba) hacia las vertientes del pacífico en los actuales departamentos de Tacna y Moquegua. Complementa al conocimiento de esta situación la descripción de Gisbert: “este esquema cuatripartito sobre un eje acuático longitudinal que divide dos a dos tierras altas y tierras bajas respectivamente, es insertado,
después de la conquista incaica, en un eje cuatripartito entorno a un punto central, y así Uma y Urku forma el Kollasuyo, mientras que los dos sectores bajos Alax y Manqha forman parte, respectivamente del Contisuyo y el Antisuyo. Es así como el espacio aymara queda disgregado políticamente después de la invasión Cusqueña, aunque económicamente los sectores Alax y Manqha siguieron dependiendo de los centros Urco y Uma de la Puna. A su vez, cada señorío se dividía en Hanansaya y Urinsaya. Esta distribución espacial presentada de los reinos o señoríos lacustres; todavía es observado por Gisbert: “nosotros pensamos que en este esquema se debe considerar –como dos casos un tanto separados- a los pueblos del sur divididos por la cuenca lacustre en dos: al oeste de los Carangas y al este la confederación de los Charcas, formado por cuatro pueblos: Charcas, Caracaras, Chuis y Chichas. Entre ambos y muy ligados a los aymaras, están los Quillacas y también los Soras, estos últimos fuertemente relacionados con los incas. Al norte está el reyno Callahuaya; al oeste, a la entrada de los antis, están los Quinuas y mas al sur los Yamparaes; al sur-oeste, está la cordillera occidental, están los Lipez son un tanto periféricos con respecto a los dos grandes núcelos de aymaras y Charcas. Por otra parte, sin tomar la cuestión espacial, tenemos el criterio de Waldemar Espinoza Soriano, quien considera que: “a veces cada grupo llegó a constituirse en un solo reyno, pero en otras cada grupo dio lugar a la formación de varios reynos autóctonos” (Espinoza 1972:148). En este sentido los kollas y aymaras fueron dos grupos étnicos diferentes, pero con la misma lengua; y de acuerdo a las relaciones de los curacas de charcas (1582), de Miranda (1583) y de Capoche (1585) se puede conocer dice el autor “cuáles fueron los reynos kollas y cuáles los aymaras”. Para comprender mejor a ese criterio Espinoza elabora un cuadro de estos grupos de la siguiente manera: REYNOS KOLLAS
REYNOS AYMARAS
- Hatunkolla - Cana
- Pakaxe - Lupaka
- Canchi
- Llakxa
- Kolla
- Karakara
- Chumpipila
- Killaka
- Cabana
- Karanka
- Caruma
- Lipiz
- Tarata
- Karawuku
Sin embargo, pese a la información expuesta, es necesario ampliar el contexto etnonímico a través de otras fuentes, en el entendido que cada una tiene sus propios criterios para validar unas u otras, sin la exigencia de nominarlas todas. Así traemos a
colación el planteamiento de John Rowe, quien señala en un mapa para el altiplano peruano-boliviano los siguientes grupos: “Canas, Canchis, Kollaguas, Kollas, Kollahuayas, Ubinas, Carumas, Lupakas, Omasuyos, Taratas, Pakaxes, Uros, Karangas, Charcas, Kochapampas, Yamparas, Kullaguas, Lipiz y Chichas”. Considerando su ubicación geográfica estos grupos vendrían a ser: NORTE: “Cuyo Cuyos, Mussu, Karahuayas, Karanayas, Allen Cápac, Azaromas, Usicayos, Ayahuiris, Zangarus, Aswankharis, Kampac, Wankanis, ChakraUmas, Tarakos, Llallaguas, Quishwas, Tiquillacas, Mañazos”. SUR: “Yanaques, Asanaques, Cochapampas, Llacuaces, Milanes, Yunkas, Yunguyos, Antis, Zipitas, Chullis, Jilahuis, Pasiris, Ayankas, Tanapakas, Callangas, etc”. En realidad son muchos grupos, que por el hecho de no ser validados por los estudios competentes, merecen poca atención (por no decir ninguna), cuando de hecho en ellos podrían estar las pautas para resolver los famosos “misterios etnohistóricos”. Téngase presente, que la concepción dual del espacio, estaban concebidos en base a las características fisiográficas del escenario andino, lo cual estaba orientado hacia una división ecológica puna-valle, a lo largo del eje: nor-oeste y sur-este. Precisamente allí donde no se ha puesto las miradas, allí puede estar esperando las respuestas. Según el Antropólogo Lumbreras los cronistas que se interesaron sobre el Perú hablan de muchos grupos que existían antes de la invasión hispana, pero se ocupan principalmente de dos: Los Kolla y los Lupaka, y adicionalmente de una tercera, los Pakaxes (Lumbreras 1974:163). Así, Cieza de León habla de los Kolla, Khana, Canchi y Karanka. Para John V. Murra existen dos reynos aymaras que son los Lupaka y los Pakaxe, los demás serían pequeños señoríos tal vez dependientes de aquellos (Murra 1975). Los Omasuyos que al decir de Lumbreras podían constituir otro reyno, este formaba hasta donde se sabe, una de las partes mayores del espacio Pakaxe. Sus habitantes de esta parcialidad además del aymara hablaban pukina, y en karawuko y Janku Layme se advertía la comunicación en tres lenguas: aymara, Queshwa, y pukina (Torero 1970; BoyssCassagne 1976). Sin embargo, Ibarra Grasso (1978) habla de un reyno kolla en general sin elevar a los otros grupos existentes a esa categoría. Para el arqueólogo Ponce Sangines: “la adjudicación de rótulo de reynos a los señoríos aymaras es la figura que se muestra inexacta por que no habrían tenidos monarquías en lo político” (Sangines 1980:40). b)
El reino Qolla
No existe acuerdo para establecer el surgimiento y periodo de vigencia del reyno kolla. Según el antropólogo Lumbreras fija entre 1000 a 1500 D.C.; Alden Mason de 1000 a 1300 D.c.; Elías Mujica y Charles Stanish de 1100 a 1450 D.C.; Oscar Ayca señala el
surgimiento kolla en la primera mitad del siglo XIII. Todos los mencionados, formulan sus dataciones en relación a la posterior caída de Tiwanaku. En cuanto al establecimiento espacial del reyno kolla, los cronistas de la colonia manejan igualmente diversas apreciaciones. Para Morrua, el área que controlaban se habría extendido desde la raya de Vilcanota hasta Chile; de acuerdo a Gamboa, este comenzaría en Cusco e iría hasta el espacio Chicha, abarcando Arequipa y Atacama, sobre la costa del pacífico, así como los Mojos en la amazonía; según Cieza de León, comienza desde Ayaviri llegando hasta Karaqullo (cerca de Oruro), cuyos límites al oriente era las montañas de los Antis, al occidente las cabeceras de las nevadas y las vertientes de ellas, que van a parar al mar del sur. Cuneo Vidal seguramente apoyándose en Cieza, escribe diciendo que la parcialidad del Kollasuyo de los Incas comprendió el Kollao propiamente dicho, de Ayaviri al sur, los territorios situados a orillas del lago Titicaca y aquella sección del departamento de La Paz que fenece entre Panduro y Caracollo y hacia el occidente los territorios de Arequipa, Moquegua, Tacna, Arica y Tarapacá hasta el margen septentrional del río Loa (cit. Por Feyles 1965:24) de acuerdo a las referencias enunciadas por los respectivos autores, el reyno kolla antiguamente había estado gobernado por un Rey llamado JAVILLA, quien fue señor, desde Vilcanota hasta Chile, lo cual quiere decir que estaban sujetas a su gobierno varios señoríos; así mismo, existen las referencia de los señores TOCAYCAPAC y PINAUCAPAC que habrían gobernado desde el Vilcanota hasta los Angaraes, y tuvieron por capitán a un señor llamado Choquechuma (Boysse 1980 Nota 1:239). c)
El señorío Pacaxe La configuración Etnohistórica que se puede delinear preliminarmente en esta oportunidad, la presentamos tomando en cuenta las escasas referencias bibliográficas, adecuandolas a este trabajo. Para los tiempos post Tiahuanaco se hablaba de un señorio cuya capital la ubican en la localidad de Caquiaviri (Paredes 1931: 33). En las diversas prospecciones arqueologicas que se han realizado para su respectivo estudio, abarcan los límites de la actual provincia Pacajes. Sus límites que datan de creación política (29-3-1859), consigna la provincia Ingavi. En este territorio existen sitios de industria lítica quiza conectada con grupos de cazadores, como el Callapa, cerca al río Desaguadero (Portugal 1975:114-119). El medio geográgico de la provincia Pacajes, se enmarca dentro del Altiplano, con su clima frío y caracteristicas concomitantes; se halla al sur–oeste del departamento de la Paz, entre los 60° 33’ 68’’ aproximadamente de longitud Oeste de Greenwisch y a los 17° 18’ de latitud sur del Ecuador. La provincia cuenta con dos ríos importantes que son el Mauri que originandose en la parte peruana, atraviesa la zona con dirección oeste-este para empalmar con el río Desaguadero cerca al pueblo de Calacoto. El señorio Pacaje se encontraba situado al sur del espacio Kolla, cuyos límites se representaba hasta 1583, según Mercado Peñaloza, de la siguiente manera: al este se limitaba con la provincia de Caraqollo y khirwa, al oeste con la provincia de los Lupaka de Chucuito, al norte con la ciudad de la Paz y los Yungas, y al
sur con la costa de Arica y Tacna (Ibidem 334). De esta manera, el señorio de Pacaje hasta a fines del siglo XVI todavía conservaba su espacio. Etimológicamente, según algunos autores la Etnonimia Pacaxes deriva de Paka… que significa aguila y Jaq’e… que significa hombre. La raíz Ajja significaria de la región de las aguilas, componiendo estos sustantivos, equivaldria decir: “Hombres Aguila”. Estos hombres prescisamente estan representados simbólicamente en el frizo de la portada del Sol en Tiwanaku. La relación de Mercado señala cinco repartimientos Urcosuyo para los Pacaxes: Callapa, Caquingora, Caquiaviri, Machaca y Tiahuanaco, y dos repartimientos Umasuyo: Guaqui y Viacha. Todos ellos nacen de agrupar en pueblos mayores, las aldeas antiguas; alguno de estos se señala como fundación incaica y uno como fundación española o pueblo nuevo. Según Capoche, el señorio Pacaxe estaba constituido por varios Ayllus (Markas), las cuales estaban agrupadas de la siguiente manera: URQUSUYO UMASUYO - Qaracullo - Sikasika - Qallapa - Tiwanaku - Qaqayawiri - Waqui - Qaqinkura - Machaca la chica
- Jayu Jayu - Qalamarka - Wiacha - Llaxa - Warina - Pukarani - Jachakachi - San Pedro y Santiago (Chukiyawu)
- Machaca la grande *(Capoche 1585 - 1959: 135). d) El Señorío Lupaka (1 100 – 1 450 d.c.) El conocimiento que se tiene sobre la existencia del señorio Lupaka, es relativo a las crónicas del siglo XVI; por tanto resulta dificil establecer sus origenes y trayectoria sin que se tenga que recurrir a las fuentes mencionadas. Así, documnetos historicos del tiempo de la invasión española revelan que la provincia de Chucuito hacia el siglo XVI, conformaba el señorio Lupaka, un pueblo que al decir de Ludovico Bertonio hablaban el Pacasa, tipificada por el mismo como la lengua de primer orden en las lenguas aymaraicas (Ibidem XLIII). En cuanto a las caracteristicas típicas de los Lupakas, encontramos lo descrito por el cronísta Polo de Ondegargo quién en términos despectivos dice que: “Los Lupakas (Lupijakes) o los hombres del sol, eran aguerridos, rebeldes, crueles, bebian la sangre de sus víctimas, arrancaban su corazón para mascarlo y les diera más bravura. Son unos tipos supersticiosos, con un caudal de hechicerias maléficas; adoradores del sol, de la luna y de las estrellas. No son tristes son alegres, con una alegría brutal, salvaje. Su lenguaje es fuerte como el golpe del martillo en el yunque o como la cascada que se precipita” (Ondegardo en: Documentos sobre el descubrimiento). Refiríendose quiza asu origen, el estudioso Juan Alberto Cuentas Dice: “El clan de los Chullis vivia en forma desordenada, sin plán de población, en casas pequeñas de piedra y barro, cubiertas de paja y sujetas a señorio. Ese clan formaba parte de la tríbu de los Lupakas de Juli, Pachacutec Inca los organizó después de su conquista” (Cuentas 1968: 37). En otras páginas, el mismo autor comenta otros detalles: “Este reyno fue conmovido por la invasión de Khari desde Coquimbo, vino al Kollao en busca de nuevas tierras, y con este pretexto a robar matar y
destruir. Se encontró con diversas tribus descendientes de Kollas y Aruwakes entre los que eran más notables, los Lupakas, los Uros, Los Pukina, Los Pacaxes, los Chipayas, los Omasuyos, Los Chullis y otros, diseminados todos en las margenes del Titicaca. Khari después de robar y destruir pueblos como Tiwanaku y los que se habían construido en las islas Titicaca, adopto como capital de su reyno a Chucuito; después de haber avanzado hacia el norte y dominar a los Canas se establecio en Chucuito. Por su mandato se fundaron los pueblos de Ilave, Xuli, Zepita, Pumata y otros. Después se dedico a la explotación regular de las poblaciones sometidas; organizo sus dinastias para el sostenimiento y respeto de sus robos. Las ordas de Khari serían salvajes, por que solo querian “Robar y matar”. Eran antropofagos, no sepultaban a sus muertos, se los comían. Solo el lenguaje era tenido como signo de parentesco; había promiscuidad sexual. Pachacutec hizo de Khari un poderoso cacique que mantuvo su señorio hasta el último. Khari, el Apu Khari, abuelo del cacique Martín Khari de Chucuito en 1567 aquel Apu Khari murió durante el reinado de Huayna Capac” (Ibidem 32,39). El área lupaka propiamente dicha, se ubica en el lado sur-oeste del lago Titicaca, entre Desaguadero y Chucuito. Teniendo como capital principal la sede Chucuito y distribuidos sus asentamientos en siete grandes cabeceras: Chucuito, Acora, Jilawi, Chulli, Pumata, Zipita y Yunguyo. De acuerdo al documento de la visita de Garci Diez de San Miguel (1567}1964), Se consigna los siguientes pueblos y regiónes sujetas a las parcialidades Hanansaya y Urinsaya de Chucuito: -
HANANSAYA Alchayata Antoyo Camata Capinota (Bolivia) Collacache Congaché Cota Cotana Cupi (Alfareros) Chocopa Cuchiraya Chillopampa Chasque Checa Chicanoma (Yungas de la coca) Chunchulaca Guarico Larecaja (Bolivia) Hanchi Moquegua (Otra región) Hancacama Parina Quina (Arequipa) Quillacona (Chiguata) Quijota Sama
-
URINSAYA Ancaca Ancolari Anchi Colala Carragua Cochira Consata Cosini Cota Cotaui Cupi (Alfareros) Chocapa Charca Chayosaqui Cholluyo Choyota Checa Chiconoma Chimoche Chuquiabo (Bolivia) Guaripo Larecaja (Bolivia) Luquina Moquegua (Otra región) Nuñomarka Ocara
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Suchire Sumacaya (Plateros) Gamacoche Tacasa Titilaca Pukara Chimba (Arequipa) Caracollo (Tambo-Ilo)
-
Otama Pallalla Pampacasi Pacani Quilca Quillocoma Quipeta Socapa Suchiri Sumacaya (Plateros) Tarata (Tacna) Tiquina (Bolivia) Tiracoma Titata Titilaca Vilacota Visachata Impayo Chayata
El documento menciona muchos otros lugares inclusive en la que los Incas mandaron mitimaes desde Chucuito. De igual manera se menciona los pueblos con los que tenian una relación fluida; caso de Paucarkolla, Capachica, Caracoto, Atunkolla, Cavana, Honasa, Larecaja, Sorata y Otros. Además reporta una extensa relación de los ayllus (Markas) que componen cada una de las siete cabeceras, que por razones de espacio nos inhibimos de continuar nominandolas. Mas bien, cabe indicar que cada uno de los siete pueblos, estaban a su vez subdivididos en dos parcialidades: Hanansaya y Urinsaya, salvo el pueblo de Juli que tenia tres parcialidades: Hanansaya, Urinsaya y Ayanca respectivamente. Durante la visita de Garci Diez comenta Gisbert (1987: 140). Los jefes de los Lupakas éran Martín Cari para la parcialidad de Hanansaya y Martín Cusi para la parcialidad de Urinsaya, jóvenes que habian sucedido a Pedro Cutimbo, viejo centenario, quien en forma exepcional y extradinastica había gobernado solo, desde tiempos de Huayna Capac a quién acompañó a la conquista de Tomebamba en el Ecuador, llevando Lupakas como guerreros, los Incas siempre escogieron gente del Altiplano para sus conquistas. La historia de los “Reyes Lupakas” con anterioridad a Cutimbo y Martín Cusi es díficil de rastrear. Este último era nieto de Apo Khari y no tiene relación de sangre con Cutimbo, quién parece ser un cacique impuesto por los Incas a despecho de la dinastía local Khari. Apo Khari pertenecería a una generación anterior a Cutimbo y era descendiente de aquel Khari que, según Cieza, pactó con el Inca viracocha en su lucha contra Zapana, señor de Hatunkolla a quien venció y mató (Cieza 1553} 1880: 161). En esta lucha con el señor de los Kollas, intervinieron muchos caciques “Aymaras” de la zona sur, así los Guarachi de Machaca, en Pacaxes, se ufanan de que sus antecesores “Pasaron a cuchillo a los de Hatunkolla” (Urioste 1978: 133). En este marco, es oportuno – aunque en un cuadro tentativo – Exponer el esquema dinastico que proponen Saignes-Loza (1984), de la dinastía Hatun Lupaka (tomado de Gisbert) y, es como sigue:
MALLKUS EN EL GOBIERNO LUPAKA
SUCESOS CONTEMPORANEOS PROX.
Qhari I.- Invasor venido del sur: coquimbo o carangas (Cieza), se establece en chucuito. Invade la isla Titicaca. Qhari II.- Pacta con el Inca viracocha. - Los Quillacas de Guarachi matan a la gente de Vence a Zapana en Hatuncolla. Hatunkolla que controlaba Machaca. Se establece alli la dinastía Guarachi. Chuchicapac gobierna en Hatunkolla (Sarmiento de Gamboa) desde Cusco hasta chichas. Es vencido por Pachacutec. Qhari III.- Apo Khari gobernador del Inca desde Cusco hasta Chile (Garci - Conquista Incaica. Diez) gobierna con Tupac Inca Yupanqui y Huayna Capac. - Conquista española.
Qhari IV.- Prudencio Khari hijo de Apo Khari tiene un hermano llamado Pacasa que es el primer Khari que recibe el bautismo. Pedro Cutimbo (1556-1565) gobierna a los Lupakas (Hanan y Urin) por minoría de edad de Bernardino hijo de Prudencio. Con anterioridad había acompañado al Inca en sus Campañas. - Visita de Garci Diez de San Miguel. Qhari V.- Martín Khari (1567-1586) hijo de Pacasa, Cogobierna a los Lupakas junto a Martín Cusi. Qhari VI.- Fernando Khari (1586-1626) hijo de Martín Khari. Qhari VII.- Bartolomé Khari (1619- - Pleito entre Bartolomé Khari y los corregidores de 1680) último cacique de la familia Khari, Chucuito. gobierna alternando con un interinato de Chura. Después de él nuevos caciques son nombrados por las autoridades españolas
El estudio de Saignes-Loza sobre la dinastía Hatun Lupaka y sus sucesores llega hasta la decada de 1680. Estudio seguramente basados en Cieza de León y Sarmiento de Gamboa, que añaden el primer Khari aymara invasor, y el Khari vencedor de Zapana, señor de los Kollas. El control político del señorio Lupaka, se divide entre dos líderes diferentes, reflejando la visión dual del territorio Lupaka, en dos grupos que vamos a llamar “MOITIES”. Una división Moity, era conocida en aymara, como ALASAA y la otra como el sector MAASAA. Dentro del reyno Lupaka a principios del siglo XV, sabemos que el líder Alasaa era Khari y que el líder Maasaa se llamaba Cusi. El mayor estatus y privilegios obviamente le eran otorgados por cierto al lider Khari y aparentemente controlaba un territorio más extenso que el líder Cusi. Pero Ambos eran reconocidos como jefes supremos. El poder residía en el linaje de reyes y señores. Los Khari y los Zapana fueron dos dinastías reynantes contemporaneas antes que los Incas. Constituían los extremos de un solo concepto: Zapana, la unidad, y Khari la división, cuyos titulos se transmitian de generación en generación, a tal punto que los primogénitos nacian y morian con el mismo título de la familia ancestral. Pero históricamente estos términos pasan a representar meramente la denominación de los gobernantes. Así, los crónistas que pasaron por este reyno no conocieron al Khari primigenio, sí no al Khari sucesor de la dinastía. Es sólo a la quinta generación, después de su conquista de la isla Titicaca y la realización del Pacto de paz con los Incas, que estos jefes Lupakas de Chucuito pasan a ser conocidos por la colonia. La visita de Garci Diez, no solamente comprobo la existencia de un gobierno dual, si no descubrió que los ayllus mayores originalmente eran sólo diez (Se supone que debieron ser catorce), más dos grupos de artesanos especializados: El de Copi de Alfareros y el se Sunicaya de Plateros, ambos en la jurisdicción de Acora (Garci Diez 1567} 1964: 14). Había además cinco ayllus de Uros y un asentamiento de Chinchaysuyos en Juli, no se sabe si estos vinieron como Mitmas del Inca o los trajo Cutimbo, cacique Lupaka que acompañó a Huayna Capac en sus conquistas. También la visita, ayuda a esclarecer la situación de los Yunguyos que habrían sido asimilados por los Lupakas, después de que los Incas los expulsaron de Copacabana. La base económica del señorio Lupaka, se medía principalmente por la gran riqueza en la ganadería de auquénidos (llamas, alpacas, Huanacos, etc.) cuidadosamente criados para la obtención de lana, y usados en grandes caravanas de intercambio. Como habían hecho los Tiwanakotas y talvéz como habían hecho grupos aun más antiguos del lago, los Lupakas intercambiavan papa, sal y productos de altura por bienes desecados tanto costeros como ballunos. El Trueque o intercambio no era el único método que los señores aymaras usaban para asegurarse el acceso a bienes complementarios. Se sabe por documentación histórica que los Lupaka desarrollaron un sistema de administración
espacial por pisos ecológicos denominado “Control Vertical” (J. Murra 1975) y “Simbiosis interzonal” estudiadas simultaneamente por Ramiro Condarco (1970). Este sistema económico consistió en el control de otros territorios fuera del nucleo principal de dominio, que por la diversidad geográfica aseguraban la obtención de productos de Puna, valle y tierras cálidas, conducidos por los denominados Mitimaes o Mitmas. De esta manera, el señorío Lupaka extendió su poder político superando las limitantes del relieve topográfico “Quebrado” de la zona andina (en distancias relativamente cortas se dan diferentes pisos ecológicos), donde los Mitmas constituían otras poblaciones permanentes (separadas del centro), pero serviles a los designios de los jefes del señorío. Los colonos asentados en los distintos pisos ecológicos mantenían su identidad étnica con el núcleo y consevaban su derecho a tener tierras en el altiplano. Las relaciones, en cuanto a los productos, eran de reciprocidad y redistribución. Estas “islas territoriales” estaban situadas a distancias variables del núcleo de dominio (Chucuito), por ejemplo las tierras de Lluta (Carangas) Inquisivi y Lurivai (Calamarka) Capiñota, Chicanoma (Yungas) Larecaja y Chuquiabo (Bolivia); así como otros mucho más alejados como Sama, Tarata, Moquegua, Ilabaya, Tacna, Arica, Pica, Tarapacá y, algunas islas del oceáno de donde se extraían el guano de la isla para la agricultura. 1.8. EL IMPERIO WARI (500 – 1200 D.C.) El Perú comprende tres grandes regiones naturales: la costa, los andes o la sierra y la floresta amazónica. Al interior de ellas existe sorprendentes zonas ecológicas; y el manejo inteligente de esta diversidad permitió a los antiguos pobladores peruanos alcanzar grados superiores de cultura con desarrollo social, econ´pomico y político. El medio geográfico que rodea a la ciudad metrópoli de Wari, corresponde a una formación volcánica terciaria cuaternaria que dio origen a los diferentes espacios geográficos como el valle de Huamanga, donde encontramos quebradas secas de corte transversal, las mismas que se originan sobre los 3,500 m.s.n.m. en las alturas de Quinua y bajan cortando el antiguo fondo lacustre integrado por el área de Pacaicasa en las inmediaciones de Wari. Las precipitaciones pluviales es de diciembre a marzo, la temperatura promedio anual de es 18°C, la máxima es de 32°C y la mínima es de 6°C, cielo nublado parcial en las temporadas de lluvia y despejado en las temporadas secas (Pérez, 1999:18). La ciudad de Wari presenta un clima templado (2500 a 3000 m.s.n.m.), con una vegetación de Estepa Espinoso montano bajo; donde predomina, la tuna, molle, tara, sancay y la planta pati (carica augusti harms), que ha sido traido de los valles cálidos de la ceja de la selva (Prov. La Mar – Ayacucho y la cuenca de la región de Huancavelica); y una fauna variada donde sobrevivien los zorros, zorrinos, vizcacha, alcones, cernícalo, murciélagos, lagartijas, etc. Entre los animales domésticos existen vacunos, ovino, caprino, procinos, caballos, burros, etc. 1.8.1. Investigaciones previas
La ausencia de la escritura en las sociedades andinas hizo que no se conociera la existencia de la cultura Wari hasta los finales del siglo pasado, cuando la arqueología permitió reconocerla a partir de sus restos materiales. En los años de 1553, el cronista Cieza de León por vez Primera recoge información de los indígenas que habitaban en esta región “el mayor río tiene por nombre Viñaque, a donde están unos grandes muy antiquísimo edificios, por cierto, según están gastados y reunidos, deben de haber pasado por ellos muchas edades, preguntando a los indios comarcanos quién hizo aquella antigualla, respnden que otras gentes bárbadas y blancas como nosotros, las cuales, mucho tiempo antes que los incas reinasen, dicen que vinieron a estas partes e hicieron allí su morada. Y de esto y de otros edificios antiguos que hay en este reino que parece que no son la traza de ellos como los que los incas hicieron o mandaron a hacer. Por que este edificio era cuadrado y los de los incas, largos y angostos” (Pedro Cieza de León 1973:207). Durante el siglo pasado en la ciudad de Wari empezó diversas investigaciones; a partir de 1925 ha realizado labores Benedicto Flores, Pio Max Medina, Manuel Bustamente, Alberto Arca Parro y Víctor Navarro del Águila. Los trabajos con carácter científica se iniciaronen el año de 1931 – 1942, con la exploración de Julio César Tello, en 1946 por John Rowe, DonaldCollier y Gordon Willey; en 1947 por Richard Schaedel, en 1950 por Wedell C. Bennett, desde 1960 a 1964 por Luis Guillermo Lumbreras, en 1970 por Garry Vescelios, entre 1975 y 1977 por Mario Benavides, entre 1973 y 1981 por William Isbell, entre 1978 y 1979 por Abelardo Sandoval, en 1980 y 1982 por los investigadores Enrique Bragayrac y Enrique Gonzales, en 1997 CTAR – Ayacucho en convenio con la UNSCH a cargo de Ismael Pérez, en 2003 INC – Ayacucho, en 2005 MINCETUR – PROVIAS RURAL en convenio con la INC – Lima, entre otros. Aquí un cuadro cronológico elaborado por Enrique Gozales Carré (Historia Prehispánica de Ayacucho, 2007) nos permite ver el desarrollo de los pueblos dentro del territorio ayacuchano:
1.8.2. Evolucion y cronología en Ayacucho.
1.9. LA NACIÓN HUANCA En el siglo XVI, cuando los españoles emprendieron la conquista del Perú, tuvieron entre sus poderosos aliados a los pueblos Huanca, del actual valle del Mantaro, sin cuya colaboración la empresa no habría logrado tan sorprendente éxito. Los jefes Jauja, desde noviembre de 1532, iniciaron una serie de negociaciones, buscando un rápido acercamiento a las fuerzas españolas. Enviaron a Cajamarca oro, diversos presentes y servidores, no como parte del rescate de Atahualpa sino como obsequio a Pizarro, y tal adhesión fortaleció notablemente la posición española en el Perú. La causa: "los indios de Xauxa -escribió Diego Trujillo- eran enemigos de Ataohualpa". Existen diversas noticias históricas y documentales sobre las poblaciones del antiguo valle de Angoyacu, que los Incas conquistaron y añadieron al Tahuantinsuyu en el siglo XV. Entre las principales, deben mencionarse las de Pedro de Cieza de León (1550), Miguel de Estete (1534), Juan Martínez Kengifo (1584), Felipe Guamán Poma de Ayala (1609), Juan Santa Cruz Pachacuti (1619), Hernando de Santillán (1563), Andrés de Vega (1582). Corresponde, sin embargo, al Inca Garcüaso de la Vega una de las más cabales síntesis de la historia social y legendaria de esta etnia. Escribe en sus Coméntanos Reales (1609):
"...la provincia llamada Sausa, que los españoles... llaman Xauxa... tenía más de treinta mil vecinos, todos debajo de un nombre y de una misma generación y apellido que es Huanca. Précianse descender de un hombre y de una mujer que dicen que salieron de una fuente; fueron belicosos; a los que prendían en las guerras desollaban; unos pellejos henchían de ceniza y los ponían en un templo, por trofeos de sus hazañas; y otros pellejos ponían en sus tambores diciendo que sus enemigos se acobardaban viendo que eran de los suyos y huían en oyéndolos. Tenían sus pueblos, aunque pequeños, muy fortalecidos, a manera de fortalezas que entre ellos usaban; porque con ser todos de una nación, tenían bandos y pendencias sobre las tierras de labor y sobre los términos de cada pueblo. En su gentilidad, antes de ser conquistados por los Incas, adoraban por dios la figura de un perro, y así lo tenían en sus templos por ídolo, y comían la carne de los perros sabrosísimamente, que se perdían por ella. Sospéchase que adoraban al perro por lo mucho que les sabía la carne; en suma, era la mayor fiesta que celebraban el convite de un perro, y, para mayor ostentación de la devoción que tenían a los perros hacían de sus cabezas - una manera de bocinas que tocaban en sus fiestas y bailes por música muy suave a sus oídos; y en la guerra los tocaban para terror y asombro de sus enemigos... Todas estas abusiones y crueldades les quitaron los Incas, aunque para memoria de su antigüedad les permitieron que, como eran las bocinas de cabezas de perros, los fuesen de allí adelante de cabezas de corzos, gamos o venados... y por la afición o pasión con que esta nación comía los perros, les dijeron un sobrenombre que vive hasta hoy, que nombrando el nombre Huanca, añaden "come perros". También tuvieron un ídolo en figura de hombre; hablaba el demonio en él, mandaba lo que quería y respondía a lo que le preguntaban, con el cual se quedaron los Huancas después de ser conquistados, porque era oráculo hablador y no contradecía la idolatría de los Incas, y desecharon el perro porque no consintieron adorar figuras de animales". De acuerdo con la información obtenida por Andrés de Vega, en 1582, la nación Huanca antes de los Incas estuvo constituida por un conjunto de ayllus o clanes locales, cuatro de los cuales fueron: Hatun Xauxa, Hurin Guanca, Hanan Guanca y Chongos, que vivían más o menos dispersos, a ambos lados del río y en permanente rivalidad: "A los quince capítulos, dijeron que antes del Inca, traían guerras unos con otros por adquirir más tierras, y no salían de este valle a pelear, sino era, dentro del valle, los de una banda del río que por él pasa con los indios de la otra; y que peleaban con unas porras que hadan poniendo unas piedras horadadas en unos palos, y hondas, una manera de fisgas, atando cuernos de venados en unos cordeles, y unos broquelejos de madera y unos ayllos, que llaman, que son unos tres cordeles atados al cabo de unas piezas de plomo y otras cosas, que arrojados se envolvía en las piernas de los contrarios".62
Según Garcilaso, los Huancas fueron conquistados por el Inca Cápac Yupanqui, quien mandó dividirlos en tres parcialidades: Sausa, Marcauillca y Llacsapalanca, ordenando que se diferenciasen entre ellos por el color de su tocado. 1.9.1. El valle del Mantaro El valle del Mantaro es una entidad geográfica y cultural que define la sierra central del Perú. El río Mantaro es uno de los afluentes más importantes del Apurímac-Ucayali, no sólo por el volumen de sus aguas sino también por el valor económico de su producción y densidad demográfica que concentra en su valle. El río Mantaro tiene una longitud aproximada de 724 km. nace en la Cordillera Occidental, en nevados al este del departamento de Pasco, cuyas aguas se concentran en la laguna de Acacocha, a 4000 m.s.n.m. de esta laguna desciende hacia el SE hasta abrirse paso, a través de la Cordillera Oriental, por el abra de Izcuchaca. Luego sigue al Norte hasta unirse con el río Apurímac, constituyéndose en uno de los afluentes del Amazonas. En su primer tramo, desde su origen hasta ingresar en la meseta de Bombón, conocido como río San Juan, corre de Oeste a Este. Luego, a partir de Bombón, con el nombre de río Mantaro, de Norte a Sur. En su curso por la meseta de Bombón o Junín, el Mantaro corre por un lecho meándrico, y recibe por la margen derecha el aporte de numerosas quebradas que bajan de la Cordillera Occidental. Después de pasar por La Oroya, sigue un cauce encajonado hasta la zona de Jauja, donde el valle se ensancha, concentrando una gran actividad agropecuaria y una densa población que se alinea a lo largo de su valle en sucesivos y numerosos centros poblados. La mayor concentración urbana del valle corresponde a la ciudad de Huancayo, situada en la margen izquierda del río, a 3271 m s.n.m. Pasando Huancayo, el Mantaro sigue una dirección N-S-SE y penetra en territorio del departamento de Huancavelica, formando un valle igualmente muy poblado. En Huancavelica, a los 12°20'de L.S., después de recibir por su margen derecha las aguas del río Lircay, cambia de dirección y se desplaza de SE-N-NO, formando un primer meandro encajonado, para luego formar una curva muy pronunciada, invertir su rumbo de NO a SE, dando así origen a otra curva o meandro encajonado. En el desarrollo de estos dos meandros, las aguas del Mantaro descienden aproximadamente 2000 m. El río Mantaro en los últimos 500 años ha recibido diversas denominaciones y originado no pocas confusiones geográficas y cartográficas. Los conquistadores españoles lo confundieron, unos con las nacientes del río Marañón, otros creían que era el origen del río de La Plata. El nombre indígena del siglo XVI, utilizado por los Incas, fue Angoyacu. En 1533, Hernando Pizarro lo designó como "Guadiana". Agustín de Zárate, en 1550, lo denominó "río de Jauja", nombre con el que fue conocido durante toda la época colonial,
pues así figura en diversos documentos administrativos del gobierno virreinal. El nombre de "Mantaro" para todo el curso del río data sólo de fines del siglo XIX. Las dos curvas o meandros del Mantaro a que se aluden en el párrafo anterior fueron conocidos y trazados desde el siglo XVII. En los mapas de entonces el Mantaro aparece en su sector interandino de alta meseta con el nombre de "río Xauxa". Sin embargo, en 1791, en el mapa del padre Manuel Sobreviela, donde también se destacan las dos curvas, aparecen los nombres de Xauxa para la parte interandina y "Mantaro" para el sector de la selva alta. El nombre de Xauxa es reemplazado por el de Mantaro para todo el río en el plano de los ríos Apurímac y Tambo, trazado por Rafael Baluarte, en 1901. Al confluir el Mantaro con el Apurímac, este último cambia de denominación y se llama río Ene. Conviene anotar que el área geográfica del Mantaro en sus primeros 300 km. de recorrido, entre la laguna de Junín, en el departamento de Pasco y la provincia de Huanta, en el departamento de Ayacucho, puede dividírse en dos sectores, de los cuales el comprendido entre Pasco y Jauja ofrece un paisaje agreste y frío, con pobre vegetación de ichu, en general, limitado para el fácil desarrollo de la vida; luego, desde este punto hasta Huanta, al ampliar su cauce, se convierte en un fértil valle templado, conformando una microrregión cultural cuyo límite inicial está señalado por un pequeño estrechamiento denominado Quellococha y el final, al sur de Huancavelica, está marcado por la naciente del río Ichu y contrafuertes de la cordillera andina. Desde la época prehispánica, la vida en el curso del Mantaro se había concentrado en lo que propiamente se denomina el valle, que se extiende unos 70 km. desde las vecindades de Jauja hasta cerca de Pucará, 14 km. al sur de Huancayo. Su ancho varía considerablemente, siendo mayor en sus extremos, donde alcanza de 7 km a 8 km en promedio. La altitud media se estima en 3200 m, elevándose en los lados a 4000 m y 4500 m, donde predominan los pastizales. Su definida importancia dentro del panorama prehispánico está señalada por diversos acontecimientos, siendo el último el desplazamiento de los conquistadores españoles a través de su valle, siguiendo el itinerario marcado por los naturales, y su parada en Xauxa, una de las pocas ciudades prehispánicas que luego tuvo, en la cronología de las fundaciones españolas, partida de nacimiento anterior en casi un año a Lima. En el valle con alta densidad demográfica, las nuevas formas de vida coloniales dieron origen a una serie de pequeñas poblaciones cuyo nombre se compuso generalmente de un santo o una festividad del calendario católico y de la denominación autóctona del asentamiento. Así, nacieron a lo largo del valle, y a partir de Jauja, los pueblos de San Miguel de Huaripampa, la Natividad de Apata, La Asunción de Matahuasi, San Jerónimo de Tunan, Santo Domingo de Sicaya, La Concepción de Achi, La Ascensión de Mito, San Francisco de Orcotuna, Santa Ana de Síncos, Todos los
Santos de los Chongos, abreviados actualmente a: Huaripampa, Mito, San Jerónimo, Orcotuna, Sicaya, Chongos, Acostambo, La Mejorada. El propio pueblo de Huancayo se llamó, originalmente, La Trinidad de Huancayo mientras que Jauja fue, hasta los primeros días de su etapa republicana, Santa Fe de Xauxa. 1.9.2. Las investigaciones arqueológicas La arqueología del valle del Mantaro ha merecido atención de diversos estudiosos. En 1838, Leonce Angrand, Vicecónsul de Francia en Lima, hizo notas y diseños de las ruinas de Hatun-Xauxa, Tunanmarca y un sitio entre Sicaya y Orcotuna. En 1854, Henry Gibbon describió las ruinas de Patancoto; Charles Wiener ilustró y describió, en 1880, las ruinas Inca de Jauja, actualmente destruidas. En la primera década del presente siglo, Paul Berthon (1911) y Emilio Gutiérrez de Quintanilla (1913) describieron e ilustraron algunas esculturas líticas, objetos y ruinas existentes en la vecindad de Jauja. Sin embargo, entre las investigaciones arqueológicas iniciales deben mencionarse las de Federico Gálvez Durand, Alfred L. Kroeber, Lila Morris O'Neale, Carlos Gutiérrez Noriega, Gladys Nomland, Hans Horkheimer, Harry Tschopick, Ricardo Tello Devoto y Julio Espejo Núñez, quienes aportaron noticias y datos de interés para la región e intentaron la primera caracterización del Reino Huanca a partir de sus restos materiales. 1.9.3. El periodo intermedio tardío: (1000 - 1460 d.C. El Periodo Intermedio Tardío representa todo el desarrollo local posterior al Horizonte Medio y se prolonga hasta los primeros años de la dominación Inca. Su historia, reconstruida a través de los documentos arqueológicos, indica la presencia de dos fases: Huanca I y Huanca II, caracterizadas por cambios en los patrones de asentamiento, aun cuando los estilos alfareros mantuvieron una persistencia y continuidad que se mantuvo, incluso, durante el dominio Inca. 1.9.4. Cronología y estilos de cerámica Las primeras descripciones de la cerámica arqueológica del valle del Mantaro (JaujaHuancayo) datan de 1957, aun cuando Alfred L. Kroeber mencionara e ilustrara, ya en 1944, el Estilo Rojo sobre Claro, de San Blas, Junín; y Federico Gálvez Durand, reconociera un "Estilo Mantaro" en sus colecciones de cerámica reunida a fines de la década de 1930. Los primeros estilos representativos de cerámica del valle del Mantaro (HuancayoJauja) datan del Periodo Intermedio Temprano (0 - 400 d.C) y corresponden a los estilos Usupuquio y Huacrapuquio, caracterizados por su decoración geométrica, pintada de color rojo-púrpura o azul-púrpura sobre el fondo anaranjado de las vasijas, tipo que continuó en uso a lo largo de todo el Horizonte Medio.
A fines del Horizonte Medio o comienzos del Periodo Intermedio Tardío, el estilo Huacrapuquio cambió, gradualmente, a los estilos Mantaro de Base Clara, Mantaro Negro sobre Blanco o Matapuquio, cuya decoración pintada incluye motivos geométricos lineales de color púrpura azulado o marrón grisáceo sobre el fondo natural de las vasijas anaranjado "claro, beige o crema. El otro estilo de cerámica que aparece durante este Periodo es el Cántaro de Base Roja o Arhuaturo Rojo, denominado también: Patán Qoto, Negro y Blanco sobre Rojo, Callavalluri, Huanca, y sobre el cual llamaron la atención Rowe, en 1944, y Horkheimer, en 1951. El estilo incluye vasijas con diseños geométricos pintados de color negro, blanco, o blanco y negro sobre un fondo engobado de color rojo. Además, decoración plástica, modelada en el cuello o el gollete, generalmente en forma de caras y tiras aplicadas estampadas con cañas. Aunque inicialmente hubo un cierto cuestionamiento respecto a la ubicación cronológica de estos estilos, ha quedado plenamente demostrado que el Mantaro de Base Clara es ligeramente anterior al Mantaro de Base Roja, aun cuando existe un imperceptible traslape temporal. Ambos estilos continuaron hasta el Horizonte Tardío (1460-1532), cuando el estilo Mantaro de Base Roja adopta rasgos de la cerámica Inca, produciendo un estilo local híbrido. El desarrollo del estilo Mantaro de Base Roja es menos preciso que el del Mantaro de Base Clara, existiendo diferencias sustantivas entre ambos, tanto en motivos decorativos como en la forma de sus vasijas. Mientras el estilo Mantaro de Base Clara sugiere, a través del estilo Matapuquio, relaciones genéticas con los estilos Huarpa Blanco sobre Negro (Ayacucho), Coras (Acobamba) y Chancay Blanco sobre Negro (Costa central), la aparición del estilo Mantaro de Base Roja resulta singular y no fue aparentemente resultado de la adopción de un estilo de cerámica de otra área. La frecuencia del estilo Mantaro de Base Roja es consistentemente baja, menos de 5% alrededor de Jauja, lo que sugiere que su centro de origen estuvo probablemente en Huancayo, donde muestra una alta frecuencia. 1.9.5. Patrones de establecimiento Durante el Periodo Intermedio Tardío, la población Huanca estuvo organizada como una jefatura compleja, con jefes (sinchicona) especialmente importantes para la guerra. Los grandes poblados como Tunanmarca, Umpamalca y Hatunmarca, con 8 a 10 mil habitantes, tenían mayor jerarquía en sus patrones de asentamiento y dominaban a las poblaciones inmediatas. Los establecimientos se ubicaban en lugares altos y fortificados. Sus casas eran de planta circular, con paredes de manipostería ordinaria y pequeñas ventanas. Sin embargo, el limitado diámetro de sus recintos resulta demasiado estrecho para residencia habitual, siendo posiblemente, refugios antes que verdaderas habitaciones. La organización política de las poblaciones estaba, al parecer, dividida en grupos estratificados, especie de curacazgos
en términos de organización interna, que competían entre sí por el control de la tierra y otros recursos. 1.9.6. El horizonte tardío (1460 – 1532) La incorporación de la sociedad Huanca al Tahuantinsuyu debió ocurrir hacia 1460. Históricamente, ni las razones, ni la forma en que los Incas conquistaron estos grupos son suficientemente claras. Don Alonso Pomaguala, uno de los principales testigos de Urin Huanca, en las declaraciones a Toledo expresó: "... que oyó decir que el primero de los Incas que conquistó y señoreó estas tierras fue Topa Inga Yupangui y que éste era hijo de Pachacutec Inga Yupanqui y que el dicho Pachacutec Inga, estaba en el Cusco porque era viejo y envió desde allá a Capac Yupanqui, su hijo mayor y hermano de Topa Inga Yupanqui a conquistar hasta Vilcas y que no pasase de allí; y porque había pasado adelante, envió a otro hijo Topa Inga a que le matase por aquella desobediencia, el cual le mató y pasó adelante a conquistar y señorear toda esta tierra hasta Quito...Que oyó decir a su padre y abuelo, que cuando vino el dicho Inga a conquistar y señorear esta tierra se paró en un cerro, en este repartimiento, con la gente que traía, que serían diez mil indios de guerra, que en su lengua se llama huno. Y que allí se fue su bisabuelo del testigo, que se llamaba Apu Guala, el cual le dio la obediencia y le mochó. Y que había llevado consigo diez indios soldados, porque él era uno de los Sinchiconas de este valle; y había dicho a los indios, que le respetaban por ser su Sinchicona, que se estuvieran escondidos, porque él quería ver si el Inga le quería hacer algún mal tratamiento o le mataba, y que así oyó decir a lo que dicho tiene, que el dicho su bisabuelo llegó a hablar al dicho Inga y a sujetársele, y que los demás indios que llevaba consigo y el dicho Topa Inga, oyó decir este testigo, que había dado al dicho su bisabuelo unas camisetas y mantas galanas y unos vasos en que bebían que llaman entre ellos aquilla". Los documentos arqueológicos de la conquista Inca del área señalan algunos cambios importantes. En principio, la región fue pacificada y organizada como una provincia del Tahuantinsuyu. El patrón de asentamiento cambió radicalmente. La población Huanca se diseminó en lugares más bajos y sin fortificación. El capacñan, el camino principal del Cusco a Quito, se construyó cruzando la zona, conectándola con los centros administrativos de Vilcashuamán, Jaujatambo, Pampu y Huánuco Viejo, a su vez, con los grandes sistemas de colcas y tambos principales. Hatunmarca, uno de los sitios importantes de la Fase Huanca 2, continuó dominando el sistema, pero en general, se abandonaron los grandes asentamientos. Poblaciones como Marca, Chucchus, Patancoto, Coto Coto o Huancas de la Cruz, eran pueblos de no más de 5000 habitantes; tenían la mayoría de los asentamientos de 500 a 1000 pobladores. Los jefes locales quedaron integrados a la burocracia imperial como administradores de baja jerarquía, encargados de organizar la fuerza de trabajo local para el Estado.
Aunque construidos, probablemente, por el sistema de mita local, los centros administrativos y tambos fueron edificados, evidentemente, siguiendo especificaciones Inca, aun cuando sus detalles de diseño varían de un lugar a otro. Estas instalaciones Inca no ofrecen las características arquitectónicas tradicionales de los asentamientos locales. Asimismo, un alto porcentaje de la cerámica encontrada en estos lugares muestra una clara influencia de la cultura Inca y fue, probablemente, producida por artesanos locales siguiendo especificaciones impuestas. Sin embargo, después de la conquista Inca entre los Huanca se observaron muy pocas innovaciones tecnológicas. Amplios sectores de la economía y artesanía permanecieron inmodificados y, salvo la imposición del almacenamiento a favor del Estado en las grandes cólicas, los mayores cambios registrados incluyen: a. la construcción del camino Inca; b. la conversión del "reino" en huamani o provincia; c. la organización del valle en guaranga y pachaca; d. la división de los ayllos en parcialidades; e. la construcción de un tambo a orillas del río Shulcas; f. la organización de Hananguanca en guaranga; g. La guaranga de Jatun-Chongos fue convertida en residencia del Tocricot; h. La guaranga de Huancayo, con 900 tributarios, fue dividida en nueve pachacas; i. La imposición del culto al Sol y la edificación de templos dedicados al mismo; j. la aparición en la tecnología metalúrgica, de los diseños incisos, el uso del molde y las aleaciones de bronce, destacándose entre los objetos fabricados, discos de plata y cobre, tupu, agujas de cobre y bronce con ojo doblado, cinceles, tumi y láminas de metal; k. finalmente, como respuesta indígena local a las demandas productivas del Estado, se produjo la introducción de azadas de piedra y grandes mazos para romper piedras. 1.9.7. Recursos naturales El análisis de la fauna y flora de sitios Huanca del Periodo Intermedio Tardío y Horizonte Tardío revelan la presencia de camélidos domésticos: llama (Lama glama), alpaca (Lama pacos), tres especies de venados: venado de cola blanca (Odocoileus virginianus), taruga (Hippocamelus aniisensis) y venado gris (Mazama sp.). Entre la fauna menor se cuentan el perro familiar (Canis ingae y Dusicyon sp.), el cuy (Cavia porceltus) y la rana (Batrachophyry-nus macrostamus). Entre Jos productos agrícolas, las muestras incluyen: maíz (Zea mays), tarhui (Lupinus mutabilis), quinua (Chenopodium quinoa) y tubérculos andinos: papa (Solanum tuberosum) y oca (Oxalis tuberosa). 1.10. LA CONFEDERACIÓN CHANCA. Consta en las tradiciones históricas recogidas por los cronistas que, hacia 1438, durante la soberanía del Inca Viracocha, se rebelaron los pueblos Chanca y avanzaron bien organizados a atacar la ciudad del Cusco. Este movimiento puso en gran alarma a sus pobladores. Reuniéronse los nobles y curacas, entre ellos un tal Urco o Hurcu Huaranca dice Juan de Betanzos- y como notaron que el Inca Viracocha y su primogénito Inca Urcón
se hallaban ausentes y carecían, además, del talento y energía necesarios para salvar el Cusco, confiaron la defensa a otro hijo del Inca, llamado Pachacuti, en cuya inteligencia y valor abrigaban todos plena confianza. Los Incas derrotaron a los Chancas en la batalla de Yahuar-pampa, y a partir de entonces iniciaron su expansión hasta constituir el Tahuantinsuyu. El vencedor de los Chancas fue proclamado soberano y con el nombre de Pachacuti inca Yupanqui gobernó entre 1438 y 1471. Sobre los Chancas existen diversas noticias históricas y documentales, así como algunos esfuerzos iniciales para su identificación arqueológica. Sin embargo, en este último aspecto poco es lo que se ha logrado, lo que pone en evidencia la carencia de un método que permita la hermenéutica adecuada de los documentos sin incurrir en sofismas ni abstracciones o llegar, simplemente, a una suma contradictoria de suposiciones. 1.10.1. Noticias históricas Considerando su contemporaneidad y relativa vecindad con los Incas, la pregunta obvia es quiénes fueron los Chancas y cuál el territorio que ocuparon. El Inca Garcilaso de la Vega dice: "Debajo de este apellido Chanca se encierran otras muchas naciones como son: Hancohuallu, Utunsulla, Uromarca, Uillca y otras, las cuales se jactan descender de diversos padres, unas de una fuente, otras de una laguna, otras de un collado muy altos y cada nación tenía por dios a lo que tenía por padre, y le ofrecía sacrificios. Los antepasados de aquellas naciones vinieron de lejanas tierras y conquistaron muchas provincias, hasta llegar donde entonces estaban, que es la provincia de Antahuailla, la cual ganaron por fuerza de armas, y echaron sus antiguos moradores fuera de ella y arrinconaron y estrecharon a los indios Quechuas en sus provincias, ganándoles muchas tierras; sujetáronles a que les diesen tributo, tratábanlos con tiranía; hicieron otras cosas famosas de que hoy se precian sus descendientes". Compulsando la cita de Garcilaso con las diferentes noticias recogidas por otras fuentes documentales quedan en evidencia dos hechos: primero, la diversidad de sus componentes étnicos, que le aseguran el carácter de confederación propalado por los cronistas y, segundo, la gran extensión de su territorio. El territorio Chanca correspondió, al parecer, a la hoya del río Pampas, cuyos puntos extremos se encuentran entre los 13°05' L.S. y 14°40' L.S y entre los 73"05' L.O. y 75°12' LO. y que hoy incluye parte de las actuales provincias de Castro virreina y Angaraes, del departamento de Huancavelica; parte de las provincias de Huanta, La Mar y Lucanas y las provincias de Huamanga, Cangallo y Víctor Fajardo, del departamento de Ayacucho; y parte de la provincia de Andahuaylas, del departamento de Apurímac, área que puede estimarse en 30 mil km2.
El río Pampas es uno de los principales afluentes del Ucayali-Apurímac por la margen izquierda. Se origina en las lagunas de Orcococha y Choclococha, en el distrito de Arma, de la provincia de Castrovirreina del departamento de Huancavelica, a 4200 m de altura; tiene el nombre de río Pampas desde su nacimiento. Discurre en dirección NoroesteSureste y penetra en el departamento de Ayacucho por la provincia de Cangallo, donde recibe las aguas del río Pampamarca, su afluente por la margen derecha. Al este de esta confluencia y en el límite del departamento de Ayacucho con el de Apurímac, incrementa sus aguas con las del río Chicha. A partir de este punto, el río Pampas delimita los departamentos de Ayacucho y Apurímac, y se desplaza de Oeste a Este, hasta recibir por su margen derecha, las aguas del río Huancarany. Toma luego una dirección SE-NO-N, hasta la desembocadura de su afluente el río San Miguel, que llega por la margen izquierda. Allí forma una curva y toma rumbo NO-SE, hasta confluir, por la margen derecha, con el río Pincos, lugar donde cambia nuevamente de rumbo y se dirige de SO a NE, hasta confluir con el Apurímac. La longitud del río Pampas es de aproximadamente 400 km y su valle reviste gran importancia humana y agropecuaria. Desde el punto de vista arqueológico, en este vasto y complejo territorio, como es de suponer, se encuentran diversas manifestaciones culturales que cubren un largo periodo de ocupación humana, entre las que destacan, sin embargo, un conjunto de manifestaciones materiales posteriores al Horizonte Medio que rompen la aparente unidad que caracterizó a esta etapa de la historia antigua del Perú. Durante este periodo, entre 1200 y 1450 d.C, una de las características generales del área es la presencia de asentamientos aglutinados, ubicados en las cumbres de los cerros, con habitaciones, de planta circular y un conjunto de estilos de cerámica, rústicamente modelados y pobremente decorados que resultan extraños frente a la rica tradición artística del Horizonte Medio. 1.10.2. El periodo intermedio tardío de la sierra central a) Huancavelica La arqueología del departamento de Huancavelica, al igual que gran parte de la sierra central, está constituida por una desigual acumulación de evidencias, no siempre bien conocidas y mucho menos cabalmente estudiadas. Del total de provincias que constituyen el actual departamento, ha sido la de Castrovirreina, y exclusivamente las ruinas del Palacio de Huaytará, las que han alcanzado divulgación nacional. Los demás testimonios y fuentes arqueológicas permanecen en gran parte ignorados al conocimiento de la historia antigua de la zona. Entre las causas que han propiciado tal situación, podría suponerse la pasada opulencia colonial de la Villa Rica de Oropesa, cuya historia colonial ha opacado cualquier otra manifestación cultural anterior. Añádase a esto las difíciles condiciones físico-geográficas, climáticas y la falta de vías de comunicación que caracterizan al departamento y que hasta la década de 1950, en cierto modo, lo mantuvieron aislado del resto del país.
El departamento de Huancavelica se ubica en la sierra central, entre los 74°2V y 75°50' de Longitud Oeste y 12°80' y 14°10' de Latitud Sur. Confína por el Norte con el departamento de Junín, por el Este con Ayacucho, por el Suroeste con Ica y por el Oeste con Lima. Su extensión superficial es de 21 078,96 km2. Su estructura física, condicionada por los ramales occidental y central de la Cordillera de los Andes, ha dado lugar a innumerables contrafuertes nudos, gargantas y quebradas profundas, valles templados y picos nevados. Tal constitución hace escabrosísimo a todo el departamento y configura tres hoyas geográficas: la de los ríos Pisco, Mantaro y Pampas. El clima, en términos generales, es frío con variaciones extremas relacionadas con los diversos pisos altitudinales de su relieve. El punto más elevado lo constituye, al parecer, el nevado de Sitac, en la provincia de Huancavelica con 5329 m s.n.m., mientras que el más bajo correspondería a la parcialidad de Ocoyo, en la provincia de Castrovirreina, con 2060 m, en las vertientes occidentales de la Cordillera de la Costa. A diferencia de lo ocurrido en la costa, gran parte del trabajo arqueológico de la sierra se ha cumplido en años recientes. Huancavelica como zona arqueológico ha sido mencionada principalmente por Pío Max Medina (1929, 1934), Julio C. Tello (1929, 1942), Atilio Sivirichi (1930) y León M. Soto Macedo (1936). A partir de la década de 1960, por Casimiro Chávez, Julio Espejo Núñez, Ramiro Matos Mendieta y Róger Ravines. En el departamento de Huancavelica se han reconocido ocupaciones muy tempranas, que pueden asignarse al Periodo Precerámico, anterior a 3000 a.C. Las evidencias principales proceden de pequeños abrigos rocosos ubicados en el sector de Ranracucho, al NE de la actual ciudad de Huancavelica, y en el distrito de Santa Ana, en la provincia de Castrovirreína. En general, lo constituyen artefactos líticos de cuarzos criptocristalinos y, en menor proporción, de obsidiana, entre los que destacan puntas de proyectil, raspadores y perforadores. Cabe señalar, al respecto, que la tradición Iítica en todo el departamento es muy fuerte y que se prolonga hasta bien entrado el siglo XVIII. Las primeras manifestaciones alfareras corresponden a ocupaciones del Horizonte Temprano, y han sido reconocidas en la ex Hacienda Atalla, distrito de Yauli, uno 15 km al norte de Huancavelica. Ramiro Matos ha mencionado los yacimientos de Chejo-Orjuna y Chaupi-Ranra, en la provincia de Acobamba. Alfarería temprana se ha encontrado, también, en Chuncuimarca y Paturpampa, dentro del perímetro urbano de la ciudad de Huancavelica; y en los reparos rocosos de San Francisco, Pultoc y Yanamachay, en la provincia de Castrovirreina. El Periodo Intermedio Temprano es uno de los más desconocidos y enigmáticos en la historia del desarrollo cultural del departamento. Este época se caracteriza por un máximo grado de diferenciación cultural regional, no únicamente en los estilos alfareros sino, también, en el nivel de desarrollo sociopolítíco. En la sierra central, en general, y en
el área de Huancavelica en particular, corresponde a esta época el estilo Huarpa, un estilo alfarero reconocido originalmente en el departamento de Ayacucho. La alfarería del estilo Huarpa se concentra principalmente en las provincias de Acobamba y Lircay, donde son notales los yacimientos de San Cristóbal y Checco Orjuna, en el distrito de Caja, provincia de Acobamba y Alljomachay, en Mayoc. Este último posee, además, estructuras y muros de piedra que pueden asignarse a esta misma época. La alfarería Huarpa se caracteriza por su pasta gruesa mezclada con arena. Su acabado interior es tosco, mientras que el exterior es generalmente pulido y brillante. En su mayoría, las vasijas cerradas presentan bordes engrosados y ligeramente expandidos. La decoración es pintada e incluye líneas o bandas anchas de color negro, dispuestas horizontal o verticalmente en el gollete y/o en el cuerpo de la vasija. Los tipos decorados reconocidos en el departamento son; Huarpa Negro sobre Blanco y Huarpa Tricolor Negro y Rojo sobre Blanco, cuya contemporaneidad no está bien establecida. Correspondiente a esta misma época, se ha señalado en el departamento la presencia de otros dos estilos alfareros: Ayacucho, fragmentos del cual se han encontrado en Checco Orjuna, distrito de Caja; y Caja, que parece representar la alfarería tradicional del departamento y que, incluso, continuó como tal durante el Horizonte Medio. El Horizonte Medio fue, al parecer, la época de mayores cambios en la zona, tal como ya se ha señalado al ocuparnos de la primera gran integración andina. El área formó parte de una extensa unidad política cuyo centro estuvo en Ayacucho. El Periodo Intermedio Tardío representa todo el desarrollo local pos¬terior al Horizonte Medio y se prolonga hasta los primeros años de la dominación Inca. Su historia, reconstruida a través de los cambios en los estilos alfareros, sugiere una lenta modificación en las condiciones sociopolíticas del territorio. La diversificación interregional y la aparición de pequeñas naciones o aldeas autónomas alcanzaron notoriedad sólo durante el Horizonte Tardío, ya que para entonces fue política del grupo imperial dominante mantener y aun auspiciar tal situación. Los poblados de este periodo se ubican generalmente en las partes altas de los cerros y no muy alejados de las tierras de cultivo. La agricultura, por entonces, debió haber absorbido a la casi totalidad de la población; sin embargo, una verdadera especializadón artesanal y productora tenía especial importancia. Entre las principales aldeas pertenecientes a este Periodo, sobre los cuales se hubo de estructurar la organización política Inca, deben mencionarse: Huayllirca, en la provincia de Lircay; Ricrapata, Coras, Allpas y Urumay, en la provincia de Acobamba; San Cristóbal (Moya), Calapuchaca (Huanca-Huanca) y Sullmay en la provincia de Huancavelica. Además, existen otras menores como Ranrapata o ChacasYachacmarca y Maucallacta, en el distrito de Acoria. Provincia de Huancavelica, que adquirieron importancia sólo durante el Horizonte Tardío.
En esta época en Acobamba aparece un nuevo tipo de entierro: los nichos de tipo panel o “ventanillas”, excavadas en las paredes verticales de los tufos volcánicos que emergen en la zona. Su presencia puede estimarse como originada por la permanencia de antiguos grupos de poblaciones de la sierra norte, del departamento de Cajamarca, quizá anteriores a la dominación Inca. Cabe recordar aquí la prestancia que adquirió la alfarería del estilo Cajamarca III, durante el Horizonte Medio 2A. Las ventanillas de Allpas son nichos de boca más o menos cuadran-gular de aproximadamente 60 cm de lado y de forma ovoide en el interior. En su totalidad están pintadas en dos colores rojo y blanco y cubiertas con un delgado muro de manipostería ordinaria, revestido con barro, que hace las veces de lápida funeraria. En muchos de estos nichos se observan, cubriendo esta tapa, marcos de arcilla y dos pequeñas prominencias a cada lado, a manera de floreros. Este tipo de entierros parece una imitación de las tumbas cajamarquinas de Otuzco, Combayo y Miraflores, de las que difieren en tamaño, distribución y acabado final. En su ejecución se usaron pequeños picos de piedras duras, generalmente andesitas, a las que previamente se les había hecho una punta mediante un tosco trabajo de percusión. Los otros tipos de enterramiento, correspondientes a esta época, son pequeñas cámaras subterráneas y entierros en abrigos y cavernas, cuya boca fue cegada mediante un muro de manipostería ordinario, que por lo demás se constituye en una forma típica de la zona. El estilo alfarero representativo de la primera parte de esta época es uno de pasta rojiza, medianamente gruesa, con temperante de arena. Su decoración es pintada precocción, en la que se utilizó hasta tres colores: negro, gris y rojo. Los elementos decorativos mayormente son geométricos y consisten en líneas y bandas derivadas de los diseños de los estilos tiahuanacoides locales. Las formas más frecuentes de su vajilla incluyen platos profundos y cántaros con cuello efigie. Un estilo ligeramente más tardío, pero que convive en gran parte con éste, se prolonga hasta la época siguiente, es el que Ramiro Matos denominaba Coras, caracterizado por sus vasijas de manufactura tosca, bañadas con un grueso engobe de color blanco cremoso y decoradas con diseños geométricos abigarrados, que combinan líneas irregulares de colores rojo, Sepia y negro. El estilo Coras alcanzó su máxima difusión durante la primera parte del Horizonte Tardío, y se encuentra disperso a lo largo de toda la cuenca del Mantaro, incluyéndose en ésta las provincias de Acobamba, Huancavelica y Angaraes, y extendiéndose por el Sur hasta Huamanga en el departamento de Ayacucho, y por el Norte hasta Jauja, en el departamento de Junín. Con la incorporación del área al Tahuantinsuyu no se observan cambios sustantivos. La influencia Inca, al parecer, no alcanzó a desplazar totalmente la tradición
local, que se mantuvo y supervivió con igual fuerza, incentivada en ciertos casos por los mismos Incas. El dominio Inca en el departamento se manifiesta casi exclusivamente en el asentamiento de grupos mitimaes, sobre todo en el territorio de los Angara, que fue el que habría opuesto la mayor resistencia a los Incas. Por lo demás, la influencia cusqueña repercutió exclusivamente en el sistema de tributos y en la construcción de una verdadera red vial. Los poblados y aldeas campesinas mantuvieron su estructura tradicional y fuera del complejo de Huaytará, en las estribaciones costeñas de la provincia de Castrovirreina, que es uno de los pocos restos Inca imperial, los demás núcleos no alteraron sus viejos patrones. Hasta donde se sabe, los asentamientos campesinos tardíos de Huancavelica, principalmente de la región altóandina, están agrupados en las cumbres de los cerros siguiendo la divisoria de las aguas y se extienden ligeramente hacia ambos lados. Sus unidades arquitectónicas consisten básicamente en pequeñas construcciones de planta circular, dos o tres, agrupadas en un patrón definido, y circundadas por un muro seco de manipostería ordinaria que daba lugar a un gran canchón, que evidentemente, servía de corral. No hay mucho orden en su disposición, sin embargo, se mantenían callejuelas estrechas que sólo muy ocasionalmente se cortan bruscamente. La economía de estos grupos fue evidentemente agropecuaria. El cultivo de maíz en las quebradas y la cría de llamas y alpacas, el cultivo de papa en las tierras altas y frías, y probablemente de todo ello en los lugares templados, debió haber sido la ocupación primaria de sus pobladores. Sin embargo, parece que algunas comunidades alcanzaron cierta especialización en la producción artesanal de tejidos y alfarería. Por referencias históricas de los primeros años de la Conquista, se sabe que muchos de sus pueblos estaban dedicados exclusivamente a alguna de estas actividades, tal como la comunidad de alfareros de Huaylacucho, en la parte alta de la actual ciudad de Huancavelica, cuyos productos debieron haber recorrido grandes distancias. Las labores mineras y extractivas no fueron ajenas a los grupos tardíos de Huancavelica. Los Incas exigieron entre los tributos, el llimpi o bermellón, obtenido del cinabrio, pero su extracción estuvo rigurosamente reglamentada. No debe llamar la atención el hecho de que "cuando los españoles reconocieron el cerro de Chaccllatacana, quedaran admirados al comprobar con cuánta diligencia los indios habían perforado el subsuelo, taladrando numerosas cuevas y socavones, que formaban en el interior un complicado laberinto, en el cual era fácil extraviarse". En lo que respecta a los estilos alfareros característicos de este periodo, debe mencionarse una alfarería Inca similar o muy próxima a la manufacturada en el Cusco, y que podría corresponder a productos de cambio, o en su defecto ser manufactura Inca en su
nuevo medio. El otro u otros estilos corresponden a las vajillas nativas con influencia Inca, en cuya diversidad cabría suponer que están representados los diversos grupos étnicos que habitaron la zona, y muchos de los cuales no tienen ningún rasgo que denote tales influencias. Estos grupos tardíos son identificados como los Angara, Guaro, Quiguara, Huacho y Chocorvo. Una de las características distintivas de estas vajillas es su rusticidad, la poca variedad de sus formas y sobre todo sus reminiscencias y arcaísmos que permiten trazar sus antecedentes en el Horizonte Medio. El uso de baños de color rojo o blanco, para cubrir la superficie de las vasijas es común en todos, como son también comunes la decoración abigarrada, geométrica y asimétrica; las protuberancias y las bases pedestales sólidas y planas, y las incisiones a base de círculos. Sobre los últimos grupos prehispánicos que habitaron el departamento, y que los españoles redujeron en el siglo XVI, las noticias históricas y documentales son abundantes. Una breve revisión de los archivos notariales del departamento, que inciden particularmente en los títulos de propiedad comunales, ofrecen las bases para una reconstrucción histórica de los grupos prehispánicos que habitaron el departamento, aunque su rorrelación con los restos arqueológicos es, por ahora, un tema discutible e impreciso. b)
Ayacucho
De la hoya del Pampas, la arqueología del departamento de Ayacucho es la mejor conocida. Las investigaciones realizadas por Martha B. Anders (1974), Mario Benavides (1970), Wendell C. Bennett (1950), Donald Collier (1950), Augusto Cruzatt (1967), Carlos Chahud (1975), Isabel Flores Espinoza (1958), Carlos Guzmán Ladrón de Guevara (1958), Enrique González Carré (1979), William H. Isbell (1966, 1970), Luis G. Lumbreras (1958,1965), Richard S. MacNeish (1967), John H. Rowe (1952), Katharina J. Schreiber (1978), Julio C. Tello (1938) han permitido estructurar un cuadro del desarrollo cultural del área, cuyos comienzos pueden fecharse hace 15 mil años con la presencia de grupos cazadores-recolectores. Del 2000 a.C y los primeros años de nuestra era, datan los estilos alfareros Wichqana, Quichqapata, Chupas y Rancha, asociados con centros ceremoniales. Las primeras manifestaciones regionales, correspondientes a la cultura Huarpa, se fechan en los primeros 500 años d.C. Le siguen las manifestaciones Conchopata, que marcan el comienzo del Horizonte Medio. Por entonces se produjo un gran desarrollo agrícola, cuyo centro fue probablemente la región de Ñahuimpuquio, al sur de la ciudad de Ayacucho. Ñahuimpuquio, según algunos autores, fue un centro administrativo importante desde el cual se organizaba y controlaba la producción agropecuaria de la región. El Horizonte Medio, entre 600 y 900 d.C, se expresa en Ayacucho por la presencia de la cultura Huari, producto de la influencia de Nasca y Tiahuanaco sobre la cultura local Huarpa. Su desarrollo marcó, como ya se ha visto, el surgimiento del primer Estado andino.
El desarrollo cultural del área, posterior a 1000 d.C, es poco conocido desde el punto de vista arqueológico, aun cuando existen numerosas evidencias materiales que indican una ininterrumpida ocupación humana apenas alterada después del siglo XVI. En general, los yacimientos de este periodo corresponden a poblados dispersos ubicados en las alturas de los cerros en lugares de difícil acceso, donde los habitantes aprovecharon los accidentes topográficos para construir sus habitaciones. Asociadas a estas estructuras se encuentra un tipo de cerámica que se ha denominado Arjalla, en razón al sitiotipo ubicado en la cuenca media del río Cachi-Vinchos, al SO de Ayacucho. Los Incas, después de su triunfo sobre los Chancas, tomaron como centro administrativo a Vilcashuamán, donde edificaron diversas estructuras públicas én el más puro estilo cusqueño. c)
Apurímac
Sobre la arqueología del departamento de Apurímac existen pocos estudios y puede afirmarse que es la menos conocida del área Chanca, pese a la importancia geopolítica de la región para comprender el significado del "fenómeno Chanca", así como la expansión anterior del Estado Huari y posteriormente del Imperio Inca. La provincia de Andahuaylas y en general el territorio comprendido entre los ríos Pachachaca, Chicha y Pampas, considerado el asiento de la nación Chanca, ha constituido tradicionalmente el tramo clave de la ruta entre el Cusco y Huamanga. Por allí se desplazaron los ejércitos conquistadores del siglo XVI y los libertadores del XIX, y fueron los puntos estratégicos de Sucre y Bolívar en la campaña final de la Independencia. Es zona de tierras fértiles, numerosas concentraciones humanas y de gran producción agropecuaria. Sobre las poblaciones pre-Inca que habitaron el área, Julio C. Tello ha señalado que dentro de las naciones de los Andes del Ucayali, la nación Chanca que dominaba la cuenca del río Pampas estaba constituida por cinco subnaciones menores: Atunsulla, que ocupaba las márgenes del Alto Pampas; Tikiwa y Tankiwa, en las márgenes del Bajo Pampas; Antamarca y Sora, en las cuencas del Apacara y del Pampachiri o Sora, principales tributarios del Pampas. Por su parte, hacia 1870, en las Posesiones geográficas de tas tribus que componían el antiguo Perú, Sir Clements R. Markham, apoyándose en las fuentes históricas, sostenía que Andahuaylas fue el habitat original de la nación Quechua que, al ser vencida por los Chanca, dejaron sus posesiones de Pampo, Pincus y Huancar, y se replegaron hacia la quebrada de Pachachaca. Pedro de Cieza de León refiriéndose a estos acontecimientos anotó: "...y como los moradores de ella (Andahuaylas) supieron su venida, se pusieron a punto de guerra, animándose los unos a los otros, diciendo que sería justo dar la muerte a los que habían venido contra ellos; y así saliendo por una parte que va a salir hacia los Aymaraes, los
Chancas con sus capitanes venían acercándose a ellos, de manera que se juntaron y tuvieron algunas pláticas los unos con los otros, y sin quedar avenidos, se dio la batalla entre ellos; que, cierto, según la fama pregona, fue reñida y la victoria estuvo dudosa; mas al fin, los Quichuas fueron vencidos y tratados cruelmente, matando a todos los que podían a las manos haber, sin perdonar a los niños tiernos, ni a los inútiles viejos, tomando a sus mujeres por mancebas. Y hechos otros daños, se hicieron señores de aquella provincia y la poseyeron como hoy día lo mandan sus descendientes". Pedro Sarmiento de Gamboa, en su Historia Indica, relata la irrupción Chanca de la siguiente manera: "En esta provincia hubo dos sinches ladrones, crueles y tiranos, llamados Uscovilca y Ancovilca, que viniendo robando desde los términos de Guamanga, habían venido asentar al valle de Andahuayllas y allí habían hecho dos parcialidades, Uscovilca que era el mayor y el más principal instituyó su tierra y llamóla Hananchanca y Ancovilca hizo de la otra parcialidad llamándola Urinchanca". Establecidos los Chancas en Andahuaylas, tras la retirada de los Quechuas y la sumisión de los remanentes, afianzaron su conquista formando una confederación de pueblos bajo la autoridad de Uscovilca y Hancovilca. Cieza menciona, además, a Guaraca y Huasco. Erigieron como capital política a Andahuaylas, dejando a Vilcashuamán como cabeza de pueblos aliados hacia el occidente. Por entonces, según las fuentes históricas, la Confederación Chanca se componía de las siguientes tribus o ayllus: Antahuayllas, Uranmarcas, Utunsullas, Vilcashuamán, Pocras, Rucanas, Iquichanos, Huancavilcas y Pillpichacas. De estos grupos, los dos primeros ocuparon la margen derecha del Pampas, correspondiente a la actual provincia de Andahuaylas, subdividiéndose a su vez en cuatro parcialidades cada uno. Correspondían a Antahuayílas: Argaras, Pincus, Curampas y Huancaramas; y a Uranmarca: Urucanchas, Cayaras, Hancoayllus y Piscopampas. El Inca Garcilaso de la Vega, aludiendo específicamente a las poblaciones de Andahuaylas dice: "Es gente rica y muy belicosa. Esta nación se llama Chanca, jáctanse descender de un león y así lo tenían y adoraban por dios, y en sus grandes fiestas, antes y después de ser conquistados por los reyes Incas, sacaban dos docenas de indios de la misma manera que pintan a Hércules, cubiertos con el pellejo de león, y la cabeza del indio metida en la cabeza del león. Yo los vi así en la fiesta del Santísimo Sacramento del Cusco". Glosando esta cita, Luis E. Valcárcel afirma: "Estos chancas tenían por progenitor a un felino y lo representaban en sus escudos y con su piel se vestían en sus fiestas solemnes". Desde el punto de vista arqueológico, se cuenta con alguna información sobre diversos yacimientos ubicados en las provincias de Chincheros, Andahuaylas, Aymaraes y Antabamba, aunque las investigaciones al respecto son muy limitadas. Entre
las principales referencias a los monumentos arqueológicos del área, deben mencionarse las de Hemdon y Gibbon (1853), Markham (1856), Wiener (1880), Teodorico Olaechea (1901) y Alberto Regal (1936). En 1942, Hugo Pesce informó sobre diversas ruinas existentes en el valle del río Chicha, el límite político sur desde 1873 de los departamentos de Ayacucho y Apurímac, que asignó a los Chancas protohistóricos. John H. Rowe y Osear Núñez del Prado, en 1951, reconocieron en Huayhuaca, colina ubicada encima de la actual ciudad de Andahuaylas, cerámica Huari e identificaron el estilo local del mismo nombre. En 1960, Antonio Centeno Zela, en su "Esquema prehistórico e histórico de la provincia de Antabamba", presentó importantes datos sobre los monumentos arqueológicos de esta provincia limítrofe con Arequipa. Sin embargo, es sólo a partir de 1970, con los trabajos de Joel W. Grossman, Franz Meddens y Monica Barnes que se ha logrado estructurar una primera secuencia cultural del área, asignada al territorio Chanca. La más antigua ocupación del área Andahuaylas-Chincheros corresponde al estilo Muyomoqo, del Periodo Inicial/Horizonte Temprano. Un fechado C14, de 3430+-100 al presente, (1490 a.C.) data la fase inicial del estilo, caracterizada por sus vasijas cerradas sin gollete, de paredes delgadas y pasta fina de color crema, sin o con escaso temperante, y entierros humanos flexionados, presionados por dos grandes piedras, que tienen como únicas ofrendas cuentas de lapislázuli y pequeñas láminas de oro majado. La segunda fase corresponde al Horizonte Temprano, e incluye vasijas con bordes engrosados y decoración ranurada sobre bandas prominentes dispuestas alrededor del cuello de las vasijas. El estilo Huayhuaca representa el estilo local del área, y podría fecharse hacia el 1000 d.C. Entre sus formas representativas, destacan cuencos con labio recto y base curvada, cubiertos con un engobe delgado, que varía entre anaranjado y amarillo, y decoración pintada en forma de líneas cortas anchas, de color rojo, que se desprenden del labio interior. Algunas vasijas toscas de pasta de color rojo, asociadas superficialmente con cerámica Inca parecen fecharse en el Horizonte Tardío. Los asentamientos posteriores al Horizonte Medio son muy numerosos en los valles del Chumbao y Chicha, pudiendo mencionarse entre los principales, incluyendo los registrados por Pesce, en la provincia de Andahuaylas: Incamonte, Tunancancha, Cuncatacca, Huayrapata, en el distrito de Andahuaylas; Achanchi-chajchani, en el distrito de Andarapa; Curamba o Intihuatana, Campanayoc, Yurachuaca, Pajchani, Huascatay, Ccorihuairachina y Sirccaimarca, en Huancarama; Auquimarca, Qasapampa. Charanqachayoc, Chumayoc, Chichaqasa, Chignajota, Tiankog, Huallpahuiri, Maucallacta, Jerone, Ñaupallacta; Chichaccasa, Iglesia Chayocc (San Juan de Ayapampa); Apuchontaya, Ajoccasa y Cullcuncha (San Juan de Charasaca), en Pampachiri. Auquimarca, en Pomacocha, Maucallacta y Sullcahuillca, en San Antonio de Cachi,
Huachhuallhua y Sóndor, en San Jerónimo, y Ñaupallacta en Tumayhuamaca. En la provincia de Chincheros: Pajainiocc-amancainiocc, Maucallacta y Curampa, en el distrito de Ongoy; y, Pajairanra y Uranmarca, en Cocharcas. Las casas están agrupadas y dispuestas alrededor de espacios abiertos, a manera de plazas y entre extensas áreas de terrazas agrícolas, que siguen las curvas de nivel. Establecimientos como Chignajota contienen hasta cien estructuras y numerosos corrales. Qasapampa cubre unas 7 ha y tiene aproximadamente 70 estructuras de planta circular u oval. Sin embargo, en este caso las entradas no presentan una orientación definida, lo que hace suponer que el asentamiento se organizó, sin mayor planificación. Asociado con esta población, se encuentra un cementerio con sepulcros en forma de nichos tallados en la roca. Chumayoq evidencia una densa ocupación del Periodo Intermedio Tardío; aquí todas las estructuras tienen planta redonda u oval y se asientan sobre terrazas habitacionales cuya técnica constructiva difiere notablemente de la utilizada en la edificación de las demás estructuras. En Huallpawiri e Iglesiachayoc, la arquitectura predominante corresponde a edificios semicirculares y subrectangulares, en cuyos interiores se encuentran numerosos nichos semitrapezoidales y paredes enlucidas con yeso. En la superficie predomina la cerámica del estilo Huari. La dominación Inca de la región parece no haber sido muy fuerte. Salvo sitios como Ccoirihuairachina, donde resulta fácil distinguir la arquitectura Inca, e Iglesiachayoc, con su ushno, y que fue reedificada siguiendo los cánones Inca, en el área no se encuentra mayormente el característico arquetipo cusqueño. Esto puede explicarse, no como una falta de dominio Inca, sino por la máxima reutilización de las estructuras locales en lo posible, con excepción, naturalmente, de posiciones estratégicamente importantes donde los Incas sí construyeron sus propios puntos de control en el clásico estilo imperial. 1.10.3. Grupos étnicos vinculados al territorio Chanca / Huanca De acuerdo con la información histórico documental en la antigua provincia de los Angaraes–Lircay se asentó un grupo con características de reino independiente, conocido con el nombre genérico de angaras. Su historia, al igual que la de los Huancas y Chancas, está vinculada mayormente con el Horizonte Tardío. Sin embargo, todo hace suponer que su existencia fue anterior a los incas. Algunas ruinas como las de Waillirca, en la provincia de Lircay; Ricrapata, Coras, Alpas y Urumay, en la provincia de Acobamba; San Cristobal, en Moya y Calapuchaca, en Huancavelica, podrían vincularse con este grupo. a)
Los Asto
De acuerdo a antiguos documentos coloniales sobre composición de tierras y pleitos de indios, existentes hasta 1970 en la Notaría Pública de Julio Ruiz Pimentel, de Huancavelica, las actuales provincias de Lircay, Acobamba y Huancavelica constituían, hasta el siglo XVI, el territorio angara o de los angaraes. Después de la conquista, los
españoles, reconocieron a este territorio como una sola provincia, y la organizaron, hacia 1560, en cinco doctrinas: Acobamba, cabeza de la provincia; Lircay, Julcamarca, Acoria y Conaica. La doctrina de Acobamba se componía de los pueblos de Espíritu Santo Caja, habitada por Angaraes y Quiguares del Cusco; Acobamba por Guaros de Huarochiri; Todos Santos, por Angaraes y Andabamba, por Guaros. La doctrina de Lircayestaba compuesta de los pueblos de Lircay, Uchuguayllay, Angaraes, Atunguayllay, Guanca-Guanca habitada por indios chancas de Andahuaylas y Callanmarca, habitada por indios mitmas de la provincia de Cajamarca. La doctrina de Julcamarca se componía de los pueblos de Congalla y Julcamarca, habitada por indios chancas de Andahuaylas y Pata, por indios Angaraes. La doctrina de Acoria conformada por los pueblos de Añancusi, Pallalla, Chupaca, Acoria y Huando, habitada por Angaraes de la parcialidad de Chacas. Finalmente la doctrina de Conaica, constituida por los peublos de Cuenca, Moya, Vilcabamba y Conaica, todos habitados por indios Angaraes del repartimiento de Astos. El repartimiento de los Astos fue aparentemente un pequeño curacazgo prehispánico de la etnia Angara y sobre su arqueología se han ocupado con detenimiento Daniele Lavallée y Michele Julien. El dominio Asto se extendía al parecer entre la margen izquierda del Mantaro, y sus quebradas afluentes Jatunquinche, Totora y Yarjapampa, y el río Vilca o Huaricachi, su afluente por la misma margen, con las quebradas Cachiri, Huajuto, Gegora y Huajaranhuayoc, entre los 74°55" y 75°11" de L.O y los 12°21" y 12°30" de L.S., con alturas entre 3000, 3600 y 4000 m s.n.m. que en la nomenclatura tradicional corresponde a las regiones quechua y puna, aptas para la agricultura y el pastoreo, respectivamente. Los principales sitios estudiados: Cuniare, Huaraqolaqay, Monterayoc, Laiwe y Chuntamarca se caracterizan por asentamientos nucleados que se organizan alrededor de plazas centrales. Las estructuras están constituidas exclusivamente por edificios circulares, dispuestos en pequeños grupos ovales o en poligonal, encerrando un espacio libre. En ninguna parte hay edificios rectangulares. El número de edificios por unidad varía de dos a doce. Las construcciones constan de una sola pieza con entrada única. Su diámetro interior varía de 3 m a 6 m, siendo el promedio de 3,50 m a 4 m. Los muros de edificación son del tipo pirca seca, opus emplectum, con relleno de cascajo. El espesor de las paredes varía entre 50 cm y 60 cm. Aun cuando ninguno de los sitios ha mantenido la altura original de sus paredes, ésta no habría sobrepasado los 2 m. Se desconoce el tipo de cubierta y no se han encontrado evidencias que sugieran cuál fue. La puerta es estrecha, de
70 cm a 80 cm de ancho, con umbral de piedra. En las paredes no se encuentran huellas de ventanas u hornacinas. El piso interior es de tierra apisonada, y en algunos hay evidencias de fogones. Una constatación final surgida de los análisis de polen indica que la frontera agrícola en esta área ha sufrido un retroceso en los últimos 500 años, como consecuencia de las modificaciones climáticas. En este aspecto, es interesante comprobar que el cultivo del maíz alcanzaba entonces alturas mayores que la actual. 1.10.4. La leyenda de la guerra de los incas contra los chancas Si bien los movimientos de los ayar y la gesta de Manco Cápac se relacionan con los inicios y el estabñleciomiento del grupo inca en el Cusco, el de la guerra contra los chancasb se refiere a los comienzos de la grandeza inca, ambos mitos narran etapas bien definidas en el desenvolvimiento del Estado. El primero señala sus irígenmes y sus esfuerzos poara hacerse de un ligar en el valle, el segundo, la forma cómo rompieron el círcilo de poderosos vecinos y cambiaron a su favor el equilibrio existente hasta entonces entre las macroetnias. Estas narraciones contienen un fondo de sucesos verídicos encubiertos por la leyenda. No se puede dudar de el que mito de Manco representa un movimiento de grupos étnicos qu8e llegaron a Acamama, pequeño villorio ocupado por otros pueblos. La leyenda de la guerra contra los chancas responde a la necesidad que tuvieron los incas de explicar su realidad, es decir de contar los acontecimientosque desataron la expansión incaica. Si no otorgan una seguridad en el desarrollo de los hechos, por lo menos la leyenda ofrece una versión andina de los posibles acontecimientos. Por otra parte, algo debió ocurrir en el Cusco para favorecer el auge inca, pues tenemos la plena seguridad de la existencia de su Estado ´por lo que vieron y describieron los españoles. De allí que su historia esté dividida entre el mito y la realidad. También es obvio que el poderío incaico no se forjó solo, una serie de factores positivos se aunaron para facilitar su engrandecimiento, a la par que una élite de hombres capaces supieron aprovechar de las circunstancias para la creación del Tahuantinsuyo. Cuando se trata de las conquistas incaicas debemos aclarar que, según las evidencias arqueológicas onocidas a la fecha, su expansión databa de poco más de unn siglo antes de la llegada de los europeos. Tanto cierza de León (1943) como Castro-Ortega Morejón (1973) , en su relación, afirman que los incas eran “modernos” en el panorama andino, es decir que su auge no se perdía en la noche de los tiempos, incluso ellos mismos así lo reconocían. De la misma manera en que los incas trataban de imponerse y de dominar a sus vecinos, la macroetnía de los chancas, situada en la región de los ríos Pampas y
Pachachaca, aspiraba también a la expansión territorial, y sus conquistas la habían conducido al sur de sus dominios, a la región de Andahuaylas. Debido al carácter legendario de la guerra contra los chancas no podemos asegurar cuando tuvo lugar. Es posible que desde las épocas enteriores se haya dado inicio al enfrentamiento entre las dos etnías que concluyó con el asedio al Cusco y la total derrota chanca, unas cuantas generaciones antes de la aparición de los hispanos. La crónica de Batanzos contiene la información más detallada sobre las guerras definitivas entre incas y chancas, cuyas hazañas él adjudicaba al príncipe Cusi Yupanqui, convertido más tarde en el Inca Pachacutec. Su relato tiene todas las apariencias de un trozo de cantar indígena, y es posible que Betanzos tuviese acceso a la tradición oral de la panaca de Pachacutec a través de su mujer, la Princesa Añas Kollke, hermana de Atahualpa, perteneciente ambos hermanos al linaje de ese inca. Esta ñusta había sido concubina de Pizarro de quien tuvo un hijo llamado Francisco, como su padre. Después de la muerte del Marqués se cdasó con Juan de Betanzos, experto quechuista e intérprete oficial en el Cusco. Es natural suponer que tiuvo largas conversaciones con los parientes de su mujer, y que fueron ellos sus informantes cuando en Virrey Antonio de Mendoza le ordenó escribir una relación que terminó en 1551.. Su obra permaneció inédita, y parte de ella se ha perdido, es probable que Sarmiento de Gamboa, cuando redactaba su propia crónica, consultase el manuscrito de Betannzos. Esta aclaración es necesaria para explicar por qué usamos de preferencia los datos de este cronista, piues interesa examinar parte de un posible cantar inca. Las chancas de acuerdo con sus mitos, señalaban cono su pacarina o lugar de origen a la laguna de Choclococha. El nombre de Choclococha surgió, según Murúa (1942, lib. 4, cap. VII), cuando en una batalla entablada entre los huancas y los huamanes quedaron derrotados los huancas, quienes en su precipitada huida hecharon sus cargas de maíz a la laguna, llamada antiguamente Acha. En el verano siguiente un excesivo calor secó la laguna, y las semillas germinaron produciendo tiernos choclos. Desde entonces la laguna se conoció con el nombre de Choclococha, tal como se le conoce actualmente. El lugar está cercano al pueblo de Castrovirreyna, a una altura de 4,950 m.s.n.m. Otra leyenda relacionada con la misma laguna, es mencoionada por Arriaga (1968). Según él, durante la procesión de Corpus los indígenas llevaban en unas andas “dos corderos de la tierra” que sacrificaban a las dos lagunas: Chclococha y Urcococha, diciendo que las llamas tuvieron allí su origen. Al igual que los incas, el grupo chanca comprendía varion ayllus divididos también en dos bandos: hanan y hurin. Los pertenecientes a la mitad de arriba decían que su jefe mítico era Uscovilca, mientras que los del bando de abajo consideraban a Ancovilca como su antepasado, y ambos personajes, como ídolos, en forma de piedras o guanca eran llevados a sus guerras (Sarmiento de Gamboa, 1943, cap. 26).
Antes de mencionar los diversos ayllus que componían la etnía de los chancas veremos el significado del apelativo. El diccionario de Bertonio (1956) contiene la palabra cchancca, hilo de lana. Gonzales Holguin (1952) en su diccionario quechua menciona: chanca zzzapa, bambolearse, andar temblando; chancani o zzanzzani, ir saltando; chanca pierna. Según Recaredo Pérez Palma (1938), chanca es la parte del cuerpo en que se unen las extremidades y el sexo. ¿Serían los propios chancas quienes se llamaran con esa cvoz, o sería un apodo dado por los quechuas de Andahuuaylas o por los cusqueños por su forma de caminar?. Los chancas de Andahuaylas parecían ser parientes cercanos de los demás grupos que habitaban en la actual provincia de Ayacucho. Garcilaso (1943, lib, 4 cap. XV) que comprendía el grupo de los chancas, según él eran: los hanco-huallus, los utunsullas y los urumarcas, habitantes del valle del rio Pampas; los vilcas, de la meseta que está sobre la orilla izquierda del mismo río; los pocras, de los valles que circundan la actual ciudad de Ayacucho; los iquichanos, de las montañas al norte de Huanta; los morochucos de Cangallo y, por último, los tacmanes y los quiñuallas que vivian entre Abancay y la cordillera nevada. Navarro del Aguila (1930), en su libro Tribus de Ankco Wallock da a la confederación chanca mayor extensión territorial pues los ayllus con los huancas, y otorga mayor importancia a los ayllus pocras. Si bien los chancas formaron quizás parte de una mayor confederación de grupos, no cfreeemos que los demás componentes de la supuesta macroetnía participaran en el ataque al Cusco, de ser esto cierto, las pocas fuerzas cusqueñas no hubieran podido resistir la embestida. Además Betanzos señala una dispersión de los efectivos chancas hacia otras regiones, lo que demuestra la escasa cohesión de sus ejércitos; parecieran, más bien, haber sido hordas dedicadas al pillaje. Se puede plantear la hipótesis de que los chancas, dado su carácter indómito y belicoso, fueran quizá loss responsables de la desintegración del gran centro wari, y los principales culpables de su deterioro. Durante el gobierno de Viracocha, los chancas salieron de sus tierras decididos a conquistar el mundo, partieron de Paucaray, su pueblo principal, situado a tres leguas de Parcos. Según la usanza andina, dividieron su ejército en tres partes, una de ellas tomó la ruta hacia el Cuntisuyu, teniendo por jefes a Malma y a Irapa o Rapa, quienes representaban las mitades organizadoras de arriba y de abajo. El segundo ejército se dirigió también al Cuntisuyu, aunque Sarmiento de Gamboa afirma que fue al Antisuyu; sus generales fueron Yana Vilca y Toquello Vilca o Teclo Vilca. El tercer grupo tomó la ruta más directa al Cusco, y era conducido por Tomay Huaraca; también llevaba consigo a Huaman Huaraca que era el encargado de negociar la rendición del Inca (para un análisis de los apelativos de los jefes chancas, ver Rostoworoski, 1953).
Llegados los chancas a Vilcacunga, enviaron sus emisarios al Cusco anunciando su intención de someter a los incas. Viracocha atemorizado por la noticia decidió abandonar la ciudad a su suerte y marchó a refugiarse en el fuerte Caquia Xaquixaguana. Con Viracocha partieron sus dos hijos, Urco y Socso. La narrativa de Betanzos cobra aquí el tono de los largos cantares de la tradición oral, sin dejar de lado cierta semejanza con los relatos épicos medievales. Cusi Yupanqui envió a los tres señores que quedaron con él a que buscasen ayuda entre los curacas vecinos, quienes, por temos a los chancas y por las pocas fuerzas incaicas denegaron el socorro. Los escasos efectivos cusqueños forman parte de las expresiones míticas, pues el triunfo posterior aumentó la grandeza del héroe. La leyenda narra que estando solo y muy acongojado por la situación, el virtuoso joven Cusi Yupanqui se quedó dormido, y en sueños se le apareció la imagen del dios Viracocha quien le profetizó su próxima victoria (esta parte del mito tiene un marcado sabor europeo, pues la tradición andina mandaría ofrecer cuantiosos sacrificios a una huaca para así obtener de ella un oráculo). Al día siguiente después de este sueño, aparecieron los chancas sobre el cerro Carmenca y bajaron en atropellados escuadrones dando voces y alaridos (ver Hernandez y Otros, 1987) Según Cieza, los defensores de la ciudad habían cavado grandes fosos recubiertos de ramas y tierra donde, en su apresurada carrera, fueron cayendo los chancas. Sarmiento de Gamboa (1943, cap. 27) habla de la ayuda proporcionada por la Curaca Chañan Curi Coca, perteneciente a los ayllus de Choco y Cachona, quien al frente de su ejército rechazó el ataque enemigo. El mito da cuenta de la milagrosa intervención de los pururauca en el momento crítico de la lucha, y de cómo esas simples piedras cobraron vida y se transformaron en fieros soldados respojnsables de la victoria de los incas en el momento más angustioso del encuentro (Santa cruz Pachacuti, 1927; Cobo, 1956). La fama de los Pururauca alcanzó gran difusión entre los enemigos de los incas, y en ciertas ocasiones los curacas se rindieron solo ante el temos de enfrentar a tan aguerrido ejército. Mientras tanto Cusi Yupanqui y los siete jefes “hermanos” lograron detener la embestida chanca y, aprovechando la situacion, el joven príncipe se lanzo hacia sus enemigos para apoderarse del ídolo o guanca que representaba a Uscuvilca, y de su unancha o estandarte. Los chancas, viéndose sin su mallqui se dieron a la fuga y no se detuvieron hasta llegar a Ichupampa. Los sinchi o curacas vecinos que aguardaban el resultado de la batalla apostados en las alturas cercanas al Cusco, abandonaron sus puestos para unirse a las victoriosas fuerzas cusqueñas y perseguir a sus enemigos.
Para Sarmiento de Gamboa (1943, cap.28), el segundo encuentro contra los chancas tuvo lugar en Ichupampa, esta vez los efectivos cusqueños fueron engrosados por los ejércitos de los curacas vecinos deseosos de plegarse a los victoriosos incas. En el encuentro perecieron los dos jefes chancas y la desordenada desbandada de sus huestes permitió a los incas reunir un cuantioso botín, suceso de gran trascendencia para el desarrollo del encumbramiento cusqueño, como lo veremos más adelante. Después de la victoria consequida por Cusi Yupanqui, según detallada narración de Betanzos, el joven vencedor acudió al lugar donde se encontraba el Inca Viracocha para que, de acuerdo con la usansa andina, el soberano pisase el despojos de las derrotadas chancas en signo de conquista. Grande sería el desconcierto del Inca al ver tendido en el suelo a los humillados chancas; sin embargo, se negó asumir el acto de triunfo y quiso que fuese Urco el que se pasease sobre el botín obtenido. La pretensión de Viracocha disgustó a Cusi Yupanqui, quien fue entonces alertado por un capitán suyo de la preparación de una emboscada contra su persona y de la salida sigilosa de tropas de Viracocha de la fortaleza en donde se hallaba hacia un destino desconocido. Dada la situación, Cusi Yupanqui ordenó que sus efectivos se dividieran en dos partes, una se quedaría con él, y otra seguiría a la gente de Viracocha para averiguar si se trataba de una emboscada oi si marchaban al Cusco con el fin de iniciar algún movimiento contra Cusi. Mientras tanto Viracocha aguardaba a Yupanqui en un aposento con los sometidos jefes chancas tendidos en el piso, pero Cusi temerosos de una traición entró a la callana rodeado de sus hombres bien armados. Al insistir Viracocha en que fuese Urco quien asumiera el triunfo Yupanqui decidió recoger el botín y retornar al Cusco. En el camino fue atacado por la gente de Viracocha cuando pasaba por un desfiladero pero, advertido, la emboscada fracasó. Y el joven hizo su triunfal ingreso al Cusco. 2. EL ESTADO INCA: PRESENCIA EN LOS ANDES 2.1. Estado Andino y Tawantinsuyo El Tawantinsuyo ha sintetizado todo un proceso de miles de años en la evolución de las culturas andinas4. Sin lugar a duda que, la etnia de los Inkas, logró asimilar las formas organizativas de sus etnias antecesoras, y las aplicaron en el sistema que implantaron en todo el territorio que gobernaron (Espinoza 1997: 09) (Rostworosky 1992: 21). Por ello que hablar de su forma organizativa, es hablar también, intrínsicamente, de la organización de los estados andinos antecesores al Tawantinsuyu, en principal del Tiwanaku. Es necesario tomar en cuenta lo que Espinoza (1997: 483) nos plantea en relación a la etnia de los Inka: “...la razón era una sola: el deseo incontenible de restaurar 4
Waldemar Espinoza sostiene que es el fruto de un largo y fecundo proceso cultural, cuyos antecedentes remotos arrancaron aproximadamente hacía dieciocho mil años antes de Jesucristo.
o reconstruir el etado poderoso que gobernaron sus antepasados de Taipicala, estado destruido por los aymaras”. Antes de la llegada de la etnia de los Inka 5, el actual estaba habitado por grupos étnicos que le hicieron resistencia a la etnia extranjera, estos fueron: LOS WALLA: Al parecer son los más antiguos habitantes del , vivían en los terrenos del Aynapata en las faldas del cerro, al oriente de , camino a Charcas. Su aldea principal se llamaba Pachatusán. Su jefe (Sinchi ) a la llegada de los incas, era <Sinchi Apo Cagua>. LOS SAWASERA: Procedían de Sutiqt’uqu (Masca Paruro). Habitaron lo que seria la parte principal de , luego el (luego Qurikancha). Su Paqarina estaba en Paqariqtambu; llegando al cuando ya estuvieron los Walla. LOS ANTASAYA: Procedían de las pampas de Anta. Se ubicaron en la parte norte (actual monasterio de Santa Clara) hasta . Llegaron comandados por su jefe (ave agorera). Dicha presencia y llegada dio ocasión para nombrar al paraje. LOS AYARUCHU (ALKAWISA) Aseguraban proceder del Paqariqtambu (Masca). Su Paqarina era kapaqt’uqu, siendo su jefe que los comandaba Ayar Uchu. Se establecieron en Pumamarka, La etnia de los Incas los denominaron ; pero antes de Alkawisa se les llamaba <araira
Ayllu Cuzco callán>. Tuvieron jefes como <Apomayta> y , éste administraba cuando llegó el grupo de <Manco Capac>. La estatua de estaba en la Waka de , al sur del cuzco, se supone que desde alli son sus posesiones. fue un ayllu ; a la misma que se le había dado el apelativo de . LOS LARES Y POQUE: En realidad no hay, casi ninguna, información acerca de estos grupos; sólo indican que se ubicaban al oriente del . Las fuentes españolas las denominan Nación y Nación ”. Se conoce, también, a través de las fuentes escritas que, existió un reino que se opuso fuertemente a la etnia de los Inkas, hasta, por lo menos, antes del establecimiento del gran Tawantisuyu, hecho por Pachakutiq. El estilo de cerámica que practicaron estos ha sido denominada . Nos referimos a los:
y : Primero partamos de que algunos las consideran dos reynos diferentes, pero, entre otros Espinoza, considera que es una sola:
5
Waldemar Espinoza Soriano, sostiene que esta etnia migrante, serían los sobrevivientes de TAYPIQALA (ahora llamada Tiwanaku). Etnia que fue destruida y perseguida por los aymaras, venidos Tucumán y Coquimbo, que invadieron sus territorios ubicados en la altiplanicie lacustre. Esta etnia estaría compuesta por la élite sacerdotal sobreviviente, que correspondía al Urintaypiqala, puesto que la élite del Anantaypiqala habría sido aniquilada. Quien dirigía este grupo migrante se llamaba <Apo tambo> (Espinoza 1997: 36-46).
(Anan) comprendía desde , por el sur, hasta <jaquijaguana> (pampas de Anta) y . A su jefe se le denominaba genéricamente . (Urin), Mandó sobre Noroeste, su territorio era desde hasta . Su jefe era denominado genéricamente . Posiblemente fueron llamados por el Inka como . El orden e ocupación del paraje, futuro habría sido, primero los Walla, seguido de los Sawasera, posteriomente los Antasaya y luego los Ayaruchu. No es posible determinar en qué momento los y los ocuparon este espacio (Espinoza 1997) , la que sería la futura capital del Tawantinsuyu, estaba dividida en cuatro sectores, los mismo que reflejan, de por sí, un ancestral entendimiento cmsmovisional de dualidad y complementaria (Espinoza 1997) (Rostworoskyb1997): 1. (Picaflor) 2. (Tejedores) 3. <Sairecancha> (¿Tabaco?) 4. (¿?) Hay una coincidencia entre los historiadores en la denominación de los cuatro sectores, pero sólo coinciden en el significado de tres de ellos, para el cuarto sectores no es posible encontrar un significado entre estos estudiosos. Rostworosky sostiene que era una sector donde se mezclan gentes de diverso origen étnico, principalmente quechuas y aymaras (Rostoworosky 1992b: 25). 2.2. Los incas y sus panakas A cada gobernante Inka le correspondía una Panaka6. A éstas se les asignaba tierras, y todo aquello que en vida era del Inka gobernante. Así tenemos a continuación la relación de Inkas y las Panakas que generaron (Espinoza 1997: 47 - 104 ) (Rostworosky 1992b:38): INKA Hurincusco <Manco Capac> <Sinchi Roca> <Maita Capac> Hanancusco <Pachacutec> 6
PANAKA <Usca maita Panaka> <Apo maita Panaka> <Socso Panaka>
PANAKA: “Se formaba con los descendientes de ambos sexos de un Inka reinante, y excluía al que asumía el poder. (...) tenía por obligación conserva la momia del gobernante fallecido y guardarel recuerdo de su vida y hazañas a través de cantares... “(Rostowosky 1992b: 35-36).
Es necesario tener en cuenta que, la momia del primer Inka, <Manco Capac>, según Espinoza (1997), fue enviada al templo de la isla Titikaka, así como la de su esposa <Mama Ocllo>, que fue enviada al templo de la isla Coatí del Mamaquta o Pukinaqucha (hoy Lago Titikaka). 2.3. La posible estructuración social del Tawantinsuyu Hay varios estudios al respecto, intentamos sintetizar estos, teniendo en cuenta es necesario mayores trabajos. I.- La élite: La familia real tenía un origen divino, hijos del Sol7. A este esquema correspondían: a) El Inka o Sapainka. Tenía el mismo rango el Sacerdote del Sol (Inka del Urin) y la Coya. b).- Las Panakas o Ayllus reales, integrado por los descendientes de los soberanos, dentro de los cuales se seleccionaba a los mandos militares, administrativos. 1.- Los Inkas de privilegio. Dado, principalmente, por Pachakutiq, a la nobleza de las etnias aliadas al Tawantinsuyu en sus guerras; los que desempeñaban también cargos. 2.- La nobleza de las nacionalidades derrotadas. I.- El sacerdocio El Inka del urin era el gran sacerdote. En general el grupo sacerdotal, encargado del cultocsolar, componía una casta específica. II.- Inkas simbólicos El Inka (de sangre) elevaba a Inkas simbólicos a los curacas o jefes de las etnias aliadas, y etnias, que le permitieron sostener sus largas guerra de expansión. Quedaron permitidos de celebrar el WARCHIKUY; incluso algunos ayllus, como Inkas simbólicos, fueron señalados para cumplir funciones en la organización política y administrativa del estado III.- Artesanos Entre éstos había, al parecer, categorías y status. Los expertos y más antiguos, frente a los novatos, los que servía al Inka, frente a los que trabajaban por su cuenta, los orfebres y plateros, frente a los alfareros, ojoteros, etc. IV.- Mercaderes Eran los que operaban y controlaban, principalmente, el comercio del MULLU y de las CARACOLAS COLORADAS. Estaban exonerados del ayni, minqa y mitas, aunque pagaban tributos a sus curacas y al estado, pero en especies. Por su condición de viajeros y conocedores de lenguas eran usados como agentes, y hasta espías. 7
En la mitología de la zona de Pachacamaq se dice que el sol hizo caer tres huevos: uno de oro, uno de plata y el uno de cobre; de los cuales nacieron los habitantes en el siguiente orden: del huevo de oro nacieron los nobles (curacas), del huevo de plata nacieron las mujeres de la nobleza, y del huevo de cobre los Atún Runa.
V.- Los Hatun Runas Eran los habitantes que componían los ayllus. Eran de vida eminentemente rural. Constituía la mano de obra indispensable, a través de turnos, la que era recompensada. Dentro de esa categoría también había diferencias. VI. El Ejército Por sus servicios recibían tierras del Inka y que, progresivamente, iban obteniendo influencia. VII.- Los Yanakuna y los Yanayacu Personas que tenían la condición de SERVILES en beneficio de los grupos de élite. La conformaban los prisioneros de guerra, los que heredaron esta condición, los que fueron nados por el Inka a guerreros y otros. Desempeñaban trabajos de toda índole pero en lo esencialserviles en las labores domésticas, pastoriles y agrarias. Al igual que el resto, al interior de estos también había categorizaciones; por estar aislados de sus ayllus de procedencia, no se les repartía tierras y se casaban entgre yanas. 2.4. División territorial y poblacional. El sistema de división funcionaba en relación a sayas, estos estaban basados en la delimitación de áreas tomando como principio la oposición y la complementariedad, que en términos generales eran Hanan (Arriba) y Hurin (abajo), y, también Izquierda) y (derecha) formando una división dual en todo el ámbito andino. Todos los ayllus comprendían esta partición con un sentido de oposición relativa. Desglosemos esta forma organi): , estas estaban compuestas de WAMANÍS o grandes provincias (Estaban a cargo de los < Apo o Suyuyuc-apo >). Los WAMANÍs, a su vez estaban divididos en SAYAS o sectores (los jefes se denominaban ), estas sayas comprendían un número variable de ayllus (suyos jefes se denominaban <curaca>). Las familias de los ayllus eran agrupas siguiendo el sistema decimal. Así, quedan agrupados según el caso: 100 familias denominada pachaka, cuyos cabeza de familia se llamaba y su jefe <pachaca-curaca>. Los ayllus de 500 familias se denominaban , y su jefe ; las unidades de 1 000 familias WARANKA y su jefe <Waranka-curaca>; y la de 10 000 familias , y su jefe . 2.5. La propiedad y posesión de tierras Existía, diversos tipos de tierras, para uso agrícola, sobre las que se ejercía derecho, y según su aprovechamiento se dividía en: 1. 2. 3. 4.
Del estado Del Inka (Sapainka), como patrimonio suyo. De las Panakas o ayllus de la realeza cusqueña. De los ayllus. De tipo colectiva.
5. 6.
Del culto, a cargo de los sacerdotes. De la nobleza regional y local (curacas).
a).- Parcelas de usufructo a cargo de y en tierras del estado, del Sapainka, del culto o de curacas. b).- Lotes en usufructo a cargo de Pinas, pero únicamente en los aledaños a estado u del sapainka.
cocales del
Es necesario recordar que, hubieron grupos que no gozaron de alguna forma de posesión de tierra, entre ellos tenemos a kis Uru del , a los de la playas de Arequipa a Chile, y a los <Moyo> en Caracara, Potosí. A esta posesión de tierras debemos añadir el uso de diferentes recurson y sus beneficiarios: I. II. III. IV. V.
Los pastizales, para pastoreo y ganado, seguían el mismo orden de distribución que el de las tierras agrícolas. Las minas pertenecían al estado Tawantinsuyano. Las aguas eran de uso comunal. Los bosques y las salinas eran de uso comunal e interétnico: público. Las islas guaneras le correspondían a las etnias frente a las que estaban
2.6. RELIGIÓN Y CULTURA QUECHUA – AIMARA 2.6.1. La religiosidad en el Tawantinsuyo Se conoce que hubo una serie de dioses, los mismo que no fueron impuestos de la noche a la mañana por la etnia Inka, sino que tienen una larga data pre – Inka. Veamos algunos: Wiraqucha. Es un Dios Panandino, posiblemente se difundió, según algunos historiadores, desde el Horizonte Medio. Es posible que, revisando los mitos, su culto se difundió de Sur a Norte, y coinciden los etnohistoriadores en afirmar que es un Dios de claro origen Puquina. Fue el Dios principal de la espiritualidad ancestral del espacio andino. Le edificaron templos como: Kacha, Urkus, Kiswarkancha en el Cusco, y Amaybamba, waypar, Chukichaka y Tambu. Dios ordenador, cuya función principal fue la de indicar o señalar el rol y las funciones que debían cumplir los hombres, animales y vegetales, en la Tierra. Según la ancestral tradición Puquina creó a Willka8y a Killa, que son sus hijos. Tunupa Dios de origen altiplánico, propio del y, posiblemente, de la zona de Arequipa y Moquegua. Es un Dios ligado al Rayo y a los Volcanes. Deidad que 8
En el Aymara más antiguo. Su traducción el Sol. Podemos encontrar su empleo en mucho nombres del valle Sagrado, por ejemplo: que debería ser Willkanuta, es decir el rio solar o el río del Sol. En el que quechua se le denomina Inti, forma con la cual a trascendido y llegado hasta nosotros, perdiéndose su forma original Willka.
controlaba y gobernaba a los volcanes y los aluviones. Según el mito Tunupa tuvo dos ayudantes o enviados, o quizá sólo uno: Tarapacá y ¿Taguapaca?. Inti Según el estudio de especialistas es el Dios privativo de la etnia Inka, del que se consideraban descendientes. Se le consideraba como fertilizador de la Tierra y por ser eterno. A las etnias que lo tenía por dios principal se les ha denominado como culturas Solares. La imagen que representaba al Inti en los templos de se llamaba P’unchaw, que estaba confeccionada completamente en Oro. Se dice que tenía la forma de un niño con la parafernalia parecida a la de los señores Inka. Killa Diosa, algunos estudiosos la denominan como hermana de Inti. Era considerada como la señora el Mar, de los Vientos, del parto de las mujeres. Qun Dios, que en otros espacios se le llamaba , , , , e . Se le atribuía el control de las tempestades. Se le figuraba como un varón residente en el Cielo, que con su honda y porra hacía tronar y llover; con esto queda claramente evidenciada su relación deífica como dios de las lluvias y las tempestades. Pachakamaq Se le considera como la divinidad que daba {animo y movimiento a la tierra, de ahí es que se le relaciona como controlador de los fenómenos sísmicos (Rostworosky 1992a). Está relacionado al culto nocturno, y a decir de Rostowrosky con el culto Lunar, a diferencia de Qun que es un culto Solar. Pachamama Diosa encargada del mantenimiento y protección de la humanidad, gracias a ella era posible la producción y su fecundidad era inagotable. Era la Diosa de la fertilidad. En respeto a ella se Ch’alla y se T’inka. Se le ofrece mesas, llamadas pagos, como ofrenda, esto por diversos motivos y, según ello, diferentes fechas y horas. Mamaqucha Diosa encargada de proteger a la humanidad, y a su vez, en otras versiones es el origen de la humanidad. Achachila o Wamaní o Hirka Deidad que mora en los cerros o montes más altos. Es una entidad controladora de los fenómenos meteorológicos. Es considerado también el protector de un determinado grupo o etnia. Apacheta Son una especie de altar a la Pachamama y a los Wamaní, ubicada en lugares de gran altura Paqarina Cada grupo étnico tenía y conocía el lugar de su origen al que denominaban Paqarina, la misma que podía ser un cerro, un puquio, manantiales, lagunas, cráteres, cuevas, huecos en árboles. Pero todas estas Paqarina de los diferentes grupos o etnias, en la totalidad del espacio andino, se creían que estaban comunicadas con la Paqarina Mayor, la del Lago Mamaquta o Pukinaqucha (llamada Titikaka por los españoles) (Espinoza 1997: 462).
La estructura de sus pachas está diseñada de tal manera que presenta el siguiente detalle: El Hanan pacha o espacio de arriba, en la cual moran las divinidades más importantes. Es el espacio y tiempo infinito. El Ukhu pacha o espacio de abajo, en el que moran otros dioses, que no necesariamente están ligados a lo negativo, ni mucho menos diabólico 9. Es el espacio y tiempo infinito; y, a su vez, básicamente físico. El Kay pacha o espacio de aquí, en el que mora el hombre, done debe realizarse todas las cosas para estar en bien con los dioses. El Auki pacha o el gran regente que unifica los otros espacios haciendo de ellos una unidad. Es el espacio y tiempo infinito, y, básicamente, energético y espiritual. Como se puede ver, continúa la composición cuatripartita, su composición de complementariedad y dualidad 2.6.2 La función dual en el sacerdocio del Tawantinsuyu Por su característica de complementariedad y dualidad, como ya lo hemos anotado, también se diferenciaban las funciones en el culto. Así, existía Un Paqu y un Laica. El Paqu tiene el acceso a “trabajar” con las entidades sobrenaturales, invocando a sus espíritus, principalmente a los Wamaní, pudiendo, también manipular determinadas energías en sentido positivo (trabajar con entidades positivas), y de bienestar para el hombre. El Laica, tiene las mismas características que los Paqu, con la diferencia que “trabajan” con entidades negativas que, por lo general hacen daño al hombre. Como se observa, la religiosidad y función religiosa es también dual y complementaria. 2.6.3 Resistencia anticolonialista No cabe duda que, desde la llegada de los españoles a nuestro territorio, el poblador andino a tenido que lidiar con múltiples situaciones generadas por la constante ambición y etnocentrismo occidental. Seguramente puede enumerarse una serie de ejemplos de usurpación, explotación, expoliación, genocidio y etnocidio 10, pero no es nuestro propósito, sino intentaremos dar algún ejemplo de cómo nuestra cultura ancestral, a partir de la llegada de los españoles, ha tenido que disfrazar, enmascarar y ocultar su ritualidad 9
Veamos este relato para entender algo de esta concepción “Qun, Deidad del fuego, desordenado, travieso y descuidado, destruía los sembríos y mataba a los animales que criaba la humanidad; Wiraqucha, deidad suprema, se compadece de su humanidad y determina que Qun sea capturado y confinado a los profundidades de la tierra, como castigo al daño que hacía a su gente. Cuando Qun es capturado, es necesario que alguien se encargue de su custodia, alguien que le dé tranquilidad y seguridad a Wiraqucha en esa responsabilidad; por ello recurre a SUPAYA o SUPAY (descrito como anciano de faz muy arrugada y temible, apoyado en un bastón de corteza de árbol), quien es encargado para tal función. Desde ese momento, el hombre andino, le rinde reverencias y ofrendas a SUPAY por su gran responsabilidad de evitar que la humanidad sufra desgracias por culpa de Qun”. 10 Este etnocidio a conducido a la desaparición de muchísimos grupos étnicos que sólo existen en los registros escritos y la tradición oral (acaso ésta ya extinta), es más, en nuestro tiempo, ya no es posible hablar de etnias puras, al menos en nuestro riquísimo espacio andino altiplánico.
antigua, para evitar sea “extirpada” completamente, que al final deviene en un sincretismo sumamente importante que da fe de la resistencia ancestral andina. No es insulso recalcar aquí que, la comprensión que debió de darse entre los originarios del Ande y los europeos, no fue fácil, ni actualmente los es; debido a que tanto uno y otro correspondían a mundos diferentes, ajenos y opuestos Lo dicho nos exige un primer esclarecimiento en cuanto a la realidad de los españoles llegados al Ande. La psicología de éstos en el siglo XVI estaba marcada por las consecuencias de las guerras de reconquista de los territorios de España que estaban en manos de los moros (España musulmana); por tanto, su preocupación estaba centrada en formar mentalidades y caracteres fuertes e impermeables a la prédica de otras culturas que le fueran de amenaza. A ello, es necesario añadir que “en la España del siglo XV se vivió más bien un tardío florecimiento de un regazo cultural medieval, circunstancia que se percibe en los hispanos llegados a los Andes” (Rostworosky 1992a: 162). Es decir que, el renacimiento italiano, puente entre el medioevo y la modernidad en muchos países de Europa no fue el mismo en España, mucho menos en América, manifestándose en la religiosidad española (Weckmann 1984), la misma que estaba marcada por el fanatismo recalcitrante y un misticismos mal orientado 11, que hizo que los invasores españoles estuvieran preocupados en arrasar todo cuanto encontraran y que representara otro religiosidad que no fuera el de ellos. Por ello, su reacción violenta e intransigente frente a los deidades ancestrales andinas, siendo consideradas representaciones demoniacas. La guerra contra los musulmanes se tradujo, también, en la necesidad de obtener botines de guerra para acumular riquezas 12, de arrasar territorios para ser recuperados y otros anexados a España en nombre de los Reyes, características que, como podrá deducirse fácilmente, son de las huestes pizarristas llegadas a nuestro territorio milenario. Todo esto configura una estructura psicológica, intelectual y emocional en el conquistador, y en especial en el fraile, altamente intransigente y de exterminio de cualquier otro pueblo que no sea el suyo en lo social, económico y, principalmente, religioso. Ahora, veamos como el pueblo andino ha ido conservando sus orígenes religiosos, encubriéndolos con máscaras de la religiosidad occidental, resistiéndose a que desaparezca su presencia ancestral. 11
Producto, no solo de la guerra territorial, sino, con mayor incidencia, de la guerra en nombre, unos de su Dios Musulmanes y, otros, de su Dios Católico. 12 No olvidemos que España no tenía riquezas ni recursos, para solventar y hacer frente a las guerras de reconquista, por lo tanto no tenía con qué pagar a sus soldados. La solución que encontraron fue de que sus tropas se quedaran con la s riquezas que lograran obtener de los moros que fueran echados de su territorio; y todo ese robo y expoliación lo hacía en nombre de los Reyes de España. Esta práctica es la que llega a nuestro Ande.
Para esto partamos de un primer dato de mucha importancia en la historia. Los ayllus y pueblos andinos, así como de otras demarcaciones sociopolíticas pre-hispánicas, a la llegada e invasión española fueron desarticulados y destruidas, a través de su adjudicación a encomenderos. Estos, a parte de los frailes y religiosos llegados, se encargaron, a toda costa, de reprimir y hacer olvidar a sus dioses a los antiguos andinos, y que se convirtieran al cristianismo, siendo los “extirpadores de idolatría” los principalmente encargados de hacer este trabajo, no sólo de perseguir y asesinar a los responsables de dirigir el culto ancestral, sino también de destruir los centros ceremoniales, wakas y esculturas sagradas13, y la institución más macabra de represión, tortura y muerte: “La Santa Inquisición”. Ello obligó a que los maestros encargados de dirigir el culto tuvieran que esconderse, y negar, frente a la pregunta de los invasores, su real función y origen. Iniciándose una resistencia silenciosa. El Pago a la Tierra es una muestra de esta resistencia. Sus elementos conformantes, para quien no conoce de cerca, podría, simplemente, confundirlo. Desglosemos algunos de sus elementos y procedimientos rituales que uno observa. Primeramente, algunos de sus elementos que conforman la mesa no son de procedencia andino, como, por ejemplo el vino, el algodón, y las conchas, entre otros. En el caso del vino, ancestralmente este elemento (líquido rojo) ha estado presente a través del agua de ayrampu y cumplía la misma función; el algodón, ha ido reemplazando a la lana blanca de alpaka; y , las conchas, en realidad siempre estuvo presente en la mesa, debido a que ésta (principalmente la variedad del Spóndilus) eran transportada por comerciantes desde la costa hacia la sierra como producto de trueque14. Otros elementos, aparentemente occidentales como la cruz y las estatuillas, son de origen y uso andino, no nos olvidemos que a la llegada de los españoles, éstos quedaron sorprendidos de la existencia de esto objeto, siendo su nombre ancestral, registrada por varios cronistas: Chakana y que todavía tenia, y tiene, su representación constelar, con la misma denominación. En cuanto a las estatuillas, esta representaron a las entidades que regían al maestro (Yatiri o Paqu), sean wakas, apus, etc. Y no a santos como ahora nos han hecho creer. En cuanto a las invocaciones, rezos y cánticos que hacen con nombres de santos (a) y dios occidental, estos originariamente fueron de deidades andinas: Wiraqucha fue reemplazado por Tayta Dios, la invocación a los apus por nombres de santos. Esto último debido a que fueron reemplazados los nombres de los apus tuterales por nombres de santos católicos; es decir, los nombres de nuestros cerros tuterales recibió nombres de santos Católicos; al suceder esto, los maestros de otras generaciones, más jóvenes, comenzaron a invocar a los apus a partir de su nueva denominación ya católica. 13
En la actualidad muchas variantes del cristianismo están haciendo que sus fieles convertidos, vayan y destruyan los restos arqueológico, que no dejen piedra sobre piedra alguna, con el mismo argumento de los invasores españoles del siglo XVI, que son obras del demonio, sin interesarles que son una riqueza histórica y testigos mudos de la grandeza de nuestro pasado, contribuyendo a borrar nuestra memoria histórica. 14 Rostworosky 1970) sostiene que eran los mercaderes de la cultura Chincha los responsables de este tráfico comercial, desde la costa hacia otros territorios.
La Festividad de la Virgen de Copacabana tiene su origen en una antigua deidad andina llamada. A este respecto el Cronista Ramos Gavilán nos dice (1988 [1621]:191) que entre los ídolo hallados, en el asiento de Copacabana, que era el más representativo y principal, se hallaba la Waka de Copacabana, describiéndolo como un ídolo de piedra azul muy vistosa y consistía en un rostro humano “destroncado de pies y manos”, con cuerpo en forma de pez. Según Ramos Gavilán era el más representativo y adorado de los “Yunguyos”, y estaba ubicad”sensualidades”. En oposición a esta Waka estaba el , que era considera segunda Waka de los Yunguyo, descrita como una piedra con “figura feísima” y un ensortijado de serpientes en la cabeza, ubicada en un cerro alto del mismo nombre (Ibid: 196). Así, la Waka de Copacabana esta situada a orillas del lago, siendo la deidad de las aguas de abajo, mientras era la deidad de las aguas de arriba, simbolizando las lluvias (Rostworosky 1983). Como ya lo expusimos al iniciar este segmento, Copacabana no fue la excepción en el procedimiento y modus opeandi de los invasores. Destruyeron e hicieron desaparecer las Wakas. Pero ¿Cómo se inicia el culto católico? En 1582, un nativo del radicado en La Plata, convertido a la nueva religión, Francisco Tito Yupanqui, inicia el tallado de una imagen de la virgen Maria, Mientras tanto, sus hermanos buscaban que el prelado, responsable de la zona les autorizara la talla de la imagen, siendo inútil tal empresa, pero a pesar de ellos don Francisco continuó con su tallado, hasta que al final fue aceptada la solicitud por el Obispo. Pero tuvieron otra dificultad, los Urinsaya del pueblo no quisieron aceptar la imagen, por había sido uno del Anansaya el autor, y esto producto de sus rivalidad. Sólo un milagro atribuido a la virgen permitió que sea aceptada; así, un 02 de febrero de 1583, día de la Candelaria, hizo su ingreso a Copacabana la virgen e una muy solemne procesión. Para que su culto se difundiera más, se le atribuye un milagro en el año de 1587. Se dice que eran tiempos de sequía, por lo que, los lugareños le imploraron lluvias para sus chacras a la virgen, ésta teniendo pena de ellos se las envía (Ramos 1988 [1621]) Como es posible percatarse la virgen asume, a través el milagro, la función y atributos de una de las Wankas ancestrales del lugar; y, no solo eso, sino que la imagen de la virgen María conserva el antiguo nombre de la Waka. Similar fenómeno sucedió con el Señor de los Milagros, quien reemplazó a la Waka de Pachacamac, pero conservando sus atributos telúricos y sísmicos de éste.
Otro fenómeno parecido es el de la Virgen de Guadalupe en México. Sobre la existencia ancestral de un santuario dedicado a una divinidad llamada CohucóatlTonantzin, el Arzobispo de México, Montúfar, mandó pintar una imagen de la virgen a un natural llamado Marcos para sustituir a la divinidad ancestral. Progresivamente la imagen
fue adquiriendo la denominación de Tonantzin-Nuestra Madre (O’Gorman 1986). Pero con el transcurrir de los años se crea, tras la imagen de la virgen, una milagro, que ella había aparecido, de la nada, y desde ese momento cambia definitivamente su nombre a Virgen de Guadalupe. Otra vez el patrón sucedido en el inicio del culto a la Virgen de Copacabana, en este caso, primeramente, la virgen asume el nombre parcial de la antigua divinidad, como hemos podido ver, para luego desaparecer completamente. La fiesta de las Cruces tiene un origen en la peregrinación que hacían nuestro ancestro a los cerro, apus tutelares, o porque en su cima estaban las Wakas, a las que iban a ofrendarles. Detalle astuto en los españoles, “extirpadores de idolatría”, fue destruir las Wakas y luego reemplazarlas por la Cruz del catolicismo (no la nuestra, la Chakana). Manteniendo así la costumbre de peregrinación a los cerros de los naturales, pero la visita a un símbolo del cristianismo. Pero en realidad no se perdido su celebración ancestral, pues aun se siguen haciendo pagos, ofreciendo mesas, ritual milenario y sacro entre nuestro pueblo andino. Otro aspecto de nuestra cultura ancestral que se resiste a morir es nuestra medicina. Ni la ciencia moderna, actual ha podido desplazarla, muy a pesar de la campaña de desprestigio y ataque, ha sido posible su desaparición; al contrario, ha dado muestras de su eficacia, allí donde la medicina moderna es completamente incapaz. Quizá, la alarma está en que algunas plantas y animales e insectos que se empleaban en las curaciones, ya no se usan actualmente, perdiéndose ese conocimiento, sólo los legendarios “kallaguayos” mantienen el registro de miles de estas planta, animales e insectos. Ya para nosotros es de difícil acceso a esa sabiduría, producto del progresivo hermetismo y recelo de éstos. El ayni, también, como práctica comunal, social, se resiste a desaparecer, y al contrario, se ha llegado a insertarse, fuertemente, de forma muy especial en las costumbres festivas y comunales de los pueblos andinos, cuya práctica es innegable, que hasta las iglesias cristianas, en sus diversas variantes, la practican, aunque no acepten que así sea, pero lo es. Finalmente, si intentáramos buscar algún símbolo de resistencia ancestral andina, sin lugar a dudas, la coca es la llamada a asumir ese sitial, porque resistió, resiste y resistirá frente a la amenaza extranjera. Y, si tuviéramos que señalar un símbolo de nuestro aporte a la humanidad y propuesta de opción civilizatoria, la papa sería nuestro símbolo, ¡Qué duda cabe!
II PERIODO VIRREINAL Y REPUBLICANO 2.1. LA INVASIÓN HISPANA Y RELACIONES DE CONQUISTA 2.1.1. Nuevos patrones de relación entre hombres y mujeres "Ychach munani, Ychach manamunani (Quizá quiero, quizá no quiero)"15[1]. "Yo no me caso si no vendo estos yndios por dies y seis mil pesos que me dan por ellos en barras y en plata. Y si estuviera en esta ciudad la hija de Tomás Vásquez, vezino del Cuzco, que me daba más, me casara con ella"16[2]. Las guerras de conquista propiciaron entre los protagonistas españoles un comportamiento sexual con características comunes a otras experiencias bélicas similares: apropiación física de mujeres, rapto, y violación. La fascinación por el poder y la riqueza afectó también de una manera especial la libido de los personajes que participaron en la guerra, dando lugar a relaciones de género con rasgos de dominio particulares. Sin duda, las vicisitudes de la guerra afectaron singularmente la mentalidad y el comportamiento de todos los que se encontraron envueltos en ella. Pero al mismo tiempo, se inauguraron patrones de relación entre hombres y mujeres correspondientes a esa experiencia, y al sistema colonial que se perfilaba. Para reconstruir e interpretar la dinámica de dichas relaciones en el contexto de la invasión española es necesario considerar las tradiciones ibéricas a propósito de los vínculos entre hombres y mujeres. Buena parte de esta dinámica se explica por la forma en que estos patrones son trasladados a las Indias por los personajes de este drama, y cómo estos se desarrollan dentro de la dinámica propia de la conquista y del dominio colonial. La familia en la sociedad española de la época presentó una configuración. Análoga a la sociedad estamental: un orden jerárquico y funciones muy delimitadas para cada uno de sus miembros. La familia era concebida como un organismo natural que permanecía siempre igual. Cada uno de sus miembros tenía claros derechos y obligaciones. Las relaciones entre sus miembros se definían por criterios de superioridad e inferioridad, así como de mando y obediencia 17[3]. La familia patriarcal ibérica era una entidad inclusiva. Los vínculos entre las familias, así como la propia estructura vertical y jerárquica, englobaban a una considerable cantidad de personas instituyendo una serie de gradaciones que vinculaban a los más nobles y ricos, con los más pobres, con los esclavos y los huérfanos. Dentro de esta estructura se ubicaban también los hijos ilegítimos. Estos eran tratados al mismo tiempo como parientes y sirvientes 18[4]. A pesar de la fuerte tradición patriarcal cristiana, de la herencia musulmana y de la gravitación de los códigos de honor que subordinaban a las mujeres, éstas tuvieron acceso 15[1]
Respuesta de Beatriz Coya, hija de Huayna Cápac, ante la pregunta del sacerdote sobre si quería ser la esposa del español Diego Hernández. Garciaso de la Vega Inca, Los comentarios reales de los Incas. (Lima: Librería Internacional del Perú, 1959). Segunda parte, Libro Sesto, p. 610. 16[2] Palabras del encomendero Lucas Martínez Vegazo, presente en la captura de Atahualpa. Efraín Trelles, Lucas Martínez Vegazo. Funcionamiento de una encomienda peruana inicia/, (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1982), p. 135. 17[3]
José Antonio Maravall, Estado moderno y mentalidad social, siglos XV y XVII, (Madrid: Alianza, 1986), n, p. 27. 18[4] James Lockhart y Stuart Schwartz, Early Latin America, (Cambridge: Cambridge University Press, 1983), p. 7.
a la propiedad y a la herencia, así como a importantes derechos consuetudinarios y formales. Según las Siete Partidas y las Leyes de Toro, que establecieron las grandes coordenadas legales que rigieron durante siglos la sociedad ibérica, hombres y mujeres tenían iguales derechos al patrimonio familiar por lo menos en principio 19[5]. Aunque hubo ocasiones, como en el caso de los mayorazgos, donde se definieron privilegios masculinos en detrimento de la condición femenina. Además, las mujeres tuvieron una acción limitada en el ámbito público y la tutela masculina fue preeminente en la configuración de su interacción social. En cuanto a las opciones matrimoniales femeninas, en general, estaban orientadas por las voluntades paternas 20[6]. Incluso entre las personas de más modesta condición, los intereses maternales tenían preeminencia sobre consideraciones afectivas o estéticas21[7]. Los conquistadores españoles eran tributarios de una tradición en la que el estatus de la naturaleza femenina era discutible. Las autoridades religiosas habían argumentado la inferioridad de las mujeres. Esta concepción la encontramos a lo largo de toda la tradición occidental22[8]. Estas ideas son recogidas en el siglo XV y condensadas en el Manual para los Inquisidores Malleus Maleficarum: las mujeres eran moral y mentalmente inferiores a los nombres23[9]. Estas eran particularmente proclives al mal y débiles frente a las tentaciones, lo que las hacía fáciles vehículos e las obras del demonio. Estas características las ubicaban necesariamente bajo la, tutela masculina -padre, esposo o sacerdoteadscribiéndoles así un rango de menores. En este contexto, el matrimonio fue respetado como institución Y sacramento, y las relaciones sexuales al margen del matrimonio fueron consideradas una falta grave a lo largo de los últimos siglos de la España medieval. La Iglesia, por lo pronto, las tipificó como pecado, y en lo jurídico y civil también fueron susceptibles de condenas y sanciones. La legislación de la época está especialmente afanada por controlar las distintas modalidades de relaciones extra conyugales existentes 24[10]. No obstante, el concubinato y el adulterio fueron fenómenos extensamente difundidos en las ciudades españolas durante los siglos XVI y XVII. El clero, aristocracia, los grupos dominantes en general estaban lejos de ser estrictos en lo que a materia de observación sexual se trataba, y mostraron una 19[5]
Charles Boxer, Women in Iberian Expansion Overseas. 1514-1815, (New York: Oxford University Press, 1975), p. 52. 20[6]
Lockhart y Schwartz, Early Latin America; Martín, Daugh ters; Mariló Vigil, La vida de las mujeres en los siglos XVI y XVII, (Madrid: Siglo Veintiuno, 1986), p. 79. 21[7] Bartolomé Bennassar, The Spanish Character. Attitudes and Mentalities ¡rom the Sixteenth to theNineteenth Century, (Berkeley: University of California Press, 1979), p. 184. 22[8] Jeffrey Russel, Witchcraft in the Middle Ages, (Ithaca: Comell University Press, 1984), p. 283. 23[9] Esta obra, si bien no fue propiamente el texto oficial, se difundió y leyó en los territorios coloniales ultramarinos. Ver Pierre Duviols, Cultura andina y represión. Procesos y visitas de idolatrías y hechicerías. Cajatambo, siglo XVII, (Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 1986), p. LXIX. 24[10] Ricardo Córdoba de la Llave, "Las relaciones extra conyugales en la sociedad castellana bajomedieval," Anuario de Estudios Medievales, 16 (1986): 571-619.
conducta sexual bastante relajada 25[11]. La sociedad hispana se mostró tolerante frente a las relaciones extra conyugales y a las situaciones que de éstas se derivaban. La facilidad con que se legitimaba a los hijos de uniones prohibidas, y el perdón de los delitos sexuales revelan dicha tolerancia 26[12]. Una pauta interesante de la popularidad de las relaciones extra conyugales, y de la ilegitimidad, es que en España el siglo XV fue conocido como "el siglo de los bastardos":27[13] Los hijos ilegítimos estaban privados de una serie de derechos28[14]. Para superar esta desventajosa situación debían adquirir la condición de legítimos a través de una carta firmada por el rey mismo. Una de las formas clásicas de pedir al rey la legitimación de forma personal y obtenerla fueron los servicios personales a su majestad; y qué mejor manera de prestarlos que conquistando indios "infieles". Entonces, no puede descartarse el significado compensatorio y reparador que pudo tener la empresa conquistadora en relación a la condición de ilegítimos de muchos de sus protagonistas. 29[15]
Considerando la difusión de las relaciones extra conyugales y de la ilegitimidad en la península ibérica, éstas constituían rasgos esenciales de la identidad de los españoles y, en consecuencia, de la cultura afectiva hispana. Esto, sin duda, debió influir significativamente en las actitudes hacia las mujeres y hacia la conyugalidad en general. En lo referente al contexto social de los grupos nativos, el intercambio de mujeres en la sociedad quechua jugó un papel fundamental. lo patrones matrimoniales locales variaron de región a región en el área andina. Es iluso generalizar sobre las relaciones entre hombres y mujeres. Las formas de poder y de subordinación femenina también debieron tener rasgos particulares entre los diversos grupos30[16]. Pero hay un aspecto de 25[11]
Bennassar, The Spanish Character, p. 201. Otra manifestación de la flexibilidad, por lo menos de Ias instancias civiles, fue la difusión de la barraganía. La barraganía legitimaba moral y jurídicamente la convivencia entre solteros; el vinculo estaba basado en la amistad y en la fidelidad. En un contrato firmado ante un escribano público, se regulaba el régimen económico, el destino de los hijos y de la herencia, así como ciertas normas para la protección de las mujeres. Pero el vínculo no suponía derechos y obligaciones iguales para los hombres y las mujeres. La mujer estaba sometida a la potestad del hombre. En las escrituras de barraganía del siglo XV el hombre manifestaba que "ha tenido y tiene a la muger", mientras ella afirmaba estar "bajo su mano y a su querer y mandamiento", Córdoba de la Llave, "Las relaciones" 27[13] Ibid., p. 611. 28[14] Ver el capítulo V de este trabajo. 29[15] En lo que va de la investigación biográfica de los conquistadores, es virtualmente imposible conocer con relativa certeza la extensión del origen ilegítimo de éstos. En la obra de Lockhart sobre los hombres españoles que participaron en la captura de Atahualpa en Cajamarca podemos encontrar datos interesantes.. En la mayor parte de los casos, más de la mitad, no aparece información alguna sobre los Padres de los "hombres de Cajamarca". Se desprende que aproximadamente un tercio de dichos conquistadores sabían quiénes eran sus padres. Sólo sabemos que once de éstos eran positivamente legítimos y cuatro no legítimos. De los treinta y tres restantes si bien aparecen señalados los nombres. de ambos padres no aparece mención alguna sobre si los padres eran casados o no. En siete casos de los presentes en la captura del inca sólo aparece el nombre del padre, mientras que hay un solo caso en el que sólo se menciona el nombre de la madre. Pedro Alconchel por ejemplo, hace dos testamentos y en ningún caso revela la identidad de sus padres. De otro lado, Juan de Salinas y Miguel Ruiz figuran con padres conocidos, pero no es posible saber si fueron .legítimos o no. James Lockhart, Los de Cajamarca. Un estudio social y biográfico de los primeros con'quisfadores del Perú, 2 vols. (Lima: Ed. Milla Batres, 1986). 30[16] En ciertas regiones, como en Piura por ejemplo, las capullanas detentaron un poder significativo. Hay más testimonios sobre la existencia de curacas mujeres. Ver María Rostworowski, La mujer en la época prehispánica, (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1986), p. 7. Pero, como señala 1. Silverblatt, queda por averiguar el alcance del poder de las jefas mujeres en sus propios ayllus, y las formas en que se transmitían dichos cargos. Irene Silverblatt, Luna, sol y brujas. Género y clase en los Andes prehispánicos y coloniales, (Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 1990). pp. 13-14, 112-114. 26[12]
esto que interesa ubicar aquí: el intercambio de mujeres a propósito de las alianzas matrimoniales. Este fenómeno, que es casi una ley sociológica, es muy importante para delimitar la distribución de derechos de acuerdo a los géneros y por lo tanto, las formas de subordinación y dependencia entre los cónyuges 31[17]. La apropiación de las mujeres era una fuente de autoridad y de prestigio. Significaba haber recibido reconocimiento de un poderoso32[18]. Asimismo, el estatus de las mujeres dadas en intercambio estaba definido, al menos en parte, por el rango del hombre que realizaba la entrega El inca solía disponer de mujeres que otorgaba a otros señores importantes, ya fuese para honrarlos o en señal de su poder. La entrega de mujeres, en este caso, expresaba la supremacía del inca y la aceptación del don significaba la aceptación del vasallaje al señor quechua. Se creaba una alianza política sellada por el intercambio de mujeres. Al mismo tiempo, con esta práctica se insinuaba una diferenciación de derechos entre hombres y mujeres. Los hombres tenían derechos sobre las mujeres que éstas no ejercían sobre aquellos, ni sobre ellas mismas. Esto no quiere decir que las mujeres no pudieran recibir mujeres como regalo y, por lo tanto, gozar de reconocimiento. A las mujeres nobles también les regalaban objetos y personas, éstas últimas se convertían en servidores. Huayna Cápac, por ejemplo, le otorgó a una de sus esposas, la curaca de Contarhuacho, señora de Tocas y Huaylas, numerosos servidores, entre ellos trescientas mujeres 33[19]. Si bien el intercambio de mujeres supone derechos desiguales para hombres y mujeres, los criterios de reciprocidad entre los géneros proveían a las mujeres de derechos dentro de su nuevo grupo de pertenencia. Asimismo, el intercambio de mujeres implica alianza reciproca entre grupos. Además, los derechos de transmisión paralela aseguraban a las mujeres el acceso a los medios de subsistencia de la sociedad y el control de sus propias instituciones políticas y religiosas34[20]. El intercambio de mujeres en la sociedad inca, de otro lado, se daba dentro de un código de control sexual claramente pautado. El castigo del adulterio parece haber sido drástico y las pautas de relaciones entre [os géneros eran bastante rígidas. Guamán Poma comentaba a principios del siglo XVII "jamás se a hallado mujer perdida ni se a casado perdida ni averse hallado adúltera. A la donzella y al donzel qúebrantado le matavan y le colgaban bibo por una peña, ací mismo al adúltero y adúltera; es la justicia grave" 35[21]. A diferencia de lo que sucedía en España en el siglo XV a propósito del adulterio y de la ilegitimidad, estos fenómenos parecen insulares en los grupos étnicos nativos que se encontraban bajo el poder del Inca. Se trataba de sociedades orientadas a la producción 31[17]
Gayle Rubin,"The Traffic in Women: Notes on the Political Economy of Sex", Toward an Anthropology of Women, edited by Rayna Reiter, (New York and London: Monthly Review Press, 1975), 157-210. Ver pp. 172-177. 32[18] Rostworowski, La mujer, p. 8. 33[19] Maria Rostworowski Doña Francisca Pizarro. Una ilustre mestiza, 1534-1598, (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1989), p. 16 34[20] Aun no queda claro qué tan simétricamente en relación a los hombres. Hombres y mujeres realizaban un trabajo complementario, y estaban obligados unos con otros. La interacción entre las fuerzas femeninas y masculinas era esencial para la reproducción de la existencia social. Pero sostener que las relaciones igualitarias entre los géneros se derivan de lo complementario no es tan convincente: la complementariedad y las jerarquias no son necesariamente excluyentes. Para una muestra ver el trabajo de Marisol de la Cadena, "'Las mujeres son más indias': Etnicidad y género en una comunidad del Cusco," Revista Andina 1, (9), (1991): 4-35. 35[21] Felipe Guamán Poma de Ayala,. Nueva corónica y buen gobierno, (México: Siglo Veintiuno, 1980), 1, p. 192.
agrícola, con un incipiente desarrollo de centros urbanos y una restringida actividad mercantil. El sistema de organización social se basaba fundamentalmente en unidades articuladas internamente a través de lazos de parentescos muy puntuales y definidos. Como en la mayoría de sociedades de este tipo, los patrones matrimoniales debían observar pautas relativamente estrictas a fin de que el acceso a la propiedad, patrilocal, matrifocal y bilateral, común o individual, y los procesos productivos pudieran tener resultados óptimos36[22]. La invasión española supuso para la mayoría de las mujeres nativas un cambio radical. En cuanto a las mujeres nobles, la tradición hispana les permitió mantener el acceso a [a propiedad de las tierras. Pero este acceso privado a las tierras que, en muchas ocasiones se habían destinado a los cultos femeninos autónomos, fue también limitado. Forma[mente se interrumpía una tradición local por la que [as mujeres heredaban lo que la línea antecesora femenina había poseído, y sobre la cual, aparentemente, tenían derecho absoluto37[23]. Ciertamente, las mujeres de la nobleza nativa pasaron de un sistema patriarcal a otro, pero en el caso hispano el prestigio de éstas, según [as investigaciones realizadas hasta ahora, se vio recortado38[24]. El reducido número de mujeres españolas, 39[25] el impulso sexual y la atracción que conquistadores y mujeres nativas podían sentir mutuamente, trajo consigo el establecimiento de relaciones consensuales más o menos duraderas. A esto se agregó el afán de poder y el impulso hacia lo nuevo que caracterizaba a los hombres fundamentalmente jóvenes que protagonizaban la conquista40[26]. Si es posible hablar en términos de lo estrictamente físico en relación a las actitudes de los españoles hacia las mujeres nativas, el exotismo de las mujeres indígenas, la belleza que los españoles pudieron encontrar en ellas, no cabe duda, despertaron su deseo. Hay ciertos testimonios que así lo expresan. Décadas antes Colón apuntaba en su diario de viaje: "Hay muy lindos cuerpos de mujeres"41[27] Y sin embargo, el color diferente de piel fue asociado tempranamente con cualidades estéticas. La piel menos blanca, oscura, fue identificada con lo menos bello. El comentario de Garcilaso sobre Cusi Huarcay, mujer de Sayri Túpac, su pariente, así lo expresa: "era hermossísima muger, y fuéralo mucho más si el color trigueño
36[22]
Hay testimonios de contemporáneos, como el de Guamán Poma que refuerzan esta impresión. El desasosiego del cronista frente al comportamiento de mujeres indígenas se ubica dentro de lo que fue su percepción del "mundo al reués". Las pautas de emparejamiento de su pueblo y de los otros nativos se habían pervertido con la presencia de los hombres blancos, curas, corregidores y encomenderos. Estos hechos habían transgredido las fronteras de su espacio, usando labora! y sexualmente a las mujeres nativas, engendrando "mestizillos", poniendo en juego la continuidad de su raza. Para él, las mujeres indias no son victimas de esta situación, son protagonistas voluntarias. Prefieren amancebarse con españoles o con cualquiera, antes de seguir siendo mujer de indio mitayo. Ibid 37[23] Las autoridades coloniales desconocieron el derecho que las mujeres nativas tenían para ejercer funciones de poder y de heredar cargos de curacazgos. Según los españoles, las mujeres sólo podían acceder al curacazgo de sus padres en la medida que no existiera un heredero masculino. Pero las mujeres insistieron en preservar el derecho matrilineal de transmisión de sus bienes, eligiendo, en ciertas ocasiones, a sus hermanas y sobrinas como sus herederas, Silverblatt, Luna, sol y brujas, p. 88. 38[24] Rostworowski. La mujer; Silverblatt, Luna, sol y brujas, ver capítulos VI y VIII. 39[25] Las mujeres españolas estuvieron presentes a lo largo de todo el proceso de conquista del Perú. De acuerdo a la lista de Pasajeros de Indias, se calcula que durante ese primer periodo viajó una mujer por cada diez hombres. Pero la alta mortalidad de la población masculina española hizo variar tal proporción a una mujer por cada ocho hombres. James Lockhart, Spanish Perú 1532-1560. A Colonial Society, (Madison: University of Wisconsin Press, 1968), p. 150. 40[26] José Durand, La transformación social del conquistador, (Lima: Nuevos Rumbos, 1958), p. 28. 41[27] Tzvetan Todorov, La conquista de América. La cuestión del otro (México: Siglo Veintiuno, 1987) p. 44
no le quitara parte de su hermosura" 42[28] Un aspecto importante que ayuda a entender la tendencia de los hombres españoles a las relaciones consensuales con las mujeres nativas y su resistencia al matrimonio es la importancia de un valor como el honor. En la sociedad hispana de la época el honor era un principio discriminador de estratos y de comportamientos y distribuía el reconocimiento de privilegios 43[29]. La honra y la fama definían las coordenadas de las actitudes de los españoles. Su código se sustentaba en las Siete Partidas. La reputación de un hombre se adquiría por virtud de su rango, sus hechos y su valor. Era una motivación fundamental para la acción personal y conllevaba la pertenencia a una posición social. Suponía la trascendencia de lo individual, con el costo de la propia vida en caso de necesidad. Los pobres reclamaban un honor basado en la virtud, y las mujeres, según la versión masculina, en el recato sexual 44[30]. Dentro del código de honor las mujeres eran consideradas como patrimonio de sus maridos, de donde se desprendía un doble patrón moral que tenía vastas implicancias sociales y personales 45[31]. La apropiación física y de los servicios personales de las mujeres estaba también legitimada por una concepción del honor. La perspectiva de la conquista, del triunfo y de la gloria, exacerbó un valor como la honra. Según Américo Castro para esa época se desarrolló un ansia de "señorío de la persona en una forma desconocida hasta entonces"46[32] . Por más plebeyo que fuera un soldado español, la gloria y la legitimidad obtenida en la guerra en Indias lo colocaban en la mejor de las posiciones para satisfacer ese tipo de aspiraciones personales. Un matrimonio con una mujer india, aunque noble, no proporcionaba al hombre español el prestigio que podía lograr con una mujer española de más o menos alcurnia. La honra estaba asociada a la condición de cristiano viejo, y ésta, a su vez suponía la limpieza de sangre47[33]. Los indios eran de estirpe idólatra, recién "convertidos". Este rasgo podía ensombrecer cualquier árbol genealógico que aspirara un serio reconocimiento en la sociedad hispana. En décadas anteriores a la unificación de los reinos ibéricos, la coexistencia de diversos grupos culturales y étnicos en la península había sido relativamente pacífica y armónica. La consolidación del Estado y la monarquía centralizada, tuvo como correlato, entre otras cosas, la xenofobia. La persecución de moros y judíos había supuesto una redefinición de las reglas de juego que regían la coexistencia de dichos grupos 48[34]. Esto trajo consigo la exacerbación de los sentimientos discriminatorios y la implantación de los prejuicios raciales, que actuaron de manera especial en el contexto colonial americano. Pero es importante enmarcar este dato dentro del código de honor del hombre español. Este estaba muy ligado al comportamiento sexual femenino y particularmente a la virginidad de las mujeres. más allá del significado real que para la sociedad nativa pudo haber tenido la virginidad de las mujeres, los españoles parecen haber percibido que la 'virginidad no era algo que importara mucho entre los lndios 49[35] Esto pudo constituir una amenaza para la 42[28]
Garcilaso de la Vega, Comentarios, Segunda parte, Libro octavo, p. 814. Maravall, Estado moderno, 11, pp. 11-17. 44[30] Bennassar, The Spanish Character, pp. 215-219. 31 Vigil, La vida de las mujeres, p. 140. 45[31] Vigil, La vida de las mujeres, p. 140 46[32] Durand, La transformación p. 50. 47[33] Ibid., p. 36. 48[34] Antonio José Saraiva, Inquisicao e cristaos novos, (Lisboa: Impresa Universitaria. Ed. Estampa, 1985), p. 132. 49[35] Silverblatt, Luna, sol y brujas, p. 74. 43[29]
honra del hombre español, lo que terminaba desanimándolo frente a una opción matrimonial con mujeres nativas. De acuerdo a Garcilaso, los conquistadores españoles mostraron una conducta "templada" frente a las mujeres españolas en lo referido a sus apetitos sexuales. Al parecer, se trataba de una cuestión de honor. No podían hacer uso sexual de las mujeres, hijas, esposas o madres de los de su mismo grupo. La actitud de los españoles hacia las mujeres estaba definida no por lo que ellas significaran en sí, sino por sus relaciones con sus padres y maridos; una identidad definida por sus vínculos con los hombres. Respetarlas era una forma de honrar a sus allegados masculinos. "Fueron igualmente abstinentes y templados, así en comer y beber como en refrenar la sensualidad, especialmente con mujeres de Castilla, porque les parecía que no podían tratar de esto sin perjudicar a sus vecinos cuyas hijas o mugeres eran"50[36]. Sentimientos como este pudieron configurar las relaciones de género entre los españoles. Pero hay otras evidencias que matizan la conducta de los conquistadores. La descripción que hace el mismo cronista de Gonzalo Pizarro citada por Lockhart así lo hace: "dábase demasiadamente a las mujeres, así a indias como de Castilla"51[37]. Los amoríos ilícitos de Melchor Verdugo, "hombre de Cajamarca" con la hija casada de su compañero Francisco Fuentes, revelan también el margen de la trasgresión del código de honor, en cuanto a las formas de relacionarse con las mujeres del propio grupo52[38]. A este tipo de motivos se agregaron otras fuerzas que moldearon las relaciones entre hombres y mujeres en esa época. En principio, las alianzas de los conquistadores con las mujeres de la nobleza nativa facilitaban el ejercicio de poder sobre la población aborigen. Quizás el caso más expresivo es el de la relación entre Francisco Pizarro e Inés Huaylas Yupanqui. Quispe Sisa, su nombre original, fue entregada por su hermano, Atahualpa, a Francisco Pizarro. Están juntos en Cajamarca, Jauja, Cuzco y Lima sucesivamente. Por los relatos de los contemporáneos sabemos que Francisco Pizarro hizo un compromiso formal y público con Quispe Sisa; la presentó a sus amigos como su mujer, en una suerte de esponsales: "veis aquí a mi mujer"53[39]. Durante la sublevación de Manco Inca (1536-1537), Contarhuacho mujer principal del señorío de Huaylas y emparentada con Quispe Sisa, (posiblemente su madre) envía 1,000 indígenas de sus dominios 54[40]. Ayuda significativa sin duda, para vencer el cerco indígena de Lima. Luego, entre 1636 y 1637 la pareja se separa. Pero no todo respondía al manejo de los españoles para ganar la guerra. La actitud de la población indígena también actuó en esta dirección. Hay testimonios que hacen pensar en la existencia de un sentimiento de beneplácito indígena frente a las uniones de sus mujeres con los conquistadores. Garcilaso comenta en ese sentido: "que en aquellos principios, viendo los indios alguna india parida de español, toda la parentela se juntaba a respetar y servir al español como a su ídolo, porque había emparentado con ellos. Y así fueron estos tales de mucho socorro en la conquista de las Indias" 55[41]
50[36]
Garcilaso de la Vega, Comentarios, Segunda parte, Libro tercero, p. 270. Lockhart, Los de Cajamarca, 1, p. 195. 52[38] Ibid., II, p. 50. 53[39] Raúl Porras Barrenechea, Pizarra, (Lima: Ediciones Pizarro, 1 1968), p. 38. 54[40] Rostworowski, Doña Francisca, p. 25. 55[41] Garcilaso de la Vega, Comentarios, Segunda Parte, libro segundo, p. 115. Hemming también piensa que las mujeres indias aceptaron ser las concubinas de los conquistadores. John Hemming, The Conquest ,of the Incas, (Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich, 1970), p. 180. 51[37]
Según Bartolomé de las Casas "las desdichadas mancebas, y sus familias eran engañados por los españoles que las tomaban según su voluntad. Los nativos pensaban que sus hijas eran tomadas por mujeres legítimas"56[42]. En todo caso, disponer de la vida de las mujeres fue una práctica que tuvo continuidad entre los conquistadores. Casar a las madres de los hijos con miembros del grupo social o de la clientela masculina fue una costumbre de los españoles de la época. El propio padre de los Pizarro, el capitán Gonzalo Pizarro, arregló el matrimonio de Francisca Gonzáles, madre de Francisco, humilde criada de un monasterio seducida por éste, con un tal Martín57[43] Convergen en este punto dos tradiciones patriarcales bien distintas. Atahualpa entregaría a Quispe Sisa, hija de Huayna Cápac, a Francisco Pizarro, probablemente como manifestación de su deseo de establecer una alianza o de mostrar su poder. Después de unos años y de haber tenido con ella dos hijos, el conquistador arregla el matrimonio de Quispe Sisa, convertida en Inés Huaylas Yupanqui, con Francisco de Ampuero 58[44], un subalterno miembro de su clientela, otorgándole a éste la encomienda de ChacIla 59[45]. Hacia 1539 Francisco Pizarro establecía una segunda relación de concubinato con una mujer de la élite nativa, Angelina Yupanqui. Cuando Pizarro muere, Angelina pasa a ser la esposa de Juan de Betanzos en matrimonio resuelto por Gonzalo Pizarro 60[46]. La propia madre de Garcilaso, la Palla Isabel Chimpu Ocllo, luego de su relación con el padre de éste, se casa previo arreglo entre los hombres, con Juan del Pedroche. Aurelio Miró Quesada supone en su prólogo que la dote que llevó Chimpu Ocllo fue otorgada por el propio capitán, padre de Garcilaso61[47]. Leonor CuricuilIor había sido la esposa de Quilaco, especie de embajador de Pizarro. Pero durante los años de la conquista pasó a ser la mujer de Hernando de Soto62[48]. Almagro también obtuvo una concubina india noble, Marca Chimbo, hija de Huayna Cápac y su hermana. Luego de un tiempo de convivencia, Marca Chimbo se casó con un español, Juan Balsa 63[49]. El caso de Tocto Chimbu resulta muy ilustrativo. Ella era mujer de Atahualpa e hija de Huayna Cápac. Fue entregada a Hernando de Soto, uno de los principales caudillos, por el inca sucesor 64[50]. Al observar las actitudes de los españoles hacia sus concubinas en general se tiene la impresión de que los amantes se comportan a la manera de padres: dotan a sus concubinas para casarlas, les escogen maridos, les donan legados. Es como si el papel del patriarca se desdoblara: el amante y el padre protector, sin negar naturalmente, la perversión inherente en esta transacción, en la que las mujeres en cualquiera de las dos variables resulta un objeto sin opción propia. Hubo mujeres de, la propia élite que se negaron a ser parte del engranaje de poder entre los gobernantes nativos y los españoles, y entre los españoles mismos. La actitud de la Coya Azarpay, según Hemming, una de las hermanas de Atahualpa, expresa esa resistencia. Según Pedro Pizarro, un español Navarro, cercano a Francisco Pizarro, le pidió a éste que le diera a Azarpay como mujer. Pero Azarpay huye a Cajamarca. Allí es tomada
56[42]
Citado por Durand, La transformación, p. 37. Porras, Pizarro, p. 13. También casó a Maria Alonso, madre de Francisca, con un Alonso de Soto. 58[44] Lockhart, Los de Cajamarca, 1, p. 164. 59[45] Rostworowski, Doña Francisca, p. 18. 60[46] Lockhart, Los de Cajamarca, I, p. 165. 61[47] Garcilaso de la Vega, Comentarios, LXVIII. 62[48] Hemming, The Conquest, p. 181. 63[49] lbid. 64[50] Lockhart, Los de Cajamarca, I, p. 206. 57[43]
prisionera y llevada al lado de Pizarro65[51]. Antes de la captura del inca en Cajamarca y en los momentos inmediatamente posteriores a este acontecimiento, la entrega de mujeres nativas por los gobernantes locales a los conquistadores parece haber sido relativamente fluida. Luego este mecanismo deja de funcionar. Las pretensiones de Gonzalo Pizarro de poseer a la Coya Cura Ocllo, hermana de Manco Inca fueron rechazadas por el Villac Umu 66[52]. A la larga el comportamiento de los españoles hacia las mujeres impactó en la nobleza inca, en la medida en que empezó a afectar sus propios intereses. Quispe Tito, dice Hemming, estaba muy interesado en la unión de su hijo con una niña descendiente directa de la nobleza nativa 67[53]. Los hombres que mantenían vínculos más claramente definidos como legítimos dentro de su estructura familiar original tendieron a reproducir estos valores. Resulta sugerente observar la trayectoria de los miembros de la familia Pizarro; el único miembro legítimo de la familia, Hernando, regresa a España, y aunque durante un buen tiempo vive "amancebado", se casa finalmente con Francisca Pizarro, su sobrina 68[54]. Francisco Pizarro resulta una de las figuras típicas69[55]. Fue hijo ilegítimo, y no hay indicios para pensar que fue reconocido y legitimado por su padre. Convivió con Inés Huaylas Yupanqui, hija de Tupac Yupanqui y Mama Anahuarque, desde la conquista del Cusco en 1534 hasta el cerco de Lima. Las trayectorias vitales de Gonzalo y Juan Pizarro, también nacidos de relaciones extra conyugales, se parecen más a la de Francisco Pizarro que a la de Hernando Pizarro70[56]. Vale la pena recordar también, a propósito de la reproducción de patrones de comportamiento, que Garcilaso de la Vega, al dejar el Perú, llegó a tener en España un hijo ilegítimo con una criada suya 71[57]. La reproducción de este tipo de relaciones entre hombres y mujeres en el contexto colonial se fue convirtiendo en un ingrediente central en la configuración de las relaciones sociales en general. Muchos españoles vivieron con las mujeres que estaban a su disposición, básicamente a su servicio como criadas. Algunas de ellas eran mujeres indígenas traídas desde lugares lejanos; constituían parte del botín de guerra. De Toro, entre otros, mantuvo una relación estable y duradera con su criada indígena 72[58]. Alonso de Mesa convivía simultáneamente con las mujeres indígenas que lo servían. Francisco de Vargas, tuvo una hija mestiza con su sirviente indígena 73[59]. 59 Juan de Valdivieso tuvo un hijo con una
65[51]
Hemming, The Conquest, p. 225. 52Ibid., pp. 182-183. Ibid., pp. 182-183 67[53] En lo que se refiere a este periodo. de la conquista, son las relaciones de los españoles con las mujeres de la élite nativa las que han dejado huellas menos borrosas. Las coyas, las ñustas y las pallas ocupan los relatos de los cronistas en cuanto a concubinas de los Conquistadores. Por ello resulta un riesgo especular sobre las actitudes de éstos hacia las "mujeres del común" en este periodo particular. Para décadas posteriores, sobre todo para fines de siglo, se cuenta con la irreemplazable crónica de Felipe Guamán Poma de Ayala, en donde abunda información sobre las relaciones entre los hombres españoles y las mujeres de los ayllus andinos. 68[54] Lockhart, Los de Cajamarca, 1, p. 64; José Antonio Del Busto, "Una huérfana mestiza: la hija de Juan Pizarro n, Revista Histórica, T. XXVIII, (1965): 103-106. 69[55] Rostworowski, Doña Francisca, p. 63. 70[56] Lockhart, Los de Cajamarca" I, pp. 148-167. 71[57] Garcilaso de la Vega, Comentarios, p. LXV. 72[58] Lockhart, Los de Cajamarca, n, p. 156. 73[59] Ibid., p. 48 66[52]
mujer cañari que formaba parte de su red de dependientes74[60]. Juan García también convivía con una indígena peruana a su servicio 75[61].Por último, Miguel Ruiz, él mismo hijo de una relación entre un español y su esclava, estableció un vínculo bastante consistente con una de las sirvientas nicaragüenses que acompañaban a los conquistadores76[62]. El nacimiento de los hijos de las relaciones consensuales entre las mujeres de la élite nativa y los conquistadores españoles fue por lo menos, en algunas ocasiones, recibido con júbilo tanto por los españoles como por la población nativa. Así fue en el caso del nacimiento de Francisca Pizarra, nacida de la unión de Francisco Pizarro y de Inés Huaylas Yupanqui en Jauja, en 1534 77[63]. La descendencia de esta pareja temporal no quedó en manos de la madre; esta fue separada de sus hijos, pasando los dos niños mestizos, Francisca y Gonzalo, al poder de Francisco Martín de Alcántara -medio hermano del conquistador- y de su esposa doña Inés Muñoz.78[64]. Con ellos, los niños fueron educados en el más puro estilo hispano79[65]. De la relación entre el conquistador y Angelina Yupanqui nacieron otros dos niños mestizos e ilegítimos. A diferencia de los dos anteriores, Francisco y Juan no fueron legitimados. Es probable que este hecho permitiera la mantención de ciertos vínculos entre éstos y su madre Angelina: Francisco permaneció en el Cusco al lado de doña Angelina hasta que tuvo once años más o menos, luego va a España. Pero los cuatro llegaron a estar por un tiempo bajo la tutoría de su tío Gonzalo Pizarro, convirtiéndose en bien ubicados miembros de la comunidad hispana. Los dos hijos mestizos legitimados de Gonzalo Pizarro también fueron a España80[66]. Sebastián Benalcázar, legitima a tres hijos naturales presumiblemente mestizos. Luego, con su hijo ya adulto en España, arregla el matrimonio de éste con doña María de Herrera81[67]. El primogénito llegó a ser teniente gobernador de Popayán y fundó una familia ilustre que se mantuvo durante varias generaciones. Vemos cómo el reconocimiento paterno traía consigo el distanciamiento de la matriz cultural materna, pero una buena posición en la sociedad hispana. Así, la legitimación del padre significó el despojo de las mujeres indígenas de su descendencia ilegítima. El afán de mantener a los hijos mestizos ilegítimos alejados del universo cultural nativo no fue privativo de los conquistadores como individuos. Esta actitud se expresó también en la creación de instituciones como el recogimiento para niñas mestizas de Santa Clara en el Cusco en 1551 82[68]. Allí fueron recluidas doncellas como Beatriz Coya. Incluso en Lima llegó a fundarse una pequeña pero significativa institución similar, San Juan de la Penitencia, aunque de mucho menor trascendencia que la anterior, puesto que desapareció luego de dos décadas. Su existencia perdió sentido rápidamente. La condición de estas mujeres en la Ciudad de los Reyes perdió gravitación como grupo. El destino de los ilegítimos no fue trazado únicamente por la voluntad de los conquistadores. El interés de la Corona española también entró a tallar en la vida de los mestizos ilegítimos. La Gasca, el pacificador, quiso entregarle a Francisquito, hijo de 74[60]
Ibid., p. 46. Ibid., p. 181. 76[62] Ibid., p. 224. 77[63] Hemming, The Conquest, p. 180. 78[64] Lockhart, Los de Cajamarca, I. p. 165. 79[65] Rostworowski, Doña Francisca, p. 31. 80[66] Lockhart, Los de Cajamarca, I, p. 191. 81[67] Ibid., p, 140. 82[68] Nancy Van Deusen. "Los primeros recogimientos para doncellas mestizas en Lima y Cusco, 1550-1580," A/lpanchis, 35 -36, 1, (1990): 249-291. 75[61]
Francisco Pizarro, la encomienda de Yucay perteneciente a su padre junto con las plantaciones de coca de Avisca; recomendaba que fuera legitimado como su hermana. Podía estar al cuidado de su madre Angelina. Pero la Corona sólo aceptó que Francisquito recibiera los ingresos provenientes de esas propiedades. Aclaraba, sin embargo, que éstas debían regresar al poder de la Corona luego de la muerte de éste. Tanto Isabel, hija de Juan Pizarro como Inés a su vez de Gonzalo, recibirían cada una 6,000 ducados provenientes de lo que usufructuaba su primo Francisco. Francisquito, hijo de Gonzalo, potencial rebelde, por decisión del rey, debía ir con su hermana y su prima a España 83[69]. Además de la legitimación, estaba la posibilidad de reconocimiento. Esta modalidad no habilitaba a los ilegítimos para heredar encomiendas o encabezar mayorazgos, pero suponía la protección del padre. La negativa a un reconocimiento formal de los hijos ilegítimos en ocasiones fue reemplazada por el nombramiento de tutores españoles que se encargaran del futuro de sus hijos. Francisco de Vargas, también de los hidalgos presentes en la toma de Cajamarca, encomendó a su hija mestiza, nacida de la relación con su sirvienta indígena, a Jerónimo de Aliaga 84[70]. De la relación consensual entre Leonor Curicuillor y Hemando de Soto nació una hija, Leonor de Soto, que se casó luego con un notario real García Carrillo 85[71]. Sin embargo, la actitud de Soto no fue la misma con la hija mestiza que tuvo con Tocto Chimbo, que no la menciona en su testamento; pero la deja al cuidado de un tutor que él mismo seleccionó 86[72].Juan Pizarro, que se niega a reconocer a su hija con una sirvienta india suya, le otorga 2,000 ducados como dote matrimonial, y le pide a su medio hermano Hemando que la case 87[73]. El temor a posteriores reclamos hereditarios inhibió el reconocimiento de los ilegítimos que los convertían en naturales. Hubo muchas formas de expresar la preocupación por los hijos tenidos con mujeres de condición social inferior y de tranquilizar la conciencia. Las actitudes de los hombres hacia su descendencia ilegítima también tuvieron que ver con su estado conyugal. Hubo hombres solteros como Melchor Verdugo, que no se hicieron problemas con legitimar a sus hijos mestizos, haciéndolos aptos para heredar sus mercedes88[74]. Pero los matrimonios posteriores tendieron a sacarlos de la competencia hereditaria. Incluso cuando no existieran hijos legítimos, las esposas españolas se convertían en herederas de encomiendas y demás patrimonio. La ausencia de herederos legítimos indujo al reconocimiento de los mestizos ilegítimos. Diego Maldonado, que se encontraba entre los hidalgos que participaron en la captura de Atahualpa, ante la ausencia de herederos legítimos, y a pesar de su matrimonio, se animó a legitimar a dos hijos tenidos con una mujer de la nobleza nativa 89[75]. En esta oportunidad, la legitimación supuso hacerse cargo del futuro de los hijos: asegurar herencias, dotes, y casamientos. El caso de Sebastián de Torres, que tuvo dos hijos mestizos, Fernando e Isabel, aparentemente reconocidos, también revela un patrón instaurado en esos días 90[76]. No se conoce la procedencia social de la madre, excepto que era india. Pero Torres se casó luego 83[69]
Hemming, The Conquest, p. 353. Lockhart, Los de Cajamarca, II, p. 48. 85[71] Hemming, The Conquest, p. 181. 86[72] Lockhart, Los de Cajamarca, I, p. 206. 87[73] Hemming, The Conquest, p. 182. 88[74] Lockhart, Los de Cajamarca, II, p. 50. 89[75] Ibid., pp. 20-21. 90[76] Ibid., p. 43. 84[70]
en el Perú con una española "doña". Su hija mestiza, Francisca, como parece haber sucedido con aquellos mestizos cuyos padres optaban por incorporarlos a la sociedad hispana, vivió en la casa paterna, alejada de su parentela india. La experiencia de Francisca nos revela una forma de inserción de los mestizos ilegítimos en el mundo social hispano: vivió con la viuda de su padre, doña Francisca Jiménez en condición servil91[77]. Este sino de subordinación identificaría en décadas posteriores a una buena cantidad de ilegítimos. Hacia 1544, Alonso de Mesa, que en Cajamarca tenía dieciocho años, se resistía a ceñirse a los valores tradicionales de la sociedad caballeresca de la época 92[78]. Mesa no sólo vivía acompañado en su casa del Cusco por sus diferentes hijos ilegítimos, sino que allí reunió al mismo tiempo a sus respectivas madres indígenas, que llegado un momento alcanzaron el número de seis. Tuvo un hijo en cada una de ellas 93[79]. Esta experiencia remite aun patrón andino: la poligamia. Esta funcionaba como privilegio de curacas locales y de miembros de la nobleza inca. En 1552, Mesa todavía estaba soltero, aunque luego eligió por esposa a una mujer de la nobleza nativa, doña Catalina Huaco Ocllo; con la que por lo menos tuvo un hijo legítimo, Don Florencio Hernández de Mesa. Este fue el único de los "Hombres de Cajamarca" que llegó a casarse con una mujer indígena 94[80]. Mesa tenía una esclava negra con la que tuvo a Francisquito, al cual Mesa se rehusaba a reconocer. Este último es un patrón que se inauguró en esos días, y que se asentó en los siglos siguientes: el reconocimiento de los hijos ilegítimos y bastardos por los padres estuvo muy influido por la procedencia, social de la madre. La mayoría de las veces los hombres se negaron a reconocer a sus hijos habidos en mujeres esclavas. En el caso de los hijos, los españoles en su condición de hombres libres no reconocerían a sus descendientes esclavos. Esto resultaba algo en esencia inconcebible en la sociedad hispana y colonial. Los esclavos, como propiedad de alguien no podían heredar; el heredero resultaba siendo el propietario del esclavo. Este hecho desalentaba el reconocimiento de los hijos tenidos con mujeres esclavas, excepto si la posibilidad de manumitir a los niños esclavos era algo viable. De acuerdo a cada caso, los españoles hicieron esfuerzos en conseguir la libertad de sus hijos esclavos. Este horizonte, sin duda, alentó a las mujeres esclavas a establecer relaciones sexuales con los hombres libres. La turbulencia de los primeros años de la conquista permitió a los españoles adquirir ventajas a través de la convivencia temporal con las mujeres de la élite nativa. De todas formas no faltaron las uniones de españoles en situaciones desventajosas que buscaron contraer matrimonio con mujeres nativas con cierto estatus con el fin de acceder 91[77]
Ibid., p. 44. En la relación de hijos de Alonso de Mesa figuran algunos más: Baltazar Hernández de Mesa, natural en Maria Segura; Alonso Hernández de Mesa en Luisa' de Balboa; Bernardo de Mesa y Alonso de Mesa, este último mestizo. Ibid., II, pp. 26-28. 93[79] No siempre es fácil establecer las filiaciones que nos permitan determinar si los hijos mestizos e ilegítimos fueron hijos de uno sola mujer o de varias. El caso de Martín de Florencia, artesano presente en Cajamarca, es un ejemplo. En su testamento reconoce a tres hijos mestizos: Luis, Pedro e Isabelica, habidos en "sus" mujeres indígenas Isabel y Tocto. Esto ocurre con muchos de los casos a los que tenemos acceso. Es también difícil ubicar este tipo de experiencias en el tiempo. Miguel Cornejo, por ejemplo, se casó en el Perú y llegó a tener una familia numerosa de la cual eran parte cuatro hijos concebidos dentro del matrimonio; pero también aparece como padre de tres hijos naturales. No sabemos si los tres hijos naturales nacieron antes o durante su matrimonio. Es de presumir que en el caso de los hijos naturales y legitimados se trate de nacimientos ocurridos antes de las uniones conyugales legalizadas.' De no ser así, la bastardía habría complicado el reconocimiento de estos hijos y su ubicación en la estructura familiar. Esos datos provienen de Lockhart, Los de Cajamarca. 94[80] Esto no deja de sugerir una relación entre la afición de Mesa por las mujeres indígenas y los gestos filantrópicos hacia los indios que aparecieron en su testamento. Lockhart, Los de Cajamarca, II, p. 28. 92[78]
a posiciones de prestigio social de las cuales en principio se veían marginados 95[81]. Los arreglos matrimoniales de la época se realizaron tanto entre españoles e indias como con españolas. Las alianzas del primer tipo no fueron muy comunes, pero algunas fueron favorables al acceso a los bienes que los grupos de poder local, aunque sometidos, podían ofrecer 96[85]. La mayoría de los matrimonios que se realizaron en aquella época tuvieron como finalidad obtener encomiendas, y conseguir o conservar puestos burocráticos. Muchos españoles se casaron con españolas para tener acceso al tributo indígena a través de las encomiendas y repartimientos97[86]. Por otro lado, las alianzas matrimoniales en este contexto inédito, permitieron a muchos españoles de posiciones francamente subordinadas ascender rápidamente en la escala de jerarquías. Un hombre como Pedro de Alconchel, artesano de oscuro origen, gracias a su participación en Cajamarca, logra emparentarse a través del matrimonio con los círculos más aristocráticos98[87]. Entre los plebeyos más bajos que participaron en este acontecimiento estuvo García Martín, que hace un buen matrimonio en Indias con doña Leonor de Valenzuela. Su hijo legítimo logra heredar su encomienda 99[88]. Las mujeres españolas solteras que llegaban al Perú estaban interesadas en casarse con los nuevos ricos. "estando todos los conquistadores sentados en una gran sala mirando un sarao que había, las damas miraban la fiesta desde una puerta que tomaba la sala a la larga. Estaban detrás de una antepuerta, por la honestidad y por estar encubiertas. Una de ellas dijo a las otras: "Dicen que nos hemos de casar con estos conquistadores". Dijo otra: "¿Con estos viejos podridos nos habíamos de casar? Cásese quién quisiere, que yo, por cierto, no pienso casar con ninguno dellos. Dólos al Diablo; parece que escaparon del infierno, según están estropeados: unos cojos y otros mancos, otros sin orejas, otros con un ojo, otros con media cara, y el mejor librado la tiene cruzada una y dos y más veces". Dijo la primera: "No hemos de casar con ellos por su gentileza, sino por heredar los indios que tienen, que, según están viejos y cansados, se han de morir presto, y entonces podemos escoger el mozo que quisiéramos, en lugar del viejo, como suele trocar una caldera vieja y rota por otra sana y nueva".100[89] Evidentemente, en esta minuciosa trascripción de Garcilaso se proyecta el resentimiento a propósito de las deslealtades de los conquistadores hacia sus concubinas indias. Es por estas mujeres, que sienten y actúan así, parece decir el cronista, por las que los españoles cambian a sus mancebas nativas. De todas formas, es importante reconocer el sentimiento existente entre las mujeres españolas a propósito de sus uniones matrimoniales con los españoles que conquistaban los dominios incaicos. Las raras uniones legítimas entre españoles y mujeres provenientes de la nobleza nativa tuvieron propósitos semejantes. Los arreglos matrimoniales fueron una prácica considerablemente difundida y la trama de estas alianzas estuvo orientada hacia la consolidación del poder. La experiencia de Beatriz Clara Coya es una nítida expresión de ello. Manco Inca, el rebelde de Vilcabamba, había tenido tres hijos: Sayri Tupac, Tupac 95[81]
Daisy Rípodas, El matrimonio en Indias. Realidad social y regulación jurídica, (Buenos Aires: Conicet, 1977), p.10. 96[85] Garcilaso de la Vega, Comentarios, Segunda parte, Libro segundo, p. 115. 97[86] Durand, La transformación, p. 38. 98[87] Lockhart, Los de Cajamarca, I, p. 170. 99[88] Ibid., p. 217. 100[89] Garcilaso de la Vega, Comentarios, Segunda Parte, Libro segundo, p. 115.
Amaru y Cusi Huarcay Coya, que al bautizarse recibió el nombre castellano de María .Manrique. De la unión conyugal de Sayri Túpac y su hermana, la Coya Cusi Huarcay nació doña Beatriz Clara Coya101[90]. Los españoles se sintieron con derecho a disponer del destino de estas mujeres. Cuando Sayri Túpac muere y doña María queda viuda, Francisco de Toledo la obliga a casarse con don Juan Fernández Coronel, "soldado español sin abolengo y sin fortuna"102[91]. Igualmente, arregló la boda de doña Beatriz con Martín García de Loyola, descendiente de la antigua y legendaria nobleza de Vizcaya. No deja de ser una tentación imaginar a Beatriz como un trofeo otorgado a García de Loyola en la medida que éste fue el captor del propio Túpac Amaru, el hermano de su padre. Con alianzas matrimoniales de esta clase, los españoles tenían un acceso fluido a los repartimientos de indios más significativos: doña Beatriz era la heredera de un importante y rico mayorazgo. Pero al mismo, tiempo, la disposición de estas uniones permitía a las autoridades metropolitanas controlar el establecimiento de las élites locales y su posterior fortalecimiento que constituían una amenaza real al poder centralizado de la Corona española. Hay que recordar la férrea oposición protagonizada por García de Castro frente a la posibilidad de un matrimonio entre doña Beatriz y Cristóbal Maldonado, señor poderoso del Cusco, con un proyecto de poder mestizo en ciernes, y que luego participaría al lado de los indios rebeldes103[92]. Las escasas uniones de mujeres españolas con miembros de la nobleza local normalmente pasaron por el matrimonio formal. Doña Luisa de Medina se casó con Don Martín, un indígena cabalmente hispanizado: comparte el rescate de Atahualpa, recibe de Pizarro una encomienda, aprende fluido español, se convierte al cristianismo y abandona su indumentaria nativa104[93]. Llega a viajar a España. El otro caso conocido es el de María de Esquivel y Carlos lnca105[94]. El hecho que las mujeres españolas no se casaran con indios, ni siquiera de los grupos dominantes locales, también nos refiere a la precariedad de su estatus de género. El valor de las mujeres les era asignado por las relaciones que éstas pudieran establecer. Ciertamente, aquí tuvo un papel importante la cuestión demográfica: el número de mujeres españolas siempre fue bastante menor que el de los españoles. Esto facilitó enormemente que las mujeres españolas consiguieran establecer relaciones con sus pares peninsulares. Pero esta situación no necesariamente significó relaciones monógamas y estables. El comportamiento del encomendero Lucas Martínez Vegazo ilustra cómo el sistema de las encomiendas orientó la naturaleza de las relaciones entre géneros en esta época temprana. Martínez Vegaso llegó al Perú con Pizarro en su tercer viaje; estuvo durante toda su vida en el ojo del huracán: ganó, perdió y recuperó su encomienda. Mientras tanto, vivió con su criada, una morisca esclava. Al principio, esta mujer, Beatriz, era copropiedad del dicho encomendero: "Poseían los socios tres caballos -uno rucio y dos castaños finos- un negro zapatero llamado Diego y una morisca de nombre Beatriz. Contaban además con las casas y tierras del Cusco"106[95]. Lucas Martínez tuvo una hija con su esclava Beatriz, cuyo nombre no se ha podido averiguar, pero que vivía con su 101[90]
Ella Dumbar, 'El testamento inédito de doña Beatriz Clara Coya de Loyola, hija del Inca Sayri Túpac," Fénix, Revista de la Biblioteca Nacional, 7 (1950): 111-122. 102[91] Ibid., p. 110. 103[92] Héctor López Martínez, Rebeliones de mestizos y otros temas quinientistas, (Lima: P.L. Villanueva, 1972), p. 26. 104[93] Hemming, The conquest, p. 281. 105[94] Ibid., p. 341. 106[95] Trelles, Lucas Martínez Vegazo, p. 37.
madre en Arequipa hacia 1565. El vínculo entre el encomendero y su esclava parece haber sido largo y relativamente permanente. Este se encargaba de por lo menos, enviarle ropa de Castilla y otros "encargos" para Beatriz y su hija 107[96]. Cabe mencionar que Lucas le había entregado la libertad a Beatriz, además de haberle "dado" el apellido. Por último, Martínez, literalmente en su lecho de muerte, contrae matrimonio con María Dávalos, llegando a un acuerdo con su futura suegra: acepta 16,000 pesos como dote, a cambio de su encomienda que heredaría su joven y flamante esposa, la cual se convertiría en encomendera 108[97]. En el caso de Lucas no hay acuerdo, Lockhart dice que éste casa a su concubina, mientras que Trelles en su notable estudio sobre este personaje no menciona el hecho. La historia de Alonso de Toro también es reveladora109[98]. De Toro, que en Cajamarca sólo contaba con veinte años, había mostrado según Lockhart una particular dureza e impetuosidad en los asuntos públicos. Al parecer, en su vida íntima de Toro se comportaba más o menos igual. Ni su matrimonio por el honor de su linaje lo hizo abandonar a su amante de años, una mujer de la nobleza india. De Toro organizó su vida familiar en el más puro estilo señorial. El patrón de la familia extendida y patriarcal, incluía al padre de la esposa el que también, junto con otros miembros y criados, vivían bajo el mismo techo del linaje recién fundado. Pero de Toro no sólo no pudo romper el vínculo con su amante de años, sino que vivió con ella en la casa familiar. Según Lockhart la permanencia de la mujer indígena allí fue aceptada por la esposa de de Toro, Francisca de Zúñiga, pero el abuso llegó a un límite, y luego de seis años de Toro fue asesinado por su suegro. Una situación como esta supone, como sucede en las sociedades donde se arraiga la familia patriarcal, la preeminencia de la ley del "pater" en contraste con una escasa ingerencia de otras instituciones de poder sobre la familia. La esposa debe someterse a la voluntad del marido, que en este caso implicó la convivencia en la misma casa con la amante de éste. Este hecho manifiesta un caso extremo de la predominancia del poder privado frente al poder público, característica propia de coyunturas como aquella. Si bien los primeros años del régimen colonial están marcados por arreglos matrimoniales y relaciones de amancebamiento, hubo uniones conyugales en las que no mediaron intereses económicos. Es el caso de Jerónimo de Aliaga. Hizo una carrera brillante en el Perú como bur en el escenario mismo de la conquista, influyendo fuertemente en las actitudes de los conquistadores hacia las mujeres próximas y hacia los hijos tenidos en éstas. El honor estaba relacionado con valores relativos a la virtud sexual femenina, a la tradición de cristianos viejos, y a la pureza de sangre. A los ojos de los españoles, ninguno de estos rasgos formaban parte de la identidad de las mujeres nativas con las que entablaron vínculos sexuales y amorosos. Los provisionales vínculos de concubinato fueron suficientes para acceder a los recursos que los conquistadores necesitaban para consolidar su poder. De otro lado, en la expansión inca el intercambio de mujeres se había convertido en un mecanismo clave para las alianzas interétnicas que formaban parte del juego imperial. El sistema de intercambio de mujeres propio del sistema de poder inca, aseguró a los españoles, por lo menos en los momentos iniciales, el acceso a las mujeres de la nobleza nativa. En realidad lo que los españoles tenían como horizonte de realización personal era 107[96]
Ibid., p. 122. Ibid., p. 135. 109[98] Lockhart, Los de Cajamarca, II, pp. 155-158. 108[97]
un buen matrimonio con una mujer española. La mayoría de éstos mantuvieron sus relaciones con mujeres nativas hasta que apareciera una opción que pudiera aumentar su prestigio. La guerra de conquista y el contacto con la población femenina nativa constituyeron nuevos referentes para la evolución de la moral caballeresca. Los hombres españoles optaron por vivir amancebados con mujeres de diversa procedencia étnica, especialmente con sus criadas indígenas y con sus esclavas de ascendencia africana. Por un lado se continúa así la tradición ibérica de la servidumbre, y se recrea el patrón patriarcal, la cabeza masculina y la red de criados. Recordemos que la condición de criados suponía vínculos de jerarquía y, sobre todo, de dependencia. Por otro lado, al provenir las mujeres de grupos étnicos sometidos, de territorios conquistados, se inaugura una nueva forma de relación sexual. En este contexto se fue acuñando un patrón de relación sexual en el cual se tendía a identificar fuertemente a amantes con criadas. A este vínculo se agregaba el componente étnico que jerarquizaba, a su vez, lo masculino y lo femenino. La ilegitimidad fue una de las manifestaciones de esa desigualdad, que a su vez alimentaba y acentuaba el sistema de jerarquías propio de la sociedad colonial. Esta forma de vínculo trajo como resultado el nacimiento de niños mestizos e ilegítimos. La inestabilidad del contexto hizo que no existieran pautas firmes a través de las cuales ubicar a los descendientes de estas uniones. El carácter patrimonial del Estado español expresado en la precariedad de la vida pública de las instituciones de la época, agudizada por las circunstancias de la guerra, le dieron a las voluntades masculinas un margen de acción considerablemente dilatado. Las opciones personales fueron desde la legitimación de su descendencia ante la Corona española, hasta la negligencia absoluta. En medio estuvo el reconocimiento formal paterno que convirtió a los ilegítimos en naturales, y mecanismos tales como la adjudicación de dinero, dotes en el caso de las mujeres, nombramiento de tutores y responsabilidades directas asignadas a terceros a propósito de la educación y crianza de los niños. Además, factores de orden personal tales como el estado conyugal de los conquistadores, la presencia de hijos legítimos, la procedencia social y étnica de sus concubinas, la intervención de la Corona, y los intereses personales de los españoles influyeron también en las actitudes de éstos frente a su prole mestiza. Si bien esta dinámica estuvo marcada por intereses individuales, la Corona también intervino en este proceso. Las guerras civiles entre los españoles, así como la sublevación indígena y mestiza, llevaron a las autoridades metropolitanas, a través de disposiciones particulares, a controlar el futuro de la descendencia mestiza de los conquistadores que podía ser amenazante. Todas estas posibilidades estuvieron acompañadas, en mayor o menor grado, de la incorporación de las hijas e hijos mestizos e ilegítimos a las estructuras familiares hispanas, y consiguientemente fueron alejados de la cultura materna nativa. En esta dinámica se perfila la tendencia que va convirtiendo la condición ilegítima en condición de jerarquización, con un componente servil. El colonialismo, especialmente porque supone el fortalecimiento de las jerarquías sociales, tiende a jerarquizar también las relaciones entre hombres y mujeres y, consiguientemente, a deteriorar la condición de las mujeres. El mundo colonial desde sus inicios estuvo cuajado de relaciones de dependencia. La gente tenía criados o era criado de alguien. La verticalidad en las relaciones sociales afectó particularmente las relaciones
entre los hombres y las mujeres. Las coordenadas del ejercicio del poder sobre la población indígena y esclava fueron definiendo la relación entre los géneros y, consecuentemente, la identidad femenina. Las relaciones entre hombres y mujeres se tiñeron de los rasgos propios de las relaciones sociales predominantes, generándose así una particular forma de jerarquización entre los géneros. 2.2. La Pérdida de los Derechos Políticos ". . . los corregidores y padres y comenderos. . . a las mugeres lexítimas o hijas de derecho se las quita el derecho [a gobernar] que tiene desde los yngas y pocición por faboreser al rrico indio” Guamán Poma (1613) 1980, II: 458 En los años inmediatamente posteriores a la conquista, los españoles debatieron la incorporación de miembros de la élite incaica al gobierno colonial. La política española final estuvo en contra de este plan y ordenó el completo desmantelamiento de las estructuras de poder que la nobleza cusqueña encabezaba (Kubler 1946: 341-347). Sin embargo, una vez que el control español se afincó en los Andes, las autoridades coloniales seguían enfrentando el problema de cómo gobernar al campesinado nativo y beneficiarse de él. Los ayllus prehispánicos estaban muy dispersos, dificultando así el cobro del tributo y la enseñanza de la nueva religión imperial a los indios. Por otra parte, los españoles se daban cuenta de lo peligrosos que los ayllus podían ser para su régimen, si se les permitía funcionar como lo habían venido haciendo hasta antes de la conquista. El ayllu pre-hispánico mantendría vivas las tradiciones indígenas, y los colonos sabían muy bien que esto podría amenazar el éxito de su empresa. Por estas razones los pueblos nativos, fueron obligados, a mediados del siglo dieciséis, a reagruparse en asentamientos nucleados conocidos como reducciones (Roel1970: 94). La administración colonial tenía que elaborar un plan que ligara al campesinado indígena a la maquinaria política y económica de España. El modelo hispano de control político modificó las tradiciones políticoeconómicas existentes de los comuneros indígenas, para que encajaran con las necesidades de la empresa colonial. Fue impuesto un sistema de dominio indirecto: las autoridades coloniales reconocieron a los atracas como jefes de sus comunidades respectivas (los ayllus coloniales), al mismo tiempo que instalaban instituciones políticas y religiosas para el gobierno local, diseñadas a la manera de las de España (Kubler 1946: 341347). 2.2.1.
El nuevo papel del curaca Los curacas se convirtieron en los designados intermediarios entre los mundos de la casta conquistada y el de sus amos; A ellos, en igual forma que a la élite incaica, se les otorgó un status social colonial equivalente al de la nobleza europea. En consecuencia, estaban exentos de obligaciones tributarias y tenían el privilegio de tener bienes privados. Sin embargo, estos privilegios fueron concedidos con obligaciones adjuntas. A cambio de los beneficios de la posición nobiliaria, se esperaba que ellos aseguraran el cumplimiento de las exigencias coloniales hechas al campesinado. El curaca era responsable del cobro' del tributo y los impuestos, de la organización y la selección de trabajadores para las mitas coloniales, del cobro de los bienes y del salario debido al cura doctrinero, de los diezmos
adeudados a la 'Iglesia Católica y de la construcción y mantenimiento dela iglesia del pueblo (Spalding 1974: 37)110[1] Debido a su ubicación en la estructura político-económica colonial y a su consiguiente alianza con las autoridades hispanas, los curacas podían aprovechar los nuevos canales de movilidad y las nuevas fuentes de riqueza introducidos por España. A menudo lo hicieron en detrimento de las comunidades a las q4e supuestamente representaban y protegían. En tanto que la autoridad de los curacas provenía de la externa estructura de poder colonial, ellos podían hacer caso omiso de las normas andinas de la reciprocidad y la obligación mutua que tradicionalmente habían mediado la relación entre los jefes locales y los miembros del ayllu (Spalding 1974, 1970, 1973). El deterioro de estas tradiciones, que también daban cualidad distintiva a las relaciones prehispánicas del género, tuvo consecuencias en las relaciones que habrían de emerger entre los curacas y las mujeres campesinas. "Hemos visto cómo los jefes aldeanos de la Colonia participaron en la explotación económica de estas mujeres. Guamán Poma acusó a los curacas de explotar el trabajo de las mujeres bajo su jurisdicción, además de abusar sexualmente de ellas. Pérez Bocanegra advirtió a los curas, en su confesionario para las parroquias con feligreses nativos, que algunos curacas cobraban ilegalmente el tributo a las mujeres y las obligaban a entrar en concubinato (1631: 269, 271). Sacando partido de los nuevos medios a su disposición, los curacas privaron a las mujeres de sus derechos sobre la tierra (ADC: AUP, Proto. 1-2; ACC op. 8, Leg. 2). Otra treta empleada por los curacas, quienes cada vez más participaban en la economía mercantil de la Colonia, fue la de convertir las tierras bajo su control en monocultivos para el mercado interno peruano. Al abusar de su papel como voceros oficiales de sus comunidades, los curacas se convirtieron, de hecho, en hacendados. En este proceso, los miembros femeninos de los ayllus fueron, a menudo, los más expuestos a la pérdida de los derechos al riego ya la tierra. En 1737 los miembros de la comunidad de San Pedro de Tacna iniciaron un juicio en contra de su curaca por haberles expropiado sus tierras ilegalmente. Ellos sostenían que les estaba obligando a dejar las propiedades comunales para facilitar la creación de una hacienda privada productora de ají. En fe de lo cual, testigo tras testigo declaró que el blanco principal del curaca eran las mujeres campesinas (BN: C3967). 2.2.2.
La erosión colonial del poderío de la mujer
Aunque los españoles formalizaron el papel del curaca como intermediario entre la sociedad hispana y el campesinado indígena, ellos no fueron fieles a las estructuras prehispánicas que permitían ocupar posiciones de liderazgo en el ayllu tanto a hombres como a mujeres. Teóricamente, el régimen colonial confirmó los mecanismos anteriores a la conquista, mediante los cuales los curacazgos eran transmitidos (Rostworowski 1961). En la práctica, sin embargo, la administración colonial no reconoció las jerarquías precolombinas de autoridad que delegaban importantes funciones gubernativas y políticas 1. Véanse Stern (1982),'y Spalaing' (1984) para unas excelentes historias locales de las respuestas nativas al colonialismo.
a la mujer. Ni fue tampoco sensible a otras formas de sucesión, matrilinealmente cifradas, a cargos de liderazgo local. En consecuencia, las oportunidades que alguna vez estuvieron a disposición de la mujer para ejercerla autoridad dentro del ayllu fueron debilitándose de más en más a medida que los mecanismos tradicionales que determinaban su selección daban paso a las costumbres hispanas. Uno de los más claros ejemplos de este proceso proviene de la costa norte peruana. Allí, las formas de sucesión pre-colombina fueron erosionadas muy temprano en el período colonial (Rostworowski 1961), Los primeros españoles que llegaron al Perú escribieron que unas mujeres, conocidas como capullanas, gobernaban los grupos étnicos de la costa norte peruana (Anónimo 1906: 160). Es muy probable que las capullanas sucedieran en el cargo matrilinealmente, porque cuando Francisca Canapaynina, una descendiente de la nobleza costeña, solicitó el curacazgo de Nariguala, ella reunió testimonios que probaban cómo las mujeres podían gobernar antes de la conquista española. Sin embargo, para 1613 los testimonios son ya bastante oscuros en lo que se refiere a cómo accedían las mujeres al poder. Al apoyar las pretensiones de Doña Francisca, algunos testigos aseguraban, en términos muy generales, que "corre la suscesión por ellas de la mesma manera que por los varones". Otros, también partidarios suyos, afirmaban que las mujeres podían gobernar; pero éstos emplearon un argumento distinto. Por tradición, dijeron, una descendiente femenina podía acceder al cargo si un curaca no dejaba heredero masculino (Rostworowski 1961: 29). En esta forma, para 1613 los partidarios de Doña Francisca, estaban, en realidad, citando las formas hispanas de la herencia para justificar la legitimidad de su retensión. Las estructuras pre colombinas ya estaban perdiendo su fuerza. Es más, para 1625 Doña Francisca ya no era llamada la curaca de Nariguala, Más bien su esposo, Don Juan Temoche, fue inscrito como "cacique y gobernador" de este ayllu (Rostworowski 1961: 34). En otras palabras, Temoche había comenzado a ejercer el control del curacazgo que originalmente había pertenecido' a su esposa; como mujer casada, Doña Franciscano podía seguir gobernando su ayllu en forma autónoma. Las tradiciones indígenas estaban derrumbándose en formas que perjudicaban las viejas prerrogativas de la mujer para asumir cargos con una autoridad autónoma. No fue un caso aislado el de Doña Francisca. En la región del Cusco, los constreñimientos y las tradiciones legales españolas también golpearon la capacidad de las mujeres nativas para ejercer el poder en sus ayllus en forma autónoma. Aunque algunas mujeres fueron inscritas como las curacas de varios ayllus del valle del Cusco, debe tenerse en cuenta que, para el siglo dieciocho (el período para el cual dispongo de evidencias documentales) su derecho al cargo se basaba en las costumbres hispanas de sucesión. Las mujeres tenían acceso a los curacazgos si sus padres no dejaban un heredero masculino. Aun más, una vez casada, su derecho a gobernara autónomamente quedaba comprometido. Tal fue la historia de Doña Martina de la Paz Chiguantupa, cacica de los indios comuneros de Ccollquepata, que hoy en día es la provincia de Paucartambo. Como única heredera legítima de su padre, a la muerte de éste ella se convirtió en cacica; Doña Martina deseaba nombrar a una mujer, Doña María Juárez, como su "segunda persona", la que sería responsable del cobro del tributo. Pero ella no podía dar esta autoridad a María Juárez directamente, puesto que los constreñimiento s de la legislación -española establecían que, como mujer casada, 'Doña María podía ejercer este cargo solamente a través de la tutela de su marido (ADC: AZ, Escribano A. Chacón y Becena, Proto. 260"147).
La historia se repite en Yucay. En 1770, Doña Isidora Días fue inscrita como la cacica de uno de los ayllus de Yucay (Paca). En 1778 su marido, Don Felipe Tupayache, fue demandado por Melchor Haller de Gamboa por' haber repartido tierras que Don Melchor consideraba suyas, a un comunero. Indio. En respuesta a la demanda de Haller de Gamboa, Doña Isidora afirmó indignadamente que había sido ella y no su marido quien había dado al campesino derechos sobre las tierras comunales, puesto que ella aún era soltera cuando se efectuó el reparto de tierras (ADC: AUP, Exp. Siglo XVIII, Leg. 11-2). En los registros notariales subsiguientes".,.Don Felipe Tupayache aparece registrado como curaca del ayllu Paca (ADC: AUP, Leg. II, f. ,102v). La imposición de las tradiciones hispanas sobre las' formas de" sucesión indígenas, negó a la mujer nativa la oportunidad de ocupar puestos con una autoridad autónoma en sus comunidades; una vez casada, ella perdía su facultad para ocupar cargos locales, al "asumir" los rnaridos sus curacazgos. En el curso de la colonización, la erosión de las formas de gobierno pre-colombinas perjudicó profundamente las posibilidades políticas - de la mujer. Tanto Doña Isidora como Doña Martina eran curacas gracias a las normas españolas de herencia. Las mujeres indígenas que alguna vez pudieron haber ocupado cargos en virtud de las estructuras andinas del paralelismo del género, no tenían ya oportunidad alguna. Guamán foma explica: ". , , los corregidores y padres y comenderos . . . a las mugeres lexítimas o hijas de derecho se las quita el derecho [a gobernar] que tiene desde los Yngas y pocición por faboreser al rrico yndio". [1980, II: 458]. 2.3. Las mujeres campesinas y la pérdida de la legitimidad política Además de legitimar a los curacas nativos al incorporarlos al aparato colonial, los españoles también introdujeron instituciones políticas y religiosas para el gobierno local, diseñadas según la organización municipal de España. El aparato civil consistía en un cabildo y en la elección anual de un alcalde, un regidor y alguaciles. En la esfera religiosa, los españoles crearon una jerarquía de asistentes laicos de los curas doctrineros: cantor, sacristán y fiscal. Como señalara Spalding, existían ventajas para los nativos que decidían asumir estos cargos y aliarse con los representantes provinciales de la autoridad española: la exención del servicio de la mita y la dispensa del tributo (1974: 73). Además, puesto que la autoridad en que estos cargos se basaban provenía de la estructura colonial de poder, quienes desempeñaban los cargos podían, hasta cierto punto, hacer caso omiso de las normas consuetudinarias que regulaban el poder y la riqueza en las comunidades andinas tradicionales. Al igual que los curacas, los hombres que participaban en el gobierno del poblado o que estaban al servicio del cura doctrinero podían ignorar, dentro de ciertos límites, las estructuras pre-colombinas que daban forma a la vida social y política del ayllu. Respaldados por hombres con poder en el aparato español civil y religioso, estos funcionarios nativos también podían desentenderse de las normas andinas tradicionales que limitaban las actividades de quienes ejercían la autoridad dentro del ayllu. Fuera de las restricciones de la sociedad tradicional, algunos de los hombres que asumieron estas funciones en los ayllus coloniales, comenzaron a explotar las oportunidades ofrecidas por sus cargos.
Esta explotación tomó a menudo la forma de abuso a la mujer indígena, en modos inadmisibles para los patrones precolombinos. Guamán Poma acusó repetidas veces a los funcionarios civiles y religiosos de los ayllus, de aprovecharse de sus puestos' en forma injusta. Ellos podían explotar el trabajo y robar a las ahora vulnerables mujeres de sus ayllus, en complicidad con los funcionarios españoles (1956, II: 61, 111, 112, 122, 124, 152, 153, 175,191, III: 75). Y los funcionarios masculinos hicieron mucho más que participar en la explotación económica de la mujer campesina como lacayos de los españoles y de los curacas a quienes servían e imitaban. A medida que las normas y las estructuras de la sociedad occidental penetraban en los ayllus coloniales, los hombres -los "dueños" de sus parientes' y afines femeninos- manipularon a la mujer con el fin de obtener cargos de ventaja relativa. 'Guamán Poma relata: "Que algunos yndios cazados, ellos propios lleuan a sus mugeres y algunos lo lleuan a sus ijas o ermanas o sobrinas a los padres de la dotrina y lo mete a las cocinas y lo alcagüetea. Ellos propios lo concienten. ; . Porque le haga alcalde o fiscal O sacristán. Y ancí tiene tanto fabor del yndio". [1980, 11: 582h] En esta forma, a medida que las estructuras tradicionales cedían cada vez más ante las presiones de la España colonial" algunos hombres indígenas se volvieron hacia los cargos en las instituciones religiosas y de gobierno local como una forma de aliviar las cargas que la sociedad colonial había impuesto. Traicionando las normas de sus antepasados, los hombres emplearon a las mujeres más cercanas a sí para aprovechar los beneficios que el sistema de poder colonial colocaba frente a ellos: '” ...después de auielle castigado'[al fiscal]'le pidió una hija suya que tenía.” "Y le dixo que más onrra teniÍa que fuese muger del padre que no de un yndio hatun luna tributario... y que le defendería de los caciques prencipales y de alcaldes:'yque le, daría a ueuer uino cienpre, pan y carne y que no le quitaría la uara de fiscal toda su uida". [Guamán Poma. 1980, II: 544]. Al ceder las estructuras tradicionales a tales presiones, aquellas estructuras que debían ser el fundamento de la organización política y religiosa del ayllu colonial, se volvieron cada vez más ilegítimas a los ojos de muchos campesinos nativos. Sin embargo, solamente la mujer campesina fue obligada a llevar la doble carga de la explotación sexual y económica perpetrada por los varones indígenas que supuestamente eran sus representantes. Muchas mujeres deben haber cuestionado profundamente la legitimidad de, las instituciones, que permitían a sus jefes masculinos abusar impunemente de ellas. No obstante, esto es sólo una parte de la historia. Al mismo tiempo, los miembros del ayllu luchaban por dar a las estructuras de gobierno impuestas por los españoles, una forma que encajara con sus conceptos tradicionales de la vida política 'y religiosa. La finalidad de las leyes toledanas fue el socavar las prácticas precolombinas; con todo, este objetivo fue a menudo frustrado por los ayllus al remodelar y adaptar éstos las formas hispanas a los modos de organización andinos. Pero a pesar de la elasticidad del ayllu colonial, la mujer seguía en una posición desventajosa. Todos los cargos formales impuestos por los españoles estaban reserya9cos
para los. Hombres. En consecuencia, los cargos municipales Y laicos de la península ibérica y podían ser modificados o reformulados en función a los componentes masculinos de las instituciones político-religiosas precolombinas. Mas las organizaciones femeninas, tan importantes para la vida del ayllu andino con anterioridad a. la conquista, no. podían hallar ninguna forma española equivalente con la cual legitimar su existencia. Aun cuando el aparato de gobierno comunitario impuesto por los españoles estaba siendo transformado por muchos ayllus coloniales, de acuerdo a los principios precolombinos de la organización político-religiosa, la síntesis emergente no favorecía la continuidad de las estructuras de autoridad paralelas controladas por mujeres. Aunque la sociedad colonial minaba la preservación de las organizaciones rituales femeninas, en ciertas comunidades las mujeres (y los hombres) descubrieron los medios para evitar dichas presiones. Algunas mujeres encontraron las formas -frecuentemente tortuosas- de seguir participando en las estructuras oficiales de gobierno comunal. El sacerdote jesuita Pérez Bocanegra describe el desarrollo de un proceso en el cual las mujeres que ocupaban cargos religiosos nativos principiaron a unir sus actividades con la1j prácticas cristianas. El descubrió inadvertidamente que los indios se confesaban con clérigos nativos -femeninos y masculinos- antes de confesarse con el cura doctrinero católico: "Aduierta también mucho el Confessor, que en esta ciudad, y fuera della hazen vna cosa algunos Indios, e Indias (que se llaman hermanos mayores, y hermanas mayores entre ellos mismos:) y se les pueden poner nombres de alunbrados, y aturdidos, acerca de ciertos quipos . . . que traen para coufessarse [sic, n. del L], como escrituras, y memoriales dellos. Porque estos tales Indios, y particularmente las Indias, enseñan a orras [sic, n. del t] a se confessar por estar ñudos y señales; que los tienen de muchos colores, para hazer diuision de los pecados, y el numero de los que an cometido, o no, en esta manera. "Antes que vaya el Indio, o India penitente alos [sic, n. del t.] pies del Confessor, y Sacerdote, ya se él confessado con estas Indias, e Indios de todos los pecados, ora sean los que an cometido, ó los agenos, que nunca cometieron . . . y para este efeto, les mandan uayan atando ñudos en sus hilos, que llaman Caitu, y son los pecados que les enseñan, (los maestros, y maestras desta manera de confessar), los quales parecen: añadiendo, y poniendo en sus ñudos otros, que jamás cometieron mandando les, y enseñáldoles, a que digan es pecado el que no lo es, y al contrario. ."Y lo mas común les hazen leuantárse infinitos testimonios, y confessar lo que nunca hizieron . . . como muchas vezes e sacado a luz por las preguntas, y repreguntas que les hago, hasta que vienen a dezia [sic]: Assi me lo mandaron . . . los hermanos, y hermanas, lo dixesse por estos ñudbs; y dizen, que son confessiones generales. ". . . "Demas de gIJe no confiessan los pecados que an hecho:" porque estos no no los dicen al Confessor, sino solos los que les an enseñado estos tales Indios, e Indias [en los ñudos] . . . ". . . y despues de se auer confessado con el Sacerdote, van a tratar con estos Indios, lo que el Padre les dixo, y la penitencia que les dio. Haziendo burla del, diziendo, que no sabe preguntar al penitente, o que no les entiende su lengua. . .".
[1631: 111-113]. Así, bajo el ropaje del ritual católico, los sacerdotes indígenas -hombres y mujeresllevaban a cabo un importante rito de la práctica religiosa precolombina de los Andes, la confesión andina. Registrando los "pecados" de sus ayllus en quipus (cuerdecillas anudadas usadas como un aparato mnemotécnico), el clérigo nativo decía entonces al penitente cuáles "pecados", escogidos entre los de toda la comunidad, había de revelar al cura católico. Por supuesto que Pérez Bocanegra quedó espantado con muchos aspectos de esta desviación de la ortodoxia católica. Lo que le horrorizaba no era solamente el hecho de que las mujeres pudieran ser confesoras en los ritos nativos. Todavía más importante era que, al ocultar sus actividades "heréticas" enviando personas a confesarse con los clérigos católicos, los sacerdotes y las sacerdotisas nativos podían preservar la práctica de los ritos indígenas -ritos que incorporaban conceptos del pecado, la culpa y la responsabilidad radicalmente distintos de los del dogma católico. Para su consternación, Pérez halló que la religión católica era tenida por sus feligreses indígenas como una farsa, pudiendo ellos emplear la nueva religión como un velo con el cual ocultar su idolatría y su herejía. Nótese que el proceso confesional dirigido por las sacerdotisas nativas aún guardaba formas precolombinas de la organización"'religiosa. Pérez sabía muy bien que estas confesiones heterodoxas estaban estructuradas según divisiones del género: ". . . las: Indias enseñan a orras [sic] a se confesar por estos ñudos y señales. . ." (1631: 111). El manual de Pérez Bocanegra fue escrito para ayudar á. los sacerdotes en su campaña contra los indios que osaran continuar con las prácticas religiosas de sus antepasados paganos. En consecuencia, los hermanos y hermanas mayores fueron objeto del ataque del clero católico; a juzgar por el manual de Pérez, la campaña subsiguiente fue especialmente dura en su lucha contra las idólatras femeninas (1631: 111). En los siglos dieciséis y diecisiete, las mujeres se vieron doblemente amenazadas. Ellas eran perseguidas por la Iglesia y por las autoridades administrativas y religiosas indígenas que se habían aliado con el régimen colonial. Estos funcionarios locales, cuyo poder provenía de su alianza con las autoridades hispanas, no se sentían ya comprometidos por las obligaciones mutuas ni por las reglas normativas que regían las relaciones sociales andinas tradicionales; ellos amenazaban a las mujeres y abusaban de ellas en formas. que resultaban ilegítimas según los códigos sociales y morales precolombinos. Por otra parte, las instituciones políticas y religiosas locales impuestas por los españoles, negaban a la mujer un acceso directo a los canales oficiales de autoridad que regulaban la vida comunitaria. Dijo Lucía Suyo Carhua, acusada por los extirpadores de idolatrías de ser una hechicera y una sacerdotisa de la herejía: "'. . . ya beys que oy es tiempo al rebés, porque estamos perseguidos (AAL: Leg. 2, Exp. XIV, f. 2v) 111[2
111[2]
Lucía dice "el tiempo está al revés", pero en quechua ella probablemente habrá empleado la palabra pacha, que denota tanto el tiempo como el espacio (espacio-tiempo). Ella está expresando metafóricamente el colapso del orden social y físico andino, así como el de los mecanismos sociales a través de los cuales ese orden era mantenido.
2.2.
EL PERÍODO REPUBLICANO
2.2.1. EL PERÚ REPUBLICANO SIGLO XIX El siglo XIX fue testigo de dos momentos dramáticos que marcaron notablemente el desarrollo histórico peruano: la Independencia y la Guerra con Chile. Fueron dos coyunturas trágicas que sembraron caos, destrucción material y división interna. Ambos dejaron muchos odios y tareas por resolver. También es visto como el siglo de las oportunidades perdidas por la gran riqueza guanera que multiplicó el derroche y la corrupción hasta colocar al país en bancarrota hacia los años de 1870. Si consideramos que la independencia se logró en 1824 con la batalla de Ayacucho y que las tropas chilenas abandonaron el Perú en 1884, deducimos que los primeros 60 años de la historia peruana estuvieron marcados por el fracaso. Luego de Ayacucho el Perú no pudo escapar al dominio de los caudillos. Estos personajes, en su mayoría militares, manejaron el poder a su antojo, sembraron el caos político y, lo más peligroso: su personalismo retrasó el asentamiento del orden institucional en el país. Luego de la pobreza general dejada por las guerras independentistas, a partir de 1850 la bonanza guanera les permitió gozar de un recurso para asegurar su permanencia en el poder. De esta manera el país experimentó un clima de relativa estabilidad política y pudo ser testigo de algunas inversiones en obras públicas (educación, servicios urbanos y ferrocarriles). Ramón Castilla fue el caudillo más afortunado pues sus gobiernos coincidieron con esta prosperidad falaz, tal como llamó a esta era Jorge Basadre. Pero en realidad el guano sembró la irresponsabilidad en el manejo del estado. Mucho se invirtió en burocracia, en gastos militares y en operaciones oscuras. Los gastos superaban a los ingresos y muchas veces, para cubrir el déficit, se recurrió al crédito externo poniendo como garantía las ventas futuras del guano. En algún momento el sistema tenía que colapsar. Esto sucedió en la década de 1870 cuando el Perú se declaró en bancarrota: tenía la deuda externa más grande de Latinoamérica y sus ingresos no podían cubrir sus gastos corrientes y el pago de la deuda. Pero los problemas no quedan allí. La guerra estaba a la vuelta de la esquina: en 1879 el Perú, unido a Bolivia por un “tratado secreto”, tuvo que entrar en un conflicto por el control del salitre frente a Chile. El país no estaba en condiciones económicas, políticas y militares de salir bien parado de la contienda. El conflicto terminó formalmente en 1883 con el Tratado de Ancón que sancionó una grave pérdida territorial. Las provincias del sur, ricas en salitre, fueron el botín del enemigo. La derrota ponía fin a una etapa. Ahora había que reconstruir el país bajo otros criterios. Los puntos pendientes eran: erradicar el caudillismo en la política, fomentar el desarrollo de las instituciones, diversificar las exportaciones para no depender de un solo recurso y hacer un manejo más técnico de la economía. Los años que vienen son un esfuerzo por hacer del Perú un país más moderno e integrado para afrontar los desafíos del siglo XX. 2.2.2. La Independencia (1808-1825) - El Perú Republicano: La ruptura del Perú con España formó parte del movimiento separatista latinoamericano frente al imperio español, que podríamos ubicar entre 1808 y 1825. Políticamente se precipitó cuando las tropas napoleónicas invadieron la
Península poniendo en evidencia la crisis de la monarquía que debió interrumpir las comunicaciones con sus dominios de Ultramar. Ideológicamente, sin embargo, la independencia fue un lento camino de alejamiento y crítica por parte de los criollos más ilustrados frente a la Metrópoli. Recordemos que los borbones los habían desplazado de muchos puestos claves de gobierno en favor de burócratas peninsulares. Esto dio lugar a un “nacionalismo incipiente” que se reflejaría en peticiones de autonomía política y ciertas libertades económicas que la monarquía española se negaría sistemáticamente a conceder a los americanos. En el Perú muchos de los llamados “precursores”, como José Baquíjano y Carrillo, Toribio Rodríguez de Mendoza o Hipólito Unanue, se inclinaron por esta suerte de reformismo. Pocos fueron los que adoptaron resueltamente el separatismo como Juan Pablo Viscardo y Guzmán o José de la Riva-Agüero. Desde el punto de vista militar la liberación de Sudamérica se llevó a cabo a partir de la década de 1820 en dos frentes de manera casi simultánea. La Campaña del Sur, dirigida por San Martín, empezó en Buenos Aires y avanzó por los Andes logrando la independencia de Chile; la Campaña del Norte, comandada por Bolívar lograría, no sin muchas dificultades, la independencia de la Gran Colombia (lo que hoy son los territorios de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador). Ambos movimientos convergieron en el Perú, la plaza más importante del ejército realista. Aquí, en1824, las tropas de Bolívar y Sucre lograrían las victorias de Junín y Ayacucho. Al otro lado del continente, en México, los patriotas seguirían su propio camino de liberación. Los cierto es que en 1826 España había perdido un enorme imperio del que sólo conservaría, hasta 1898, dos islas en el Caribe: Cuba y Puerto Rico. Unas 15 millones de personas habían dejado de ser súbditos del rey de España. Dentro de este marco la independencia del Perú fue, junto a la de México, la más complicada y larga de todas. La guerra duró entre 1820 y 1826 aproximadamente, causando numerosas muertes y pérdidas materiales. Esto es comprensible ya que el territorio del antiguo Virreinato peruano ocupaba un enorme territorio que alcanzaba hasta lo que hoy es Bolivia, el famoso Alto Perú. Se trataba de un espacio muy diverso con realidades étnicas, regionales y económicas muy complejas y a veces contradictorias. Un escenario, además, donde una minoría blanca (criollos y peninsulares) convivía con la masa indígena más numerosa del continente, esto sin mencionar la presencia de esclavos negros y de un grupo cada vez más nutrido de mestizos y castas. El temor de una sublevación de las masas era algo que preocupaba a la élite. Por ello aquí la pugna de intereses hizo que no todos sintieran en el mismo momento la necesidad o la conveniencia de separarse de España, ni tampoco la forma en cómo llevar a cabo un proyecto tan delicado. Fue en este ambiente de confusión que actuaron los ejércitos de San Martín y Bolívar cuando llegaron a nuestro país. 2.2.3. Inicios de la República (1825-1845) Luego de la batalla de Ayacucho el Perú quedó con total libertad de organizarse políticamente. El problema era que los cambios sociales y económicos habían sido pocos. Por ello fue que el orden liberal y republicano que propusieron muchos políticos estaba divorciado de una realidad todavía muy arcaica y, ahora, caótica. Durante los siguientes años la participación política quedó reducida a un pequeño grupo de la población, es decir,
a la élite civil y militar sin un proyecto nacional claro. Por ello al interior del país surgieron tendencias regionalistas y por momentos separatistas como en los departamentos de Cuzco y Arequipa. Allí, como en la mayor parte del país, la presencia del estado era muy débil luego del desmantelamiento de la administración virreinal. Surgió así la presencia del gamonal, es decir, el terrateniente que sumó a la propiedad de la tierra el poder político en su localidad o región. En este clima las instituciones no funcionaban o eran casi inexistentes, y la falta de una clase dirigente hizo que los intereses de grupo, las lealtades regionales o personales fueran la clave de la vida política. El poder terminó cayendo en manos de los jefes militares vencedores de Ayacucho: los caudillos. Ellos representaron intereses regionales de gamonales y comerciantes a los que concedían cargos públicos y tierras. Eran la cabeza de una complicada pirámide de patrones y clientes. Las figuras de Agustín Gamarra, Felipe Santiago Salaverry, Andrés de Santa Cruz o Manuel Ignacio de Vivanco, claves en la política de estos años, corresponden a este primer militarismo, tal como lo definió Basadre. El caudillismo se convirtió en una empresa cuyo objetivo era la conquista del poder. El estado era el botín a repartirse. Quizá el único proyecto importante surgido del caudillismo fue la idea de volver a unir Perú y Bolivia en 1836: la Confederación Perúboliviana, ideada por Santa Cruz. Pero el mismo caudillismo, los intereses regionalistas y la intervención chilena la hicieron fracasar en la batalla de Yungay (1839). De todos estos caudillos faltó un dirigente excepcional, alguien capaz de imponer la autoridad de un gobierno central y subordinar las regiones para evitar la anarquía. Entre 1821 y 1845, es decir en 24 años, se alternaron 53 gobiernos, se reunieron 10 congresos y se redactaron 6 constituciones. Hubo años, como en 1838, que gobernaron 7 presidentes casi al mismo tiempo. Vemos entonces que la autoridad de estos caudillos no fue resultado de un consenso ni tampoco pudo imponerse de forma estable. Cuando conquistaban el poder concentraban su atención en satisfacer las demandas de sus allegados políticos. Eran gobiernos de minorías para minorías. No pudieron integrar a la sociedad retrasando el camino de convertir al Perú en un estado-nación. 2.2.4. La Era del Guano (1845-1879) A partir de 1845, con la llegada de Ramón Castilla a la presidencia, el Perú inició un período de relativa calma política debido a que ahora los gobiernos gozaron de un ingreso económico inesperado: el guano de las islas. La exportación de este famoso fertilizante se hizo posible a la gran demanda de Norteamérica y Europa por elevar su producción agrícola debido al crecimiento demográfico. Hasta el estallido de la Guerra con Chile (1879) el Perú exportó entre 11 y 12 millones de toneladas de guano que generaron una ganancia de 750 millones de dólares. De ellos el estado recibió como propietario del recurso el 60%, es decir, una suma considerable para convertirse a través de inversiones productivas en el principal agente del desarrollo nacional. Si calculamos la importancia del guano en la economía de la época podríamos decir que, cuando Castilla hizo el primer presupuesto para los años 1846-1847, la venta del fertilizante representaba el 5% de los ingresos totales; años más tarde, entre 1869 y 1875, el guano generaba el 80% del presupuesto nacional. Con esta inusual bonanza, luego de 20
años de anarquía y estancamiento, se podía recuperar el tiempo perdido: atraer la inversión e iniciar una vasta política de obras públicas para modernizar al país. El resultado final no fue tan alentador. El dinero generado por el guano fue destinado a rubros casi improductivos: crecimiento de la burocracia, campañas militares, abolición del tributo indígena y de la esclavitud, pago de la deuda interna y saneamiento de la deuda externa. Solo la construcción de los ferrocarriles y algunas inversiones en la agricultura costeña (caña de azúcar y algodón para la exportación) escaparon a este desperdicio financiero. Hacia 1870 las reservas del guano se habían prácticamente agotado y el Perú no estaba preparado para este colapso, cargado como estaba con la deuda externa más grande de América Latina (37 millones de libras esterlinas). Fue entonces que el país pasó, como tantas veces en su historia, de millonario a mendigo, sin nada que exhibir en términos de un progreso económico. El Perú no había podido convertirse en un país moderno con instituciones civiles sólidas. La razón de este fracaso ha sido explicada por la falta de una clase dirigente. Tanto los militares como los civiles surgidos bajo esta bonanza no pudieron elaborar un proyecto nacional coherente. Dirigieron su mirada hacia el extranjero, apostaron por el libre comercio y compraron todo lo que venía de Europa arruinando la escasa producción o “industria” local. Con muy pocas excepciones se convirtieron en un grupo rentista sin vocación por la industria. En especial los civiles no habrían podido convertirse en una “burguesía” decidida, progresista o dirigente. Aunque, como ya hemos mencionado, hubo al interior de esta élite gente que, como Manuel Pardo, imaginaron un desarrollo alternativo para el país. Pardo fundó el Partido Civil y en 1872 se convirtió en el primer presidente que no vestía uniforme militar. Su programa insistía en la necesidad de institucionalizar el país, fomentar la educación y construir obras públicas. Ya en el poder poco es lo que pudo hacer: el país se encontraba ahogado en su crisis debido al derroche de los años anteriores. Lima y la costa se beneficiaron de la bonanza guanera. El resto del país, esto es, los grupos populares y las provincias del interior, vivieron al margen de esta “prosperidad falaz” continuando en un mundo arcaico, especialmente la población andina. En 1879, quebrado y dividido, el Perú tenía pocas posibilidades de salir airoso en la Guerra del Pacífico.
2.2.5. El Rrostro del Perú. La población, en 1828, fue calculada en 1’279,726 habitantes. El Perú seguía siendo un país rural. La mayoría eran indios que formaban comunidades campesinas. Lima era la ciudad más populosa con 54 mil habitantes. Cerca de la mitad del país estaba compuesto por un territorio desconocido: la amazonía. Las fronteras políticas estuvieron poco definidas y fueron causas de conflictos con Bolivia (1828) la Gran Colombia (1829) y Ecuador (1859).
No hubo esta época un centralismo sino más bien una desarticulación por el poco efecto concentrador de Lima y, se podrían distinguir, hasta cuatro circuitos comerciales casi autosuficientes: Lima y la costa central; la costa norte y Cajamarca; la sierra central; y la sierra sur. Las comunicaciones eran difíciles puesto que a pesar de contar con cinco puertos mayores (Paita, Huanchaco, Callao, Islay y Arica), las antiguas rutas que habían comunicado a Lima con Arequipa, Cuzco y el Alto Perú sufrían un penoso abandono. Todo esto añadido a la difícil geografía y a la numerosa presencia de bandidos, viajar se convirtió en una empresa arriesgada. La circulación monetaria disminuyó y en muchos lugares el comercio sólo pudo efectuarse mediante el trueque. Esta situación empezó a cambiar durante la época del guano. A nivel social surgió una clase “rentista”, es decir, un reducido círculo de familias muy ricas, amantes del lujo, pero sin vocación empresarial. Su fortuna, proveniente de los negocios guaneros, se formó sin esfuerzo tecnológico o creativo alguno. No solo importaron de fuera artículos de lujo, sino también una buena dosis de ideología liberal y un nuevo estilo de vida a imagen y semejanza de las burguesías europeas. Ellas se modernizaron pero no les interesó difundir los nuevos valores contribuyendo a acentuar su distancia respecto a la mayoría que siguió viviendo en un mundo arcaico. Pocas épocas en el Perú dieron lugar a tanto lujo y ostentación. Luego del empobrecimiento sufrido tras la independencia, la élite tuvo dinero suficiente para gastar. El culto a los artículos importados hizo rico a más de un comerciante que estableció su tienda en las calles del centro de Lima. Sumas enormes de dinero fueron derrochadas en una desmedida importación de artículos de lujo. En Chorrillos, el balneario de moda, los nuevos ricos se dedicaban al juego y llevaban un estilo de vida opulento. Hacia 1870, año en que se derrumbaron sus murallas, Lima contaba con poco más de 100 mil habitantes. Comenzaba por el norte con el Convento de los Descalzos y terminaba por el sur en la Portada de Guadalupe, muy cerca de la actual Plaza Grau. En el lugar que ocupaban las murallas se trazaron, a la manera francesa, avenidas en forma de boulevards que rodearon a la ciudad formando un cinturón de calles amplias y arboladas. Además, se diseñaron parques decorativos con quioscos afrancesados como el parque de la exposición inaugurado por el presidente Balta en 1872. Pero la influencia francesa no sólo se hacía sentir en el diseño urbano. La moda de París entusiasmaba a las mujeres y desplazaba a las tapadas. La gente de entonces también utilizaba su tiempo libre para hacer deporte al fundarse, por ejemplo, el "Club Regatas Lima". Asimismo, apareció el tranvía remolcado por caballos y se construyó el teatro Politeama con capacidad para 2 mil personas. Por último, a partir de 1850, llegaron trabajadores chinos para reemplazar a los esclavos negros en las haciendas de la costa. Los beneficios del trabajo de losculíes lo percibieron de inmediato los terratenientes. Con el conocimiento ancestral que tenían del trabajo agrícola y con su esfuerzo físico permitieron el notable incremento en la producción de caña y algodón. Los chinos también fueron empleados en la extracción del guano de las islas y en el servicio doméstico. La llegada de los coolíes fue continua y creciente: entre 1849 y 1874 arribaron casi 90 mil. Lo censurable fue que su trabajo se realizó en condiciones de semi-esclavitud. Los malos tratos se iniciaban en el viaje desde la colonia portuguesa de Macao hasta su llegada al Callao. La penuria continuaba en el Perú. El trato de los hacendados fue muy duro. El uso de cadenas, látigos y la exigencia del cumplimiento del horario fue algo cotidiano.
2.2.6. La Guerra del Pacífico (1879-1883) El 5 de abril de 1879 Chile declaró la guerra al Perú e inmediatamente bloqueó el puerto salitrero de Iquique. Así empezaba la llamada Guerra del Pacífico, una contienda larga, sangrienta y agobiante. En 1873 se había preparado en descenlace definitivo cuando el Perú firmó un tratado secreto de alianza con Bolivia, documento que fue el pretexto para que el Perú ingresara al lado de este país, en el conflicto contra Chile. Quizás la guerra estaba perdida desde que el Perú quedó en franca desventaja militar frente a Chile cuando en 1874 el presidente Manuel Pardo, por medidas de austeridad debido a la crisis económica, autorizó la reducción de los efectivos del ejército y la marina, y no llevó adelante la construcción de un par de buques blindados contratados por su antecesor José Balta. Pero la derrota no sólo se debió a la débil condición militar sino también, como lo escribió alguna vez Jorge Basadre, al desorden político, a la falta de integración social y al despilfarro económico del siglo XIX que convirtieron tan vulnerable a un país con grandes posibilidades de desarrollo. Las causas del conflicto armado entre Perú, Bolivia y Chile fueron básicamente económicas: el control del salitre. Se trataba de un nitrato que se exportaba como fertilizante y como insumo para explosivos. De un lado estuvo Chile intentando apoderarse del rico territorio salitrero en el desierto de Atacama que en el derecho internacional no le pertenecía; y del otro, Perú y Bolivia, intentando, dramáticamente, de defenderlo. Pero esta situación no fue circunstancial. El control territorial del Atacama estuvo, desde los inicios de la explotación salitrera, en manos de empresarios chilenos y capitales británicos. La distancia geográfica, la anarquía política y la endémica crisis económica hicieron que el control peruano y boliviano sobre su riqueza salitrera fuese poco efectiva o incluso inexistente en el caso de Bolivia. Iniciado formalmente el conflicto el Perú tuvo su primer revés en el mar. En los combates de Iquique y Angamos se perdieron a los dos únicos acorazados que teníamos para defender 4.800 kilómetros de litoral: la fragata Independencia y el monitor Huáscar. También perdimos a Miguel Grau, el máximo héroe nacional. Una vez controladas las rutas marinas las fuerzas chilenas se apoderaron de las provincias del sur, incluyendo Tarapacá, muy rica en salitre. A pesar de estar política y militarmente arruinado el Perú se negó a capitular. Por ello un potente ejército de 3 mil hombres al mando de Patricio Lynch fue enviado a invadir la costa norte para “castigar” y someter a la población saqueando las plantaciones de caña de azúcar privando al Perú del único recurso económico que le quedaba para continuar la guerra. Aún así los peruanos continuaron el combate y luego de las batallas de San Juan y Miraflores 25 mil chilenos ocuparon Lima pero la encontraron sin gobierno alguno con el que negociar la rendición. Nicolás de Piérola, quien había asumido poderes dictatoriales tras el polémico viaje de Mariano I. Prado a Europa, se retiró a la sierra (Ayacucho) para continuar su gobierno y resistir al invasor. El país no lo apoyó y, en Lima, una asamblea de notables eligió presidente al civil Francisco García Calderón. Éste se negó a firmar la paz con Chile con entrega de territorios. García Calderón, como muchos otros líderes políticos, terminó
cautivo en Chile. En la sierra central Andrés A. Cáceres inició una feroz resistencia comandando tropas campesinas en la célebre Campaña de la Breña. Tras algunas victorias terminó derrotado en Huamachuco. Por su lado Miguel Iglesias, luego de su triunfo en San Pablo, pidió al país desde Montán (Cajamarca) firmar la paz con Chile bajo cualquier condición. Ya proclamado presidente, Iglesias firma con el enemigo en Tratado de Ancón (1883) donde se cedía definitivamente Tarapacá y se entregaba, por espacio de 10 años, las provincias de Tacna y Arica. Un plebiscito, que nunca se realizó, debía decidir el futuro de ambas. Las tropas chilenas recién dejarían nuestro territorio en 1884. 2.2.7. La Reconstrucción Nacional (1883-1895) La guerra terminó completando la destrucción que se había iniciado con la crisis económica de la década de 1870. En 1879 el sistema bancario peruano estaba quebrado y la agricultura, la minería y el comercio apenas sobrevivían. Las tropas chilenas arruinaron la economía, pusieron en evidencia la fragilidad del sistema político peruano, reverdecieron los antiguos conflictos internos y privaron al país de la vital riqueza salitrera. Luego de firmada la paz había que reconstruir el Perú desde los escombros. Siguiendo a Basadre, este período se inicia con el segundo militarismo pues los militares vuelven a ocupar dominar la política, ahora en un momento dramático. Estos caudillos son los vencidos, pero son los únicos que tienen la fuerza suficiente para tomar el poder ante la situación tan vulnerable en que quedó el resto de la población por el desastre ante Chile. El país seguía dividido. Los "hombres de Montán", secundaban a Iglesias, y "los de kepí rojo" al héroe de la Breña, el general Cáceres. Ambos bandos eran irreconciliables. El problema había surgido por las condiciones estipuladas en el Tratado de Ancón. Este militarismo comprende los gobiernos de Iglesias (1883-86), Cáceres (1886-90) y Remigio Morales Bermúdez (1890-94). Llega a su fin en 1895 cuando los civiles, ya reorganizados y cansados del militarismo, expulsan del poder a Cáceres que lo ocupaba ilegalmente por segunda vez. Ese año, tras una sangrienta guerra civil que culminó en las calles del centro de Lima, Nicolás de Piérola asume la presidencia. En este difícil período el Perú tenía que recuperarse de la terrible derrota moral y material. Si antes de 1879 el país estaba ya quebrado imaginemos ahora la situación. Había que empezar de la nada. Los años dorados y “felices” del guano habían pasado, era necesario replantear el modelo económico y llevar un manejo del poco dinero disponible con criterios más austeros. Pero un nuevo modelo no podía iniciarse sin resolver el espinoso problema de la deuda externa que ascendía, con los intereses acumulados, a 51 millones de libras esterlinas. Cáceres tuvo que hacerle frente y lo “solucionó” al firmar con los acreedores el polémico Contrato Grace, en 1889. Recién desde ese momento se pudo dar el marco adecuado para fomentar la inversión, tanto nativa como extranjera. Afortunadamente a partir de la década de 1890 el mercado mundial estuvo del lado peruano. Los precios de algunos de nuestros principales recursos naturales de exportación subieron: azúcar, algodón, cobre y caucho. Con su venta se inició la recuperación nacional, especialmente de los empresarios privados y de la clase política. De esta manera el militarismo llegaba a su fin y Piérola inauguraba una época de gran expectativa nacional: el gobierno de las instituciones y no el de los caudillos.
La explotación del caucho significó el auge de Iquitos. La demanda de las industrias de automóviles europea y norteamericana impulsó la extracción de este recurso natural que trajo importantes beneficios al tesoro público entre 1882 y 1912. Para los aborígenes selváticos representó la quiebra de su mundo material y mental. La explotación también representó un paso en la ocupación, bajo criterios nacionales, del espacio amazónico. En este sentido, se exploró la Amazonía iniciándose importantes estudios geográficos. Pero como toda industria extractiva no consideraba útil la conservación de la ecología ni la del árbol productor del jebe, pues se pensaba que el recurso era inagotable (como antes parecía serlo el guano). En 1884 se exportaron 540,529 kilos mientras que, entre 1900 y 1905, salieron por el puerto de Iquitos más de 2 millones de kilos de caucho por año. A partir de ese momento, le salieron competidores de otras partes del mundo. Exploradores británicos habían exportado árboles caucheros de la India, y en Ceylán se desarrollaron extensas plantaciones. El boom del caucho llegaba a su fin Por último, la intensa actividad privada empezó a transformar el país. La agricultura de la costa se modernizó, en Lima surgieron las primeras fábricas y se recuperó el sistema bancario. El Banco Italiano (hoy Banco de Crédito), el Banco del Perú y Londres y el Banco Popular son fundados por estos años. Aparecen los primeros obreros y se forma una pequeña clase media. El Perú mostraba entrar con paso seguro al nuevo siglo. 2.2.8. El Perú Contemporáneo en el Siglo xx Luego del serio revés producido por la Guerra del Pacífico, el país inició el siglo XX con el apog del proyecto oligárquico orientado a la exportación de materias primas. El modelo entró en crisis a fines de los años veinte cuando se empezó a ensayar una política económica orientada al mercado interno promoviéndose la industrialización. Las actividades económicas se diversificaron y se consolidaron nuevos grupos sociales (clase media, proletariado urbano y campesino, estudiantes universitarios) que desafiaron el orden de la antigua clase dirigente. Surgieron nuevas doctrinas y partidos políticos que volvieron a plantearse preguntas y problemas sobre la esencia del Perú y el tipo de nación que queríamos ser: centralista o federal, mestiza o multicultural, proteccionista o abierta libremente al mundo. De esta manera el Estado fue asumiendo nuevos papeles para fomentar el desarrollo económico y la integración social. Crece la burocracia y la inversión pública; aparecen nuevos ministerios y la banca de fomento. Este proceso tuvo su clímax en régimen militar de 1968 a 1975 y el gobierno aprista de 1985 a 1990. Apartir de los años 90 la tendencia cambió al devolverse estos procesos a la iniciativa privada y al mercado mundial. Pero todos estos vaivenes acentuaron el centralismo limeño que se ha convertido en uno de los obstáculos más serios para el desarrollo integral y democrático del país. Un cambio espectacular fue el crecimiento demográfico. La población se triplicó entre 1940 y 1993: pasó de 7 a más de 22 millones de habitantes; al año 2000 llegó a 25,7 millones. Otros factores que cambiaron el rostro del país fueron el crecimiento de la cobertura educativa en todos sus niveles y la expansión de los medios de comunicación (carreteras, radio, periódicos y televisión). Esto integró más al país y empujó a millones de campesinos a buscar nuevas oportunidades en las ciudades. La masiva migración del campo a la ciudad, especialmente a partir de los años cincuenta, fue un fenómeno inédito. Lima fue la principal víctima: en 1904 tenía 140 mil habitantes, 540 mil en 1940, 3 millones en 1972 y
más de 7 en el 2000. Este fenómeno convirtió al Perú en un país mestizo, urbano y costeño. En 1940 el 70% de la población vivía en el campo, hoy en día ocurre todo lo contrario: ese mismo porcentaje vive en las urbes. El Perú se vio afectado, además, por dos fenómenos dramáticos. En primer lugar, a partir de los años ochenta estallaron movimientos subversivos situados ideológicamente a la izquierda del Apra y los demás partidos “socialistas”; su intensidad entre 1980 y 1992 estuvo a punto de hacer colapsar al Estado. Por su lado, el narcotráfico demostró su poder económico y político en amplias regiones del territorio nacional. El Estado terminó controlando el primero y, con la ayuda internacional, debe erradicar el segundo. Durante el siglo XX el Perú experimentó casi todos los modelos de desarrollo existentes. El resultado, sin embargo, no ha sido tan alentador. Un solo dato podría resumir el fracaso: casi el 60% de su población vive en condiciones de pobreza o miseria extrema. Falta profundizar los valores democráticos, el orden institucional y una economía de mercado más competitiva y redistributiva. Hoy el país, además, está inmerso en las consecuencias que trajeron para el planeta el fin de la “guerra fría” y el acelerado proceso de integración llamado “globalización”. Conceptos como soberanía o dependencia están siendo redefinidos. Lo cierto es que con el fax, el internet, la televisión por cable y el abaratamiento del transporte de mercancías y personas el Perú viene acomodándose a los nuevos desafíos que impone el siglo XXI. 2.2.9. la República Aristocrática (1895-1919) Con el gobierno de Piérola (1895-1899) la presencia de los civiles en el poder le dio un perfil distinto al país: tolerancia a las nuevas ideas y el propósito de garantizar el orden interno para impulsar el progreso. La oligarquía, un grupo de familias que controlaba la agricultura, la minería y el sistema financiero fue la que esbozó un proyecto de desarrollo acorde a sus intereses. Esa fue la tarea del Partido Civil que monopolizó el poder. Se pensó que el Estado debía ser pequeño barato y pasivo, es decir, modesto en recursos y ajeno al intervencionismo. Se diseñó una reforma electoral y tributaria, y se dio eficacia a la administración pública. El gasto público debía ser muy reducido y la acción del estado no debía interferir con la actividad privada. Por ello los servicios ofrecidos por el Estado eran pocos y se reducían a los relativos al orden (ejército, policía y justicia); la educación o la vivienda eran cubiertas por la iniciativa privada. Los impuestos debían ser lo más bajos posibles para no afectar a los grupos que generaban riqueza. Se impulsaron los impuestos indirectos que grababan a los artículos de consumo masivo (sal, fósforos, licor, tabaco). Si se quería realizar una obra en alguna provincia se aumentaban los impuestos sobre el consumo en la zona interesada. El Perú fue una suerte de “paraíso fiscal”, un escenario atractivo para los intereses de los civilistas vinculados a múltiples actividades empresariales. Los civilistas siguieron impulsando el modelo exportador. La agricultura asumió el papel dinámico que el guano había ejercido antes. De este modo los hacendados se transformaron en la élite dominante hasta 1919. La industria azucarera se modernizó, especialmente en el valle de Chicama. La producción del algodón le siguió en importancia en los valles de Ica y Piura. Fermín Tangüis halló una planta resistente a las plagas que luego se hizo famosa en el mundo por su gran calidad: el “algodón Tangüis” permitió a los agricultores obtener excelentes beneficios colocando al Perú como exportador del mejor
algodón en el mundo. Por último, desde la sierra sur se exportaban las lanas de ovinos y camélidos: más del 70% de las exportaciones que salió por Mollendo correspondía a la lana. A la minería se le dio un marco para fomentar su expansión. Fue exonerada por 25 años de todo impuesto. Además, en 1893, el Ferrocarril Central llegó a La Oroya y, poco después, hasta Cerro de Pasco, Huancayo y Huancavelica. La sierra central fue la zona minera que más se desarrolló. Allí la Cerro de Pasco Mining Corporation, con un 70% de capital norteamericano, inició la explotación del cobre y otros minerales También se produjo un notable desarrollo en la economía urbana pues buena parte de las ganancias de los exportadores se invirtió en el país. Es la época que en Lima la industria, los servicios públicos (agua, luz, teléfono) y la banca experimentaron gran crecimiento. Lima era la única capital latinoamericana cuyos servicios básicos pertenecían en su integridad al capital nacional. La industria textil fue la que alcanzó mayor desarrollo, especialmente la que manufacturaba tejidos de algodón. En Lima se encontraban las principales fábricas como Santa Catalina y San Jacinto. La industria alimentaria le siguió en importancia: los inmigrantes italianos fundaron los helados D'Onofrio y, para elaborar harina,Nicolini Hermanos. En Lima había 7 fábricas de fideos y 12 en provincias. La producción de galletas estuvo monopolizada por Arturo Field. La industria cervecera estaba representada por Backus y Johnson (Lima) y Fábrica Nacional (Callao). Las fábricas de bebidas gaseosas también se multiplicaron. Hacia 1918 este modelo fue cuestionado por la clase media, los obreros y los estudiantes universitarios quienes demandaron la necesidad de transformar el Estado y apoyarlo en criterios más democráticos. Las repercusiones de la Primera Guerra Mundial ocasionaron un malestar general por el derrumbe de las exportaciones (inflación de precios y escasez de alimentos de primera necesidad). Esos años estuvieron marcados por la violencia política y uno de los hechos más visibles fue la presión de los obreros apoyados por los estudiantes universitarios. El civilismo, con José Pardo a la cabeza, se tambaleaba en el poder. 2.2.10. El Oncenio de Leguía (1919-1930 La República Aristocrática no tardó en llegar. Augusto B. Leguía encabezó un golpe de estado argumentando que Pardo y el civilismo trataban de desconocer su victoria en las elecciones de 1919. Era Leguía un hombre esencialmente práctico, no un doctrinario, con mentalidad empresarial para hacer política, con tendencia al autoritarismo y que supo aprovechar el desgaste de los viejos partidos políticos. Su preocupación central era irrigar la costa, construir caminos y urbanizar, en ese orden. Ya en el poder ese proyecto se llamaría la Patria Nueva. Leguía se presentó ante el país como el gran enviado capaz de resolver todos sus problemas. Orientó su acción hacia la clase media y, ante la crisis del marco institucional, aprovechó el momento para justificar su poder por medio del éxito material (construcción de grandes obras públicas). Este ímpetu desarrollista, alentado por una población en crecimiento con otras necesidades y apetencias, dio origen a nuevas dependencias estatales. Empezó a esbozarse la idea del estado benefactor y ello se tradujo en el crecimiento de la administración pública. Así se inauguraba, para bien o para mal, el rostro del Perú contemporáneo.
A lo largo de estos once años Leguía se perpetuó en el sillón presidencial por medio de la reelección. Sin embargo, pueden distinguirse dos etapas en su autoritarismo: antes y después de 1923. Al inicio, Leguía mantuvo una posición de fuerza y persecución frente al civilismo y adoptó un paquete de medidas que pretendían modernizar el estado y convertirlo en una institución más democrática. Tarea imposible ya que al interior el país, por ejemplo, se mantuvo casi intacto el poder de los terratenientes. Luego, mediante un control más costoso de los mecanismos de poder y recurriendo al personalismo, desarrolla la otra fase de se gobierno para profundizar su proyecto: endeuda peligrosamente al país para financiar sus obras públicas. Ellas fueron la esencia de la Patria Nueva. El capital norteamericano y la iniciativa privada le delinearon un perfil nuevo al país. Ningún gobierno hasta entonces había emprendido una política tan vasta de obras públicas. La industria del cemento tuvo un rápido crecimiento: en 1925 produjo casi 12 mil toneladas y 50 mil en 1927. Lima gozó de una de sus mayores transformaciones. Al margen de las donaciones por las celebraciones del Centenario de la Independencia (Museo Italiano o monumento a Manco Cápac), se inauguró la Plaza San Martín, se abrieron avenidas como Leguía (hoy Arequipa), Progreso (hoy Venezuela), La Unión (hoy Argentina), Nicolás de Piérola y Brasil; se construyeron el Ministerio de Fomento, el Palacio Arzobispal y se rediseñó el Palacio de Gobierno; se iniciaron los edificios del Congreso y del Palacio de Justicia. Se fundaron barrios como el de Santa Beatriz, San Isidro y San Miguel. Se construyó la Atarjea para brindar de agua potable a Lima y en otras ciudades se instalaron sistemas de alcantarillado: un total de 992 mil metros de tuberías de agua y desagüe. Se construyeron 18 mil kilómetros de carreteras gracias a la injusta Ley de Conscripción Vial que estipuló la obligatoriedad de 10 días de trabajo estas obras. Esta fiebre por la construcción de carreteras hizo que el trazo de muchas de ellas no tuviera ningún sentido. Fue el caso de un camino que se inició en Huancayo sin que se supiera dónde debía llegar. También se inició el Terminal Marítimo del Callao, se abrió la Escuela de Aviación de Las Palmas, se compraron los primeros submarinos y se profesionalizó a la policía. Finalmente, se inició el proyecto de irrigación de Olmos y otros se dejaron listos en Cañete y Piura. El declive del autoritarismo apareció en 1928 con la caída de las exportaciones (cobre, lanas, algodón y azúcar) y, con la crisis económica mundial de 1929, descendió aún más el favor de la opinión pública. Por su lado, el malestar del ejército aumentó debido a los polémicos arreglos fronterizos con Colombia (entrega del Trapecio Amazónico) y Chile (pérdida de Arica). La corrupción al interior del régimen abonaba el descontento. Ante las elecciones de 1929 Leguía se presentaba sin oposición organizada. Finalmente, el repudio al “tirano” va a ser interpretado en la revolución desatada en Arequipa (1930) por el comandante Luis M. Sánchez Cerro. 2.2.11. Los Nuevos Partidos Políticos y las Elecciones de 1931 Durante los años veinte nacieron dos movimientos políticos de masas, el aprismo y el comunismo, que marcarían buena parte del desarrollo político peruano a partir de 1930. El APRA, fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre en México (1924) se presentó como un movimiento internacionalista, de clara influencia marxista en sus primeros años de vida e introduciendo la violencia revolucionaria en el léxico de la política peruana. Si bien estas ideas se moderaron en la campaña electoral de 1931, el aprismo fue acusado muchas veces
de subversivo por los sectores más conservadores. Su líder ofrecía un capitalismo de Estado a cargo de un frente único de trabajadores manuales e intelectuales reclutados entre las clases medias y el pueblo trabajador. El comunismo, por su lado, tuvo en José Carlos Mariátegui a uno de los pensadores marxistas más originales de América Latina. Autor de un impresionante número de artículos de divulgación del marxismo, de crítica literaria y de análisis político, Mariátegui fundó el Partido Socialista, la revista Amauta y escribió los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, acaso el libro más leído en el Perú durante el siglo XX. La heterodoxia del pensamiento de Mariátegui, sin embargo, fue rechazada por el primer congreso de partidos comunistas pro-soviéticos reunido en Montevideo en 1929. Luego de la muerte de Mariátegui (1930) el Partido Socialista varió en Partido Comunista, ahora dirigido por Eudocio Ravines y respaldado por la Internacional Socialista. Esta afiliación pro-soviética repercutiría negativamente en el desarrollo del marxismo en el Perú. Los seguidores del "mariateguismo" ya no tendrían la misma originalidad ni frescura intelectual del autor de los 7 ensayos. Políticamente su influencia fue mínima, por lo menos hasta la década de 1950. Tras la caída de Leguía, y luego de varios cambios políticos, se convocaron elecciones generales en 1931, una de las más polémicas de nuestra historia republicana. Las candidaturas más importantes fueron las de Sánchez Cerro y Haya de la Torre. El país se polarizó. Sánchez Cerro había fundado la Unión Revolucionaria, de enorme arraigo popular. El origen mestizo y provinciano de su líder, que fue capaz de pulverizar el edificio leguiísta, ejercía enorme fascinación entre los obreros y los grupos medios urbanos. Su lema era el Perú sobre todo, lo que demostraba su clara vocación nacionalista como respuesta a las influencias "foráneas" representadas por el aprismo y el comunismo. Defendía la exaltación de ciertos valores (patria, religión, propiedad), que sin duda tendían a la creación de una mística, propia de los fascismos europeos de entonces. Haya basó su discurso en un análisis de los principales problemas del país. Moderó sus anteriores llamados a la revolución y a la construcción del socialismo. Anunció la creación del "estado antiimperialista", para aceptar correctamente las innovaciones traídas por el capital extranjero. La fascinación que ejercía Haya era su llamado a jóvenes o adultos, obreros, empleados o desocupados, a la tarea de formar una empresa colectiva y ser protagonistas de la vida política. La idea era sacarlos del anonimato. Al menos esa fue la idea de quienes votaron por Haya en 1931. Pero el discurso de Haya resultaba demasiado radical para la mentalidad política del país. Si bien sus repetidos ataques a las clases altas eran sólo retóricos, asustaron tremendamente a los grupos conservadores y por qué no a muchos artesanos y gente de clase media temerosos de perder sus pequeñas propiedades. De este modo la Iglesia, el Ejército y la oligarquía no escatimaron esfuerzos para denunciar al APRA como un movimiento subversivo internacional que pretendía destruir la integridad nacional. De acuerdo a la información oficial, votó el 80% de los inscritos en el Registro Electoral. Los resultados fueron los siguientes: Sánchez Cerro 152 mil votos; Haya de la Torre 106 mil; los otros dos candidatos tuvieron una votación muy modesta.
La victoria de Sánchez Cerro era contundente, sin embargo, mientras los otros candidatos reconocían su derrota, los apristas denunciaron fraude electoral y llegaron a decir que Haya era el "Presidente moral del Perú". Esta derrota era un golpe amargo pues daban por descontado el triunfo de Haya. Su frustración era inmensa. A partir de allí el Apra inició una cerrada oposición desde el Congreso y las calles a)
Sánchez Cerro a Odría
Los años 30 marcaron un punto culminante en la presión por democratizar el Estado con el ingreso de la clase media y los grupos populares a la política. El antiguo sector exportador, que ahora formaría un germen de burguesía empresarial, pareció estar mejor dispuesto a la apertura política, pero no vaciló en reprimir cualquier intento que pudiera poner en peligro su dominio. Por ello se apoyó en el poder a militares como Sánchez Cerro (1931-1933) o Benavides (1933-1939) para seguir controlando el país. A lo largo de estos años se recortaron las libertades públicas y sindicales y se persiguió a los partidos de izquierda. Esa fue la esencia de este tercer militarismo. Las limitaciones del modelo exportador se hicieron evidentes con la crisis mundial. Entre 1929 y 1932, el precio del cobre se redujo en 69%, lanas en 50%, algodón en 42% y azúcar en 22%. Ahora se dejó sentir el endeudamiento dejado por Leguía. El país tuvo que reducir notoriamente sus gastos y la cobertura social. El presupuesto, que era de 50 millones de dólares en 1929, descendió a 16 millones en 1932. La libra peruana desapareció y se creó el sol de oro como nueva moneda en 1930. Hubo una continua devaluación monetaria y el costo de vida aumentó. Muchas empresas cerraron y el desempleo se extendió. Para los grupos medios y populares estos años significaron reducción de salarios, desocupación y auge de huelgas. La crisis obligó a desarrollarse con autonomía respecto al mercado mundial e impulsar la industrialización. Ante la ausencia de créditos externos, el país debió autofinanciar su recuperación. En 1939 más del 40% de los ingresos públicos estaban cubiertos por impuestos directos. Este esfuerzo permitió construir una serie de carreteras: en 1934 había 19.867 kilómetros y en 1944 la cifra se elevó a 33.468. El Estado tuvo que seguir creciendo para atender las demandas sociales. Aparecen los ministerios de Educación, Salud y Agricultura. La reforma del Banco de Reserva y la ampliación de la Banca de Fomento le dieron a los gobiernos mayor injerencia en la economía. La burocracia aumenta en un 100% entre 1938 y 1945. Por último, este crecimiento estatal estuvo acompañado de un peligroso centralismo. Las decisiones se tomaron cada vez más en Lima, pues nunca funcionaron los Congresos Departamentales contemplados en la Constitución de 1933. Tampoco hubo autonomía municipal. Luego del tercer militarismo fue elegido por primera vez Manuel Prado (19391945); su victoria se debió también al tácito apoyo de los movimientos de izquierda pues veían en Prado al representante de una burguesía progresista interesada por democratizar el país. Se equivocaron. Prado reprimió la actividad sindical e implantó una política liberal para favorecer las exportaciones. En 1945 triunfó Bustamante y Rivero apoyado por el Frente Democrático Nacional. Su breve mandato (1945-1948) fue el primer esfuerzo por ofrecer una alternativa reformista distinta al Apra, aunque para llegar al poder requirió del apoyo de Haya de la Torre. Por ello el sector exportador conspiró con los militares para llevar a cabo un golpe de estado y restaurar una dictadura modernizadora con el general
Manuel A. Odría (1948-1956). El régimen se benefició por un auge exportador, implementó una colosal política de obras públicas y le otorgó el voto a la mujer. Los años 50 configuraron el rostro del Perú contemporáneo. La urbanización adquirió un fuerte papel y se hizo patente por la concentración de grandes contingentes de migrantes en las barriadas de Lima y otras ciudades de la costa. Surge así un nuevo grupo de propietarios, empresarios, obreros y subempleados. La cultura andina comienza a invadir las ciudades transformándolas de manera inexorable. De otro lado el crecimiento de las comunicaciones (radio y carreteras), la aceleración del movimiento comercial e industrial de Lima y el desarrollo de otros sectores de exportación (pesca en Chimbote), terminaron colocando a la agricultura en un segundo plano. En la sierra, la crisis del agro debilita a los terratenientes y empuja a más campesinos a las ciudades para buscar trabajo y alcanzar la cultura occidental. También hay un crecimiento explosivo de la educación popular con la multiplicación de colegios y universidades. El país entra en efervescencia y surgen nuevos partidos reformistas: Acción Popular y la Democracia Cristiana. 2.2.12. Los Años Sesenta y el Primer Belaundismo El descenso de los ingresos por las importaciones tras el término de la guerra de Corea puso fin al odriísmo. Reaparecieron el desempleo, las huelgas y la inflación El dictador tuvo que convocar a elecciones y retornó al poder Manuel Prado (1956-1962) quien trajo un período de estabilización política permitiendo la libre actuación del Apra y la izquierda. Al frente de la economía puso al liberal Pedro Beltrán para impulsar las exportaciones y la inversión externa. Se anunció un programa de “techo y tierra” en favor de los campesinos que tuvo poco éxito. Las elecciones de 1962 parecían estar preparadas para el triunfo del Apra. Haya obtuvo el 33%, pero su escasa mayoría obligaba al Congreso elegir presidente. Siempre oportunista, Haya parecía llegar a un acuerdo con su antiguo rival: Odría. Pero las Fuerzas Armadas, enemigas históricas del Apra, se negaron a aceptar un escenario con un presidente aprista. Provocaron un golpe de estado y anunciaron nuevas elecciones. Estas se realizaron en 1963. Fernando Belaunde, líder de Acción Popular, resultó con el 39% e inició su primer mandato (1963-1968). Belaunde se presentaba como un político atrayente. Con la habilidad de un estadista propuso construir una carretera transamazónica (Marginal de la Selva) para abrir al desarrollo a esa región del país. Invocó el recuerdo de los incas y alentó a la población aspirar nuevamente a la grandeza. Recorrió el territorio y habló con todos los sectores sociales para generar el consenso nacional. También reconoció la necesidad de modificar el Estado para ampliar sus servicios. Por último, quiso dar incentivos a la industria y realizar la tan ansiada reforma agraria. Sus proyectos terminaron fracasando. Políticamente tuvo un Congreso opositor. El APRA se había aliado al odriísmo para formar mayoría parlamentaria. De esta manera bloqueaba cualquier intento de cambio. Desvirtuó, por ejemplo, un proyecto de reforma agraria que venía del Ejecutivo. Aprobó otro que ponía énfasis en la mejora técnica, y no en la redistribución de la tierra, con la esperanza de mejorar la producción para favorecer a los hacendados. Esto irritó a los campesinos quienes comenzaron a invadir haciendas. En la sierra sur aparecieron movimientos guerrilleros de inspiración cubana. Al gobierno no le quedó otro remedio que aplastarlos con la máxima dureza. Hubo 8 mil muertos y la
experiencia fue traumática para los más de 300 mil campesinos alzados y para los soldados que tuvieron que reprimirlos en las ciudades, especialmente en Lima, la población migrante desarrollaba luchas paralelas. Proliferaban las invasiones dando lugar al crecimiento desmesurado de barriadas y asociaciones vecinales. Sus pobladores reclamaban viviendas, títulos de propiedad y servicios básicos. Los obreros, por su parte, buscaban otra dirección pues veían que los antiguos partidos se alejaban de fomentar un verdadero cambio. Al gobierno le faltó fuerza e imaginación para canalizar las demandas de estos sectores. Otra frustración se anunciaba: la antigua disputa con la International PetroleumCompany. Tras muchas negociaciones, en las que los Estados Unidos demostraron una hostilidad continua ante una posible nacionalización, se llegó a un acuerdo. La IPCrenunciaba a los ya agotados yacimientos de la Brea y Pariñas y el Perú aceptaba no reclamar los impuestos atrasados. La IPC, además, lograba el acceso a nuevos yacimientos en la selva y el gobierno aceptó venderle el crudo a un precio fijo para que la empresa lo refinara en su planta de Talara. El acuerdo tuvo apoyo multipartidario pero, antes que se empezara a aplicarse, se denunció la desaparición de la última página del contrato donde se habrían consignado las cifras de una elevada indemnización que el gobierno pagaría a la IPC. Esta patraña motivó un gran escándalo y favoreció la caída del belaundismo. La economía abonó también la crisis. En 1967 el gobierno devaluó la moneda, controló la importación y bajó los impuestos a la exportación. La balanza de pagos mejoró, descendió la inflación pero también el crecimiento. El sueño de un Perú próspero y unido se hacía polvo para Belaunde. Los militares alistaban sus tanques contra Palacio de Gobierno, pero esta vez no para instalar un gobierno provisional. El golpe se dio el 3 de octubre de 1968. Belaunde fue exiliado y se suprimieron todas las garantías constitucionales. La dictadura volvía al Perú. 2.2.13. El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas El golpe preparó el camino para uno de los gobiernos militares más ambiciosos de América Latina. La Junta Militar, presidida por Velasco (1968-1975), declaró de inmediato su intención de efectuar cambios de largo alcance en las bases de la sociedad y la economía. Este nuevo orden, “ni capitalista ni comunista”, intentaba crear un sistema que aboliera las desigualdades y creara las condiciones necesarias para la armonía, la justicia y la dignidad. Toda una incoherencia, pues se intentaba realizar aquello desde el autoritarismo y, muchas veces, fomentando el odio entre el pueblo y los “privilegiados”. Una de las claves del proyecto fue la reforma agraria en 1969. Todos los grandes latifundios, sin tener en cuenta su productividad, fueron expropiados. La medida se sintió primero en las plantaciones de la costa norte y central, muy mecanizadas, que se colocaron bajo la administración de cooperativas de trabajadores. En la sierra la idea era crear granjas pequeñas o medianas, pero pronto el gobierno cedió a las demandas campesinas por organizar allí también cooperativas. Hacia 1975, las ¾ partes de la tierra productiva del país se encontraba gestionada por estas asociaciones. En 1971 se creó el Sistema de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS) para vincular al régimen con las organizaciones campesinas y obreras. En realidad fue un método para manipular a las masas en beneficio de la dictadura. Una de sus tareas fue
afrontar el problema de las barriadas que se extendían alrededor de Lima y otras ciudades. Sólo en la capital vivían 750 mil migrantes. La situación era explosiva y se decidió crear los pueblos jóvenes. Parte de la “solución” fue repartir títulos de propiedad a los recién llegados. Este modelo de organización y movilización desde arriba pretendía establecer las bases de la industrialización y el desarrollo económico reduciendo el conflicto social. Una suerte de estado corporativo. Este principio se vio en el sector fabril al crearse la “comunidad industrial”. La idea era convertir progresivamente a los trabajadores en copropietarios con los empresarios. En 1974 había 3.500 comunidades industriales con 200 mil obreros que controlaban el 13% de las acciones de sus empresas. De otro lado se emprendió una serie de medidas para reducir el papel del capital extranjero que controlaba, en 1968, el 44% de la producción industrial. Esto era inaceptable para los militares. La primera medida fue la nacionalización de la IPCcreándose Petroperú. Otras compañías, en su mayoría de capital norteamericano, también fueron expropiadas siendo reemplazadas por empresas estatales. En 1974 el régimen aceptó, ante la presión de Washington, pagar 150 millones de dólares a las empresas afectadas. Ahora Estados Unidos dejaría de oponerse a la concesión de créditos al Perú. A pesar de su populismo, la dictadura velasquista encontró resistencia interna. Los gremios de trabajadores sintieron que las reformas no satisfacían sus demandas y empezaron a presionar. Los grupos despojados, a su vez, no ocultaron su horror ante las medidas. La respuesta de los militares fue controlar los medios de comunicación. Poco a poco se confiscaron los periódicos, la radio y la televisión. Sin libertad de prensa los adversarios del régimen fueron intimidados, encarcelados o exiliados. La situación económica terminó derrumbando a Velasco. Cayeron las exportaciones (cobre, azúcar y harina de pescado) y no se descubrieron nuevos yacimientos de petróleo. Aumentaron el déficit presupuestal y la deuda externa. Al asomarse la inflación el descontento popular se manifestó: en 1975 hubo 779 huelgas, incluyendo el famoso saqueo en el centro de Lima el 5 de febrero favorecido por una huelga policial. Un golpe al interior de las Fuerzas Armadas puso en la presidencia al general Francisco Morales Bermúdez (1975-1980). Su gobierno buscó corregir el experimento velasquista. SINAMOS casi desapareció y se negoció con el Fondo Monetario Internacional un programa de ajuste económico. Se promulgó el Plan Túpac Amaru que anunciaba el retorno a la democracia, el fomento a la inversión externa y la trasferencia de la prensa a sus legítimos dueños. Todo debía hacerse progresivamente. En 1978 se convocó a elecciones para instalar una Asamblea Constituyente. Presididos por Haya de la Torre, los constituyentes promulgaron en 1979 una nueva Constitución que debía entrar en vigencia a partir de 1980. Una de sus novedades fue otorgar el voto a los analfabetos. 2.2.14. Los Años Ochenta y el Regreso de la Democracia En las elecciones de 1980 Acción Popular, con Fernando Belaunde, obtuvo una mayoría del 42%. El Apra, luego de la muerte de Haya de la Torre, logró el 28%, sin duda un revés político muy serio. El PPC alcanzó un magro 11% y todos los grupos de izquierda sumaron el 16%. Era evidente que Belaunde había recibido votos de ambos. La escena política tenía algo de familiar. Belaunde era otra vez presidente pero sin la obstrucción del Apra en el
Parlamento. Su reelección era también una suerte de reivindicación: los militares lo habían depuesto en 1968 y ahora le garantizaban su vuelta a la presidencia. Belaunde se comportó como un político de la vieja escuela. Prometía el progreso mediante nuevas obras públicas: complejos habitacionales y la Carretera Marginal.También proponía reducir el papel del estado en la economía, fortalecer la empresa privada y garantizar la inversión externa, especialmente en el tema petrolero. Sus ideas en favor del libre mercado le permitieron refinanciar la deuda y su gobierno parecía bien encaminado al fomentar la diversificación de las exportaciones. Todo sin embargo era un espejismo. En 1981 el crecimiento del PBI fue de 3,1% pero en 1982 cayó a menos del 1% y en 1983 se desplomó un 12%. El descalabro se debió a razones externas y a los efectos devastadores del Fenómeno del Niño que provocaron inundaciones en la costa norte y sequías en la sierra sur. El manejo económico ahora se hizo con criterios de emergencia. Se tuvo que volver a negociar la deuda externa y el régimen entró en un escenario de ingobernabilidad. La situación se agravó, además, por el surgimiento del terrorismo. Sendero Luminoso, movimiento maoísta surgido en los años 70, inició su guerra contra el estado desde la sierra de Ayacucho proponiendo una utopía igualitaria. Asaltaba pueblos, asesinaba autoridades y mantenía un absoluto secreto acerca de su estructura interna. Tras lamentables titubeos, Belaunde ordenó una ofensiva militar que dejó una peligrosa huella de represión brutal. Sendero, por el contrario, no se amilanó y se extendió por otras provincias hasta Lima. A pesar que en 1984 hubo un repunte en el crecimiento económico la inflación se reavivó. En 1985 llegó a un 130%. Belaunde, siempre respetuoso del orden constitucional, nuevamente demostraba poco éxito en gestión gubernamental. Con el terrorismo y la crisis económica a cuestas, y sin haber corregido los vicios legados por el gobierno militar, el camino estaba allanado al Apra. Alan García, un líder joven con grandes habilidades retóricas, se presentaba como el gran salvador de la nación. En 1985 obtuvo el 46% de los votos y la izquierda, unida por vez primera, alcanzó el 22%. El Apra se hizo con el control del Parlamento lo que le permitió a García tener un amplia base política. En castigo, Acción Popular casi desapareció del mapa electoral. García terminó defraudando todas las expectativas. En un inicio su populismo lo empujó a elevar los salarios, recortar algunos impuestos y los tipos de interés, congelar los precios, ofrecer crédito agrícola y devaluar la moneda. Al aumentar la demanda su equipo económico esperaba reactivar la industria. Esto no sucedió. García no se dio cuenta que se enfrentaba a una economía mundial demasiado hostil. Para colmo desafió a los acreedores extranjeros al incumplir con los pagos de la deuda. El Fondo Monetario Internacional expulsó al país del mundo financiero. Internamente el déficit comercial, acentuado por el auge del consumo, agotó las escasas divisas. Hacia 1987 el país se iba en picada. García intentó nacionalizar la banca y multiplicó su descrédito. Sendero seguía en auge y la represión del gobierno también. Las matanzas en la sierra y los apagones en Lima demostraban la fuerza creciente del terrorismo, ahora alimentado por la acción de otro movimiento subversivo, el MRTA. La población estaba agotada: más de 20 mil muertos y pérdidas materiales difíciles de calcular. Como si esto fuera poco el PBI se desplomó, la hiperinflación alcanzaba el 3.000% y los escándalos de corrupción saltaban a la luz. El país se encontraba en bancarrota, la más grave del
continente. La pobreza y la frustración colectiva eran elocuentes. Nunca la población había asistido a tanta irresponsabilidad desde la gestión pública. 2.2.15. Los Años Noventa: el Colapso de la Democracia En 1990 un nuevo salvador estaba dispuesto a rescatar al país. El famoso escritor Mario Vargas Llosa prometía reformas económicas neoliberales para reducir el Estado y promover la empresa privada. Pero su discurso fue desvirtuado por el APRA y la Izquierda quienes, careciendo de cualquier posibilidad de triunfo, apoyaron la candidatura de un desconocido ingeniero agrónomo descendiente de inmigrantes japoneses, Alberto Fujimori. Ya en el poder, Fujimori sorprendió a todos al imponer un plan radical de reestructuración de la economía: reducción de aranceles, fomento a la inversión externa y liberalización del mercado laboral. Anunció también la venta de empresas públicas para reducir el aparato estatal y generar nuevos ingresos. Se pudo controlar la hiperinflación y el país reasumió sus compromisos con la deuda externa. Pero este primer éxito económico pronto se ensombreció con el retroceso político. En abril de 1992, Fujimori disolvió el Congreso y anunció una reforma en el poder judicial. Se trataba de un autogolpe respaldado por un oscuro plan militar. La frágil democracia se derrumbaba bajo el pretexto del terrorismo, la injusticia social, la corrupción y el descrédito de los partidos políticos. Para el desconcierto de la opinión internacional, el golpe gozó de amplio apoyo popular. Sendero vio que el golpe y el autoritarismo del régimen acelerarían su revolución. Sucedió todo lo contrario: Abimael Guzmán, fundador y líder del movimiento, fue capturado y exhibido teatralmente. Misteriosamente, Guzmán cooperó luego con el gobierno exhortando a sus seguidores que se rindieran. Hubo más arrestos de subversivos y el senderismo empezó a desintegrarse. Al dejarse el caso en manos del Ejército se empezó a producir todo un récord en violaciones en derechos humanos. No importaba: el gobierno exhibía el éxito de haber “derrotado” al terrorismo. Presionado por los organismos internacionales, Fujimori tuvo que convocar a un Congreso Constituyente y dar una fachada más “democrática”. La constitución de 1993 se diseñó a su medida y se convocaron elecciones. Controlados el terrorismo, la inflación y el aparato estatal, Fujimori pudo ganar cómodamente con un 64% su primera reelección en 1995 ante el embajador Pérez de Cuéllar. De esta manera el régimen profundizó su autoritarismo y la corrupción a su interior. En esta etapa (1995-2000) las crisis financieras mundiales y la falta de respuesta del equipo económico hicieron que el país entrara en una recesión profunda desde 1997. El desempleo y el colapso de muchas empresas solo fueron matizados por el éxito en la venta de algunas empresas públicas. Un hecho positivo fue el arreglo fronterizo con Ecuador y Chile. Sin embargo el régimen demostraba cada vez más su voluntad de perpetuarse en el poder al aniquilar el estado de derecho (control del Poder Judicial, Tribunal Constitucional, Sistema Electoral y la mayor parte de la prensa). En este contexto cualquier fiscalización no prosperaba. La cúpula militar, por su lado, era fiel cómplice del autoritarismo y la corrupción. El objetivo era la ilegal segunda reelección de Fujimori. Se fraguó un proceso electoral donde el candidato-presidente contó con todos los recursos del Estado para no dejar el sillón presidencial. Nadie, ni dentro ni fuera del país, que pudo ocultar el atropello
cometido. El 28 de julio de 2000 Fujimori inauguraba un nuevo mandato que estaba condenado al fracaso. A la falta de credibilidad se sumó, en menos de 40 días de la juramentación, el escándalo de corrupción al difundirse un vídeo donde el principal asesor presidencial “compraba” a un congresista electo para asegurarle mayoría parlamentaria al régimen. Luego vendría un cúmulo de destapes sobre la corrupción organizada por el nefasto personaje desde el Servicio de Inteligencia Nacional en la que Fujimori resultaba seriamente comprometido, al menos políticamente. No pudo más y, aprovechando una invitación para asistir a una cita internacional de mandatarios, huyó al Japón para enviar su renuncia por fax. Su lamentable deserción obligó al Parlamento declararlo moralmente incapaz y suspenderlo de cualquier responsabilidad pública por 10 años. El vacío político fue cubierto con la elección del Presidente del Congreso, Valentín Paniagua, como jefe de estado. En noviembre de 2000 Paniagua asumió un gobierno de transición cuyos objetivos fundamentales fueron convocar elecciones libres y corregir los vicios dejados por el fujimorismo. Tras dos rondas electorales, el economista Alejandro Toledo resultó elegido para el periodo 2001-2006. 2.2.16. El Gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006). Una vez convocadas las elecciones por el gobierno de transición, el principal candidato fue Alejandro Toledo, quien había perdido en las fraudulentas elecciones del 2000, su principal opositora inicial fue Lourdes Flores, candidata de una alianza política de derecha que apoyaba el esquema económico del fujimorismo, aunque recusaba su falta de transparencia y su carácter dictatorial. Sin embargo, el retorno del ex-presidente Alan García, luego de varios años sin poder volver al Perú, alteró el curso electoral, pues su propuesta sintonizaba con el descontento popular y prometía cambios en la política económica y social, frente a las propuestas de continuismo neoliberal tanto de Toledo como de Flores. Los resultados de la elecciones fueron de gran tensión, pues en la primera vuelta cuando parecía que Toledo y Flores eran los favoritos, García repuntó y desplazó a Lourdes Flores al tercer lugar y pasó a la segunda vuelta con Toledo, en la cual podría haber triunfado si su imagen como mal gobernante y el desastre de la hiperinflación de su primer gobierno, no lo hubieran estigmatizado. Lo cierto es que Toledo ganó de manera muy apretada, porque un buen número de peruanos votaron en contra de Alan García, mas bien que a favor de Toledo. Nuevamente, como en 1990 el electorado peruano tuvo que elegir entre un malo conocido y uno bueno por conocer. Así en julio del 2001 juramentó el gobierno de Toledo y de su partido Perú Posible, que llegó al gobierno sin tener mayoría en el Congreso, por lo que tuvo que negociar una alianza con el Partido Frente Independiente Moralizador. Alejandro Toledo, economista, cholo, provinciano con una exitosa carrera académica con grados en importantes universidades americanas, constituía el símbolo del excluido que logra el sueño de la movilidad social de los pobres, provincianos y mestizos (cholos) del Perú, llegó a la presidencia en su tercer intento. Durante su campaña en contienda con Fujimori
el llegó a señalar que si el presidente Fujimori se alejara del gobierno, el construiría el segundo piso sobre la base del modelo neoliberal vigente. Es decir, desde un inicio su opción era neoliberal, aunque con una mayor preocupación por los pobres. Al asumir el gobierno, Alejandro Toledo, prometió reducir la pobreza, mejorar la educación, descentralizar el estado y mantener la disciplina fiscal. La condición sine qua non de gobernabilidad, en aquel momento era mantener los equilibrios macroeconómicos y recuperar el crecimiento económico para luego encarar el problema de la pobreza, la educación, la salud y la infraestructura. La cercanía del ministro Kuczinsky con los medios financieros y políticos de Washington y New York permitió tranquilizar los mercados, los capitales se volvieron a interesar en el Perú, las privatizaciones fueron relanzadas con nuevos bríos, se definió metas fiscales en concordancia con el FMI y se comenzó a impulsar varias políticas sociales. Por su lado, el Banco Central de Reserva adoptó el esquema de “meta inflacionista” para la política monetaria, lo que constituyó uno de los pilares de la estabilidad económica. El efecto de estas medidas permitieron alcanzar tasas de inflación de un dígito durante todo el período, todo un record en la historia económica del Perú. El principal problema del gobierno Toledista era la baja presión tributaria heredada de la administración anterior, que alcanzaba apenas al 13% del PBI, con la cual no era posible mejorar el gasto social ni hacer grandes inversiones públicas. La solución a este problema fue la de atraer más capitales privados a través de las privatizaciones y concesiones, e incrementar la deuda pública, para lo cual se estableció un programa de endeudamiento. Con estas medidas se comenzó a definir una política fiscal anti-cíclica que le dio más estabilidad al período (Jiménez 2005). Es verdad que los recursos fiscales se diluían entre los pagos de la deuda externa (1.5% del PBI en promedio al año. Precisamente, el año 2002 se relanzó la descentralización, para lo cual se modificó la Constitución y se aprobó la ley de descentralización, según la cual al año siguiente debería llevarse a cabo elecciones para nombrar a los nuevos gobiernos regionales, para lo cual se adoptó temporalmente como regiones a los viejos departamentos. Esta reforma prometida por todos los políticos y con una larga experiencia de fracasos anteriores (Contreras 2000), se inició bajo los designios de la improvisación y el tanteo, con dos problemas de base: por un lado la falta de recursos humanos, administrativos e institucionales para llevarla a cabo y, por otro, la escasez de recursos fiscales salvo en aquellas regiones con actividades extractivas que tienen el canon como recurso adicional. La profundización del modelo neoliberal vendría por la búsqueda de tratados de libre comercio, sobre todo con Estados Unidos, con el cual se firmó el ATPDEA, un tratado de liberalización de partidas arancelarias para el mercado americano, con los países productores de coca (Bolivia, Colombia y Perú) como un incentivo para la erradicación de
los cultivos de coca y de la producción de sus derivados. Este tratado tenía como fecha de término en diciembre del 2006. Luego, el gobierno toledista, trató de negociar un tratado de libre comercio con los Estados Unidos, para lo cual un ministro y una comisión especial trabajaron y negociaron intensamente con funcionarios americanos los términos del tratado, que no sólo contenía aspectos comerciales, sino que además incluía temas de inversión, propiedad intelectual y patentes. Este tratado, que hasta el momento no ha sido suscrito, se constituyó en la manzana de la discordia entre los partidos políticos, los gremios y los sectores intelectuales y se creó cierta polarización en torno a su aprobación. Lo que estaba detrás de este tratado era, en evaluación de Toledo y su gabinete, la oportunidad de tener al servicio del Perú el mercado más grande del mundo, donde los productores peruanos podrían fácilmente hacer negocios, en otras palabras, la liberalización y globalización llevadas a la acción. Así, el neoliberalismo entró en una fase de mayor complejidad durante el gobierno toledista. Por un lado, se impulsó mayores niveles de apertura comercial y financiera, se comenzó a buscar tratados y acuerdos de libre comercio con distintos bloques de países, pero al mismo tiempo se pretendía impulsar la descentralización estatal, que es una fuente de turbulencia política y que genera un ambiente social agitado, dando señales contradictorias a los inversionistas, a quienes les gusta los países estables y sin mucho conflicto social. Por otro lado, la mayor apertura comercial combinada con el atraso cambiario originó la reconversión o cierre de muchos negocios industriales, pues se comenzaron a volver poco competitivos frente a productos importados, y como resultado se fue generando un problema de desempleo y menores ingresos en la mayor parte de regiones. 2.2.17. El Retorno de Alan García. El retorno al gobierno de Alan García, 16 años después de su inolvidable gobierno, se dio en unas elecciones llenas de suspenso, por la volatilidad de las preferencias electorales en presencia de otro “out-sider” el Comandante (r) Ollanta Humala, que se dio maña para convertirse en el representante de los desfavorecidos por el neoliberalismo, de los nacionalistas y de los descontentos con el sistema democrático. En una dramática primera vuelta Alan García desplazó, por segunda vez en cinco años, a la candidata de la derecha conservadora Lourdes Flores al tercer lugar y logró pasar a la segunda vuelta junto con Humala, quien tuvo la mayor votación. En la segunda vuelta, el electorado peruano voto, una vez más, en contra de la amenaza que representaba Humala y su movimiento nacionalista, siendo elegido Alan García con una plataforma electoral más cercana del neoliberalismo que del pensamiento aprista. La historia del voto “por el mal menor” se volvió a repetir.
La imagen de populista, de promotor de hiper-inflaciones y actos imprevistos, pesaba mucho en la memoria colectiva. Por ello, Alan García “derechizó” su discurso y sus promesas, se acercó a los organismos internacionales y, ya en el gobierno, firmó una carta de intención con el FMI (cuando ya no es técnicamente necesario), prometió continuidad jurídica sobre todo para la inversión extranjera, escogió a un economista ortodoxo para el puesto de Ministro de Economía, le ofreció la presidencia del Banco Central a la conservadora Unidad Nacional y conformó su gabinete con una mayoría no aprista, con un importante contingente de neoliberales. Al parecer, quería dar una señal clara, sobre todo hacia fuera, de que en su gobierno habría sobre todo continuidad y, eventualmente, algunos cambios que no alterarían las expectativas económicas. Durante estos primeros seis meses, la política económica en lo esencial ha continuado. Hay algunas iniciativas de políticas sectoriales como el “plan sierra” que podrían ir en la dirección que se necesita para crear más empleo, sobre todo en las zonas más deprimidas. La otra medida importante es la exoneración de impuestos a la importación a los bienes de capital, lo que constituye una clara política de apoyo a la inversión en capital físico para mejorar la productividad y competitividad de varios sectores. García ha apoyado decisivamente conseguir la firma del Tratado de Libre Comerció con los Estados Unidos. Es también destacable el énfasis de austeridad en la administración pública, que ha impuesto Alan García, para reunir fondos para los programas de lucha contra la pobreza, que constituye el desafío para este gobierno. Los buenos resultados económicos entre 2001 y 2005 tuvieron, sin embargo, su punto débil en la parte distributiva y de empleo, de manera mucho más clara a la que se dio en la década anterior. Este es el principal problema del modelo neoliberal: la macroeconómica va bien, sin embargo la micro de la mayoría de peruanos no ha tenido las mismas tasas de crecimiento y estabilidad, o también conocido como el “crecimiento sin chorreo”. Se tiene la sensación, hasta cierto punto, de que la estabilidad macroeconómica se ha logrado a costa de la pobreza, o en el mejor de los casos que dicha estabilidad no es incluyente a todos y favorece sólo ciertos sectores productivos y sociales. Los datos, al respecto, son elocuentes: durante el período en cuestión el PBI ha crecido en 20%, no obstante, la pobreza se ha reducido sólo en 2.7%, del 54.3% a 51.6% del total de la población peruana. Esto insinúa, que para reducir la pobreza a la mitad se requeriría de 40 años de crecimiento a estas mismas tasas. Por su parte, la pobreza extrema ha bajado en 4.9%, de 24.1% al 19.2%, esto significa que se requeriría de 10 años para reducirla a la mitad. Obviamente, las metas del milenio no podrían alcanzarse con este modelo económico en los plazos acordados.
El tercer efecto del crecimiento es la escasa reducción de la desigualdad. Mendoza-García afirman que el índice Gini , ha pasado de 0.536 el 2001 al 0.525 el 2004. Estamos frente al mismo problema anterior: se ha requerido de un gran esfuerzo económico para reducir la desigualdad en escalas muy pequeñas, pues para disminuir la desigualdad en 0.9% se ha necesitado de un crecimiento del 14.3% del PBI. Pero, aún más, el coeficiente Gini sólo recoge los ingresos por trabajo (sueldos y salarios) y deja de lado los ingresos por capital (ganancias, intereses y rentas, de las personas). Un problema central de la era neoliberal ha sido el crecimiento sectorial selectivo. Si bien, en las estadísticas hay similitud de las tasas de crecimiento de los sectores primario y no primario, sin embargo cuando se desagrega el crecimiento a un nivel sectorial encontramos que, en el mismo período, el sector agrícola, incluyendo el sector empresarial y el campesino, ha crecido apenas en 2.2%, mientras que la minería lo hizo al 34.6% y la manufactura al 13.9%. Obviamente, no hubo crecimiento generalizado y esta es la razón por la cual, el empleo ha tenido un comportamiento segmentado, la pobreza apenas ha retrocedido y la desigualdad sigue persistente Cabe preguntarse ¿porqué el crecimiento de la minería o de la manufactura no se disemina a toda la economía? La respuesta es que la economía peruana no está suficientemente articulada o eslabonada entre sectores y entre regiones, razón por la cual cuando crece un sector o una región, no necesariamente arrastra en su crecimiento a otros u otras (Gonzales 2006).