1 Mayas Y Aztecas

  • November 2019
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mayas y aztecas mayas y aztecas ediciones los mayas jade precioso pluma de quetzal colof�n Ediciones ediciones primera edici�n: 1979 segunda edidi�n: 1990 tercera edici�n: 1994 sexta reimpresi�n: 2000 d.r. © consejo nacional de fomento educativo r�o elba 20, col. cuauht�moc c.p. 06500, m�xico d.f. impreso en m�Xico isbn 968-29-6373-7 isbn 968-29-3112-6 obra completa isbn 970-18-3941-2 edici�n electr�nica los mayas los mayas texto: mercedes de la garza. ilustraci�n: arnaldo coen. ; bajo la luz de la luna, pir�mides y grandes templos alzaban sus siluetas. en los obscuros palacios dorm�an los sacerdotes y los gobernantes. �rboles inmensos, como centinelas nocturnos, rodeaban el lugar. un grupo de chozas bordeaban el centro ceremonial, en una de ellas, a trav�s de las paredes de bajareque, se ve�a la luz rojiza de las brasas. todav�a no hab�a salido el sol cuando, en esa choza, el padre se levant� y aviv� el fuego. sacudi� el hombro de su hijo para despertarlo. acarici� la frente de la mujer acostada y pregunt�: —�todav�a no? —no, pero regresa pronto —dijo ella. padre e hijo, vestidos con sus taparrabos, su manta y sus sandalias, salieron de prisa a trabajar al campo. ; con las primeras luces del amanecer, quetzales y colibr�es comenzaron a revolotear. el aleteo de las garzas y los faisanes, el paso sigiloso de los venados y los chillidos de los monos, daban la bienvenida al sol. en la casa, mientras tanto, la madre apur� a las ni�as para que molieran el ma�z, limpiaran los frijoles y dieran de comer a los guajolotes. ella misma prepar� el guisado para cuando los hombres regresaran del campo. poco despu�s de la comida, de pronto, con voz firme orden�: —hija, haz prisa, corre por la partera, ha llegado el tiempo. ansiosos, todos esperaban el alumbramiento. cuando la partera recibi� al reci�n nacido, apoy� el cord�n umbilical sobre una mazorca y lo cort� con un cuchillo nuevo de pedernal. por las caras sonrientes era f�cil saber que todo hab�a salido bien. la partera ba�� al beb� en una fuente de agua pura. despu�s arroj� all� los objetos usados durante el parto. el padre tom� unos granos de mazorca y los sembr�; de ellos saldr�a el primer alimento. otros granos los guardar�a cuidadosamente para que el mismo ni�o los plantara

cuando fuera grande, y unos m�s fueron reservados para el sacerdote. cuando ten�a apenas cinco d�as de nacido, le colocaron al ni�o unas tablillas en la frente y en la nuca. las tendr�a puestas por unos cuantos d�as para deformarle el cr�neo, pues, seg�n ellos, as� se ver�a m�s hermoso. un sacerdote le puso por nombre el del d�a de su nacimiento. cuatro era un n�mero m�gico que simbolizaba muchas cosas, entre ellas las cuatro esquinas de la milpa. por eso, cuando el ni�o cumpli� cuatro meses hicieron la ceremonia del hetzmek. el padrino lo cargo sobre su cadera y le mostr� los objetos que utilizar�a cuando fuera m�s grande. pero si hubiera sido ni�a, el hetzmek se habr�a celebrado a los tres meses, porque tres eran las piedras que sosten�an el comal, que representaba las tareas femeninas. siguieron muchas fiestas con cada nueva haza�a del ni�o: el primer bocado, los primeros pasos, sus primeras palabras y el primer corte de cabello. a los tres a�os, le pegaron sobre la cabeza una piedrecita que usar�a durante toda su infancia. a las ni�as les ataban una concha roja sobre el pubis. el ni�o quer�a ser grande. al fin cumpli� 12 a�os. ya estaba preparado para tomar parte en el caputzihil, la fiesta del "nacer de nuevo" que iniciaba a todos los j�venes y jovencitas, de entre 12 y 14 a�os de edad, en la vida adulta. el padrino, para purificarlo, le coloc� un pa�o blanco sobre la cabeza y le salpic� con agua la cara y entre los dedos de los pies y de las manos. luego el sacerdote le despeg� la piedrecita. las madres, por su parte, les quitaban la concha a las ni�as. a todos les fueron poniendo el nombre de sus padres. las ni�as continuar�an viviendo en sus casas, pero el ni�o tuvo que despedirse de la familia. ahora, hasta que contrajera matrimonio, vivir�a en una casa para j�venes donde se perfeccionar�a en el aprendizaje de alg�n oficio, as� como en los deberes religiosos que hab�a empezado a aprender de ni�o en la casa paterna. orar�a y ayunar�a peri�dicamente. aprendi� a hacer ofrendas de incienso, animales y comida. tambi�n de su propia sangre extra�da de orejas, dedos y otras partes del cuerpo. desde ni�o le hab�an ense�ado a soportar el dolor y el significado del sacrificio. cuando cumpli� 20 a�os, su padre le eligi� una joven del mismo nivel social. el casamentero hizo los acuerdos con la familia de la novia. el novio, acompa�ado por sus padres, visit� una y otra vez la casa de sus futuros suegros y llev� como regalos mantas, cacao, ma�z, algod�n, piedras y plumas. el d�a elegido por el sacerdote para la boda, un anciano bendijo a la pareja y les aconsej� llevar una vida recta. hicieron un gran festejo. unos meses despu�s del casamiento, la muerte del abuelo entristeci� a todos. las ceremonias de los funerales fueron muy impresionantes. enterraban al difunto con su plato predilecto, sus adornos, su j�cara labrada y su ropa m�s fina, para que lo acompa�aran en su viaje al otro mundo. seg�n la creencia, all� se reunir�a con el dios de la muerte. pero la vida sigui� su curso. la �poca de cosecha hab�a terminado. junto con otros j�venes le toc� dedicarse a la construcci�n de un templo para ampliar el centro ceremonial que conoci� de ni�o. sus mayores estaban terminando un palacio, los ba�os de vapor y la futura tumba secreta para el gobernante. �c�mo le hubiera gustado estar junto con sus amigos trabajando en la cancha para el juego de pelota! ; todas las ma�anas, camino a las obras, se deten�a un momento a contemplar el trabajo de los escultores que tallaban en piedra relieves y jerogl�ficos que

narraban las historias de los gobernantes. cuando el palacio qued� terminado entraron los pintores muralistas, quienes empezaron a decorarlo hasta el techo con escenas religiosas y de la vida diaria. de regreso a su casa, le daba gran gusto ver tantas construcciones bellamente adornadas. era la obra de todos. era suya y ser�a de sus hijos. �l y todos los que con sus manos hab�an creado el esplendor, y la belleza del centro ceremonial, ve�an a lo lejos a los dirigentes ataviado con grandes penachos de plumas, joyas y flores, que infund�an respeto y admiraci�n a su paso. despu�s del trabajo en la construcci�n, regres� cansado a su choza. mientras com�a con su mujer, platicaron de los manjares que estar�an comiendo los sacerdotes y los gobernantes. contempl� a su hijito dormido y lo imagin� crecido, campesino como �l. �l no conoc�a otra cosa que su pueblo. tal vez el peque�o llegara a ser cargador de mercader�as de alg�n comerciante y le tocara conocer tierras lejanas los comerciantes, al igual que los gobernantes y los sacerdotes, formaban parte de la nobleza. iban de una comunidad a otra llevando los productos de intercambio. —te cambio la carga de frijoles por dos mantas —dec�a alguien. el vendedor calcul�: "cada manta representa un mes de trabajo, por lo que vale tres pu�ados de granos de cacao. entonces me cambia los frijoles por seis pu�ados de granos de cacao". —s� —dijo— acepto el trueque. �qu� elegantes se ve�an los comerciantes con sus bastones y sus abanicos, los emblemas de su profesi�n! a veces, cuando sus servidores los llevaban en andas, destacaban mucho. la gente se interesaba en sus mercanc�as, pero a la vez los tem�an. sab�an que se fijaban en todo; y al regreso, les contaban a los gobernantes lo que hab�an visto y o�do sobre asuntos pol�ticos. los gobernantes estaban muy pendientes de esta informaci�n y listos para salir a luchar contra otros pueblos de mesoam�rica. cada vez que hab�a una revuelta en la propia comunidad, ellos, ayudados por jefes menores, la aplastaban. los sacerdotes se encargaban despu�s de explicar en discursos p�blicos lo que hab�a pasado. eran los m�s sabios y los �nicos que sab�an leer y escribir. el ni�o le pregunt� a su pap� que por qu� el sacerdote principal se llamaba ahaucan. el padre le explic� que ese nombre significa "se�or serpiente", por lo temido y poderoso. observa las estrellas —continu�—. all�, en la piedra, han escrito su sabidur�a sobre el movimiento de las estrellas y c�mo contar los d�as. saben mucho, hijo, y hay que obedecerlos siempre. —y �ellos saben c�mo es el mundo? —s�, claro. ellos dicen que la tierra est� cargada por un gigantesco monstruo parecido a un cocodrilo que flota sobre el agua. la tierra es plana y tiene cuatro partes. debajo de ella est� el inframundo, donde vive ah puch, el dios de la muerte. los cielos est�n sostenidos por los bacabes, que son los dioses de los cuatro puntos cardinales. los dioses fueron los que crearon para nosotros, los hombres, este mundo; y nuestros antepasados fueron hechos con masa de ma�z. en ese momento, se detuvo frente a la choza una ah-men. lo llamaban as�, "el que comprende", porque era un sacerdote m�dico. —�que gusto de verte bien! las hierbas que te di te sanaron, �verdad? —s�; todas las enfermedades las curas con hierbas? —no, porque no todas vienen de lo mismo. algunas veces te enfermas por fr�o o por calor. tambi�n hay enemigos que causan da�os. y puede ser que el enfermo se haya portado

mal. seg�n los casos, tengo que hacer sangr�as en las partes enfermas, o aplicar medicinas que obtengo de animales, o bien pronunciar ciertas palabras sagradas. pero ahora voy de prisa, porque estamos en v�speras de la fiesta. nos veremos. al d�a siguiente, la familia, vestida con sus trajes de gala, se reuni� con los dem�s pobladores, cerca del cenote. el perfume del incienso de copal se sent�a desde lejos. multicolores banderas de papel acompa�aban la procesi�n. los danzantes y los acr�batas hac�an suertes alrededor de esa agua bendita , que consideraban regalo de los dioses. de pronto, se hizo un silencio sepulcral. el se�or serpiente avent� al cenote a un joven, para que su sacrificio sirviera de alimento al dios de la lluvia. todos esperaron la respuesta que vendr�a de las profundidades del agua y pidieron que terminara la sequ�a. luego arrojaron al cenote las banderas de papel, pelotas de hule, preciados adornos de oro y sus c�ntaros. al mismo tiempo, frente a una gran pir�mide, en el altar de los sacrificios, los brazos del sacerdote se elevaban chorreando sangre del coraz�n humano que, junto con frutos y animales, eran parte de la ofrenda. tal vez una copiosa lluvia romper�a el silencio y comenzar�a a ba�ar los campos. ese, al menos, era el deseo del pueblo maya reunido alrededor del cenote. jade precioso pluma de quetzal jade precioso pluma de quetzal texto: doris heyden, mariana yampolsky. ilustraci�n: alberto beltr�n. si al nacer hubieras sido un ni�o o una ni�a azteca, tus padres te habr�an saludado con gran alegr�a: "eres mi jade precioso, mi pluma de quetzal". ; habr�an puesto en tus manos objetos de la vida diaria: para un var�n, un peque��simo escudo, lanza o utensilio de trabajo. ; para las ni�as, un telarcito y trastes de cocina. ; as�, se sentir�an seguros de que al crecer, su hijo ser�a un buen guerrero o trabajador, y su hija, una buena tejedora, esposa y madre. ; ; tus padres consultar�an al sacerdote para escoger tu nombre, de manera que fuera igual al del d�a de tu nacimiento, ya que cada d�a tenia su nombre propio y su s�mbolo. despu�s de buscar en sus libros, el sacerdote determinaba si el nombre era de buen ag�ero, pues, de lo contrario, te lo cambiaban por otro de mejor suerte. cada ni�o recib�a varios nombres, tales como: siete flor y pluma de �guila o cuatro venado y ramillete de flores. siete flor corresponde al d�a del nacimiento y pluma de �guila al nombre que les gust� a los padres. cada uno de los dieciocho meses del a�o ten�a veinte d�as. cada d�a era representado por un signo. al final del a�o hab�a cinco d�as de descanso. imagina un d�a cualquiera: por la ma�ana los sacerdotes despiertan a la poblaci�n con su ronca trompeta de caracol. a trav�s de las paredes de las casas, fabricadas con carrizo y adobe, se oye el r�tmico palmear de las tortilleras. camino al trabajo, los hombres se saludan con sus vecinos. desde muy temprano se nota una intensa actividad en los patios de las casas: las

mujeres tejen, y los ni�os, rodeados de itzcuintlis —los perros pelones— y guajolotes, corretean entre las flores. ya tienes cuatro a�os: est�s listo para ayudar a tus padres. las ni�as aprenden a tejer, barrer y guisar; los ni�os, a traer le�a, ir a la milpa o al taller. �hay que tener cuidado de hacer bien el trabajo porque te pueden castigar pic�ndote con p�as de maguey, o bien oblig�ndote a respirar el humo de chiles quemados que hace llorar! as� lo preparaban a uno para enfrentarse a las duras tareas de ir a la guerra y mantener fuerte el territorio. muchas canoas cruzan los canales de la gran m�xico-tenochtitl�n. las chinampas, donde se cultivan verduras y flores, son peque�as islas construidas por lo hombres. ellos ponen estacas entretejidas con ramas, formando paredes que contienen el f�rtil lodo del fondo del lago de tezcoco. los agricultores emplean la coa para hacer hoyos en la tierra y depositar en ellos las semillas. los pescadores usan redes, anzuelos y arpones para pescar. �qu� sabroso comer pato silvestre, hueva fresca de mosco y pescado de agua dulce de los lagos! eres ya muy importante: �por fin tienes edad para estudiar! todos los ni�os, pobres y ricos, van a la escuela, ya sea al calmecac o al telpochcalli. si entras a la escuela llamada calmecac, para aprender a ser sacerdote y gobernante, estudiar�s la lectura y escritura, las matem�ticas y el movimiento de los astros. dejar�s de jugar y escuchar�s con cuidado los consejos de tu padre: "todos los d�as tendr�s que hacer penitencia , ba�arte en agua fr�a, ayunar y aprender a obedecer, para que seas capaz de enfrentarte a la disciplina de la vida azteca y de ser �til a tu patria". el telpochcalli es la escuela donde los guerreros veteranos preparan a los j�venes para la guerra. los alumnos reparan canales, cultivan en com�n las tierras y hacen trabajos de inter�s p�blico. en cambio las ni�as viven en la escuela, junto a los templos, hasta que se casan. all� aprenden las costumbres religiosas bajo la direcci�n de las sacerdotisas. por las tardes, los muchachos se re�nen con las muchachas en el patio de la escuela de danza para divertirse y aprender el baile y el canto. cualquier pretexto es bueno para pasar por el mercado, que parece una feria llena de movimiento y color. a pesar de ser tan grande est� ordenado y limpio. en una parte hay frutas y verduras; en otra ropa y alhajas. tambi�n se encuentran montones de pieles de puma, jaguar, lobo y venado; plumas de �guila, halc�n y aves tropicales. se pueden comprar guajolotes, conejos, liebres, patos e itzcuintlis; pescado, ranas y hueva de mosco. —�cu�nto vale el azul para te�ir? —yo quiero un cuchillo de obsidiana. —yo, una pipa y un tabaco. —a m� deme dos petates. —me duele el est�mago, que yerba me tomo? — le pago con mi manta. — �ndele. en cada mercado hay jueces que deciden qui�n tiene raz�n cuando surgen diferencias por el precio o la calidad de alguna mercanc�a. �todos corren a ver a los comerciantes! son formidables viajeros llamados pochtecas. llegaron con �xito de sus peligrosas misiones en busca de �mbar y plumas de quetzal. es f�cil reconocerlos: visten lujosamente y siempre portan bastones y abanicos. hablan muchos idiomas para poder cambiar sus mercanc�as, y son los predilectos del emperador; no s�lo porque le traen valiosos y raros obsequios, sino porque en sus viajes le sirven de esp�as. a trav�s de sus relatos, el emperador sabe qu� pueblos est�n descontentos y cu�les conviene conquistar. los aztecas observan todo lo que les rodea y lo pintan con amor en libros que guardan en grandes bibliotecas. el pintor-escribano, con tierra de colores mezclada con la savia de algunas plantas, pinta sobre piel de venado o en papel

hecho de corteza de �rbol. las hojas se doblan como acorde�n y forman libros llamados c�dices. en ellos relata las batallas, las haza�as de los reyes y la historia de los dioses. tambi�n hay c�dices sobre hierbas medicinales, astronom�a, compra y venta de mercanc�as y mapas. dan ganas de quedarse horas enteras mirando c�mo trabajan los h�biles artesanos. unos hacen aretes y collares de oro, plata, turquesa, y trabajan el jade en forma de animales. otros cubren m�scaras con concha nacar, coral y mosaicos. �mira el colorido de los bordados en los vestidos y mantas! las capas y los huipiles, entretejidos con miles de peque�as plumas multicolores, son muy bonitos. cuando ves las hermosas artesan�as de tu gente te das cuenta que, si tus padres te llaman "piedra preciosa" o "pluma de quetzal", es porque eres lo m�s bello de su vida. desde los diez a�os, a los ni�os que estudian para guerreros les cortan el pelo y s�lo les dejan un mech�n, que les quitar�n si capturan un prisionero. al lograr esta haza�a suben de rango, y si matan o capturan a cuatro enemigos, ascienden a comandantes y forman parte del consejo de guerra. los m�s valientes son los caballeros jaguar y los caballeros �guila. cuando entran en combate, el emperador toca un peque�o tambor de oro para animarlos a conquistar la victoria. los pueblos conquistados pueden seguir viviendo como antes, conservando sus costumbres, siempre y cuando entreguen al emperador tributos como mantas, cacao, plumas de quetzal y otras riquezas. la lista de tributos se anota cuidadosamente. se entregan cuentas de jade, trajes de guerrero, mantas y ropa, jarras de miel y muchas otras cosas, y cada pueblo paga seg�n lo que produce. un dedo dibujado encima del objeto significa que debe entregarse una de estas piezas; una banderita indica que deben entregarse veinte; y una pluma, cuatrocientas. durante la guerra, los aztecas toman prisioneros, se hacen de riquezas ajenas y adquieren prestigio. al guerrero se le esne�a, como a todo buen soldado, que el triunfo depende de �l. las armas del guerrero son: un escudo de cuero sobre un armaz�n cubierto de plumas, una macana de madera con orillas de obsidiana, arco y flechas, y una lanza-dardos llamada �tlatl. adem�s se protege con un traje de algod�n acolchado. al atacar, los guerreros levantan sus estandartes, gritan de manera escalofriante y tocan con furia sus tambores y silbatos. as� atemorizan al enemigo. todos los ni�os quieren saber c�mo se form� el mundo. los viejos cuentan que existieron cuatro mundos, llamados soles, los cuales nacieron y despu�s se apagaron. en cierta ocasi�n se reunieron todos los dioses en la sagrada ciudad de teotihuac�n, para decidir qui�n se sacrificar�a a fin de crear el quinto sol y acabar as� con la oscuridad. para ello, se ofrecieron dos dioses: tecucizt�catl, el rico, cubierto de plumas y jade, y nanahuatzin, el pobre, lleno de llagas y vestido de papel. los dioses hicieron una gran fogata para que aqu�llos se arrojaran al fuego. cuando las llamas brincaban y el calor era insoportable, tecucizt�catl se acobard�. En cambio, el pobre nanahuatzin se lanz� en medio de las llamas y se convirti� en un sol que subi� al cielo. entonces, avergonzado, tecucizt�catl tambi�n se sacrific� y subi� al cielo junto con el primero. al ver los dos soles iguales, los otros dioses se preguntaron "�cu�l es cu�l?" mientras trataban de resolver su duda, pas� un conejo; entonces los dioses lo cogieron de las orejas y lo tiraron directamente al segundo sol, con lo que lograron reducir su brillo. a �ste, lo llamaron luna. por eso, si miras la luna, ver�n en ella un conejo. el sol brillaba pero no se mov�a. para darle fuerza y movimiento, todos los dem�s dioses se sacrificaron y lo alimentaron con su sangre para que el sol pudiera seguir su camino. los aztecas tienen muchos dioses. huitzilopochtli, el dios supremo, lleva un colibr� azul; tonatiuh, el sol, se representa con la cara roja; tezcatlipoca,

espejo humeante, porta un espejo de obsidiana en donde se reflejan las acciones de los hombres. el dios del viento, eh�catl, tiene un pico de pato de donde sale aire; tlaloc, dios de la lluvia, siempre lleva c�rculos de jade —que simbolizan el agua— alrededor de los ojos. xilonen, diosa del ma�z tierno, es una muchacha joven, y chicomec�atl, diosa del ma�z duro, es una mujer de m�s edad. dentro de las ciudades se encuentran im�genes de esos dioses en los lugares p�blicos y en los altares de las casas, y antes de emprender cualquier acci�n importante se les consulta. cientos de templos en forma de pir�mide y decorados con muchos colores se elevan por encima de los dem�s edificios. imitando el camino del sol en el cielo, los sacerdotes suben por una ancha escalinata de la pir�mide y realizan el sacrificio frente a la estatua del dios que est� en su templo. �mira cu�ntos miles de trabajadores! es asombroso darse cuenta que estas pir�mides son construidas sin la ayuda de animales de carga, ni instrumentos de hierro. �cu�nto movimiento, cu�nto trabajo, cu�nto ingenio y esfuerzo el de un pueblo entero que levanta a sus dioses estas formidables construcciones! el emperador, con diadema de turquesa, orejeras y joyas de piedras preciosas contempla las ceremonias desde un trono de tule tejido. solamente los gobernantes pueden sentarse en este tipo de silla. algunos prisioneros de guerra pelean en p�blico con guerreros bien armados. para defenderse, el cautivo s�lo cuenta con un palo de madera. en esta pelea desigual, el que pierde es sacrificado. durante las fiestas, la ciudad adornada con arcos de flores vibra por el sonido de los tambores y flautas. el aroma del copal alcanza todos los rincones. la gente se divierte con el teatro, los acr�batas, los danzantes y los cantores. y as�, cuando ha ca�do la noche, te vas a dormir, contento de haber pasado un d�a en el pa�s del jade y del quetzal. si tienes la posibilidad de estar en la ciudad de m�xico, no dejes de visitar el museo nacional de antropolog�a, en el parque de chapultepec. funciona de martes a domingo de 10 1 8 hrs. para los escolares la entrada es gratis. este museo ense�a mucho sobre los or�genes del hombre y acerca de todas las culturas que poblaron nuestro territorio. tiene todo un piso con reproducciones de casas en tama�o natural con los muebles y utensilios propios de cada regi�n. tambi�n hay figuras vestidas con trajes t�picos y rodeadas de su rica producci�n artesanal. ; encontrar�s una sala dedicada a la cultura mexica y en ella la maqueta del mercado de tlatelolco, del que ves aqu� solamente una parte. es la reproducci�n del tianguis que exist�a en todas las ciudades y pueblos prehisp�nicos. all� los antiguos mexicanos realizaban intercambios de mercader�as. colof�n Colof�n Arte, ciencia y t�cnica iii se termin� de imprimir en los talleres de printgraphics, s.a. de c.v. av. gustavo baz no. 39-104, col. centro c:p. 53000 naucalpan, estado de m�xico en el mes de junio de 2000 con un tiraje de 3000 ejemplares. ; este libro es propiedad federal. queda prohibida su venta. aquella persona que comercie o especule con la presente obra, ser� sancionada conforme al art�culo 387 fracc. ii del c�digo penal para el

distrito federal aplicable para toda la rep�blica en materia federal.

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