14 De Junio De 2009

  • Uploaded by: Oscar Mauricio Ardila Suárez
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  • Words: 529
  • Pages: 2
El era mi obsesión. La persona más culta y juvenil que he conocido. Cada gesto de su rostro era expresión de vida, de futuro, de seguridad en sí mismo. Pocas veces lo vi llegar al límite del orgullo, aquel en el cual los límites entre la autoestima y el ego se difuman para el mal de la humanidad. Pero volvía rápidamente en si mismo, terminaba por reprimir todo lo malo que podía ser. Quizá algún día se liberara y nos matara a todos, quizá se matara a si mismo luego de besar a la mujer que lo enloquecía, quizá la matara a ella. Nunca tuve ese placer. Quisiera haberme convertido en su víctima. Era otra persona cuando lo conocí: introvertido, callado, demasiado reservado con las mujeres como para atraer a alguna. La lástima puede llevarte a ayudar a otros, a salvar animales. Pero nadie siente lástima que se convierta en amor. Por eso nadie lo amaba, pero todos se compadecían de él a sus espaldas. Poco a poco fue cambiando. Parece que las alegrías estaban prohibidas en su vida y sin embargo seguía respirando. ¿Qué otra cosa podía hacerle sonreír si no era la alegría ajena? Y en verdad lo disfrutaba. Se contagiaba de la felicidad de sus amigos, de la permanente belleza y felicidad que transmitía aquella mujer que siempre amó, la guardaba para sí mismo y luego la repartía entre cuantos pudiera. Cometía el error de no ahorrar un poco de felicidad para él mismo. Y sé que llegaba a su casa cada noche a recordar con nostalgia el día recién terminado. A reprimir las lágrimas por el día que acababa de morir y que daría paso quizá a momentos no tan felices. Tardé cierto tiempo en fijarme en él. No le hablaba, más no era por rencor, odio, desprecio u otro mal sentimiento. Simplemente no lograba entenderlo ni me lo proponía. No pasaba de ser una entidad invisible frente a mí. Era nadie. Era nada. Llegó el día en que conversamos por primera vez. Él tomó la iniciativa. Creí que pretendía coquetearme. Se acercó con tono amable, intentó armar conversación como si fuéramos íntimos amigos. Expresaba confianza. Confiaba en mí aún sin conocerme. Lo noté en su mirada. No me amaba, no le gustaba. Sus pensamientos yacían en otra. Pero necesitaba desahogarse y lo hacía a través de la palabra. ¡Y que bellas eran las suyas!. Evitaba mirarme a los ojos como si temiera algún reproche. Sentí lástima por él en un principio. Luego llegaría a amarlo. Mientras él luchaba por mantenerse vivo, guardar en sí mismo toda su tristeza para sólo expresar lo bueno ante los demás, entendí que él valía mucho más que sus logros. Comprendí que hay personas sinceras por naturaleza, nostálgicas desde que nacieron; sus ojos brillan ante la sola visión de la felicidad, que han restringido para ellos mismos. Murió trágicamente sin alcanzar a despedirse. Murió y no pude expresarle lo que sentía por él. Pude haberme convertido en su escapatoria, nos amaríamos más allá de cualquier alegría o tristeza ajena. Ahora está muerto y sé que ha dejado de sufrir. Quizá por eso, deba alegrarme en vez de lamentarme.

Eldanior.

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