14-1. Alejandra Toscano, %22la Crisis En La Ciudad%22.pdf

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EN LA CIUDAD ALEJANDRA MORENO TOSCANO

La ciudad capi~alista se const~~ye por la ac~ión de un conjunto de agentes paruculares que ed1hcan su peculiar mercancía teni _ · ·ó n ~entabl e, pero qu~ requieren, en do como m!ra una 1nve~s1 de manera creciente, fuertes 1nvers10nes en gasto social, no rentabl que recaen sobre la colectividad y son administradas por el Estad0e, La búsqueda de la ganancia en la construcción del espacio ~ bano provoca la concentración _de_ la inversión en algunas zonas:~ detrimento de otras, el encarec1m1ento de losº predios, la densificación de los localizaciones rentables, la saturación de los medios de transporte. Pocos espacios resisten los embates de la inversión especulativa: lo destinado a parques públicos se reduce, las zonas de habitación se alejan cada vez más de los centros de trabajo. El resultado de estos procesos son las ciudades que conocemos, desarticuladas, sin integración. El Estado, que debería equilibrar la ocupación del espacio construido y los requerimientos de servicios sociales para la población, pierde cada vez_ más su papel de rector y actúa, sin orden ni prioridades, llenando huecos, financiando programas de vivienda siempre insuficientes, mejorando la infraestructura en unas zonas y abandonando a su suerte al resto; en suma, acatando decisiones tomadas de antemano por la inversión privada, que se convierten en situaciones de hecho. Por otro lado, para resol ver algunos problemas demasiado gr_andes y complejos el Estado interviene de manera autoritaria -Justificando con eÍlo su papel de planificador. La gran variedad de • a crear comisiones, · · problemas que enfrenta lo obliga es t ablecer or. . . , d l e es es aislada Y sin g an1smos (cuya función, 1a mayona e as v .c. , a los óro-anos 0 articulación) que desplazan, en la toma de d ecisiones, , se · 1 · dadania Lo que y autoridades elegidas en otro tiempo por ciu , . : lacable. t una logica imp define como desorden urbano, se su sten ª en . demasia. ·E· · equenr La ciudad de México de hoy se idenu ica s~n ~ L llamada · dad capitalista. ª d1 dos a1· ustes, con este mo d e 1O d e ciu . . enerales e . , 1 con trad1cciones g "crisis urbana" tiene sus raices en as

ª

[152]

LA "CRISIS" EN LA CIUDAD

155

sistema económico internacional, y no escapan a su lógica ni Nueva York, París o Madrid, ni México, Guadalajara o Monterrey. Estudiar esas condiciones generales es útil mientras se tomen como marco de referencia para explicar desarrollos urbanos concretos. La dimensión y modalidades de los problemas se definen por la historia concreta del proceso de urbanización. En nuestro país, el grado de concentración de la propiedad y del ingreso, las caracter ísticas de la fuerza de trabajo y del desarrollo industrial, las formas de intervención del Estado, la gestión urbana y la participación política, son las instancias que explican y producen el espacio urbano.

LA ESTRUCTURACIÓN DEL ESPACIO URBANO

El tiempo y el ritmo de la estructuración de la ciudad de México quedó marcado por el desarrollo económico del país en las últimas décadas. Al proceso de concentración del ingreso de 1940-1954 correspondió, espacialmente, la consolidación del modelo de urbanización segregada que comenzó a cobrar forma durante el porfiriato. La ciudad se estructuró según la distribución de ese ingreso: los fraccionamientos privilegiados se concentraron al poniente y al sur; el norte y oriente se reservaron a las colonias proletarias. Hubo cambios en las zonas interiores. Se abrieron espacios para dar paso a las primeras unidades multifamiliares construidas en beneficio de los trabajadores vinculados a las grandes centrales sindicales y nuevas construcciones rodearon a los antiguos pueblos protegidos por las barreras de la segregación. Esas invasiones de espacios tradicionales se expresaron en estilos arquitectónicos "modernos" y en el acceso a los servicios urbanos. El crecimiento con estabilidad (1955-1960) produjo el primer gran desbordamiento del espacio urbano. El poder de compra concentrado por las clases medias se dirigió a la adquisición de casas en nuevos fraccionamientos (Satélite, Echegaray), a la compra de uno o varios automóviles, a adquirir en forma casi suntuaria enseres domésticos electromecánicos (a su alcance gracias a la política de sustitución de importaciones) y aparatos electrónicos siempre nuevos ~ cambi_antes, que ofrecían la satisfacción pregonada por los med10s masivos y la propaganda consumista, para "esta al tanto" en noticias, diversiones y publicidad. Esos pequ~ño:

ALEJ1'NDRA

1t10RBNO TOICA1'

o mientras que el mercad ' · d 1 dinarnizaron en los Hm1tes e do~ó urbana se mantuvo ,., os grupos transb)aCJ n 1• Po d consumo d e esos pequen • en locales para o. El afjn e orfiriana de residen~1~alor de la tierra tia.."86 la antigua zo:: ; hoteles, elevando de a la ciudad (''zona ·os restauran "d d había llega o o,mero ' la modern1 a mostrar que . . d ~. . . concentró la acuv1da corosa )~nas ocas zonas privilegiadas s;te U nas cuantas áreas reciro!~ial y de los med1osd~de dtreasn~~~a "~ida moderna", quedando · · s y como 1 a bieron los sen'1c10 bí de. ado el siglo x1x. el resto tal y como lo h~ fa ciudad seguía reproduciéndose al A pesar de esas nove a ' .· d Los cambios mayores sobre. . or ahorros pnva os. f modo anuguo. p . I 960 I 967 propiciados por dos actores. vendrán más tarde, . enn e .ó d y I p;od ucción y de las actividades Por una parte, la teduco n ~ó a de la población en las ciudades. , udizó la concentrao n agnco1as ag . . d "ó d 1 capital "semilla" que plantaron 1os Por ou·a la mtrn uco n e Estados Unidos para producir resultados que contrarrestaran 1os efectos de la Revolución cubana; los fondos_ del BID y la AID, co~plementados por asi?naci?nes p~e~upuestanas, generar~~ los pr~~ meros mecamsmos fmanc1eros d1ng1dos a la construcc~on de VI vienda "de interés social''. La preocupación de los pr~fes10?-ale_s del bienestar por extender el acceso al cr~dito y al fi_n:i,nc1am1en to hacia grupos más amplios de la población, para facilitar la construcción de vivienda, consolidó la actividad de los fraccionadores, de los constructores y fortaleció el mercado inmobiliario. Los beneficiarios de esas medidas -como ahora sabemos- fueron los estratos altos y medios de la población. Durante esos años se abandonaron definitivamente los antiguos proyectos de construcción estatal de viviendas para renta -como los desarrollados por el IMss y el 1sssTE- y se adoptó el modelo de la "casa propia", que ,incluso quiso hacerse extensivo a los grupos populares, construyendose en San Juan de Aragón y Tulyehualco casitas para los pepenadores del DDF (quienes las abandonaron al poco tiempo, traspasando sus derechos a grupos de ingresos más altos). Al extenderse los mecanismos de financiamiento se definió el nuevo · 1a cm_ · d ad. La institución bancaria · .so'lo aáela ·t,modo ..de - co ns trmr , _n capital a un promotor, lracdonador fuere organismo publico 0 · d · ·d . . ' · . . ~n ivi uo particular, y cada uno de ellos construyó stn d coor í d ond e quiso · o pudo sin asomo de Pan 1 ea.6 InaCion entre s, ci n general Ad , 1 b . ' · ·ones . · emas, a anca exigió de todas esas mversi . Í un m mmo de renta b'I"d . suces1va1 1 ad, lo que implicaba invertir

1!

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°

LA "c1us1s" EN LA CIUDAD

155

mente en áreas ya probadas, consolidar los mecanismos del mer• cado inmobiliario y prolongar la segregación del espacio urbano. Todo esto oper~ so~re el modelo de casa unifamiliar que se fue ~doptando _Y exige incorporar mayores cantidades de terreno al a~ea urbanizada, lo que obligó al Estado a invertir mayores cant1d~des en la dotación de servicios generales e hizo más costoso~ SOCialmente, el proceso de urbanización. Los beneficios que los promotores o fraccionadores, individuos o empresas reciben de este proceso, aumentan y se multiplican. Invertir en producir ciudades se convierte en un importante negocio. Por otra parte, los fondos del erario público alimentan los mecanismos de financiamiento bancario y estimulan la expansión de ese sector, sin que el Estado ejerza control alguno sobre la producción de los inmuebles que de esa manera estimula. Los años sigui en tes se caracterizaron por la política de freno y arranque de la inversión pública y por la ampliación del radio de acción de los monopolios en sectores rentables, como el comercio y la propia banca. También esto produjo efectos urbanos. El resultado de una inversión pública espasmódica, irregular> reforzó la imposibilidad de cualquier planeación general. Los grandes proyectos de vialidad quedaron inconclusos, generando costos sociales mayores. El diseño de grandes conjuntos respondió más a compromisos coyunturales (obras olímpicas) que a planes generales. Los conjuntos se localizaron en áreas alejadas, donde el recurso tierra, por su carácter público o social,. estaba d isp_onible más por un acto político que por una erogación econom1ca. A e~os conjuntos se _fes dotó de una infraestruct':1ra espe~tacul~r. Diez años después ésta será insuficiente, al. cubrirse las area~ intermedias con nuevas construcciones promovidas por empresarios y compañías privadas. 1

LA PRIVATIZACIÓN DEL ESPACIO

Con todo, la acción de los grandes consorcios (comerciales o bancarios) produjo efe~tos urbaníst~cos mayores. Las gr_andes firmas comerciales y financieras promovieron de manera creciente la construcción de grandes conjuntos comerciales (Plaza Satélite, Plaza Universidad, Plaza Comermex, Bosques de las Lomas). Los grandes conjuntos se caracterizan por reproducir un espacio urbano

ALE.) ANDRA MOBNO

ndo las molestias del ruido y los automóviles.

I se trata de espacios interiores que pueden aislarse

rse

~~

si mismos, creando ambientes regulad?s con acon~.,. 1r:1•:·a;:1. •. to de temperatura y música de. frecuencia nam1en d. modulada .litar el e · ercicio del consumo. Casi todos se isenan como 1 para f acl dº calles interiores, adornados con fuentes o esculturas. Su . iseno arquitectónico multiplica las posibilidades_ d fo rmar esqu_i~as y desarrollar circulaciones en zig zag para eliminar la sensac10n de pasillos y mantener las ventajas comerciales de las esquinas (mayor superficie de aparadores-mayor exposición-mejores ventas). Generalmente estas unidades urbanas asocian a los servicios comerciales otros, como salas de cine, restaurantes, oficinas de bancos. Así, estos pequeños concentrados de urbanización tienden a remplazar las funciones de la calle que tradicionalmente se destinaba al uso público general. Son formas de anticiudad, pues construidas sobre terrenos particulares quedan sustraídas del conjunto urbano por su carácter privado, incluso llegan a definir reglas de ~cceso específicas ("se reserva el derecho de admisión") y a establecer vigilancia policiaca particular. En suma, son ejemplo de espacio urbano privatizado, espacio de segregación social por excelencia. Si a esto agregamos la proliferación en la ciudad de locales para esparcimiento (canchas de squash, tenis, salones de fiesta) también de carácter privado, se comprueba una tendencia creciente de la ciudad de hoy para segregar desioualmente los • • b servicios urbanos generales, polarizando los contrastes, reduciendo el espacio público y destinando un espacio privado al consumo y al incremento de las ventas. El interés de los consorcios bancarios en los bienes raíces n o es nue:º· Pero a raíz d~ su fusió~ en banca múltiple, manejan depósitos: ~h?rros,_ créditos comerciales, crédito hipotecario, empresas 1nmob1hanas, tienen sus propias constructoras y aseguradoras y ~umplen, en forma creciente, funciones de corredores de bienes inmueble~ ~ promot~res de fraccionamientos (Bancomer, Bana~ex, At~ant1co, Crem1, Confía, Banpaís y otras). Es decir, en conJU~to, e1ercen el control directo e indirecto del mercado de bienes ra1ces. "111

7

Las inrnobi_liarias usan capital que proporciona el consumidor e~ una esp_ec1e de compra anticipada. Adquieren grandes extens10nes, de tierra se ocupan en promover la urbanización de lo t~davia no urbanizado. Enfocan sus programas a diversos grupos soc~ales -incluyendo sectores populares. Desarrollan promociones simultáneas para asegurar una rápida circulación de capital Y

r

LA. .. CRISIS" EN LA CIUDAD

157

contrarrestar la limitante mayor de las transacciones inmob~liarias; para hacerlo, utilizan cualquier recurso: venden la idea -construyendo únicamente la casa modelo-; construye~ por etapas -según se va realizando la venta de lo ya constru1?0-; explotan los resultados de la propaganda del medio amb1ent~, d_e la calidad de la vida, del retorno a la naturaleza, de la casa 1nd1vidual y de la propiedad privada como factores de felicidad, o presionan sobre las aspiraciones de las clases medias a acc~der a un status de prestigio construyendo fra ccionamientos y conJuntos habitacionales que resultan exagerad amente lujosos en ambientes y paisajes de penuria.

LOS CONSTRU CTORES DE CIUDADES

Los programas sincopados de gasto público, la política de inyecciones anticíclicas de capital como medio para reactivar la economía, característicos de los años recientes, no sólo han tenido como resultado una peculiar infraestructura de circulación interrumpida (anillos de circunvalación, periféricos y circuitos interiores que nunca circundaron a la ciudad), también han contribuido a modificar la estructura interna de la industria de la construcción y han favorecido la concentración de capital que actualmente la caracteriza (véase cuadro 1). Entre 1950 y 1970 se registraron ante la Cámara Nacional de la Industria de la Constru cción (cN1c) 146 nuevas empresas cada año (en promedio). En su mayoría eran empresas pequeñas, con menos de un millón de pesos de capital social. Estas empresas constructoras se caracterizan por lo siguiente: dependen en for m a casi ab s~luta del ~resupue_sto gubernamental o de las concesiones de créda~ bancario; subsisten con una estructura financiera e d bl pasivo global elevado y liquidez insuficiente· gene n e _e, un t . ' r a1m ente inten ~~ aumen~a~ s~s gan_anc1as acaparando contra tos e. gihdad de sus recursos las expone a que uin é d .d·' P 10 la fra po las lleve al desastre· por lo t-mto est -' < p : I a o contratiem--· . ' ' , · ,l n su Jetas a 1· nes Y qmebras continuas. · nterrupcioC0 -- -- . . mo la actividad de estas empresas de _d_ _ __ . _ i9~ste funcionó con políticas de freno y p:n e del gasto público ,6, las empresas constructoras pequen~ rranque entre 1960 y tatse y t f' . as no loor rans ineron sus utilidades a otr º aron capitalios sectores.

MARA NACIONAL DE LA INDUSTRIA DE LA CONSTRUCCIÓN: EMPRESAS QUE LA INTEGRAN SEGÚN SU CAPITAL SOCIAL

(1950, 1970, 1978)

-::C:--ap-:--i:-ta-:-l-r-eg~i:-st_ra_d:-0-------------------(miles de pesos corrientes) % de capital Núm. de empresas % por rango

1950

4.9 5

25 50 250 500 l 000 2 500 5

ººº

24

49

38 40

54

249

184

499

79

999 2 499 4 999 y más

85

75 13 19

6.9

7.5 9.2 31.0 13.3 14.4 12.5

2.1 3.1

0.03

.1 2 .14 5.69 6.13

12.13 24.14 10.40 40.93

1970 501

500 2 214 515

999 1 999

ººº 7 999 2 ººº 8 ººº 19 ººº 20 ººº y más 1

393 258

47 23

64.2

14.9 11.4

7.5 1.4

6.3

7.8 26.2

2~.5 14.0

0.6

21.8

32.0 28.6 15.9 11.0

l.O 7.8 9.8

7.0 2.8 1.5 1.2

13.4 12.0 12.8 37.6

1978

99 100 500 l OOO 2 000 5 000 10 0 0°

20

ººº

499 999

2 064 l 844 l 027

l 999 4 999 9 999 19 999 y Inás

710 452 181

=-----FUENtEs·

100

74

5.6

-------------------

. (1950 197 ·tal •n la p, d Y O): conv,, fovestigación sobre viviendas (1v). El_ ca¡,, 28, núm. o ttcción de vivienda, México, 1977; (1978): Comercio Exterior, vo.1 . 8, agosto de 1978.

LA "CRlSJS" EN LA CIUDAD

159

Por su carácter dependiente de la coyuntura, las_ ~mpresas c?nstructoras pequeñas no pueden racionalizar su act1v1dad; reah~an proyectos aislados, trabajan in situ, utilizan procesos de producción casi artesanales, no incorporan trabajadores en forma esta_ble y s_e ven doblemente afectadas por la carestía de insumos y la 1nternutencia de pagos del gobierno. En 1975, el 77% de los socios de la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción se encontraba en esa situación. Su peso en el conjunto explica por qué, vista globalmente, la industria de la construcción mantiene características tradicionales y una débil composición orgánica de capital. El funcionamiento de las grandes empresas constructoras es opuesto. Alrededor de 74 empresas con capital social superior a los veinte millones de pesos (1.2% de los socios de la CNIC) controlan actualmente el 37 .6% del capital social de la industria de la construcción. Estas grandes empresas han desarrollado capital fijo, incluso han consolidado algunas ramas de la producción de bienes de capital, pues se dedican a la construcción de obras de infraestructura que requiere el empleo de maquinaria y equipo. Utilizan tractores, motoconformadoras y camiones de volteo; consumen varilla, ladrillos, cemento y hierro que ellas mismas fabrican o que producen sus subsidiarias y asociadas. Todo ello ha acentuado su tendencia al monopolio y algunas se han integrado a los consorcios industriales más importantes que operan en el país. Estas grandes constructoras pueden racionalizar sus programas de actividades, financiar costosas investigaciones en tecnología, fotografía aérea y estructura de suelos. Algunas mantienen subsidiarias en países centro y sudamericanos. La política intermitente de gasto público afecta poco a esas grandes constructoras pues mantienen líneas de crédito abiertas con financieras internacionales (Bank of America y Banco del Atlántico, principalmente), a tal punto que algunas grandes constructoras pueden financiar _vastas obras públicas, antes que el gobierno les haga llegar los primeros pagos. En esas condiciones es expli _ ble que mantengan relaciones privilegiadas con los organis~:s gubernamentales que promueven obras, además de que ha ll d . n ega0 a ser 1as empresas me1or preparadas para realizar lo d r D 1 ·1 f. . s gran es P. oyectos. e as cu_atro m1 irmas registradas en la Cáma cional de la lndustna de la Construcción en 197 5 d. ra Na-por su capacidad financiera- las obras de ma' tez acapararon promovió el Estado. yor volumen que Algunos estudios muestran que el desarroll d I o e os grandes con-

ALEJANDRA MORENO TOSCANO

º6 se apoyó supeditando a las empresas pede construcc1 n . . . . l sistema de subcontrataciones. Esta compos1c16n tfUélias m ediante e .6 d estructura dota a la industria de ~a construcci n e una caracteY, . ·al· puede mantener, simultáneamente, a 1tas tasas de nsuca espec1 • · d · ión del traba]· o con altas tasas de acumulación e capital. tac exp1o 1 d . d . En otras palabras, el desarrol o e esta in ustna se a poya en su capacidad para combinar las des~gualdades creadas por e_l de_sarrollo económico: formas de traba]º artesanales y consorcios industriales de gran capacidad técnica que operan como verdaderos monopolios. Esa capacidad de combinación le ha permitido mantener el papel preponderante que ha jugado, desde 1950, en el desarrollo industrial de México, sólo superado por la industria eléctrica y el petróleo. Los 800 mil empleos que genera la industria de la construcción y los 463 mil que corresponden a la producción de materiales de construcción ocupan buena parte (26%) de la población económicamente activa; sin embargo, puesto que su vitalidad está sujeta a las derramas de la inversión pública, cuando éstas se suspenden sus efectos son casi instantáneos. Luego de la devaluación, entre septiembre y octubre de 1976, 500 mil trabajadores de la industria de la construcción quedaron desocupados. Así analizadas, ciertas políticas de financiamiento y apoyo al desarrollo industrial han promovido en forma directa la extensión del espacio construido y han agudizado los problemas de la urbanización no planificada. Pero es sabido que el 60% de la c~n~trucción de habitaciones en el área urbana de la ciudad de Mexico se realiza fuera de los mecanismos formales, co1no acción directa de pobladores y ocupantes.

EL REPARTO DE LA TIERRA EN LAS CIUDADES

. 1 s delegaEn 1979, cuando se ha consolidado la urbanización de ª . ue . te de las colonias q_ Clones centrales , se olvida que la mayor par de invas1 . 'ón-expropialas integran surgieron siguiendo el proceso _ actualroente 1ª 'ó · · · d 1 área que ocupa t' erras c1 n-regulanzac16n. S1 el 60% e . d d de ejidos o i á ciudad de México fue alguna vez propie ba más reciente e_s t sión ur ana dos 11ecomunales, la historia de la expan terrenos ocupa . •en· 1 ligada al proceso de regularización de os f e uno de los cuni '6 urbana u galmente. Esa forma de expans 1 n

LA "clttlll" EN LA CIUDAD

161

tos sobre los que se levantó el sistema político PRM-PRI. Los efectos urbanos de esa práctica política han sido mayúsculos. . La resistencia inicial de las clases medias urbanas a ciertos actos de gobierno de los regímenes revolucionarios fue contrar~e~tada mediante una política favorable a las masas urbanas, o d1ngida a clases y grupos muy concretos. Cárdenas inaugura el proceso. Establece las primeras colonias proletarias repartiendo lotes en terrenos expropiados. Entre 1938-1939, sobre terrenos invadidos, se crean las colonias Alvaro Obregón, 20 de Noviembre, Mártires de Río Blanco, Progresista, Revolución, Francisco Villa, Emiliano Zapata, Gertrudis Sánchez, afectando a cerca de un millón y medio de metros cuadrados que fueron incorporados al área urbana. Mientras que en el campo se estimula la organización para la producción en propiedades colectivas, en las ciudades la propiedad individual fractura los terrenos de propiedad social, colectiva o pública (ejidos, comunidades, tierras nacionales) y favorece su privatización. Las regularizaciones de 1938-1940 no carecieron de selectividad "urbanística". Se legalizaron las colonias situadas al norte de la ciudad, mientras que se declararon ilegales -y se desalojaron a la fuerza- las ocupaciones de terrenos al poniente (Hacienda de Los Morales) y al sur. El destino urbanístico de esas zonas se reservaba, desde entonces, a otros grupos sociales. En ese sentido, la acción urbanística del gobierno de Cárdenas no contradice al proyecto de segregación y zonificación planteado durante el porfiriato. Además, fuera de la propuesta de Cándido Aguilar de reformar el artículo 27 constitucional con el fin de que se pudieran expropiar terrenos urbanos sin edificar para ser dedicados a la construcción de viviendas populares, no se registra en esa época ninguna otra que, pudiera aso~i~rse ,ª una reforma urbana que prolongara las poht1cas de mod1ficac1on de las relaciones de propiedad que afectaron a las zonas agrícolas. Durante los gobiernos de Cárdenas y A vila Cama h t' · c o se repar 1eron 50 mil lotes a colonos para la construcció d En 1943, cuando se integra la CNOP las manifestac· n e sus casas. · . ' 10nes reún tingentes de 150 colonias proletarias (a las ya . en conagregarse la Flores Magón, Jo. de May· 0 G mencionadas deben p · • . , ra nada M 1· h emtenc1aría, Feh~e Ángeles, Victoria de las ' ~ oacán, C~nsulado, Deportiva Pensil, Fraternidad F J?emocrac1as, Río ~1ños Héroes). El reconocimiento de l ' ranc1sco l. Madero c1ón de la propiedad, la autorización a ocupación, la legali y para contar za' con serv1cios ·

ALEJANDRA MORI.:NO TOSCANO

162

públicos, fueron razones suficientes para ligar a los habitantes de esas colonias con el PRM-PRI y asegurar su militancia. En 1946 la práctica de negociación de títulos de propiedad a cambio de participación en actos de masas solicitados por el partido, tomó el nombre de "paracaidismo" (en clara alusiln a las acciones sorpresivas, dirigidas desde el al to mando, de la segunda guerra mundial). El interlocutor principal de esos grupos era el DDF, por ello suele atribuirse a la protección del regente en lo personal, su surgimiento inesperado (como se atribuyó a Javier Rojo Gómez la invasión del Rancho de San Juan Bautista en 1946, y a Alfonso Martínez Domínguez el reclutamiento de "halcones''). La movilización de estos grupos de peticionarios ha servido para los fines políticos más diversos: desde la salida del regen te Uruchurtu, hasta la ocupación de los terrenos de Paseos de Taxqueña que pertenecían a la cooperativa del periódico Excelsior. La negociación de títulos de propiedad o de servicios públicos facilitó la organización -con base territorial- de grandes contingentes de trabajadores subempleados, desempleados o asalariados no organizados en sindicatos. Las colonias proletarias han formad o ligas o consejos que pronto se integran al aparato político del partido, con una representación personalizada, pues nace del reconocimiento de las autoridades el éxito que tengan en las gestiones de servicios urbanos. En esas circunstancias, las negociaciones, y el apoyo a reivin~icacion~s. que _s,e obtienen, se ~~mitan a lo que establezca la propia adm1mstrac10n. La declarac10n de lo que es le o17al O ilerral sigue manteniéndose como un derecho exclusivo o del Estado. Después de 1950 este proceso de urbanización montado en la política sufrirá algunas modificaciones. A partir de esa fecha interesa más al partido oficial el apoyo de los grupos organizados. Se retoma entonces la construcción de unidades multifamiliares destinadas sectorialmente a burócratas, maestros, ferrocarrileros, electricistas, periodistas. Así se responde a la combatividad de los sindicatos y a sus demandas por obtener mejoras indirectas al salario. Se negocia así, en concreto, la fidelidad política de los _secto· res y se asegura la perpetuación de los dirigentes, al mismo uernpo que se modifica la estructuración de la ciudad. Esos mismos pr~,· Ant1· cesos se reflejan en algunas carreras del personal po1iuco. • guos líderes de colonos acceden a cargos políticos del PRI Y terrni; . • directore nan su carrera como empresarios de fracc10namientos 0 . . das . . ·ón de v1v1en d e 1.nst1tuc1ones crediticias ligadas a la construcci

producida por el Estado.

LA

•·ausu"

l6S

EN LA CIUDAD

Desde mediados de los años cincuenta el proceso se complicó. Por una parte se limitó la formación de colonias en el Distrito Federal, lo que estimuló indirectamente el desbordamiento d~l área urbana sobre los municipios colindantes del estado de México. Estos municipios, invadidos por la zona metropolitana, de tener 308 mil habitantes en 1960 pasaron a concentrar cerca de 2 miJJones en 1970. Por otra parte, con demasiada frecuencia, el proceso de invasión-ocupación no fue seguido de la regularización de 1a propiedad. Un gran número de colonias se consolidaron -desde el punto de vista de su infraestructura urbana- pero mantuvieron una ilegalidad encubierta. Además, ya para entonces confundidas las fronteras urbano-ejidales (reglamen to de 1956) y legalizada la permuta de ejidos (desde 1942), la regularización misma se hizo más conflictiva (véase cuadro 2). Muchos de estos procesos fueron posibles porque, hasta antes del ensayo de desconcentración de las delegaciones del Distrito Federal, nunca se establecieron alternativas administrativas que suplieran a los órganos de gobierno municipal disueltos al establecerse el Departamento del Distrito Federal (1929). La dificultad de mantener un control centralizado y la burocratización de esos controles, cuando los hubo, permitieron la coexistencia, de hecho, de dos ciudades: la que existía para y dentro del Registro Público de la Propiedad y la que carecía de regularización. CUADRO

2

SITUACIÓN DE LOS EJIDOS DEL DF E N

Delegación

Gustavo A. Madero Villa Á. Obregón lztapalapa Azcapotzalco Magdalena Contreras Coyoacán Tláhuac TJalpan Cuajimalpa

-

FU[NT[

1972

Dotación original (hectáreas)

1 515 180 3 344 691 4105

212 4 802 3 165

277

S : ecretaría de Asentamientos Huma

Sup erficie ocupada por asen ta mien tos irregulares

923 107

I 738 187 878 34

757 245 10 nos y Obras Pu'bJ·1cas.

% 60 59

51 27

21 16

15

7 3

ALEJANDRA MORENO TO J. cuando el área construida pasó de 150 k1ll! e aftos despucS, 1 1 . a los km2 que ocupa actualmente - as co on1as pro. 1~ 9 ue en750l952 se extendían sobre el _23.S·o/0 del área cons. le~ias q traban el 1401 de la población, pasaron a ocupar trwda y concen 10 el &o/c del área construida y a concentr~r el 40% ~e l_a pobla. - 41~ º1 ededor del 4001 de las construcciones del Distrito Fedeo 6n , a r /o . . , bl. 1

ral estaba al margen de la dotación de serv~oos pu 1cos y. a mar. gen de las cargas fiscales, pues no pagaba impuestos pred1ales. Si esto señala la importancia que habrían ~e tener los mas de regularización de la tenencia de la ue_rra en el D1stnto Federal, informaciones posteriores apuntan hacia su resultado es• perado. La Tesorería del DDF estimó, en 1977, que el valo~ c~tastral de los predios susceptibles de pagar impuestos en el D1stnto Federal alcanzaba la cifra de 314 mil millones de pesos. Si como ha sucedido tradicionalmente, los ingresos ordinarios aportan alrededor del 64% del presupuesto del DDF, entonces dicho presupuesto deberia ser muy superior a los 3 500 millones de 1970, a los 15 000 millones de 1976 o a los 29 461 millones de 1978. Estas cifras indican el abismo que separa a las necesidades de la población urbana y a la capacidad económica de la ciudad para cubrirlas. _En 1975, la población total del área urbana de la zona metropolitana (AuzM) había llegado a los 13.2 millones. Pero se carecía de un sistema de transporte público racionalizado, los efectos de la disminución de las áreas verdes y del aumento de la contaminación se resentían cotidianamente y se descubría la realidad de una inflació~ de magnitud creciente. Se iniciaron entonces una serie de rea~c1~~es de pr~~esta q~e, encadenadas, abrieron la conciencia de la cns1s urbana ·d · • a con]untos .más amplios de l a pobl ac1·6 n. U na r áp1 . a v1s16n . .retrospectiva señala que fu eron d os l os puntos d·6 e conflicto• pnnc1pales ·· por un lado lo s confl.1ctos entre 1a poblac1 n usuana y los organismos del Est d enfrentaron al Estado con los gru ba o, y po~ otro los que pos ur anos dominantes.

P:º~a-

LA REGULARIZACIÓN

La insuficiencia de los ingresos , bl. demanda de los servicios urbanospul icos para hacer frente a la a canzó u , • ·a 1970, que llevó a buscar una solució . n punto cnt1co haCl . n interna p . • deudam1ento externo de la ciudad re 1 . ara 11m1tar e1 e_11 gu anzando la aportación {1s·

LA "CRISIS" EN LA CIUDAD

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cal de los terrenos urbanos. Es sabido que la casa, por su carácter inmueble, por su fijeza -que exige inscripción en registro y requiere escrituración pública para ser enajenada-, ha constituido, desde muy antiguo, el pilar fundamental de cualquier sistema impositivo. En el caso de la ciudad de México, por la historia del crecimiento del área urbana, cualquier avance impositivo requería, previamente, la regularización de los predios. Entre 1971 y 1976 diversos organismos fueron facultados para intervenir en los programas de regularización: el antiguo Instituto Nacional de la Vivienda transformado en INDEco, CORETT, FIDEURBE, la Procuraduría de Colonias Populares del DDF y la Dirección de Habitación Popular del DDF. Pero la magnitud de los programas de regularización nunca se definió oficialmente. Cada organismo informó acerca de cifras diferentes y la prensa recogió datos aislados de· los que difícilmente se obtienen conclusiones. Se habló indistintamente de que 6 millones de personas vivían en predios irregulares, de 514 colonias ilegales sujetas a regularización, y hasta de 3 400 hectáreas del Distrito Federal sin regularizar. Además, no sólo había que regularizar asentamientos espontáneos sino que también requerían de regularización l 00 mil edificios ya en funcionamien to y propiedad del gobierno. Las informaciones son confusas. A principios de 1976 se afirmó que "de 600 colonias irregulares se habían regularizado 476 en 3 años", pero cuando desapareció la Procuraduría de Colonias Populares en 1977 se informó que había 846 asentamientos irregulares, de los cuales 514 seguían "en proceso de regularización". Esto quiere decir que se avanzó poco, ¿pero por qué surgieron tantos conflictos? Hay, por lo menos, cuatro explicaciones. Primera: cada una de las ne?ociaciones de regularización puede ser muy compleja. No es fácil conciliar intereses creados fuera de la legalidad formal, entre comuneros, adjudicatarios, posesionarios y nuevos llegados. maraña _de relaciones establecida impli~a derechos de uso, arrendamiento, de posesión y además, la tierra en que se mueven · ' ' . • . tiene un alto valor comercial en potencia. En esas cucunstancias no. puede extrañar la enorme cantidad de prácticas · · · viciosas que 5t : regi ran: simulación en la representación, acuerdos indebidos y b¡f.~culaciones. Para algunos, la rentabilidad radica en la inestarni:I ad de la tenencia. El DDF estimó, en diciembre de 1977, que 2 lllillones de paracaidistas reportaban ganancias semanales de 40 s ones de pesos a sus líderes. egunda. I . 'ó I · os ocupantes se resisten a la regulanzac1 n porque os

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. te -de carácter público o socialdos llega1roen d d . teffellOS ocupa . 1 e incorpor arse al merca o e tterraa . en parucu ares ºbºlºd , converurse . ado de q uedar fuera de las pos1 1 1 ades 1 aumentan de precio a ~ ·os Las protestas de k,s grupos de más · de los posesionan . ec~n6micas 1 der acceso a los terrenos que ocupaban, gene. baJOS recursos a per·dad de amparos contra 1os organismos · b gu er. t raron una gran can i . d 1 .. Muchas veces la protesta provino e os eJ1TI) 1 ( namenta es coRE · . · ºó · neros que no recibieron la indemn1zaci n corres. datarios o comu . . . ,, • lb . _ 1 recibieron "disminuida - (A1usco, La A arrada, pon d 1ente o a • d d · def · · lztapalapa, Tlalpan). Otras, porque el cam~10 e estino mido unas zonas los desplazaba irremediablemente. Sobre esto para a1g • '6 d 1 último, baste un ejemplo: luego de la exprop1aci ~ e os terrenos del estadio Azteca (sede del campeonato mundial _futbol de 1970), los ejidatarios demandaron tierras que les permitieran continuar desarrollando actividades agrícolas. La respuesta que entonces obtuvieron ("Nos ofrecen plateas para que no sigamos protestando''), muestra las hondas diferencias que separan a las clases que compiten por el acceso al espacio urban6>. Tercera: las protestas fueron mayores cuando los programas de regularización se acompañaron de proyectos de urbanización y construcción de viviendas. En este caso, al aumento de valor del terreno por su incorporación al mercado hay que agregar el costo de la construcción, que da como resultado que los ocupantes originales no puedan permanecer en terrenos así valorizados. Además, hay una racionalidad distinta en el uso del espacio cuando construye el poblador por sí mismo, para cubrir sus necesidades elementales, que cuando se construye una vivienda de antemano según los valores estereotipados de la arquitectura convencional. Las viviendas proyectadas eran concebidas -dentro de los límites establecidos por los programas de financiamiento para viviendas "de interés social'' para grupos de població? de ~n?resos estables, que percibían entre 1.5 y 2.5 veces el salario m1mmo. Así, los pobladores establecidos que tenían ingresos menores o irregulares eran automáticamente desposeíd?,s. Esta regularización, acompañada por exigencias de construcc10n de casas, levantó oposición en numerosas col onias. · . el . P ed r~ga1 d e S~nto Dommgo, Padierna, Colonia Ruiz Cortines, san Martm (Azcapotzalco) y Apatlaco . son casos todo~ , Xochmahuac . . d e com_o una medida fiscal desata procesos que afectan el merca· do de tierras y provocan el desplazamiento de la pobl acion ·, mas , des· 'd · , f avoreci a, sustituyendola por grupos de población de ingresos estables. En otras pal~bras, la regularización así manejada daba Ju· gar a nuevos asentamientos irregulares.

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Cuarta: los organismos gubernamentales encargados de la regularización no actuaron coordinadamente. Parecían buscar logros políticos espectaculares más que soluciones globales. Esta descoor~in~ción se acentuó. más cuando la aceleración de la inversión que ~1gmó ~ la contra~c1~n de 1973 facili_tó las decisiones apresuradas, ¡mprovisa~as, de ultima h,°~ª· L~ acción de INDEco se antoja ejemplar para_Ilustr~,r es~s poh_ucas sm planes de conjunto, favorecidas por una myecc10n discontmua de recursos. 1NDEco nació como un o~ga~ismo público .~escentralizado, facultado para solicitar exprop1ac10nes y que ut1hzaba los productos resultado de su acción en nuevas inversiones. Esa combinación de facultades le concedía atributos reservados al Estado y mecanismos de operación similares a los de una empresa privada. Su acción fue enormemente variada y dispersa : utilizó créditos puente -de la banca oficial- para construir viviendas de interés social y "popular". Compró terrenos en las zonas centrales de la ciudad de México -a precios de mercado- y contribuyó a la valorización de los predios al eliminar las rentas congeladas. Obtuvo la creación de fondos especiales (2 centavos por kilo de azúcar para promoción de viviendas entre trabajadores cañeros) para contratar -con criterios urbanos- la construcción de vivienda rural. Actuó como uno de los agentes principales en la remodelación de plazas. Realizó "planes directores" para diversas ciudades de provincia y se ocupó de organizar cooperativas de producción de ixtle. Con estos recursos pronto el INDECO tuvo un banco de tierra que concentraba alrededor de 115 miIIones de metros cuadrados en 52 ciudades. En la ciudad de México incorporó 1 000 hectáreas más al espacio urbano. Las rivalidades que se generaron entre los tres organismos gubernamentales que cumplían funciones semejantes, contribuyeron a oscurecer la comprensión de los procesos. No extrañó a nadie que en junio de 1977 desapareciera FIDEURBE, se disolviera la Procuraduría de Colonias Populares (que fue sustituida por la Dirección de Regularización) y se creara una Comisión de Desarrollo Urbano (dependiente del DDF) que tenía como función coordinar las acciones de regularización de la tenencia . . El análisis de los aspectos más significativos de la historia de la ciudad de México en los últimos años no puede dejar fuera la efervescencia organizativa que se manifestó en algunas colonias popu lares como resp uesta a las luchas obreras de tendencia democrática. Colonias de posesionarios de Monterrey, de la ciudad de México (Campamento 2 de Octubre) buscaron dar salida a los problemas _que les planteaba la carencia de servicios públicos, resolviéndolos

. tº ua de las autoridades (recué},. · res1ón con tn I · · ner si mismos. BaJO p l ) se resistieron a la regu anzac1ón, r · ataco . . . dese el incendio de ~p lotificaron, introdu Jeron serv1c10s rop1as escue1as, · º6 1 · construyeron sus P .deología de par ti et paCI n co ectiva desarrollaron una I . l El d l. púbicos y dº ó a1·s1amiento socia . apoyo e ma. . te que agu iz su d. impresionan , d d º ersa índole y el carácter 1sperso de dºeron a causas e 1v . . sas qui~. I ºón terminaron por favorecer el surg1m1ento de grupos su po 1uzac1 , , internos que llegaron a enfrentarse entre s1. . . En I976, la insistencia en los programas de r:g~lanzac1ón se acompañó de una política no manifiesta de re~tncc1ón a nuevas ocupaciones ilegales. En julio de 1976 se ~esaloJa a los ocupante~ de Héroes de Padierna; en octubre a 500 invasores de Iztapalapa, en noviembre a 3 000 paracaidistas de Tláhuac, Los O livos y Tulyehualco. En diciembre de 1976 el delegado de Iztapalapa anunció haber impedido 27 invasiones promovidas por el Consejo Agrarista Mexicano (cAM} y este proceso debe haberse prolongado hasta junio de 1977, cuando se declaró públicamente la decisión del DDF de terminar con las invasiones . . En esa ~erspectiva se explica mejor que, en vísperas d e las elecc10nes a diputados federales de 1979, el PRI haya reasumido su p apel de gestor de la regularización de la tenencia de la tierra urbana.

LA VIVIENDA

L:3-5 protestas por el alza continua de los arrendamie t d1zaron con la inflación, aunque se ex resaron d n os se _aguhasta que la devaluación desorganizó ei me d e ma_n~ra difusa vado. En la ciudad de México las t rea o de vivienda pr ientre 1976 y 1977 en el área 'Ne rhen als ,aumentaron en un 100~ • ' za ua coyotl TI I< pan se reg~straron alzas hasta del SOO<Jc - anepantla-NaucalEl cambio en la paridad del f º: . circuitos de precios diferente . peso ac1ht6 el surgimiento de dos d d st · · s. por un lado I · ª e mada. a ejecutivos de companias - , ext e . precio de la viviene1 mercad o Internacional y po · ran1eras, establecido por ºd . , r otro el p . c~nti ad máxima que el ingreso e~e recio determinado por la d1anos recursos permite cubrir :ªl de la población de meafectó a las clases medias urba. MaJuste entre ambos circuitos . . d . . nas. ono 1· v1vien a por instituciones han . po izado el acceso a la canas y por 5 . que controlan cada una entre 200 grandes inmobiliarias y 20 000 d epartamen tos, la po·

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blacfón que al9uila vivienda (sólo el 80% de la población de la zona metropoh.tana. es propietaria) v1•0 sum arse l os aumentos d e la renta. d e alo1am1entos · d e l os prod uc. al alza general de p recios tos básicos. Los desalojos_ d: i~9uilinos aumentaron y entre 1976 y 1977 se habló_ de 800 mil 1u1c1os en trámite por modificación de renta o desalojo. se . En ,numerosas 1 ocasiones · •. . habló, entre 1975 Y 1977, d e que se d 1scut1a. una ey 1nqu1hnana en la Cámara de Diputados. N unca se precisaron sus características, y la demanda -o promesa- se mantuvo en las campañas políticas de 1979. En general, las protestas registradas con relación a la demanda de bienes y servicios urbanos durante estos últimos años se caracterizan _por asumir la forma de crítica al Estado por s;_ débil int~rvenc~ón _para controlar - o disminuir- la explotación que realIZan -indirectamente- los grupos u r banos propietarios de vivienda sobre la población asalariada. En efecto, la intervención del Estado se dirige fundamentalmente a estimular la construcción de vivienda nueva. Desde hace años la vivienda se ha concebido como un problema de escasez de construcciones, nunca como problema de mercado. Además, por un fenómeno de reflejos culturales, los criterios para calificar una vivienda como "digna" devalúan un alto porcentaje de las viviendas existentes que aumenta el déficit calculado con base en el crecimiento demográfico. En este sentido es significativo que no se cuente con estadísticas acerca del número de viviendas construidas para renta, que permanecen desocupadas por su alto precio. Esta concepción de la vivienda como un problema de falta de construcciones (o como declaran entusiasmados los constructores: "hace falta construir cada 6 meses una ciudad para 1 millón d e habitantes") influyó en las políticas adoptadas por el _gobierno. E? 1971 se pensó crear un fondo fi n anciero de gran magnitud para estimular la construcción de viviendas. Este fondo operaría por un sistema de captación de recursos (equivalen tes al 5~/4 de los salarios ordinarios de los trabajadores) que correría a cargo del e1:°pleador pero que podía ser deducido de impuestos. De ahí nacieron el INFONAVIT (para los trabajadores de empresas privadas), el FOVISSSTE (par~ los trabajadores al servicio del Estado) y el FOVIMI (para los miembros de las fuerzas armadas). ~ntre 1972 y 1976, el INFONAVIT fue manejado como uno de los Principales instrumentos de política económica ("el agua que necesita el barco para flotar"),. en momentos en que la creación de empleos resultaba prioritaria. Se suponía que las actividades del

ALE.f#Nm,A

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tilización del suelo urbano, 111ra111r- tncididan sobre 1~ u ue su desarrollo fomentada ltl a<:tividad especulatdiva, ~ de la construcción y ésta · en la in ustnaducción y abatiendo . ~ n e s t écn1cas costos. p nd tena sanamente, planeª : su r:odestoS y hasta contrarios a 18'

los resultados fu~r~~ mue O .r:1 s 1 del suelo" se limitó a la ad lanteamientos m1c1ales. . ur.· .. . d ·11 esEl decontro metros cuadrados en zonas sin Pu1s1c1ón 00 e 66 .8 mi 1·dad operó como una va Ionzac1 · "ó n de los q . 1 bamzar, 1o cua1 en rea · ·d d terrenos aledaños. La concentración de las acu~, ª es en progra-

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mas denominados "directos" estimuló el contrausmo, al desatar 0 la construcción masiva, provocó aumentos en s precIOs Y déficit de los materiales de construcción, cuyos prec10s se engancharon, con impulso redoblado, a la espiral inflacionaria (entre 19?~ y 1975 duplicaron los costos del metro cuadrado de construcc1on). De las viviendas construidas el 23.9% correspondió a quienes ganan I.5 veces el salario mínimo, y el 50.8% a quienes ganan dos y tres veces el salario mínimo. Es decir, el Estado produjo vivienda a costos equivalentes a los del mercado privado. Además, de 22 932 unidades de vivienda construidas en la zona metropolitana de la ciudad de México entre 1972 y 1976, 12 926 aún permanecían d~so_cupadas en 1977. Esa situación facilitó el surgimiento de mov'.m,entos de "ocupación" d~ viviendas vacías, como los que se registraron entonces en la Umdad El Rosario

!

LA LEY DE ASENTAMIENTOS

Los conflictos que se plantearon ent;e. el Es~ado y los grupos urbanos dominantes tuvieron oposiciones se registraron e c~~;~enSUcas diversas. Las primeras movidos contra el alza d ? ' en la forma de amparos pro· e impuestos p d 1· 1 . llegaron a conciliarse cuando los ~e ª es, pero los mtereses esa manera se comparti'a particulares aceptaron que de con e1 Estad 0 l 1 el proceso de urbanización" M , ª P usvalía generada por . ºf . as tarde las d. . . . ion a mam estarse detrás d contra 1cc1ones vo1v1e· . . e1 argumento d l . . n1stratrva del Estado para m . e a incapacidad adnu· , . d ane1ar los se .. PIicita e mercantilizar cad rvicios y la exigencia itn· . ' a vez más l coIect1vo.. Una etapa más crítº1ca d el enf ' os servicios de consuniº, . con motivo de la promulgaci· , d rentam1ento se presento on e la le umanos. Los desplegados de prensa quey l general de asentamientos h . . ª impugnaron propore1°· 11

■! 9 cuí completo de los grupos empresariales in_. - • y waa manifestación abierta por la defensa de sus interetel. Aun cuando las reformas y adiciones al artículo 27 consti tucio• ual no significaban un cambio en el régimen de propiedad del suelo existente en las zonas urbanas, puesto que la propiedad pri,,ada sigue siendo lo principal y lo accesorio las modalidades que se le aplican, el hecho de que pudiera quedar sujeta a usos, reservas y destinos definidos por el Estado se consideró inaceptable. Nada debía modificar las reglas que han favorecido la utilización inestricta del suelo y del espacio con~truido como medio de acumulación de capital. La devaluación desnudó la arbitrariedad de esa acumulación y la magnitud de las ganancias que se obtienen. Los contratos de compraventa de casas en fraccionamientos -anticipándose en muchos meses a la devaluación- estipulaban en una cláusula que ··por operar con u n préstamo exterior, en caso de variar la paridad del peso, los contratantes absorberán la diferencia". De esta manera las compañías fraccionadoras pretendieron cobrar u n 50% de sobreprecio sobre casas ya vendidas. En 1978 se registraron 17 mi1 denuncias ante la Procuraduría Federa] del Consumidor, en su mayoría contra las fraccionadoras FRISA y PRISA, ambas propiedad de Paulino Rivera --1~orres, clásico especulador urbano, que maneja en el Distrito Federal y estados aledaños más de 100 proyectos (Bosques de Aragón, Las Alamedas, Cumbres de San Mateo, Villa de las Flores, Las Plazas [Coacalco], Arcos del Alba, Lomas d e Cocoyoc, entre otros).

LOS SERVICIOS URBANOS

Otra forma de expresión de los problemas urbanos son las proteStas por ~a falta de servicios. En marzo de 1977, el DDF informó qt ue 1. 5 millones de personas en el Distrito Federal carecían de ornas dom· T · vicios , bl ~ci ianas de agua. La desigualdad en el acceso a los serlitros-hpu di~os se ve con toda claridad en el consumo de agua: 40 ora- 1a · en las col . en las . z~nas pro letanas, contra 230 litros-hora-día lo caro omas residenciales. El agua es también un indicador de . de bºque cuesta ser pob re. A menu d o se menciona . cios q u e los pr e1enes y ser · · das. El pre . d vicios son más altos en las zonas n1ás desfavorecic10 el a gua 1·¡ustra esa d esigualdad. . Si una vivienda

ALEJANDRA MORENO TOSCANO

tiene medidor, paga el metro cúbico de lí~uido, cuando su con. ,umo alcanza 1OOm8 bimestrales, a $ 1.40; SI ~ons~me 2~0m3 paga $ 5.50 y $ 8.50 si consume 1 000m3 • En cambio, SI no tiene medidor ni toma ni nada, se ve obligada a comprar a la "pipa'' un tambo de 25 litros a precios "variables" entre 8 y 25 pesos. En estas circunstancias, los estallidos de cólera son mucho menos frecuentes de lo que podía esperarse ante la magnitud de los problemas (como el linchamiento del chofer de una pipa que intentó vender el tambo de agua a cien pesos, o el bloqueo que hicieron los colonos de Ciudad Satélite en el Periférico para protestar porque seguían dándose permisos de construcción a condominios cuando se resentía claramente la escasez de agua). Con relación a los servicios de transporte, la beligerancia de los usuarios se concentró en las municipalidades del Estado de México colindantes con el Distrito Federal. Las protestas de los pobladores de Nezahualcóyotl y Naucalpan por el alza de precios de estos servicios llegaron a traducirse en "secuestros" de autobuses (noviembre de 1976). La magnitud de esos problemas contrasta con la casi inexistencia de estudios y análisis al respecto. Se comenta a menudo que sólo dos individuos controlan la casi totalidad de unidades de transporte público en servicio, gracias a la manipulación política del complejo sistema de concesiones individuales vigente; es sabido que los trabajadores vinculados a ese servicio carecen de prestaciones y que cada unidad en servicio reporta diariamente cuantiosas utilidades. Si entre 1975 y 1976 el descontento de la población por la forma como se administran los servicios públicos urbanos tuvo un carácter difuso y casuístico, entre 1978-1979 las protestas acumuladas encontraron una nueva salida en la explosión de críticas contra el proyecto de ejes viales. La apertura simultánea de gran cantidad de ''f:entes" de _trabajo que modificaron camellones, redujeron y ampliaron sucesivamente las banquetas o abrieron túneles para prolongar las líneas del Metro, provocaron reacciones de descontento crecientes. Las críticas se centraron inicialmente contra la parcialidad de las medidas, en tanto que sólo buscaban resolver el problema de circulación que exigía la acumulación capitalista. Poco a poco se transformaron en una protesta unificada contra su carácter arbitrario, inconsulto y antidemocrático. Por primera vez, después de muchos años, los problemas de servicios urban~s se tradujeron en una demanda de democratización de la adJll•· nistración de la ciudad.

175 11A "-ftll" aN 1.A CIUDAD

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DJCEN LOS PAII.TIDOS POLÍTICOS DE OPOSICIÓN?

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de la práctica . de la palltico-económica que ha construid? la h1stori~ _reoente lítica ciudad de México, así como la necesidad de defm1r un~ po urbana alternativa. La revisión de los programas de acción planteados por los partidos políticos registrados para la lucha electo-

Lo anterior, aunque incompleto, d1bup 1os peri_ .

ral de 1979, adquiere, por ello, especial interés. Las respuest~s, a una encuesta de tres puntos publicadas recientemente, nos serviran de limitada referencia para analizarlos. . Algunas propuestas encaran la necesidad de establecer roecamsmos de control del mercado de tierras mediante varios procedimientos: reglamentación del destino de los inmuebles mediante planes urbanos (PAN, PPM); redefinición de los impuestos especiales para asegurar que el plusvalor que generan las mejoras materiales sea absorbido por el Estado (PsT); establecimiento de precios tope a los terrenos (PcM) o a los 1racóonamientos (PDM); y a través del c~ntrol de la compraventa de terrenos (PsT). Re~pecto, a la, producción del espacio construido, las propuestas resultan au~ ~as generales. Se señala que el Estado debe intervenir en la act1,;1_1dad de ~as. co~structoras: ~~quidándolas (PPM) o declard.ndo d~, mterés publico la producc1on de materiales para la construccwn_ ,(PP~)- T~~b~én se pide que el Estado intervenga en la promoc10n . . d a, a excepción d lmmob1hana (PDM). En relación con la vivien e PCM que propone estimular la construcción de . . d para renta y a· t . , VI v1en as la b d 1 . JUS ar su precio segun un porcentaje calculado sobre ase e mgreso del trabajador, los demás art" d mas de acceso a la propiedad declar ---¿ ·-· p -. I - os _P.r?ponen forcasas de alquiler después de d an. o obh~atona la venta de ' un eterm1nado tiem . . 1• que 1a renta (PsT, PDM), o declarando - . P?,. a 1nqu1hno mos- que "el arrendamiento deb s1~ e_spec1hcar mecanisapropiación" (PAN) o que "la e ~e~ sust1tu1do por formas de (PR~)- Al referirse a la viviendac~:: te -~ ser de quien la habita" mac1ones son mayores s rm a por el Estado 1 . constitucional al .. que las proposiciones: se af1'r ' as abr. a v1v1enda (PsT) 1 b . ma el de h porc1onar vivienda a l . ' a o ligación del E rec o timular la construcció o~ tr~b~pdores (PsR) y la st~do de proras al trabajador que ~a :dv1v'.enda otorgando faci~~cel1da~ de esrebasan los marcos de ~mera, ~PAN). Todas estat e_s fmancie. p opuestas acentuarían . 1 pohuca adoptada f . ahrmaciones social del espacio exist~n::~: las característic~s i~almente. Dos que se refiere a I e segregación a congel ac1on . , de

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rentas en zºn as habitadas por trabajadores• (PsT) y la que plan• tea establecer rentas-tipo de acuerdo con el ingreso de los habitan. de cada zona (PsT). Con relación a los servicios urbanos hay la tes , bl" ( ) proposición de ~~cionalizar el trans~orte pu 1~0 P~R , de ~unici. palizar los serv1c10s (PcM) y de revisar las tarifas d1ferenc1ales de consumo de agua, luz, etc. (PsR). La impresión que se recoge es que estamos lejos de contar con un proyecto de acción urbana alternativo y coherente. Sin em. bargo, es importante subrayar la coincidencia de los partidos de oposición en dos puntos clave. El primero se refiere a la necesidad de que la propiedad del suelo urbano quede sujeta a modalidades dictadas por el interés público -señalando entre estas modalidades desde su mero "sometimiento a principios de justicia distributiva" (PAN), la limitación del espacio urbano apropiable individualmente (PsR), la nacionalización de terrenos baldíos dentro de las ciudades (PsT) hasta la municipalización del suelo (PcM). El segundo propone reconsiderar la estructura organizativa de la ciudad, es decir, que haya elección de las autoridades que la gobiernan, democratización en la toma de decisiones que atañen a su funcionamiento. Propuestas generales pero que llevan implícita la necesidad de combatir el mito de la anarquía y del crecimiento inevitable e irrefrenable de la ciudad contemporánea. Si la ciudad no es solamente "escenario" de conflictos, sino objeto mismo del conflicto, y si, como hemos visto, su desorganización actual expresa hasta qué punto es territorio dominado por el capital, la lucha política deberá buscar invertir esa relación: recuperar la ciudad para sus habitantes.

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IIIIH JPff?fe.A

Este ensayo se elaboró aprovechando los resultados de diversas investigaciones recientes. El lector interesado podrá remitirse a eJlas. Enlistamos aquí las más importantes: Planteamientos generales Jordi Borja et al., l\f ovimientos urbanos y estructura urbana, en Cuadernos de Análisis Urbano, núm. 1, Barcelona, Publicaciones del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona, 1974. Paolo Ceccarelli (ed.), La crisi del governo urbano: instituzioni, strutture economiche e processi politici nelle cittá del capitalismo maturo, Venecia, ?\larsilio Editori, 1978. Felix Damette, "La gachis de l'espace", y Edrnond Pretcceille ''La ville invivable", en La Crise, jornadas de estudio organizadas por el Partido Comunista Francés del 23 al 25 de mayo en Nanterre, París, Editions Sociales, Économie et Poli tique, l 97 5. ln<..lustria de la construccjón Comercio Exterior, vol. 28, núm. 8, JVIéxico, agosto de 1978. Priscilla Connolly (coord.), Investigación sobre vivienda (1v). El capital en la j.1roclucción de vivienda_, l\,f éxico, COPEVI, 1<J77. PrrJducción de vivienda Priscilla Connolly (coord.) , Investigación sobre vivienda (ni) . Las políticas habitacionales del Estado mexicano, l\tléxico, COPEVI, 1977. Gustavo Garza y l\tfartha Schteingart, La acción ltabitacional ch•l Estado en l\Iéx ico, El Co~egio de i\Iéxico, 1978. Poiítica y asentamientos irregulares Manuel Castells, "~farginalité urbaine et mouvements sociaux au l\tiexique", en Revue Internationale de Recherche Urbaine et Regionale, Londres, 1977. Pr~s~illa Connolly, Investigación sobre vivienda (n) . La producción de vivienda en la zona metropolitana de la ciudad de México, 1' Iéxico, COPEVI, 1977. , Jorge J\.Iontaño, Los pobres de la ciudad y los asentamientos esponianeos, ~léxico, Siglo XXI Editores, 1977 . . _Manuel Perló Cohen, "Un estudio en torno a la dialéctica de la relac~on política-vivienda en México: 1900-1952" (mimeo.) , Iviéxico, Instituto de I nvest1gac1ones . . . Sooales, UNAM, s.f. 1

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ALEJANDRA MORENO TOSCANO

Joaquín Alvarez Vázquez et al., "La administración y el fi nanciamiento de la tierra urban a, algunas propuestas", Reunión latinoamericana de la Fundación H ábitat de las Naciones Unidas, lviéxico, noviembre-diciembre de 1978. Partidos políticos Miguel de la Torre, Margarita González Gamio y Álvaro Portillo (encuesta) , "Los partidos políticos ante los problemas urbanos'', en Nexos, núm. 6, agosto de 1977. Las referencias a acontecimientos se reunieron a partir de los datos mensuales que compila Información Sistemática, en su sección "Panora• roa urbano-popular", 1975, 1976, 1977 y 1978. Abreviaturas utilizadas Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra FIDEURBE: Fideicomiso de Desarrollo Urbano FOVIMI: Fondo de Vivienda para los Militares Fov1sssTE: Fondo de Vivienda del Instituto de Seguridad Social al Ser· vicio de los Trabajadores del Estado INDEco: Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad INFONAVIT: Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los T ra· bajadores.

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