Libertad y determinismo «Si hay cosas que dependen de nosotros, hay otras cosas que dependen de causas situadas bajo la ley de la naturaleza, de la necesidad de la fortuna». El carácter antagonista de la causalidad. PAUL RICŒUR
«La causalidad según las leyes de la naturaleza no es la única de la que puedan derivar todos los fenómenos del mundo. Para explicar éstos, hace falta admitir también una causalidad libre» 1 . Entendemos aquí fenómeno como todo lo que aparece y se hace presente a la percepción, y por lo tanto, puede ser conocido por nosotros 2 . De este modo podemos decir que toda la naturaleza es un fenómeno, algo que está frente a nosotros y que lo conocemos o vemos, como por ejemplo una serpiente Pitón o un dromedario, una estrella fugaz o una aurora boreal. Sin embargo hay más. También “aparecen” frente a nosotros una patada, un beso, llantos, aplausos, un texto, un edificio, coches, aviones. Todos estos «hechos» y «sucesos» son también «fenómenos», pues, según nuestra definición, «aparecen» frente a nosotros. Pero vayamos «más allá» (metafísica) de lo que «aparece». En la naturaleza o física hay unas causas, o sea unas leyes que determinan que tales sucesos ocurran de esta manera y no de otra, que determinan o dan origen al fenómeno. Por ejemplo, si tiramos una piedra al aire veremos que esta, luego de un determinado tiempo, cae. Decimos entonces que el fenómeno de la caída es causada por la gravedad, o sea que lo que hace que la piedra venga de arriba para abajo es una fuerza que le atrae. De este modo los seres humanos nos hemos encontrado con leyes que 1
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gobiernan el mundo físico, como por ejemplo la ley de gravitación universal. Ahora, aunque también formamos parte de la physis 3 , nos metemos en «nuestro mundo», en nuestros hechos, en nuestras acciones, en las obras del ser humano. Hasta ahora podemos decir que todos los fenómenos tienen causa, o que su procedencia u origen está en otra cosa que no es él mismo (contingencia). Así es como normalmente «entendemos» el mundo. Aunque luego el “principio de relatividad” cambió la forma de «entender» el mundo físico, pues le da un funcionamiento parecido al nuestro, al de los seres humanos. Es este «nuestro funcionamiento» el motivo de esta reflexión. Si vemos que en el «mundo entero» hay fenómenos, no podemos atribuir tales a las mismas causas. Ya hablábamos de la causalidad física. Sin embargo de las causas de nuestros hechos y acciones no podemos decir lo mismo. Nuestro “comportamiento” no está reglado, no está sujeto a leyes o a un orden lógico, un 2 + 2 = 4. De ninguna manera. Si para la física lo que importa son las leyes, las constantes, la lógica, para nosotros lo que importa es la libertad. Ella nos permite “comportarnos” de diferentes formas, de acuerdo a otros “principios”. Gracias a la libertad el ser humano resuelve sus problemas de miles de formas 4 . Cada uno de nosotros «calcula» 5 la resolución de sus problemas a «su manera», de acuerdo a sus motivaciones, intereses,
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Esta delimitación del concepto es a partir de Kant. Sin embargo el concepto “fenómeno” se generalizó y pasó a significar en la ciencia empírica “cualquier hecho o suceso que pudiera ser descrito científicamente, mientras que en la fenomenología de Husserl, es “el dato de conciencia cuya esencia se describe”. 3 La palabra griega physis es traducida al español por naturaleza. De ahí que la física se encarga de estudiar los componentes fundamentales del Universo, la fuerza de estos componentes entre sí y los efectos de estas relaciones. 4 Recuérdese el caso del físico que resolvió un problema de una manera creativa. Había encontrado varias formas de resolver un mismo problema. «Aprender a pensar» 5 Cálculo (lat) tiene su origen en una “piedritas” que antes se usaban para contar, como el ábaco. De ahí que la operación que se hace para contar, pasase a significar resolver algún problema. En la terminología médica también se utiliza este concepto cuando nos referimos a las “piedritas” que se forman en algunas partes del cuerpo.
puntos de vista. Podríamos problematizar el «calcular» si dejamos que ella solamente sea una operación mental, puesto que muchas veces no actuamos a partir de la mente, muchas veces actuamos sin pensar, sin calcular, movidos por convicciones, por una corazonada. Por ello no hay una forma fija para resolver nuestros conflictos. No es una cuestión de cálculo mental y punto. El calcular en la resolución de nuestros problemas se amplía cuando pensamos en el resultado que queremos obtener. O sea a lo mental añadimos
nuestras
motivaciones,
nuestras
convicciones,
nuestra
corazonada. Así lo que «queremos» tal vez esté muy fijo en nuestro sentir, sin embargo lo que lo determina es la imaginación, esa capacidad de «ver antes» o tener una «imagen ante mí», y esto es una capacidad intelectual, una propiedad del pensamiento (nous, logos). A estas alturas estamos hablando del buen juicio, de la deliberación justa. Pues lo «trágico de la acción», el conflicto, está en nosotros 6 y ello nos «llama» a elegir, a hacer esto y no aquello. ¿Tiene esta «elección» la naturaleza, el mundo físico? ¿Será por esta característica que muchos pensadores han colocado al ser humano como un ser superior al resto de los seres? Definitivamente «somos problemáticos», puesto que debemos elegir esto o aquello, hemos de deliberar entre hacer o no hacer. De ahí que nuestro comportamiento, nuestras acciones, nuestros hechos no estén englobados en la causalidad física, sino como decíamos al principio, en la causalidad libre. Domingo Ariel Garcete Aguilar
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Remito en este punto a la «Identidad conflictiva».