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Una clínica veterinaria es una inversión económica Rentabilidad económica y rentabilidad financiera de las clínicas veterinarias
Julio Bonmati Martínez Vicepresidente en Madrid de la Asociación de Expertos Contables y Tributarios de España. AECE.
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or eficacia entendemos la actuación para cumplir los objetivos previstos; y por eficiencia la capacidad de un sujeto económico para lograr el cumplimiento de un objetivo determinado minimizando el empleo de recursos. Para llevar a término la actividad desarrollada en una clínica veterinaria se precisan recursos tanto humanos como materiales: los humanos estarán formados por todas las personas que presten en la misma sus servicios, fundamentalmente laborales, bajo una dirección y formando parte de una organización; los materiales aglutinaran bienes, como por ejemplo maquinaria, herramientas, existencias y derechos de contenido económico, es decir derechos de cobro, como por ejemplo los créditos concedidos a los clientes. A ese conjunto de bienes y derechos de contenido económico le denominamos activo o inversión y precisará estar financiado, lo que haremos bien con fondos propios de la clínica veterinaria aportados por el propio veterinario en muchas ocasiones, bien con fondos ajenos o prestados por terceros que tendrán que ser devueltos en el plazo y las condiciones convenidas. Al conjunto de fondos propios más los fondos ajenos que financian el activo o la inversión le llamaremos pasivo o financiación. De lo anteriormente expuesto fácilmente se deduce que en términos monetarios la totalidad del activo o inversión y la totalidad del pasivo o financiación serán siempre iguales.
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Lógicamente la estructura económica fija, es decir aquellos recursos materiales,
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maquinaria, instrumental ..., que van a permanecer más de un ejercicio económico en la clínica, debe financiarse con recursos propios, bien procedentes de las aportaciones del veterinario y sus socios o con beneficios producidos por la clínica y no repartidos, o bien con préstamos a largo plazo. Por otro lado como cualquier otra actividad económica la clínica veterinaria debe perseguir la muy legítima finalidad no sólo de obtener sino de maximizar sus beneficios, los cuales se producen únicamente cuando los ingresos, entendidos en este caso como los derechos de cobro nacidos por la prestación de servicios o la venta de productos, son superiores a los costes, entendidos como la parte del gasto o el sacrificio parcial o total de un recurso en el que se incurre para la producción y entrega de un bien o servicio. Por tanto una clínica veterinaria, al margen de consideraciones vocacionales que
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sin duda son muy loables, es una inversión económica al poderse contemplar como la financiación de unos recursos para con ellos realizar la prestación de unos servicios y/o la entrega de unos bienes, con la finalidad de obtener por realizar dichas prestaciones y entregas unos beneficios.
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La clínica veterinaria debe perseguir la muy legítima finalidad no sólo de obtener sino de maximizar sus beneficios, los cuales se producen únicamente cuando los ingresos son superiores a los costes
Pero el beneficio en términos absolutos no es la única magnitud que deberá tener en cuenta el dueño de dicha inversión
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económica que para nosotros es la clínica veterinaria, pues aunque en muchos casos la decisión de montar una clínica y por tanto la de llevar a término dicha inversión obedezca fundamentalmente a la necesidad por otra parte muy respetable de materializar una salida profesional para la aplicación de los conocimientos y el título adquiridos en una facultad, no debe perderse de vista el beneficio en términos relativos, lo que se conoce como rentabilidad que es la expresión de la relación, generalmente expresada en porcentaje, que se establece entre el beneficio económico que proporciona una determinada inversión y dicha inversión.
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Llegados a este punto el dueño de la clínica veterinaria se encontrará con dos posibilidades por un lado con la primera que sería la de medir el beneficio obtenido sin incluir los intereses, que pudieran existir, pero si incluyendo los impuestos, que siempre existen, respecto de la inversión, en este caso estaríamos prescindiendo del impacto que se produce sobre el beneficio como con-
secuencia de la manera, mediante fondos propios o ajenos, en que hemos financiado la inversión, y hablaríamos entonces de rentabilidad económica; y por otro con la de medir el beneficio después de intereses e impuestos respecto de los fondos propios, también llamados capitales invertidos, en este caso si tendríamos en cuenta el impacto que se produce sobre el beneficio como consecuencia del modo, mediante fondos propios o ajenos, en que hemos financiado la inversión, y hablaríamos entonces de rentabilidad financiera. De forma y manera que sólo para el caso de financiar la totalidad de la inversión con fondos propios, coincidirán ambas rentabilidades, económica y financiera. Por otro lado no olvidemos que en la realidad la financiación ajena, habitualmente conocida como préstamo, conlleva unos intereses, que no son otra cosa que el precio que tenemos que pagar por la utilización de capitales cuya propiedad no nos corresponde, y que tienen la condición de gasto deducible a efectos tributarios o de hacienda.
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Por lo tanto en la medida que la rentabilidad económica de nuestras inversiones sea superior al coste de la financiación ajena, al ser dicho coste deducible fiscalmente, nos interesará financiarnos con dicha financiación ajena, es decir con préstamos, para así de esta manera aumentar nuestra rentabilidad financiera: estamos hablando del fenómeno conocido como apalancamiento financiero. A los efectos de facilitar la comprensión de lo antedicho veamos un ejemplo: Para montar una clínica un veterinario precisa realizar una inversión (En maquinaria, herramientas, equipo, etc...) de 20.000 euros; para ello dispone de dos opciones a los efectos de financiar dicha inversión: en la primera el veterinario titular tendría que desembolsar la totalidad de dicho montante, es decir los 20.000 euros; en la segunda un banco le concedería a tal fin un préstamo de 8.000 euros, con un coste o tipo de interés del 5%, y por lo tanto en este segundo caso sólo tendría que desembolsar el resto 12.000 euros. Si después de un ejercicio económico dicho veterinario espera que su beneficio antes de intereses e impuestos ascienda a 2.000 euros, suponiendo un tipo impositivo del 30%, entonces en cualquiera de las dos opciones la rentabilidad económica, que como ya sabemos es el beneficio, sin incluir intereses pero si impuestos, dividido
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En la medida que la rentabilidad económica de nuestras inversiones sea superior al coste de la financiación ajena, al ser dicho coste deducible fiscalmente, nos interesará financiarnos con dicha financiación ajena, es decir con préstamos, para así de esta manera aumentar nuestra rentabilidad financiera por el montante total de la inversión, sería la misma es decir 1.400/20.000, lo que da una rentabilidad del 0,07 o lo que es lo mismo del 7%. Al no incluir los intereses, para que no influya la forma, en términos de fondos propios o fondos ajenos, utilizada para financiar la inversión, al beneficio antes de intereses e impuestos de 2.000 euros, le quitamos únicamente los impuestos, es decir 600 euros, que es el 30% de ese beneficio de 2.000 euros. En cambio mediante una tabla comparativa de las dos opciones veamos cual es la rentabilidad financiera, que recordemos es el beneficio después de intereses e impuestos dividido por los capitales invertidos (Tabla 1)
Tabla 1 Beneficio antes de Intereses e impuestos Intereses Beneficio antes de impuestos Impuestos Beneficio después de impuestos Capitales invertidos Rentabilidad financiera
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Opción A
Opción B
2.000
2.000
0
400
2.000
1.600
600
480
1.400
1.120
20.000
12.000
7%
9,33%
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Como podemos ver para la opción A coinciden ambas rentabilidades, la económica y la financiera, el 7%; en cambio para la opción B la rentabilidad económica es del 7%, al no depender esta rentabilidad de la forma de financiación escogida, y en cambio la rentabilidad financiera que si depende del modo de financiación escogido asciende al 9,33%. Siendo esa diferencia de 2,33 puntos porcentuales (9,33% - 7%) la cuantificación para este caso del apalancamiento financiero.
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Cuando hablamos de rentabilidades hablamos de beneficios no de tesorería ni de variación de la misma, que sería objeto de un estudio distinto, el del presupuesto de tesorería
Podemos incrementar la rentabilidad financiera de nuestros capitales invertidos, básicamente nuestras aportaciones como
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capital, financiando nuestras inversiones económicas, en este caso una clínica veterinaria, en parte con capitales ajenos, siempre y cuando la rentabilidad económica de nuestra inversión, la clínica veterinaria, sea superior al coste de la financiación ajena. Muy importante destacar que el beneficio lo hemos definido como ingresos menos costes, y deberemos calcularlo para un determinado intervalo temporal, habitualmente de duración anual, que llamaremos ejercicio económico, y respecto del cual fijaremos de antemano sus fechas de inicio y fin. Y por lo tanto debemos ser plenamente conscientes de que no tiene porque coincidir, y de hecho casi nunca coincide, el beneficio producido en un ejercicio económico con la variación de tesorería, expresada por la diferencia de lo cobrado menos lo pagado, que haya podido generarse en dicho periodo, y que dependerá de los momentos y plazos exactos en que se han producido dichos cobros y pagos. Es decir, no se puede confundir ingreso con cobro, ni es lo mismo coste que pago o que gasto. Y cuando hablamos de rentabilidades hablamos de beneficios no de tesorería ni de variación de la misma, que sería objeto de un estudio distinto, el del presupuesto de tesorería. En definitiva y a modo de conclusión en la financiación de las inversiones económicas de la clínica deberemos plantearnos y tener resueltas dos cuestiones fundamentales: la comparación de la rentabilidad esperada de la inversión con el coste de su financiación con fondos ajenos; y el plazo de devolución de la fuente de financiación utilizada, lo que nos determinará las fechas en las que la clínica deberá tener liquidez y tesorería suficiente para hacer frente a sus obligaciones de pago.
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